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028.

Cuando se cortó la llamada Jungkook no podía respirar. Yoongi lo tomó por el brazo tratando de que reaccionara pero todo pasaba de forma tan rápida por su mente que no podía lograr que las palabras salieran de su boca.

− ¡¿Que te ha dicho, joder?! −Gritaba Yoongi y fue allí que Jungkook parpadeo volviendo en sí.

− El lo tiene, Yoongi −susurra con voz temblorosa−. ¡El maldito va a hacerle daño!

Jungkook había escuchado un golpe y gritos a través de la línea antes de que la llamada finalizara. El solo hecho de pensar que Jimin estaba siendo lastimado por ese enfermo le ponía a hervir la sangre además de dejarlo con un enorme sentimiento de impotencia que se reflejaba a través de sus ojos.

− Por la mierda −maldice Yoongi mientras se pone las manos en la cara buscando calmarse−... Esto esta mal, demasiado mal... ¿Ha podido decirte donde están?

Jungkook se tomó unos segundos para recopilar toda la información que Jimin le había entregado.

− Dijo que era un hotel viejo y tenía un letrero que decía Marsis aunque no estaba seguro... Se oía tan asustado...

− Busca esa mierda de inmediato en internet, llamaré a los demás y a la policía. Este hijo de puta no se saldrá con la suya.

Pero Jungkook sabía que si no se movían rápido algo le sucedería a Jimin. Iban a perder demasiado tiempo si se quedaban allí esperando a que alguien más los ayudase. No estaba dispuesto a dejar que un minuto más lo separara del chico que amaba y si tenía que arriesgarse lo iba a hacer.

− Debemos ir, Yoongi −dice ganándose una mirada de confusión de parte de su acompañante.

− ¿De qué hablas? Necesitamos a la policía.

− Van a tardar demasiado y Jimin no aguantará. Déjale un mensaje a los demás para que nos encuentren allá junto a la policía. Nosotros debemos adelantarnos.

Yoongi se asustó porque la cara de Jungkook no mostraba indecisión alguna. En el fondo sabía que tenía razón y a la vez estaba claro que no se enfrentaban a cualquier persona sino a un enfermo peligroso.

− Jungkook...

Pero este le interrumpe antes de hablar.

− Tu espéralos si quieres, yo me iré a buscarlo. No puedo dejar que Jimin pase un segundo más a manos de ese hombre, me necesita.

Jungkook hablaba desde su corazón, no podía comportarse como un cobarde ahora. El rubio esta en peligro y haría todo lo que pudiese para sacarlo de allí... Así que Yoongi lo entendió.

− A la mierda... No perdamos más tiempo y pongámonos en marcha.



•   •   •



Apenas podía abrir los ojos, el intenso ardor que estaba instaurado en su cara no le dejaba la vista clara y solo podía ver pequeñas manchas moviéndose de un lado a otro. Trata de estirarse pero estaba atado y amordazada a una silla siendo totalmente inmovilizado. Tuvo que luchar un momento para poder acostumbrar su vista antes de escuchar una voz proveniente de la cocina.

− Necesito dos pasajes para el primer autobús de mañana, por favor...

Lo que oyó le hizo entrar en pánico. A pesar del aturdimiento comenzó a moverse de un lado a otro para zafarse de la atadura. Si había escuchado correctamente Youngsoo se lo iba a llevar lejos de allí y si quería salvarse debía escapar en ese momento. Deseó con cada parte de su alma que alguna fuerza mágica se adueñara de su cuerpo para ayudarlo a escapar, porque en ese minuto solo parecía un pequeño animalito lastimado incapaz de salir de la trampa del cazador.

Al parecer hizo mucho ruido porque la puerta del cuarto se abrió dejando entrar a su captor. Volvió a sentir aquel miedo sofocante y sus músculos adoloridos se tensaron. Aunque seguía sin poder ver claramente sabía que la sombra que se le estaba acercando era la de Youngsoo y su cuerpo entero lo repudiaba.

− Hasta que por fin despiertas, bebé −dice su ex profesor sonriendo−. Tengo buenas noticias para nosotros.

Jimin no lo quería cerca. El solo hecho de que le estuviese acariciando el rostro le daban ganas de vomitar. Jamás creyó que sus peores temores se verían reflejados en una sola persona, Youngsoo era eso y mucho más. Todo lo malo, sus inseguridades y el desprecio por si mismo cobraba vida en su captor.

− Mañana nos iremos para empezar nuestra vida juntos, ¿estas feliz?

Sollozó. Ya no podía más. Parecía que todos sus intentos por escapar ya eran en vano. La vida le había sentenciado a caer en manos de Youngsoo, quizá porque jamás aprendió su lección y siguió comportándose de la misma forma que en su antigua ciudad. Este era el momento en que se comenzaba a arrepentir de muchas cosas... Demasiadas, pero no de una.

− Quiero verte con una sonrisa de oreja a oreja, Jimin.

Jeon Jungkook era lo único bueno que alguna vez tuvo y que también hecho a perder. No debió haber jugado al "no siento nada" porque termino sintiéndolo todo. Tuvo su oportunidad para decirle la verdad, para ser sincero y confesar sus sentimientos, pero fue un cobarde. Ahora se arrepentía pero al menos había escuchado la voz del chico una última vez, podía aferrarse a eso unos segundos más.

− En un par de horas nos iremos así que intenta descansar. Ya verás que jamás debiste irte de mi lado porque estamos destinados a estar juntos, bebé.

Youngsoo deposita un beso en su mejilla que le provoca arcadas para luego salir de la habitación. Apenas Jimin escucha la puerta cerrarse tras el suelta una risa llena de tristeza. El destino era cruel, le dio todo para arrebatárselo sin piedad y no sabía si sería capaz de sobrellevar lo que se venía. Por un momento deseó morir, detener todo de una vez. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde pero para Jimin todo se veía desolado y sin luz alguna...

Un milagro sería que Jeon Jungkook llegase a su rescate.





•   •   • 



Ambos miraron el edificio que se asomaba justo en frente. Era el único de la manzana que calzaba con la descripción y tenía el letrero de Marcis ladeado sobre la entrada. Jungkook respiro profundamente mientras Yoongi le enviaba un mensaje con la ubicación a los demás.

− Listo, vienen para acá −dice y Jungkook asiente−. ¿Seguro que no quieres esperarlos?

− Aún no sabemos si Jimin esta adentro, si no es así tendremos que seguir buscando y habremos desperdiciado un montón de tiempo.

− Tienes razón... Mejor entremos.

Cruzan la calle sin siquiera mirar. Les tomó casi una hora llegar hasta el lugar así que lejos había quedado el ser precavidos. La verdad era que los dos tenían la cabeza muy llena de pensamientos variados y revuelta en sentimientos, sobre todo Jungkook quien durante toda la noche no había podido tranquilizarse por más que quisiera. Ya faltaba poco para que amaneciera y esperaba que con la ayuda del sol como guía pudiesen encontrar más rápido a Jimin.

− ¿Qué pasa si no esta ahí? −Pregunta Yoongi con un tono de voz que reflejaba profundo miedo cuando llegan a la entrada del hotel.

Jungkook tiembla un poco. El se hacía la misma pregunta a si mismo una y otra vez mientras caminaban y solo tenía una respuesta para ello. Antes de hablar poso la mano sobre el picaporte de la puerta que se alzaba frente a ellos, por inercia cerró los ojos y rogó que estuvieran en el lugar correcto.

− Lo buscaré por cielo y tierra hasta encontrarlo.

Con eso dicho Jungkook abre la puerta siendo seguido de cerca por Yoongi.

Lo primero que vieron fue una improvisada recepción siendo iluminada por un par de focos que parecían estar a punto de apagarse por falta de mantención. Jungkook dio dos pasos sintiendo un fuerte hedor a alcohol que era proveniente del hombre sentado detrás de la recepción. Hizo una mueca, si el único testigo a quien le podían preguntar sobre el paradero de Jimin estaba borracho eso supondría un problema y haría las cosas aún más difíciles.

De todas formas se acercaron al hombre quien parecía demasiado ocupado viendo una revista con mujeres en trajes de baño. Yoongi le hizo señas pero parecía que el extraño se esforzaba en no hacerles caso. Jungkook frunció el ceño y es que no tenía tiempo para perder.

− Disculpe, señor −habla fuerte haciendo que el hombre lo mirase cabreado.

− Estamos copados −responde volviendo a su lectura−, no hay habitaciones.

− No necesitamos una habitación. Queremos saber si vio a un chico entrar a...

− Si no quieren habitaciones −le interrumpe el tipo−, no gasten mi tiempo. Mocosos.

Yoongi ya estaba echando humo por las orejas y dio un paso al frente para enfrentar al hombre pero Jungkook le pone la mano en el pecho para detenerlo. El castaño trata de hacerle una seña de que el se encargara del asunto mientras saca su teléfono del bolsillo y busca una fotografía de Jimin.   

− Por favor, solo díganos si lo ha visto −dice estirando el celular por sobre la recepción.

− Ya les dije que no molesten −insiste el hombre tomando la revista y bloqueando de su vista el teléfono−. Estoy ocupado, váyanse de aquí.

− Usted no entiende... El esta...

− ¿Podrían irse antes de que los mande a sacar de patadas?

− Por favor, señor. Solo mire...

− ¡Dejen de joder! Si su amigo fue a un motel deberían dejarlo tranquilo.

Y con eso Jungkook explotó.

Yoongi fue el único que pudo ver en vivo y en directo como Jungkook estiro sus manos por sobre el pedazo de madera que los separaba del hombre para tomar a este último por el cuello de la camisa dejándolo atónito mientras lo levantaba de la silla en la que estaba ubicado. El tipo trataba de soltarse pero parecía que la fuerza de un toro se hubiese distribuido en los brazos del chico haciéndole imposible moverse.

− Ok, basta −pronuncia Jungkook por fin−. Va a mirar la maldita foto y nos dirá si el chico esta en este hotel o le juro que lo dejaré estampado contra la pared.

El hombre le mira asustado y en ese minuto Yoongi toma el teléfono de Jungkook para mostrarle la imagen. El silencio se prolonga por unos segundos mientras el extraño se fija y empieza recordar, por último su cabeza se mueve en forma de asentimiento.

− Bien −le felicita Jungkook con sarcasmo−. ¿En qué habitación esta?   

− No puedo proporcionar ese tipo de infor...

Jungkook lo sacude con ambas manos mientras aprieta mas el agarre, así el hombre se queda mirando directamente hacia el teléfono sin poder respirar correctamente. Ahora si que el chico estaba enojado y no iba a aguantar más idioteces que lo retrasaran.

− Escúcheme bien, idiota. Este chico ha sido secuestrado y la policía viene en camino. Si no quieres que te entreguemos por encubrir a un secuestrador será mejor que me des el maldito número de la habitación más la llave extra. ¿Haz entendido?

El hombre estaba sorprendido y Yoongi también. Nadie pensaría que un chico como Jungkook podía llegar a tener ese temperamento cuando siempre se había mostrado demasiado amigable y no violento. Parecía que la desesperación más las circunstancias habían logrado sacar un lado de el jamás visto, todo para encontrar a Jimin.

− Es la 34 −responde el hombre con la voz entrecortada−, t-tengo la llave aquí.

− Suéltalo, Jungkook −dice Yoongi tratando de calmar al castaño.

De mala gana Jungkook soltó al hombre y este cayó de sopetón en la silla, aunque sin importar ese detalle se reincorporó de inmediato para buscar la llave en una caja cerrada que había por los costados de la recepción. Cuando el objeto estuvo en manos del castaño este sintió un cosquilleo de angustia en el estomago.

− Si no lo encontramos −dice dirigiéndose al hombre−,  créame que volveré a buscarlo y deseara haberse ido con la policía.

Con eso dicho ambos chicos corren por la escalera tres pisos arriba. Ahora los corazones volvían a latir con fuerza y la adrenalina comenzaba a consumirlos nuevamente. Estaban cerca pero sabían que no había cosas buenas esperándolos en su destino, eso no les impidió acelerar cada vez más el paso hasta que el pasillo se asomó frente a ellos.

− Por aquí −dice Yoongi quien se guía por los números de las puertas.

Caminaron hasta el final del corredor y luego doblaron hacia la derecha. Allí, justo al final y en todo su esplendor se encontraba el pedazo de madera con el número 34. Jungkook corrió, ahora estaba cerca, ahora podía salvar a Jimin y no dejarlo solo nunca más. Era hora de enmendar lo estúpido que fue.

Cuando se detiene frente a la puerta el pecho le sube y baja con rapidez. Saca la llave para meterla en la cerradura mientras Yoongi traga saliva. Fuese lo que fuese que les esperaba dentro debían enfrentarlo, los arrepentimientos ya no podían existir.

La cerradura suena. Habían logrado abrir la puerta.

Jungkook gira el pomo y es el primero en entrar. Como si de una bala de cañón se tratase una imagen llegó a su cerebro. En la habitación a la que habían accedido había otro pasillo que conducía a lo que parecía ser una sala de estar, aunque eso era lo que menos importaba. Lo que hizo que se le cortara la respiración fue ver una silla justo en medio de esta, con un chico atado y amordazado sobre ella.

Sus miradas se conectan. Ahí estaba Jimin, herido pero allí estaba.

Corre sin importarle nada. Apenas llega al lado del chico le toma la cara sin creer que era el, ni siquiera aquel horrible moretón que tenía en el ojo o el labio partido lograban quitarle su belleza natural. Su corazón pareció tranquilizarse al menos un segundo, allí estaba Park Jimin, a su lado.

− No puedo creerlo, Jimin −decía mientras le tocaba el rostro−. Estas aquí, estas aquí.

− ¡Jimin! −Grita Yoongi llegando al lado de ambos.

A Jungkook le tiemblan ligeramente las manos mientras busca deshacerse de la mordaza que tiene Jimin. El rubio estaba llorando y cuando el pedazo de tela dejó su boca los sollozos aumentaron su volumen.

− ¡Deben irse! −Comienza a gritar Jimin desesperado.

− Vinimos por ti −le contesta Jungkook sin entender.

− ¡Váyanse! ¡No es seguro, el tiene un arma! 

− ¿Él que...?

En ese momento la habitación entera se congeló a pesar de la energía que recorría los tres cuerpos. Los pasos de una persona ajena y el sonido característico de un arma cargándose se hicieron presentes llenando el espacio. Jungkook se gira sobre si mismo para encontrarse con el maldito enfermo que se había llevado a Jimin apuntándole directo a la cabeza.

− Bienvenidos −dice Youngsoo sonriendo.








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Nota: Penúltimo capítulo. Fin de semana escribiré el final y el epílogo que contará con dos partes. Eso es todo. Besossssssss. Los amo.

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