019.
– ¡Jodido idiota! –grita Jimin sin poder creer lo que estaba viendo– ¡Eres un jodido idiota, Min Yoongi!
Y es que a pesar de que estaba muy feliz de ver a su mejor amigo frente a sus narices sentía unas inmensas ganas de golpearlo porque no le aviso de su visita. Dejando eso de lado como un ciervo herido abrazo a Yoongi intentando no echarse a llorar.
– Ya, ya. Mucho apapacho –se queja Min mientras hace una mueca–, ¿dónde esta la cocina?
Jimin lo soltó y revoloteo los ojos ante el comentario. A veces olvidaba lo hambriento que era Yoongi porque con las patas de pollo que tenía engañaba a cualquiera. Jimin sabía que si invitabas a comer a su mejor amigo ibas a terminar quebrado, o qué si le decías donde estaba la cocina tenías que ir pensando en comprar un candado para el refrigerador.
– Al fondo, en la derecha.
– Gracias, zorra preferida.
Yoongi entro y lo primero que hizo fue arrojar la enorme mochila que colgaba en su espalda hacia un lado. Jimin cerró la puerta y fue tras el, si lo dejaba mucho tiempo solo en la cocina se quedaría sin nada.
Como era de esperarse Yoongi ya estaba sacando un pedazo de pizza de la noche anterior más un yogurt de dudosa procedencia.
– Creo que eso esta agrio –dice Jimin y Yoongi se encoge de hombros.
– Mientras no tenga hongos no pasa nada.
– Eres un asco.
– Un asco que te alegras de ver.
Ambos se sentaron en la mesa. A Jimin se le hacía muy raro ver a Yoongi ahí, comiendo como si nada pasara. Osea, vivían en distintas ciudades y ahora el idiota pálido con ojeras más grandes que una montaña estaba en su casa. No había sentido en eso.
– ¿Qué mierda haces aquí, Yoongi? –pregunta por fin mientras su mejor amigo se atragantaba con la pizza.
– Sfe dife grafias, Yoongi mfi futo afo –responde el con la boca llena por lo que no se entiende nada.
– Traga antes de hablar, idiota.
Yoongi hizo caso y comenzó a hablar.
– Me tenias muy preocupado, también a Iseul. Así que hable con el Director para ver cuánto podía ausentarme sin que corriera peligro mi semestre. Me dijo que si en los exámenes salía con más de diez me dejaba ir tres semanas sin problemas y como yo soy el puto amo del universo, saque diez en todo, así que le dije a Iseul si podía venir y como ella me quiere más que a ti me dijo que sí de inmediato. Compre el boleto de autobús y aquí estoy. Hola.
Jimin se río. Aunque no quería admitirlo Yoongi había llegado en el momento indicado, justo cuando más lo necesitaba. Por unos minutos se olvido de todo lo que había pasado el día anterior, pero ahora la imagen de Jungkook estaba haciéndose presente en su cabeza logrando que se sintiera débil.
– ¿Qué tienes, idiota? –pregunto Yoongi mientras daba un sorbo al yogurt.
– Que tienes razón, Yoongi. Soy un idiota.
– ¿Qué mosco te pico? Deberías estar feliz de tener a tu abeja reina aquí pero en vez de eso tienes una cara de culo y te tratas de idiota –en eso Yoongi comienza a reírse estrepitosamente– por un segundo imaginé que te le habías declarado a la rata y te habían rechazado.
Esas palabras se fueron directo al corazón de Jimin quien bajo la mirada, se dio media vuelta para caminar hasta el sofá y se dejo caer con su cara en la almohada. Pudo escuchar como Yoongi se levantaba de la mesa dejando de lado la comida y caminar hasta donde el se encontraba.
– No jodas, Jimin. ¿Enserio lo hiciste?
Jimin seguía con su cabeza enterrada en la almohada pero hizo un gesto de negación. No tenía ganas de hablar del tema, la herida estaba demasiado fresca como para comenzar a desenvolver los detalles.
– Entonces... ¿Qué paso?
Jimin alzó una mano sin levantar la cabeza para señalar su culo (el cual estaba adolorido desde ayer) y luego volvió a hundirse en su improvisada tumba de tristeza. Se suponía que ahora debía estar feliz por haber conseguido lo que quería desde que llego a esa odiosa ciudad, pero ahora se sentía como una miserable sabandija pisoteada por un ex niñito virgen.
– Oh –susurra Yoongi– ya veo...
Su mejor amigo se sentó en el piso frente al sillón y con el mismo cuidado de una morza caminando sobre hielo fino dio palmaditas en su espalda. Fue tan fuerte que Jimin tuvo que golpearlo para que dejase de hacerlo porque en vez de "consolarlo" le estaba fracturando la espalda a manotazos.
– ¡Basta, estúpida! –chilla Jimin para luego hundir su cara por tercera vez en la almohada.
– Eres una perra mal agradecida, pero verte así me da pena.
– No quiero ver la luz del sol en un buen tiempo.
– Pero, ¿qué pasó? –pregunta Yoongi bastante preocupado–, ¿tuvieron sexo y luego que?
– Luego nada.
– No entiendo, imbecil.
– Luego dormimos y durante la noche se levanto de la cama, tomo sus cosas y se fue sin siquiera despedirse. Ósea nada.
Jimin recordaba la imagen y quería echarse a llorar nuevamente. No, no era tan descarado como para decir que todo era culpa de Jungkook, pero le dolía y mucho, eso no podía evitarlo. Por otro lado, quería convencerse de que había sido lo mejor, que quizá ahora sufría pero más adelante el dolor cesaría.
Deseaba con todas sus fuerzas que fuese así.
– No te diré que te lo dije, porque sería como apuñalarte unas cincuenta veces –dice Yoongi–, así que solo nos queda decretar código rojo.
– No tengo ganas, Yoongi.
– No te estoy preguntando, estupida. Estoy decretando código rojo porque estás mal y necesitamos animarte antes de que sea el dichoso baile. Por cierto, ¿cuando es esa mierda?
– En una semana...
– ¡Muy bien! Alcanzaremos a alquilar los trajes e ir a la peluquería, me encanta.
– No tengo ganas...
En ese momento Yoongi le tira el cabello como madre enojada porque no ordenas tu habitación y Jimin vuelve a chillar como ciervo herido. Odiaba cuando su mejor amigo se ponía así de bruto, lo cual pasaba el 99% del tiempo.
– ¡Me dejaras calvo! –grita Jimin y Yoongi bufa.
– ¡Entonces no me mientas porque tú adoras todo lo que tenga que ver con los bailes y comprar ropa cara!
– ¡Solo no estoy de ánimos!
– ¡Me importa un carajo, estamos en código rojo y sabes lo que significa!
– ¡Un maratón de RuPaul's Drag Race y un litro de helado de chocolate no me hará sentir mejor!
Yoongi abrió los ojos de par en par y Jimin supo que la había cagado muy feo.
– Retira lo que dijiste –dice Min con el ceño fruncido–, perra barata que confunden con zuricata de alcantarilla mal teñida.
Jimin levantó su cara de la almohada solamente para llevarle la contraria a su mejor amigo.
– Prefiero ver un maratón de Stranger Things, la serie es mejor y Eleven...
No alcanzo a terminar porque Yoongi se lanzó a golpearlo como gata en celo mientras Jimin trataba de zafarse de su agarre arrastrándose a través de el sillón rogándole al cielo que no le pudiese arañar su cara.
Ya saben lo que dicen, entre perras malas se entienden.
• • •
Después de una pelea bastante extensa en donde ambos chicos quedaron tirados en el piso de la sala hasta que Iseul llegó, Yoongi logró convencer a Jimin de ver el maratón de RuPaul's Drag Race pero en vez de tomar helado el último exigió que pidieran una pizza. Así pasaron el resto de la noche, eligiendo a sus favoritos y gritándole a la computadora cada vez que los eliminaban. Jimin estuvo tranquilo, al menos por un par de horas pensó muy poco en Jungkook, así que agradecía tener a su mejor amigo con el en esos momentos.
Al otro día, después de dormir unas cuatro horas gracias a su desvelo. Yoongi arrastró a Jimin a fuera de la casa con la excusa de que irían a algún centro comercial para buscar los trajes que usarían para el baile de primavera. Jimin hizo un berrinche de proporciones pero no sirvió porque Yoongi lo saco a patadas de la casa.
Cuando llegaron al centro comercial lo primero que hicieron fue buscar alguna tienda para poder arrendar los trajes que usarían.
– Quiero algo con brillos pero negro y ajustado –balbuceaba Yoongi cuando entraron a una tienda grande y ojeaba las chaquetas que tenían.
– Lo que sea –respondió Jimin desanimado.
– Cambia la cara por favor, así te saldrán arrugas.
– Seré una pasita arrugada, no me importa.
– Cuando estás triste eres una perra insoportable, Jimin. Ve a probarte un traje antes de que me de un ataque de nervios.
Bufando Jimin comenzó a caminar por la tienda buscando algo que le gustara. Logró encontrar un esmoquin con chaqueta blanca que llamo bastante su atención ya que se parecía a uno que vio en los jueces de RuPaul's y estaba seguro de que con un corbatín rojo se vería muy bien. Se hizo pasó entre la gente (al parecer todo el mundo tenía una fecha importante que ameritaba un traje elegante) para llegar hasta la sección de corbatines donde casi se pierde por la cantidad que había. Estuvo bastante tiempo tratando de hallar uno con el tono indicado pero le fue imposible. Rendido volvió hasta Yoongi quien estaba entusiasmado probándose una chaqueta.
– No encuentro un corbatín rojo –se queja Jimin y Yoongi le contesta mientras se mira al espejo.
– Pregúntale al encargado, estupida. Yo no soy adivino.
Mostrándole el dedo corazón está vez se dirigió hasta uno de los chicos con camiseta azul que trabajaban en la tienda. Tuvo que tocarle el hombro un par de veces porque el chico no le hacía caso alguno.
– Dígame –dice el encargado por fin justo antes de que Jimin perdiera la paciencia.
– Necesito un corbatín rojo y no encuentro en la sección donde deberían estar.
– Creo que me quedan unos en la bodega, ¿podría esperar un momento?
– Como sea.
Justo en el momento en que el encargado se da vuelta para ir por los corbatines es abordado por otro cliente de la tienda preguntando por una talla específica de camisas. Cuando Jimin escucha la voz del tipo supo que la mala suerte, la desgracia y el Apocalipsis lo perseguían.
Cuando levanta su cara su mirada choca inmediatamente con los ojos de Jeon Jungkook. Y después noto a la pulga mutante de Hani colgada de su brazo.
"Trágame tierra", pensó Jimin.
Vio claramente como Jungkook iba a gesticular un saludo tímido pero fue interrumpido por una voz chillona corriendo directamente hacia Jimin.
– ¡Lo encontré, joder! –chillaba Yoongi mientras tiraba del brazo del rubio para hacer que lo siguiera– ¡Está lleno de brillos y tiene partes opacas, me encanta!
A pesar de que fue arrastrado por su mejor amigo quien no se había dado cuenta de que Jungkook estaba ahí, sus miradas no se desconectaron hasta que la multitud de que estaba en la tienda los separo nuevamente. El pecho de Jimin ardía porque no había pasado más de un día y Jungkook estaba de lo más despampanante con Hani a un costado, mientras que el sufría y se desquitaba con el pobre de Yoongi.
Ya no más.
Jimin podía ser una perra muy mala si se lo proponía y esa vez no sería la excepción.
Mientras el rubio dejaba aflorar toda la ira que llevaba dentro en el otro costado de la tienda Jeon Jungkook estaba sufriendo de un ataque de celos en ese precisó instante mientras Hani le hablaba de unos zapatos que había visto.
Porque sí, Jungkook era bastante inocente como para pensar que Yoongi era el "novio" del cual Jimin le hablo.
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Nota: GRACIAS POR LOS 2k DE SEGUIDORES, FIESTA FIESTA PLUMA PLUMA GAY 🌈💘
Y casi llegamos a los 60k aquí en ternura, WHAAAAAAAT.
Ustedes son un gran apoyo para mí, los amo con todo mi corazón💓
Hasta la próxima actualización.
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