Capítulo 70
—Nos vamos —habla Ryōsoku a primera hora de la mañana, siendo ella la primera en despertarse.
—¿Ah? ¿Por qué? —reclama Himiko Toga, abriendo perezosamente sus grandes ojos ambar— Creí que estaríamos aquí una semana entera.
—Bueno, pasaron cosas —se excusa, cepillando su cabello y sacudiendo su ropa casual—. Lo mejor ahora sería irnos.
—¿Qué hiciste, gigantona? —reclama Shigaraki Tomura, cubriendo su rostro con la almohada— ¿Derretiste a los ancianos?
—¿Ah? Claro que no —gruñe, ofendida por la acusación—. Los congelé de cuerpo entero y los evaporé.
—¿Por qué? —murmura Dabi. No puede sorprenderse correctamente a causa del sueño.
—Por mi propio bien —susurra mas bien para si misma, exhalando aire.
Aire no frío.
—¿Cuál es la prisa? ¡No hay pruebas de homicidio! Quedémonos aquí hasta que se acabe la comida y luego regresemos a nuestra pocilga —pide Toga, elevando su mano al techo, con los ojos cerrados y abrazando su almohada—. Nadie va a reportar a los viejos, el negocio igual estaba en la mierda, somos sus primeros clientes en un trimestre entero; leí los papeles que tenían guardados en su habitación. ¡Disfrutemos mientras podamos!
—Estoy de acuerdo —habla Dabi.
—Yo también —susurra Tomura.
Spinner se limita a asentir. Kurogiri y Mrs. Compress siguen dormidos.
La más alta suspira pesadamente. Detesta admitirlo, pero tienen razón.
Además, la U.A le habían dado dos semanas de “vacaciones”, merecía ese descanso.
Por su propio bien.
🐾🐾🐾
—Volviste antes de lo planeado —comenta Shōta, sorprendido al verme en la sala de profesores.
En silencio me acerco a él. Extiendo mis brazos y le sujeto la nuca. Mis dedos cosquillean. Lo acerco a mí y lo abrazo, permitiéndome hundir mi nariz en su negro y totalmente alborotado cabello.
—Hey, ¿todo bien? ¿Te fue bien con tus abuelos? —pregunta, levemente extrañado por mi comportamiento, pero devolviéndome el abrazo a pesar de todo.
—No fui con ellos —murmuro—. Me quedé con Ryū y Kurai viendo películas de mala comedia y comiendo hasta no poder más.
—Pero tu quirk…
—Estaré bien. Solo necesitaba tranquilizarme un poco —aseguro, besándole la frente—. No te preocupes por mí, ¿sí? Tenemos trabajo que hacer.
Suspira fuertemente. Me sujeta la mano y besa mis nudillos.
🐾🐾🐾
Estaba trabajando en los papeleos necesarios, pasando calificaciones en limpio, cosas de maestros. Cuando Nemuri tira de una silla y se sienta a mi lado.
—Hola —saludo gentilmente.
—¿Qué tienes, Atsuko? —inquiere de inmediato.
—No es nada —susurro, incapaz de verla directo a sus acusadores ojos—. Es solo… ya sabes, estoy un poco… preocupada, supongo.
—¿Preocupada? ¿La gran Ryōsoku, preocupada?
—Sí, ya sabes… Este tiempo libre me sirvió mucho… y creo que quiero arreglar las cosas con mi padre.
—Cierto, estabas peleada con él.
—Muy peleada.
—Deberías decírselo a Shōta, ¿sí? Está REALMENTE preocupado por ti.
—Está bien, yo me encargo —murmuro, cerrando la libreta y poniéndome de pie—. Gracias por hablar conmigo.
—No fue nada, linda.
Camino fuera de la sala de maestros hasta el salón de A-1. Shōta está ahí, sentado frente al escritorio, revisando papeles seguramente de los estudiantes.
—Hey, espero no interrumpir —hablo, entrando al salón.
—En lo absoluto —murmura—. De hecho, gracias por venir. Eres una excelente excusa para alejarme del papeleo un rato.
Cierro la puerta detrás de mí y me apoyo en esta, me cruzo de brazos y veo al piso.
—Nemuri me dijo que estabas preocupado —hablo finalmente—. Le preocupa que estés así, y me pidió hablar contigo. Nada más quiero decirte que estoy bien.
—Atsuko…
—Estos días libres me sirvieron para reflexionar —sigo, sin dejarlo hablar—, sobre mí y mi familia. Y, ¿sabes? Llegué a la conclusión que todos somos una mierda…
—Atsuko.
—Pero, como sea, son lo único que tengo. Mis abuelos no me respondieron el teléfono, por eso no pude ir con ellos. El abuelo dice que quizás ya murieron, después de todo estaban realmente viejos; y eso me hizo pensar… realmente estoy sola.
—No, no lo estás —asegura, poniéndose de pie y caminando en mi dirección—. Me tienes a mí.
—Quisiera arreglar las cosas con papá pero… es tan difícil.
—Atsuko… —su tono de voz se vuelve lastimero.
—Duele demasiado, Shōta —susurro, y empiezo a llorar con fuerza. Me deslizo por la puerta y cubro mi rostro con una mano, mientras que con la otra estrujo mi camiseta—. Es todo tan frío… demasiado frío… Yo… tengo miedo.
Sus brazos me rodean el cuello y me abraza.
—Está bien tener miedo.
Le sujeto el cuerpo entero y estrujo su camiseta entre mis manos.
—Lo siento… tanto —sollozo, tomando un fuerte respiro con tal de no levantar la voz para que ningun alumno decida entrar a verificar si todo está bien—, tanto, tanto…
—Ya, no hay nada de que disculparse.
Todo lo contrario.
Me disculpo de absolutamente todo.
—¿Te molesta si me quedo en tu hbitación unos días? —pido suavemente, casi con pena, con mis labios justo al lado de su oído, con mis brazos sobre sus hombros y mis manos hundidas en su espesa cabellera negra— No quiero cometer ninguna estupidez… y en serio necesito a alguien con quien hablar de toda la mierda a mi alrededor.
—Está bien, no es ningún problema.
—Lamento ser una molestia.
—Nunca lo serás.
🐾🐾🐾
Ahora, sentada en la, con las rodillas abrazadas a mi pecho y Shotá inconsciente a mi lado, la sensación de vacío persiste hasta no poder más. Podría acercar mi mano a su cuerpo y derretirlo totalmente, podría apuñalarlo, podría robar todo en la habitación y desaparecer… pero me siento tan impotente. Incluso siento que respirar me lastima.
—Soy tan despreciable —acerco una mano a su descuidado rostro y aparto un largo mechón de cabello—, y tú eres tan bobo. ¿Por qué te enamorarías de alguien como yo? Seguro también eres un maldito psicópata como yo, no hay otra explicación.
Exhalo fuertemente. El aire que sale se mantiene a temperatura ambiente, lo que me tranquiliza enormemente. No he dejado de pensar en lo que me dijeron mis abuelos: desligar mi quirk de mis emociones. Nunca lo había pensado de esa forma; si estoy furiosa: congelo; si estoy feliz: congelo; si estoy emocionada: congelo; si estoy aburrida: congelo; y lo mismo para derretir.
Pero a mi madre, con quien estaba furiosa, la derretí. A mis abuelos, con quienes estaba frustrada, los congelé. Quizás mi quirk sí está ligado con mis emociones, debería aprender a contolarme correctamente o la que morirá seré yo.
Mantengo mi mano en su rostro. Desciendo de su frente a su intento de barba, que no son más que unos cuantos vellos finos y dispersos los cuales insiste en mantener en su rostro porque desde que lo conosco desea una espesa y genial barba como la de otro héroes maduros, además de pensar que con el rostro lampiño luce como un adolescente. Le acaricio la mejilla y rozo suavemente sus labios.
—Quizás solo estás desesperado como yo…
Observo la pequeña habitación a la que estamos confinados. Coloco una mano sobre la pared y envío ondas frías, no hay cámara alguna que nos supervise. Coloco mi mano sobre la frente de Shōta, tampoco hay nada raro en él. Estamos totalmente solos.
El cosquilleo en mis dedos se vuelve inseceante. No estaría mal congelarlo y luego excusarme con mi horrible sanidad mental, lo peor que puede sucederme es ser internada en un loquero…
Pero de pronto, aun dormido, sujeta mi mano contra su mejilla, y junta sus labios a mis nudillos. Su respiración es relajada y constante, cálida y acogedora.
—Me molestas tanto —y le beso la frente antes de apartar cuidadosamente mi mano.
Tomo mi celular y marco el número de mi abuelo.
—¿Qué sucede, Atsuko?
—Necesito verlos mañana.
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