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7


Hoseok se sintió demasiado incómodo. Después de la terrible experiencia en el bosque con los hombres salvajes y sucios, esperaba que sus días sólo fueran mejores y que nadie se enterara de lo que había pasado e intentaran usarlo en contra de su hermano y suya. Había muchos padres dispuestos a manchar su reputación buscando la más mínima posibilidad de que el rey aceptara a sus hijas o hijos como su esposo.

Se levantó temprano y la comitiva de sirvientes que todos los días esperaban fuera de su habitación no tardaron en prepararlo: lo bañaron como de costumbre, lo vistieron y peinaron, sin importarles su espacio personal.

En casa él podía hacer todas esas cosas solo, pero una vez que llegó al castillo, no se le permitió hacer nada más que poner su mejor sonrisa y hacer uso sabio de su vocabulario más limpio y elegante. Se preguntó si todos los días de ahora en adelante serían así. Sintiéndose tan atrapado.

La puerta de su habitación se abrió de repente y Jimin entro como un tornado. Hoseok miro a la mujer que estaba terminando de atar sus botas y con una sola mirada le indico que saliera.

—Estoy harto de esto, quiero regresar a casa, de verdad odio aquí, la gente chismosa, los sirvientes encima de mí, no respetando mi espacio personal, incluso la comida me sabe mal. No quiero solo salir y ponerme mi mejor traje esperando encontrar un esposo. Es que literalmente todos me miran como si fuera carne fresca —Jimin hizo un puchero que a Hoseok le parecía divertido.

—Todos los días dices lo mismo, sólo aguanta, una vez que se haga oficial el compromiso, nos mudaremos a la mansión de papá que está en la ciudad.

—Quiero regresar a mi casa, al campo, no quiero quedarme en la ciudad, es aburrido y no hay ningún rio dónde pueda ir a nadar, el único lago en esta ciudad está dentro del territorio del castillo y está lleno de patos y mierda de patos, y muy privado que digamos no es.

—Te guste o no, está es nuestra vida ahora Jimin, deja de refunfuñar —el mayor de los hermanos se acercó al más pequeño, puso sus manos sobre los hombros de Jimin y le sonrió pesadamente—, así es como vivimos, son los privilegios que tenemos por ser Jung, deberías agradecer que no eres un sirviente que tiene que bañar a otros.

Jimin se cruzó de brazos.

—Dios me libre de limpiar los culos de viejos pedos.

—Jimin... Tu vocabulario.

—Sí, ya sé, no es apropiado —el más joven se apartó y de mala gana se tiró a la cama de Hoseok con los brazos extendidos formando una T—. No entiendo cómo lo haces. ¿Cómo puedes aceptar todo sin quejarte?, Para mí es tan difícil, ¿tendré un complejo de negación?, Solo piénsalo, siempre estoy siendo negativo y me place mucho llevarle la contraria a todos.

Hoseok sonrió, al menos su hermano no tenía ningún problema en admitir sus malos hábitos. Se acostó a lado de su hermano y recargo su cabeza en el hombro izquierdo de Jimin, Hoseok era solo unos centímetros más alto y un año más grande, pero estaba agradecido con la vida por haberle dado a Jimin. Hubiera sido muy infeliz si hubiera crecido solo, él era el único que podía hacerlo reír y al mismo tiempo sacarlo de quicio. Jimin estuvo ahí cuando lloraba, cuando estaba enojado con sus padres, con sus maestros o consigo mismo, Jimin también estuvo ahí cuando estaba feliz o preocupado. Simplemente su hermanito lo conocía como la palma de su mano y lo mismo le pasaba a él.

Por eso podía darse cuenta que algo mortificaba a su hermano y no fue algo provocado por la salida de ayer, a pesar de que su hermano se había llevado la peor parte, pues casi lo habían desnudado y tocado, lo que tenía preocupado era una situación completamente diferente. Estaba claro que Jimin quería abandonar el castillo por razones diferentes a estar aburrido.

—No frunzas el ceño, te saldrán arrugas feas.

Jimin golpeteo de forma delicada la frente de Hoseok, justo donde se arrugaba el ceño, luego sonrió discretamente pero su sonrisa murió cuando Hoseok pregunto:

—¿Qué es lo que te preocupa hermano?

Jimin se mordió un labio mientras pensaba que contestar. Conforme pasaban los días, era más claro para él que el futuro rey lo deseaba.

—Que no seas feliz, que él no te haga feliz. No me mires como si fuera idiota —dijo ante la mirada confusa de Hoseok—, es decir, él no te quiere Hoseok, desde que llegamos apenas y te ha mirado o dirigido la palabra y él siempre está sobre mí. Y yo no quiero que tú me odies.

Hoseok se recompuso y se sentó en la cama.

—Supongo que te diste cuenta —dijo mirando al techo como si fuera lo más interesante. Al menos agradecía esto, que Jimin fuera sincero con él—, yo nunca te odiare, eso es imposible.

De todos modos, no es como si importara quien le gustará el rey. Tenía que casarse con él, su padre era el hombre más poderoso del país después del rey, tenía incluso más propiedades, todas y cada una de ellas de gran importancia, prácticamente la tierra de la mitad del país le pertenecía a los Jung, y cuando Hoseok se casará se leería el testamento de su difunto padre que había sucumbido a la pulmonía tres años atrás. Entonces se repartirían las tierras, El rey no podría darse el lujo de perderlas, después de todo Jung sólo había tenido hijos donceles, así que las propiedades pasarían a los esposos de sus hijos. Por eso Jung se había asegurado de comprometer al mayor de ellos, con un hombre poderoso, un hombre que hiciera un buen uso de esas tierras, así sus hijos nunca pasarían hambre y podría ayudar a su nación y a la corona.

—No creo que él estuviera tratando de ocultar que le interesó, y no es que me queje, sé que soy un tipo atractivo, pero él no debió fijarse en mí. Ayer dijiste que no me perdonarías si lo arruinaba.

—No lo tomes de esa forma, sólo tienes que rechazarlo.

Jimin sonrió divertido.

—No hay argumento válido que me permita rechazar a un príncipe.

—Sólo tienes que dejarle claro que no te interesa.

Ese era el problema mayor.

Más tarde, aunque ambos hermanos caminaban por el campo alrededor del lago de pesca, del brazo de Kim Namjoon, el cuerpo del príncipe se ladeaba hacia el lado del menor de los Jung, los nobles se percataron de eso y empezaron a secretear entre ellos. Ya aseguraban que Kim Namjoon había rechazado a Jung Hoseok.

Las charlas se sobrepusieron unas con otras, por un lado, estaban aquellos que aseguraban que el mayor de los Jung debía tener algo muy malo para ser rechazado, tal vez alguna enfermedad, tal vez su personalidad; Luego estaban aquellos que criticaban al príncipe por preferir al Jung mal educado y rebelde sobre el apacible hermano mayor, pero, sobre todo la falta de compromiso del príncipe sobre la promesa que habían hecho sus padres, lo hacían ver como si la palabra de la familia real no valiera nada; también estaba esa parte que se compadecía de Jung Hoseok, lo conocían por ser un chico dulce, que siempre acompañaba a su padre en actos de beneficencia, que pasaba su tiempo con los niños de los orfanatos, daba de comer a los campamentos de militares cuando pasaban por sus tierras, hacia donativos a los templos, para estas personas Jimin no estaba a la altura de Hoseok.

Ambos hermanos hicieron oídos sordos a los comentarios pocos discretos. Casi al final del recorrido, Namjoon se alejó del agarre de los hermanos, y volteándose hacia Jimin tomo su mano.

—Me gustaría que me acompañaras a un paseo en lancha por el lago —pidió con una sonrisa encantadora, por un segundo Hoseok pudo percatarse de que Kim Namjoon no le era tan indiferente a su hermano, hubo un brillo en los ojos, antes de que se apagara cuando la mirada de su hermano se cruzó con la suya.

Parecía que Jimin le estaba pidiendo permiso, asintió con un ademan de su cabeza y se alejó de ambos sentándose en una de las bancas de descanso.

Entonces los miro, el príncipe ayudo a su hermano a subir a la lancha y ambos se sentaron uno frente al otro, Namjoon tomo los remos y poco a poco se alejaban de la orilla.

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