9.
Alguien lo había oído.
No podía ser posible en un descuido por la desesperacion no sintió la puerta abrirse, y había revelado casi toda la verdad a alguien posiblemente desconocido, aún peor si ese alguien lo conocía iría a dar esa informacion a Kardia, poniendo en riesgo su vida y la de su familia.
No iba permitirlo, ya había perdido a muchos; a su padre, a su hermano, casi pierde a sus tíos y ahora que estaba en sus manos protegerlos haría hasta lo imposible para impedir esa amenaza. Limpiándose las lágrimas de un manotazo salio de la habitación lo más pronto posible, mirando los alrededores tratando de encontrar alguna pista que le dijera quien logro escucharlo, no muy lejos de él iba caminando a paso rapido un sujeto alto, cabellos verdes como los suyo, apretaba los puños como si estuviera furioso. Corrió lo más rapido que pudo para alcanzarlo.
- ¡Espere!
Lo tomo de un brazo para detenerlo, el sujeto se giro, su respiración se detuvo, no podía ser cierto...
El rostro de ese hombre era igual al de su padre solo que con unos años más encima, el color de cabellos, el rojo del único ojo que poseía, esa expresión de enojo ¡Era igual! Retrocedió sin creer lo que veía.
- ¿Pa- papá?
El otro le sonrio con cariño, y luego todo se volvio negro para él. Isaac lo sostuvo antes de cayera, supuso que fueron demasiadas emociones juntas en un solo día y evidentemente en cualquier momento colapsaría. Cargandolo en sus brazos llevo a su hijo a la habitación de la que había salido, lo acomodo en un sillón que Shion -medico de Milo- había mandado a traer para comodidad de Camus.
Miraba a Dégel con una mezcla de cariño y tristeza, por culpa de un conductor imprudente se había perdido 10 años de la vida de su hijo, pero los recuperaría, tenia que arreglar unos asuntos primero y desde las sombras los protegería, no dejaría solo a su hermano menor, a su futuro sobrino o sobrina, ni mucho menos a su hijo.
- Has crecido mucho... me hubiera encantado estar presente todos estos años, verte crecer, superar tus metas, aprender, amenazar a tus pretendientes. Pero no te preocupes, los recuperaremos lo prometo.
Una ultima caricia a sus cabellos y lo dejo descansar, seria mejor que pensara que solo fue su imaginación, aunque le doliera era lo mejor.
A los minutos Dégel despertó sin saber si lo que había visto era real o solo un sueño. Su mente le decía que fue su imaginación, pero su corazón gritaba que era verdad.
~•~
Los ultimo siete días habían pasado con normalidad, un chequeo medico para ver que todo fuera bien con su embarazo, y las visitas a Milo todas las tardes, para contarle los avances de la investigación, como iba al crecimiento de su bebé, cualquier detalle importante que viviera y lo mucho que extraña escuchar su voz, lo mucho que lo necesitaba.
Pero esa tarde seria distinta. Había tenido unos malestares horribles, con decir que no queria probar bocado porque el solo aroma de cualquier comida le daba asco, la mayor parte del día se la paso en cama. Surt le había dicho que saldría unos minutos a comprar algo que le haría bien.
A los minutos sintió pasos en la planta baja, supuso que era su amigo por lo que no le tomo importancia, pero esa parsona no venia sola y las ligeras voces que escuchaba no era ninguna la del pelirrojo.
- ¿Surt, eres tú?
Se levanto con cuidado, al no recibir respuesta se alarmó ¿Quien había entrado en su casa?
Dos sujetos habían entrado creyendo que la casa se encontraba sola, era su segundo intento de buscar el dichoso dinero, estaban seguros que ese "tesoro" se encontraba aún en su interior.
- Aquí no hay nada.
- Debe estar en el segundo piso, vamos a ver.
Cuando iban a mitad de las escaleras, se escucho la voz de Camus, ninguno de los dos supo que demonios hacer, puede que el frances fuera ciego pero no sordo, y al no poseer el sentido de la vista hasta el más mínimo sonido delataría su ubicación.
- ¿Quién anda ahí?
Demasiado tarde, el pelirrojo estaba justo al frente suyo, se miraron sin saber que hacer. Al demonio los escucharía de todos modos.
- Hola, pequeño francés.
Camus se tenso esa voz venia de las escaleras, una de sus manos se sostuvo de un barandal para girarse en su dirección, para sorpresa de esos dos su rostro no mostraba ni una pizca de miedo, aunque por dentro fuera todo lo contrario.
- ¿Que quieren?
- Eso es obvio niño, saber donde está la suma de dinero que tu esposo querido tiene.- escucho como subía los pocos escalones que los separaba- y espero que sepas cooperar.
- Pierdes tu tiempo, yo no sé donde está.- tenia que hacerlo hablar lo más posible, trataría a toda costa reconocer esa voz.
- Oh, ¿en serio? Veamos si dices la verdad.
- ¡Basta! Sabes perfectamente que no venimos a hacerle daño.- otra vez uno de ellos trataba de protegerlo.
- No dejas que me divierta.- volvió a girarse hacia el menor.- te salvaste por esta vez niño.
- ¡Ustedes dos no se muevan!- la voz de Kardia se escucho en la entrada.
Estaban jodidos con la entrada bloqueada por el griego no tenían ninguna salida que les permitiera escapar, no teniendo otra opción uno de ellos trato de tomar a Camus como rehén, pero no contaba con que él ya se lo esperaba y se defendiera.
- ¡Al demonio!
Empujó al francés contra el barandal de la escalera, termino golpado su vientre con demasiada fuerza. El grito de dolor que dio asusto a Kardia.
- ¡Camus!
Era la distracción perfecta, aunque sabia que su compañero no le había gustado para nada. De nuevo no conto con los planes del pelirrojo, quién olvidándose completemente de su dolor se sostuvo de lo primero que encontró del sujeto frente suyo. Esta vez lo tiro al suelo sin darse cuenta que Camus algo le había quitado.
- ¡Vamonos de una maldita vez!
Esquivaron como pudieron a Kardia, este no sabia si seguirlos para quitarle los pasa montañas y partirles la cara a golpes, o olvidarse de ellos y atender a Camus. Opto por la segunda era mucho más importante su salud.
- Cam, ¿Estas bien?
- Me duele mucho- le asusto ver como se sostenía el vientre.
- ¡Tengo que llevarte al hospital pero ya!
Si algo le pasaba a su bebé se sentiría culpable el resto de su vida. Cuando iba a cargarlo para llevarlo a que lo ayudarán el mismo Camus lo detuvo.
- ¡Espera!... le quite esto a uno de ellos, dime que es.
- Pero Camus...
- ¡Por favor Kardia!
Cuando lo tuvo en sus manos miro detalladamente que era, parecía el dije de un collar, tenia la forma de un dragon pero en vez de alas tenia aletas.
- Es un dragón marino.- apretó la mandíbula con fuerza, ese dije lo había visto antes en una sola persona- maldito le voy a partir la cara cuando lo vea.
Olvidándose de su rabia se concentro en llevar lo más pronto que pudiera a Camus al hospital.
Ya arreglaría cuentas con él.
🔹🔹🔹
Hola!
Estos malnacidos no miden riesgos con tal de salirse con la suya, pero van a tener su merecido pronto, al menos uno 😈
ScorpioNoMilo.
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