Capítulo 87
Mi padre me invitó a almorzar. Y estoy segura que mi madre va a estar ahí. Sé que solo lo hace para que nos reconciliemos, pero un almuerzo casero no será suficiente para ganarme.
Llego a casa de mi abuelo. A la vez llega mamá.
—Hola, Atsuko —saluda, sonriendo de lado. Arrugo la nariz como señal de desagrado.
Toco la puerta dos veces.
—¡Está abierto! —avisa la voz de mi abuelo.
Abro la puerta y entro antes que ella, quien se encarga de cerrar la puerta.
Puedo notar como su mirada se cruza con la de mi padre. Ambos pares de ojos brillan con intensidad, y ella corre a él para abrazarlo con fuerza. Él la carga, y ella le llena el rostro de besos.
—Estoy feliz de verte —habla mi padre.
—También estoy feliz de verte —habla mi madre.
Mi abuelo y yo arrugamos las narices. ¿Acaso somos los únicos con sentido común? ¡Su relación fue fatal!
—En serio creí que habías muerto —siguió hablando mi papá.
—Soy una mujer con muchos trucos —ríe ella, adentrando sus manos a su largo cabello—. Te luce bien el cabello largo.
—A ti también.
—Esto es repugnante —susurra mi abuelo.
—Quiero vomitar y ni siquiera he comido —respondo yo, también susurrando.
—Pero lucen tan felices —el desagrado rebalsa de sus palabras.
—Es casi ofensivo —¡y de las mías también!
—Hice tantas cosas malas —sigue hablando Marise, abrazando fuertemente su cuello—. Espero me perdones, me arrepiento tanto.
—Está bien. Luego hablaremos de eso —responde él, acariciándole el cabello y apartando unos momentos su flequillo.
—Oh, no, hablaremos de eso ahora mismo —sentencio, dando un paso al frente para interrumpir la escena—. No estamos aquí para discutir sus problemas amorosos, sino mi sanidad mental, ¿recuerdan? Estoy bastante jodida por culpa de ambos.
—Sí, tienes razón, tu padre y yo cometimos muchos errores y-
—¡Toda mi maldita crianza fue un error! —exclamo, me irritan tanto, demasiado— ¡Es más! Diría que hasta mo nacimiento fue un error. ¿Por qué no pudieron quedarse sin hijos cómo cualquier otra pareja lésbica?
—Atsuko —regaña mi abuelo.
—Oh, no, espera, esto es bueno para mí —reclamo—. ¿En serio se amaban tanto? ¡Mamá, ni siquiera sabías que papá era un ladrón canibal? ¡Me quemaste el ojo por su culpa! ¡Y tú! ¿Cargar la condena del tío Rei porque sería padre? ¡Qué mierda! ¡Tú eras mi padre y no pensaste en mí cuando lo hiciste! ¿Y si te hubieran condenado a muerte? ¿Me hubieras dejado en manos de esta psicópata? ¡Te puedo numerar todos y cada uno de sus abusos! Me quemó el cuero cabelludo y me decoloró el cabello con lejía, me quebró el brazo, la pierna, me lanzó desde las escaleras y me dislocó el cuello, tengo quemaduras y horribles cicatrices en todo mi cuerpo, ¡no puedo quitarme la camiseta sin odiar cada parte de mí! ¿Sigo? Porque también puedo mencionar lo aterrada estoy por que alguien sujete mi nuca, ¿sabes por qué? Porque ella me sujetaba y me lanzaba al suelo para golpearme, maldiciendo a cada golpe lo horrible que era mi quirk. NUESTRO quirk, papá.
Dejo salir un montón de aire frío e intento tranquilizarme.
—Ha cambiado, Atsuko.
El frío inunda mi cuerpo. Montones de aire frío salen de mis pulmones.
—¡Yo también he cambiado! —reclamo, mis mejillas se congelan, el hielo se dispersa por mi cuello y mis hombros— Soy una adulta que ya no necesita a ninguno de ustedes dos, ¡no me importan! ¿Saben? ¡Sean felices con su tóxica relación! A mi me da igual.
El frío es tal que he empezado a temblar.
—Vas a congelar la casa entera —advierte mi mamá, acercando su mano a mi mejilla para aumentar mi temperatura hasta deshacerse del hielo.
Su toque es tan suave y maternal.
Tan cariñoso y cálido.
Se siente tan real.
Y mis lágrimas también son tan reales.
—No tienen idea de cuanto los necesite durante estos treinta años —sollozo sin remedio alguno, intentando limpiar mis lágrimas—. Estuve tan perdida y aterrada, no sabía qué hacer… ¿Tienes una idea del daño que me hiciste?
—La tengo —susurra, besando mis nudillos—. Y no tienes idea de lo mucho que me arrepiento.
—No me pidas que te disculpe. No puedo.
—Está bien, no te culpo —tiernamente limpia mis lágrimas—. Realmente hice cosas horribles. Solo… déjame demostrarte que ahora todo será diferente. Empezando desde ahora. Tengamos un almuerzo tranquilo como la tranquila familia que somos, ¿sí?
Termino yo misma de secar mis lágrimas yo misma y me aguanto las ganas de seguir llorando.
En mi bolsillo, mi celular vibra. Lo tomo. Es un mensaje de Shigaraki.
—Lo siento, pero creo que ya es tarde para eso...
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