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III : ¿Pista?

Oye Kim, esto te gustará. — Dijo un acelerado Hoseok entrando a la oficina de Namjoon que tan pronto como lo vio dejó sobre su escritorio la carpeta en su mano.

El y Jungkook se habían puesto a revisar los expedientes de los tres casos que el convirtió en uno, y justo en aquel momento tenia en sus manos el del grupo Min.

Solo esperaba que con lo bromista que era su compañero no se tratara de uno de sus chistes pues en aquel momento paciencia es lo que menos tenía. — Es sobre tu caso, hay actividad en el sur, la fábrica que uno de tus grupos usaba como depósito. — Informó entregándole los documentos en su poder. — Jinyoung rastreó un par de llamadas y cuando trianguló lo llevaron allí.

Decir que aquello no alegro el día del moreno era mentir, y fue el mismo caso del joven pelinegros cuya mente y curiosidad trabajaron rápidamente, llevándolo a imitar al ojimiel cuando este se empezó a revisar los documentos que le entregó el pelirrojo dándose cuenta de un importante detalle.

¿No es la antigua base de los Kim? — Cuestionó revisando la carpeta de dicho grupo sobre el escritorio, decidido a confirmar su propia pregunta ignorando la sonrisa del moreno cuando despegó la mirada que los papeles.

Así es señor Jeon. — Habló Namjoon mirándolo y después a su compañero. — Lo que solo significa una cosa.

El ceño del menor se frunció mirándolo confuso. — ¿Que están allí? — Preguntó esperando no equivocarse.

Y la sonrisa del detective fue suficientemente clara. — Eso y que tendrás acción tu primer día chico. — Una palmada en su hombro fue la señal de que lo siguiera fuera de la oficina.

Y desde ese día Jungkook aprendería que quizá debía empezar a tener cuidado cada vez que viera a aquella sonrisa de hoyuelos aparecer con tanta emoción, pues no podía significar nada bueno.

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— ¿Donde esta Seokjin? — Preguntaba el castaño líder del grupo Kim sentado tras su escritorio de madera, jugando con los cubos de hielo que tintineaba en su vaso.

Había un par de chicos acompañándolo en aquel lugar, y el de cabellos cobrizos fue quien le respondió, pues el otro estaba concentrado en el sabor de su goma de mascar de cerezas. — Aún no llega del sur, señor. Parece que si tuvo suerte después de todo. — Se burló jugando con su encendedor.

Espero que no cometa otra estupidez como la última vez, estoy harto de sus errores. — Bramó el castaño de forma hostil.

Para nadie era un secreto lo duro que este era con el muchacho que todos sabían lo único que hacía era esforzarse por complacerlo una y otra vez, deseando conseguir que al menos una vez en su vida este confiara lo suficiente en el como para tratarlo como lo que era, su hijo.

El otro chico que lo acompañaba cuyo cabello era rubio y sostenía un bate de aluminio sobre su hombro al fin se interesó en la conversa volviendo su rostro a su líder sin dejar de sonreír. — No lo creo señor, Wang y su equipo lo acompañan. — Contó obteniendo un gruñido de parte del castaño.

No es que aquello le desagradara pero no le complacía lo suficiente, por lo que poso su mirada en algo que si lo hiciera, tan solo tuvo que girar su silla para tener frente a él a cada uno de sus trabajadores preparando el cargamento para su próximo movimiento.

— ¿Que hicieron con el policía? — Preguntó después de unos minutos.

Do KyungSoo, el detective que habían descubierto en una de sus misiones y que había estado a nada de entregarlo por un descuido que agradecía no había sido por parte de su hijo, había llegado muy lejos y por supuesto que no pudo simplemente soltarlo con toda la información que tenía pues no le convenía que a meses de estar planeando aquel movimiento todo se fuese abajo por un entrometido detective.

Así que hizo lo indicado, o bueno alguien lo hizo por él. — Yo mismo le di su fiesta de bienvenida, señor. — Contó el rubio sonriendo divertido. — Y si no aprendió la lección entonces podemos repetirla un par de veces más. — Su bate terminó frente a él dejando a la vista las manchas de sangre del oficial que aún no limpiaba aunque no estaba seguro de que todas fueran de él.

Bien, entonces encargate de él y... No. — El mismo castaño se detuvo al darse cuenta de algo.

Uno de sus informantes le había dicho que había un nuevo detective llevando su caso, uno de los mejores del departamento de Lee Taeyong, por lo que era probable que esta vez lograran dar con el si no cuidaba sus pasos.

Y fue así como se le ocurrió aquello, volteándose a mirar al rubio que miraba su bate con adoración. — Estaría mucho mejor si dejamos un mensaje para nuestros nuevos detectives ¿No te parece Lee Know? — Su sonrisa logro emocionar y contagiar al nombrado mientras el pelicobrizo negaba sonriendo también.

Quizá perdonarle la vida a Do no era tan inteligente de su parte, pero necesitaba dejarles claro que con el nadie se metía sin sufrir consecuencias, las gracias debió dar KyungSoo que no tenía una familia a quien lastimar pues alguno de sus miembros ya no estaría en este mundo, o porque no todos.

Pero el caso era que le perdonaría la vida no solo como prueba de su misericordia, sino del poder que tenía, pues con Kim Minho nadie se metía sin lamentarlo.

Eso sería muy considerado de su parte señor, lo haré ahora mismo. — Dijo el rubio levantándose y saliendo de la habitación con destino a la y habitación donde un golpeado pelinegro se encontraba amarrado cual animal salvaje con el rostro cubierto de moretones y sangre seca.

Una mueca de asco apareció en el rostro del rubio que era conocido como el “niño bonito” debido a su obsesión con su imagen y la repulsión que sentía por los desastres como los que tenía en frente.

Pero aún así entro en el lugar y se agacho frente al detective usando la punta de su bate para levantar el rostro del contrario y obligarlo a mirarlo. — Hola detective. — Dijo sonriéndole sin esperar respuesta, aunque tomo el gemido de dolor que este hizo como una. — ¿Adivina que? Es tu día de suerte, el jefe te perdonará la vida.

Una seña a los dos hombres en la puerta basto para que sacarán al detective hasta la camioneta donde el mismo lo trasladaría hasta donde lo dejaría, siguiendo las órdenes del castaño de que fuera un mensaje directo a los nuevos detectives que decidieran ir tras él, el frente de sus oficinas sería un buen lugar quizá.

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Si sabes que puede que no sea seguro que haya algo allí ¿Cierto? — Preguntaba Chanyeol a Namjoon quien viajaba en una de las tres camionetas blindadas que habían partido en dirección al sur bajo su mando.

Si había alguien bueno en la creación de estrategias de último minuto ese era el mismo ojimiel que en menos de 10 minutos había logrado organizar todo un equipo y ahora junto a un escuadrón de elite esperaba conseguir al menos una pista.

Estuvo a punto de responder al pesimismo del peliblanco cuando un mensaje en su radio llamo su atención.

“Hay acción el suroeste detective, en efecto se trata de la gente de Kim”

Copiado Han, sigan el plan y desplieguen unidades al llegar. — Respondió mirando al peliblanco con señal de “te lo dije” que lo hizo rodar los ojos fastidiado, pero le alegró contar con el instinto del castaño.

Namjoon estaba feliz de aquello, si todo salía bien, aquella sería la primera pista que tendrían del caso, y no podía ser mejor, y aunque también existía la posibilidad de que todo saliera mal, algo en su interior le decía que algo en aquel día cambiaría su vida y experiencia como policía, y quizá y solo quizá haya tenido razón.

En en interior de aquel edificio que a simple vista parecía abandonado un pelinegro observaba con escepticismo cada movimiento de sus soldados, asegurándose de que todo saliera como estaba pautando.

Seokjin era exigente consigo mismo y con todo lo que hacía, pues desde que tenía memoria y estaba en aquel mundo de sangre, drogas y muerte había tenido que aprender a lidiar con un padre difícil de complacer, un padre que al más mínimo error que cometiera no dudaría en castigarlo y darle una de las lecciones que hasta aquel momento lo habían marcado no solo en su cuerpo sino en su propia mente.

Sin embargo lo agradecía pues aquello le había enseñado a entender lo dura que era la vida, y que sin importar cuan pura fuera un alma, no tardaba en destruirla con su basura.

Pero a pesar de todo aquello, el pelinego seguía sin sentirse parte de aquello que había conocido toda su vida, a pesar de lo mucho que deseaba complacer a su padre Seokjin seguía sin sentirse feliz de ver morir a tanta gente inocente por ver como unos pocos luchaban por el poder.

Mas no había mucho que él pudiera hacer contra eso, después de todo, él solo era un hombre con las manos tan manchadas de sangre como cualquier criminal a su alrededor, pero puede que tal vez esa tarde conociera al hombre que si tuviera el honor para hacerlo.

Alguien llegó a su lado momentos antes de que todo estuviera listo sacándolo de su mente solo para darle una noticia casi desalentadora para su misión. — Seokjin, los policías ya saben que estamos aquí, debemos irnos.

Una sonrisa ladina creció en sus gruesos labios. — ¿En cuanto llegarán? — Preguntó sin mirar al chico que supo era Jackson.

Mark dijo que en cinco minutos, debemos partir ahora. — Notó el desespero en la voz de su compañero, y sin embargo se mantuvo tranquilo antes de suspirar.

Sacalos a todos de aquí, los desviaré. — Ordenó siendo detenido por la mano del castaño cuando hizo ademán de irse.

¿Que es lo que planeas? No puedo dejarte. — Le dijo el chico mirándolo decidido.

Pero ninguna mirada podía ser mas fuerte que la suya, que estaba compuesta no solo de decisión sino que cargaba todo el dolor y la rabia que sus labios no podían expresar. — Si en dos horas ese cargamento no llega con Minho, te juro que yo mismo te dispararé cuando vuelva. — Dijo con dureza.

Y a pesar de que estaba en desacuerdo el castaño no tuvo mas opción que dejarlo ir y subir a uno de los autos que tenían allí para partir, dejando al pelinegro solo en el lugar escuchando a lo lejos las sirenas que un día para él significarían la libertad.

Pues una cosa era segura, Seokjin estaba cansado de aquella vida y quizá y solo quizá, ayudaría a Namjoon a lograr su objetivo.

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Estamos volviendo por aquí.

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