Logan.

La mujer del televisor sigue hablando del incendio de Brent. No hay medio de comunicación que no esté cubriendo la noticia y desprestigiando a Alexander Roe.

Estoy parado frente a la ventana y sostengo entre mis manos con fuerza la cruz que tiene una réplica que no poseo.

Miro a la ramera desnuda que hay en mi cama y paseo mi lengua por mi labio lascivamente. Fue una presa fácil, puede ser muy intuitiva, pero no tiene la mentalidad fuerte. Es muy manipulable.

Busco mí reserva de coca para aspirarla y ya no me quedan paquetes en el cajón. Llamo a uno de los idiotas inservibles para que me traiga más y antes de servirme licor barato del que me gusta veo la botella de wiskey escoses.

Como dos gotas de agua.

Me relleno el vaso hasta el tope y la pelirroja se mueve despertándose. Levanto el vaso hacia ella para brindar en silencio y la veo tragar saliva.

—Aquí tiene amo— entra uno de los Kray con un paquete de coca y ella se alarma.

—Maldita sea, toca la puerta imbécil— se cubre con las sabanas rápidamente, pero el Kray ya vio suficiente de su cuerpo y me complace que lo haya hecho.

La estoy dejando jugar su papel mimado mientras consigo lo que quiero, pero cuando me canse de verla y cogerla veré si me sirve en una las treinta y siete. Me gustaría ver a su pobre padre mirarla como la ramera que es.

—¿Llamaste a los rusos? — le pregunto al Kray que sigue comiéndose a la pelirroja con la mirada.

Quiero informarme de los avances que han tenido con Bennett, el muy estúpido cayó en la trampa y veré a mi objetivo principal atacar, justo como lo quiero.

—Si amo, pero no vendrán.

—¿Por qué mierda no? — formó la coca en tiras sobre la mesa.

—Los pioneros los reclutaron, hubo una falla en la treinta y siete, fueron rodeados de improvisto y les prendieron fuego. Están yendo para el lugar, pero se van a reunir con usted mañana mismo a menos que quiere que los mate por incumplidos — mira a Alesha de reojo.

Una emboscada no sucede a menudo y menos en unas casas de compañía. —¿Quién provocó la falla? — pregunto con una sonrisa porque tengo una sospecha muy convincente.

—El lobo.

—¿Ganó?

—Se cargó de plomo a todos los hijos de puta que pudo — responde el Kray y mi libido sube tensándome la polla.

Escucho a Alesha hacer un sonido ahogado y despido al Kray antes de regresar a la ventana con una sonrisa ladeada. Por eso lo quiero de mi lado, el cabrón tiene agallas y me va a dar lo que quiero.

—A tu salud— levanto el vaso de wiskey escoses —Hijo.