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Apolo


"Era descrito como el dios de las artes, del arco y la flecha, que amenazaba o protegía desde lo alto de los cielos, siendo identificado con la luz de la verdad. (...) dios de la muerte súbita, de las plagas y enfermedades, pero también el dios de la curación y de la protección contra las fuerzas malignas.

Además, era el dios de la belleza, de la perfección, de la armonía, del equilibrio y de la razón."


. . . . .


Otro día sería fácil suponer que su jefe se aturdiría, que aquel pedido sería suficiente razón para que el ominoso ente se incorporara y levantara un grito al cielo, que simplemente le exigiría algo para su terrible carraspera y lo echaría afuera hasta nuevo aviso, pero..

—Apúrate, inútil. —ordenó áspero, aclarándose la garganta al siguiente instante que su subordinado se acercó más a él. Por inercia alejó su cuerpo de este, recibiendo una muy ligera risa de vuelta.

—No muerdo, jefecito. —siguió con la misma tierna voz de antes. Black Hat no pudo evitar gruñir y rodar los ojos, desviando su vista al lado contrario. "¡¿Qué carajos se ha creído este idiota ahora?!". Y cuando iba a seguir, pensando en llamarle la atención por su exceso de confianza, escuchó los sonidos de los guantes contrarios destapar sus tan suaves manos humanas.

Como un rayo, sus instintos de ataque saltaron, alzó sus manos exponiendo todas sus garras y Flug no pudo evitar gritar tras el actuar. Lamentablemente, ya estaba acostumbrándose a tocar el rostro de su jefe sin reproche alguno.

—¡¡AAAAH-AYAYay P-PERDON, S-SOLO LE IBA A TOCAR LA--

Black Hat tan solo entrecerró sus ojos, gruñendo como un lobo para interrumpir su oración. El doctor, ahora gimiendo bajo, se sintió como un pichón diminuto. "¡¡AY DIOSITO, CÁLMATE FLUG, solo es tu jefe enfermo y necesita de ti!!" se dijo mentalmente, cerró los ojos y tragó fuerte.

Alzó una mano para la mesa y empezó a buscar con el tacto de sus dedos un termómetro, abrió los ojos solo un segundo y..

..se sorprendió al ver que las oscuras manos de su jefe ya se habían adelantado, una de sus garras sostuvo el pequeño instrumento y se lo acercó. Los ojos de Flug saltaron abiertos de la sorpresa, el termómetro se encontraba justo al frente de su rostro, pero para nada fue lo que captó su visión.

El jerarca lo miraba como si estuviese apunto de morderlo, su entrecejo fruncido tan suyo como su vestimenta negra lo observaban con una sonrisa, evidenciando solo unos tres colmillos por debajo, no había pisca del rubor anterior y ahora solo se percibía en el ambiente una hermosa risa malévola, tan suya, tan profunda y suave. Luego un susurro sumamente amenazante, que más parecía una incitación a la acción.

Pues yo sí muerdo, Doctor.

Tras captar semejantes palabras Flug sintió una fría corriente erizar su piel, toda la sangre se le fue directo al rostro. Se llevó una mano al pecho y, efectivamente, pudo evidenciar cómo el demonio hacía su corazón bombear a mil por hora. Y para cereza en el pastel, le temblaban sus piernas como si fuese a caer en cualquier momento. No pudo pensar en otra cosa que en lo mucho que deseaba avalanzarse a él, besarlo y darle absolutamente todo su cuerpo para que este hiciera lo que sea con él.

—Esta bien, yo lo hago. — rió el demonio, se llevó el termómetro a la boca y se echó en la cama, cruzando sus brazos como almohada extra por detrás de su cabeza.

Black Hat cerró los ojos relajado para luego aspirar hondo, — ¡Vaya! Que en serio extrañaba estar aquí para asustarte. — cruzó sus piernas triunfante y giró el termómetro con su lengua serpentina para un lado.

Creo que ya me mojé. — musitó Flug lo más inaudible posible, recibiendo una mueca interrogante de su jefe.

—¿..Dijiste algo?

—¡Q-qUE LO ANALIzaré!

La voz del menor se hizo solo un poco más alta, pero lo suficiente como para ser escuchado. Black Hat hizo un ademán con las manos para que este empezara.

El doctor agitó su cabeza para volver en sí y alzó una de las maletas, observando el tratamiento para una fiebre grave, la cerró y llevó a un lado para luego analizar el siguiente y concluir en uno de los frascos de píldoras. La agitó frente suyo y apoyó el maletín en el espacio que quedaba en la mesa del costado.

Black Hat observó solo un momento sus movimientos, despojándose de sus guantes inconscientemente.

—Dígame, doctor, ¿no cree extraño que solo sean medicamentos de humano?. — rió, la mitad de su cuerpo se incorporó solo para dejar los guantes encima de la mesa. No había prestado atención a todas las cosas que estaban a su alrededor, la luz tenue de la maquinaria, los implementos e instrumentos médicos, la copia del Necronomicón de Flug-- espera....¡¿qUÉ?!.

Puesto que no cabía tanto espacio en la mesa, las manos descubiertas del doctor se recostaron un instante en el libro negro antes de alzarlo, sus suaves dedos pincelearon los bordes del lomo y portada del Necronomicón, cual llevaba grabado en símbolos y letras tan blancas como el resplandor de las lunas en sus gafas. Flug se llevó el libro al pecho con ambas manos... mas para su jefe, parecía que este se había armado de una espada, apunto de atacar.

La mandíbula del jerarca cayó estúpido, tirando al piso el termómetro que yacía un segundo atrás, rodando por el suelo hasta chocar con las zapatillas rojas del contrario. La oscuridad del laboratorio tan solo le dió el toque final a la luz que rebotaba en las gafas de su científico malvado, convirtiéndolo en la pieza faltante de su príncipe colonial: el de un asesino a punto de desgarrar su corazón delator.

Y así esfumando, como un soplido de hada, todos los instintos malvados del demonio.

Black Hat se incorporó como si lo hubiese despertado una cubeta de agua helada. Abrió los ojos perplejo, se los sobó con un jadeo y los volvió a abrir como platos, negó con la cabeza y parpadeó con total desagravio en su ceño.

Flug lo miraba con una ceja alzada, era la primera vez en su vida que había visto a-- su jefe--, llevarse sus negruzcas manos a la boca..... y...regurgitar.

—¡¡JEFE--!! — Exclamó rápido, tirando el libro hacia atrás en espera de salvarlo de lo siguiente. Llevó sus manos a la gabardina negra con propósito de ayudarle a incorporarse... ya siendo demasiado tarde, pues el demonio yacía tirando sus tripas encima suyo. Era un vómito de ácido verde como el tono de sus colmillos, que no solo llegó a las manos del doctor, sino también a todo su pecho.

Flug de inmediato retrocedió, gritando agudo por la sorpresa y por el dolor del ácido contra su piel. El demonio sostuvo su boca entre sus garras y corrió de inmediato al baño, abrazaba su estómago con una mano y Flug lo seguía desesperadamente al lugar.

Black Hat aventó la puerta del baño y sin pensarlo dos veces empezó a vaciar sus tripas dentro del retrete, su doctor no vaciló en sostenerlo de los hombros y la frente cubierta del sombrero, como cualquier enfermero en su profesión, se quejaba bajito del dolor del ácido encima suyo mientras esperaba que su piel se regenere pronto.

—LArgate. — el ensombrerado se quejó débilmente, limpiando el ácido de su boca con su traje, convenientemente fabricado para ser indestructible a cualquier materia. Flug no pudo evitar sentir su corazón caer al piso al ver las lágrimas que se le formó al demonio luego de vomitar tan fuerte.

—¡Estoy bien! Porfis no s--. — replicó, siendo cortado por los gruñidos del demonio, una vez más arrojando sus endemoniados intestinos en el inodoro. No le asqueaba en lo mínimo al médico, lo veía con agravio y solo le importaba que su enfermedad no empeorara.

—¡¡DIJE QUE TE VAYAS!! — gruñó con mucha más fuerza, volteando a verlo enfurecido y con el cejo tan puntiagudo como sus colmillos, finalmente, intimando al doctor.

—P-PERO P-POR ESO DIGO QUE ¡Y-YYA ME IBA JEFECITO! — se abrazó el pecho con fuerza, las mangas blancas de su bata estaban carcomidas hasta sus codos y su estómago estaba completamente al descubierto hasta el pecho, pues el ácido lo había desintegrado casi todo... y así, dejó ver suficiente de piel descubierta como para hacer a Black Hat vomitar una vez más de tantas sensaciones que se le venían encima. El doctor huyó del lugar quedándose afuera de la puerta, aspirando hondo mientras veía como su piel se curaba con lentitud, se alivió por ese minuto de calma entre su respiración y el sonido del inodoro descargándose, el caño lavando las manos y rostro de su jefe, y hasta que--.

—¡¡ALEJA ESA COCHINADA DE MI VISTA YA MISMO!!. — el demonio se paró en el borde de la salida del baño, apuntando fuerte y con un breve temblor ¿de ira? hacia el libro que yacía en el piso. Flug solo dió un gemido diminuto antes de corretear a levantarlo, se lo acunó entre su bata y dirigió la vista al demonio, este ruborizado y quieto mientras él corría hacia su habitación.

—¡PERDÓNsh! — exclamó diminuto, encerrándose en su cuarto. Respiró agitado y con los ojos aturdidos miró sus propias manos y vientre al 90% curados, aliviando su pesar por completo.

Ya en el silencio de su habitación, dió unos pasos para su pequeño librero, guardando su copia de regreso a su divino sitio. Trató de concentrar sus pensamientos en lo que había pasado, pero no alcanzaba a unir las piezas en la reacción de su jefe ante el libro, ¿o no era el libro?.

—Ay no mames, que torpe. — musitó para sí mismo, llevándose ambos puños a la cintura. Frunció su entrecejo al recordar las palabras del otro doctor, era claro que ya había una carga de afecto en el libro si fué que se lo leyó con cariño antes de dormir una noche atrás... Flug agitó su cabeza en negación para sí.

Su vista viajó hasta llegar abajo suyo, a su ropa destrozada, y con un gruñido resignado se dirigió a su armario. Inevitablemente se topó con todos los regalos que Demencia le había dado y dió otro gruñido.

Siguió, sacó ropa nueva para cambiarse e intentó ignorar las cajas rosa, todas llenas de lencería que ahora le pertenecía.

...

No pudo ignorarlo.

Giró su cuerpo tímidamente y miró al espejo de cuerpo entero que tenía en una esquina del armario, jugó con sus dedos nervioso antes de empezar a desvestirse. Empezó por su bata, luego su camiseta, dejando su binder y pantalones puestos.

Se sorprendió al verse, llevaba demasiado tiempo que no se sentía seguro y cómodo con su figura, y era más, verse semi desnudo le hizo más difícil esfumar todos los micro recuerdos de las perversiones que le dijo su secuaz femenina.

Deslizó un brazo por su hombro, rozando tranquilo con sus finos dedos, tan solo imaginando cómo se sentiría si--- "Nono, Flug, ya no empieces con las cochinadas." Dijo mentalmente, riendo con dulzura antes de desviar su vista para su camiseta y una bata nueva.

Se puso las prendas limpias y miró para atrás suyo, pensando esta vez en lo que Demencia le había sugerido como "plan de conquista".

Buscó entre las bolsas si a lo mejor había dejado los dibujos en alguno y, ¡allí estaban!. Las levantó emocionado, fue a su cama y se sentó sin más...no iba a dejar que el confuso rato que había pasado le arruine el momento de disfrutar mirar aquellos dibujos e imaginarse a su jefe junto suyo. Tomó aire tranquilo y empezó a balancear sus piernas en su sitio como un adolescente leyendo mensajes de amor, se puso a pensar en lo que le quedaba por cuidar a su jefe, en refrescarle su afiebrado rostro y darle de beber o comer en la boca por capricho, en quedarse toda la noche en guardia a su lado y tal vez incluso, si se lo permitía, leerle un libro o dos luego de arroparlo.

Flug silbó alegre mientras pensaba en la tan intimidante sonrisa del demonio, en las bellas gemas que eran sus colmillos y lo mucho que lo hacía saltar del susto con sus gritos... para luego robarle un suspiro de cariño al recordar lo vulnerable que el ente maligno en verdad era. Conocía bien la sensibilidad de su piel (bueno, no por completo aún), su lagrimeo, sus latidos contra su pecho, su bochorno y sus cejas interrogantes cada que conversaban. Y lo mejor, sabía muy bien que le faltaba mucho más por descubrir, no por nada se sorprendió al escuchar a Demencia mencionar lo mucho que tenían en común.

Sentía como si todas las más hermosas canciones de amor, que antes no significaban nada más que hermosas canciones, finalmente grababan la palabra restante en su corazón.

Un suspiro profundo escapó de sus labios, buscaba una melodía exacta en su mente, pronto se le vinieron varios títulos de orquestistas-- espeRA, ¡MÚSICA!.

Flug se arrastró al suelo, sus manos acariciaron la alfombra azul de su habitación al escabullirse hasta los tocadiscos del rincón, en donde se sentó como un niño frente al árbol de navidad. Allí empezó a buscar las piezas más antiguas de su colección, las más suaves, y.. solo por si acaso.. las que contenían sus piezas románticas favoritas.

Mientras tanto, Black Hat caminaba en círculos frente a la maquinaria médica y su robot camarógrafo. Se encontraba intranquilo y con las manos a la espalda, gruñendo cada vez que las palabras no salían de su boca.

El demonio se quedó un buen rato pensando en lo ridículamente patético que se sentía por haber, pues, regurgitado encima del doctor. Le demostró demasiada debilidad, lastimando inmensamente su ego. ¡Pero por supuesto que estaba abochornadísimo!, y para colmo, se le vino a la mente el vientre descubierto del científico.

Al instante estornudó y agitó su cabeza con vigor, negándose, tratando de borrar consigo la imagen del humano para enfrentarse con su otro inconcebible pensamiento.

—¡¿PUEDES CREERLO, CAM-BOT?! — empezó con un grito furioso— ¿UN LIBRO TAN REPRESENTATIVO, DE LOVECRAFT? —, el robot giraba su cabeza siguiendo el recorrido donde este se desplazaba— ¡NO ERA CUALQUIER LIBRO! ¡¿te diste cuenta, hoJALATA INSERVIBLE?!. —, gruñó seguido de una tos rasposa.

El aparato andante estaba a UN milisegundo de responderle, pero el jerarca habló antes de que le diera la oportunidad.

—NO, no digas nADA, ni SIQUIERA RESPONDAS CON EL MÁS MÍNIMO SONIDO, ¡NO!, QUE NO LO QUIERO SABER. — Black Hat sacudió sus manos antes de emitir un estornudo pequeño, y un gruñido fuerte seguido.

Hm.

Cam-Bot tan solo parpadeó con los lentes de su cámara, perplejo por la estupidez de su jerarca. Se acomodó en el suelo para descansar sus piernas robóticas mientras observaba la cómica escena, y se puso a pensar que era digna de una interpretación por Jim Carrey.

Pero lo que no sabía era que en ese momento, el villano no hacía más que pensar en su príncipe, decepcionado de su propia imaginación... dirigiendo tantas malditas similitudes con su científico.

—Hhhhggrrr.... hhFFF ¡¡FLUG!!. — llamó en voz alta, tragándose su vergüenza acumulada para de una vez recibir una medicación y olvidar todo. Pero no iba a ser fácil, ¿no?.

Al instante el demonio rechinó los dientes y cerró sus ojos. "¡¡Mierda!! ¿para que abro mi maldita bocota?" Estampó una mano hacia su cara, el robot se sintió rodar los lentes antes de dirigir su toma hacia la puerta de Flug.

El subordinado lo escuchó desde la habitación y su cuerpo inevitablemente brincó, abrazando todos los vinilos que tenía consigo, los miró por un instante y cayó en la cuenta que eran muchos y que le sería extraño transportar el tocadiscos desde allí sin previo aviso. Sin más, los dejó en una pila al costado de su puerta antes de salir al llamado.

—¿M-Me llamó...j-jefecito?.— cerró su puerta con suavidad, acercándose tímidamente hasta donde se encontraba este.

—Haz algo útil y recetame para esta tontería de una buena vez. — se rascó el cuello y sentó en la cama desganado y de mal humor, desviando su vista de los ojos del menor hacia su corbata para empezar a quitársela.

Flug se acercó rápido y, justo al frente captó con el rabillo del ojo unas cosas siendo arrastradas por debajo de la puerte de entrada, las miró y con pánico se avalanzó a ellas.

Era Demencia que le había enviado como correo unos dibujos junto a varios DVDs de película.

Se incorporó metiendo todas las cosas dentro de su bata, y culminó pateando con ira la puerta. —¡¡FUERA!!. —gritó como dirigiéndose a un gato callejero. El demonio alzó la vista, ya despojándose de su corbata.

—¡¿Flug?! Qu--.

—NONOno nada, ¡e-era u-un ratón!. —le respondió con una risa diminuta, haciendo al demonio fruncir el ceño con fastidio. Flug no pudo evitar encogerse de hombros y abrazar su pecho una vez más, sintió sudor bajar por su bolsa al darse cuenta que su jefe no le creía nada. Podía notar como su mirada se concentraba en leer su mentira, aplastandolo con sus párpados.

—Ven aquí y ensÉÑAME ESA COSA O SINO... — escaló su voz, invocando sus tentáculos como serpientes.

—¡PERO--AH! —se quejó, tapándose la cara de la vergüenza al ser empujado cada vez más y más cerca por un tentáculo de su jefe. El pobre doctor tembló en su sitio y evitó mirarle a los ojos al estar a solo centímetros de distancia, con temor y apuro sacó solo los DVDs y se los dio, rogando que no se de cuenta que faltara algo más.

—Jefecín juro que son de Demencia, n-no sé nada. — Flug musitó lo más tranquilo posible, desviando la mirada de todos los tentáculos en frente suyo, notando con el rabillo del ojo como se retraían de vuelta a su jefe. No pudo evitar su sonrojo, ni sus piernas temblorosas. ¿Por qué se le hizo buena idea pensar en algo sucio en ese momento? ¡¿Por qué le excitaba tanto?! Dios. "Cálmate Flug, piensa en biblia, piensa en la bi-."

—Y yo te juro que tan solo mi caballerismo no me hace asesinar a esa loca. —respondió ronco, echando al tacho uno de los objetivos. Eran sobres de plástico de copias pirata de DVDs, y eran buenas copias siendo la lagartija escurridiza las que los conseguía siempre.

A Flug le ganó la curiosidad y arqueó su espalda para ver el título, captando fácilmente que era "La Bella Durmiente". De INMEDIATO se le escapó un previo de risa, tapándo su boca con su mano.

Black Hat desvió una mirada amenazante del otro CD hacia su subordinado, quien disimuló limpiarse la nariz. En tan solo ese segundo, su jefe ya había analizado varias cosas.

Si su doctor se hubiese enfermado antes, este ya lo hubiese evidenciado y no ahora. ¿Y cómo era que no se enfermó, si los medicamentos eran para tratar una gripe tan simple como la humana?. Pero lo más importante, ¿cómo demonios sus manos se le curaron luego de arrojarle ácido?. Al diablo el otro CD y su tonta risa tan cochinamente adorable.

Enseguida tomó con fuerza la muñeca del científico, acercándola solo por unos instantes, puesto que simplemente no podía mirar su mano sin pensar en las manos de su prínc--. ¡¡JoooDER!! ¡¿HASTA CUÁNDO PASARÍAN ESTAS COSAS?!.

Empujó su brazo de vuelta a su sitio y Flug se sintió como un muñeco manejado, encogido e inmóvil con dos ojos bien abiertos e interrogantes.

—¡¿CUÁNTAS COSAS MÁS ME VAS A OCULTAR?! NO TE ENFERMAS, NO SUFRES DAÑOS, ¿¿QUÉ CARAJOS MÁS QUIERES OCULTAR?? AHORA MISMO TE ME--. —empezó, siendo sorprendido por un... Flug arrodillado y suplicante.

—¡¡NADA, JEFE, N-NO QUIERO OCULTAR MÁS!! yo lo--y-yo... es que--. —aspiró aire. Estrujó sus ojos y cruzó sus manos en ruego. —S-soy inmortal, me regenero y, -y no quería que me despida por eso.

¡¿Qué?!.

Flug desvió la vista al piso, jugando con sus manos timidamente. Toda la maquinaria médica entró en un glitch estático constante.

Primero Black Hat no supo cómo reaccionar, parpadeó perplejo, estúpido por la revelación. ¿CÓMO demonios quería un ser vivo quedarse antes de ser despedido?.

¿¿Cómo rayos no se había dado cuenta que todo ese tiempo el muchacho se hubiese muerto tras sus castigos, si no fuese por su inmortalidad??.

Claro, hace años le dijo que solo contrataría a un mortal para poder matarlo si algún día fuese necesario, pero nunca le cupo el pensar que le ocultaría ese aspecto para, ¿quedarse?.

Por más soberbio que era el demonio, tenía que darle algo de crédito al villano; el expertise del doctor era ocultar miles de cosas, fingir identidades, asesinar, torturar, inventar artefáctos fascinantes, cuidarlo, cocinar bien muchas veces, ah, y cómo olvidar su risa, y el intoxicante aroma de sus sában--¿¿AAAH??. Black Hat se dio cuenta de su sonrisa embobada, de sus ojos enternecidos, y, desde luego, se dió un bofetón lo suficientemente fuerte como para alzar la vista del científico hacia sí una vez más. Toda la maquinaria médica volviendo de nuevo a su funcionamiento normal.

Al fin de cuentas no sabía si sentirse orgulloso del muchacho o enfurecido por semejante ocultación de--PERO CLARO, ¡su identidad!.

"Maldición, ¿ahora cómo mierda le exijo que se quite la bolsa sin sonar estúpido?". BH se sobó la cara, gruñendo como un tigre soñoliento. Que oculte su identidad nunca le fue un fastidio, ¿entonces por qué demonios le importaba ahora?. Se puso a recordar su propio papel como villano y responsabilidad en la compañía, en sus videos de orientación, en sus reglas. No podía echar su orgullo al tacho de basura.. tenía que hablar a su subordinado como el dueño atroz que era, no como un colega...

Y Flug, no pudo evitar sentirse apacigüado por la reacción de su jefe. Se incorporó, enderezándose en su sitio.

—No quería irme porque lo am-- apreECIO, LO ADMiro, lo adulo, lo a-aaah ¡AY! ¿no tiene hambre? YO SÍ. — gimió nervioso, sus temblorosas manos se cubrieron de los guantes que había dejado en la mesa con plan de retirarse a la cocina.

"...no dejes que sus cochinos halagos cambien tu actitud, demonio pendejo que no sabe ni dar una puta orden." 

—Quítate esa condenada bolsa de una maldita vez.— pidió, sorprendentemente, de la forma más hostil que pudo en ese momento. No le salían palabras hirientes, ni sed de castigar, ni garras que lucir.

Flug se encogió de hombros aún más, su bolsa rozaba tiernamente con sus hombros y sus ojos parpadeaban como ajustando su vista al ente "hostil", inmóvil por unos buenos segundos que parecieron minutos para el contrario. Black Hat no soportó más la espera y se incorporó, haciendo retroceder a su subordinado.

La diferencia de altura de media cabeza, y más si le agregamos el sombrero, era algo que el doctor había olvidado por un buen tiempo. Sintió su corazón palpitar más rápido con cada paso que daba su jefe, se alejaban de las luces de la maquinaria hasta casi dejarlos en la penumbra.

https://youtu.be/W8NeyMrSG4w

En el segundo en que el sombrero negro cubría en sombra la bolsa, en ese momento en que las pupilas de luna capturaron la atención del villano más poderoso de la historia, ya Flug no pudo retroceder... puesto que aquel ser lo sostuvo de ambos brazos, desfilando sus garras como dagas que lo encarcelaban.

Y claro, el embolsado muchacho sintió que toda la sangre se le fue a su rostro, como si aquel ente del mal pudiese leer su deseo tan grande de besarlo allí mismo.

—Se que todo villano tiene secretos que ocultar, y que se ha de respetar todo aquello que no revelan, pero. — el demonio empezó, su mirada punzante estaba tan fija a las lunas del contrario que por unos buenos segundos sintió que estaba con su príncipe. Su presión se le bajó por completo, sintiendo que de la nada se le venía un desmayo, sus piernas se volvieron gelatina por un segundo antes de erguirse y sacudir su cabeza para volver en sí.

—Doctor... — prosiguió, Flug lo miraba enternecido. No había explicación del por qué, pero sentía que sería la oportunidad perfecta de confesársele, esperaba que el otro le ganara esa confesión. Tan solo, fantaseaba que de los oscuros labios salieran palabras dulces.

—...hay infinidades de cosas peculiares en ti, muchos secretos. —se acercó al menor mucho más. Y es que en todos sus largos años de vida, todas las infinidades de fechorías, todos los planetas que conquistó... nada se comparaba a su nivel de intriga hacia el muchacho.

El científico no pudo caber en sí el bombeo de su corazón, ni su sorpresa al sentir las manos de su jefe tocar sus mejillas embolsadas. Jadeó suave, y el demonio continuó.

Necesito saberlo todo.

Oh, por Dios.

Cam-bot temblaba en su sitio, el lente de su cámara estaba recostado en la cama como un perro pidiendo comida, ROGABA por dentro que aquella escena fuera la del tan esperado beso, el que necesitaban con tan endemoniada ansia encima.

Black Hat infló su pecho de aire, sus oscuros dedos rozaron las puntas de la bolsa que cubría al tembloroso doctor al frente suyo. Deslizó la bolsa para arriba y al mismo tiempo sus googles, por unos segundo fue despacio, lo primero descubriendo fueron unos tentáculos diminutos casi de la misma forma que los cortes en su bolsa. BH no pudo contener su ansia y despojó su rostro entero de una sola levantada y Flug tan solo estrujó sus ojos fuerte, cerrándolos por inercia ante la acción.

Las pupilas de la criatura oscura se dilataron como las de un gato al ver la atesorada identidad completamente revelada.

No sabía por dónde empezar con aquella tierna, insoldable y alienígena figura en frente suyo.

La piel de su rostro era cual la miel, gelatinosa y dulce por todo rincón. Debajo de sus googles se encontraban párpados azules como el mar abismal, tan enormes como el palpitar de su corazón. Físicamente eran del mismo tamaño que sus anteojos guardianes.

Y la salpicadura de pintura que eran sus manos, obras de arte, al parecer le seguían en sus entibiadas mejillas, con un delicioso color a toffee acaramelado. Culminando yacían dos pequeñas orejas, similares a las de un cachorro, arriba de pequeñas bránquias que lo coronaban, cual laurel, como dios apolineo.

En su totalidad era, pues, una cabeza de Cthulhu en miniatura.. Pero sus ojos, oh.

El demonio sostenía la bolsa con ambas manos como si fuese lo único que lo mantenía en tierra firme, saliva empezó a escapar de sus labios al ver los ojos de su subordinado abrirse.

Ya los había visto antes, los había pensado, refutado y penado. Eran tal como los ojos de su príncipe: fríos, inmensos como el mar y la luna que yacían encapsuladas. Era la misma sonata de la muerte, radiografía de la fría noche. Sus ojos eran un abismo, su maldito abismo.

Y conocer que había debajo de sus tentáculos lo llamaba como el mar llama a todo personaje Lovecraftiano. Mas aquel muchacho le ganaba en poder de invocación a cualquier criatura demoníaca.

Era lo prohibido, la manzana mordida en su hambre de afecto. Su dicha y su desdicha en una sola pieza de prodigioso violín, tocando cada tripa de su ser.

Era...oh, manipulaba sus tripas de forma literal.

El demonio maligno volvió de su trance y retrocedió con una mueca, arqueando su espalda con una tos inhumana... bueno... cual felino apunto de tirar una bola de pelos.

Instintivamente abrió la bolsa en frente suyo y Flug con rapidez salvó sus googles de caer al suelo, retrocediendo con un diminuto quejido.

Está vez Black Hat se sumergió en la bolsa y vomitó dentro, no haciendo nada más que destrozar el papel y botar todo el ácido al piso.

Los dos personajes tenían los ojos abiertos como platos mirando a los dos pedazos de papel que quedaron de la bolsa, luego al piso. Ambos ojos viajaron lentamente hasta llegar a los ajenos, ambas miradas perplejas se encontraron

e instantes después...

intercambiaron el estallido de risas

más estúpidamente adorable

que el camarógrafo robótico haya visualizado en su enorme lista de comedias románticas.

El villano de traje fue el primero en bajar el volumen de su risa, puesto que se distraía de vuelta. Sus ojos parecían pegarse al contrario como un imán cada vez que intentaba desviarse.



"....Maldición, es igual de asquerosamente adorable sin su estúpida bolsa."

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