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Capítulo diecinueve

Conversación del once de Septiembre.

MasterOfScience: ¿Tuviste un buen viaje, leona?

AmberQueen: No me llames así.

Sí, ya estoy en Hokkaido. Mi padre rentó un departamento para quedarnos hasta que yo me mude a la escuela mañana y él regrese a Tokio.

MasterOfScience: Ya veo.

Por cierto, estoy en Hokkaido.

AmberQueen: ¡¿QUÉ?!

MasterOfScience: También tuve un buen viaje, gracias por preguntar.

Sé que esto es repentino pero ¿podrías decirme dónde estás ahora?

AmberQueen: ¿Por qué viniste aquí, Senku?

MasterOfScience: Te lo diré si me dices dónde estás ahora.

AmberQueen: Estoy en la plaza central, esperando a que mi padre compre algunas cosas que necesitaré.

¿Ahora me dices qué diablos haces aquí?

MasterOfScience: Te lo diré cuando te vea en la plaza central.

Estaré allí en 20 minutos.

AmberQueen: ¡¿Qué?!

¡Senku!

.

Kohaku realmente no podía creer lo que veían sus ojos.

Senku, el chico que creía que no volvería a ver en años, acababa de decirle que estaba en Hokkaido como si fuera lo más normal del mundo.

¿Cómo es que siquiera sabía en qué ciudad estaba? Hokkaido era muy grande.

-Kohaku.- el llamado de su padre la sacó de su ensimismamiento. -Ya tengo tus cosas. Volvamos al departamento, tienes que preparar tus cosas para mudarte a los dormitorios mañana.-

Ella apretó los labios.

Hace diez minutos que le había llegado el mensaje de Senku, y él le dijo que estaría aquí en veinte minutos.

¿Habría hablado en serio, de verdad?

No parecía algo que él haría por su cuenta. Y tampoco tenía sentido que supiera exactamente en qué ciudad de Hokkaido estaba. La única persona que lo sabía era…

Abrió mucho los ojos y miró a su padre en silencio, viéndolo devolverle la mirada con impaciencia, ya queriendo largarse de allí.

-Papá…- frunció el ceño. -No podemos irnos de esta plaza aún.-

-¿Disculpa?- se enfureció. -Te dije que regresaremos al departamento y punto.-

Kohaku tomó aire.

Tenía cierto presentimiento de que Senku no vendría solo, y si eso era cierto entonces no podía permitir que su padre se la llevara de la plaza, a pesar de que no entendía del todo que demonios planeaba Senku.

-¿Podrías darme solo diez minutos? Tengo algo que enseñarte.- lo miró seriamente.

-¿Y por qué no puedes enseñármelo en el departamento? ¿Por qué no puedes enseñármelo ahora mismo?-

-¿No puedes solo darme diez minutos?- ambos se miraron mal, antes de que Kohaku suspirar y ablandará su mirada. -Por favor, papá.- ante eso, la mirada de su padre finalmente se suavizó.

-Bien.- dejó las bolsas en el suelo y se sentó a su lado en la banca. -Tienes exactamente diez minutos.- miró en su reloj de muñeca para medir el tiempo.

Kohaku miró ansiosamente a los lados.

¿Realmente Senku estaba en Hokkaido? ¿Realmente podría encontrarla en diez minutos?

No lo creería posible de cualquier otra persona, pero Senku no era cualquier persona. Todo podía pasar cuando se trataba de él.

Y varios minutos después lo comprobó y a lo grande, porque una maldita limusina se apareció en el parque y se estacionó justo delante de ella y su padre.

Ruri fue la primera en salir, con lágrimas en los ojos y los brazos extendidos.

-¡Kohaku!- se lanzó a abrazarla frente a la mirada aturdida de su progenitor.

La menor de las hermanas habría sonreído, pero solo pudo quedarse con la boca abierta al ver a otras diez personas salir de la limusina.

¡¿Cuánta gente trajo Senku a Hokkaido?!

Había esperado que viniera con su hermana, ya que solo ella sabía en que ciudad se quedaría ¿pero por qué vino con tantas personas?

Su hermana se apartó y tanto Kohaku como Kokuyo se pararon de la banca, sobresaltados.

-Ruri…- su padre miró con los ojos muy abiertos a su hija mayor, que solo pudo sonreírle con tristeza. -Ruri…- sus cejas se fruncieron con ira. -¡¿Por qué, Ruri?! ¡¿Cómo pudiste irte de la casa?!- empezó a reclamarle, provocando que Kohaku apretara los dientes.

Antes de que pudiera decir nada, una fuerte y enfadada voz, aunque dulce y angelical, se hizo oír por encima de cualquier sonido cercano.

-¡¿Cómo pudiste tú, Kokuyo?!- todos voltearon hacia la fuente de la voz.

Kohaku se sorprendió al ver que era la novia del padre de Senku, Lillian Weimberg, con una expresión muy seria en el rostro.

Kokuyo pareció confundido.

-¿Quién eres?-

-¿Cómo no lo sabes? Es una cantante muy famosa.- habló Chrome a un lado de Senku, ganándose que su padre le envíe una mirada asesina que lo hizo estremecerse.

Al notar también al chico que vio besando a su hija en una fotografía, miró todavía peor a Senku, pero él le devolvió la mirada sin una pizca de temor.

-¿Acaso no me recuerdas, Kokuyo?- cuando Lillian volvió a hablar, su padre entrecerró los ojos al ver su sonrisa divertida.

Entonces los ojos del hombre rubio se ampliaron a su máxima capacidad.

-¿Li… Lillian?- pareció quedarse sin palabras.

-Al fin me recuerdas.- cerró los ojos solemnemente. -Aunque no me sorprende del todo que me hayas olvidado, también me costó un momento recordarte. Recordar al hombre que apartó a mi prima de mi vida.- lo miró tristemente.

Ruri y Kohaku miraron confundidas a su padre y a la cantante.

-¿Prima?...-

-Imaginó que su madre nunca les habló de mí. No la culpó, nunca apoyé exactamente sus decisiones… Pero soy la única familia que le quedaba, saben… soy su única prima.- ambas se quedaron con la boca abierta.

Kohaku desvió su mirada a Senku por un momento, notándolo levemente impresionado, pero viéndose bastante incómodo y con su mirada desviándose de tanto en tanto hacia Kokuyo.

-¿Eres… de nuestra familia?- Ruri se quedó con la boca abierta.

Lillian sonrió suavemente.

-Ambas son idénticas a su madre, realmente me alegra mucho conocerlas. O más bien conocer a Kohaku y volver a verte, Ruri-chan.-

-¿Volver a…?...-

-¿Qué haces aquí, Lillian?- Kokuyo interrumpió a su hija mayor, haciendo esa pregunta con una mirada muy seria.

-Vengo a detener este absurdo.- le frunció el ceño. -Me enteré de lo que estás haciendo con tus hijas y simplemente no puedo permitirlo.-

-¿Disculpa? ¿Quién te crees que eres?- apretó los puños. -Ni siquiera las conoces, ¡no importa tu vínculo con mi difunta esposa! No tienes ningún derecho a meterte.-

-¡No las conozco por tu propia culpa!- los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas, pero el padre de Senku se colocó detrás de ella y posó las manos en sus hombros en señal de apoyo, a lo que ella tomó aire y se calmó. -Sé lo que haces y por qué lo haces. Y no puedo evitar pensar que eres un gran hipócrita.- habló más tranquila ahora que Byakuya estaba a su lado.

-No hables de lo que no sabes, Lillian.- su padre estaba verdaderamente furioso. -¡Tú y tu padre son los hipócritas! ¡Es por eso que mi esposa nunca quiso volver a verlos!- alzó tanto la voz que varias personas en la plaza voltearon a verlo.

-No le grites.- Byakuya apretó la mandíbula.

-¿Y tú quién eres?- Kokuyo lo miró mal.

-Ishigami Byakuya, tu futuro consuegro, es un placer.- sonrió despreocupadamente.

Senku estrelló la palma de su mano en su frente mientras que Kohaku solo pudo sonrojarse.

-¡¿Cómo te atreves…?!...-

-Dije que no grites. La familia debe llevarse bien.- siguió sonriendo. -Y no importa qué tan fuerte grites o te quejes, todas estas personas vinimos aquí para que Lillian hable contigo y no nos iremos hasta que hayas escuchado cada palabra que tiene para decirte.- detrás de Byakuya, Chrome y el resto de los amigos de Senku asintieron con miradas serias y determinadas.

Kohaku miró a Senku, él miraba con desaprobación a su padre, pero también con cierto brillo orgulloso. Y Kohaku también estaba muy impresionada con Byakuya, pero todavía no entendía por qué habían llegado a este extremo.

¿Fue por Lillian o… por otra cosa?

Su padre apretó la mandíbula y miró con rabia a Lillian, que sonreía confiada al tener el apoyo de todos.

-¿Qué quieres, Lillian? Acabemos con esto.-

-Creo que aparte de decirte lo que debo decir, también debo explicar todo a tus hijas. Lo merecen.-

-Ellas no tiene por qué…-

-Quiero escucharlo.- Kohaku interrumpió a su padre, cruzándose de brazos. -Quiero escuchar todo lo que quiera decirnos.-

-Yo también.- Ruri frunció el ceño, sería como pocas veces.

Su padre bajó la mirada, descontento, pero no dijo nada.

-Su madre y yo venimos de un pequeño pueblo en el sur de Estados Unidos.- comenzó a decir Lillian. -Y ella se enamoró de un hombre que venía al pueblo desde Japón solo en vacaciones de verano para ver a su padre americano. Ese hombre era Kokuyo. Ambos empezaron una relación, pero en ese entonces su madre y yo éramos criadas por mi padre y él no aprobaba la relación. Aún así su madre siempre escapaba para ver a Kokuyo. Honestamente yo no estaba de acuerdo con su noviazgo… porque sentía que Kokuyo no amaba a su madre tanto como ella lo amaba…-

-Te dije que tú no sabes nada.- él la interrumpió con los puños apretados, pero fue silenciado al ver la mirada de Byakuya.

-Y comprobé que tuve razón cuando rompiste con ella.- Lillian lo miró con desprecio. -Le dijiste que no regresarías y que te olvide. La dejaste. La dejaste enamorada y llorando… y embarazada, con solo dieciocho años.-

Las bocas de todos cayeron y Ruri miró con los ojos muy abiertos a su padre, que apartó la mirada, avergonzado.

-Papá…- se llevó las manos a la boca.

Kohaku ni siquiera sabía qué pensar.

-Aunque ella no sabía que estaba embarazada, y fue por eso que intentó quitarse la vida.- apretó los ojos dolorosamente mientras que Ruri y Kohaku jadearon. -Falló y la llevaron al hospital, donde le dijeron del embarazo. Eso le devolvió las ganas de vivir, y le dio la fuerza para ir a buscarte en Japón. Yo me opuse, y mi padre quería hacerla abortar, pero su voluntad fue inquebrantable y se escapó de casa para ir por ti. Unos meses después me envió una foto de su boda y de Ruri-chan recién nacida, pero luego no volví a saber nada de ella hasta que me envió una corta carta para decirme que le quedaban pocas semanas de vida y se arrepentía de haberme sacado de su vida, aunque no se arrepentía de ir detrás del amor de su vida. Desgraciadamente, debido a que en ese momento estaba de gira, leí la carta meses más tarde. Y me sentí tan mal que no me creí con el derecho a visitar su tumba ni darle el pésame a su familia.- los miró con ojos llorosos.

Ruri y Kohaku solo pudieron mirar a su padre, sin poder creer lo que acababan de escuchar.

Kokuyo se veía muy avergonzado, y sus ojos estaban llenos de dolor, pero alzó la mirada orgullosamente y enfrentó a la de Lillian.

-Tienes razón. Fui un bastardo con ella, no merecía su amor. Y eso prueba mi punto. Incluso aunque la amaba, la lastimé. Incluso aunque mis hijas encuentren hombres buenos que las amen, el amor lastima, puede destruir tu vida, puede hacerlas pasar por mucho dolor. Era joven y estúpido, y su madre era joven e ingenua. Por mi culpa sufrió mucho, incluso aunque la amaba. Y no puedo dejar que mis hijas pasen por algo así. Enamorarte tan joven no trae más que dolor y desgracias. No puedo dejar que ellas pasen por eso mientras aún sean mis niñas. ¡Aún puedo protegerlas!- apretó los puños, antes de suspirar. -Incluso aunque no lo entiendan ahora. Lo entenderán algún día.-

-Pero Kokuyo…- Lillian lo miró con lástima. -Ellas siempre serán tus niñas.- eso lo hizo mirarla con confusión. -No estoy aquí para decirte que eres un mal padre ni reprocharte tus errores, pero simplemente no puedo entender cómo puedes alejar a tus hijas del amor cuando mi prima luchó tanto por eso mismo, por ti. Admito que estaba equivocada sobre ti, a pesar de que la lastimaste, luego estuviste haciéndola feliz hasta sus últimos días. Debí haberla apoyado cuando quiso ir detrás de ti… tal vez así no habría dejado de hablarme.- sonrió tristemente. -Tus hijas, por lo poco que las he conocido, son muy similares a mi prima y ¿de verdad crees que podrás contenerlas? Nadie contuvo a mi prima una vez supo lo que quiso. Tú que conoces más que nadie a tus hijas ¿de verdad piensas que podrás interponerte en la vida que quieren?-

Su padre se veía como si acabaran de darle una bofetada. Se quedó en silencio por un momento, antes de voltear a ver a sus dos hijas que lo observaban expectantes.

-Siempre han sido idénticas a su madre…- murmuró con pesadez. -Demasiado.-

-¿Y qué hizo mi prima cuando mi padre y yo intentamos contenerla?- Lillian se veía increíblemente triste. -Nos sacó de su vida. Y ¿qué hizo Ruri-chan cuando quisiste enviarla a Hokkaido?- los ojos de Kokuyo se ampliaron, horrorizados. -¿Y qué crees que hará Kohaku-chan si tú mismo la estás obligando a salir de tu vida?- lo miró con ojos tristes. -¿Realmente quieres esto, Kokuyo? ¿Quieres que tus hijas te saquen de su vida como mi prima me sacó de la suya? Si me dolió perderla… no sé cuánto te dolerá perder a tus niñas.-

-Papá…- la atención de todos se fue a Ruri cuando habló. -No quería irme. Realmente no quería irme.- sus ojos se llenaron de lágrimas. -Quiero estar en casa contigo y Kohaku, pero…- juntó sus manos y las apretó con fuerza. -Entiendo que quieres cuidarnos, pero no puedes alejarnos de las personas que amamos. Lo soportaría, por lo mucho que te amo, pero también lastimas a Kohaku lastimándome, y no puedo tolerar que la lastimes a ella. Amó a Chrome, pero también te amo y amo a mi hermanita. Y como me forzaste a elegir de este modo tan horrible, donde de todas formas terminó perdiendo a alguien que amó, temo que no pude elegirte. Tuve que irme. Y realmente no quería hacerlo.- sollozó.

-Kokuyo…- Chrome habló de pronto, sorprendiendo a todos. -Me conoces desde que soy un niño, y entiendo que nunca te agrade, y pase lo que pase tal vez siempre me odies, la verdad no me importa.- se cruzo de brazos. -Pero Ruri me importa, ella es lo que más me importa en el mundo. Y creo que entre nosotros dos, tú eres el único que la hace sufrir.- las miradas de Kokuyo y Chrome se encontraron, ambas feroces. -Y no me importa cuanto me odies, aunque no te guste, siempre haré todo lo que pueda para hacer a Ruri feliz.- aseguró con pura determinación brillando en sus ojos.

Kokuyo apretó la mandíbula, pero no dijo nada.

Ruri se conmovió hasta las lágrimas y de inmediato corrió a los brazos de Chrome, abrazándolo.

Kohaku sonrió suavemente al verlos y miró la ira contenida en los ojos de su padre.

-A pesar de todo, Ruri-nee siempre intentó entenderte.- esta vez todos los ojos se fueron a ella. -Pero yo nunca me moleste en eso. Ahora creo que entiendo… pero no me arrepiento de nada de lo que hice y volvería a hacerlo de nuevo. Nunca la vi tan triste como cuando la separaste de Chrome y nunca la vi tan feliz como cuando se reencontraron. Si tú pudieras intentar comprender a Ruri-nee como ella siempre intento entenderte, entonces estoy segura de que ella podría ser mucho más feliz.- lo miró suplicante. -Y nosotras te perdonaríamos todo.-

-…Siempre preocupada solo de tu hermana ¿eh?- todas las cabezas se giraron a Senku al oírlo hablar tan de repente. -No olvides que todos estamos aquí por ti, leona.- sonrió ladinamente. -Y tu padre también necesita intentar comprenderte a ti.- miró seriamente a los ojos de Kokuyo. -Me importa una mierda la relación que creas que tenemos, pero ya que te encanta meterte en mis conversaciones con Kohaku, deja que te lea un poco de lo que ella me dijo después de que ayudara a Ruri a escaparse.- sacó su celular y comenzó a buscar algo.

-¿Qué haces?- Kohaku lo miró incrédula.

Él la ignoró.

-Y la citó: "No fue nada bonito. Nos gritamos mucho… Le dije algunas cosas feas… y él también dijo cosas que me lastimaron. Quisiera odiarlo ¿sabes? Pero no puedo. A pesar de todo no puedo dejar de quererlo".- los ojos de Kokuyo se ampliaron y Kohaku solo pudo maldecir por lo bajo a Senku.

No le molestaba que leyera sus mensajes, pero no entendía por qué debía meter sus propios asuntos cuando lo de Ruri estaba casi resuelto.

-Kohaku…- su padre la miró apenado, pero ella apartó la mirada.

-Ah, pero no es todo.- rascando su oreja con una sonrisa maliciosa, Senku siguió leyendo. -Luego me dijo: " Intente persuadirlo, pero nunca me escucha. Al menos en Hokkaido ya no lo tendré respirando en mi cuello". Y luego de decirme que rompiste sus videojuegos y casi rompes su celular también me dijo: "Realmente estaba furioso, y estoy muy molesta por todo lo que hizo pero más que nada estoy cansada… ya no quiero discutir más. Creo que lo mejor será irme. Si tanto quiere deshacerse de sus hijas, eso es exactamente lo que obtendrá. Estaré muy feliz lejos sin tener que lidiar con él".-

Si antes parecía que lo habían abofeteado, ahora su padre se veía como si le hubieran dado una horrible paliza. Estaba totalmente derrotado.

-Hija…- la miró con ojos tristes y ella se sorprendió cuando un nudo comenzó a apretarle la garganta. ¿Por qué… se sentía así? Lo más importante era Ruri-nee, no sus tontos sentimientos. ¿Entonces por qué sentía que quería llorar? -Kohaku…- dio un paso en dirección a ella.

Kohaku rápidamente retrocedió, alzando las manos y negando con la cabeza.

-¡Ja, eso ya no me importa!- sonrió altivamente, pero sus ojos se estaban aguando. -Solo dime que dejaras que Ruri-nee esté con Chrome y todo estará bien por mí. No necesito nada más… Yo no…-

-¿Tú no importas?- Senku la miró seriamente. -¿Acaso no ves que todos estamos aquí por ti? Déjate de tonterías ilógicas, reconcíliate con tu padre y larguémonos de aquí de una vez. Tengo cosas que hacer.- le dio la espalda, llevándose las manos a la cintura.

Cuando su padre envolvió sus brazos alrededor de ella, fue como si un detonante se hubiera activado, dejando que todas las lágrimas que había estado contenido salieran a montones.

Enterró el rostro en su hombro y sollozó, abrazándose a él como si fuera una niña pequeña. Ruri rápidamente se unió al abrazo y así se quedaron por varios minutos, los tres llorando, hasta que se calmaron y su padre rompió el abrazo para mirarlas con profundo arrepentimiento en sus ojos.

-Lo siento.- posó una mano en las mejillas de ambas. -Por favor perdónenme.-

Ambas sonrieron y asintieron, antes de volver a abrazarlo.

Kohaku fue la primera en romper el abrazo, mirando a Lillian que les estaba sonriendo mientras era abrazada por Byakuya.

Chrome estaba siendo felicitado por Ryusui y Gen, que lo estaban alabando por perderle el miedo a su "suegro" y enfrentarlo de ese modo.

Los demás se mantenían apartados, pero se veían aliviados de que todo haya salido bien.

Pero Senku no estaba por ningún lado.

Se confundió y se apartó de su padre, que también se apartó de Ruri y dijo que debería ir a cancelar la inscripción de Kohaku en el internado, pero ella apenas lo escuchó.

Le preguntó a Byakuya dónde estaba su hijo, pero el hombre admitió que ni siquiera se dio cuenta de cuándo se fue.

Kohaku decidió mandarle un mensaje.

Conversación del once de Septiembre.

AmberQueen: ¿Senku?

¿Dónde estás?

MasterOfScience: ¿No querías que te dijera por qué vine aquí?

Vi un puente en medio de la plaza cuando estábamos llegando. Me estoy dirigiendo allí.

¿Vienes o qué?

AmberQueen: Voy…

.

Sin pensarlo dos veces, les dijo a los demás que iría a buscar a Senku y se marchó en dirección al puente que se construyó por encima del pequeño lago en medio de la plaza central.

Rápidamente lo vio a lo lejos, y no lo pensó dos veces antes de correr hacia él justo cuando se relajó apoyando la espalda contra la barandilla del puente, con los codos sobre esta.

Sonrió ladinamente al verla.

-Llegaste más rápido de lo que pensé. Diez billones de puntos para ti.- ella solo lo miró confundida.

-¿Por qué me trajiste aquí?- al verlo tomarse su tiempo en contestar, suspiró y se apoyó contra la barandilla también, solo que inclinándose sobre ella con la mirada en dirección al lago, a diferencia de Senku que estaba dándole la espalda. -¿Y bien?-

-Bueno, imagine que ya tuviste suficiente de mis amigos presenciando momentos privados. Lamento eso, pero de no ser por la ayuda de Ryusui esto no habría pasado. Y él es chismoso por naturaleza.-

-Ja, está bien, no me molesta.- sonrió suavemente. -Oh, ¿y se supone que quieres tener un momento privado conmigo ahora?- sonrió divertida.

-Sí, de hecho.- esa respuesta la congeló.

-¿Eh?- comenzó a sonrojarse.

-Ya estoy harto de todos insinuando estupideces acerca de nosotros, así que claramente tenía que alejarnos.- rascó su oído, antes de volver a apoyar ambos codos en la barandilla. -Quería decirte la razón de porqué volví a involucrarme en tu vida. No quiero que pienses que soy un entrometido que se cree con el derecho a cambiar tu vida, estuve perfectamente bien con que te fueras a Hokkaido desde que me dijiste que así lo preferías. Pero aun así, cuando se presentó la posibilidad de que pudieras volver, la tomé y sin decirte nada. Y lo hice porque creo que tú no te preocupas lo suficiente por ti misma.- sonrió suavemente. -Te preocupas demasiado por tu hermana y Chrome, y últimamente también te preocupas por mí, pero pareciera que estás al fondo de tu lista de prioridades… y no pude aceptar eso.- bufó. -También lo hice por Lillian, pero sobre todo lo hice como agradecimiento…-

-¿Agradecimiento?- susurró Kohaku, demasiado aturdida por su sinceridad y lo suaves que se veían sus ojos ahora mismo.

-Agradecimiento por todas las veces que te preocupaste por mí, por todas las veces que confiaste en mí y por los buenos momentos.- rió entre dientes. -De verdad que nunca esperé ni un milímetro que llegaría tan lejos por una chica que conocí a través de internet, pero aquí me tienes. Y tenía que decir que normalmente no habría hecho esto, pero simplemente no podía tolerar lo poco que te preocupas por ti misma. Y sencillamente… solo quise ser quien se preocupara por ti.-

Kohaku lo miró con los ojos muy amplios y la boca entreabierta.

Su corazón le latía rápidamente en el pecho, y tenía una mezcla tan grande de sentimientos que se sentía abrumada. Pero abrumada de una forma que nunca antes experimentó…

Abrumada por lo mucho que… lo mucho que sentía por él.

Y ni siquiera lo pensó dos veces antes de enderezarse y posar una mano en su mejilla, sorprendiéndolo. Posó una mano en su nuca y lo jaló hasta quedar nariz con nariz.

Entonces lo besó.

Fue una simple presión de labios al principio, pero la hizo sentir tanto que se separó levemente antes de volver a juntar sus bocas y esta vez mover sus labios con suavidad y lentitud, casi derritiéndose ante la sensación tan cálida y abrumadora, a pesar de que sus labios eran secos y ásperos, era lo más bello que había sentido nunca.

O eso pensó hasta que se dio cuenta de que él no estaba correspondiéndole.

Se apartó lentamente, alejando sus manos de él con todavía más lentitud, con su cabeza gacha, sin atreverse a encontrar sus miradas.

Dio un paso hacia atrás antes de finalmente alzar la cabeza, encontrando sus ojos azules angustiados con los ojos rojos muy serios y distantes, sumados a su boca apretada en una fina línea.

A diferencia de la noche en la que durmieron lado a lado, Kohaku pudo sentir el rechazo en todo su lenguaje corporal. Y dolió tanto que de inmediato se arrepintió amargamente de lo que había hecho.

Rápidamente sonrió, antes de carcajearse ruidosamente, falsamente.

-¡JA! ¡Lamento eso!- sonrió enormemente. -Por un momento te me hiciste atractivo, creo que la luz del sol me cegó.- tosió incómodamente al recordar que estaba nublado, pero siguió con su fachada. -Gracias por tus palabras, eres un gran amigo, y apreció mucho tu ayuda. Aunque fue cosa de Ryusui ¿verdad? Creo que debí besarlo a él.- siguió riendo mientras se alejaba del puente. -Deberíamos regresar o los demás volverán a decir tonterías sobre nosotros.-

-Kohaku…- él se quedó parado en su lugar, sin embargo se negó a mirarlo.

Esperó un momento, pero él no dijo nada y ella volvió a reír. Reír para no llorar.

-¿Qué esperas, Senku? ¡Regresemos! ¡Ahora todo está bien! Todavía tengo que felicitar a Chrome por enfrentar a mi padre, realmente me sorprendió. Oh, y también quiero hablar con Lillian. Es como mi tía ¿no? Hay mucho que hacer así que volvamos ¿sí?- finalmente volteó a verlo, todavía manteniendo su enorme y falsa sonrisa.

Él la miró en silencio, con una expresión indescifrable, antes de sonreír ladinamente.

-Claro. Regresemos.-

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