—Escucha esto, escucha esto —indico a Ryū, quien se encuentra sentado a mi lado mientras leo las anotaciones que Midoriya ha hecho sobre todos las personas que conoce, específicamente el mío—. Dice: “todavía no conosco el alcance total de su quirk, pero no creo que su congelamiento/derretimiento pueda sobrepasar los poco metros”.

—Ay, cosita —ríe Kurai, quien prepara la cena, Ryū también ríe—. Es claro que todavía no te ha visto da tu 100%, eh.

—Y no lo hará. Ya sabes, en estos días no hacen contrincantes como los de antes. Desde que me enfrenté a Stain no he congelado a nadie como solía hacerlo en mis tiempos mozos.

—¿Sabes? Te veo emocionada —comenta Ryū—. Empezaba a temer que te aburriera ser una villana.

—¿Yo? ¿Aburrirme de ser mala? ¡Por favor! Si es algo que corre en mis venas, muchachos.

—Hablando de venas, ¿has oído que el ideal de Stain ha hecho eco por todos lados? Sé que la noticia es vieja pero… no estaría mal hablar de ello, ¿no crees? ¿Qué opinas?

—Oh, pienso que definitivamente tiene razón. Pero también pienso que vivir por el ideal de alguien más es patético; no pienso seguir un ideal de mierda como "los héroes de ahora solo buscan dinero" y bla, bla bla. La gente solo busca ganarse la vida.

—Sí, quizás tienes razón. Pero creo que porque la gente busca ganarse la vida nos estamos sobresaturando de héroes, ¡héroes que ni siquiera son buenos realmente! Son cosas que se deben tomar en cuenta, ¿sabes?

—Necesitamos héroes para mantener un equilibrio entre el bien y el mal, Ryū. La Liga de Villanos quiere cambiar el sistema totalmente, y, veas por donde lo veas, no será un cambio bueno.

—Sin embargo, lo estás ayudando —recuerda Kurai, sirviendo la comida.

—¡Claro que lo estoy! Imagínalo: Ryōsoku, la villana que logró infiltrarse en la U.A y robó todos sus datos. ¿A que no es genial?

🐾🐾🐾

—Ryōsoku —llama la vocecita del director durante el descanso.

—¿Sí, director? —respondo, secando mi sudor.

—Me gustaría hablar contigo unos momentos. Ven, por favor.

—Claro.

Camino detrás de él hasta su oficina. Me indica sentarme frente a su escritorio, y así hago sin poner queja alguna. Nunca me había llamado para hablar de esta forma, los únicos momentos en los que intercambiamos palabras es cuando le doy el informe de notas de los alumnos.

—¿Té? —ofrece, sirviéndose una taza.

—Por favor —respondo, observando fijamente la tetera de cerámica. Mi cicatriz punza; es una especie de tic cada vez que veo cerámica, debe ser por el trauma que todavía permanece en mí. Debería lidiar con él de alguna forma, no es bueno ponerme tan tensa cada vez que veo vajilla bonita.

—Necesito aclarar algo, Kishaba-san.

—Por favor, dígame Ryōsoku —lo interrumpo, viendo el vapor del té elevarse al cielo—, o Atsuko. Detesto el apellido Kishaba, y estoy en una pequeña disputa con los Fukugawa. Perdone.

—Está bien. Entonces, Ryōsoku, me gustaría aclarar unas cosas con usted.

—Adelante.

—¿Me proporcionaría todo lo que sabe sobre la Liga de Villanos?

Sospecha de mí, eh. Aparto mi vista del inseseante vapor y lo miro directo a sus pequeños ojos de rata.

—Shigaraki Tomura se llama su lider, su quirk puede destruir todo lo que toqué. Es ridículamente listo. A su “secuaz” lo conocí como Kurogiri, no conosco a los demás sujetos que atacaron con nosotros la U.S.J. Me uní a ellos porque no quería que estuvieran molestando, y vaya que funcionó.

—¿Qué hay de su lugar de reuniones?

—Ellos se acercaron a mí. Me buscaron siempre en el lugar que era mi casa, parecían estar interesados en mis quirks.

—¿Solo su casa?

Le doy un sorbo a mi té. ¿Estoy siendo coherente? Esta rata es más lista que todos los maestros juntos, así que por ningún momento debo actuar de forma sospechosa. Con él no funciona mi juego de la niña tonta, él lo descifro la primera vez que nos conocimos.

—Me dijeron que me presentarían formalmente con su “sensei” luego del ataque y dependiendo que tan útil les hubiera sido.

—¿Y qué tan útil fue?

—No mucho. Ayudé a Shōta y se enojaron mucho por ello; lastimó mi nuca, como una advertencia dijo —, me doy media vuelta y aparto mi maltratado cabello para mostrarle una vieja cicatriz que me causó mi madre las incontables veces que me decoloró el cabello. La muestro porque vi la herida que Shigaraki le causó a Shōta, y es exactamente igual a mis quemadura—. Luego de lo sucedido con Stain me dejaron en paz.

—¿No ha vuelto a tener contacto con ellos?

—Para nada

—¿Sabe cómo funciona su quirk?

—No realmente. Solo me tocó y mi piel empezó… a quemarse, algo así.

—Ya veo.

Ambos guardamos silencio unos minutos. Vuelvo a concentrar mi atención en el té, y le doy un largo sorbo, disminuyendo su temperatura cuando entra en mi boca con tal de no quemar mi garganta.

—¿Sospecha de mí, director? —pregunto finalmente, sin verlo a los ojos. Su apariencia me pone nerviosa, detesto a las ratas. En casa siempre las tomaba entre mis manos y las aplastaba, o simplemente las derretía.

—Tengo mis razones para hacerlo, Ryōsoku. Eres una mujer lista, sé que lo entiendes.

—Sí, lo hago… y no lo culpo, director.

—Me alegra haber aclarado todo. Lamentablemente, la información que me has dado no es tan relevante. ¿Cuánto tiempo trabajaste con ellos?

—Tres días —admito, arrugando la nariz—, cuatro si contamos el día que me reclutaron. ¿Sabe? Quizás debieron tenerme miedo luego de saber que derroté a Stain…

—Quizás solo la usaron para derrotar a Stain.

—¿Ah?

—Sabe como ha llegado a oídos de todo el ideal de Stain, todo eso sucedió luego de haber sido capturado.

Oh, es verdad.

—Quizás… quizás si fui utilizada —finjo reflexionar, horrorizada. Mis mejillas se congelan—. ¿Realmente lo cree?

—Es solo una posibilidad.

—Posibilidad.

Le doy otro largo sorbo a mi té. Realmente pudieron hacerlo así…

¡Vaya! ¿Quién lo diría? Esos tipos son más listos de lo que creí. Quizás los estoy subestimando demasiado.