|20|
Tengo claro que Eloy ha leído el mensaje. Y no tarda ni un minuto, después de leerlo, en mandar la respuesta:
➡️HOLA, ROMINA.
Mierda. He sido una maleducada que ni siquiera lo saludó. Pero puedo mejorarlo, tampoco es que esté enfadada con Eloy por haber contratado a un abogado para mí, ¿no?
Sí, mi enfado se debe a sus mentiras, a su desconfianza de contármelo todo cuando el Burrow se quemó.
Y es cuando me doy cuenta de que eso mismo bien podría servir para mí, yo también le mentí haciéndome pasar por psicóloga y acepté su negativa a hablar del Burrow porque me convenía.
HOLA, LO SIENTO➡️
QUIZÁS SIGO NERVIOSA POR LO QUE ME ACABA DE PASAR.➡️
➡️LO ENTIENDO. ES NORMAL.
➡️¿QUIERES QUE MEJOR LO HABLEMOS?
➡️TE LLAMO.
¿POR QUÉ NO ME LO DIJISTE ANTES? HAS PODIDO PREVENIRME.➡️
➡️YA VEO QUE NO HABLAREMOS.
ELOY, POR FAVOR.➡️
Insisto para que la llamada no se dé. Ya bastante mal me siento por esta conversación tan distante.
➡️¿Y EN QUÉ MOMENTO PODÍA HACERLO?, DIME.
➡️¿CUANDO ME ACUSABAS DE MENTIRTE POR LA LLAMADA?, ¿CUANDO ME RECHAZASTE A MÍ Y MI VERDAD?
➡️ ¿O CUANDO TE IBAS Y ME COMPARASTE CON MIJAIL?
NO SÉ, EN MEDIO DE TODO ESO Y YA.➡️
➡️Y YA.
➡️ASÍ DE FÁCIL.
➡️COMO SALIR LUEGO POR LA PUERTA SIN MIRAR ATRÁS, ¿NO?
NECESITO LA RESPUESTA, ELOY.➡️
➡️ESO NO LIMPIARÁ TU CONCIENCIA.
PERO ME AYUDARÁ A ENTENDERTE➡️
Y su respuesta todavía no llega.
Eloy está escribiendo, y escribiendo, y escribiendo. Quizás borre de vez en cuando, no sé, ¿qué significa eso?, ¿que no sabe qué decirme?, eso en él es raro, no se queda sin palabras, ¿o es que en realidad tiene tantas que no se dejará nada por decirme?
➡️¿Y QUÉ TE PUEDO A DECIR, ROMINA? CONSIDÉRALO MI ÚLTIMO ACTO PARA INTENTAR AGRADECERTE LO QUE HAS HECHO POR MÍ. CLARO, QUE YO NO SABÍA QUE FUERA EL ÚLTIMO, LO CREÍ EL PRIMERO EN REALIDAD. TE FUISTE DE MI VIDA ANTES INCLUSO DE ENTRAR EN ELLA Y NO PUDE DECIRTE MUCHO MÁS. ASUMO MI ERROR, Y SÉ QUE ME COSTARÁ ENMENDARLO.
ELOY, ASÍ NO.➡️
➡️¿NO TE VALE?
➡️QUIERES LA INFORMACIÓN MENOS PERSONAL, ¿NO?
➡️ESA QUE NO NOS IMPLICA EN UNA RELACIÓN.
ME HARÍA SENTIR MEJOR, LA VERDAD.➡️
ESTO TAMPOCO ESTÁ SIENDO FÁCIL PARA MÍ.➡️
➡️PUES NO LA TENGO, ROMINA.
➡️PORQUE CUANDO TE VI DORMIDA A MI LADO, LO CREAS O NO, SONRÍAS, Y AHÍ SÍ QUE SE CONVIRTIÓ EN ALGO MÍO TAMBIÉN.
➡️ME ACORDÉ DE CADA UNA DE TUS LLAMADAS AL REGRESAR DEL CLUB, DE CADA LAMENTO SILENCIOSO QUE SOLO YO TE OÍA.
➡️Y SUPE ENTONCES QUE NO QUERÍA QUE MIJAIL, DE PODER ACUSARTE DE ALGO, LO HICIERA.
Un breve silencio, roto por el sonido de otro mensaje entrando.
➡️EL RESTO YA ES HISTORIA, TE BESÉ, ME LEVANTÉ DE LA CAMA Y CONTRATÉ AL MEJOR ABOGADO DE MARBELLA. FIN.
NO LO NECESITO YA.➡️
➡️POR MÍ PUEDES DESPEDIRLO.
➡️CREO QUE LA INDEMNIZACIÓN YA ES TUYA, MIJAIL NO HABLARÁ.
El silencio se hace en mi teléfono, ya no vibra con cada notificación. Eloy está en línea, pero no me escribe.
Joder, el suspiro que emito me destroza al pensar que esas puedan ser nuestras últimas palabras. Las de dos desconocidos.
TE DOY LAS GRACIAS POR TODO LO QUE HAS HECHO POR MÍ.➡️
Me he apresurado a escribir para no darle tiempo a salir de la aplicación. Sé que me responderá, tiene que hacerlo.
➡️NO
➡️TE LAS DOY YO POR AQUELLA LLAMADA QUE ME HICISTE. POR QUERER QUE YO TE AYUDASE.
➡️ADIÓS. ROMINA.
Hasta hace un instante podía ver la hora de su última conexión, ahora que reparo en ella veo que Eloy oculta estar en línea. Así sé cómo evita un nuevo acercamiento que pueda lastimarnos más de lo que ha hecho su frase de despedida, me deja en visto sin que pueda saberlo.
Llaman a la puerta de mi dormitorio y sin querer estar un segundo más a solas digo que pasen. Necesito de una compañía que me distraiga.
Tomás la abre con cautela, su cabeza reliciente aparece por ella. Sonrío, seguro que es el encargado de llevarme de vuelta al salón para seguir festejando.
—Ey, cariño, ¿qué te pasa? —pregunta alarmado al verme.
Entra a la habitación después de cerrar la puerta. Él entiende que ahora mismo busco consuelo, no que venga el escuadrón al completo, incluidos sus miembros más jóvenes, a interrogarme por mi escondite o por el llanto que me inunda los ojos.
Me aparto las lágrimas que me caían por el rostro y trato de sonreír.
—Tengo dinero, Tomás, mis problemas se solucionan —miento con alegría fingida.
—¿Entonces por qué noto algo más en tu llanto, que esa felicidad?
Se sienta junto a mí, en la cama, y me seca los restos de lágrimas que se empeñan en no desaparecer. Esto es lo que se debe de sentir con un padre que te protege. Y juro que de encontrarme a su hijo, no sé qué le haría por rechazar a un hombre tan bueno como Tomás.
—Olvidé que lo tuyo es el oído, y que de la vista estás estupendo —digo ya sonriendo. Lo intuitivo que es el puñetero, años a mi lado que lo han vuelto un experto.
Él ríe mientras me abraza.
—De lo que ando estupendo son de abrazos de padre —me dice al oído mientras me cobija en uno. Yo vuelvo a sonreir—. Si no, pregúntale a esa dos de ahí fuera que me van a hacer abuelo adoptivo, dicen.
Me aparto para mirarlo, sorprendida del giro que no solo ha dado mi vida en las últimas veinticuatro horas, sino la del resto de mis amigos. ¿Será posible que el desalmado de Mijail con sus actos nos haya beneficiado a todos? No querría tener que agradecérselo.
—Me alegro mucho, Tomás.
—Que no sea tanto, cariño, hasta hace un mes vivía bien con mi pensión, y mírame ahora, me ha salido una familia numerosa en tres semanas.
Me río a carcajadas solo de pensar que con lo pesimista que es ya habrá calculado el gasto extra que supone una familia de tantos miembros.
—Y ahora cuéntame, ¿tendré que ir a reclamarle a Eloy por hacerte sufrir?
Lo miro con ternura, Anika, Jazmín y el bebé no tienen nada que hacer contra mí, yo soy su primogénita.
—Hombre —digo levantándome y ofreciéndole la mano para que me siga, ahora mismo nos vamos a celebrar mi "herencia"—, de estar en el siglo XIX aceptaría gustosa que te batieses en duelo en honor a la pérdida de mi honra y le cortaras los huevos a Eloy…
—No quiero oírlo —contesta él siguiendo mis pasos hacia el salón, pero bien que no desconecta el audífono para seguir oyendo. Sonrío.
— …solo que estamos ya en el siglo XXI, Tomás, y puedo cortárselos yo sola, disecarlos y hacerme un práctico llavero.
Él se contrae de dolor al empatizar con el otro hombre e imaginar que le sucede lo mismo.
—Pero no te asustes por él —le aseguro con un beso en su cabeza, sin dejar de reir—. Para eso es necesario verlo, y en este momento no dudo de que esté ya camino de Madrid.
Y es decir eso y ya no reír tanto, porque definitivamente he perdido a Eloy. O mejor dicho, como bien me hizo ver él, ni siquiera dejé que entrara a mi vida.
Para cuando llegamos al salón, es cierto que las chicas nos esperan para brindar con champán. De nuevo sonrío. Miro a Tomás, mientras acepto mi copa.
—¿Y esto? —pregunto con burla—, no todos los pensionistas tienen una reserva de champán en casa a la espera de celebrar loterías o herencias millonarias.
—Venía de oferta con un anillo que ahora tendrá que esperar. Hoy es tu día. —El muy granuja ríe y yo me alegro por él.
Y por Aurora, que será la feliz casada.
Observo sus caras risueñas, sus risas despreocupadas. No puedo estar más contenta por todos ellos, pero ¿lo estoy de verdad por mí? Porque no siento que esta sea la vida que quiero tener y que este sea mi lugar. La siento incompleta.
La noche estuvo genial. Tras las abundantes copas de champán, que desencadenaron en una nueva organización familiar sobre nuestros futuros —corto y excitante en el caso de los abuelos, medio y alentador para nosotras y muy largo e incierto en cuanto al del bebé—, yo me he despertado con ganas de afrontar el mío hoy mismo.
Punto número uno, único e irremplazable; ver a Mijail, porque para bien o para mal forma parte de mi vida, esa que sin él no sería igual, y quizás hasta la Romina que soy hoy, curtida a base de "bailes" ni existiría. De ahí que no pueda avanzar y convertirme en la mujer que de verdad quiero ser si no libero antes la mochila de mi pasado para que me permita nadar.
Hasta llegar a Mijail primero he tenido que pasar por mi abogado, un señor encantador que no vio inoportuna mi visita a la comisaría donde lo retienen. Él está a la espera de que concluya la investigación, así que no irá a ninguna parte en las próximas horas, días y ojalá que docenas de años.
Espero impaciente a que llegue. Me desespero, no encuentro la postura idónea en esta silla. Y eso solo quiere decir una cosa, que la incomodidad está en el propio encuentro que mantendremos.
Levanto la vista hacia la puerta cuando lo veo aparecer. Mijail me sonríe, el muy cínico no puede ocultar que esperaba mi visita. No puedo con su arrogancia. Ya verás cómo hoy supero a Tomás en lo de "puto".
Él se sienta frente a mí, a la distancia que nos marca la mesa que nos separa. En todo momento seremos observados por el policía presente con nosotros en la sala, eso me tranquiliza, nunca me dio tanto asco quedarme a solas con él.
—No pensé que te vería ahora que no existe el club —dice con desprecio.
—Hubo un tiempo en el que no necesitamos del club para vernos.
Y yo debo de estar abducida por mi estupidez si quiero que recuerde nuestra relación. Aunque más bien creo que lo hago por mí, para que yo misma no olvide lo que fue vivir con él, el desencadenante de nuestra ruptura.
—¿Cómo estás? —pregunta, y consigue dejarme sorprendida.
—Bien, ¿no debería preguntarlo yo que soy la que está fuera?
—Aquí no tengo vodka ni tabaco, quizás lo deje antes de lo que pensé —dice riendo. Y no tiene por qué si lo único que echará de menos será eso.
—Nunca es tarde.
—Claro, que podría estar mejor, ¿no crees?, en la playa, en un yate lejos de aquí, o follando con Jazmín, por ejemplo.
¡Será capullo!
—Tengo una pregunta que hacerte. —Si él no quiere relajarse y tomarme en serio, no seré yo quien insista. Iré al grano que para eso he venido—. ¿Por qué yo?, ¿por qué pusiste el club a mi nombre?
—¿Tanto te inquieta saber que ahora tendrás dinero? —La burla se aprecia en su mirada.
—No me pertenece. —Y en la mía, el asco.
—Ya, eso sí que es verdad.
—Mijail, coño, hablo en serio. ¿Por qué me has hecho ese regalo inesperado?
—¿Regalo?, ¿piensas que lo hice por ti?
—¿Ah, no? —Le reto a que me lo niegue.
—No. No seas ilusa, nena, trataba de protegerme.
—¿Protegerte?
—Es que evadir impuestos es cada vez más difícil en este país de mierda.
La confesión de sus intenciones me descolocan. El estómago se me contrae de dolor al visualizar el futuro terrible del que me he librado gracias a Jazmín. Lo de puto se le queda corto a este pedazo de cabrón desalmado.
—¿Entonces, de verdad, me hubieras expuesto en una detención?
—Sí —dice sin fingir—. Lo hice para eso, y para que tú pagases mis deudas si hubiera hecho falta.
No debí venir, debí dejar que se pudriera sin más. El dinero ya es mío, que se joda.
—¿Y no tienes por mí ni el más mínimo remordimiento?
—Cariño, ya sabes que no sé lo que significa eso —dice acercando su cara al centro de la mesa.
—Por desgracia lo sé, no te arrepientes ni de su muerte. —Yo salgo a su encuentro en la mitad de mi parte de la mesa. Mi expresión ha de ser dura, seria, capaz de amedrentarlo, o al menos eso quiero transmitir.
—¿Por qué hacerlo si de vivir le hubiera dado una peor vida?
—Porque quizás él hubiera conseguido lo que yo no pude, que fueras alguien que merece la pena, una mejor persona —digo emocionándome al imaginarnos juntos, por estar hablando de él precisamemte con Mijail. En solo dos meses hubiera celebrado sus cinco años.
—Lo dudo, Romina, quien no quiere salvarse necesita estar solo. Me hubiera sobrado un hijo en esta vida Me sobráis todos en realidad, ya lo sabes.
Mijail se echa hacia atrás en el respaldo de la silla para poner distancia conmigo ahora que, aunque le cueste admitirlo, ha puesto voz a sus sentimientos. Egoístas y solitarios. Despiadados.
Y yo no puedo dejar de pensar en Eloy y en su llamada equivocada.
Él sí quiso salvarse y para conseguirlo me llamó a mí y no a la psicóloga. Luego que ya lo necesitase yo para salir a flote es solo parte de la relación que iniciamos, sin mierdas que reprocharnos del otro. Eloy jamás me expondría a un peligro como ha dicho Mijail que haría, ya lo demostró con el abogado, jamás me dejaría sola para que me hundiese.
Miro mi teléfono sobre la mesa. Necesito hablar con él.
—¿Has terminado? —Quiere saber con ganas de irse.
—Sabes que con ese dinero ya no tendré que volver a bailar en la vida, ¿verdad? —Cerrado el capítulo del dinero, tengo que hacerlo también con el club y nada nos atará ya.
—Es una pena. Se te daba bien mover el culo en público, eras la mejor. Y todavía te quedaban unos añitos antes de partirte una cadera.
—Gilipollas —digo ya demostrando mi repulsión.
Nunca dejará de ser un capullo insensible, ojalá no acabe aquí su desgracia.
—El dinero desaparece, créeme, sé de lo que hablo —dice mientras pasea la mirada por las cuatro paredes y el techo de la sala. Sí, está encerrado—. Y luego ya serás vieja para moverlo fuera de una cama.
—Por eso lo voy a invertir en algo limpio, bonito y de calidad para el futuro. —Quiero obviar sus insultos, no merece ni el esfuerzo de mi respuesta agresiva—. Tengo muchos proyectos por hacer, Mijail, y yo no estoy sola para poder realizarlos.
—Interesante perspectiva para ser una pueblerina inculta con un golpe de suerte —dice mientras se levanta.
Hijo de puta. Agarro su mano para detenerlo. Él las mira unidas. Su rostro se endurece.
—¿Algo más? —pregunta con sonrisa falsa.
¡Quiero decirle tantas cosas!
Que aquí sigo, sin hundirme, aunque él lo intentase de mil maneras solo para asegurarse de que acudiría buscando su ayuda. Que el incendio se llevó con el club a esa Romina llorona cuya autoestima solo era capaz de bailar, como él me aseguró siempre. Y sobre todo que he encontrado al fin a un hombre al que mi culo no le gusta en una cabina o un escenario, sino por el simple hecho de ser mío, y sí, por tenerlo en su propia cama.
Esto último sobre todo.
—Sí —digo evitando su salida—. Me tomaré cada tarde en la playa, una copita de las botellas que te robamos, las chicas y yo, para festejar tu encierro. No has podido conmigo, capullo, pero tampoco pudiste con Anika o Jazmín.
Mijail no ríe, solo frunce el ceño.
—Adiós, Romina. Te veré en el infierno.
—Bueno —digo levantándome yo también para salir por la puerta antes de que él la alcance, yo sí puedo pisar la calle—. Yo no sé si acabaré allí, ya te digo que tengo otros planes. Mientras tanto, disfrútalo tú, te lo mereces.
A lo lejos, y a través del ventanal, se ve la luz del sol en el exterior, tan acogedora como reveladora en su comparativa. La vida me espera ahí fuera, al fin el Burrow me deja libre.
Lo primero que hago al pisar la calle es coger el móvil para asegurarme de que todo cuanto le dije a Mijail era cierto. No estoy sola.
—Dime que me llamas porque tenemos telepatía mutua y me has visto sufrir.
—Anika, mira que eres exagerada. Estás en casa con Aurora, ¿qué daño te puede estar infligiendo una anciana de setenta años?
—Quiere probarme un vestido premamá que va a regalarle a Jazmín, y esas cosas me dan alergia. Ah, y recuerda que no puedo salir corriendo.
Me río con ella y me apetece hacerlo un poco más.
—Pues espera a que llegue el parto, cuando quiera comprarle un sacaleches manual.
—Sobre mi cadáver me toca Aurora las tetas. ¡Y deja de reírte! —grita realmente molesta—. ¿Cuándo vuelves?, esto puede superar la tragedia del incendio.
—Pasaré el día con mi madre, necesito verla —digo sonriendo mientras detengo a un taxi para que me lleve a la residencia. Mi madre es el motivo de mis próximos planes y la inversión que haré del dinero de Mijail, tengo que contarle todo, así ella no se entere de nada.
—Me alegro por ti, y si Aurora sigue viva esta noche, te esperamos para cenar.
—Perfecto. ¿Y Jazmín? —pregunto riendo. Eso es que ella no está en casa para comprender la euforia de Aurora o contener la ira de Anika.
—Anda con Tomás de compras, ese hombre le ha cogido el gusto al champán, dice que necesita dos botellas más.
—Entonces no empecéis sin mí a celebrar —le digo adivinando las intenciones de Tomás, toda familia que se estructura necesita de un compromiso base.
—O camino pronto y salgo de aquí, o termino alcoholizada como todos vosotros, panda de borrachos, la del C tiene toda la razón…
—Adiós, cielo.
Cuelgo la llamada riendo y llamándola de nuevo exagerada.
—Y ahora ya no tendremos que preocuparnos por las mensualidades, mamá. Estarás aquí como una reina y yo podré venir a verte cada vez que quiera.
Un día me propuse contarle a mi madre todo lo que me ocurría, aunque de antemano supiera que es una batalla perdida porque ella tiene su mente en otra parte, como ocurre ahora mismo, que tararea una canción de cuna que le gustó siempre. Porque ella habrá olvidado quién es, pero yo no, y es mi madre, mi mejor amiga.
Ya le he contado la detención de Mijail, el por qué de su silencio y mi inesperado dinero. También le he hablado del hijo de Jazmín y su reciente relación con Anika. Y por su puesto del compromiso formal y eclesiástico que Tomás quiere tener con Aurora.
Y de Eloy, de él, el que más.
Así como de cada una de nuestras llamadas estas semanas en las que he sido feliz como no recordaba que pudiera serlo.
¡He sido muy feliz, qué coño! Y quiero que lo sepa.
—Espera mamá, tengo algo urgente que hacer —le digo a la pobre como si pudiera irse a otro lugar.
Cojo el móvil de mi bolsillo trasero y entro a su chat. Un mensaje de audio es más cercano que uno escrito.
Hola, Eloy… yo… verás…, me ha costado decidirme, pero acabo de tirar la basura de mi pasado, y pocas cosas he podido reciclar que me interesen. 📣
Vaya…, quiero decirte con esto que lo único que quería conservar de verdad, porque realmente me hacía feliz, han sido las dos ultimas semanas. Pero eso lo perdí ayer. Y todo por mi poco juicio y una baja autoestima de la que nunca supe deshacerme.📣
Y que no sé si lo recuperaré algún día 📣
Sí… ahora soy yo la que necesito hablar de esa pérdida con alguien que me aconseje…, para poder avanzar. Alguien que ya sepa de terapias equivocadas y que esté a salvo de mierdas del pasado📣
Respiro para poder continuar.
Alguien que me escuche al amanecer. Alguien con quien volver a sonreír.📣
¿Podemos hablar por teléfono?📣
Hecho, no me preocupa cuándo lo escuche, porque tengo la certeza de que Eloy acabará por hacerlo.
Mi teléfono:
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro