Capítulo 9: Lobo en tentaciones:
Querido diario...no tengo otro nombre para llamarte, sería algo raro decirte "yo" como lo hace Remus.
Hablando del lobo, sinceramente no creí que fuera a darle el papatus, creo que hasta considere darle el RCP por lo pálido que estaba desde el momento en que le mencione la propuesta. Si hubiera esperado un poquito tal vez hubiera entendido mejor las cosas, pero ni modo. Le debo a Draco un pase para follar libre, odio a veces que adivine como va resultar las cosas. ¡Hey Trewlanwey!, tengo un adivino para que te jubiles.
Harry se aseguró de llevar todo en su mochila antes de partir por la chimenea.
Tan pronto arribo al lugar fue directamente a las mazmorras, siguiendo el camino conocido mientras recordaba las veces en que esos pasillos fueron testigos de muchos sucesos en su adolescencia, principalmente en el antagonismo que tenía con el racista de Malfoy en ese entonces.
Para sus 26 años de edad ya no lo recordaba con fastidio sino más bien con gracia, pensando en lo ridículo que se comportaron cuando claramente se querían lanzar encima del otro a una pequeña pelea de espadas en la privacidad de sus sabanas desde ese día en Madame Malkins, o bueno, desde que llego la pubertad y con ello cambios de humor como también de perspectiva.
La historia de amor con su Alfa tiene demasiadas complicaciones, tanto que ni siquiera Hermione comprende del todo como fue que terminaron juntos. El mismo tampoco no sabía, tenía mucho pasado agrio, pero supondría que para el desastre en el baño de Mirtle es donde comenzó a florecer desde las cenizas del odio a la compresión y la aceptación. Fue un proceso doloroso, lleno de incertidumbre y miedos, pero no por ello dejaban de dar uno que otro mensaje en medio del caos sin revelar nada comprometedor para sus bandos.
Para sucesos como la captura por carroñeros, el incendio de la sala de menesteres y el juicio de los Malfoy, sabía que no podría pensar en otra persona que no fuera Draco como aquella persona con la mayor probabilidad compatible para estar a su lado, aunque en ese entonces no fue totalmente romántico, desde un inicio fue más en amistad y sanación.
Fue una noche antes del juicio del Draco que se deslizo entre los Aurores para ir a su celda y expresar todo lo que llevaba guardándose, y bueno... fue un momento bastante intenso, terminando en besos apasionados y un par de pajas desde los barrotes. Draco para ese entonces había dejado de lado sus máscaras sociales y le había confesado también sus deseos, temores y sentimientos, anticipándose que la corte no le tendría piedad y tal vez sería la última vez que tendría la oportunidad de ser valiente, al menos por una vez en su vida.
Esa noche vio embobado aquel quiebre tan sentimental del príncipe de Slytherin, confirmando que ha estado equivocado todo el tiempo de pensar que era un pedazo de hielo insensible, siendo un ser incluso mucho más sentimental que el mismo...era lindo, muy lindo a pesar que le gruñera que los Malfoy no damos ternura.
Estúpidamente le propuso ser su novio, y bueno, Draco se había reído con tristeza de aquella proposición, pero aceptando ser al menos por unas horas el novio del querido salvador. Tal vez solo acepto debido al pos-orgasmo, lo emotivo que fue la reunión y la amenaza del beso del dementor.
La espontaneidad de la adolescencia en su término.
Para unos días después del Juicio Draco aún no se creía todavía que estaba libre de cargos, y bueno, fue cuando su reciente noviazgo tuvo su primer y violento bajo, rompieron de inmediato.
A pesar que les dijo a los demás que eran novios desde hace mucho tiempo (lo cual era mentira), la verdad es que prefirieron romper para comenzar de nuevo y de la forma correcta. Draco tenía miedo, inseguridades y sobre todo una autoestima por los suelos, no creyendo ser merecedor de amarlo. El mismo también tenía sus problemas, en el amor era un asco y se fijaba siempre en imposibles, tal como fue y sigue sintiendo un amor casi culposo con una persona mayor que él desde tercer año. Fue un proceso difícil pero bastante revelador, pudo ver maravillado como su pareja pasaba por un proceso de transformación de crisálida a un hermoso ser, luchando por ser el mismo y no dejar que otros no volvieran a decirle lo que tenía que hacer. De cierto modo veía mucho de el mismo en Draco y viceversa, tal vez por ello se entendían muy bien a pesar de las aparentes diferencias abismales entre ellos.
Remus de cierto modo se parecía a Draco, llego al pensamiento que tal vez no creía ser merecedor de afecto por quienes se trataban o algo similar, refugiándose más en lo que había construido con dolor en vez de aventurarse a lo desconocido, sin saber si podrá ser feliz o solo caerá al suelo. Tal vez fue su error no explicarle bien de que se trataba la idea además de traer un niño al mundo, pensó para sí mismo mientras se acariciaba su propio vientre infértil.
Con los sentimientos todo era complicado, y más tratándose de la historian que tenían.
Tan pronto llego a la puerta la entreabrió, mirando con algo de gracia como Draco controlaba con maestría a los niños, siendo casi la viva imagen de Severus al poner orden en su aula con aquella expresión que causa parálisis y una voz llena de poder y sabiduría que no toleraba contradicción o incompetencia, solo le faltaba ondear la capa dramáticamente para ser una réplica exacta.
Este podía simular una frialdad y lejanía completa, pero a sus ojos entrenados miraba con cautela y preocupación a su Longbottom en la primera fila. Tampoco le dirá lo lindo que se veía cuando tomaba la mano de un infante y le enseñaba como cortar de manera correcta los ingredientes, teniendo el cuchillo más protecciones anticorte que toda su casa.
Miro con ternura la escena, Draco era un buen profesor y sería un muy buen padre si tenían niños.
-Disculpe-una voz infantil le detuvo su espionaje, mirando al niño de primero que le tocaba con su dedo pequeño a sus costillas para llamarle la atención. Era un niño Gryffindor de cabellos claros con ojos azules, vestido con ropas viejas y corbata torcida. Aquel pequeño abrió los ojos atónitos, tapándose la boca con sus manos ante la impresión de tener a Harry Potter a su frente cuando solo quería entrar al salón a terminar su clase.
Harry lo miro con adoración, poniendo su imaginación a volar al cambiar esos ojos por unos grises y un cabello platino.
-Potter, mueve tu trasero de la entrada que obstaculizas mi salida-Draco había finalizado su clase desde hace unos minutos suponía, siempre le pasaba cuando se quedaba inmerso en sus fantasías, con ceja alzada mirando al niño que balbuceaba a su pareja sin saber que decir.
Harry rio, pasando un brazo por su cintura para atraerle y besarle castamente en sus labios, ganándose jadeos infantiles alrededor, riendo entre dientes.
Draco le encantaba ser parte del centro de atención, aunque fuera un público infantil y no Ron Weasley que siempre los veía con molestia cuando estaban acaramelados-Esto no es un espectáculo para que disfruten pequeños pervertidos, lárguense a sus clase-ladro a los curiosos que se quedaron, dispersando al grupo rápidamente del lugar.
Harry negó divertido con la cabeza, había cosas que nunca cambiaban-Esa...no es forma de hablar a tus estudiantes-regaño, sin apartar su agarre del más alto y hacer camino a los aposentos del profesor de pociones. - ¿qué pasaría si tuviéramos un hijo? -
-Estoy 100% seguro que lo educaría para no ser un mirón como tu-comento con gracia, ganándose un codazo. -No te hagas, en cuarto se notaba que se te caía la baba por Drigory también, hasta el mismo se sentía incomodo por lo mal disimulado que eras-se burló.
Y pues era una realidad divertida y ciertamente excitante que tu novio le guste mirar y ser mirado.
Le sorprendió que ignorara la gran explosión de pintura roja en la sala común, pero si este no decía nada con respecto a ello, tampoco lo hará.
La habitación de Draco era cual como recordaba la de Snape, entre el verde, el café oscuro y el plateado reinando el lugar, con las llamas verdes haciéndole a primera vista un lugar tenebroso, pero ya estaba acostumbrado a las excentricidades de las serpientes. Algo que, si quería probar era la cómoda cama de tamaño King que yacía en una esquina enfundada en seda oscura, una adicción personal de su pareja conociendo como era de cositero a la hora de dormir...y hacer el amor.
Este no demorando sus deseos como si fuera un empático profesional, le empujo a la cama, subiendo encima de su abdomen y dejarlo inmovilizado contra el colchón.
Desde arriba tenía la increíble vista de su dominante viéndole con esos iris nublados de la lujuria, desabotonándose lentamente su camisa gris pulcra sin arrugas, mostrando cada vez más el terreno pálido que quería hincarle el diente. Saboreo con sus corneas lo bien mantenido que estaba el cuerpo de su futuro esposo como lo dictaba la casta, uno que otro musculo visible por ahí, simétrico y lampiño, en juego con los pezones rosados que hacia la vista tentadora.
Pero había algo en su expresión llena de chulería que esta ocasión había algo mas además de un par de amarres y el nudo. Draco percatándose de las conexiones que hacía, sonrió divertido y malévolo.
Remus podía adorara a los niños, pero con los adolescentes era otra historia, siendo el jefe de casa de los valientes lidiaba con muchos problemas con ellos en diversa índole. Miro por el rabillo del ojo una revista playboy, no era raro ver una revista así de contrabando en el internado, pero sí que fuera una del otro charco y muggle.
Tuvo que hacer oídos sordos ante los gritos de las estudiantes de cuarto, gritando como banshes histéricas cuando encontrando a sus compañeros en grupo meneándose las vergas en un rincón solitario del séptimo piso. La situación ciertamente era vergonzosa, más para los pillados que no tuvieron el valor de mirarle a los ojos y explicar, y por supuesto que no pedirá tampoco justificaciones. Podía venir de la antigua era, pero no era estúpido, sabía que muchos muchachos en sus despertares sexuales se estimulaban con sus pares como una forma de explorar su sexualidad, por ello nunca va al séptimo piso en horas de la tarde. Se obligo a dar la charla más incómoda de su vida, para el final se quedó con el material prohibido, prometió falsas promesas a las chicas y les hizo jurar a los liberales que si volvían en esas por favor en un lugar mucho menos evidente. Tal vez debería montar un consultorio al escuchar otra vez la puerta siendo tocada, pasando un niño tímido de segundo con granos en el rostro, muy seguramente por su baja autoestima al no ser un cisne como los demás, la siguiente con problema de maquillaje, otros atrapados en una travesura, uno que lloraba porque murió su mascota y la lista crecía.
Por el rabillo del ojo miro por un momento el lindo saco de algodón y lana blanco colgado con un gancho en su armario entreabierto, con patrones simétricos geométricos que le daban un estilo moderno pero elegante. Otro regalo, y su armario comenzaba a llenarse de más presentes del alfa. No tenía sinceramente el corazón de desechar todos los regalos, pero tampoco le daría el gusto de usarlos.
Viéndose librado del ultimo estudiante decidido echar una escapa, pero eso fue antes de recibir una grulla de papel en sus manos que siquiera cerrara la puerta de su oficina. La desenvolvió con fastidio, esperando que no fuera de nuevo otro admirador menor de edad.
Pero ahora quiso que fuera otro romeo colegial al ver firmado el apellido del desastre y el caos en el mensaje.
Malfoy, siempre alguno será su pesadilla, pensó con cansancio y desanime.
Ven a mi sala común lobito, tus queridos leones han puesto su firma en mi sala común.
Malfoy.
¿y ahora qué?
¿fue Smith? El hermano menor de Zacharias era un joven demasiado problemático, ¿Zena? Esa niña debió ser sorteada para las serpientes por lo elaborados que eran sus planes casi sin ser descubierta, ¿God? Ese niño a pesar de estar en tercero, tenía toda la valentía de prenderle fuego al vestido de McGonagall sin remordimientos.
¿Por qué siempre tenía algún pirómano en su casa?
De todos modos, ¿Por qué era necesario que estuviera ahí? Draco adoraba reducir puntos incluso por respirar, y era bastante creativo con los castigos...si, debía mejor estar ahí, capaz y era de traumar a sus leoncitos.
Ese rubio ha demostrado ser mucho peor que su padre, de hecho, prefiere el mismo Lucius que enfrentarse al niñato que lo ha estado asechando desde que llego, y de una forma que le pone los pelos de punta. Aún más desde que le ve con esos ojos conocedores de toda su alma que el mismo.
-Dijiste que no, pero solo no más te has puesto detrás de excusas y tonterías que no vienen al caso, que sé que no son tuyas, sino de alguien más-
Por momentos mientras se peina en el espejo, se pregunta ¿De verdad podría el...? Mejor no quiso seguir esa línea, pero volvió a recordar de nuevo al fastidioso aristócrata, del cual se ha conseguido aliados para su causa.
Erase un día antes de la luna llena en la segunda semana de octubre, en el que grito con gesto acusador a McGonagall de estar compinchada con el Malfoy de no tener su medicina mensual.
- ¿Te estas escuchando? ¿acaso hay algo que tengas que decirme con respecto al señor Malfoy? -alzo la ceja inquisidora.
Quería gritarle que sí, había muchas cosas que quería discutir con solo el hecho que este respirando en el colegio, pero cayó ante su conveniencia, que, McGonagall se entere de que iba la cosa no era muy saludable para él.
-Pensé que te llevabas bien con tu Yerno-comento sospechosa. ¿Yerno? No creía que lo viera como su suegro.
-Me llevaba...-murmuro para sí mismo en voz baja.
McGonagall dedico dejar pasar eso-De todos modos, Horace se fue, y lamento decir que no dejo alguna nota que diga que te ha preparado alguna reserva de matalobos, al igual que yo, pensé que se lo dejarías al señor Malfoy-comento de forma distraída, pero sabía que no era más que una apariencia para que bajara la guarida. -Si no estoy mal, creo que ya tiene lista su dosis mensual-lo miro desde su asiento detrás del imponente escritorio.
Ah... ¿Por qué no vino venir esta jugada?
Horace nunca expreso intención de irse de repente de viaje al Perú, pero una considerable suma fue directo a sus bolsillos, y bueno...se despidió temporalmente del colegio y recomendar casualmente a un pocionista avanzado que conocían para que tomara su lugar. ¡Inicio el año y no puede irse, así como así!
Bien jugado, pensó frustrado. Hacerlo dependiente de él para que no hubiera forma de evitar contacto prolongadamente. Y bueno, no era rico, comprarla era caro.
Dio media vuelta resignado de su suerte y encaminar hacia las mazmorras, donde le esperaba aquella serpiente.
Al llegar, educadamente toco con sus nudillos la puerta, con la esperanza que no estuviera el dueño, pero un adelante le corto toda esperanza que fuera así.
Forzó su mirada de pocos amigos hacia el aristócrata que llenaba unos viales desde un caldero con una sustancia azul brillante, mirándolo fijamente con esos ojos grises de fríos a pasar a unos burlones, arrogantes y seguros de sí mismo. Vestido modernamente con un pantalón estrecho negro y una camisa igual color con algunos botones abiertos, el cabello liberal del conservador le daba el look de un modelo, súmenle le pasado oscuro y ya se tiene un ídolo al cual rendir homenaje a las pajas.
-Profesor-pronuncio su título con deje casi morboso, sacado de película erótica que casi parecía injusto que tuviera aquella habilidad -que sorpresa-expreso sin esforzarse a simular de verdad algo de ello.
Lo miro irritado, siempre se andaba con algo - ¿Por qué me haces esto? ¿Qué te hecho? -cerró la puerta a sus espaldas duramente, sonando un portazo para evidenciar lo enojado que estaba.
El alfa le miro con una ceja alzada, sin perder la compostura o temerle - ¿Qué me has hecho, dices? -se llevó su índice a sus labios, pensando superficialmente. - ¿Qué le hace pensar que quiero algo? -sonrió de lado.
-No te hagas el inocente conmigo Malfoy, que te conozco desde que eras un malcriado mimado-murmuro enojado – sabes bien de que hablo, ¿esto es por Harry? ¿Harry te mando hacer esto? – Él tampoco se creía que eso, Harry podría ser el salvador del siglo, pero para planes era un desastre.
- ¿Por Harry? -carcajeo como si hubiera dicho un chiste. -Podría hacer muchas cosas por él, ya lo sabes Remus-comento como que no quiere la cosa, acercándosele a un paso seguro sin algún temor de las posibilidades violentas. Remus no flaqueo a su presencia, mirándolo con los ojos entrecerrados y los brazos cruzados en su pecho. Draco era más alto que el, porte elegante y grande, pero él ha enfrentado gente más peligrosa que el ricachón. -Por Harry...podría incluso matar a alguien con que solo me lo pida- susurrando con un deje oscuro llegando a su frente, solo separándolos unos centímetros en combate de sus miradas. Remus por dentro le dio un escalofrió, no dudando de sus palabras.
- ¿Me estas amenazando? -alzo la ceja para demostrar que no le intimidaba, pero por dentro había una fuerza que le gritaba que se doblegara ante el dominante y aceptara su sumisión.
Draco rio encantador, pensando el licano por un momento si tendría algún gen de criatura por lo hechizante que era. -No, a ti nunca te podría matar Resmie, eres muy valioso para Harry...-comento acariciando por unos segundos su rostro lleno de cicatrices, antes de separarle con un manotazo, pero pareciera que no le ofendió sino más bien gracia -Y creo que también comienza a gustarme lo que veo-sonrió como niño confesando un robo de dulces.
Remus tembló ante lo dicho, casi como que fantasma de ártico atravesándole su cuerpo frente al descaro. -Déjate de juegos Draco, no te he puesto en tu lugar porque Harry...-no pudo terminar cuando un cuerpo más grande lo estrecho contra la pared del aula, obligándose a parpadear algo sorprendido por la velocidad de la maniobra que no pudo percibir.
El ojigris esta vez lo miro serio, con el aliento a menta colándose por sus vías respiratorias - ¿o qué? ¿Va castigarme? -aquellos dedos le tomaron del mentón, obligándole a mirarle a los ojos. -Puedo ser muy joven lobito, pero se lo que quiero, y cuando veo algo que me gusta yo solo lo tomo-esas palabras le sonaron a una advertencia que tendría que tener en cuenta, a pesar que en primeras no tuviera sentido alguno.
El licano le empujo con fuerza, con el rostro ardiéndole en pudor y enojo al verse dominado por unos momentos de un alfa mucho menos experimentado que él. -Dame la poción y termina el teatro, que no te queda-Exigió gruñendo sobrenatural.
El pálido lo miro aburrido, dándose media vuelta a seguir rellenando sus viales. - ¿Qué no lo sabes Remus? ¿McGonagall no te conto? Ya las tienes en tu oficina desde esta mañana-rio perrunamente.
El profesor boqueo indignado, McGonagall le vio la cara.
Aminoro el paso tan pronto se vio en la entrada de las mazmorras, reconsiderando si era de verdad una buena idea de ir a la boca del lobo y estar con el mismo verdugo de su asalariada vida.
¿Dónde quedo tus huevos Remus?, pudo escuchar la voz de Tonks burlona mientras se limaba las uñas.
Él era el adulto aquí, por tanto, debía comportarse maduramente a pesar que el otro no fuera más que un niñato creyéndoselas de rey.
Tan pronto murmuro la contraseña bajo por las escaleras y ser recibido por la sala común, y se esperaba una elegante y refinada como siempre, pero pareciera como si una bomba atómica de pintura roja hubiera estallado en todo el lugar.
O es Smith o es God, alguno de dos. Pensó a sus adentros cansado.
No había ningún estudiante, pero eso no era raro teniendo en cuenta las siluetas humanas en las paredes. ¿Draco ya habrá hecho su venganza o está esperando a que tenga mano dura y los castigue?
Hablando del lucifer... ¿Dónde estaba?
Avanzo hacia los aposentos del rubio, mirando al final del pasillo la puerta de madera nogal oscura con el nombre del profesor a cargo y jefe de casa.
Apenas y quiso tocar la madera con el nudillo de sus dedos se percató de la notita pegada "Vuelvo en 10 minutos", suspirando de fastidio al ver que vino para nada. No obstante, percibió la luz que se filtraba lateral a la puerta, evidenciando no estar cerrada como lo es usual para alguien tan cuidadoso y metódico como lo era Draco.
¿Un estudiante husmeando en los aposentos del profesor? No era raro, pero le preocupaba lo que tenía especialmente la habitación del pocionista. Puede que sea de Gryffindor, pero todos los estudiantes independientemente de sus colores eran su responsabilidad.
Conjurando un desilusionador con silenciador abrió la puerta despacio y con cautela, mirando en el suelo sombras.
Miro al fondo y experimento la sensación de estar petrificado cual victima indirecta de la mirada de un basilisco.
No podía oír nada, tal vez porque se conjuró un hechizo para evitar que los sonidos traspasasen de ellos mismos, pero solo bastaba con la nitidez aumentada en sus ojos lícanos para imaginar los jadeos.
Harry yacía acostado de lado en el cómodo colchón King, sin prenda alguna y amarrado por una corbata en sus muñecas, con los ojos cerrados y los dientes perforando sus labios de gusto al recibir las penetraciones de su pareja, que le tenía con una pierna en su hombro y la otra extendida lateral para embestir cómodamente al omega, revelando su cuerpo como vino al mundo, sonriendo arrogante ante el inmensurable placer que le estaba proporcionando al héroe.
No podía dejar de mirar, en algún rincón mental se apagó la voz de su moral y ética, mirando en blanco el apareamiento de un dominante y un sumiso a sus ojos por primera vez. No pudo evitar recorrer la mirada de su igual de casta, Harry era hermoso y sensual, delgado pero estilizado, velludo corporalmente en su pecho, abdomen y pubis, resaltando el corto miembro erecto que escurría esperma infértil. Nunca lo había visto así, en su forma natural y con esa expresión de placer sexual que le ha hecho estremecerse.
Podía sentir culpa al no sentirla en como comenzaba sentir atracción homosexual por otro omega, del cual era casi como un hijo para él. La imagen de un tierno niño de 13 años fue quebrada en mil pedazos por un hermoso adulto.
Draco causo en su ser la lubricación de su ano aun virgen y una erección que comenzaba a doler en sus pantalones de cuadros al ver el dominante en su estado más primitivo, piel inmaculada, lampiño y bien formado, con un miembro largo y grueso que penetraba al otro, chocando sus enormes testículos con los muslos de Harry, admirando la protuberancia en la base que comenzaba adquirir rigor.
Entonces sin premeditarlo ambos le vieron directo a los ojos, causando un shock en su cerebro al darse cuenta que a pesar de tener un par de conjuros cerca podían verlo con nitidez. Entonces Harry con un gesto imperceptible anulo el muffliato, volviendo el sonido de las estocadas, el choque de pieles y los jadeos.
-Draco...-gimió sumiso el nombre de su Alfa, arqueándose y volver a correrse, liberando unos chorros de esperma infértil a las sabanas.
Su abdomen bajo se apretó, sintiendo la lubricación bajar por sus piernas y humedecer el algodón de sus pantalones, en el rose del orgasmo.
El aire se estaba demasiado pesado, con olores de celo y fluidos que hacia su cuerpo cada vez más pesado y cansado, respirando las feromonas de la pareja que llegaban de lleno a sus pulmones. El lobo jadeaba en su interior al reconocer el aroma de la procreación y el apareamiento, volviendo el calor en sus huesos a cumplir su función de criar después de 46 años siendo evadida.
Entonces no lo soporto más cuando Draco alzo a Harry en sus brazos, elevando su pierna a su cadera, arrodillándolo detrás de su cuerpo, mordiendo el cuello de su omega y comenzar estocadas más firmes, hinchándose el nudo en su base y obligarlo a penetrar y engancharse con su pareja que rogaba por quedarse pegado.
Aquella bola se adentró con un plop dentro del Potter, gruñendo dominante y comenzar a eyacular dentro de su hermoso sumiso, hinchándose el abdomen de su líquido.
-Remus...-lloriqueo el azabache una última vez antes de volver a sentir el orgasmo abrasante al sentir su próstata oprimida, quejándose, gimiendo y lloriqueando a su alfa para le llenara, lo siguiera anudando y tuviera sus crías, con él y consigo mismo.
Vio estrellitas de colores en su nublada visión al sentir su orgasmo propio ante la estimulante escena, flaqueando sus piernas hasta arrodillarse y morderse la lengua ante las contracciones violentas de su útero, inundándose del aroma a sexo y la testosterona del alfa dominando el aire, por un momento imaginándose en medio de ellos dos, con un vientre hinchado.
Se mareo, viendo negro y el tembló presente en su cuerpo, sin equilibrio alguno en sus movimientos.
-Remus-una voz ronroneo su nombre.
Jadeo al sentirse doblegarse ante ella, brillando sus ojos sobrenaturalmente al verse el lobo gimiendo deseoso por obedecer a un alfa interesado en él.
Casi como si estuviera un sueño, miro a la pareja, Harry sentado encima del regazo de su alfa, aun arqueándose ante el orgasmo múltiple que le ofrecía el nudo en su interior, mirándolo con esos ojos verdes empañados del placer, suplicante que viniera con ellos. Draco le miraba intensamente, abrazando al moreno en sus fuertes brazos, dando algunas estocadas pequeñas a su compañero.
-Ven-ronroneo de nuevo con esa voz de mando, invitándolo a ir con ellos para abrazarle, acaríciale y besarle.
Jadeo sin aire al sentir en el fondo el deseo por complacer la orden a favor de su lobo que lloriqueaba por afecto, sin importarle la gran mancha húmeda detrás de sus pantalones y lo pegajoso que se sentía su miembro ante la eyaculación infértil en su ropa interior.
Solo puedes confiar en una cosa Remus, la consideración que te tengan siempre va ser sospechosa. No seas tonto y no caigas en esas mentiras.
De pronto el miedo volvió a inundarle, bajándole la lujuria de golpe al verse consiente de su mano siento tomada con desesperación por Harry para que no se fuera.
La realidad fue como un balde de agua fría a su cuerpo, mirándolos con un furioso sonrojo en su rostro no solo al verlos poscoito sino también por sus condiciones personales y el hecho que casi estaba por ceder ante las tentaciones de la carne que le ofrecerían un omega que era casi como un hijo y su alfa arrogante.
Se libero del agarre y corrió hacia la puerta con el rabo entre las patas, avergonzado de su humedad y salir de las mazmorras.
-Remus-lloriqueo Harry con las lágrimas deslizándose en sus mejillas, viéndose de nuevo rechazado, abrazándose a los brazos de alfa en consuelo ante la esperanza fallida que su exprofesor se uniera a ellos y formaran su familia.
Draco por otro lado sonrió a sus adentros, pues al fin al cabo los resultados de tan premeditado plan superaron las expectativas, rio al ver esa mirada ámbar brillante inundada de deseo, anhelo y esperanza, con el aroma a omega maduro listo para aparearse.
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