Capítulo 31
—Entonces —sonríe Recovery Girl, mientras yo descanso en la camilla de la enfermería por dolor de estómago, fiebre y mareo horrible—, ¿qué se siente por fin tener novio, Ryōsoku?
—¿Ah? ¿Usted cómo sabe eso? —sonrío a medias, sujetando mi pobre y adolorida pancita, con la vista medio nublada y mi voz saliendo en apenas un hilo.
—Tengo oídos por todos lados, querida. Así que, mientras viene tu abuelo para recogerte, ¿por qué no me hablas de ello?
—Es lindo —admito, sonriendo como idiota... otra vez—. Solo llevamos tres días y ya podría decir que es de las mejores experiencias de la vida, ¡se comporta tan bien conmigo!
—Es bueno que la estés pasando tan bien, linda. A tu edad es bueno tener a alguien con quien compartir los lindos momentos.
—Sí... es lindo —y necesario.
La puerta de la enfermería suenan con tres cortos toques.
—Adelante —indica Recovery Girl.
Es mi abuelo, acompañado de Deku y unos horrorizados Tenya y Ochako.
—Atsuko —suspira, acercándose a mí y colocando su mano en mi frente—, ¿te sientes bien?
—No, creo que moriré —me lamento de forma dramática.
—Sí, entonces estás bien —sonríe, palmeando mi brazo—. Como sea, te llevaré a casa, para eso me llamaron.
—No debería caminar mucho —señala Recovery Girl—. Y, aunque lo intentara, el dolor de su estómago y los mareos no la permitirán.
—¿Quien dijo que caminaría? —habla mi abuelo, tomándome en brazos y cargándome en sus hombros. Al ser medio come-todo mi peso es bastante menor al de uno normal, por lo que no me sorprende que mi abuelo pueda cargarme con tanta facilidad a pesar de su edad.
¡¿Pero es necesario hacerlo frente a mis alumnos?! ¡Qué vergüenza!
De cualquier forma, no tengo ni fuerza suficiente para reclamar como es debido.
—Genial —susurrá Midoriya-kun— ¡Es usted muy fuerte, Fukugawa-san!
—Me halagas, Midoriya-kun.
—Señorita Atsuko… —interrumpe el genial, poderoso y siempre épico All Might. Se mantiene en silencio unos momentos—. Usted debe ser su abuelo.
—Nah, ¿cómo cree? —habla él— Soy solo otro come-todo para nada relacionado con Atsuko.
—¡Abuelo! —regaño, acercando mi helada mano a su nuca, provocándole un escalofrío.
—Sí, soy su abuelo. Fukugawa Kenta, encantado.
—El placer es mío, Señor Fukugawa. Por favor, permítame ayudarle a cargar a la señorita Atsuko.
Mi abuelo permanece callado.
—Le agradecería si solo lleva su maletín.
¡Abuelo!
—Cualquier cosa para ayudar a la señorita Atsuko —cede sin problema alguno—. Iré a traer sus cosas.
—Nosotros le acompañamos —se ofrece Midoriya. Y así los tres se marchan.
—Por favor, vámonos —suplico, dejándome caer sobre su espalda—. Me duele todo. Creo que moriré.
—No seas dramática, por favor.
—Además, ¿quién te crees tú para negarle a All Might, quien se ofreció tan gentilmente, el cargarme.
—Lo únicos hombres que podemos cargarte somos tu papá, tu futuro esposo, y yo.
—¡Pero, abuelo…!
—Sin peros, además, estás enferma. ¿Quieres contagiar a All Might?
Dejo caer sobre su hombro mi cabeza. No es que no quiera seguir peleando, simplemente me quedé sin argumentos.
🐾🐾🐾
—Atsuko —llama la suave voz de Shōta—. La puerta estaba abierta, así que entré… espero que no te moleste.
—No, está bien —sonrío de lado—. Gracias por venir.
—All Might me dijo que te habías enfermado y te había acompañado a tu casa… así que aquí me tienes. ¿Cómo estás?
—Fatal. Me duele el cuerpo… en especial es estómago; luego de llegar estuve vomitando tanto que casi sentí que se me salían las tripas.
—Que asco —murmura arrugando la nariz, pero seguidamente ríe levemente—. Esas no son las cosas que debes contarles a tu pareja.
—Peores cosas te he contado. Además, antes de novios, somos mejores amigos, ¿no?
Shōta sonríe ampliamente y mira hacia otro lado. Me gusta mucho esa sonrisa, ojalá la mostrara más.
🐾 🐾 🐾
—Te veo pensativo, Shōta —señalé yo, recién ingresada al segundo año del curso de héroes, cada día más alta y más fuerte. Esa mañana Shōta se encontraba pensativo y callado… más de lo normal, me refiero.
—Es una tontería —se lamenta, dejando caer su cabeza a la mesa en la que nos encontrábamos sentados, él comiendo un pudín de chocolate y yo un flan.
—Vamos, dímelo —insisto, toqueteando su brazo con la cuchara.
—Verás, hay una chica que me gusta… una chica linda que me gusta mucho… demasiado diría yo. Casi parece irreal.
—Ajá.
—Y le he estado lanzando señal tras señal durante todo el año pasado y todo lo que llevamos este año, ¡las señales más obvias que he podido imaginar! Y nada. No parece darse cuenta de nada.
—Vaya… Suena a que es estúpida —reí bajito, con un poco de burla. ¡Y vaya que dicha chica era realmente estúpida!
—De hecho, es muy inteligente. Solo… muy distraída.
—Ya veo —murmuré, colocando una mano en mi barbilla, derritiendo el envase de pudín—. Creo que deberías intentar ser más directo; mírala a los ojos y dile, totalmente serio, "hey, tú, me gustas mucho".
—Sí, quizás… —murmuró, sentándose correctamente y fijando sus cansados ojos en los míos— Hey, Atsuko, me gustas mucho.
—¡Justo así! —exclamé sonriendo ampliamente y elevando mi pulgar— Sí ni así te hace caso entonces lamento informarte que te enamoraste de una idiota.
—Atsuko, por Dios.
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