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CAPITULO 13


Tae se puso de pie y me miraba fijamente a los ojos. Un nerviosismo se apodero de mí y la excitación se esfumo, pero, aun así, mi amigo me empezó a doler nuevamente, no se liberó una vez más y obvio lo siente.

—¡Jungkook! —. Repitió Wheein mientras tocaba la puerta. Carajo, a mi amigo no le gustó que lo interrumpieran. Estaba por contestar, pero al abrir la boca Taehyung me la tapó rápidamente con su mano, y con la otra tomó a mi miembro y empezó a masajearlo, arriba y abajo. Quitó su mano y yo solo abrí más la boca por un grito silencioso por el enorme placer que sentía.

—Está ocupado, no puede ser que hasta acá vengas a fregarme la vida—. Dijo Tae con fuerza, sin dejar de masajear mi miembro. Mis ojos lo miraron con sorpresa, él solo sonrió mientras mordía su labio inferior, apretó más mi miembro y cerré los ojos disfrutando del momento, al carajo todo. Solo quiero liberarme.

—Ush... ¿Sabes en dónde está Jungkook?

—Yo que sé—. Besó mi cuello suavemente y el ritmo de sus masajes aumentaron—. No lo ando cuidando—. Continúo entre los besos que repartía en mi cuello y mandíbula.

—Hasta haciendo tus... cosas eres insoportable, niño—. Sentí que sonrió sobre mi piel y fue hasta mi oído y susurró.

—¿Crees que soy insoportable cuando hago mis cosas, tío? —. Dijo con una voz ronca y sensual la cual llegó hasta mi entrepierna y con eso fue suficiente para que por fin mi glorioso orgasmo llegara y explotara como si fuera el primero. Dios, esto es tan delicioso, relajante, único... Tae continuó acariciando lentamente hasta que salió la última gota de mi semen, posaba pequeños besos desde mi oreja hasta mi barbilla por toda mi mandíbula. Se alejó y me miró a los ojos, mi respiración aún estaba muy agitada y las palabras no salían de mi boca, pero al fin de cuentas ¿Qué le iba a decir? ¿Que él es el dueño de los mejores orgasmos de mi vida? Por supuesto que no, aunque es la verdad, pero no me atrevería a decírselo.

—Bueno, terminé de hacer... mis cosas—. río por lo bajo terminando de acomodar su ropa y su cabello—. Te veo más tarde... Ah, y corre a buscar a tu barbie que debe estar como loca buscándote por todo el avión—. Me besó en la comisura de los labios y salió del baño.


Después de que mi respiración se normalizara, me limpié, me acomodé la ropa y salí de ahí, al parecer, nadie se dio cuenta de que estaba acompañado. Fui a mi asiento y ahí estaba Wheein cruzada de brazos mirando por la ventanilla, me senté y volteó, creo que está molesta.

—¿Dónde estabas? Te he estado buscando, creí que te habías ido por el retrete.

—En el baño, lo que pasa es que los de aquí estaban ocupados y tuve que ir a los de hasta más atrás—. Mentí bastante bien, y entonces se relajó, genial.

—Ah, ok—. Se recostó en mi hombro y al poco rato se quedó dormida.

Mi mente volvió a lo que paso hace unos momentos en el baño con mi sobrino. Ya no sé si enojarme, reírme o qué mierda. Aunque estoy seguro de dos cosas:

1.- Soy un hijo de puta miserable porque en primera tengo novia y en segunda y lo más importante; "El chico" que me vuelve loco, que me excita, que me tienta es nada más y nada menos que mi sobrino, el hijo de mi hermano.

2.- Me encanta. Punto. Es la puta verdad, me encanta como me toca, es tan sexy, tan atrevido y prohibido. Definitivamente eso es un factor importante, eso es más excitante todavía.


Lo que me pone de malas y me frustra es que a veces me siento como en las películas o caricaturas. Es como si tuviera un ángel y un diablito, cada uno en mis hombros. Por un lado, mi angelito me dice "para ya, es tu sobrino, no puedes continuar con eso, es tu familia". Y por el otro lado mi diablito dice "a la mierda todo, te gusta, le gustas, disfrútalo".


¿Qué hago? ¿Debo detener esto antes de que se complique? ¿A quién le hago caso, a mi ángel o a mi diablo?

Entramos al restaurante del hotel para disfrutar de una deliciosa cena después del viaje y de instalarnos en nuestras habitaciones. Por fortuna la habitación que esta frente a la nuestra estaba disponible y ahí se quedara Tae. El delicioso clima de Hawái es perfecto, justo lo que necesitaba.

Era la envidia de todos en el restaurante y es que bueno, estar acompañado de dos bellezas es como uno de esos pequeños sueños que todo hombre tiene. Nos sentamos y después de ver las cartas ordenamos.

—Aww, bebé, no puedo creer que ya tengamos un año de ser novios—. Dijo mi novia mientras tomaba mi rostro entre sus manos y me besaba los labios suavemente. Noté que Taehyung se removía en su silla, él estaba frente a nosotros.

—Sí, linda es increíble. Nunca había tenido una relación tan duradera, y me alegra que sea contigo.

—Y estaremos juntos muchos años más, no, toda la vida... Estoy segura—. Volvió a besarme y yo le correspondí, aunque no con muchas ganas, me siento extraño. De pronto sentí una patada en la pantorrilla que me hizo dar un pequeño brinco en mi asiento.

—¿Qué pasa? — Preguntó Wheein, confundida. Miré a Tae, quien miraba con atención una de las televisiones que había ahí, o al menos eso fingía hacer, obviamente él fue quien me pateó.

—Nada, no sé qué me pasó—. Le di un fugaz beso y apoyé los codos en la mesa y así terminar con nuestra sesión de besos, ya que por alguna razón me sentía bastante... incómodo.

El mesero llegó con nuestra cena y se tardó más de la cuenta poniendo el platillo de mi sobrino.

¿Acaso habrá algún día en el que algún pendejo no lo mire con esos ojos maravillados y morbosos al mismo tiempo? Carajo, no entiendo porque el mundo se empeña en hacerme enojar. Tae lo miró y le dedicó una enorme sonrisa y agradeció. Condenado, le está coqueteando y el tipo ese sigue sin quitarle los ojos de encima.

"Accidentalmente" tiré la copa de vino al piso y el ruido sobresaltó a Taehyung, Wheein y el mesero. Vaya, hasta que le quitas tu mirada de encima, idiota.

—Dios, Jungkook, ¿qué pasó? — Preguntó mi novia, visiblemente extrañada.

—Oh, que tonto soy, no me di cuenta—. Mentí. El mesero se acercó y recogió los cristales más grandes e hizo una seña para que una persona de limpieza viniera a limpiar.

La cena transcurrió de lo más normal, bueno más o menos, pues Wheein se la pasaba diciéndome cosas sobre sus amigas y nuestra relación y lo feliz que la hago, yo solo le respondía con simples monosílabos. Tae seguía muy callado, y sin mirarme. El idiota del mesero se comportaba de lo más atento, y sé que uno como mesero debe serlo, pero este se pasa y obvio que se la razón, pues cada que venía a preguntar si no se nos ofrecía nada, miraba de más a mi sobrino, cabrón, no te mereces propina.

—Tae, ¿quieres postre? — Le pregunté cuando terminamos nuestra cena. El me miró por fin, mordió su labio y fingió pensar su respuesta. Sentí como con su pie acariciaba donde hace un rato me había golpeado, subía y bajaba lentamente, y mi amigo lo sintió de inmediato y yo me puse nervioso y aclaré mi garganta.

—La verdad es que sí me encantaría, pero el postre que se me antojó no puedo disfrutarlo aquí—. Dijo con una voz de inocencia. Mi amigo se empezó a levantarse más deprisa al escuchar sus palabras con doble sentido, carajo Taehyung no me provoques.

—¿Por qué? ¿Qué se te antojó? —. Le preguntó Wheein exasperada mientras cruzaba sus brazos.

—La verdad es que no recuerdo el nombre, pero es dulce y salado al mismo tiempo... aunque estoy segura de que tú también lo has probado—. Sonrió cínico. ¿Pero qué diablos...?

—No entendí—. Dijo mi novia confundida. Taehyung comenzó a reír, haciendo que Wheein lo mirara con coraje.

—Tranquila, barbie, no te esfuerces.

—Yo no soy ninguna barbie—. Le dijo entre dientes y Tae seguía riendo.

—¡Hey, basta! No quiero que empiecen a pelear—. Les advertí.

—La verdad es que, que flojera estar aquí con ustedes, además, como que hago mal tercio.

—Sí, de hecho—. Dijo Wheein, ya muy de mal humor. Tae le sonrió forzadamente levantándose de su silla.

—Me voy a mi habitación, hasta mañana, tortolitos y feliz aniversario—. salió de ahí caminando sensualmente, yo me perdí viendo ese delicioso trasero menearse. Mi amigo sigue firme, es increíble que con solo un roce y unas palabras sea capaz de ponerme así. Príncipe, eres único, me encantas.

—Por fin se fue—. Bufó Wheein al momento que giró en su silla y rodeó mi cuello con sus brazos y presionó sus labios con los míos. Yo le correspondí y el beso se hizo más largo, aunque era a un ritmo lento, era más bien como un beso romántico, digno de lo que estábamos celebrando.

¿Crees que soy insoportable cuando hago mis cosas, tío?

Recordé sus palabras y la forma tan sensual en que las pronunció.

—No—. Dije entre besos.

—¿Eh? ¿No qué? — Preguntó confundida Wheein al separarse de mí. Carajo, eso salió de mi boca sin permiso.

—Ah, eh... que no pares—. Dije y ella sonrió feliz por mi respuesta y me volvió a besar.

Subimos a la habitación después de una plática, -no muy interesante la verdad- y de unas copas de vino. Wheein quería que fuéramos a caminar por la playa, pero la verdad es que estoy algo cansado por el viaje, así que sin muchos ánimos aceptó a que volviéramos a la habitación. Era la una de la mañana y yo no podía dormir, a pesar de mi cansancio no logro conciliar el sueño y la única razón es el, no dejo de pensarlo y cada recuerdo de todo lo que hemos vivido estos últimos tres días no dejan de pasarme por la mente. Mi teléfono comenzó a sonar, me asustó y Wheein solo se removió en su lugar. Contesté rápidamente para que no se despertara. Hablando de...

—¿Tae? — Dije en voz baja.

—Te quiero en mi habitación ahora mismo, o me coges tú o te juro que ahora mismo busco quien lo haga

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