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CAPÍTULO 5

Emma. 

Me meto una de las pastillas blancas de mis anticonceptivos y con un trago de agua se desliza hasta el fondo de mi garganta. Aunque mi vida sexual se ha detenido desde hace tiempo, la doctora  Kriss me sugirió comenzar a tomarlas por cuestión de hormonas.

Me quedo un momento sin moverme sobre la cama sobre la cama recordando a los tipos extraños fuera del gimnasio en ese lugar que no tiene buena pinta, pero sigue siendo accesible para mi poco presupuesto.

Aunque tendré que andarme con cuidado por esos rumbos, un asalto clandestino parece algo recurrente en ese lugar. Me pregunto cómo fue que Alicia dio con la dirección.

Estoy tan perdida en mis pensamientos que cuando el timbre suena me sobresalto vergonzosamente.

Me levanto cuidadosamente pisando descalza el piso frio y mis ojos se abren de golpe cuando encuentro a Cora al otro lado de la entrada.

Creo que comienzo a alucinar, me quedo inmóvil mirándola fijamente.

—¡Sorpresa! — grita alzando las manos sobre su cabello rubio.

Realmente está aquí.

—¡Cora! — la abrazo con mucha fuerza como si hubieran pasado años de verla y no tan solo unas semanas.

—Sexy, te eché tanto de menos — me regresa el abrazo de la misma forma apretada.

Luce radiante con sus clásicos vaqueros y una blusa amarilla que realza su tono claro de piel. Tiene su cabello rubio cayendo sobre sus hombros desordenadamente y siento que mi camiseta es un poco vaga en comparación con ella.

¡Dios! Como extrañe a mi rubia favorita con toda el alma. Mi corazón amenaza con salirse de mi pecho.

—Alto, alto Coraline Gray— me aparto de ella y la miro con los ojos entrecerrados—¿Qué haces aquí?

Lo último que dijo era que estaba remodelando su apartamento a las afueras de la ciudad.

—¿No te alegra verme? — entra arrastrando una maleta demasiado grande que se ve muy pesada.

Sus plataformas blancas dejan a la vista sus uñas del mismo color de su blusa.

—No digas tonterías. ¡Estoy loca de felicidad de que estés aquí! — me siento en el sofá al lado de ella. —Pero ¿Qué pasa con tu apartamento y la exposición de la que me hablaste? Dijiste que era muy importante ¿Es bueno que te hayas viajado? ¿Tu agente Luck no va a molestarse?

—Una pregunta a la vez— se ríe nerviosamente y pone los pies sobre la mesita de centro.

Esto se siente como en los viejos tiempos, como estar en casa de nuevo. No puedo evitar la pequeña sonrisa que sale de mi boca.

—Todo va marchando de maravilla— aparta la mirada bruscamente —Digamos que me estoy tomando un descanso bien merecido que Luck me debía y decidí hacerte una pequeña visita. Estamos a kilómetros y kilómetros de distancia. — hace un gesto dramático.

—Cuatro horas— le recuerdo riéndome.

—Cuatro horas que son eternas.

Sacudo la cabeza, no hay manera de hacerla cambiar de opinión. —Oh Cora, te extrañé demasiado. — la vuelvo a abrazar y el aroma de su perfume a rosas me hace sentir nostalgia.

—No tanto como yo.

—¿Quieres un café? — me separo a regañadientes, pero no se librará fácilmente de mi necesidad de contacto.

—Por favor, hacía mucho frio de camino aquí— me sigue a la pequeña barra de la cocina —No se siente como si fuera primavera, sigo congelándome como un pollo en cuatro grados.

Me rio de nuevo. Si, definitivamente nada es lo mismo con Cora aquí.

—Ya te acostumbrarás— le guiño un ojo.

—Eso espero— me regresa el guiño mientras se inclina sobre la barra de la cocina mirando como enciendo mi cafetera nueva —Y cuéntame que tanto te has divertido en esta ciudad, porque estoy segura que los lugares nocturnos que hay aquí son mucho mejores que en Trafford.

Saco una taza de uno de los gabinetes. —La verdad es que no he salido mucho. Mi camino solo consiste en ir a la oficina y volver.

—¡Eso es inaceptable! — me encojo de hombros.

Mi trabajo absorbe la mayoría de mi tiempo y el resto no es mucho para salir y tal vez en el fondo tampoco quiero hacerlo.

—Llevas ya casi cuatro meses en Londres— dice en tono dramático —Es una suerte que esté aquí para arreglar eso o terminarás convirtiéndote en una ermitaña.

—Ya era una ermitaña en Trafford.

—No. Te convertiste en una ermitaña después de... — se queda en silencio y se a lo que se refiere. —Después de todo— añade rápidamente —Pero con ciudad nueva y vida nueva tenemos que arreglar eso inmediatamente.

—¿Y qué tienes en mente agente Gray? — pregunto curiosa alcanzando una taza de café caliente para mi también.

—El paso número uno, es perdemos juntas. Tu vida nueva no puede comenzar sin una gran noche de chicas— tintinea su taza con la mia —Voy a estar disponible todo el fin de semana, así que podemos aprovechar para ir por ahí y divertimos un poco.

Oh Dios. Sé que va a arrastrarme por todo Londres si es necesario solo para que me vea divertirme de lugar en lugar y ambas terminaremos molidas por el ritmo de la ciudad como en los viejos tiempos, pero no esta vez no podrá hacerlo, pienso con una risita.

Saco mi carta de salida. —Me encantaría tener una noche loca, pero desafortunadamente, tengo una cita con la Dra. Kriss. — la miro con suficiencia.

Su cara se arruga y sus cejas rubias se juntan, pero sé que no va a rendirse fácilmente. —Cancélala.

—No lo creo.

—Entonces tendré que quedarme otro fin de semana, pero voy a sacarte a divertir mucho como que me llamo Coraline Gray. ¿Alguna objeción con eso sexy?

Sacudo la cabeza de inmediato. Con ella no podría negarme ni, aunque quisiera. —Acepto, pero me preocupa tu trabajo. ¿Quedarte mucho tiempo no afectará la exposición importante que tienes?

—No— sacude la cabeza y la miro con los ojos entrecerrados. ¿Qué me está ocultando? —Hablaré con Luke más tarde y le explicaré todo. No podrá impedirme quedarme con mi mejor amiga ni aunque renuncie a ser mi agente.

—Siempre puedes despedirlo por arrogante— admito que no soy fanática del hombre, pero mientras haga su trabajo y Cora lo adore no puedo hacer nada.

—Ha cambiado desde la última vez que lo viste, el cambio de aires le vino bien. — lo dudo —Entonces ¿Hay alguna objeción en que te lleve a divertirte un poco por todo Londres?

Me gusta la idea, pasar una semana con ella va a ser como estar en el cielo. Quiero pasar tiempo de calidad con mi rubia favorita y despejarme un poco del estrés del trabajo, además podríamos llevar a Alicia.

—Ninguna sexy. Además, podemos llevar a una amiga del trabajo. Se llama Alicia y estoy segura de que te encantará.

Me guiña un ojo. —Por mi perfecto, pero nada de interrumpir mi tiempo contigo, te extrañe demasiado para compartirte con la tal Alicia, es más no voy a dejar que te llame amiga hasta haberla evaluado y darle el visto bueno.

Suelto una risa larga. —Está bien.

Suspira con una sonrisa. —Ya extrañaba esa risa tan extraña que solo tú haces— bromea —¿Estas seguras que no puedes cancelar la cita con la Dra. Kriss? — Niego con la cabeza —De acuerdo, pero te acompañaré, ¿a qué hora es tu cita?

—Mañana a medio día. — su mirada se posa en mis muñecas donde las cicatrices son apenas perceptibles.

—Ya falta poco.

—Lo sé, solo un mes más y terminará— suspiro, pero no quiero que el buen humor se esfume así que cambio rápidamente de tema. —Tengo algo que reclamarte. Dime ¡¿En qué estabas pensando al regalarme un vibrador?! Ni siquiera sabía que estas cosas eran tan grandes.

Se hecha a reír. —Yo solo quiero ayudar a tus tardes de soledad y ya que trabajas en un lugar donde el dueño esta para chuparse los dedos puedes usarlo a tu favor. No sé cómo no lo has usado ya.

—Oh Dios, estás loca y que quede claro, nunca voy a usarlo pensando en él.

—Nunca digas nunca Emma, la vida puede dar muchas vueltas. — Sacudo la cabeza porque no hay forma de hacerla cambiar de opinión. —Aprovecha sus juegos.

—No hay ningún juego Cora y por suerte él no se ha metido en mi camino últimamente, así que voy a conservar mi empleo.

—Interesante, por todo lo que me contaste estaba bastante segura que le llamaste la atención— se queda pensativa— Por cierto ¿Sabías que él no tiene relaciones públicas?

Alzo las cejas. —Así que lo has estado investigando.

Se encoge de hombros —Tenía curiosidad por saber sobre él. Aunque no hay mucho, solo artículos de negocios y todas esas cosas aburridas de empresarios, pero su vida privada es casi un misterio. No se sabe de su familia ni un poco.

Me meto los mechones negros detrás de las orejas antes de contarle lo poco que Alicia me dijo sobre él. Aunque tampoco es mucho.

—De su familia no sé nada, pero Alicia me dijo que la pelirroja con la que lo interrumpí la otra vez, ha estado viniendo a la oficina ya desde hace algún tiempo, a lo mejor ella es su nueva conquista o su pareja.

—No lo sé, ningún artículo de los que leí habla de ella, ni tampoco aparece en ninguna foto con alguna pelirroja. — se inclina sobre la barra —¿No te parece misterioso? A lo mejor la pelirroja no es su conquista.

—Si no lo es ¿Por qué se enrolló con ella en su oficina?

Nos miramos fijamente, pero dentro en razón de inmediato. Estamos desvariando a un lugar al que no quiero ir y tampoco es de mi incumbencia.

—¿Sabes qué? Ni siquiera me importa. No voy a indagar más en la vida de Alexander Roe.

—Vamos sexy— insiste —Es como investigar a un famoso, él es un famoso empresario y millonario, solo hacemos esto por diversión.

—Puede ser, pero él no es un famoso cualquiera, es un empresario muy importante en Londres y además el dueño de la empresa en la que trabajo. — ese es un detalle que no puedo olvidar.

—Detalles insignificantes, pero te dejaré salirte con la tuya por hoy— se encoge de hombros y se acerca a su maleta olvidándose del tema por el momento —Traje algo para ti y no quiero que grites de la emoción.

De su maleta saca una botella de vino de buena cosecha y mis ojos se abren con gusto. Con saltitos casi infantiles camino hacia ella. No puedo pedir nada más a la vida que siempre tener a Cora y al vino conmigo.

. . .

Disfruto mi fin de semana con Cora adorablemente, ha sido reconfortante tenerla conmigo en la reunión con la Dra. Kriss como la primera vez que la conocí.

No pudimos salir a nuestra noche de chicas, pero aprovechamos para darle un poco más de vida a mi pequeño apartamento. Ahora ya no luce como un agujero. Tenerla conmigo es sensacional y me olvido de mis problemas momentáneamente.

Es lunes por la mañana y después de dejar a una soñolienta Cora en mi apartamento me dirijo a otra semana laboral siempre lista como de costumbre. Alicia me saluda con una sonrisa entusiasmada mientras paso por los pasillos en dirección a mi oficina y la veo esconder sus donuts debajo de su escritorio.

Le sonrío con complicidad y entro a mi oficina, pero de inmediato mis cejas se juntan y mi sonrisa desaparece cuando veo un pequeño arreglo de flores de colores sobre mi escritorio. ¿De dónde salieron?

—Es hermoso, y huelen delicioso— dice Alicia a mi espalda, sobresaltándome.

Es verdad, las flores son hermosas y me encantan, pero no entiendo que hacen en mi escritorio. —¿Sabes quién las trajo? — me acerco con cautela.

—No, pero hay una pequeña tarjeta en el centro— señala el ramo.

Asiento y saco la pequeña tarjeta blanca con los bordes dorados.

"Espero que consideres nuestra cena de disculpa"

No tiene remitente, pero se quien las envía.

Bennett.

Dijo que iba a insistir en que aceptara su invitación y es divertido verlo hacer esto. No necesito una disculpa para un accidente que jamás ocurrió, pero podría invitarlo a la noche de copas que Cora planea, así puedo conocerlo mejor.

A pesar de ser el director del departamento de diseño no luce como un tipo pretencioso ni engreído, así que no suena mal ese plan. Sonrío, pero mi sonrisa lentamente desaparece cuando al lado de las flores aparece una caja negra, que recordaba haber devuelto.

¿Cómo llego esto hasta mi oficina? La devolví, ¿O no? ¡Claro que lo hice!

—¿Entonces es de algún admirador secreto? — pregunta Alicia en tono confidencial sacándome de mis pensamientos.

—No. Solo son de un amigo. — guardo la tarjeta en mi bolso y aliso la tela de mi falda antes de sentarme en mi escritorio.

—Bien, te dejo para que trabajes. Pero ¿Comemos juntas?

—Claro— le sonrío antes de que salga.

Me quedo viendo la dichosa caja negra fijamente y la abro. Todo está justo como lo metí cuando se la devolví. Con el ceño fruncido la dejo en el suelo y me pongo a trabajar. A diferencia de él yo si tengo cosas importantes que hacer y no voy a perder el tiempo con sus juegos.

Reviso mis correos electrónicos y la bandeja está llena, pero hay dos últimos correos que me llaman la atención porque el remitente dice "Gerente General H&R"

Los abro y hay documento adjunto. Es una copia de mi proyecto para la apertura de los hoteles de Birmingham. Abajo hay un pequeño texto redactado.

"Señorita Brown he evaluado su proyecto, sin embargo, lamento informarle que no me parece adecuado para la apertura de los hoteles de Birmingham. Si quiere que lo reconsidere adecúelo con el área de publicidad"

Alexander Roe. Gerente General H&R. Co. Inc.

Me quedo pasmada viendo la pantalla. Él no puso ninguna objeción cuando el señor Jones hablo de mi proyecto en la reunión, incluso parecía complacido de mi trabajo. Yo misma me encargue de explicárselo a detalle, pero claro, él no tiene interés en eso.

Aun así, mis hombros caen un poco porque la idea de tener el proyecto me emocionaba de alguna manera. Ya sabía que todo esto era muy bueno para ser verdad.

Mis dedos vuelan por las teclas de la computadora con golpes secos, y me muerdo el labio mientras escribo mi respuesta.

Señor Roe,

No es necesario modificar mi proyecto, estoy segura que el Señor Jones tiene excelentes propuestas de sus publicistas que lo convencerá de inmediato.

Emma Brown. PR. Asist. H&R. Co. Inc.

Pulso enviar con un suspiro bastante largo. A estas horas el señor Jones ya debe estar enterado que Alexander Roe rechazó mi proyecto, tendremos buscar más propuestas, revisar las viejas y trabajar muy duro.

Preparo todo para ir a la oficina de mi jefe que debe estar al borde del colapso, pero antes de levantarme de la silla un tono en la computadora me detiene. Es otro correo electrónico.

"Es una pena que no sea capaz de mostrar lo buena que es en su trabajo"

Alexander Roe. Gerente General H&R. Co. Inc.

Su respuesta es simple y directa. Me deja con la boca abierta y arqueando una ceja. No lo hagas Emma.

Mierda.

No puedo ignorar ese último mensaje que está muy fuera de lugar, pareciera como si estuviera jugando conmigo. ¿Eso es lo que realmente quiere de mí? Bien, juguemos señor Roe.

"Lamento que mi ego no sea tan grande como el de algunas personas, pero le prometo trabajar en ello"

Emma Brown. PR. Asist. H&R. Co. Inc.

No fue una respuesta borde, pude controlarlo. No estoy entrando en una pelea verbal, lo estoy dejando salirse con la suya. Y ya es hora de ir a ver a mi jefe. En cuanto el pensamiento pasa por mi cabeza otra respuesta llega a mi bandeja. Frunzo el ceño, el remitente cambió a una cuenta privada.

"Su ego ya es demasiado grande señorita Brown, le aseguro que no es necesario trabajar en él."

Alexander R.

Tiene que estar bromeando. ¿Mi ego demasiado grande? Paso mis dedos rápidamente sobre las teclas, pero el remitente no admite respuesta de mi cuenta ejecutiva. Aprieto los dientes tanto que me duelen, él no va a salirse con la suya.

Abro inmediatamente mi cuenta personal y le escribo una respuesta impulsiva sin pensar en lo que hago.

"Tiene razón, después de todo es bueno escuchar la opinión de un experto"

Emma B.

Suficiente Emma, no más respuestas, esa fue la última. Sé que mi conciencia tiene razón y aunque estoy en un punto muerto en la partida debo pensar con la cabeza fría.

"Tan experto como su boca experimentada"

Alexander Roe. R.

Mis cejas se juntan, esta conversación no está yendo a ningún lado y su respuesta es tan arrogante. Lo único que quiere es que siga y siga hasta que termine diciendo algo imprudente que me cueste mi empleo. Los mejor es dejar esto por la paz.

Ni siquiera me molesto en escribir una respuesta, de eso ya tuve suficiente, de todas formas, cualquier cosa que responda la va a usar en mi contra.

No pierdo tiempo y reorganizo las anteriores propuestas de los publicistas del señor Jones para que pueda encontrar una más para Birmingham.

El tono del ordenador suena de nuevo y lo ignoro apretando los dientes, ni siquiera miraré el mensaje. Unos segundos después vuelve a sonar y en un impulso apago el equipo.

Siguiendo el plan original me levanto para ir a la oficina de mi jefe.

—Como te lo dije Emma, el proyecto con tu propuesta para los hoteles de lujo sigue en pie. Incluso está mañana el señor Roe autorizo el presupuesto completo para la campaña publicitaría.

Me quedo inmóvil en mi ligar después de escuchar a mi jefe.

—Pero...

¿Qué pasa con el correo de esta mañana? Mi jefe me mira curiosamente y cierro la boca de golpe tratando de ordenar mis ideas. ¿Le hablo del correo electrónico?

—Ya no hay objeciones Emma— sonrie para tranquilizarme —Los convencimos a todos con ese excelente proyecto. — se levanta de su silla — Recuerde que dentro de dos semanas viajaremos a Birmingham para afinar los últimos detalles de la locación y los eventos. — habla rápidamente apenas dejándome hablar como es de costumbre.

Salgo de mi aturdimiento. Si dice que el proyecto sigue en pie solo me queda seguir trabajando e ignorar lo que sucedió esta mañana.

—Sí señor, Alicia ya hizo las reservaciones en el hotel que usted pidió.

—Perfecto. Hay una cosa más Emma, el señor Roe me citó a una reunión extraordinaria esta tarde. — me tenso con solo oír su nombre ¿Cómo es posible que tenga ese efecto en mi sin estar en la misma habitación?

—Lo anotaré en su agenda y cancelaré todas sus reuniones.

Asiente. —Quiere ver cómo van las cosas con los artículos que va a publicar Daily Star sobre Hilton &Roe. La reservación está hecha en el restaurante The Grapevine a las siete de la noche. ¿Tiene algún inconveniente con la hora? De ser así podemos reagendarlo.

—¿La hora? — levanto la vista de mi dispositivo electrónico.

—Sé que no es parte de su horario laboral, pero quiero que me acompañe Emma— mis hombros se tensan —Usted está al tanto de mi reunión con la revista. Alexander suele ser muy preguntador con todo lo relacionado a su empresa y no me viene mal un poco de apoyo, sabe que últimamente he estado olvidando ciertos detalles. A menos que tenga planes.

Cenar cerca de ese hombre es lo que menos quiero hacer, desde que lo conocí ha sido todo un torbellino de eventos.

Pero mi jefe ha sido extremadamente bueno conmigo desde el primer día que puse un pie en esta empresa como aspirante al empleo, lo menos que puedo hacer es acompañarlo y aligerar sus responsabilidades un poco.

—No tengo ningún plan señor, ahí estaré para apoyarlo.

Su sonrisa rompe en las arrugas de sus mejillas y de alguna forma me tranquiliza, mi jefe será de apoyo en la cena, eso lo sé.

—Entonces manos a la obra.

. . .

A las cinco en punto entro a mi apartamento y el olor canela me invade completamente. Las varitas aromáticas y humeantes de Cora están colocadas por todos lados y el lugar luce con más vida que antes.

Gracias al cielo por tener mi rubia favorita en Londres.

—¡Hola sexy! — me grita desde la cocina mientras me acerco a la sala donde hay varias cosas esparcidas por todos lados. —¿Qué tal tu día?

Me dejo caer sobre el sofá y murmuro una respuesta vaga apenas abriendo mis labios. Me siento agotada.

Cora aparece desde la cocina con dos copas de vino en su mano usando sus vaqueros cortos como si fuera verano y su cabello en un moño desalineado en su cabeza.

—¿Qué dijiste?

—Que prefiero morirme— me ofrece el vino y lo acepto de buena gana. Esto es justo lo que necesitaba.

Sus hombros se agitan mientras se ríe. —Pensé que te gustaba tu trabajo.

—Oh no— dejo mi copa sobre el reposabrazos —Me encanta, pero si el dueño no fuera un verdadero grano en el trasero mi vida sería más fácil. — le doy un trago a mi copa.

—¿Qué hizo el sexy Alexander Roe esta vez? — sus cejas se mueven.

—No lo llames sexy— frunzo el ceño, se sobrenombre es solo mio y no acepto que un ser tan despreciable como él lo utilice. —No lo vi por ningún lado, pero incluso de lejos se dedicó a tocarme las pelotas, con correos electrónicos y bromas de mal gusto ¡Me regresó la caja negra! — le gruño.

—Qué desgracia.

Apoyo mi barbilla sobre mi puño y miro el televisor apagado con los ojos entrecerrados mientras sigo desahogándome con Cora. —Y mi día no un no termina, tengo una reunión a las siete en un restaurante del que nunca he oído.

—¿Qué?

El solo recordar que veré a Alexander Roe hace que me dé jaqueca. Si sigo así al final de la noche tendrán que sacarme en una camilla directo a emergencias, aunque sobre mi cadáver me llevaran a ese lugar. Odio los hospitales.

—Mi jefe va a reunirse con Alexander Roe en un restaurante para una reunión extra laboral— le explico — Justo lo que me faltaba para culminar mi día con él. En sus fastidiosos correos dijo que había rechazado mi proyecto de Birmingham, pero no era verdad, solo está probando otra vez mi trabajo.

Sus cejas se alzan. —Y tu jefe te pidió que fueras ¿No es así?

—Mjmm, aunque él no sabe de los correos electrónicos— balbuceo y voy por más vino.

Su cara se arruga. —Por eso odio todo lo que tiene que ver con empresas y oficinas de todo tipo, pero por suerte tú lo amas —Justo ahora no estoy segura de eso, puedo plantearme la idea de renunciar — ¿Cuál es ese restaurante en el que se reunirán?

Me encojo de hombros —No lo sé, es un lugar llamado The Grapevine o algo así.

—The Grapevine— repite y toma su celular de la mesita de noche. Teclea por su dispositivo mientras yo me masajeo las sienes saboreando el agridulce sabor del vino. — Bueno, pues vas a ir a un restaurante carísimo, de esos que le gustan a la gente adinerada ¿Qué vas a ponerte?

Me encojo de hombros. —Esto— señalo mi ropa un poco arrugada.

Su boca se abre dramáticamente. —¡De ninguna manera usarás eso Emma Brown!

—Recuerdo haberte dicho que es una reunión de trabajo no una cena elegante con mis amigos.

—Y yo recuerdo haberte dicho que ese es un restaurante caro, donde solo van los hombres como él. Además, como quieres demostrarle a Alexander Roe que estás capacitada para seguir con tu empleo si no te mueves en su ambiente.

—Bueno, pues no tengo nada más elegante que ponerme, así que voy a ir así y punto.

—Y punto nada— me jala del sofá y me arrastra como peso muerto por el pasillo hasta su habitación.

Arrastro los pies poniéndosela difícil que me haga seguirla, pero no se rinde. —No me harás cambiar de opinión sobre lo que usaré Cora.

—Y yo voy a dejar que salgas sin verte glamurosa y mientras hago mi magia contigo— me sienta sobre la cama cuando entramos a mi habitación, una pequeña ola de viento entra por la ventana, pero apenas lo noto cuando recoge mi cabello negro sobre mi cabeza.

—Nada de recogidos formales.

—No necesitas algo tan glamuroso, eres jodidamente caliente al natural Emma Brown.

. . .

Camino hasta la entrada de The Grapevine, el lugar está iluminado por luces amarillas que apenas tocan los pasillos. La decoración grita elegancia a lo lejos y los uniformes rojos de los empleados de la entrada parecen perfectamente diseñados.

Trago saliva y me concentro en caminar en el traje negro de Cora. Ella es más delgada que yo y me queda una talla apretada, pero no lo suficiente para molestarme, de hecho, me sienta bien.

Mi reflejo me saluda en una de las paredes de cristal del lugar cuando espero detrás de una pareja para pasar por el Hostess. El vestido se entalla perfectamente a mi silueta y el maquillaje en tonos negros es ligero, pero perfecto para hacer resaltar mi rostro.

Las marcas circulares de mi mano derecha están cubiertas por una pulsera de tiras con piedras que hacen juego con mi vestido y las otras apenas son visibles que no me preocupa, están por desaparecer.

Antes de venir aquí repase la información de la última reunión de mi jefe con los patrocinadores de la revista para no olvidar ningún detalle, él no ha tenido buena memoria los últimos días y supongo que es por el estrés.

—Emma Brown— le digo al Hostess de mediana edad que está a la entrada del restaurante.

Ni siquiera mira la lista y me regala una sonrisa amble. —Adelante — me señala la entrada y otro hombre de traje gris me señala el camino hasta mi mesa.

El lugar me deja asombrada, es enorme y las luces tenues están por las esquinas. Las lámparas son discretas y cristalizadas y de fondo hay un hombre tocando alguna pieza de Jazz clásico.

Todas las mesas son grandes y están adornadas con largos manteles dorados y cafés en tonos iguales.

La gente que está en el lugar está bien vestida con elegancia y me alegro sorprende ver a todos los hombres que llevan traje, como si fuera muy normal y cómodo cenar con corbata y saco.

—Aquí es— el hombre se aleja y quedo frente a una mesa lo más alejada del centro del restaurante que está tenuemente iluminada porque las luces no pegan directamente como si no quisieran molestar a los que están sentados en ella.

Levanto la cabeza y encuentro a mi jefe sentado en una de las sillas vestido con un traje gris clásico. Hay otro hombre más joven y más robusto a su lado. Un hombre más de traje negro y corbata gris, que se ve totalmente irresistible.

Alexander Roe.

Trago saliva otra vez con más dificultad que antes y aunque hay un calor extraño recorriéndome el cuerpo entero me encargo de mantenerme firme en mis tacones grises mientras me acerco a la mesa.

—Buenas noches. — digo en voz baja.

Ambos hombres que conversaban giran la cabeza hacia mí al instante. Mi jefe sonríe complacido saludándome con una inclinación de cabeza.

Me vuelvo al otro hombre y no sé si es mi imaginación, pero por un segundo veo como los ojos verdes de Alexander se abren como si estuviera sorprendido y luego ambos se ponen inmediatamente de pie.

—Bienvenida Emma, la estábamos esperando— saluda mi jefe con una sonrisa amable que le regreso inmediatamente.

Un carraspeo a su lado me hace apartar la mirada de mi jefe.

—Buenas noches señorita Brown. — interrumpe una voz grave y gruesa.

Me arriesgo a mirarlo, aunque desde lejos pude ver un poco de lo que me iba a enfrentar al tener a este hombre tan... atractivo, aun no sé si estoy preparada para verlo de frente. Llevo mis ojos a él y me encuentro con sus pozos verdes mirándome fijamente.

Instintivamente aprieto las piernas.

Al igual que todos sus trajes, éste está hecho a medida, abrazándose a sus músculos, los gemelos de su camisa brillan tenuemente con la luz del restaurante. Su cabello negro está perfecta y masculinamente acomodado a un lado de su cabeza con lo que debe ser cera.

Su sola presencia impone entre él y mi jefe dejando en claro quién manda en la mesa y lo único que resulta con un poco de color en su traje es su corbata gris a rayas. Aunque sonó educado sus carnosos labios están en una línea recta y su rostro está serio.

—Buenas noches señor Roe. 


¡Hola Sexys! 

Espero que hayan disfrutado el capitulo porque esta vaina... ¡Se prendió!

-Karla 


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