—Oi, Noburu! Tienes visitas —avisó el guardia, golpeteando suavemente la ventanilla de cristal que contenía al peligroso y temido villano canibal—. Es tu hija.

Mi padre, Fukugawa Masaru. Quirk: come-todo. Tiene una altura ridícula, es bastante más alto que yo, carece totalmente de labios y mejillas, su lengua es tan larga que llega al piso, y esta posee un filo capaz de cortar limpiamente extremidades con un solo golpe.

—¡Atsuko-chan! —exclamó él, asomándose finalmente, revelando su largo cabello oscuro, piel pálida a causa del encierro y tristes ojos azules con tonalidad parecida a los mías. Su boca era cubierta por un bozal diseñado especialmente para él, el cual no le permitía sacar la lengua para romper el metal ni abrir lo suficiente la boca más que para hablar.

—Hola, papá —saludé alegremente, colocando mi mano sobre el cristal. Él también colocó la suya, encadenada—. Perdón por no venir antes, sabes como es mamá.

—Está bien, Atsuko. Es bueno poder verte.

—Entré a la U.A, papá —solté de una vez, sonriendo de lado—. Pasé la prueba de admisión, y ya inicié las clases. En tres años seré toda una heroína.

—Eso suena genial, princesa. Pero no luces muy feliz por eso.

—Sí, bueno… tú sabes que ese no era realmente mi sueño. Yo… yo en serio quería estudiar mecánica, pero ya sabes cómo es mamá en cuanto a esto.

—Está bien, mi vida. No falta mucho para que seas mayor de edad, luego de eso podrías… simplemente marcharte.

—Ojalá fuera tan fácil, papá.

—Hija… no me gusta verte triste. Lo detesto, me parte el alma. Por eso… por eso te hice un regalo. Para que las cosas con tu madre sean más fáciles.

—¿Puedes hacerme un regalo ahí dentro?

—Oh, no tienes idea de todas las cosas que tuve que hacer… pero las hice. ¿Podría dársela, oficial?

El policia me entregó la caja que hace largo rato estaba sosteniendo entre sus manos. Intercambié miradas con mi padre, quien asintió con la cabeza dándome permiso de abrirlo…

Era un bozal.

—Papá…

—Cariño, sé lo mucho que tu madre odia nuestro quirk de come-todo, y no la culpo del todo. Si lo usas junto a tu traje sabrá que no vas a utilizarlo.

—Pero es un bozal, papá. Yo… yo no voy a usar esto, no soy una villana. No voy a dañar a nadie con mi quirk.

—Sé que no lo harás. Eres mucho más consciente de lo que yo alguna vez lo fui, pero Marise no lo mira así. Por eso úsalo: para engañarla.

—¿Engañarla? ¡Esto es un bozal!

—¡Pero no es un bozal cualquiera! Míralo, ¿ves ese pequeño tornillo en la mejilla derecha?

—¿Sí?

—Bien. Te ayudará a abrir la boca totalmente, sin lastimarte las mejillas. Cuando lo coloques en tu boca las va a sujetar para que no te estorben al masticar, así podrás dar grandes mordidas.

Normalmente, al abrir demasiado mi boca, terminaba lastimando mis mejillas e incluso desgarrándolas hasta el punto de hacerme serias heridas que incluso sangraban…

—¿Está bien que me digas todo esto frente al oficial?

—Sera una heroína, ¿verdad, señorita? —sonrió el policia— No dudo que todo esto la ayudará para encaminarse por buen camino y ser un excelente mujer, tal como lo fue su madre en algún momento.

Sonreí levemente y asentí una vez más.

—Gracias.

—Ahí tienes tu respuesta —fruncí los labios, mi papá suspiró—. Atsuko, hija, escucha; no debes estar avergonzada del quirk que te heredé, es una habilidad asombrosa si la sabes usar bien. Debes dejar de pensar en ella como MI quirk, como el quirk que fue usado para actos malvados.

—¿No lo fue?

—El mío lo fue. Pero tú tienes tu propio quirk, mis acciones son totalmente independiente a las tuyas, y visceversa. Puedes usar tu habilidad para salvar vidas, Atsuko. Puedes volverte una heroína con TU quirk. Es tuyo, y si lo vas a usar para hacer el bien, entonces hazlo.

—No puedo ser una heroína usando tu quirk.

—No usarás el mío.

—Sabes a lo que me refiero.

—No, no lo sé. Lo que sí sé es que mi hija es una muchacha maravillosa que será una heroína estupenda con un quirk sorprendente.

—Sí. El de mamá.

—Te guste o no el quirk de come-todo, te pertenece a ti, y puedes usarlo para salvar muchas vidas.

—No quiero este bozal.

—Úsalo. Trabajé duro para conseguírtelo, y sé que si le dices a tu madre que lo pediste junto a tu traje te dejará en paz un rato.

—Bien… Gracias, supongo.

—Atsuko.

—¿Sí?

—Serás una excelente heroína, mejor que tu madre.

—Gracias, papá —sonreí levemente, guardando el bozal en mi mochila—. Haré mi mejor esfuerzo. Adiós.

Luego de eso el oficial me escoltó hasta la salida. Tomé un fuerte respiro y me acurruqué en el piso.

Mis padres esperaban demasiado de mí, mi padre no con la misma intensidad que mi madre, pero ambos me colocaban todos sus problemas sobre los hombros, como si yo fuera una varita mágica que iría a resolverles la existencia. Mi madre esperaba verme triunfar y limpiar el apellido Kishaba, mi padre esperaba verme triunfar para limpiar el apellido Fukugawa y demostrar que el quirk come-todo también podía ser usado para el bien.

Todavía le faltaban 31 años para salir de la cárcel, pero entonces yo todavía pensaba que su crimen no fue tan serio como para colocarlo ahí. Lo peor que hizo ese día fue morder a Endeavor, y luego de eso todos lo empezaron a etiquetar como una bestia canibal sin estribo alguno, y mi madre estaba ahí para avivar la llama del odio, diciendo que además había sido él quien me quemó el rostro.

Oh, ¿cómo pude olvidarlo? Mi padre robó un banco y devoró dos personas sin mostrar remordimiento alguno, por eso estaba en la cárcel con una condena de 41 años sin derecho a fianza o libertad condicional.

Pero, de cualquier forma, yo nunca pensé que fuera realmente malo.