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Capítulo 55

—¿Te encuentras bien? —pregunta Midnight.

De alguna forma, mi habitación terminó llena de héroes. 

Lo único que quería era descansar, pero no han dejado de entrar y salir sin parar, verificando que me encuentre bien, trayéndome regalos, pequeños detalles. Pequeños pero bonitos. Normalmente no me gusta que las personas se preocupen tanto por mí, ¡pero al ser todos héroes podría tomar esto como una excepción!

—Ah, tantas cosas —suspiro, tomando una de las tantas cestas decoradas que me ofrecieron a lo largo del día. Está llena de postres, chocolates, ¡que rico!—. ¿Se le ofrece?

Tiendo uno a Toshinori, quien ha permanecido conmigo el día entero. Para mí es claro que está arrepentido, y va a buscar todas las formas posibles de compensarme

—No, gracias.

—Oh, vamos. Sé que quiere un poco, no tenga pena.

—De verdad, señorita Atsuko. Estoy bien, gracias.

—Bueno, verá, Toshinori-san. Me encanta su compañía... lo considero un buen amigo, ¡una figura paterna, incluso! Pero, de verdad, deje de preocuparse. Usted también necesita recuperarse, su brazo también se encuentra dañado... incluso más que el mío.

—No creo que debamos comparar cuál brazo tiene más valor.

—Por su comportamiento, parece que el mío.

—Es que... no dejo de pensar que es mi culpa, si no me hubiera involucrado tanto su brazo seguiría bien... pero, no sufrirá repercusiones, ¿verdad?

—Simplemente no podré congelar mi hueso por unos meses... pero aparte de eso estaré bien. ¡Todavía tengo mi brazo derecho!

—En serio lo lamento. Debe haber una forma de compensárselo.

Suspiro fuertemente.

—Por centésima octava vez—porque sí, las he contado todas—, no necesita agradecerme, compensarme, ni disculparse. Nada más estaba cumpliendo mi trabajo como heroína, estas son cosas que le ocurren a una heroína, en especial a una de rescate. ¡Además! Ya se lo he dicho: esto ayudó a mis alumnos a poner en práctica lo que han aprendido en mis clases.

—Pero...

—Suficiente, Toshinori-san. ¿Quiere compensarme? Bien: déjeme descansar.

—No me parece suficiente.

—Le parece, ¡pero no tiene poderes sanadores! —de hecho, ni siquiera tiene poderes, pero un comentario así es demasiado grosero para decírselo al Símbolo de la Paz— Lo mejor ahora es que me dé unos momentos de tranquilidad. Como sea, debo colocarme la pijama y eso.

—Bien… le dejaré descansar. Disculpe si la molesté.

—No me molestó, Toshinori-san. Solo… entienda que no me debe nada por esto. Fue mi error no congelar el hueso para evitar fracturas, ¿sí? Deje de tratarse tan mal.

—Está bien, señorita Atsuko. La dejaré descansar como desea. Pase buenas noches.

—Buenas noches.

Finalmente se retira de la habitación y me deja en paz. No es que no aprecie su compañia, sino que realmente quisiera dormir un poco. Desato el nudo que mantiene inmovil mi brazo, y con sumo cuidado me deshago de mi ropa, primero del short ajustado, y seguidamente de la camisa. El dolor es inevitable, la forma en la que debo girar mi brazo para poder liberarme de la tela me genera un dolor punzante. El doctor me dijo que no debía esforzarme demasiado, pero me será imposible dormir con esta cosa puesta.

Una vez liberada, dejo salir un fuerte suspiro. Espero unos momentos a que el dolor punzante desaparesca, y cuando finalmente lo hace tomo una camiseta cualquiera y me la coloco, de los pantalones escojo uno deportivo de los más gastados que poseo. Una vez lista, me siento en mi cama e hidrato mi ojo con la misma marca de gotas que uso desde el incidente; a veces, al dormir, no puedo cerrarlo correctamente y se lastima, por ello me aseguro de hidratarlo antes de dormir.

Vuelvo a inmovilizar mi brazo. Me siento en mi cama y enciendo el televisor con tal de disfrutar unos momentos los documentales sobre la naturaleza que transmiten a esta hora. Fue en ellos que descubrí lo de las moléculas del aire, por ello siempre presto atención a descubrir algo que me sirva para desarrollar mi quirk.

Sigo sentada, viendo el televisor fijamente y comiendo los dulces de la cesta cuando oigo toques en la puerta.

—¡Adelante! —indico, pues no tengo ganas de ponerme de pie.

La puerta se abre, es Shōta. Doy gracias al Cielo que no traiga consigo ningún regalo, ¡mi cuarto está lleno y colapsará con una cesta más! Nunca creí que los demás héroes me apreciaran tanto.

—¿Te sientes bien? —pregunta, entrando tranquilamente y cerrando la puerta detrás de él.

—No. Me duele mucho el brazo —reclamo, deshaciéndome torpemente de la envoltura del chocolate, mi mano lastimada tiembla un poco, pero debe ser normal—. Por si fuera poco, no podré congelarlo apropiadamente hasta que el hueso sane del todo. ¿Tienes idea de lo horrible que es eso para mí?

—Créeme, la tengo.

—Oh… claro… tus ojos —casi lo olvidaba.

—Como sea, All Might me dijo que tuviste un día ocupado.

—¡No tienes idea, Shōta! ¡Hubieron un montón de héroes en la habitación! ¡Fue tan genial, en serio!

No me considero fanática de los héroes, ¡sino de sus quirks, de sus singularidades! De analizarlos y descubrir su debilidad para saber enfrentarlos apropiadamente.

—Y, mira, te llenaron la habitación de regalos. Eso seguro te hace sentir mejor, ¿no?

—¡Claro que sí! ¡Mucho mejor! Es más, ¡siento que ya estoy más cerca de aliviarme!

—Ok, estás siendo sarcástica.

—Un poco, no lo suficiente.

—Además, creí que lo tuyo eran las caricaturas, ¿desde cuándo te gustan los documentales?

—Desde que gracias a ellos pude crear un muro de hielo prácticamente de la nada.

—¿Te molesta si me siento junto a ti?

—Claro que no.

Se sienta a mi lado derecho, al lado del brazo que no está dañado. Aprecio eso, vaya que sí, así no cometo ningún movimiento torpe y termino lastimando todavía más mi brazo.

—¿No estás molesto?

—¿Debería estarlo?

—Con Toshinori, me refiero… Por lo del brazo.

—Un poco… no lo suficiente. Le advertí que mantuviera su distancia.

—Espero no le digas nada de eso —advierto, viéndolo severamente—. No ha dejado de culparse todo el día y no quiero tenerlo más tiempo metido en mi cuarto.

—Sí… a mí tampoco me agrada que pase demasiado tiempo en tu cuarto.

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