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Capítulo 6 : El lobo y el perro.



El tercer año pudo haber terminado mucho peor, pero al menos estaba de alguna manera a salvo de consecuencias degradantes a mediano plazo.

Yacen en la casona Black, donde lógicamente Sirius se ha estado escondiendo desde que escapo de Azkaban, algo le decía que el director sabia de su ubicación, pero no mas no le quiso decir. De hecho, hay muchas cosas que la ha estado ocultando, y no sabe si al final seguir confiando en él o irse a ciegas en un mundo cruel como lo era este.

Había pasado unos meses, en el que ultimo heredo alfa Black se ha acoplado al tiempo, a la rutina y a la casa del cual desgraciadamente odiaba, pero al menos mejor que la celda húmeda y fría de la prisión que le vieron degradarse hace años.

No pacería demasiado cambiado cuando al fin le debió en ropas discentes con tres duchas seguidas, se veía obviamente más viejo con la barba, pero por dentro pareciera que nunca cambio, sigue siendo igual que siempre, con aquella personalidad extrovertida, atrevida y seductora.

La casa estaba hecha un desastre, un polvo que ponía en asfixia a los pulmones de cualquier ser vivo, con Doxys escondiéndose detrás de las masticadas cortinas tenebrosas, escombros en cada rincón y un enorme agujero en el techo.

Harry no cabía de alegría al saber que tenía más familia postiza al cual ampararse, en consuelo que, a pesar de no tener sus padres, al menos tiene a un animago y a un hombre lobo como sus veladores.

Difícilmente él se hizo un poco de lado, para que se pusieran al día con todo, se sentía culpable sentirse celoso de que aquellos ojos verdes ahora también miren a Sirius, pero es su padrino después de todo.

Ahora, desde el casi desértico jardín de los Black, miraba hacia las estrellas de la noche, pensando en cómo resultara las cosas para Harry y sus amigos en el cuarto año. Algún presagio le decía que cada año será más difícil que el anterior para superar, y deberán estar listos para ello.

Por momentos se sentía cansado, a veces maldiciendo al aire la generación que le toco vivir, llena de dolor, venganza y duelo. A veces piensa que, si la reencarnación existe, la vida le debe reubicarlo en otra oportunidad si tantos muros.

-Fumar es malo para ti-le dijo cuando se percató de la presencia a sus espaldas. Unas figuras de humo le pasaron por el hombro hacia delante. -Después de 10 años en prisión al menos uno pensaría que te dio algo de sentido de preservación-no necesitaba voltear para saber que sonreía caninamente ante su preocupación por su mejor amigo.

Mejor amigo...si es que se puede catalogar así.

-Es igualito a James, valiente, terco y algo idiota-se acomodó a su lado contra el marco de la puerta para acompañarle en la admiración del cielo nocturno. -Creo que también heredo su complique con los ligues, ¿sabes que esta colado por Malfoy y ni siquiera se da cuenta? –

Rodo los ojos, suspirando de cansancio para darle la razón, no hacía falta ser adivino para oler la ansiedad, los celos y el anhelo que desprendía Harry cuando veía o peleaba con Draco. Eso pintaba complicado, recordando el bando en que pertenecieron los padres del rubio.

Eso también le ponía de malas, pero raramente no tanto como cuando Sirius se acaparaba el tiempo de Harry. Era todo demasiado confuso, y se sentía igual de mal por sentir rabia y celos.

-Temo que se convierta en un suicida sin remedio-lamento el Black, negando con sonrisa cansada de años de experiencia.

Remus hizo una mueca, recordando que ha enfrentado a peores peligros como un profesor demente o un basilisco. Presentía que se meterá en muchos problemas a causa de ese pequeño omega con lentes -Al menos estamos nosotros-

Un silencio, entre agradable y ansioso se levantó entre ellos.

-Estamos nosotros-repitió Sirius, dándole una última calada a su habano antes de tirarlo al selo y pisarlo.

Pasaron algunos minutos, y solo se dejó llevar por la amargura de lo difícil que estaban las cosas, y se vio arrinconado contra la pared, mientras el alfa cortaba sus salidas de escape con sus brazos extendidos en cada lado, mirándole con esos ojos grises tan preciosos que le comenzaban a quemar la piel.

-Si...-tomo palabras y aire el animago, mirando con anhelo y ansiedad al licántropo. -Si salimos vivos de esta, ¿podemos darnos una oportunidad? ¿Formar nuestra familia? -aquellas interrogantes fueron dichas con una seguridad dudosa, flaqueante y tono quebradizo al final. -Siempre quisiste tu propia familia, y yo...-no pudo terminar la oración, pero era explicito lo que quería decir.

Remus le miro triste, con los ojos ardiéndole mientras recordaba aquellos momentos felices que vivieron juntos en el pasado, su quiebre cuando se vio desolado, las noches que pensaba en sus minuciosos planes de vida, y el desprecio que contra sí mismo cada día.

Harry era la prioridad, y dudaba con sinceridad que pudiera sobrevivir al final. Y en el dudoso caso que así sea, era muy probable que siguiera con su plan.

-Si, tal vez podríamos-fue todo lo que le contesto para consolarle, sintiéndose horrible por dentro al mentirle.

Sirius entonces le toco con su palma su mejilla derecha, sin vaciles la acaricio con sus dedos antes de besarle con casi castidad.

Le devolvió el beso, sintiéndose asfixiado, pero a la vez baratamente consolado que todavía había alguien que le consideraba.

Estaban debajo de una espada de Damocles, que muy pronto bajara y le cortara el cuello alguno de los dos. Por tanto, él no va volver a ilusionarse con promesas que no se harán realidad. No dudaba de las palabras de Sirius, dudaba de sí mismo y de la vida que se ha encargado de hacerle miserable.

Tal vez...solo tal vez, si en el caso están ambos vivos...tal vez rompa un poco el plan y se entregue a esos brazos. Pero no sabe si podría engañarse de esa forma...amaba a Sirius, pero no de la forma correcta que se esperaría cuando un alfa y un omega quieren enlazarse.

El sonido del rechinido de la madera les saco de aquellos ambivalentes sentimientos, advirtiendo la presencia de Harry que los miraba con una expresión rara, seriedad, confusión y no sabía que otros nombres colocarles a esas emociones en sus gestos faciales.

-Solo quería decirles que la cena esta lista-Señalo con el pulgar por arriba del hombro el pasillo hacia la cocina, del cual emanaba el olor al un rico estofado Weasley. En la lejanía los gritos de Tonks que le sirvieran de una buena vez.

Ni Sirius y él tampoco tenían las ganas suficientes para aclararle a Harry que fue lo que vio, era demasiado confuso lo que tenían, y con la expresión que puso al verlos en intimidad les hizo pensar que tomaría mal una relación de ese calibre por ahora.

Años más adelante comprobó a que se debía esa actitud.

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