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8


—Por lo regular eres todo un parlanchín, pero no has dicho palabra alguna desde que subimos al bote —el príncipe comento a Jimin, el menor de los Jung no había dicho palabra alguna mientras la lancha se alejaba, ya estaban bastante lejos de la orilla y Jimin ya no podía ver a ninguna persona a su alrededor, solo la línea que dividía el campo y el lago, la montaña detrás de ellos y algunos lotos que flotaban sobre el agua que no era clara, era oscura, un poco lodosa. Aunque era un paisaje hermoso, si caía, no creía que pudiera sobrevivir nadando el solo.

—Sólo estoy admirando el paisaje y tampoco tengo muchos temas de conversación. De hecho, creo que soy bastante aburrido.

Namjoon sonrió con ganas y por primera vez desde que subieron a la lancha logro hacer que el joven doncel le mirara a la cara.

—Eso es imposible, te he visto desde mi balcón, siempre estás sonriendo y haciendo cosas divertidas y entretenidas. El otro día te mire mientras jugabas con un perro, parecías divertirte mucho, es mejor cuando estas sonriendo, me gustas más al tú de ahora intentando ser tímido.

—No estoy fingiendo ser tímido, realmente no sé qué decir. Nunca he sido bueno para hablar con otros a parte de mi familia. Hoseok es mejor para eso que yo.

Namjoon volvió a reír, pero esta vez había un tono de burla.

—Por supuesto, fue entrenado para eso, tan aburrido —chasqueo la lengua—, todo en él, es falso.

—No lo es, porque siempre estas menospreciándole, él es tu prometido.

—No lo es oficialmente y nunca lo será. No me casare con él.

—¿Entonces con quien si lo harás? —para este momento Jimin estaba temblando ligeramente, sus manos que se frotaban así mismas se delataban. Él solo quería volver y no encontrarse con este hombre que le ponía los pelos de punta.

Namjoon dejo los remos aun lado y se puso de pie, la lancha se tambaleo un poco asustando a Jimin, por lo que se aferró al asiento con sus manos, sus uñas casi se enterraron en la madera.

—Tranquilo, no te caerás, no permitiré que nada te pase —el príncipe se agacho hasta quedar a la altura del chico rubio que había logrado capturar su atención, que se había metido profundo en sus pensamientos y se negaba a salir de ahí. Sólo una sonrisa de Jimin le hacía fantasear con él—, quiero desposarte, quiero regalarte mis días y noches y que tú me regales las tuyas.

Y entonces, el beso tomo a Jimin por sorpresa, los labios suaves del príncipe aplastaron los suyos y casi los obligaron a abrirse, fue una sensación extraña como placentera, su estómago hormigueaba, como si hubiera probado lo más delicioso del mundo, era sólo un pequeño beso, un contacto de piel con piel y no entendía como se podía sentir tan bien.

Cuando volvieron del paseo, Jimin bajo como un rayo, dejando groseramente al príncipe atrás, más que caminar, parecía que quería correr. Hoseok se puso de pie y lo siguió, no lo alcanzó. Al menos no hasta que Jimin llegó a su habitación y cerró la puerta con un golpe fuerte.

Hoseok respiro hondo sabiendo que algo le había pasado a su hermano, si no fuera así, habría respondido cuando lo llamo al momento de seguirlo. Jimin parecía querer ignorarlo.

—¿Hermano puedo pasar?

—No quiero verte ahora —dijo Jimin aún son abrir la puerta.

—¿Qué pasó haya afuera? —Hoseok se cruzó de brazos y pregunto con un ligero tono de molestia.

—No ha pasado nada.

—No puedo creerte, si no me lo dices tú, le preguntaré al príncipe, tarde o temprano me terminaré enterando. Sólo espero que no te arrepientas de no habérmelo dicho tú mismo —dijo con firmeza y se alejó, dispuesto a retirarse, apenas avanzo unos pasos cuando la puerta de la habitación se abrió y Jimin asomó su cabeza.

—El... dijo que me quiere, lo presentía, pero él dijo que me quiere de verdad, que está enamorado de mí, y luego... Luego el me beso.

Algo en el pecho de Hoseok dolió, presentía que algo malo había pasado, pero jamás se imaginó esto. Namjoon no podía elegir a Jimin sobre él, no después de haberse esforzado tanto, que había hecho todo este tiempo, ser su esposo era la razón de su existencia, no sabría hacer otra cosa. Unos celos injustificados habían empezado a crecer dentro de su pecho. Jimin no había hecho nada malo.

—Hablare con él, le pediré que no te haga sentir incómodo. Ni te ilusione con promesas vacías.

—Yo correspondí a su beso. En realidad, yo ame que me besara —Jimin también dijo con firmeza, su rostro poniéndose rojo poco a poco—, creo que me gusta. Cómo puedo siquiera mirarte a la cara, soy de lo peor.

Al ver el rostro mortificado de su hermano, Hoseok se apresuró a abrazarlo.

—No es tu culpa, él se ha aprovechado de tu inocencia, tu poca experiencia con hombres y tú amabilidad. Hablaré con él. Por favor Jimin prométeme que no volverás a ponerte en una situación comprometedora de nuevo. No podemos dejar que manche tu reputación.

El mayor de los Jung consoló a su hermano, acarició su cabeza y le dejo un beso en la frente.

—Perdóname por ser un mal hermano.

Sintió remordimiento por su hermano, Jimin era joven y había crecido un poco aislado de la gente por su propia rebeldía, no entendía como era el mundo real para ellos, no entendía de deberes y obligaciones, tampoco de las relaciones humanas y aunque Hoseok tampoco tenía experiencia, había llegado a conocer a personas que sí. Al menos una de sus criadas en la casa de campo estuvo dispuesta a contarle sobre sus amoríos con su esposo, cuando Hoseok se lo pidió diciéndole que estaba asustado de su compromiso y que su madre nunca le decía nada. Ella un poco renuente le había explicado de los besos y del sexo. De lo poco que entendió es que era sumamente placentero y adictivo y, en palabras de la mujer, una vez que lo pruebas no puedes parar.

—No lo eres, eres hermoso desde la punta de los pies hasta la cabeza, cualquier hombre que te vea se enamoraría de ti. También eres encantador así que no puedo juzgar a Namjoon, y todavía eres joven, encontrarás un hombre con el puedas casarte en uno o dos años. Cuando sea el consorte real, buscaré al mejor prospecto para ti, uno incluso más guapo que Namjoon.

—Tú también eres hermoso.

—Gracias hermanito, entra a la habitación y toma una siesta para relajarte, yo arreglaré las cosas con mi prometido.

Jimin asintió, Hoseok una vez que se aseguró que Jimin se había acostado, se retiró hacia la sala principal donde seguramente el príncipe se encontraría, disfrutando de la velada, de los bailes y el buen vino. 

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