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La fría pared congela su espalda, sus pies flotan y a la vez se sujetan de la cintura de aquella persona.
Fue monótono, debía ser pasajero.
Estiro los dedos enredándose con algo fino, algo en su interior se oprimió, se agrando o tal vez se hincho, no lo sabía. Solo un pedazo de carne iba en aumento: desde su parte baja hasta su estómago.
Húmedo, caliente y a la vez frío.
Tan excitante palpitaba entre sus paredes y escurría por todos sus muslos.
Sintió la respiración de alguien contra su oído, espasmos leves que acaloraban, roces indecentes hasta que la pasión iba desvaneciéndose. Sus manos estuvieron inquietas por tocar, se aflojaron y luego jalaron hasta encararse frente a unos ojos negros.
Brillaban pero eran intimidantes.
Si, lo estaban penetrando.
Escupió palabrerías hasta ver una sonrisa sutil, una muestra de afecto que mostraba que lo estaba complaciendo.
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