—Eres una mentirosa —acusa mi abuelo de buenas a primeras nada más nos quedamos solos—. Sabías que no estaba en peligro, no lo dudo.

—No hables tan fuerte, o te oirán —advierto, señalando a los policias fuera de la habitación—. Claro que lo sabía, ni siquiera estaba secuestrada.

—Pero, en el vídeo… —susurra mi padre.

—Sí, me quebraron el brazo otra vez, pero fue solo para hacerlo más creíble.

—Tus heridas, golpes, quemaduras…

—Me las hice sola, papá —sigo susurrando, asegurándome que nadie entre a la habitación—. Las quemaduras, las heridas, los golpes, todo lo hice yo. Así que cállense ya, los dos, estamos actuando de forma sospechosa.

—¿Y cómo no hacerlo?

Veo levemente por el rabillo del ojo como los agentes giran para venir aquí.

—… y estaba tan preocupada por ustedes —empiezo a sollozar, sujetando la mano de mi abuelo y juntándola a mis labios. Mi padre entrecierra sus ojos—. Temía no volver a verlos, esos sujetos son… son realmente poderosos, peligrosos. No dudarían asesinarlos si de eso dependiera el progreso…

Vaya que no lo harían.

—Ya, ya, ahora todos estamos bien —habla mi abuelo, siguiendo mi farsa. Mira a mi padre con tal que también nos apoye.

—No dejaremos que nada malo vuelva a pasarte —se une también, claramente de mala gana. Sabe que si me descubren los van a acusar de complices, y se irán a la carcel—. A partir de ahora estaremos más al pendiente de ti.

—¡Ryōsoku! —para mi sorpresa, son Ryū y Kurai quienes entran a la habitación. Llevan los rostros húmedos, los ojos irritados.

Se lanzan a mí, sin importarles la condición de mi brazo, el cual aparto de inmediato. Ambos me abrazan con fuerza y me llenan el rostro de besos.

—¡Nos tenías preocupados, hija de puta! —solloza Ryū, sujetando con fuerza mi mano no lastimada— ¡Dijiste que no nos involucraramos, pero estábamos tan preocupados que nos faltaba muy poco para ir a buscarte nosotros mismos!

—¡De hecho, te buscamos! —aclara Kurai— ¡Pero eres imposible de encontrar, maldita sea!

—¡Con ese gran culo que te cargas y no te encontramos en dos eternas semanas!

Río y los abrazo también. ¡Este es el tipo de tratamiento que necesito! ¡Mis mejores amigos! ¡Tan asombrosos!

—¡Pero ya estoy bien! —les aseguro, abrazándolos con fuerza hasta hacer sus espaldas crujir. Son los únicos que soportan esta clase de abrazos sin quejarse demasiado por ello— ¡Estoy viva! Con el brazo jodido, ¡pero viva! ¡Deberían estar felices por eso!

—¡Y lo estamos! —asegura Kurai.

—Son solo unos llorones.

Mi abuelo carraspea. Frunzo el ceño ante la interrupción.

—Muchachos, este es mi abuelo, este es mi padre, Fukugawa Kenta y Masaru. Papá, abuelo, estos son mis mejores amigos, Bosei Kurai e Ishiguro Ryū.

—¡Ah, Noburu! —exclama Ryū, señalándolo— ¡Seguí de cerca su caso desde el momento que lo atraparon! ¡Siempre me pareció genial!

—Ryū —regaña Kurai, golpeando su brazo—. Ahora lo importante es que Ryōsoku está bien, a ellos déjalos en paz.

—Lo siento —murmura, frunciendo los labios—. ¡Lo importante eres tú, gigantona!

—¿Creen que lo soy?

—¡Claro! Es más, pídenos lo que quieras, te lo daremos.

—Nah, ahora estoy bien —aseguro.

—Necesito que nos dejen a solas unos momentos —habla Shōta, entrando a la habitación. Mi papá y mi abuelo intercambian miradas y se retiran sin poner queja alguna, dándome una pequeña palmada en la

—Sueña —gruñe Ryū.

—Si le vas a decir algo nos lo dirás a nosotros también —asegura Kurai.

—No dejaremos a nuestra Ryōsoku a merced de un pro héroe que ni conocemos.

Shōta eleva una sola ceja.

—Chicos, está bien —aseguro, besándoles las mejillas—. Es mi novio.

—¡Oh! ¡Con que él es! El famoso Aizawa Shōta, del curso A-1, ¿verdad? —Shōta eleva la ceja una vez más— Oh, claro que no nos recuerdas, pero nosotros tocábamos en el B-1, con tu novia.

—Del B-1, eh… Nunca los mencionaste.

—Nunca preguntaste. Como sea, chicos, déjenme sola. Son cosas privadas… cosas de héroes, ¿sí? Chicos malos como ustedes no lo entenderían jamás.

—Bien, pero si vemos algo sospechoso entraremos sin dudarlo, y voy a electrocutarlo.

—Sí, lo que digan. Márchense.

Ambos se levantan de la cama y se retiran, no sin antes intercambiar intensas miradas con Shōta.

—¿En serio son tus amigos? —gruñe, acercándose a mí y sentándose a mi lado.

—Mis mejores amigos —río—. Como sea, ¿qué sucedió? ¿Van a llevarme presa o algo?

—Lo hablamos con Nezu y con la policia, y no les molesta que regreses a la Academia. Solo… te vigilarán todavía más, ¿entiendes? Es… por cuestiones de seguridad.

—Sí, claro que entiendo. Y no los culpo. De hecho, no me hubiera sorprendido que me sacaran de la academia.

—La policia lo sugirió, pero Nezu aseguró que sería mejor si te mantuviéramos supervisada.

—Ya veo… ¡Y lo entiendo! No los culpo, en serio. De hecho… si me mantienen observada me sentiré más segura. Así… así no volverá a pasar algo como esto, ¿no crees?

—Tranquila, Atsuko —susurra, sujetándome la mano y besando mis nudillos—, yo te protegeré. Lo prometo.

Pero, ¿quién te va a proteger a ti?