CAPÍTULO 43
Alexander.
Soy preso de la mierda que ha caído sobre mis hombros las ultimas horas y por alguna razón una parte de mi cree que este es solo el comienzo. Conozco a Logan perfectamente para saber que no va a rendirse.
Me paso la mano por el rostro repetida veces y llevo mi mente a otro lugar lejos de aquí. Con ella, con mi mujer.
Mi mujer.
Mia.
Mi polla da un salto en mis pantalones y comienza a endurecerse. Mia. Esa mujer obstinada que se la pasa gritándome en la cara y retándome cada que tiene oportunidad, esa mujer que tiene un coño delicioso y apretado.
Comienzo a respirar pesadamente y mi mano se desliza por mi muslo hacia arriba. Esa mujer que grita cuando me entierro en ella, que me pide más duro, que me ruega por más. Me aprieto el bulto conteniendo mi erección.
Suelto una serie de maldiciones. Estoy cabreado hasta la medula, estoy jodido antes los medios y mis malditos demonios están amenazando con salir, pero aun así la deseo malditamente. No la tengo al frente, pero ya me tiene duro, malditamente duro,
—Pisa el maldito acelerador— le gruño a Matt mirando por la ventana.
Cuando entramos al estacionamiento del Score me deshago del botón superior de la camisa y bajo ignorando a la fila de hombres que se me ponen delante, visualizo a pocos dentro.
—¿Dónde están los demás? — le pregunto a Matt que viene en silencio a mi lado.
—Ethan se los llevó señor— su voz suena extraña como si fuera a pegarle un tiro por hablar.
—Perfecto— salgo entre la fila de mis autos.
Mientras haya sacado a ambas mujeres del apartamento, me importa muy poco cuanta gente se haya llevado. La quiero a salvo, va a vivir en mi casa y a dormir en nuestra habitación hasta que sepa qué hacer con la mierda que también desató Alesha.
Será mejor si la tengo a la vista todo el tiempo. No voy a olvidar fácilmente que estuvo encerrada en una bodega siete putas horas.
—Señor Roe, tenemos información del rastreador que dejo la gente de Logan cerca del hospital— dicen a mi espalda.
Me vuelvo a ellos dándole una mirada rápida al ascensor. —¿Dónde está?
—Por aquí— sigo a uno de los trajeados y entramos en la pequeña oficina de la vigilancia de las tres que hay en el estacionamiento subterráneo.
Cuando entramos baja el interruptor de la luz y solo deja una lámpara de escritorio iluminando el objeto de metal. Lo tomo en mis manos, aun se siente terso, es pequeño como del tamaño de una pantalla electrónica de escritorio.
—¿Y el detonador? — volteo el objeto y no veo la pieza pequeña que falta.
—Lo tienen los agentes que llegaron.
Levanto los ojos con la cabeza gacha. —¿Qué coño dices imbécil?
—Tratamos de buscarlo por todo el perímetro, pero clausuraron la zona y lo encontraron antes que nosotros.
—Carajo— lanzo el rastreador a la mesa.
Esos agentes o lo que sean me fastidiaron todo. Tendré que ir por el detonador yo mismo. Salgo de la oficina y por la expresión asesina que traigo todos se apartan de mi camino. Golpeo el botón del ascensor y cierro las puertas de la misma manera brusca.
Si los agentes tienen el detonador van a caer en cuenta que mi hotel fue demolido por la misma persona que incendió el hospital central de Brent. Me jalo el cabello exasperado, ya son más de las cuatro de la mañana y sigue pesándome la puta noche.
Las puertas se abren y Kieran salta desde la sala de estar hasta la entrada. —Ni si quiera lo pienses— lo corto antes que comience a revolotearme como un maldito tornado y para mi sorpresa el perro se queda en su lugar quieto, solo mirándome con la cabeza ladeada.
Ethan está a la entrada con las manos detrás de su espalda y la mirada seria, debe estar muy cansado, pero sigue siendo un hombre robusto y de resistencia, pese a que me dobla la edad.
—¿Dejaste la vigilancia en su edificio antes de traerla? — dejo la chaqueta de cuero sucia sobre el brazo del sofá. —Caterva está por la ciudad y no tardará en enterarse que su hija se unió a Logan, si no es que ya lo sabe.
Eso sería interesante de ver. Su hija, la que tanto ha protegido se unió al mismo hombre que lo marcó cuando salió de la alianza de su mafia hace casi diez años. Diez años en los que Caterva ha vivido en el infierno por lo que sé.
—Le señorita Brown no estaba en su apartamento, ni ella ni la señorita Gray. — me yergo en mis casi dos metros de altura y siento la dureza entre mis piernas bajarse. —Revisamos todo y el apartamento está completamente vacío, los vecinos dicen que se fueron de la ciudad.
Tengo dos pensamientos en la cabeza en este preciso momento y los dos involucran asesinato, —¿Cómo que se fueron? ¿Cuándo? ¿A dónde? — requiere toda mi fuerza de voluntad no lanzarme contra Ethan. Solo ayer la vi. —¿Y por qué mierda si te di una puta orden no la cumples?
—Está mañana, entregaron el contrato de alquiler del apartamento.
—Eso no es posible, anoche la vi. Coraline trabaja para Gallery Art, Emma para Christopher Jones, ¿Cómo mierda van a irse de la ciudad de un día para otro? ¿Por qué maldita razón lo harían? — comienzo a tener punzadas en la cabeza.
—Es un hecho que se fueron.
—Y una mierda ¿Revisaste las cámaras de vigilancia? Te dije que Alesha estaba fuera de si cuando la vi.
—No hay cintas en ese edificio señor, fuimos por calles cercanas y de la única que conseguimos tiene una transmisión de muy baja calidad.
—¡Me cago en la puta mierda! — me jalo las puntas del cabello muy cerca de arrancármelas. —¡No pudo irse, de ninguna jodida manera!
—No hay rastro, ni nada olvidado, antes de regresarnos, revisamos el apartamento de arriba hacia abajo otra vez y...
—¡Me importa una mierda si revisaste el jodido apartamento hasta que se te cansó la polla! Si no la encuentras ahí, revisas el puto edificio, la calle, la maldita ciudad una y otra vez y hasta por debajo de las piedras ¿Cómo mierda te presentas frente a mí para decirme que mi mujer se fue?
La rudeza de mis gritos me hace apretar las manos en puños y contener la rabia a como dé lugar, en este momento no hay puto control. Las arrugas apenas visibles en la cara de Ethan se arrugan y mantiene la cabeza inclinada.
—Investigamos a los vecinos todos dicen lo mismo, que se fueron, mandé a gente al antiguo apartamento de Coraline Gray, que es más cercano a la ciudad, a cuatro de aquí, no encontraron nada, el lugar sigue vacío. Sus celulares están apagados y no hay forma de comunicarse con ninguna de las dos.
Meto la mano en el bolsillo del mi pantalón bruscamente. —Mueve tu puto culo a ese edificio y ruega una plegaria para que no te mate en el camino.
No he terminado de hablar cuando estoy yendo por las jodidas escaleras hacia abajo. Azoto la puerta del primer piso llevándome el teléfono a la oreja, me salta directamente al buzón. Azota otra puerta del siguiente piso y luego la del siguiente, y así hasta que llego al estacionamiento.
—Mierda Emma, respóndeme— intento de nuevo sin éxito.
Me niego a creer que se fue, solo porque sí. La única cosa que me viene a la cabeza es Alesha, si ya tenía planeada su traición contra, pudo venir por ella mucho antes. Malditamente por ella y debí mandar a la mierda todo, el hotel, el hospital e ir yo mismo por ella, no mandar a una bola de jodidos imbéciles.
—Alexander— la voz de Bennett y su presencia se ponen frente a mí —Tenemos que hablar.
Viene vestido con decencia, pero el color rojo de sus ojos no ha desaparecido y juro que lo aborrezco en este momento, su mierda desató mucho de todo lo que sucedió.
—¡Largo de mi camino!
—Esto es importante— se mantiene frente a mí.
Ella es importante.
Ella lo es.
Paso de largo y entro a mi R8 —Saca a este perro de mi casa, no quiero verlo cuando regrese — ordeno a uno de mis hombres y salgo derrapándome por la carretera, mi vista es una mierda, pero eso no me impide pisar el acelerador hasta rebasar el límite de velocidad.
Veo por el retrovisor las camionetas negras seguirme, me salto la puta luz roja y de ladeo el volante cuando no alcanzo a ver una caseta a unos metros. Pongo el teléfono en altavoz con una rabia muy grande creciendo dentro de mí.
—Contáctame con los putos imbéciles que están en las afueras de la ciudad, de inmediato— ordeno y Ethan ni siquiera responde, hace bien en no hacerlo o voy a joderlo.
El ceño me duele de tanto fruncirlo, pero me importa una mierda. Derrapo por la acera cuando la vos gruesa se oye al otro lado. —Señor Roe.
—Revisa el maldito edifico de arriba hacia abajo, quiero la mínima información, investiga si la rubia se contacta con alguien ahí, si alguien la vio ir en días pasados. — ordeno.
—Entendido— responde antes que corté la línea.
Aparco a en la acera de siempre y entro mirando todo a mi alrededor. Hago una señal para que nadie me siga. —¿Puedo ayudarlo en algo? — dice el calvo de la entrada.
Lo miro de reojo en silencio, no me quita la mirada de encima hasta que entro al ascensor. Sé que expresión traigo y la ropa sucia, aún tengo el polvo del incendio del hospital.
Me pongo el celular en la oreja. —Entra y vigila todo lo que hace el puto recepcionista, si trata de salir no lo dejes. Las puertas se abren y miro por el pasillo. Fuerzo la puerta como siempre y el lugar sigue amueblado, pero es evidente que faltan muchas cosas.
No hay nada sobre la mesa ni sobre la encimera, las luces están apagadas y hay olor como a pino y madera. Me acerco al sofá y el olor se intensifica, es el mismo olor que hay en el apartamento de Alesha.
Reviso cada maldito rincón, por el suelo, por debajo de la cama que le compré, su armario y todo está completamente vacío, a excepción de una pequeña caja con documentos.
Salgo cabreado con la caja en una mano, le pregunto a la gente que sale y dicen la misma estupidez, que se fue. Toco en la siguiente puerta y como no quieren abrir a pesar que escucho ruido dentro. Me auto invito a entrar con una patada a la puerta.
La mujer en la mesa con pijama se levanta de golpe y veo a dos niños correr del pasillo hacia ella. El hombre tatuado se pone frente a mí con algo parecido a un bate de béisbol —¡Hijo de perra! Llama a la policía Rebecca.
—No soy ningún asaltante— digo para tranquilizar a los niños que están pálidos al cabrón hijo que sostiene el bate no me importaría mandarlo al infierno. —Quiero saber de las mujeres que vivían en el apartamento de al lado.
—¡Llama a la policía Rebecca!
La mujer no se mueve, solo me mira poniendo a sus hijos detrás. —Las chicas no se fueron.
—No le hables y haz lo que te dijo.
—¿Cómo que no se fueron?
—El apartamento se vació con empacadores sin ninguna persona ahí, yo no vi a las chicas salir, si quiere puede revisar las cámaras del estacionamiento, le van a decir que están dañadas o que no hay, pero no es verdad, he visto al de la recepción revisarlas.
Salgo dando un portazo y cuando bajo veo a Ethan apresando al clavo en un rincón. —¿A quién mierda estabas hablándole?
El otro jadea miserablemente con el sudor escurriéndole por la frente por mi puede matarlo. —Sabe algo, en cuanto subió al ascensor hizo intento de llamar a alguien.
Me acerco al calvo y veo el arma de Ethan en su espalda. —¿Dónde están las putas cámaras de vigilancia?
—No sé nada, yo no sé nada.
Saco el arma detrás de la cinturilla de mis pantalones y se la meto en la boca. —¿Y ahora ya lo sabes?
Asiente con la cara bañada de lágrimas y me señala una puerta pequeña en un rincón. Entro quitándole el arma de la boca y buco un monitor cualquiera, tomo todas las grabaciones del día y entonces lo veo.
Veo a Emma y siento algo en el pecho, camina despacio al lado de la rubia caminan hasta la salida y suben a un auto plateado. Detrás de ellas dos hombres con uniforme de empacadores suben.
Tomo las grabaciones y salgo de inmediato, no puedo ver las imágenes correctamente, pero tengo a alguien que sí.
—Sácale todo lo que sepa y después lo matas. — le doy una mirada despreciativa al calvo y salgo.
━━━━━━━━◇◇━━━━━━━
Emma.
Cuando la luz entra por la ventana las pesadillas deberían terminar, pero yo sigo aquí y mi pesadilla no ha terminado. Mi pierna duele, mi espalda también, es por eso que sigo con la mejilla pegada al suelo.
Aunque no hay más que la ventana cubierta, sé que es de día porque las velas ya se consumieron por completo.
—Así es señor— dice la voz del hombre que estuvo vigilándome, al parecer pasó la noche aquí. —Puede venir en cualquier momento, pero le recomiendo que sea precavido, esta gente hace todo por dinero, pero los he mantenido a raya.
—Cora— digo de forma inconsciente y la conversación se detiene. Oigo la puerta cerrarse y me quedó sola en la habitación. Mi sujetador abierto me incomoda y la tela de mi blusa se pegó a mi espalda con el sudor y los rastros de sangre que el solo hecho de pensar en quitármela ya me resulta doloroso.
No sé cuánto tiempo estuve inconsciente, ni que tan de mañana sea. El tiempo aquí parece transcurrir más lento. El temblor comienza en mis muñecas cuando me doy cuenta que mis pies están atados con la correa que vi al llegar. También hay ropa en una pila, es mi vestido rojo de la exposición de Cora.
Dios no. Mi respiración se acelera y aunque tengo las manos libres todavía él... va a atarme de nuevo. Las palabras de Jaden se repiten, las llamadas que hacían anoche, las risas, vendrán, vendrán más y solo con un propósito sucio.
Alexander, pienso.
Sigo respirando con dificultad, el aire no es suficiente aquí y la oscuridad no ayuda. Trato de hacerme reaccionar, pero no puedo, estoy jodida. vagamente siento como algo se mueve a mi alrededor y despego mis pestañas húmedas tan rápido como puedo.
Es Jaden trae algo arrastrando con la puerta medio abierta. Me muevo y de inmediato el dolor en mi espalda me paraliza, me trago mi grito de dolor como puedo.
Giro mi mejilla en la suciedad que baña mi cara, Su cara está tan mugrienta como la mía lo debe estar y viene maldiciendo a todos en especial a Seth. Primero veo la ropa deportiva en el bulto que arrastra y después el cabello rubio de Cora.
La atrapó otra vez. Su piel está más pálida de lo normal, de hecho, de un tono que no me gusta, se ve muy blanco. Debe ser el frio, no nos trajeron mantas, hasta yo siento escalofríos por todo el cuerpo.
Jaden la está arrastrando hasta la otra esquina de la habitación, la encontró otra vez como antes. No hay esperanza.
—Cora— susurro a medias con la voz seca.
La garganta me duele de tanto gritar y no he probado ni una sola gota de agua. También debo tener los labios agrietados por los golpes porque me arden al hablar.
Jaden no me escucha mientras la arrastra o no me hace caso porque sigue soltando palabrotas en todo momento.
Me sorprende y me enoja que ninguno de los pocos vecinos que hay en el edificio se haya percatado de él, sucio y mentalmente enfermo subiendo por las escaleras con una mujer inconsciente y entrando a este apartamento vacío.
¿Por qué nadie nos ayuda? ¿Por qué nadie escucha nuestros gritos desesperados?
—Cora— me levanto sobre mis codos y la mirada que me lanza Jaden cuando se voltea me hela el cuerpo, trae sangre en la barbilla y en gran parte de su camisa.
—Esto es lo que les pasa a las zorras desobedientes y tú puedes ser la siguiente— deja ir el brazo de Cora al suelo con un golpe que va a dejarle un moratón. —Se hizo la valiente y mira lo que me dejó en la cara antes que le cerrara la jodida boca permanentemente. — se señala la mejilla y trae un arañazo que se ve bastante profundo.
Pero eso no es lo que me hace jadear, es lo que dijo al principio. —Co... Cora—vuelvo a decir, pero ella no se mueve y a pesar del dolor en la espalda y en la pierna que ya está inflamada me arrodillo poco a poco. —¿Cora?
—Maldito imbécil, si no la encuentras te vuelo la cabeza— Jaden habla solo imitando la voz de Seth —Como si yo no estuviera en el negocio también, seguro se quiere quedar con mi parte del dinero el hijo de puta.
—Coraline— siento un ardor en el pecho y me arrastro con los pies atados.
—Soy el que se mancha las manos por los dos y me trata como maldita basura— Jaden se desabotona la camisa con una mueca de disgusto.
—¡Cora despierta!
—¡Cierra la jodida boca carajo! — Jaden se vuelve a mí y me abofetea para callarme, pero a pesar del dolor no me detengo.
—¿Qué le hiciste maldito enfermo? — le escupo en la cara —¡Cora! — grito con más fuerza, pero sus ojos siguen cerrados y por primera vez noto el color purpura bajo sus parpados.
—¡Qué te calles! — la siguiente bofetada me tira en el suelo y clava sus pies frente a mi mientras se inclina, el olor a sangre me llena las fosas nasales —Los muertos no hablan estúpida— me clava los dedos en las sienes lastimándome. —Entiéndelo.
Se levanta y sale azotando la puerta y dejándome paralizada. Oh Dios no.
—No— sacudo la cabeza y me voy arrastrando a ella. —Cora abre los ojos por favor— le suplico con la garganta quemándome, el ardor en mi pecho se abre y baja también por mi abdomen. —¡Coraline! — las lágrimas me nublan la vista y caigo miserablemente sobre el piso.
¡Dios no! Me levanto y me arrastro pese a todo, pese a las heridas. Tengo que despertarla, tengo que hacerla abrir los ojos, me repito una y otra vez, ella no quiere abrir los ojos, no quiere abrirlos por miedo.
Cuando llego a su cuerpo tomo su mano para sacudirla y me sobresalto al sentirla que está fría. Le grito de la misma forma, le suplico que abra los ojos, que me mire, que respire.
Todo lo que veo desde mi subconsciente son los gritos desesperados que me cortan la garganta, gritos que duran minutos y luego horas como si en algún momento uno de ellos fuera lo suficientemente grande para despertarme de la pesadilla, pero ninguno lo logra, ni siquiera el que me dobla en dos sobre mis rodillas.
Tampoco el que me baña la cara de lágrimas como una fuente y mucho menos el que me hace tomar el cuerpo de mi rubia favorita y alzarlo sobre mí una y otra vez para hacerla reaccionar y poder ver ese verde miel de sus ojos otra vez.
Cuando finalmente mis fuerzas se rompen caigo sobre ella hecha un ovillo y me agarro a su brazo sollozando lo que queda de mi espíritu y cayendo a un pozo negro del que ya no hay salida.
Me cubro con su brazo protectoramente y miro la pared frente a mí en silencio por minutos o por horas, no sé.
Cora abrazando conmigo a mi madre.
Cora abrazándome después de perder a mi madre a los diecisiete años.
Cora abrazándome después de ser jodida por Seth.
Me acurruco más junto a ella y los recuerdos se clavan como agujas en mi pecho.
La puerta se abre y oigo pasos venir. Seth me levanta como un peso muerto del suelo, no protesto, aunque me duele todo, hasta el alma. Me regresa a mi esquina, antes de acariciar mi cabello para quitar la parte que se pegó a mi cara por las lágrimas.
No me importa lo que haga, yo sigo viendo el cuerpo sin vida de Cora a lo lejos. El ruido de un tazón hace eco y soy consciente que está tratando de hacerme abrir la boca.
—Tengo que alimentarte conejito, no podemos recibir invitados con el estómago vacío— su mirada es suave y... abro la boca. —Eso es, estás aprendiendo, tu premio por comer será usar ese vestido rojo que me volvió loco en cuanto te lo vi puesto.
El líquido caliente toca mi lengua y lo miro a los ojos, los ojos que más aborrezco.
Le escupo la comida caliente en la cara. Maldice y rápidamente toma un trapo que saca de la nada para limpiarse mientras su piel se pone roja. —Maldita sea, todavía no has entendido como comportarte.
Se ve enojado, pero para mi sorpresa se ríe segundos después. Sonríe de lado a lado como si estuviera complacido. —No has cambiado en nada Emma, eres igual como te conocí y como tanto te amo— arroja el trapo al suelo. —Puedes hacerme lo que quieras, pero pórtate bien con nuestros invitados, las chicas malas no van a cielo conejito— toca mi mejilla con su asquerosa mano —Si te portas mal te irás al infierno.
—Ahí te espero ahí hijo de perra— le escupo otra vez y su buen humor se esfuma de inmediato.
—Ya basta—cierra su mano sobre mi garganta cortándome la respiración —No acabes con mi paciencia.
Comienzo a toser, pero no me suelta, es mejor así que me mate, ya me quito todo, incluso a Cora. Las lágrimas comienzan a caer por mis mejillas y me suelta de repente mientras tomo largas bocanadas de aire.
—Ya no llores— me limpia las mejillas y comienza a besar las comisuras de mi boca asqueándome. —Sabes mejor cuando estás triste— jadea y ya no tengo fuerzas para maldecirlo.
El hombre de antes entra de nuevo a la habitación haciendo que me suelte y le hace un gesto con la cabeza. —Viene en un par de horas, arreglas la mierda que hizo tu amigo en la sala. Rápido— le ordena y entra de nuevo en la habitación con un periódico en su mano.
Seth lo mira con odio, pero no protesta. Está trabajando para alguien. El hombre se sienta en el lugar de antes y se quita la chaqueta que lleva mientras lee el periódico.
Parece una escena del siglo diecinueve. Miro a Cora y siento como si mi cuerpo se fuera a romper de nuevo, ya no tengo fuerzas ni para llorar.
Me quedo durante mucho tiempo en esa posición sentada con lo pies atados y el vestido rojo a un lado de ellos hasta que unos gritos se escuchan fuera, son de Seth y Jaden. El hombre levanta la cabeza de su periódico y los oye.
Mira la hora en su reloj de mano y sale tirando el periódico al suelo. La puerta se cierra y veo su chaqueta en el suelo.
El celular.
Pero ¿Para qué? El cuerpo de Cora sigue sin moverse y yo no tengo ya razones para sobrevivir. Sollozo en silencio, pero poco a poco comienzo a arrastrarme hacia la chaqueta. No podré salvarme, pero tengo una oportunidad de hacer algo.
Llego hasta la chaqueta y rebusco en las bolsas, en un bolsillo encuentro una caja de cigarrillos y en la otra algo frio, cuando lo saco con las manos temblorosas es el celular.
Mi corazón palpita en mi pecho y gracias al cielo no tiene contraseña marco números con los dedos sucios y comienza a llamar.
Responde al otro lado y mis ojos se llenan de lágrimas otra vez. La garganta me quema cuando hago el intento de hablar.
—Ale... Alexander.
Escucho como contiene la respiración. —Nena.
La puerta se abre bruscamente y el hombre del sombrero corre hacia mi arrebatándome el teléfono. Comienzo a sollozar, ese segundo de oír su voz fue suficiente para regresarme a la vida o lo que me queda de ella.
Me arrastra del cabello hasta mi esquina diciéndome cosas despreciables, pero no cambia que oí a Alexander. Ni el dolor de los siguientes golpes pueden borrar el sonido ronco que se repite en mi cabeza una y otra vez.
Pierdo la noción del tiempo, pero no la conciencia. El hombre del sobrero sale después de ponerme la zurra de mi vida y mi mente me juega una mala pasada porque me parece ver la espalda de Cora alzarse.
Parpadeo varias veces ¿Ella realmente...? La puerta se abre y si había pensado que no podría volver a sentir más, veo a un hombre que hace tiempo no veía cara a cara, su abrigo es largo y mira con cierto desdén la suciedad donde estamos.
—Hola hija— dice Sawyer Taylor.
Mi padre.
Me quedo inmóvil y lo veo caminar hacia donde Cora. Hace una mueca de asco y sigue caminando por la habitación, después saca un pañuelo de su bolsillo para limpiarse la mano después de abrir la ventana.
—¿Qué haces aquí?
No quiero imaginar lo que va a decir porque todo lo que salga de boca me va a repugnar. —Uno de mi informante llamo, dijo que esos tipos están peleando por dinero y viene a traerles el pago antes que hagan alguna estupidez— dice como si nada.
—¿Pago? ¿Ellos trabajan para ti?
—No quería involucrar al otro estúpido, pero Seth insistió y no pude negarme.
—¿Qué? — me quema la garganta —¿Tú estás haciendo todo esto?
Frunce el ceño. —No, Seth lo está haciendo y no puedo dejarlo hacer más tonterías o saldrá un escándalo grande.
—¿Qué clase de ser despreciable eres? ¡Eres un maldito! — le grito con toda la rabia contenida.
—Está la única manera de hacerte entrar en razón, que de una vez por todas actúes como mi hija— suspira y vuelve a mirar el cuerpo de Cora negando con la cabeza —Pensé que irte de Trafford era pasajero, pero fuiste muy obstinada.
No doy crédito de lo que escucho, es como un mal sueño, el peor de todos. —¿Cómo puedes hacerle esto a tu hija? — los ojos se me llenan de lágrimas. —¿Tanto me odias para dejar que vuelvan a joderme? ¿Por qué Sawyer? ¿Por qué me odias tanto?
—Aunque no lo creas no te odio y por eso hago esto, mira lo que hizo Kate y como terminó— sus ojos se llenan de lágrimas por un momento. —Terminó muerta y no quiero lo mismo para ti.
—Ella murió por una maldita enfermedad que no pudimos pagar porque nos quistaste todo— le recuerdo —Le quitaste todo su dinero porque el que ella trabajó durante años, pero aun así sin tu maldito dinero y cerrándole todas las puertas me sacó adelante así que no hables de mi madre maldito enfermo porque ni en cien vidas serias digno de besar el piso donde ella estuvo.
—¡Le quite el dinero porque ella quería convertirte en esto! — me grita a la cara y retrocedo por instinto —Te convirtió en una mujer barata que no es capaz de una vida dignas y ni siquiera es capaz de llamarme padre. Eres una maldita vergüenza para ser mi hija, ¡Yo! — levanta la barbilla —¡Yo que soy un hombre respetable!
Me llevo las manos a los oídos y lloro en silencio. No puedo escuchar más, tampoco quiero hacerlo.
Sawyer me mira y cuando las risas fuera comienzan mi corazón salta en mi pecho. —Es hora de irme— dice mirando a la puerta.
—Está aquí— dice Seth y otros dos que no conozco silban.
El miedo me invade hasta los huesos y cuando veo a Sawyer alejarse me arrastro como puedo hasta él. —No te vayas, no me dejes en este infierno por favor— suplico en mis rodillas sujetando el borde de su abrigo.
Me mira desde arriba y su ceño se frunce. Se acerca con a mi desabrochando su abrigo costoso y se pone en cuclillas.
—No me dejes aquí... no dejes que... que me lastimen más— por primera vez veo a los ojos del hombre que me dio la vida y le ruego que no me abandone.
Su mano sube y quita las lágrimas con cuidado. —Eres tan parecida a Kate y ella te apartó de mi — recrea mi rostro y aparta un mechón pegado a mi frente y mira con recelo el moretón que hay ahí. —Siempre extrañe a mi pequeña.
Uso todo lo que me queda para que no me deje en el infierno. —Y yo a mi papi— digo entre sollozos.
—Pero si no te hago entrar en razón — dice como si no hubiera hablado —Serás como ella, como Katherine Brown y no quiero eso para tu vida.
Me arranca las manos de su abrigo y se levanta dejándome en el suelo. —¡Papá! ¡Papá no te vayas! — le grito cuando comienza a caminar hacia la puerta. Grito todo cuanto puedo, pero hace oídos sordos y se va.
━━━━━━━━◇◇━━━━━━━━
Alexander.
—El lugar sigue vacío y no ha habido contacto reciente con Coraline Gray.
—Mantenlo vigilado, pueden cambiar de opinión e ir hacia ahí. — corto la llamada y me lleno el vaso hasta el tope otra vez.
El mismo hacker que contraté para atrapar al ruso comienza a trabajar con las grabaciones para ampliar las imágenes, me froto los ojos y bebo otro vaso de wiskey. El puto cabrón de mi hermano se mantiene lejos de mi vista, pero no se larga como tanto le grito.
—Da igual que te quedes como perro guardián aquí, la rubia no quiere verte— le guiño un ojo antes de dar un trago de alcohol.
Frunce el ceño y se levanta del sillón donde está. —Tampoco creo que quieran verte a ti. ¿Y si realmente se fueron? ¿Qué te hace pensar que Emma quiere que la sigas?
—No se fue, eso te lo aseguro.
—Está corriendo detrás de una mujer ¿Lo notas?
Esa actitud desafiante me está poniendo los cojones de fuera. Dejo el wiskey escoses de lado y camino fríamente hacia él. —¿Quién te cortó los cojones para que te vuelvas un niñato?
Levanta la barbilla y hay algo oscuro en su mirada. Comienzo a deducir que es.
—Coraline vio el símbolo de la hermandad entre muchas otras cosas— su ceño se frunce más. —Pudo sacar conclusiones y decírselo a Emma, en cuanto lo descubrieron se fueron.
—No me recuerdes tu estupidez Bennett porque voy a sacar la mierda fuera de ti otra vez.
—Lo que no quieres es aceptar la realidad, ella te dejo— sonríe de lado —Tan parecida a su amiga ¿No crees?
Me limpio la comisura de la boca y me rio con ironía. —Así que la rubia te dejo primero— sus cejas se alzan confirmándomelo. —Guárdate tu puto drama de despecho para ti mismo o mejor aún, vete a lloriquear a un rincón.
Octavian trae café para el hacker y miro como Bennett regresa al sofá. No pensé que pueda ser un cabrón más patético y vuelve a sorprenderme y sigo queriendo matarlo.
Salgo a tomar un poco de aire frio a la terraza, ya es de día, el sol viene del este. ¿Y si realmente se fue? Frunzo el ceño porque la idea me golpea duro. Estás persiguiendo a una mujer.
Miro la ciudad en silencio, oyendo en voz baja el pensamiento en mi cabeza que he silenciado por mucho tiempo. Un pensamiento que se alzó con más fuerza esa noche en la fuente cuando su jodida boca ebria soltó estupidez y media.
Dejo el vaso de wiskey de lado y abro la caja, son un montón de recibos viejos que no debería guardar, solo es basura. Tiro varios de ellos al suelo y veo una hoja de la comisaria. Es una orden de acoso a nombre de ella.
Me tenso de los hombros a los codos y leo todo lo que hay escrito. Aparece el nombre del puto cabrón del que me habló Ethan. La corte falló a favor de él.
Mi celular suena en mi bolsillo sacándome de mis pensamientos y si es otra vez Christopher voy a mandarlo a la mierda definitivamente, lo que menos quiero es la mierda sobre el hotel. El número es desconocido.
Solo hay números desconocidos por parte de Logan, veamos que mierda más cae sobre mí. Miro el cielo con cierto recelo cuando respondo.
—Ale... Alexander.
Por alguna razón. Mi ritmo cardiaco salta de mi pecho cuando es su voz ronca la que escucho del otro lado.
—Nena.
Solloza del otro lado y la llamada se corta no sin antes escuchar a un hombre gritarle con un apelativo de puta. —Nena ¿Qué sucede? — la sangre me quema las venas, pero ya se cortó a la comunicación.
Camino de vuelta con el hacker. Todos levantan la cabeza cuando me ven entrar. Le pongo el teléfono sobre la mesa bruscamente mientras los sollozos se reproducen en mi cabeza.
—Rastréala la última llamada de inmediato, era Emma.
Bennett se levanta del sillón y lo detengo con una mirada asesina cuando hace amago de acercarse.
El hacker conecta el celular al cable y yo controlo el temblor en mis brazos, temblor de asesinar. Los dedos del hacker se mueven por el ordenador, salta a la pantalla una luz verde y entrecierro los ojos para ver la dirección que marca.
—High street, edificio #43, en Trafford, Londres.
Salgo de ahí con Ethan siguiéndome los pasos bajo al subterráneo y abro la caja plateada que está forjada en cerraduras hechas a mano. Saco una carabina M4 y me pongo en marcha hacia Trafford.
Hola sexys.
Me muero con lo que se viene porque... ¡El lobo despertó y a la reina, nadie la toca!
Guarden fuerzas para el viernes que esto aun no ha terminado.
¡Los amo tres millones!
-Karla.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro