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La luna llena iluminaba junto a las estrellas los gigantescos árboles del bosque medieval, el rocío del gras punzaba en el grisaceo rostro del ente maligno y a la molestia le acompañaba un dolor leve en el pecho y cabeza, sus quejidos se escuchaban bajo en lo que seguía echado, cual pez en tierra. No se podía mover o siquiera pensar claro, tan solo sabía que había vuelto al mundo de sus sueños.

Tenía suerte que uno de sus monstruos guerrero se encontraba cerca, con sus anchos brazos lo levantó y cargó en su hombro para luego ser agradecido con un siseo de serpiente. Black Hat acomodó su rostro dando la espalda al cuello de la bestia, el pelaje de esta criatura era oscura y tan suave como la colcha de su realeza, desde allí arriba el rey apreció la azulada noche y la espectral oscuridad entre las ramas de la arboleda. Su cabeza le fastidiaba pero poco a poco dejó de emitir gruñidos, solo se dejó consumir en el alivio que sentía al estar cómodo y saber que por lo menos en ese lugar sería mimado como deseaba.

¿Y era asi como lo deseaba?.

Un suspiro escapó de sus verdes colmillos. Nada era en verdad como le gustaría que fuese, ni su cuento llegaba al climax feliz que tanto quería. Cayó en la cuenta que sin importar el lugar donde estuviese, las riquezas le colmarían, siempre habría villanos tontos que lo adoraran y hasta mortales que le rindieran culto a diario.

Su orgullo se lo comía vivo y lo enfurecía pensar en aquello otro, que lo hacía sentir...tanto. Por tantos ciclos se resignó a admitir lo mucho que necesitaba de compañía, y de lo solo que estaba antes de empezar a contratar subordinados que quiten su aburrimiento con arriesgadas misiones e inventos, hasta colmarse de la rutina y asesinarlos.

Más por alguna razón, no fue así con su último científico. Desde que chocó su avión en su mansión le sacó más de una risa su idiotez y sus diminutas súplicas, sus patéticos rezos de piedad, la diamantina de sus oscuros ojos al sollozar... esas débiles manos y piernas al temblar, sus tan dedicados y empalagosos halagos.. su iluminado rostro al enseñar el currículum que poseía.

Tal vez fue su risa, y el rubor que le llegaba a la nuca tras ser interrogado por un demonio incrédulo de que, a su corta edad, le atribuyesen más de 82 mil delitos. ¡¿QUÉ SE CREÍA MOSTRANDO ESA COCHINA TERNURA QU-?! no podía matarlo ¡claro que no!, era su obligación y satisfacción verlo fracasar en sus inventos y misiones frente suyo, solo eso.

Black Hat refunfuñó en su dolor de cabeza y esfumó de su mente esos recuerdos.

Todo era extraño desde hace unos días, solo quería estar en sus sueños. Junto a la primera "persona" que hizo brotar de su ser los únicos sentimientos cálidos que había sentido en toda su vida. Cálidos como las llamas del fuego, pero sin la ira y el destrozar que lo seguía.

Las emociones que sentía hacia su príncipe eran, más bien, las llamas de sol que iluminaban su frío día y su oscura noche, su lluvia tempestuosa y sus bosques sombríos.

"¿Estarás conmigo pronto?." Soltó tan solo un deseo mental en forma de pregunta.

No sabía si enojarse o alegrarse de que su príncipe no estuviese en ese momento, su usual ceño fruncido y sus cansados ojos yacían fijos en las tenebrosas pero tupidas ramas de árbol, contaba una por una como un pasatiempo que lo adormecía lentamente. Observó como pequeños ciervos de tonalidades gris empezaron a caminar frente suyo, los fosforescentes ojos verdes de algunos se volteaban a verlo, pero seguián su camino a la dirección contraria en la que se dirigía él y su lacayo.

Se preguntaba a dónde llegaría hasta que, sin previo aviso, el príncipe aparECIÓ EN FRENTE SUYO (CUAL JUMPSCARE), e hizo al corazón del rey saltarse un latido.

Black Hat tomó una bocanada de aire, estaba seguro de que si no lo estuviesen cargando bien se hubiese caído al piso del susto, y bien lo sabía; era experto en la materia.

—¡¡¿PERO QUÉ TIENES, IDIOTA?!! — Gritó por inercia, lamentándose unas 20 veces segundos después.

Estrujó sus ojos entre sus párpados y se dedicó a gruñir cual perro frustrado. Le era costumbre gritar e insultar, pero en ese momento, por primera vez en su vida.. estaba arrepentido.

Se rindió con un suspiro de lamento, dejando sus brazos balancearse cual muñeco de trapo encima del lacayo que lo cargaba. Su príncipe no se inmutó, pero el jerarca no pudo evitar mirarlo con suplica en sus ojos; se había autolastimado al insultar a alguien que, pues...

Apreciaba o algo así.

La palabra "lo siento" la consideraba muy humana y patética, a diferencia de otras no había forma de hacer que sus nauseabundas sílabas se tornasen amenazantes, incluso si lo tratase de pronunciar de forma grave y demoniaca.

—Yo, no..no sé controlar mi estúpida ira.— musitó, sintiendo sus nervios aumentar al ver al príncipe acercarse. —Solo, lo ssient--¿o?— pronunció avergonzado, apretándo sus ojos para pegarse una cachetada interna. Lo más cercano a un "lo siento" en sus colmillos era un "disculpa" y sus conjugaciones en momentos de cortesía al dirigirse a rangos altos.

Pero en ese momento, solo sentía, y ese lo siento guardaba más que una torpe disculpa.

Solo al tocar algo con los dedos, pudo abrir sus ojos y pestañear; los guantes dorados de su acompañante sostenían los oscuros suyos y, entre la niebla y el generoso azul de la noche, deseó que no existiesen dos prendas separando sus finas manos contra las suyas.

Black Hat no pudo evitar alzar sus ojos con una sonrisa embobada, el suspiro aliviado que emitió le hizo sentir que se iba a derretir como helado en los brazos de su lacayo. Había asistido a varios spas, pero ninguno lo había relajado de tal forma como ahora, se sentía flotar en los tiernos tarareos de su acompañante de traje blanco y su frondosa capa de pieles se mecía de arriba a abajo con cada pisada del subordinado que lo cargaba.

La hermosa visión de su príncipe ojeándolo de vez en cuando le impedía cerrar sus enternecidos ojos por completo, solo detuvo su nube de ilusión al llegar a un lugar entre el bosque; una cabaña.

Notó que el príncipe había perdido el rumbo al observarlo y casi chocaba con la puerta, haciéndolo soltar una risa muy leve, no escuchó lo que dijo entre su alarido... y no le importó ignorar aquello y todo a su alrededor tras escuchar esa delicada risa que escapaba de los labios del encapuchado. Era familiar, como un girasol que yacía regando por mucho tiempo para recién notar cuán grande y preciosa se había convertido.

Se había perdido en sus pensamientos por el rato en que entraron y solo apartó la vista de un punto en blanco al notar que su lacayo peludo lo levantaba..era como un oso pero, ¿mezclado con ogro y nariz de lobo?, en fin, era un monstruo raro pero ya, ¡que le importaba! si no se encontraba su príncipe en su campo de visión daba igual.

Siseó amenazante a la criatura sin recibir respuesta y ya apunto de responder con un alarido sintió que caía en dos brazos que lo palidecieron e inmovilizaron.

—¡¿Me estas..CARGANDO?! — exclamó con arrogancia, apartando la vista de su subordinado afelpado a los que lo sostenían de los brazos y espalda. Sintió un cosquilleo en todo su cuerpo al sentir su rostro rozar con el ajeno, una, y otra, y otra vez.

Era suave, sedoso, y con cada roce sentía su corazón saltar cual fuego artificial. A su estómago le colmaban revoloteos como si una bruja estuviese preparando un caldero dentro suyo.

Y si no fuese porque todo su cuerpo se heló de los nervios tras tan meloso trato, seguro que se le hubiese subido toda la sangre a las mejillas... y mucho más.

Mientras se movían con cuidado, su cuerpo se fue atemperando a la calidez. Dudaba en si hacer o decir algo, solo se dejó recostar en la cama como un muñeco.

La luz era muy tenue y no veía más que pequeñas luciérnagas multicolor enfrascados en estantes de la cabaña, abrió la boca para hacer preguntas... mas fue silenciado un segundo después por lo que vió;

Dos tiernos ojos, de un azul tan oscuro como la noche más tétrica reflejada en el mar, y en ella, dos perlas blancas como pupilas. Tan cristalinas y claras como el gélido hielo que sintió derretirse en su anteriormente frío corazón.

Observaba a su príncipe entre la penumbra y tenues luces de color que tan solo contorneaban su rostro y pecho, todo era oscuro en su totalidad, menos sus bellos ojos.

Tuvo que parpadear varias veces para creer lo que veía. No era posible...era increíble lo embobado que estaba, observándolo como si fuese un tesoro apunto de robar, o.. ¿un manjar demasiado caro pero exquisito?.

Se notó a sí mismo babeando y entró en consciencia de si por un segundo, escuchando la puerta de la cabina cerrarse para dejarlos en privacidad. Una vez quiso hablar, pero las finas manos de la criatura frente suya acariciaron su rostro, como si de un perro adormitado se tratase empujó su lengua adentro y limpió con sus guantes el hilo de saliva bajo su barbilla. Sintió demasiado bochorno y un quejido salió de sus labios.

—No necesito que me limpies, ¡puedo solo!.—regañó como un niño, en su sueño se acurrucó y sobó su cara y ojos en un suspiro de incomodad que guardaba. Sentía demasiado vergüenza de su propia reacción, sin calzar la sorpresa que le fue mirarlo a los ojos...esos ojos. Cayendo en la cuenta su gran parecido a los de---

Oh no... no no, y no.

¡¿Ffff----f-FFLUG?!. — exclamó, con la voz más ahogada posible de su villanesco ser.

Su respiración se cortó y empezó a sentir su garganta cerrarse en un nudo. "Nononono...estas loco, ¡es tu imaginación! eres un imbécil calenturiento que mezcla una fantasía con otra y YA--¡¡NO ES REAL!!". Pensó, llevándose las manos al rostro, aspiró una gran bocanada de aire y resopló deseando que la tierra se lo comiera ya.

Se conflictuó entre sus sentimientos hacia su príncipe, sabía que sentía un COCHINO ""algo"" hacia este, pero su malvada mente lo maltrataba combinando su casi perfecto ideal de subordinado, con el tonto de-- bbbuuUEENO, YA.

¡¡Era su culpa al fina!!, no podía culpar a nadie más que a su estúpida mente endemoniada, tan maléfica que hasta-- hasta lo hacía--.. ¿tocarse pensando en un inútil asesino medieval que le invadía la privacidad y limpiaba la cara? ¿y aaa..--en un AÚN más inutil lacayo que no podía.. solo crear destrucción sin dar un repulsivo gesto de cariño por lo menos una vez al día???.

Black Hat se hundió en su almohada y con las manos temblorosas se despató la vista solo un poco y divagó para cualquier otro lado que no fuesen los ojos del que tenía al frente. Su agitada respiración contrastaba con su desconcertada expresión, y se le vinieron miles de tonterías a la mente.

Más allá de imaginar cosas.. sexuales, no era nada más, ¿no? es decir-- ¡¿MÁS VALE?!. Si se ponía a pensar en ese sucio sentimiento...


...En la melodía que lo hacía recordar un año tan hostil y hambriento de maldad.


La segunda guerra mundial, durante uno de sus más deplorables años: 1943.





https://youtu.be/2TRCrU3nnbk


-Eres tan hermoso...


Susurró el príncipe, quien no le había quitado de vista ni por un segundo. El cuerpo del rey se heló igual que el tiempo.

El ser del mal no solo sintió sus propios latidos, sino también su respiración parar por un buen segundo.

Pudo sentir su corazón bombear con magistral fuerza en su pecho, tal como en las películas de suspenso de las que siempre se reía. Tan solo pudo relajar un poco su cuerpo al tragar saliva.


"Maldita sea" aspiró mientras estrujaba los ojos lentamente en señal de derrota y plegaria, trató de dejar su boca en una mueca amargada, fallando en una sutil sonrisa llena del embobamiento que se le venía encima. Se llevó las manos a la cara y exhaló un suspiro tan frustrado como un testeo de violín. En ese momento se aguantó unas ganas inmensas de reírse de si mismo.



"Quebranté la regla".

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