Prólogo.
Dicen que los caminos de los destinados están cruzados, podía pasar cualquier cosa el omega podria estar casada y embarazado o el alfa podría ser papá sin estar casado pero siempre terminaban juntos, tal era el caso de Kim SeokJin y Choi Soobin.
Ambos diferentes, un alfa de la marina y un omega que estaba sufriendo en silencio, todos sabían que su jefe Kim NamJoon lastimaba de varias formas a SeokJin su omega, NamJoon trabajaba en la base militar todos absolutamente todos habían visto una vez el como NamJoon trataba a SeokJin, lo empujaba, lo golpeaba incluso lo humillaba; pero nadie hacía nada SeokJin estaba consciente de las otras novias de NamJoon que también estaban en su trabajo. SeokJin no recordaba cuándo había empezado a sentirse tan vacío. Cada palabra, cada golpe de NamJoon le arrancaba pedazos de sí mismo, dejándolo con una versión rota de quien alguna vez había sido. Estaba en una fiesta militar, otra más de esas en las que NamJoon mostraba al mundo su fachada perfecta, mientras mantenía su control firme sobre él. SeokJin no esperaba nada de aquella noche, solo sobrevivirla. Pero entonces, sus ojos se encontraron con los de Soobin. El joven oficial de la marina parecía irradiar una calidez que contrastaba con la frialdad opresiva de su entorno. Y aunque no cruzaron más de dos palabras, algo en su mirada hizo que SeokJin recordara, por primera vez en mucho tiempo, lo que era sentirse vivo.
— Por favor si algo ocurre, no dude en decirmelo.— Soobin el alfa le susurró mientras le entregaba un papel pequeño, SeokJin lo observó sorprendido desde que todos lo vieron cuando NamJoon lo golpeó nadie se le acercó para ayudarlo.
Sin embargo SeokJin seguía en la mismas, NamJoon siendo brusco y grosero sin medir su fuerza, seokjin lloraba en el suelo mientras el alfa lo pateaba con las duras botas, el omega estaba hecho bolita rezando por su vida, sus padres estaban fueran del país.
— Me voy.— SeokJin se permitió respirar, el sabor de la sangre en su boca le hacía llorar, le dolía todo, cuando paso por el espejo se miró dónde estaba marcado su ojo derecho estaba morado, sus labios estaban rotos, sus mejillas estaban hinchadas su rostro tenía sangre. Seokjin suspiro para agarrar su celular dudando si llamar o no.
. . .
Soobin estaba en descansó, su celular sonó un número desconocido que cuando respondió la voz rota y ansiosa lo hizo prepcuparse.
Soy SeokJin…lamento por haber tardado en llamar, ¿Podrias ayudarme?
Fue lo que todo terminó, seokjin fue recatado del departamento tan horrible, soobin fue quien acudió a SeokJin lo vio tan roto tan vulnerable que odio tanto a NamJoon, lo odio y lo enfrentó. Seokjin estaba en el hospital privado uno que era casi seguro para el omega antes de enfrentar a NamJoon, tenia que asegurarse de que había comido.
Soobin entró a la habitación sin hacer ruido, buscando a SeokJin, pero lo que encontró lo dejó paralizado por un segundo. En el rincón del cuarto, SeokJin estaba encorvado, su cuerpo temblando mientras intentaba cubrirse el rostro. Frente a él, NamJoon, con el puño aún alzado, parecía no haber notado su presencia. El aire se volvió pesado, y Soobin sintió la ira subirle desde el pecho hasta la garganta. No pensó en las consecuencias, no pensó en la diferencia de rangos ni en el poder que NamJoon tenía. Solo había una cosa en su mente: SeokJin no podía seguir sufriendo.
—¡Suéltalo! —gritó Soobin, su voz temblando de rabia.— ¿Qué demonios crees que estás haciendo?— NamJoon se giró hacia él, su expresión de sorpresa transformándose rápidamente en desdén.
— Esto no te incumbe. SeokJin es mío.— La frialdad en sus palabras hizo que Soobin sintiera una punzada en el pecho.
— ¿Mío? — repitió Soobin, dando un paso más cerca, su cuerpo tenso. — ¿Así es como lo ves? ¿Como algo que puedes golpear y maltratar a tu antojo? SeokJin es una persona, no tu juguete.
— Te lo advierto, Soobin.— NamJoon dio un paso adelante, su altura y corpulencia haciendo que el ambiente se sintiera aún más opresivo. — No tienes idea de en lo que te estás metiendo. No sabes de lo que soy capaz.
— Oh, sí lo sé.— Soobin mantuvo la mirada fija en los ojos de NamJoon, su mandíbula apretada. — He visto lo que le has hecho. No sé cómo has llegado a pensar que puedes salirte con la tuya, pero te equivocas. Si vuelves a tocarlo…— NamJoon se abalanzó hacia él, su puño levantado, pero Soobin, más rápido de lo que el alfa esperaba, lo bloqueó. — Nunca más.— dijo Soobin en un tono bajo pero firme. —No dejaré que lo vuelvas a lastimar.—
SeokJin observaba todo desde la esquina, el miedo paralizándolo. Había aprendido a vivir con el dolor, con los insultos, con los golpes. Pero ver a Soobin, tan firme, tan decidido a protegerlo, le hizo sentir algo que había creído perdido hacía tiempo: esperanza. Las lágrimas comenzaron a correr por su rostro, pero esta vez no eran solo de miedo. Era la posibilidad de que todo pudiera cambiar. Se levantó con miedo para agarrar la bandeja para golpear a NamJoon dejándolo atónito haciendo que soobin lo aprovechara para ponerse encima de él dejando inmóvil.
— ¡Llama a seguridad!
— Si.— SeokJin salió de la habitación con urgencia.
Espero les haya gustado el prólogo de esta historia.
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