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Puto Mijail.
Si el uniforme de hoy no permite ni esconder una puñetera teta, imagina lo que oculta del tanga por detrás.
Las tres nos las vemos y nos las deseamos para poder vestirnos, no sé cómo Mati y las otras dos chicas de su equipo ya están trabajando.
—Esto es denunciable —dice Jazmín encogiendo la barriga para que su cremallera cierre. Tan bonita que se le ve con su curvita.
—Ya, ve mañana a inmigración y pones la denuncia contra el ruso que maneja media ciudad de Marbella —dice Anika para que baje de su nube, mientras pega un salto para que su propia falda pueda cerrar.
—Esto no es el sueño europeo, cariño, no es más que la antesala del infierno de la esclavitud —le recuerdo yo. Creo que esto de no poder ponernos la falda nos está convirtiendo a Anika y a mí en malas personas, Jazmin está a punto de llorar.
—Te ha salido muy bonito, Romi, deberías apuntarlo en tu pizarra, en la columna de conceptos ambiguos que no entiende ni su puta madre —dice Anika riendo, contagiando a su vez a una Jazmín que hace un segundo estaba por moquear. Ese cambio de hormonas va a volverme loca a mí también, como hace ya con la rubia.
Pero yo soy la gilipollas, ¿para qué leches les contaría yo nada a estas dos?, ¿dónde queda el secreto profesional entre terapeuta y cliente que me une a Eloy? Ah, ya, que no soy su psicóloga y mucho menos me ata nada a él, por eso me fui de la lengua. Y porque Jazmín estaba tan pesada el otro día, que a su siguiente pregunta sobre quién era Eloy, les di hasta su número de teléfono a ver si con ellas conseguía olvidar a Sonia. Me hubiera gustado darles la talla de su ropa interior, pero resulta que no he visto a ese capullo en persona así me haya corrido con él.
—Os conté lo de la pizarra para que no me juzguéis, no para que hagáis coña conmigo.
—Reconoce que para no ser psicóloga te lo has montado muy bien. —Anika me guiña el ojo, y yo sé que lo hace por la comparación que ha escogido.
No sé ni para qué me molesto, siguen riendo.
Anika se estira el bajo de su falda, pero nada, no cede ni un solo milímetro por debajo de los cachetes de su culo.
—Debemos dejar de merendar en tu casa, Romi, para citarnos mejor en el gimnasio —ordena desesperada.
—Si me dejases beber té, quizás no estaría sudando para que esta porquería de falda cerrase. —Jazmín está muy enfadada con Anika y juraría que la falda no tiene nada que ver.
Yo también lucho para que los tirantes que sujetan mi trozo de tela me tapen los pezones.
En dos segundos más lo conseguimos y todo porque el grito de Mijail y su golpe en la puerta, para que salgamos, ha sido acojonante.
—Prométeme que me dejarás cortarle la polla cuando todo esto acabe —reclama Anika para su propia venganza.
—Todo tuyo, yo me encargo de que le cierren el club.
Puede parecer poco si no pido su muerte como ellas, pero es lo que más deseo yo, darle en su ego profesional que no es capaz de liberarme, para poder sentirme libre con el Burrow clausurado.
Y me despido de ambas con dos besos.
Mi turno no comineza, todavía no salgo a la terraza con ellas. Ayer cumplí mis dos días de sanción por lo ocurrido con Mijail y hoy me toca baile privado, y oye, lo prefiero, no tengo el ánimo para sonreír a nadie.
Aun dispongo de unos minutos, pero no me atrevo a sacar el teléfono nuevo aquí en la sala, no seré yo quien le facilite otra vez a Mijail que pueda espiarme. Y es que sí, al final hice caso a Aurora, sobre todo porque me dijo estas palabras:
—Mijail tiene mucho poder, Romina, y que te hablase de tu casero no fue un error. Él no los comete nunca.
Sigo pensando que Aurora exagera, porque siempre diré que Mijail no es tan discreto e inteligente como para pinchar mi teléfono, pero Tomás terminó por asustarme.
—Puto Mijail, ¿que más estará dispuesto a hacerte para que regreses con él?
Y como no quiero averiguarlo, me he comprado un teléfono básico de prepago, a parte de que no puedo deshacerme de trescientos pavos ahora mismo.
Así que no puedo llamar a Eloy desde el club, aunque tampoco sé si es lo que quiero hacer de verdad, no se me olvida que me culpó de lo ocurrido y que acabamos enfadados con el otro por terceras personas. Él más concretamente por compararme con Sonia durante el sexo, yo por compararlo después con todos los hombres de mi vida, incluido Mijail, fuera de una cama, cuando sé que no está destinado a estar junto a mí.
—¿No te has enterado? —me pregunta Mati mientras termino de maquillarme en la sala, en realidad me retocaba el maquillaje para tener las manos ocupadas y no coger el teléfono.
Ella deja sus cosas y comienza a desvestirse, se está cambiando el uniforme del bar por el de la terraza. La chica se ve aplicada en el trabajo, es de las pocas que he conocido, y he conocido a muchas en estos diez años, que lo disfruta de veras, siempre con esas ganas de trabajar y contentar al jefe, que me recuerda a mí cuando estaba con Mijail. Nunca le decía que no.
—¿Tú no estabas en el bar hoy?
Ha sido verla con más detenimiento y extrañarme, si ella está poniéndose el uniforme para la terraza es porque alguien ya no lo necesita. Dudo mucho que siendo tan aplicada este cumpliendo un castigo.
—Pues eso era lo que te decía cuando entré, ya veo que no lo sabes.
—¿Que no sé qué?
—Anika…
Por instinto, al oír el nombre, miro la que es su taquilla. Si hasta hace un segundo estaba aquí conmigo hablando de mutilar los diez centimetros de Mijail, ¿qué coño le ha pasado? ¿O es que ha transcurrido más tiempo y por estar pensando en Eloy no lo he medido como debería?
—... robaba alcohol a Mijail.
Mati me sonríe descaradamente, parece saber mucho más.
—¿Por qué has dicho robaba?
Sé que hay gente que se expresa mal en cuanto a las conjugaciones de los verbos, pero también los hay que son conscientes de nombrar el pasado cuando quieren hacerlo. Ojalá Mati sea de las primeras, sin saber cómo emplearlos, porque empiezo a tener náuseas si Anika ya no está en el presente.
—Robaba, porque no creo que lo haga más —me confirma ella con una cara de jefa que no le corresponde.
—¿Y...?
Hija de puta, ¡cómo disfruta dándole intriga a la conversación! Sé que no le caigo especialmente bien por ser la consentida de Mijail y que con esto me está haciendo sufrir. Te juro que esta putada se la devuelvo, el día que queme el club no lo haré solo para vengarme de Mijail, sino para que esta tía se quede sin su lugar favorito de trabajo.
Y como no quiero pagarlo con ella, cuando está claro que es la mensajera, salgo de la sala dispuesta a enfrentar al cabrón de su jefe.
Encuentro a Mijail dando las órdenes pertinentes a Piero y a los chicos que llevan hoy el servicio de bebidas, en la zona de la piscina. Y cuando me acerco por detrás, le hago girar para que me dé la cara.
—¿Qué le has hecho a Anika?
Mijail me mira sonriendo. No, lo que hace es mirarme las tetas mientras se relame los labios, sonriendo.
—Buenas noches, nena. —Y aprovecha para besarme, tratando así de darle veracidad a su mentira sobre nosotros delante de todos sus empleados. Marca su ganado con un beso violento que no he podido esquivar, cuando me ha apresado entre sus brazos.
—Hablo de Anika, Mijail —consigo decir cuando me suelta la boca.
Yo no entraré en nuestras polémicas personales, delante de nadie, hasta que él no me asegure que Anika está bien. Puedo soportarlo hasta entonces.
Levanta la mano y me invita a acompañarlo al interior del club. No me lo pienso y abro el cambio hacia su despacho. De nuevo las plegarias inútiles que aprendí de niña inundan mi memoria para hacerme rezar por Anika. Esos angelitos de las esquinas de mi cama están teniendo mucho trabajo conmigo últimamente.
—Anika, Mijail —insisto cuando cierra la puerta con nosotros dentro.
—Esa zorra me robaba.
Y compruebo que Mati no hablaba por ella misma, Mijail se ha encargado de hacer correr la voz, en el puñetero pasado del verbo.
—No digas tonterías.
—¡No las digas tú y deja de fingir!
Su grito me coge desprevenida.
—¿Dónde está ahora? —pregunto más asustada de lo que quería dejarle ver.
Mijail camina hacia su mesa, y sin importarle mi preocupación se sienta en su silla.
—¡¿Qué dónde está, coño?! —grito también yo.
—Ha sufrido un fatal accidente. Se cayó por las escaleras de la terraza, esas tan altas y peligrosas que tanto teméis vostras. —Ese gesto desinteresado me desquicia.
—¡Maldito cabrón!
Tiro al suelo todo lo que hay encima de la mesa, me da igual que me lo descuente del sueldo, que me ponga a limpiar los baños o quiera que le haga una mamada a cambio.
Mijail no se da por aludido, se ha reclinado en el respaldo de su confortable silla. Me mira con rabia, sus ojos desprenden odio. Ya sabemos que me ama, pero en él cualquier sentimiento dañino y destructivo puede acabar con su demostración de amor.
Levanto la cara en un desafío del que él se ríe.
—Da gracias de que te amo, Romina, o ahora mismo la estarías acompañando también en el hospital.
Hospital, gracias a dios.
Que Anika esté allí quiere decir que dentro de las peores desgracias es la menos mala, ¿no? Todavía es presente.
—¿Por qué precisamente en este momento?
Es extraño que lo permitiese la primera semana si nos vio por las cámaras, y que no haya esperado a verla todavía hoy con las botellas, más.
Él sonríe con maldad, con ese gesto torcido en sus labios que le restan atractivo a mis ojos desde hace años.
—Romina, cariño, hay situaciones en la vida que nos hacen reaccionar. Y eso es lo que pasó —dice con ese aire soberbio que le caracteriza como jefe, cuando lo que ha querido decir en realidad es; porque me ha salido de los cojones, y el que me la hace, la paga, o más concretamente me esta diciendo, "mira lo que puedo hacer con tu madre si tú abandonas el club".
—He pillado tu amenaza, Mijail —acepto con el rostro enfurecido, los dientes me saltarán por los aires si sigo apretando así la mandíbula—. No iré a ninguna parte.
—Qué bien que lo hayas entendido, nena, porque es cierto que te amo y no quiero hacerte daño. Y ahora sal ahí a trabajar para pagar todo esto que has roto, podrás verla cuando acabes tu turno.
Me giro hacia la puerta, pero antes de salir me detengo para decirle:
—No vuelvas a besarme como has hecho en la piscina, o no me importará una mierda ver todo esto arder en ese infierno que nos recibirá, juntos.
—¡¡Romina!!
Y todavía subo las escaleras corriendo hacia la terraza cuando oigo sus blasfemias en grito.
No habrá servido de mucho mi contramenaza, un tío tan intocable se la pasará por los cojones. Pero la imagen que me he hecho de todo
esto consumido bajo las llamas me bastará para enfrentarme a la peor noche de mi vida en el Burrow.
En cuanto amanece y acabamos el turno, mando a Jazmín a casa porque hay cosas que no debe ver, y no por su juventud o su estado, sino por la crudeza del mundo al que viene su hijo, porque ella aún no cree que Mijail haya sido capaz de hacerle eso a nuestra amiga.
—Anika resbaló —ha repetido una y otra vez desde que saliesemos del club. Parece como si quisiera convencerme de ello.
Yo me quedo con Anika en el hospital, cosa que Jazmín no me discute demasiado cuando se va.
Al llegar a urgencias, veinte minutos después, me informan de que está en una habitación, duerme y será por varias hora. Pero cuando me dicen de su diagnóstico, no me gusta el panorama que me encuentro.
Los médicos no quieren anticipar si su pierna derecha necesita operación, primero Anika ha de mantenerla en reposo hasta que baje la inflación y entonces ellos decidirán al respecto. Han tenido que sedarla en cuanto le han dicho que tendrá que dejar de bailar por un tiempo, y eso contando que pueda volver a hacerlo en condiciones. Yo sé que no ha enloquecido por lo de no volver a bailar en sí, al igual que yo odia hacerlo tan bien y malgastar su habilidad en eso, en nuestro caso el baile es caminar hacia una libertad digna mediante nuestros ahorros del club, y está claro que Mijail la echará sin contemplaciones si no le funciona en movimiento.
Le aparto el pelo de su cara mientras observo lo guapa que es. Nunca supe nada del pasado de Anika en Polonia, y si es es el destino del dinero que tanto le cuesta ganar, siempre fue muy reservada con sus cosas. Creo que por eso mismo gasta tantas bromas al hablar, para evitar que se le escape algo imprudente de su pasado. Yo soy la única persona a la que verá cuando despierte, porque no sé de ningún familiar suyo al que poder llamar.
Me dejo caer en el sofá del acompañante, derrotada, con la suerte de que no hay otro paciente en la habitación, estaría feo eso de llorar delante de desconocidos que no es que lo pasen mejor que tú.
Una pierna, por el amor de dios, yo no sé qué haría si la mía me impidiese continuar en el Burrow.
Las lágrimas no me piden permiso para salir, caen por mi rostro, de hecho creo que no me hubiese opuesto a que salieran porque estoy sinceramente apenada por el futuro que le espera a Anika.
Después de asegurarme de que mi amiga duerme, regreso a casa con la condición de volver en unas horas, para cuando despierte. Me gustaría estar con ella en ese momento y sostener su mano cuando de nuevo le den la noticia.
El inconveniente de haber mal acostumbrado a Aurora a la hora de mis llegadas, es que no puedo evitarla cuando me incomoda que me vea, ya sea borracha, malhumorada o como en este caso con los ojos rojos de tanto llorar.
—Hola, cariño —dice con ojitos soñolientos tras la madera de la puerta de su casa mientras se pone sus gafas—. ¿Todo bien?, ¿qué te ha pasado?
¡Jodida investigadora que lleva dentro!, ¿qué le ha dado la pista definitiva? Porque los ojos rojos bien que los tengo así desde ayer cuando hablamos de Mijail y lo que está dispuesto a hacerle a mi madre.
—Un dolor de espalda que me está matando. Me hago mayor para la barra, Aurora.
—Si es que tendrías que dejarlo ya.
—Ya, sí, dejarlo dices... y pongo una residencia para mayores en el pueblo, ¿no? —pregunto con una maldad que Aurora me pasa por alto porque antepone todo el amor que me tiene.
Ella me besa la frente y, a cambio de mi hostilidad, me sonríe con ternura.
—Descansa, cielo. Luego te llevo un caldito. —He tenido que poner cara extraña porque me dice—: No lo he hecho yo, desagradecida. Ha sido Tomás, dice que no quiere morir por culpa de mis guisos, y como yo no quiero decirle que en tres meses cumple setenta años y que pronto morirá igual, dejo que cocine él para hacerle feliz lo que le queda de vida.
Sonrío con sus locuras y ahora sí que le devuelvo el beso, muy agradecida de tenerla en mi vida.
—Cuídalo bien, Aurora, Te lo mereces.
Me despido de ella al otro lado del rellano y entro a mi piso, donde me permito seguir llorando.
Decido ducharme para eliminar todo rastro hoy del club sobre mi cuerpo. Esta noche, más que nunca, me he dejado tocar, acariciar de manera más íntima y hasta besar varias veces en la boca. Ha sido mi pequeña venganza contra Mijail, que lo ha visto todo. Y no es que lo suponga por el tema de las cámaras o los comentarios ajenos de algún compañero, es que él ha estado presente todo el tiempo en la terraza, vigilando que no sea yo la que robe. V
erle la cara de enfado, apretar los puños de ira e incluso apartar a alguno de sus clientes VIP de mí sin darles explicaciones, fue todo cuanto necesité para terminar el turno y seguir en pie.
Salgo de la ducha recién perfumada y dispuesta a meterme en la cama hasta ver a Anika en un par de horas, o al menos hasta que dos ancianos que me adoran entren con su llave para hacerme comer y vivir un día más.
Pero entonces lo veo encima de la cómoda, donde lo dejé al desnudarme.
Mi teléfono nuevo reluce llamando mi atención. Puedo exagerar y decir que me llama a gritos para que lo abra y marque el número de Eloy, pero un objeto no puede hacer tal cosa por mucho que lo deseemos. Yo seré más trágica aún en mi exageración:
Me muero por no haber sabido nada de él en casi dos días, cuando lo último que le dije me dolió a mí mas que a él. Lo llamé cornudo y falté a mi primera promesa de no hacerlo nunca.
Cuando ya me he puesto el pijama y estoy en la cama, lo hago, lo llamo. Pero un tono tras otro van acabando con mi esperanza de que descuelgue pronto.
No entiendo qué le ha pasado. Bueno, no, sí que lo entiendo, es solo que no quiero ni pensarlo. Eloy ya no me necesita, ya no quiere mis consejos porque ha preferido abrir cada contenedor de basura de su cabeza y mezclar de nuevo toda su mierda. Sonia es la primera.
Y cuando ya estoy por desistir, él responde.
—¿Quién es?
Mierda, ahora vengo a recordar que tengo teléfono nuevo.
MI TELÉFONO:
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