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26

Pasado

Thalia

Él es ardiente.

Es joven.

Y apetecible.

No puedo evitar preguntarme si es un hombre soltero.

Es inexplicablemente precioso que parece irreal. Más de un metro ochenta de acero, y probablemente todo el acero en sus pantalones también.

La dureza de su cuerpo no puede ser negada. Es sexy de pies a cabeza.

¡Dios, que culo! ¿Quién es ese tipo tan bueno?

«Concéntrate Thalia, él no es tu objetivo», me regaña la mente. «Sí, está bueno, pero no vale la pena para que arruines tu misión».

He estudiado a mi presa, visitando cada lugar que visitaba. Es cierto que tiene debilidad por las latinas y por eso la agencia dejó eso sobre mis hombros, pero llegar a Cane Russo es imposible, casi impenetrable. Es el segundo al mando de Escorpión; uno de los más grandes traficantes de armas (aunque hay rumores de que trafica con droga también) de Francia y Estados Unidos, y el que dirige una persecución en contra de nosotros: la OINAU.

(OINAU) Oficina de Inteligencia Nacional para Agentes Ucranianas.

He estado en la milicia desde los diez años. Toda la familia por parte de mi madre ha estado ahí por lo tanto una vez muerta mi madre en acción me vi en la obligación de sustituirla. Gracias a eso sé usar todo tipo de arma, de camuflaje y he estado en varias misiones en Moscú, Italia y Estados Unidos.

La OINA es una organización que forma parte de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa, y antes de la Unión Soviética, es uno de varios grupos autorizados para espiar para el gobierno ruso junto con otras agencias. En otras palabras, la OINA se ocupa del espionaje militar, político, económico e industrial, a fin de proporcionar la información pertinente a los órganos rectores de la Federación Rusa, y de apoyar el desarrollo económico y científico del país.

Su objetivo inicial es coordinar las acciones de las agencias de inteligencia del ejército, pero durante varias décadas su existencia fue desconocida para los servicios secretos extranjeros.

Aunque su principal misión es la inteligencia militar, la OINA también está actualmente involucrada en muchas áreas no siempre directamente relacionadas con las fuerzas armadas, incluidas la adquisición de nuevas tecnologías, el espionaje económico y, como indica la imputación estadounidense, el hackeo electoral.

Es por ello que su situación interior se mantiene tan secreta.

Además, es la parte más oscura de la inteligencia rusa.

Pero nunca estuvo en mis planes venir a Francia y seducir a Cane para llegar a su jefe. Un tipo como él ya está recibiendo demasiado culo para manejar. Él puede tener a cualquier mujer que quisiera, así que impresionarlo de esa manera es lo menos importante para mí en este momento.

Aún así no me quiero rendir, llevo ya cinco noches seguidas en su club favorito, con vestido y unos tacones de infarto diferente cada vez. Toda sexy, pero dejando mucho a la imaginación. El que quiere saber más tendría que quitarme la ropa para ver mejor.

Hoy debe ser mi día de suerte porque desde el reservado mientras Cane lleva ratos observándome, yo estoy de tonta mirando al rubito que acaba de entrar por esa puerta. Mis manos están envueltas alrededor de un vaso de whisky, intentando no babear por sus huesos.

Me centro en él e ignoro a Cane. Se le despeja un área especial de asiento solo para él y su amigo que tiene unos ojos verdes preciosos, pero el azul del rubito es más hipnotizador. Una sexy camarera, aparece de la nada a su mesa.

¡Dios, es...! No es tu objetivo. Deja de mirarlo como si fueras a saltar encima de él.

Necesito otro trago.

Él lleva una camiseta de cuello en V negro que destaca sus brazos, músculos y pecho. Sus hombros son más anchos que Cane. Tiene unos ojos que parecen el cielo y cabello dorado como el sol, es un hombre hermoso, pero me veo obligada a apartar la vista y seguir mirando a Cane desde mi silla, tratando de obtener toda la información posible de él.

Con un poco de suerte no me encontrará sospechosa.

Desvío mi mirada del rubio cuando la silla a mi lado se mueve y luego un cuerpo pesado llena la vacante. Cuando mis ojos se mueven hacia al lado, aterrizo en el hombre que he estado cazando. Con unos ojos grises que coinciden con la tormenta.

No me saluda, sus ojos son hostiles y sus labios están ligeramente presionados por la diversión al ver mi expresión de sorpresa.

No permito que el miedo entre en mi expresión ni la sorpresa.

—Si querías llamar mi atención con un poco menos de tela hubiera sido suficiente —sus ojos se pegan a mí y enfocados, como si tratara de investigar algo mientras su acento italiano carga con todos mis nervios.

No parpadeo. —Serás creído, ¿por qué me interesaría llamar tu atención?

Sus ojos se entornan ligeramente mientras me examina. —No me insultes. No hay nada que ocurra a mi alrededor que no note —su voz es como el filo de un cuchillo. —Llevas cinco días seguidos viniendo aquí y no has dejado de mirarme.

Y yo creyendo que había sido discreta.

A pesar de que su suposición es totalmente cierto, no me gusta su arrogancia.

Muestra desinterés absoluta Thalia.

—No todo el mundo gira a tu alrededor ni siquiera te estaba viendo realmente —digo con desinterés. —Lo que creo es que estas obsesionado conmigo, porque acabas de afirmar haberme visto por cinco días seguido mientras que yo apenas me doy cuenta de ti.

—¿Cuál es tu juego? —pregunta arqueando una ceja.

—No sé de lo que me está hablando y me parece que tu forma de abordar a una chica en un bar es bastante patético, para no decir otra cosa peor —digo en un tono firme. —Así que, adiós.

Me levanto de la silla y camino hacia la salida con el corazón desbocado.

Sus manos me detienen. —Tienes una boca muy floja.

Sonrío. —Gracias, supongo.

—Me imagino la cantidad de cosa que podría hacer con ella.

—Lástima que nunca lo sabrás, porque no eres mi tipo —chasqueo la lengua.

—Si no quieres nada de mí y esto es una coincidencia, entonces no te...

Deja las palabras al aire. Tal vez es una amenaza silenciosa.

Si en una semana Cane no viene a buscarme, tendré que actuar de otra manera y llevarlo a la cama no me parece para nada atractivo.

De camino a mi departamento, me doy cuenta en mi espejo retrovisor que una moto me está siguiendo. Hago el carro ir más despacio y él al cruzar delante de mí para disimular, contemplo el atractivo culo de quien me persigue y me llega una loca idea a la cabeza.

Piso el acelerador y le golpeo por detrás.

El conductor se detiene sorprendido. Mi primer impulso es irme de una vez aprovechando la oportunidad, pero piso el freno de golpe al ver unos mechones rubios por el retrovisor cuando se quita el casco.

Lo veo venir hacia mí. Yo ya lo espero fuera del coche.

—¿Y bien? —acaba por decir en francés una vez que llega a mí.

—Perdón, pero ha sido culpa suya —indico, conteniendo una sonrisa al ver al tipo del bar.

—¿Disculpa? ¿Mi culpa? Cómo ha sido mi culpa si fuiste tú el que me ha dado por detrás —cometa fresco, no está molesto, más bien parece divertido por la situación.

—Es culpa tuya por poner ese atractivo retaguardia delante de mí. La verdad me distraje mirándolo y te di sin querer —le comento sonriendo cruel.

Su sonrisa se extiende, pero su mirada se agudiza.

—Tienes una boca muy suelta y eso me encanta. Solo me pregunto si es así en todo —mis piernas se debilitan, no esperaba un contraataque.

No sé cual sea su profesión, pero de seguro su segundo mejor habilidad es hacer caer las bragas, en total caso hacer que se mojen.

—Nunca lo sabrás —sus manos envuelven y acarician mi cabello, enredando un mechón negro en sus grandes dedos.

—Sí lo haré.

Puedo luchar fácilmente haciendo que caiga al suelo con un solo movimiento, pero ni siquiera lo intento cuando toma mi cabeza contra su palma y luego me besa suavemente en los labios.

Me da un tierno abrazo que me hace temblar las piernas y en lugar de disgustarme porque un desconocido me está besando, todo en lo que puedo pensar es en lo bien que sabe su boca. Agarra mis glúteos y luego me levanta antes de ponerme hasta el capo, mis brazos rodean su cuello y continúo besándolo, sintiendo que mi excitación se filtra en mis bragas.

¿Cuándo ha sido la última vez que tuve sexo?

Nunca antes me había excitado tanto a primera vista con un extraño.

—Tengo que irme ya.

Me sonrojo y empiezo a alejarlo.

Tengo que irme antes de que invite a un extraño a mi departamento y me lo folle sin añadir una palabra más. Necesito una distancia antes de caer en lo inevitable.

Mi objetivo es Cane, si me mandó a seguir y me ve así besando con otro se puede arruinar el plan B.

—¿Por qué?

—Tengo cosas que hacer —me bajo. —Fue un placer besarte...

—Elliot —dice rápidamente. —Acepta salir conmigo y te perdono lo de la moto.

—No puedo —es imposible.—Dame tu número y me encargaré después de pagar los daños.

—Los dos sabemos que puedes —aprieta sus labios contra los míos y me besa, dejándome sin aliento, sedienta de él y debilitando mi resistencia.

—Es que simplemente no quiero salir contigo —digo fríamente.

—No te creo.

—Ten por seguro que si me acuesto contigo apenas cruce la puerta de tu casa me voy a olvidar de ti.

Eso debe alejarlo, ¿no?

No hay nada más grave para un hombre que hieran su orgullo.

—Voy a hundirme en ti tan profundamente que no podrás olvidarme jamás.

Me estremezco ante aquella brusca promesa, rememorando cómo se ha perdido entre músculos tensos y placer.

—Adiós, Elliot —me bajo deprisa y unos segundos después me meto en el asiento del conductor.

Sin embargo, antes de que pueda arrancar, se abre la puerta del copiloto y Elliot se desliza a mi lado.

—¿Qué pretendes? —pregunto.

Sonríe. —Saldré del vehículo cuando aceptes mi invitación.

Este tipo me pone los pelos de punta. —¿Nunca te han dicho no?

—No —se acerca un poco más y el olor de su colonia me excita todavía más.

—Mira rubito, tengo cosas más importante que hacer. Además, tengo novio —miento. —Hazme el favor de bajarte de mi auto. Ahora.

—Todavía no has respondido. ¿Qué harás este fin de semana?

Será idiota.

—Tengo una cita con otro hombre.

—Entonces, cancélalo.

Siento el vello erizar, la boca seca, las rodillas temblorosas y es tan sensual su forma de hablar, su forma de mirar... todo de él.

—¡Estás de broma!

—Para nada. Estoy seguro que no deseas pasar la noche con él, sino conmigo.

¿Pero es que ese hombre está enfermo?

¿Acaso no tiene vergüenza? Desde luego que no tiene ni tampoco conoce el significado.

De nuevo su boca se apodera de la mía. Me mantengo firme con los labios apretados, pero su mano traviesa se desliza por mis muslos. Un gemido involuntario se escapa de mis labios, momento que aprovecha y penetra mi boca con su lengua.

—¿Aún tienes planes para este fin de semana? —susurra contra mis labios.

—Sí. Estás muy equivocado si crees que voy a romper mis planes por ti —me suelto de su agarre. —Búsquese a otra que caliente su cama, Elliot.

Me mira por última vez.

Tengo el corazón desbocado cuando lo veo abrir la puerta.

—Que tengas buena noche —dice y sale. —Acabarás rindiéndote.

Es un arrogante, pero que bueno está.

—Nunca —mi voz suena pastosa, mentirosa.

—Nos vemos pronto —cierra la puerta suspirando y mantiene los ojos clavados en mi mientras se aleja.

—Nos vemos pronto —repito para mí misma. Lo dudo mucho ni siquiera sabe mi nombre.

Cuando llego a mi casa lo primero que hago es llamar a mi jefe y decirle todo lo que sé.

—Así que aún no ha mordido el anzuelo —dice Sasha Kuznetsov cuando terminó.

Respiro hondo antes de decirle la parte incómoda.

—No.

—¿No? —su voz es un rugido callado.

—Me ofrecí las tres primeras veces, pero no le llamó la atención —le digo la verdad.—Hoy que me vestí más discreta fue que decidió acercarse y hablar conmigo. Creo que no soy su tipo.

Escucho a Sasha maldecir en ruso.

—¿Estás segura que intentaste seducirlo? —pregunta cuando termina con sus maldiciones.

—No está interesado en mi cuerpo y punto —resoplo, ya cansada de acostarme con tipos que luego tengo que eliminar. —Pero me he enterado que busca una secretaria, quizás no me quiere como amante, sin embargo, una buena referencia con algunos de tus contactos puede hacer que sea la candidata perfecta.

Sasha se queda callado unos instantes sopesando mis palabras.

—Vale —dice por fin. —No arruines esa oportunidad.

Y antes de responder me cuelga.

Quito mis tacones.

Tomo aire y lo suelto lentamente, dejándome caer en la cama, cerrando los ojos.

Estoy aún algo impresionada como Elliot me desarme. Nadie... ¡Nadie maldita sea, lo había hecho!

Me quedo dormida pensando en eso.

¡Mamá está quieta!

No puedo sentir los latidos de su corazón. Siento un gran nudo en el estómago y ganas de vomitar, mi corazón se acelera.

Su cabello no brilla por la humedad del agua, yace en la bañera con sus muñecas abiertas mientras el agua corre.

—Despierta, madre —susurro. —Por favor, despierta.

Pero No hay ninguna respuesta. No lo hay.

¿Dónde está papá?

—Madre...

El ruido de la puerta del baño abriéndose me sobresalta.

—No despertará —un hombre con traje me mira con ojos color gris fríos y calculadoras. —No servirá de nada que la llames.

—¿Quién eres? Y ¿cómo entraste? —levanto la barbilla.

—De tal madre, tal hija —en realidad me parezco más a mi padre que a mi madre. —Tengo una proposición para ti, Thalia. Un trato, si quieres.

—¿Alguien con diez años puede hacer un trato con alguien como usted?

—Si eres como tu madre puedes hacer cualquier cosa.

—¿Qué pasará con papá?

—No te preocupes por eso. ¿No quieres ir a la tierra de tu madre? Rusia es un buen lugar para comenzar e incluso sabrás por qué tu mamá tomo esa decisión.

—Claro que quiero.

—Bienvenida al programa, Thalia.

Despierto jadeando. Me siento en la cama y me quedo mirando la puerta. Siento los latidos de mi corazón en la garganta y estoy cubierta por una fina capa de sudor.

El sueño ya se está desvaneciendo de mi memoria, pero los fragmentos que recuerdo son una tortura.

—¿Por qué acepté irme? —estrecho la manta contra mí.

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