—Ah, cuanta comida —susurro, incapaz de exclamarlo en voz alta.

—¡Nunca habíamos visto tanta comida en la Liga! —señala Toga. Tomura, secándose el cabello, frunce los labios.

—Por fin, un banquete digno de nosotros —comenta Twice.

Me gusta dirigirme por el nombre de villano de todos en lugar de sus nombres reales. Después de todo, ellos hacen lo mismo conmigo.

—Gracias por la comida, abuelos —suspiró—, pero se tomaron demasiadas molestias. Es demasiado, incluso para una come-todo como yo.

—Hace mucho no cocinamos para gente tan querida —habla mi abuelo—. No es ninguna molestia. Por favor, coman lo que gusten. Y si quieren más no teman pedirlo.

Nos sentamos en la mesa y cada uno se sirve su comida. Damos gracias y nos ponemos a comer sin pensar demasiado. ¡La comida es tan rica! Hace mucho no comía algo tan bueno, ¡extrañaba tanto la comida casera! Por mucho que quiera a Kurai, su comida no es tan buena como esta. Ninguna comida es tan buena como la que preparan los Kishaba, incluso mi madre, a pesar de lo poco que me quería, era una excelente cocinera. Espero los demás estén disfrutando esto tanto como yo.

—¡Comes mucho, Ryō-chan! —señala Toga— ¿Es por tu quirk?

—Claro —respondo, con la boca semi-llena—. ¿Crees que alguien de mi tamaño comerá tan poco como ustedes? ¡No bromees!

—¡Realmente eres genial! ¡Te admiro tanto! Si fueras tan genial como Stainy te pediría ser mi novia, ¡una lástima!

—¿Ah? ¿Qué te hace pensar que estaría con alguien como tú? ¡No aguantarías ni una semana! ¡No me hagas reír!

—¡Qué cruel eres, Ryō-chan!

—Lo único que se puede esperar de una Fukugawa —susurra Spinner.

Mi abuelo se acerca a él, le sujeta el cuello, y cae inconciente sobre la mesa. Todos lo observan en silencio.

—Los reptiles se duermen cuando la temperatura en su cuerpo disminuye —explico, para seguidamente sorber mis fideos—. Eso, o congeló algunas celulas de su sistema activador reticular, que es el encargado del sueño.

—No lo mató, ¿verdad? —murmura Toga, señalando al reptil— Porque es el único de todos nosotros que sabe manejar.

—Solo está dormido —aseguro con tranquilidad. A pesar de todo, mis abuelos nunca serían de capaz de asesinar a menos que estén en verdadero peligro.

—Lo siento, pero no permito que nadie hable mal de mi nieta —habla mi abuelo, alejando su mano del dormido. Cada vez que usa su quirk permanece en silencio, cuando era pequeña me decía que el Temperature era un quirk peligroso que requería absolutamente toda mi concentración. Luego de mantener una expresión tan seria, se permite sonreír—. Espero estén disfrutando la comida.

—Está muy buena, muchas gracias —habla Kurogiri.

—¡Realmente buena! —le sigue Twice.

—Creí que la familia de Ryōsoku era buena solo para comer, pero parece que estaba equivocado —ríe Dabi.

—Oh, ¿es que también quieres tomar una pequeña siesta, muchacho?

Y, por primera vez en todo el viaje, veo a Shigaraki sonreír.

🐾🐾🐾

—Entonces, ¿cuál es realmente el problema? —pregunta mi abuelo materno, viendo a mi abuela sentarse junto a él. Yo estoy frente a ambos.

Al igual que hice con ella, tomo un fuerte respiro y dejo salir el aire totalmente helado.

—Ya veo —murmura—. Tus pulmones se están congelando.

—Temo que sí —murmuro, bajando mi mirada—. Realmente no quisiera molestarlos con esto pero… tengo mucho miedo. No quisiera morir congelada por mi propio quirk.

—No morirás —asegura él, sonriendo de lado—. Estoy aquí para evitar que eso pase. Además, esto no es ninguna molestia. Nos gusta tenerte aquí, lejos de… los que te dieron ese otro quirk.

Frunzo los labios ante el comentario. ¿Qué tienen los Kishaba contra los Fukugawa? No son personas malas. Son villanos, como ellos y cualquier otro, no veo dónde está lo malo. Digo, mi padre es un imbécil, ¡pero mi abuelo es un buen hombre!

—Para empezar —habla con su vieja y cansada voz—, necesito que cierres tus ojos —obedesco sin duda alguna—. Ahora, concentrate en la oscuridad. Es abrumadora, abrazadora. Te consume poco a poco —el sentimiento es frustrante.

—Piensa en eso que te molesta —sigue mi abuela—, eso que sientes que te impide seguir. Lo que te detiene. Piénsalo, Atsuko, ¿qué te detiene de progresar? ¿Por qué estás dónde estás?

El recuerdo de mi quemadura me inunda de inmediato. Mi madre sujetándome la nuca y derribándome como si nada, mi padre en la prisión con un bozal y sus manos encadenadas como un animal, mi abuelo diciendo que no puedo quedarme con él porque no tiene dinero para mantenerme, mi madre derritiéndose. Todo viene de forma demasiado repentina, duele. La presión en mi pecho me hace cerrar mis manos en puños, exhalo fuertemente aire frío, y siento lágrimas amargas deslizar por mis mejillas.

Toda mi familia es realmente despreciable.

Duele.

El frío es horrible. Mis brazos tiemblan.

La imagen de Shōta confesándome sus sentimientos viene con todos ellos. Me congelo totalmente al piso.

Todo es tan abrumador.

—Piensa una vez más en lo que te molesta —sigue ella, apesar de verme llorar y sufrir de esta forma—. Pero ahora piensa por qué te molesta tanto, piensa por qué los odias tanto. Piensa en todos aquellos que te hicieron daño en algún momento…

Las mismas imágenes cruzan mi mente una vez más.

Siguen doliendo demasiado.

—Y acaba con ellos…

Y me imagino colocando mis manos en sus rostros y derritiéndolos uno a uno. El dolor sigue, pero ahora no es un dolor frío y frustrante; ahora quema y arde, pero duele menos. El hielo se vuelve agua, y el agua se vuelve vapor. Y la frustración se vuelve ira.

Abro mis ojos con tal de no quemar el tapete. Exhalo fuertemente una vez más, y el aire ya no es frío.

—Tienes un serio problema —suspira mi abuelo—. Debes desligar tu quirk de tus emociones.

—¿Qué? —susurro, todavía atontada por lo que acaba de pasar. Estoy sudando.

—Si te dejas ir así por tus emociones te harás daño —sigue—. No puedes congelarte cada que te frustras, o derretirte cada que te molestas.

—Yo no…

—Casi quemas el tapete, Atsuko —frunzo los labios—. Sé que Marise y Masaru dejaron serias heridas en ti… pero es momento que olvides todo eso.

Guardamos silencio unos momentos.

—Por tu propio bien, querida.

—Por mi propio bien.