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Zona Prohibida

Hola!! Aquí está la historia corto, mi nuevo reto ya que, los que me conozcan no soy de escribir de este género pero me arriesgue :D Espero que os guste y si veis algo con lo que pueda mejorar, me alegraría saberlo, siempre se aceptan muy bien las críticas constructivas *-* Soy una persona que me gusta crecer con la escritura y me gusta probar cosas nuevas :)) Bueno, sin más rollos, os dejo con la historia... 

Las chicas están a favor de ir a ver aquel pueblo abandonado que les ha dicho el anciano. James con su discurso las ha terminado de convencer, saben que tiene razón. A todos los lugares que han ido ha sido un fracaso, son casas viejas, cayéndose a trozos, con bichos pero sin rastro de nada extraordinario ni fantasmal. Erik era el único al que no le causaba mucha gracia ir pero no dijo nada. Se ha armado de valor y ha dicho que sí como el resto del grupo. Siempre han sido una piña y nada ni nadie lo va a cambiar. Van a estar juntos siempre, nunca nadie los separará o eso es lo que ellos pensaban.

Ese mismo viernes empezaron su trayectoria. Cogen la furgoneta y en el camino Josh empieza a leer todas las investigaciones que habían encontrado sobre ese pueblo abandonado.

— "Un grupo de estudiantes quiso dar el golpe y echar por tierra la leyenda de la zona prohibida. Solo un superviviente ha salido de esa perturbadora casa del lago. No se sabe cómo consiguió llegar al pueblo de al lado, desplomándose delante de un pobre anciano. Los sanitarios lo llevaron al hospital, sin mucha esperanza de que siguiera vivo consiguieron mantenerlo. En estos momentos está terminal pero se escucha decir a la gente de las habitaciones a su alrededor, que por las noches se escuchan gritos desgarradores providentes del único chico superviviente". —lee Josh mientras Erik conduce hacia su destino.

— ¿Creéis que es verdad lo de la noticia? ¿Dice algo más? —pregunta Natacha curiosa. Su cara transmite seriedad, por un momento pensaba en echarse atrás pero era tan grande su confianza en que nada de eso existía que decide olvidarse de ese pensamiento absurdo.

— No mucho más... "No se sabe nada de los demás adolescentes, la policía ha estado investigando estos días y no hay rastro de ellos. Parece que se los ha tragado la tierra. Parece ser que la zona prohibida es más peligrosa de lo que la gente piensa. Si pisas en ella, olvídate de volver sano y salvo"... Ya está, ya no dice nada más. —finaliza Josh.

— ¿Queréis mi opinión? —dice James. Todos asiente y éste empieza a explicar su famosa teoría. -Mirad, si hubiera sido verdad, ¿no creéis que sabríamos algo más sobre ese único superviviente? No pueden mantenerlo toda una vida como terminal. Saldría en las noticias y yo no he oído nunca hablar de ello. Seguro que solo es una noticia para dar miedo a la ciudadanía y que no vaya.

— Tiene razón. Habrían dicho algo más sobre el superviviente y no han dicho nada más. Ni siquiera se sabe quién es. No han dicho nombres, extraño ¿verdad? —se suma Erik a la conversación.

— Sí, un tanto extraño sí que es pero allí vamos nosotros para ver lo tan terrible que es esa zona prohibida. —dice Leyre.

Después de decirse unas palabras de ánimo y leer la noticia los jóvenes se mantienen callados hasta la llegada al pueblo abandonado. No hay muchas casas y las que hay están derrumbadas o a punto de caerse. Erik estaciona la furgoneta en una de las calles de este pueblo solitario. Todos tienen curiosidad por lo que habita en el lugar. Andan de lado a lado, asomándose por todas las puertas y ventanas de las viviendas hasta que un gran destello de luz los ciega a todos por completo, dejándoles deslumbrados y sin saber qué hacer. 

— ¿Qué ha sido eso? ¡No veo nada! —grita Elizabeth frotándose los ojos e intentando recuperar del todo la visión.

— Todavía tengo esa luz metida en los ojos. Es como el flash de una cámara pero a lo bestia... —dice riendo James. James aunque lo estuviera pasando mal, haría lo posible para hacer reír a sus amigos, él es así. No puede ver sufrir a nadie.

— ¡Esto no es normal! Seguro que es algún niñato que quiere meternos miedo. —Afirma Leyre segura de lo que dice. — Alguien se está quedando con nosotros, incluso, el viejo ese de ayer.

— Pues no tiene ni pizca de gracia. Mis ojos azules son débiles a la luz... —Natacha era la que más cegada estaba. Los ojos claros son más sensibles a los rayos del sol o a cualquier luz que se refleje en ellos.

Erik recompone su postura, alza la cabeza y encuentra la gran casa del lago. Aquella de la que el anciano habló el jueves, la zona prohibida. — Chicos, mirad allí arriba. —todos alzaron la cabeza incluyendo a Natacha que pone su mano como visera. —La zona prohibida. —termina diciendo.

— ¿Y eso está abandonado? —pregunta Elizabeth incrédula. La cabaña para estar abandonada parece estar en muy buenas condiciones, al menos, a lo lejos parece estar así.

No tardan en correr hasta la furgoneta e ir hacia lo alto. El camino de piedra hacía que las ruedas patinaran más de lo normal y en alguna ocasión que se acercara demasiado a la orilla, haciendo que las ruedas traseras salieran del carril. Sin embargo, era como un milagro que volvieran a la calzada. Empezaron a ver unas grandes puertas de hierro, de esas que chirrían cuando da en ellas.

— ¿Está cerrado? -pregunta Natacha misteriosa. Baja de la furgoneta sin pensarlo y empieza a forcejear la puerta para abrirla. Nada, era imposible. Las cadenas que las juntaba eran muy gruesas y no tenían nada para abrirlas. —No hay nada que hacer chicos. Hemos venido para nada. -vuelve a subir a la furgoneta refunfuñando por lo bajo y cierra de un portazo. —El maldito anciano nos la ha jugado, aquí no hay nadie. Además, está en demasiadas buenas condiciones.

— Ya. Hemos sido estafados por un anciano de pacotilla que lo único que quería era meternos miedo... —suspira Josh.— me siento estafado. —ríe y los demás le acompañan menos Erik. — Oye, ¿qué te pasa? —le da un manotón en la espalda y este se gira a mirarlo con los ojos idos. Lo mira de una manera horrorosa, incluso Josh siente miedo de estar a su lado.

— Si el anciano nos trajo aquí, es por alguna razón... —mira a Natacha con puro odio. — Yo bajaré, parece que la chica no tiene tanta fuerza como dice tener. —baja sin decir nada más. Todos se quedan mirándolo y empiezan a reír pensando que era un broma pero, ¿de verdad lo era? ¿Era Erik capaz de realizar una broma como esa a sus mejores amigos?

Cuando quisieron darse cuenta Erik ya estaba otra vez sentado en el lugar del piloto y con una gran sonrisa. Había conseguido abrir las puertas.

— ¡No sé como lo habrás hecho pero eres un puto crack! — James lo abraza por detrás y lo anima a que siga. Nadie baja a cerrar las puertas, no pensaban cerrarlas, así tenían más fácil salir el domingo por la mañana.

— Esto es gigantesco. Será mejor que no nos separemos si no queremos perdernos. —avisa Leyre mirando a todos sus amigos.

La casa es realmente espantosa, por fuera se conserva muy bien, las piedras son gruesas y aguantaran un par de años más pero por dentro está hecha una porquería. Las telarañas caen desde el techo, hay como una niebla dentro de ella que no dejan ver los largos e inmensos pasillos. James abre las ventanas pero se cierran de golpe. Se quedan mirando y empiezan a reírse. Piensan que todos son cuentos chinos y alguien les está jugando una mala pasada. Sin darle mucha importancia, todos juntos suben a las habitaciones de arriba, la niebla a desaparecido por obra de magia. Hay varias puertas en la parte derecha y solo una a la izquierda. Como era de esperar van directos a la única puerta que hay en el lado izquierda pero está cerrada. Leyre se quita un gancho del pelo y lo intenta pero parece que está cerrada por dentro.

Oyen el sonido chirriante de las  puertas principales, corren hacia abajo, abren la puerta y efectivamente, las puertas se acaban de cerrar por si solas. Elizabeth mira a las chicas un poco asustada, sabe que nada que les está pasando es verdad pero, ¿y si lo fuera? El beneficio de la duda quedaría en su cabeza ya que no quería que se burlaran de ella toda la noche.

Se agrupan todos en el gran salón que la casa, hay un gran ventanal que da directamente al lago. Es muy iluminado pero no le vendría nada mal una mano de limpieza. Hablan entre ellos, necesitan arreglar las habitaciones y sacar algunas pertenencias de la furgoneta. Tenían la idea de acampar pero no hay mucha tierra fuera de la casa para hacerlo, así que por grupos dormirán en diferentes habitaciones. Los tres chicos empiezan a descargar la furgoneta, llevando las mochilas a la habitación correspondiente. Natacha y Leyre arreglan las camas de las dos habitaciones más grandes, mientras Elizabeth coloca algunos alimentos en los estantes de la cocina. Hay luz y agua, así que están mejor de lo que pensaban. James le entrega la pequeña nevera que siempre llevaban en las acampadas, para que la bebida se mantuviera fresca. La deja cerca de la dispensa pero cuando se marchaba de la cocina para ayudar a los demás, la puerta de ésta empieza abrirse lentamente. Está oscuro, no se ve nada. Elizabeth se queda quieta, inmóvil, la recorre una sensación extraña. Da media vuelta para dirigirse a ayudar a sus amigos pero, desde el gran ventanal ve a una niña en medio del lago.

— ¡Venid! ¡Corred!... —nadie la está escuchado, están demasiado atareados. Ve como la niña, por encima del agua, se acerca. Tiene unos ojos azules brillantes, cada vez está más cerca. Empieza a gritar como una loca mientras camina hacia atrás. No obstante, choca con algo duro que le coge de los brazos. Baja la mirada y ve unos dedos meramente asquerosos, con unas grandes uñas. La aprietan fuertemente, levanta la mirada y ya no hay nadie, la presión de sus brazos ya no está. Mira para asegurarse y todo ha desaparecido. Se asoma a la cocina y la dispensa también está cerrada. Las manos le tiemblan, se apoya en el marco de la puerta y cierra los ojos intentando relajarse. ¿Dónde estaban sus amigos cuando los ha necesitado? Ha gritado durante más de quince minutos y nadie ha ido a socorrerla. Nadie de ellos la creería. Los chicos entran y ven a Elizabeth abrazada a sí misma y apoyada en la puerta de la cocina. Se miran entre ellos y deciden gastarle una pequeña broma. Se acercan lentamente, sin hacer nada de ruido, casi están encima de ella y es entonces cuando todas las puertas de la planta de arriba se cierran, dejando encerradas a Natacha y Leyre. Los gritos de auxilio de las dos chicas son desgarradores, están asustadas. Algo o alguien les ronda cerca, les observa desde dentro de la habitación. Cuanto más miedo tienen ellas, más poder le dan, más gusto de sangre y más placer de matar tiene.

Elizabeth abre los ojos de golpe al escuchar los gritos de sus amigas. Mira a los chicos mirando hacia arriba pero no se mueven. - ¿Qué hacéis ahí parados? ¡Vamos! Tenemos que sacarlas de ahí.

Los chicos reaccionan y siguen a Elizabeth. Intentan abrir la puerta, les piden que se calmen pero todo es en vano ya que escuchan ruidos extraños. Natacha abraza a Leyre. Están agachadas en una esquina de la habitación. El cielo se torna oscuro, sin dejar rastro de luz. Se vuelve un aire violento, no consigue abrir las ventanas pero si hace que las ramas sueltas de los árboles que rodean la casa peguen en ellas.

— Dime que esto no puede ir a peor por favor, ¿por qué nos está pasando esto a nosotros? ¿Qué hemos hecho? —Leyre mira a Natacha y se queda perpleja al ver unos brazos pasar la dura pared. Intenta señalarlos con las manos para avisar a Natacha pero es inútil.

— ¿Qué te pasa? ¿Por qué me miras así? ¿Qué tengo? —abre la boca pero no sale palabra alguna. Natacha opta por mirar hacia atrás pero se queda mirando dos pequeñas luces que salen de debajo de la cama. —Dime que estás viendo eso que hay bajo la cama. Leyre, ¡Leyre! —Leyre la mira de una forma extraña, mueve la cabeza de lado a lado. Tiene una media sonrisa y tiene la mirada ida, como momentos atrás Erik. Acerca su mano a su cara pero la aparta instintivamente. La mira con odio y cae desplomada al suelo.— ¡Leyre! Por favor, sacadnos de aquí, Leyre está muy mal. ¡Está fría!

Los chicos aporreaban la puerta una vez tras otra, intentando derribar la puerta pero eso era imposible. Ni siquiera hacia intención de romperse, o eran muy buenas o algo se lo impedía.

— No puede ser que una maldita puerta no se rompa... —se queja Josh. — En cuanto le pase algo a Leyre o a Natacha juro que seas quien seas te mataré con mis propias manos.

Un árbol cae repentinamente dando a la frontera de la casa. Haciendo que Elizabeth se coja de James y éste la abrace con fuerza. Erik se pone enfrente de la puerta donde están las chicas. -Ya está bien de tanta gilipollez. -da dos saltos al aire, coge la fuerza necesaria y justo cuando está pasando por el medio, dos planchas caen con finas tiras de hierro afiladas, cortándolo en trozos pequeños. Elizabeth cae arrodillada al suelo, la sangre de Erik recorre todo el pasillo, James se agacha y la abraza por detrás a la desconsolada Elizabeth que llora a lágrima viva. Josh se queda desolado, con los ojos de par en par al ver que su amigo acaba de ser asesinado. Las lágrimas salen de sus ojos por si solas. Un ataque de ira se llena dentro de él, dando una gran patada a la puerta que curiosamente se abre, encontrando a Leyre tumbada en el suelo y a Natacha intentando reanimarla.

— ¿Qué ha pasado? —pregunta Natacha al ver gotas de sangre en su camiseta. Josh llora e intenta ser fuerte pero esto le está superando. — Josh, contéstame.

— Acaban de matar a Erik con unas planchas, lo han... lo han... descuartizado. —apenas le sale la voz en este último trozo. Natacha se tapa la boca con las manos intentando asumir todo lo que está pasando.

— Esto no es normal Josh, debemos salir de aquí ¡ya! —Josh coge a Leyre en brazos y salen.

Natacha al ver toda la sangre y los trozos de su querido amigo empieza a vomitar. Es muy desagradable encontrar a un amigo de toda la vida hecho trizas en el suelo. James agarra a Natacha y a Elizabeth de la cintura y las ayuda a bajar las espeluznantes escaleras. Sin embargo, mientras bajan un brisa fresca recorre el cuerpo de Josh que todavía sostiene el cuerpo de Leyre.

— ¡Cuidado Josh! —instintivamente se agacha con su amiga, al igual que todos los demás. Más de diez cuchillos han pasado por encima de sus cabezas, han tenido suerte esta vez pero quizá a la próxima puede que se haya esfumado.

Bajan a la entrada principal y James intenta abrir la puerta. — No se abre, está pasando como antes. - grita asustado. -Mira no sé quien cojones eres pero te juro que si te encuentro te mataré. — James está ido, no acepta la muerte de su amigo y no consentirá que maten a nadie más. Pero esa elección no la tiene él.

— Está bien, cruzaremos el lago y luego iremos corriendo hacia el pueblo, ¿entendido? —todos asienten. Sin embargo, pronto descubren que todas las salidas de la planta baja están cerradas.

— El sótano, nadie ha mirado en el sótano... —dice Leyre. Todos se quedan mirándola porque no esperaban que despertara de esa manera. Vuelve a tener su tono corporal normal. Ha vuelto a ser ella, ¿verdad?

Se miran unos a otros. Nadie quiere abajar el último. Deciden cogerse de las manos, unos irán de cara y otros de espaldas. Abren la puerta de la dispensa. Está oscura. Josh enciende el mechero pero alguien lo apaga. — Leyre no me soples... —se queja.

— ¿Yo? Yo no he sido... Josh... —dice con una voz extremadamente sexy, acercándose más a él y empezando a subir la manos por su trabajado abdomen.

— Leyre ahora no estoy par... —cuando voltea a verla se queda sin palabras. Leyre tiene los ojos azules, un azul brillante, con un pelo negro como el carbón. —Tú no eres Leyre. —dice entrecortadamente y sin dar crédito a lo que ve. Los demás no se encontraban detrás de ella, se habían esfumado como esa niebla del principio.

— Sí, soy yo. —lo mira fijamente. Sus ojos pasan a ser amarillentos, rojos y por fin, negros. Su cabeza se mueve lentamente mientras coge el cuello de su amigo y empieza a forzarlo. Josh, rojo por no poder respirar, intenta coger un cuchillo que hay encima de la encimera. Alarga el brazo todo lo que puede mientras ésta con sus fuerzas lo estrangula con más fuerzas. Josh, en un impulso inesperado la aparta fuertemente y consigue coger el cuchillo. Cuando lo tiene en la mano no lo piensa dos veces, se gira y lo mete directamente en el corazón. Los ojos castaños de Leyre miran a los ojos verdosos de Josh. —Josh... ¿qué me has hecho? —cae desplomada en el suelo, con los ojos cerrados. Josh la mira desde lo alto, sus lágrimas vuelven a salir pero si no la hubiera matado lo hubieran matado a él. Leyre y Josh, tenían una relación más que amistad solo que todavía faltaba formalizar esa relación. El corazón de Josh había dejado de latir por unos instantes, al verla desangrarse  en medio de la cocina.

Los gritos de los demás llaman su atención. Alguien había intentando llevarse a Elizabeth pero James y Natacha han conseguido cogerla y sujetarla con todas sus fuerzas. La mano de ese monstruo era horripilante, era un verdoso feo, sus uñas eran largas y sucias y sus ojos brillaban en la oscuridad. James ve a Josh manchado de sangre, con un cuchillo en la mano.

— ¡Josh! —exclama. —Pero, ¿qué ha pasado?

— Leyre está muerta. Ha intentado matarme, se ha apoderado de su cuerpo débil. Me miraba como si estuviera ida, me estrangulaba fuertemente y cuando me he librado y he cogido el cuchillo y se lo he clavado en el corazón ha vuelto a ser ella... —Josh intentan ser fuerte, sin embargo, se derrumba. —La quería y la he matado.

— Era tú vida o la de ella. —contesta James mirándolo con seriedad. —Esta maldita casa está encantada. Es la primera vez que lo estamos viendo con nuestros propios ojos. ¿Es eso lo que queríais? ¿Qué lo viéramos? Ya lo hemos visto, déjanos salir. ¡Déjanos libres! —grita enfurecido.

Unas voces extrañas se escuchan en la planta de arriba, al igual que ruidos extraños. Natacha hace intención de subir pero James la para con la palma de la mano. Se escucha el sonido de la puerta principal, Josh y Elizabeth sonríen. Elizabeth sale corriendo y cuando Josh echa detrás James lo para. - ¡Eli no salgas, es una trampa! - pero ella sigue corriendo sin mirar atrás. Sonríe porque está llegando a la puerta, las nubes dejan caer las gotas del cielo. Llueve a cantaros, en un momento está todo mojado y justo cuando va a cruzar la puerta un cable de alto voltaje cae en el charco donde ha puesto el pie. La electricidad corre por su cuerpo, se mueve rápido como si estuviera dándole un ataque. Todos miran como muere lentamente y chamuscada ante la electricidad. Sin más, deja de llover y escuchan una risa en el sótano. James lleno de furia y malicia se acerca con paso ligero. Josh evita que se acerque pero no es suficiente. James está convencido de ir abajo. Nadie lo va a parar, nadie juega con él y menos matando a sus amigos. En éste solo hay muebles viejos, ruidos producidos por las ratas y los gritos de Natacha al verlas. Josh ve un pequeño resplandor, le da una palmada a James y le señala con el cuchillo esa pequeña luz que se ve al lado de una esquina. Se acercan lentamente, apartando el armario que les impide pasar. Detrás de éste encuentran una puerta. Puerta que les lleva a un pasillo muy largo, donde la niebla se hace más espesa y no deja visualización alguna.

— Esto debe salir al pueblo abandonado, ¿no creéis? —pregunta Natacha dudosa.

— No creo, fíjate... Hay miles de puertas aquí dentro. —se asoman una por una. Son de acero y están frías. Giran los pomos varias veces pero no se abren. Sin embargo, hay una que no está cerrada. — Voy a entrar, si queréis podéis quedaros aquí.

— No, te acompañamos. —dice Josh. —Ya hemos perdido a suficientes amigos por hoy.

Entran dentro de esa fría y oscura habitación. Natacha tirita de frío, Josh no la suelta y James con su mechero hace un poco de luz hasta que ve la llave. Le da y se encienden las luces. Se quedan mirando a todos los lugares y es una cámara para poner a todos los fallecidos dentro para mantenerlos helados.

— Dios mío... —Natacha abre la boca al ver el cuerpo de un joven tumbado en una camilla.

— James, vámonos de aquí. Esto no me da buena espina. —dice Josh mientras empieza a dar pasos hacia la puerta.

— Es para no dártela. —escuchan una voz no reconocida. El cuerpo que está tumbado en la cama empieza a levantarse lentamente. Parece colocarse todos los huesos en su lugar hasta que consigue ponerse de pie. Los mira de la misma forma que Leyre miró a Natacha en aquella habitación. El cuerpo empieza a avanzar hacia ellos despacio, sonriéndoles como un triunfador pero los jóvenes son más rápidos y salen corriendo por el largo pasillo, sin saber a dónde ir. Pero no eran tan veloces como parecían ser, ya que el propio muerto corre como alma que se lleva el diablo. Va agachado, como si fuera un animal de cuatro patas. Su velocidad aumenta a medida que estos aceleran. Lamentablemente consigue coger el tobillo de Josh. James coge a Natacha al ver que se queda parada al verlo en el suelo con esa bestia casi encima de él. Siguen corriendo hasta que consiguen salir fuera. Observan la zona y han salido fuera de la casa pero todavía están dentro de esas malditas puertas gigantes.

Escuchan los gritos desgarradores de Josh, no saben que le están haciendo pero los sollozos en ellos son constantes. James y Natacha corren hacia la furgoneta. Se encierran dentro con el seguro puesto. James sin pensarlo, abraza a Natacha con todas sus fuerzas. Josh en cambio está cortado por la mitad. Ese terrible monstruo que va cambiando de forma, lo ha cortado con una sierra lentamente, dejando que sufra, sintiendo cada corte, sufriendo su desangro y la salida de todos sus órganos vitales. Pasan un par de minutos sin escuchar nada, en Natacha han cesado los llantos, al igual que en James que piensa en un plan para poder escapar. Oyen el chirrido de las puertas de la calle y sus corazones bombean con fuerza, se quedan mirando y se abrazan muy fuerte. Emocionados por ese pequeño ruido abren las puertas para bajar de la furgoneta, bajan de ella y se dirigen hacia ésta. James camina rápido, Natacha casi corre pero de pronto James se va ligeramente hacia atrás.

— ¡James! —grita Natacha, acercándose a él.

— ¡Corre! Intentaré salir... —Natacha ve como sus lágrimas caen de sus ojos sabiendo que no va a salir. —¡Corre, maldita sea!

Natacha empieza a correr con todas sus fuerzas al exterior de esas dos puertas que han salido, oye como James grita por zafarse de esa cosa que ha matado a sus amigos. Corre lo más que puede, traspasa las puertas y se siente un poco más libre pero su corazón vuelve acelerarse cuando se retuerce el tobillo y cae pendiente abajo. Se da un gran golpe pero eso no le impedirá seguir hacia delante. Con el tobillo retorcido y varias heridas, vuelve a coger su camino. Le costará un par de horas llegar hasta su casa pero lo que no esperaba era que al llegar al pueblo abandonado viera a James parado en medio de la calle.

— ¡James! —avanza todo lo rápido que puede pero a medida que se acerca ve que esos ojos no son los de su amigo y una terrible sonrisa amenaza en sus labios. Natacha cae al suelo rendida, notando como unos pasos se acercan hacia a ella, dejándola sin conocimiento durante un par de horas.

***

"Ha vuelto a pasar. Un grupo de amigos ha ido de excursión a la casa del lago, aquella que nadie sale vivo de allí, aquella en la que han muerto cinco jóvenes y nadie saben donde están los cuerpos. La policía ha ido en busca y captura de aquel asesino que se está escondiendo entre las piedras. Sin embargo, no hay rastro de él. La única superviviente está ingresada en intensivos con estado terminal. No hay evolución durante el día pero por las noches, afirman algunos, que no deja de gritar. Igual que le pasaba al otro joven, que ha muerto nada más llegar la joven al hospital, ¿casualidad? Tened cuidado.

 

Los padres y madres están destrozados, las búsquedas son en vano, no hay rastro de ellos, solo de Natacha y su estado es grave. El periódico anuncia todo lo que sucede, incluso ha formado un equipo de investigación para ir a la casa pero, ¿serán capaces de salir vivos de aquella casa del lago? 

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