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CAPÍTULO 42

Treinta y siete horas antes (Manhattan, Nueva York)

Bennett.

Me reclino sobre el sillón y dejo salir el humo del porro en círculos mientras la mujer que contraté baila para mí con nada más que solo unas medias negras de red.

Hace bastante tiempo que no consumo hierba, Alexander odio esa faceta de mi vida cuando éramos adolescentes, pero incluso él mismo sabe que nuestra afición nunca se va del todo, no si los dos seguimos marcados.

Si te criaron con una afición desde pequeño, no puedes dejarla atrás por mucho que desees.

Siempre caes en la Tentación.

Y el éxtasis que siento me nubla la cabeza.

Abro la boca y libero otro aro de humo. No puedes renunciar a lo que te hace sentir bien. Mi mente vuela a formas desiguales, a veces son giros de eventos, como la visita de los rusos, otras veces son personas, en especial la rubia.

Mi celular está tirado en alguna parte de la habitación desde hace días, lo arrojé contra la pared como un maldito poseso porque no paraba de sonar y también para olvidar lo que hice.

Hubiera sido mejor que Logan me atrapará en Londres cuando me acorraló en la carretera y no largarme después que Coraline me dejará y después de hacer algo tan estúpido como lo que hice.

La mujer se reclina y con sus labios atrapa el humo antes de llegar mi boca. Le magreo los glúteos y nos enrollamos a gusto mientras A2M suena de fondo con una de sus canciones más aclamadas.

Mierda santa.

La aparto bruscamente y con una sonrisa sigue moviéndose y cotoneando esas caderas frente a mí. Admito que es buena, pero no tengo humor está mañana para seguir con esto, lo único que puedo pensar es en tiempo que le queda para que se vaya.

Ya me la chupo lo que quiso, me liberó y volvió a comérmela, pero no meteré mi polla en su coño hoy.

Vagamente escucho el sonido de la puerta o es la coca haciendo su trabajo y poniéndome alucinaciones. A veces escucho cosas, una voz dulce y seductora. Gatita.

Miro por mi espalda y reviso que la puerta siga cerrada, di ordenes claras al dueño del edificio para que nadie me moleste, ni siquiera Erick que se ha aparecido ya dos veces en la puerta desde anoche.

No debe terminar con mi paciencia, no estoy para soportarlo y si me metí en este edificio viejo es para que nadie me encuentre.

Las únicas veces que salgo de este lugar es para verme con los socios de Hilton &Roe y presentarles los diseños. Lo hago lo menos colado que puedo y cuando todo termina puedo arrastrarme al infierno de nuevo y sumergirme en la miseria.

Incluso Erick piensa que me he vuelto loco, pero está muy lejos de la realidad. Una mujer me dejó por follarse a otro frente a mis narices y no es solo el ego lo que me jode, es el pecho el que me quema después de abrirme con ella de una forma vulnerable en la que no debí hacerlo.

Me rio como idiota y muerdo el glúteo de la bailarina. Esto es lo que se hace, se disfruta, se coge y vas por otra. No le hablas de putos sentimientos ni mariconadas como esas.

La música cambia a un rap en español que opaca mi conocimiento en la lengua, mi cabeza también está aturdida para entenderlo, pero el hombre de barba tiene buenas notas que me envuelven los sentidos de inmediato y tiene la vibra que necesito para sentirme como un maldito hijo de puta.

Las luces neón azules ya no me molestan cuando miro el techo dándole la tercera calada a mi porro ¿o es la cuarta?

La mujer se acerca de nuevo con los pechos de fuera y se pone entre mis piernas. La miro hacer su trabajo como antes, se llama ¿Luisa?

Compartimos una mirada oscura. pero unos segundos después no sé si es por la coca o el alcohol, solo le veo el cabello rubio.

Enredo mi mano en sus mechones despeinados y alzo la cadera penetrándola con fuerza mientras succiona y pasa la lengua por mi glande. —Oh gatita— gruño clavándosela hasta el fondo usando ese sobrenombre que la calienta tanto.

Me gusta someterla.

Y a ella le gusta que lo haga.

—Cómetela toda Coraline— le ordeno.

Carajo. Sacudo la cabeza frenéticamente, ella no es la rubia. ¿Luisa? ¿Laura? ¿Cuál es su jodido nombre?

Me levanto de la silla y le doy estocadas duras que la hacen ahogarse. Veo las lágrimas deslizarse por sus mejillas y escucho sus pequeños jadeos salir mientras se agarra a mis piernas para soportar el impacto, pero nada para la rabia que siento dentro.

Entré al negocio con los inversionistas rusos aun sabiendo que de inversionistas y empresarios no tienen nada, vi a la gente de Caterva, un mafioso deanes, con ellos. No soy idiota. Trabajan juntos.

Y desde hace mucho tiempo Caterva Smith, el padre de Alesha, está marcado por Logan y todos los saben. Pero nada de eso me detuvo.

Me corro en la boca de la rubia con repugnancia hacia mí mismo y aun jadeando me visto a tirones. Puedo estar muy enojado, pero no puedo portarme como un puto cabrón todo el tiempo. Levanto a Lauren que ahora ya recuerdo su nombre y me disculpo con ella en voz baja.

—No me importa, me gusta que seas salvaje— me da una sonrisa limpiándose la comisura de la boca.

—Vete— le doy más dinero del que debió ganar en toda su vida y su oficio, pero se lo merece.

Ha soportado a un cabrón enojado y gruñendo el nombre de otra mujer cada dos por tres. Esa gatita de rizos dorados me dejó jodido para follarme a cualquier otra rubia que no sea ella, imaginando que no se folla al cabrón de cabello largo que le comía la boca en mi presencia el otro día.

Coño, ya estoy cabreado de nuevo. La próxima vez me encargaré de conseguir a una bailarina castaña o morena.

—¿Mañana a la misma hora? — pregunta sonrojada mientras se coloca la ropa.

Ella ha sido la única mujer a la que he dejado visitarme y aceptó todas mis reglas desde el inicio. El reflejo en el cristal que hay delante de mi es él de un hombre jodido y me acojona de inmediato verme así.

—No— frunzo el ceño y le ofrezco más dinero del que acordamos, es lo menos que puedo darle, no la liberé de ninguna manera todos estos días. —Aquí terminan tus servicios.

Acepta la negativa de inmediato y sin protestar, otra cualidad por la que la elegí.

—Gracias por la paga, fue muy buena todos los días— se guarda el fajo de dólares en una bolsa de cuero negra que se abrocha en la cintura. —Supongo que se termina porque regresas al lugar de donde sea que eres. — asiento, aunque eso no es cierto.

Se aprieta los pechos acomodándolos bajo el top apretado y mi mirada de hombre naturalmente se posa en ellos, pero no capturan tanto mi atención como sus glúteos.

—Bueno caballero nos divertimos juntos— sonríe —Si un día regresas a nueva York, ya sabes dónde encontrarme.

Se marcha por la puerta y yo sigo medio ebrio, medio colado de coca, o sea cual sea el estado de mi cuerpo.

Enciendo la enorme pantalla sobre la pared y quito la música de fondo para que ya no me moleste. Apoyo mis codos sobre mis piernas y mantengo la cabeza baja mientras poco a poco regreso a la conciencia.

Miro la cicatriz de la mordida que hay en el dorso de mi mano y los recuerdos de los gritos de Coraline mientras la follaba en el muro de la galería son música que no debería existir en mi mente, ni en mi pecho.

Verla vestida de dorado en su exposición.

Hacerla mi mujer.

Luke Follándola en su apartamento.

Otra vez siento la misma necesidad de llenarme de alcohol, otra vez siento los pensamientos venir a mi cabeza y burlarse de mí.

¿No nos enseñaron a no dominarnos por una mujer? Alexander me lo mostró a su manera y Logan se lo demostró a él a la suya, pero de una forma mucho peor. Él evitó que Logan me lo mostrará a golpes.

Él recibió mis golpes muchas veces.

Y le fallé a mi hermano metiéndome con la mafia de Caterva Smith, en un tipo de alianza de la que no creo salir fácilmente si es que hay una salida con la mafia londinense.

Querían dinero y yo inyecté gran parte de mi capital para los supuestos negocios.

El sonido de la puerta regresa, pero no pedí a la maldita gente de servicio, no quiero ver a ninguna maldita persona. ¿Qué parte de "no ser molestado" no entienden esos inútiles? No les pague lo suficiente al parecer.

Mi mierda no se justifica con mi despecho por el rechazo de Coraline, no se justifica por mi estupidez. Ellos toman a los más idiotas y les sacan su mierda de pasado para convencerlos

Y el mio es tan jodido como el de mi hermano e incluso el de la misma Alesha. Solo nosotros tres sabemos qué demonios tenemos detrás persiguiéndonos.

Regresé al maldito punto del que huimos. Soy un jodido imbécil.

—¡Ah! — Arrojo el maldito porro al suelo con un gruñido y la siguiente cosa en mi mano es la botella de alcohol que estrello contra la pared quebrándolo en miles de pedazos. La sangre se derrama en mi palma cuando un cristal me corta por el dorso cerca de la mordida.

Merezco este puto dolor. Logan tenía razón, tanta maldita razón. Solo la coges y la botas antes de ir por otra. Pero soy más débil que mi hermano, siempre lo he sido y me deje ir con ella.

Levanto la mirada al noticiero que hay en la pantalla y otra vez hay una trazada con el jodido alcohol. La cintilla que corre bajo los pies del presentador dice mi apellido. Roe.

Tomo el vaso de tequila de la mesita del centro y me lo llevo a los labios, el líquido me quema la garganta y también lo estrello contra la pared. Me jalo los rizos y mis ojos se mueven a la pantalla otra vez.

El recuadro rojo tiene la palabra Brent, Londres, en letras grandes justo encima de la cabeza del presentador. Parpadeo para dejar de alucinar estupideces, esto es América ¿Por qué demonios habría algo sobre Brent?

Los ojos se me aclaran y la cintilla que corre con la nota tiene un nombre. Hilton& Roe. A un lado corre otro nombre que me hela la sangre.

Alexander Roe.

Me incorporo de inmediato tambaleándome torpemente y todo lo que veo en la pantalla es fuego. Caigo de rodillas acojonado y rebusco en el suelo el aparato electrónico hecho trizas.

Lo encuentro tardíamente y con la mente llena de telarañas hago lo que puedo para encenderlo. Por el precio que tiene, debe encender sin problemas, aunque lo usé como saco de boxeo para evitar llamarla otra vez.

La porquería no hace su trabajo. La compañía de Apple puede venirse abajo con tan mala calidad y poca variedad.

—Vamos mierda— la pantalla sigue en negro, pero unos segundos más tarde se ilumina.

La bandeja de llamadas se llena desquiciadamente como nunca antes, varios nombres pasan como manchas borrosas, entre ellos un número desconocido que tiene una dirección que no conozco y sigue bajando cuando los demás menajes entran.

No sé cómo detener el maldito aparato, la bandeja está saturada y cuando trato de apagar el celular un sonido agudo y zumbaste sale de la porquería electrónica haciéndome soltarlo y agarrarme la cabeza.

—¡Carajo!

Lo pateo lejos para que se calle y maldigo todo lo que puedo, incluso a gente que no conozco como el creador de la compañía de esos celulares.

La puerta de la entrada se golpea contra la pared cuando alguien rompe la cerradura. Me preparo para gritarle a quién sea que es, cuando un hombre clavo se acerca a mí con la mirada oscurecida.

—¿Así que aquí te escondes pequeña sabandija? En un edificio barato y viejo — me golpea las costillas de una patada. —Llevamos días buscándote en el lugar equivocado, tú y tu hermano si saben despistar.

Entre mi inconciencia alcohólica veo a otros dos hombres más entrar, son gente de los rusos, los reconozco por el tatuaje en el cuello.

—¿Te escondías hijo de perra? — se agacha el calvo y me abofetea, aunque todavía jadeo por el golpe en mi costilla —¿Crees que puedes huir de nosotros en otro país?

No siento los golpes, estoy colado hasta los codos. Todo se mueve. —El maldito está putamente drogado— no se quien dice eso. Parpadeo, pero veo todo azul por la luz neón.

—Dejémosle un recuerdo y ponle el chip que el amo pidió, el otro cabrón será más difícil de convencer si tenemos a este idiota.

El amo.

—Es un maldito bastardo igual que él, tarde o temprano va a ceder.

—Me avisaron que hay una emboscada en la construcción del jefe Dmitri y soltaron las demoliciones donde las sembramos— dice uno y otro silba como si fuera un partido de futbol —Si no cede, el amo lo va a acorralar.

—Cierren la puta boca de una buena vez— los detiene el calvo.

Algo me pica en el hombro y debe ser un vidrio de la botella que arrojé porque siento el líquido pegarse a mi codo.

—¿Qué mierda hacen aquí? — logro articular.

—Tómalo como una visita amistosa, es más divertido volverte mierda cuando estás consciente — responde uno y lo veo sacar el fajo de dólares que estaban en mi pantalón —No vuelvas a perder contacto o te cortamos las bolas.

—Recuérdalo idiota, no puedes huir del mercado negro— se acerca el calvo y pisa mi codo sobre el suelo clavándome más de los trozos de la botella.

Gruño aguantando el dolor de su peso y de las cortadas. El alcohol sube por mi esófago y amenaza con salir por mi boca.

—Contacto constante es la regla principal de Dmitri Pávlov— quita lo bota y lo maldigo en todos los idiomas que conozco mientras los cabrones se van riéndose.

El último en irse se gira con una sonrisa de lado guardándose mi dinero en el bolsillo del pantalón. —No te metas más coca o vas a quitarnos el placer de matarte.

Me arrastro como un maldito gusano y los vidrios me raspan las manos. Como sigo medio erbio me resbalo y termino tirado otra vez. Las sustancias bloquean mucho del dolor, pero no quitan la imagen de las llamas de mi cabeza.

Hago amago de levantarme de nuevo y caigo otra vez miserablemente. —¡Ah! — grito acojonado y la puerta se abre otra vez.

Comienzo a maldecirlos y cuando me levantan veo a Erick con el ceño fruncido. —Eres tú— digo con alivio.

Me mira unos segundos en silencio y de repente su puño impacta contra mi cara y termino tumbado en el suelo otra vez. ¿Qué carajo?

—Coño, eso es liberador, ahora entiendo a Alexander— se mira el puño con orgullo.

—Hijo... hijo de perra.

—Cierra la boca y levántate ahora mismo, mira esta mierda de lugar — sus gritos hacen que me explote la cabeza — Llevo dos días buscándote y no recibes visitas maldito enfermo ¿Así quieres sobrevivir? ¿Entre alcohol y no sé qué mierda más? — camina mirando todo con asco.

Otra vez me apoyo en las palmas de las manos. Abre las cortinas de golpe cegándome con la luz y la vista de los edificios de Nueva York.

—Tienes suerte que esté aquí para sacar tu culo de este asqueroso edificio al que te metiste. ¿Ahora vas en los barrios de mala muerte?

—Alexander...— digo con la garganta seca y la cara ardiendo por su jodido puño.

—Te va a cortar las pelotas, que mi puño te parecerá poca cosa ¿Alguna vez has probado el puño de ese cabrón? Es como maldito acero— se toca la mandíbula.

—Alexander— repito.

—Erick es mi nombre comadreja vieja— me mira y por primera vez repara en la sangre del piso y en mi hombro. —¿Qué coño te pasó?

No respondo, solo trato de levantarme. Mientras me mira el sonido de su celular hace eso entre nosotros reventándome la cabeza. —Es la operadora, llamada de larga distancia— frunce el ceño. —Hola viejo, ¿Todo bien?

Me agarro al antebrazo del sofá para no caerme mientras habla con Christopher. La droga no deja que mi vista se enfoque en nada y ardor en mi herida no es normal. Erick maldice en voz baja y cuando por fin logro encontrar su rostro tiene la cara desencajada y casi pálida.

—Debemos regresar a Londres de Inmediato.

━━━━━━━━◇◆◇━━━━━━━━

Alexander (Brent, Londres)

Llegué tarde.

Veo el fuego que sale del hospital mientras los gritos de los desesperados familiares que tratan de salir me cala en las orejas. Mi subconsciente no me engaña o me envía algún tipo de sentimiento de remordimiento, crecí viendo cosas peores, pero algo que nunca entendí fueron las muertes de los inocentes.

Si tuviera la cruz de plata que mantengo oculta, en este momento la apretaría en mi mano, la apretaría con fuerza. Frunzo el ceño.

Una mujer cerca de la entrada que no ha sido completamente consumida por el fuego me agarra de los brazos tosiendo y grita desesperadamente que la ayude. Mi hombro derecho sigue retorciéndose por la caída que tuve en la construcción cuando hui de Logan y sus Kray.

La cargo en mi hombro y cuando una columna se viene abajo nos tiramos al piso bajo los escombros, el humo nos cubre a los dos haciendo imposible que vea.

Una de las ventanas colapsa y las llamas terminan de encerrarse en el lugar. Arrastro a la mujer por el suelo hasta que salimos ilesos, ella va jadeando y tiene rapaduras en los brazos, pero al menos está viva.

La cargo hasta los paramédicos que rodean el hospital y la avenida y veo a Ethan sacar a un hombre mayor sobre sus hombros. Mis hombres hacen lo que pueden, o lo que queda por hacer ante esta desgracia.

La policía rodea el lugar, lo único que pueden hacer es cubrir los perímetros para que las llamas no se extiendan más. Los lugareños de los poblados cercanos y de la parte sur de la ciudad fueron desalojados de inmediato.

No dejan cruzar a nadie, pero a mí no pueden detenerme. Los murmullos que escucho y lo que dicen mis informantes es lo mismo. Saben que el incendio fue provocado y es evidente, se necesitan dos dedos de frente para saber que estas llamas están alimentadas por una sustancia que se libera a cada nada.

—Hay restos de bombas de demolición a quince metros del perímetro del hospital— Matt se acerca por mi hombro —Debe haber un rastreador de capacidad de uno de los Kray para medir la presión del fuego, vamos a tratar de encontrarlo antes que la policía lo haga.

—No son muy especializados para encontrarlo, aun así, no quiero que nadie lo vea, es mejor que ese rastreador quede en nuestras manos.

—La policía no tiene el equipo adecuado para llevarnos ventaja, pero dieron aviso a gente de más alto rango. — frunzo el ceño —Es un equipo especial de seguridad y está por llegar para revisar la zona. Si encuentran el rastreador sospecho que harán lo mismo con su hotel señor, ambos accidentes fueron provocados simultáneamente.

Ethan se acerca examinando la zona bajo los lentes negros, impecable como si no hubiéramos estado en atracón con un mafioso poderoso hace unas horas.

—Debemos limpiar la zona antes que ellos— Ambos hombres asienten.

Soy escoltado de vuelta a mi auto cuando una fila de autos todo terreno de azul oscuro y negro llegan uno a uno detrás de las patrullas policiacas. Los hombres que hay dentro tienen uniformes diferentes a los de los guardias.

Ellos deben ser el maldito equipo de investigación especial, tenemos que darnos prisa. Dejo a la mitad de mis hombres en el área para hacer la búsqueda y cuando subo a mi auto otra camioneta se detiene frente a mí.

Salen cinco hombres y el ultimo en bajar es el del volante, tiene el mismo uniforme que los demás y un tipo de chaleco antibalas, mientras revisa el lugar con la mirada el cabello rubio demasiado corto se asoma bajo su gorra. Piso el acelerador y sus ojos conectan con los míos.

—¡Хамелеон! ¡Por aquí! — le grita otro civil moreno tan robusto como él y le hace un gesto de cabeza para que lo siga.

Lo miro irse y en su chaleco tiene escrito GRAY.

Salgo por la carretera a toda velocidad, mientras conduzco al hotel de Brent, un sabor amargo se instala en mi boca. Para ser de madrugada varios medios están aquí.

Los escombros comienzan a verse desde varios metros alejados. Sigo viendo borroso por el golpe de la caída en la construcción donde escapé de los Kray, no se cuanto más aguante mi cuerpo antes de necesitar las malditas pastillas.

Las camionetas negras me siguen y cuando aparco me rodean. En cuanto bajo una cerca de hombres trajeados me cubre de los medios que se agolpan a mi alrededor y disparan el flash de sus cámaras sobre mi cara.

—¡Unas palabras señor Roe!

—¿Qué pasó exactamente en el hotel? ¿Es cierto que está ligado al incendio del hospital local?

—¿Esa es la seguridad que brinda su cadena hotelera?

Paso entre ellos con la mirada seria, veo a Christopher a lo lejos y cada paso que doy es como una piedra que me quema.

—El lugar fue desalojado antes del derrumbe— dice en cuanto me acerco.

—¿Cómo?

—Hubo una llamada anónima que avisó al personal, aun no se tiene pistas ni señales de quién pudo haber sido, pero sirvió para que los daños fueran solo físicos.

Con toda la gente que murió en el hospital esto está lejos de ser solo daños físicos. Miro las ruinas de mi hotel, el peso de la culpa no se compara con lo que siento en este momento, estoy lleno de impotencia y rabia, mucha rabia y es difícil contenerla.

—Erick lo sabe— dice Christopher sacándome de mis pensamientos. —Él y Bennett estarán de regreso pronto para ayudar.

Lo miro de lado. Lo que menos quiero es ver a cabrón de Bennett. —No necesito a nadie para estorbar.

Aprieta los labios en una línea recta. —Voy a arreglarlo, ya me estoy contactando con todos mis publicistas para que vayan cortando la noticia. Emma tiene buenos contacto, tengo planeado hacer un acuerdo con West B para que...

Sigue hablando, pero me quedé perdido en el nombre que dijo. Recuerdo la traición de Alesha ahora que tengo la cabeza clara, pero eso no es lo que me pesa, es Emma, si Alesha está despechada puede ir por ella.

Carajo. Le doy la espalda a Christopher cortándolo, es como si el maldito mundo hubiera colapsado y caído sobre mis hombros.

—Señor Roe ¿El imperio de Hilton &Roe se vendrá abajo por incidente?

Las luces me ciegan mientras aprieto la mandíbula a muerte. En mi mente solo hay una palabra que se repite.

—Nadie destruye Hilton &Roe— digo a las cámaras y me abro paso entre todos.

El cielo que apenas se ve, está gris, pero esas nubes no quieren derramarse. Me pongo a trabajar en el hotel y los daños, hay más de cien personas aquí y esta vez yo dirijo todo. La falla que veo en los planos fue perfectamente planeada por Alesha y nadie tocará mis asuntos más que yo.

Pasan las horas entre el sonido de los relámpagos de una tormenta que sigue sin desatarse y veo a gente trabajar a partes iguales. Una mano se posa en mi espalda tensándome y Erick se coloca a mi lado.

—Hermano— no dice más no hay nada que decir, lo que la gente ve es solo el derrumbe de mi hotel, pero el incendio del hospital está ligado a mí.

—¿Dónde está ese jodido cabrón que lleva mi apellido?

—En su casa, estaba colado de coca hasta por los codos cuando subimos a Jet privado para regresar.

Sonrío de lado para contener la rabia. Colado de coca. Llamo a uno de los trabajadores y lo dejo a cargo.

—¿Cómo puedo ayudarte? — pregunta Erick.

—Desapareciendo de mi vista. — paso de largo. Ethan me sigue, apenas tolero tener a alguien cerca. —Regresa a Londres y ve por Emma, no quiero a Alesha cerca de ella, llévala a mi casa— frunzo el ceño —Y también a su amiga la rubia.

—Entendido señor.

—Después mantén vigilancia en su edificio toda la noche, de lo demás yo me encargaré.

Dejo el auto de lado y entro a mi camioneta, mis ojos están casi inservibles para conducir. —A la casa de Bennett Roe.

. . .

—Quédate aquí— detengo a Matt a la mitad del pasillo.

Miro la puerta frente a mí y la abro de una patada rompiendo la cerradura. Un jadeo a mi lado me hace voltearme a la mujer mayor de cabello canoso parada inmóvil en el pasillo.

Cuadro los hombros. —Buenas noches— le doy una inclinación de cabeza educada y entro.

Lo busco por todos lados, pero solo hay rastro de su equipaje y ropa sucia en el suelo. Voy directamente a su habitación, pero la puerta de su despacho medio abierta y la luz encendida me hacen cambiar de rumbo.

Cuando entro me mira, los ojos los tiene rojos y reconozco esa expresión de mierda que trae, su cabello está húmedo y tiene solo un pantalón de chándal y una camiseta.

Hay una botella semi abierta de licor en la mesa frente a él.

—Dame una sola razón para no sacar la mierda fuera de ti.

—Tan bien es bueno verte hermano. ¿Trajiste a Kieran?

El poco control que tengo se desbarata y en tres zancadas tengo mis manos sobre su camiseta y lo estoy estrellando contra la pared. Tiene dos golpes en la cara, el muy idiota se hizo mierda solo. Nos miramos en silencio, o él está en silencio, yo estoy bufando como un toro.

—¡Eres un maldito cabrón! — le grito a la cara

—¿Qué coño pasa contigo? ¿El derrumbe de tu hotel te corto las pelotas?

Pierdo la conciencia y le asesto el primer gancho para que se calle. Si no fuera resolviendo su mierda habría salvado a la gente del hospital.

—Hijo de...— le meto otro y luego otro.

—Aun eres un puto bebé. — lo dejo recuperando el aire y veo los papeles sobre su escritorio, son los datos del negocio que hizo con los rusos. — ¿Papeleo importante? — señalo las hojas con condescendencia.

—No te metas en mis asuntos cabrón de mierda— me empuja antes de arrancarme la hoja que tenía en las manos y se cuadra de hombros —¡Soy muy inteligente para saber lo que hago!

—¿Eres inteligente? — arqueo las cejas —¡Eres un puto imbécil que no sabe de negocios! ¡Eso es lo que eres! — saco el pecho, pero no se amedrenta y me planta cara.

—Cierra la maldita boca— me golpea en el pecho y eso desata la bomba que ambos traemos por dentro.

Cargo contra mi propio hermano desatando la tensión de las últimas horas, pero él se me viene encima con la misma fuerza. Colapsamos contra el maldito escritorio y lo reviento por ser tan imbécil.

Reviento mi rodilla contra su abdomen y lo siento doblarse como si algo molestara en la zona. Me planta varios puñetazos en la cara y que mi vista sea una mierda lo ayuda, el cabrón sabe hacerlo. Los dos fuimos criados así, pero yo soy más robusto que él y lo inmovilizo en el piso.

Cargo para reventarlo por completo, pero los ojos que compartimos, me hacen levantarme. Ni toda la rabia del mundo hará que cambie lo que hizo.

—¿Qué sabes tú de mis negocios? — dice con la boca llena de sangre.

Jadeo como loco. —Lo sé todo imbécil, tengo un recuerdo de tu líder ruso también aquí— me señalo la nuca y su cara se desencaja de inmediato. —Ya no estás a la defensiva, perfecto.

—¿Cómo lo supiste? — se levanta miserablemente y me contengo para no cargarme contra él otra vez.

—No soy estúpido, solo necesitaba nombres para saber a quién cargarme primero y la rubia me ayudó, esa mujer es más inteligente de lo que crees es una suerte que no se haya quedado con un estúpido como tú.

Su ceño se frunce y la cortada que le hice en la boca comienza a inflamarse. Me duele las sienes y también pruebo sangre en mi propia lengua. Su ceño se frunce. —¿Por qué aceptó ayudarte?

Me rio sin una pisca de humor. —¿De toda la mierda que hiciste eso es lo único que te preocupa? — aparta la mirada vergonzosamente. —No me hagas odiarte hermano, volviste al infierno— digo mirándolo una última vez.

Ya no puedo verlo. No hoy o terminaré moliéndolo a golpes y él a mí. Me largo de la oficina golpeando la puerta. Nada puede desaparecer todo lo que está jodido, nada puede calmarme.

Al menos no tendré que colarme por la puerta a su apartamento para dormir con ella. Maldigo en mi mente a todos, en especial a Logan.

—Alexander. — Bennett viene detrás de mí con el ceño fruncido. —¿Dejaste que Coraline entrara en mi oficina y buscara en los archivos ocultos? ¿Cómo supo las contraseñas de la caja fuerte?

—¿Por qué no le preguntas a ella? — ladeo la cabeza, su expresión me dice que no lo hará. —Eres muy inteligente para entrar a la madia de Caterva y no tienes pelotas para hablarle a la mujer que te follaste— me río sin humor.

—Se llevó uno de los símbolos que tenía dentro— aprieta la mandíbula.

—Pobre hombre, fuiste robado, tal vez la policía de comisaria que está en la avenida diecisiete te ayude— me giro.

—Es el símbolo de la hermandad.

Carajo. Me vuelvo hacia él, aunque dudo que la rubia tenga interés en un símbolo que debe parecerle estúpido. —Ese es tu problema, sé un maldito hombre, da la cara, tú lo jodiste, tú lo arreglas. — bufo mirándolo fijamente

Me voy de aquí, tengo que olvidarme de toda la mierda, tengo que hacerlo y quiero hacerlo con mi mujer.

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Emma.

—Tranquilas aquí— Jaden sostiene una cerveza en su mano, esta es la cuarta vez que viene a comprobarnos.

Se acerca a Cora y le lame la mejilla. La veo apretar los ojos con miedo. —Dos por uno— sonríe de lado —Hoy es mi día de suerte, me tomaré una cerveza más y vendré a darme mi primer atracón contigo. No creo que Seth me deje comenzar con Emma.

Se ríe de mi expresión y los sollozos de Cora y sale de la habitación. Las risas afuera me dicen que hay otra persona más.

Miro a Cora recargada sobre la pared opuesta igual que yo. —Lo siento tanto— digo con voz quebrada. Aborrezco que tenga que pasar por este infierno.

Sacude la cabeza. —No te atrevas a culparte por esto, hicimos lo que pudimos, pero la policía no escuchó.

—Debí irme antes.

—Yo te iba a seguir hasta el fin del mundo y ahora— sus ojos se llenan de lágrimas y veo ese golpe que marca su piel blanca de color rojo. —Si vamos a morir lo haremos juntas y que se joda la muerte.

—No voy a dejar que te toquen, te lo juro.

Sus hombros se sacuden débilmente. —Al menos vivimos una noche loca, allanamos la casa de Alesha y nunca antes me habían apuntado con un arma, así que rompí el record.

Miro por la rendija de la puerta y veo a Seth caminar de lado a lado y a Jaden también. Tengo que sacar a Cora de aquí. Me levanto cautelosamente cojeando por la pierna y rebusco la ventana cubierta por las sabanas.

Cuando le apuntaron a Cora en la frente sentí mi corazón detenerse. Hay gente que está destinada al sufrimiento, pero ella no es una de esas.

Sus pies estaban atados como sus manos, pero a mí no me ataron, tal vez fue porque se dieron cuenta cuan vulnerable soy al tacto de Seth que no hay correas que lo comparen, el ataque de pánico fue instantáneo y si regrese a la realidad fue por la voz de Cora.

Me agarro a la pared y como puedo llego a ella. Caigo al piso aguantando el dolor y comienzo a desatar sus brazos. La correa quema mis palmas, pero no me detengo.

—¿Qué haces?

—Jalo con más fuerza y la libero. —Ayúdame con la correa de tus pies— niega con la cabeza de inmediato, el miedo es evidente en sus ojos, también ha estado llorando en silencio. —Van a oírnos.

—Confía en mi— la miro con los ojos húmedos y con las manos temblorosas me ayuda a desatar sus pies.

Conseguimos desatarla y por fin me tumbo en el suelo. —Hay una ventana ahí, no es muy grande, pero podrás salir— le señalo el lugar que apenas se ve.

—Te ayudaré a entrar primero— se inclina para levantarme, pero no la dejo.

—No— sacudo la cabeza y sus ojos se llenan de lágrimas.

—No voy a dejarte aquí Emma.

—Vas a tener que hacerlo— niega varias veces y sé que tengo que ser fuerte para que salga. —No voy a poder huir con una pierna lastimada.

—No me voy sin ti, no te voy a abandonar.

No hay manera de hacerla irse, solo queda una. Mentirle. —Entonces saltaré después de ti y huiremos juntas. No me vas a abandonar, vas a salir y buscarás ayuda.

Mira la ventana y luego a mí. —Está bien, no sé cómo vamos a irnos, pero lo haremos, alguien va a ayudarnos y si no buscaremos incluso a... —se queda callada —Incluso a Alexander.

La incomodidad con la que lo dice sigue siendo extraña, ella sabe algo, pero no necesito saberlo, en unas horas no importará.

—De acuerdo— me ayuda a levantarme y caminamos hasta la pequeña ventana.

—Ve primero para que pueda ayudarte.

—No, si salgo y primero no podrás atraparme al otro lado.

—Cierto— se alza sobre la ventana escalando por la pared y sale.

Respiro hondo y la escucho llamarme. Con el corazón comprimido cierro la ventana y la bloqueo con la poca fuerza que me queda. Hay personas que están destinadas a sufrir. Me deslizo por la pared hacia el suelo con la pierna tensa.

Lloro, pero ahora son lágrimas de alivio. Las risas fuera me hacen abrazarme a mis piernas y cuando mucho tiempo después cuando mis lágrimas ya se secaron y Seth entra me paralizo.

Se acerca a mí y me pone de pie sin inmutarse por el temblor en mis muñecas. —¿Dónde está la rubia?

Sacudo la cabeza con miedo y sonríe de lado. —Una ventana parece un escape muy fácil.

Veo a Jaden pasar a su espalda trayendo el cuerpo de Cora sobre su hombro como un saco de papas y ahogo un jadeo. Seth se inclina sobre mí.

—Pero para asegurarme que no hagas más tonterías mientras trabajo, te dejaré acompañada conejito. — dice y me lanza al suelo.

. . .

Me hago un ovillo arrastrando mi mejilla por el suelo mugriento en el que estoy. La garganta me duele de tanto gritar, ya entendí que aquí no hay nada que pueda hacer. La pierna me duele mucho y ya casi no puedo moverla.

No hay luz, al menos no en esta habitación, lo que nos permite ver son cuatro velas encendidas que estás colocadas en cada esquina. Estoy en lo que era mi antigua habitación.

Veo a un hombre mirándome de lejos y el miedo de que se acerque me hace tener los ojos abiertos en todo momento. No sé quién es, pero desde que Seth lo trajo para vigilarme, sé que él no encaja aquí, su ropa es diferente, él se ve diferente.

Hace mucho frio y las correas que hay por mis pies descalzos hacen que solloce a cada momento. Es como una advertencia, un aviso de que seré atada de nuevo.

Recuerdo la voz de mi madre cuando algo me asustaba. Decía, que tienes que enfrentarlo, pero ¿Cómo se enfrenta algo como esto? Las lágrimas caen por mis mejillas silenciosamente.

Las paredes blancas son el peor contraste que he visto, la pesadilla se repite y en el mismo lugar. Cora no está aquí, Jaden se la llevo y no sé a dónde. La puerta se abre y cierro los ojos de inmediato escuchando sus pasos.

—Sé que no estás dormida conejito, te traje la cena— se inclina hacia mí y comienzo a sollozar otra vez. —Ya— acaricia mi cabello —Shhh, no llores más, aquí estoy para consolarte— besa primero mi mejilla antes de ir por la comisura de mi boca. —Mi dulce conejito.

Aprieto los parpados con más fuerza negándome a verlo y su asquerosa boca va a la mia. La mueve como desesperado y me repugna tanto. —Mueve los labios— jadea extasiado.

No le hago caso y aprieto los labios en una línea recta, pero vuelve a insistir tomándome de la barbilla con la mano. Con la que tiene libre me abre las piernas de un tirón y se recoloca sobre mi obligándome a tomarlo de la espalda.

—No quiero— le volteo cabeza y me muerde haciéndome daño.

El sabor de mi sangre se mezcla y me quedo inmóvil. Necesito saber dónde está Cora, ella debe salir, aunque yo no lo haga, no pueden lastimarla a ella. Paso mis manos por la espalda y abro la boca.

—Mmm conejito— Gruñe y cuando va a tocarme los pechos cierro los dientes con tanta fuerza como él me mordió.

Jadea cuando su sangre me cae por la barbilla y araño su espalda clavando mis uñas y removiéndome de su estúpido agarre mientras controlo el temblor de mis muñecas.

—No me toques maldito enfermo — le clavo las uñas de nuevo.

El golpe a puño en mi boca me voltea la cara a un lado y me detengo de inmediato. El dolor corta mis lágrimas y recibo otro golpe.

—Ya verás perra. — se quita el cinturón que tiene puesto y me voltea como peso muerto sobre mi espalda haciéndome daño en la pierna lastimada y tirando el tazón que había a un lado y derramando una especie de sopa en el suelo.

Jadeo desesperadamente y me remuevo para liberarme, pero Seth es más rápido que yo y me clava las piernas encima atrapándome bajo su cuerpo.

—Desde tu apartamento te dije que seas buena chica y sigues sin entenderlo. ¿Todos pueden besarte y yo no? — sacudo la cabeza —Te vi en las revistas, vi cómo te ofrecías.

—Él no me repugna como tú— suelto lo que estaba pensando

—¿Ah no? Veremos qué tan valiente sigues después que te ponga en tu lugar. Unos azotes te harán bien.

Me levanta la camiseta deportiva por la espalda y sus manos quitan el broche de mi sujetador de un tirón. El aire frio golpea mi espalda desnuda y cuando el cuero baja sobre ella el grito me desgarra la garganta.

Oh Dios.

Seth baja la mano de nuevo y recibo otro azote en la espalda. Mi cuerpo se siente como en llamas y el aire se me sale de los pulmones y las lágrimas me bañan la cara. —Se... Seth... Seth no— suplico a medias, pero baja de nuevo una y otra vez.

—¿Es por qué él tiene dinero? ¿Cuánto te pagaba ramera? — el dolor me deja inmóvil y mi piel quema y arde a velocidades iguales. —Yo también te ofrecí dinero y no quisiste.

—Por favor— suplico con la poca fuerza que me queda en un hilo de voz.

—¿Creíste que encerrarme en una maldita prisión iba a detenerme? — azota de nuevo. —Te mereces esto y más por encerrarme ahí estúpida. ¿Sabes lo que es vivir en una puta celda sucia? — azote —¿O lo que es comer comida de mierda durante meses?

Ya no tengo fuerzas para removerme, el dolor es demasiado, solo escucho los insultos y lo que dice esperando el momento en el que mi cuerpo colapse. Mis lágrimas mojan el suelo y mis mejillas sigue rozándose.

El otro hombre ve todo con una cara de satisfacción que me hace llorar con más fuerza.

—Suplica todo lo que quieras— sus manos se deslizan por la parte delantera de la camiseta con claras intenciones. —Esto te enseñara a ser obediente por los siguientes días.

Mi mente se nubla y pierdo fuerzas para sollozar. No puedo hablar, ni tampoco respirar, huelo a sangre en el aire y creo que es la mia.

—Ya es suficiente, dijo que no la lastimarán tanto— le dice el hombre que me estuvo vigilando y cuando Seth no hace amago de detenerse el hombre se levanta y los azotes paran.

—No necesito un maldito vigilante— le dice aventando el cinturón a un rincón. —¿Sabes que los chicos llegaran mañana conejito? — susurra en mi oído como si quisiera que el hombre a lo lejos no escuchara. —Vamos a divertimos mucho como la última vez.

Escucho el grito largo de Cora y después algo rompiéndose en mi viejo apartamento de Trafford, puede ser cualquier cosa, cuando deje este lugar el mobiliario no estaba en buenas condiciones.

Nunca pensé que fuera Seth el comprador. Ni que me traería aquí.

—¡La rubia se escapó otra vez! — Jaden entra azotando la puerta y ni siquiera se inmuta con la visión que debe tener mi espalda.

El otro hombre se levanta de su lugar otra vez y mira entre Seth y él.

—¡Eres un maldito imbécil! — Seth me deja en el suelo y lo sigue por la puerta —¡Atrápala o te vuelo la maldita cabeza!

Me quedo en el suelo tratando de pronunciar el nombre de Cora, pero no puedo ni hablar. Veo los pies del hombre acercarse. Sus manos se acercan a mi espalda y baja mi camiseta pegándola con las heridas cubriéndome. Aprieto los parpados y trato de recuperar el aliento.

—¿Qué desperdicio de comida? — patea el tazón con asco y regresa a su lugar tomando un periódico viejo de una de las pilas que hay a su lado y así bajo la luz de las velas se pone a leerlo con una pierna cruzada.

Como puedo bajo mi mano hacia mi vientre respirando con más dificultad que antes y la dejo ahí de manera protectora.

Miro las sombras que crean velas y con la espalda quemando pierdo la conciencia de todo lo que me rodea. 


Hola sexys. 

Caminamos en la recta final y son momentos difíciles en la historia. 

"Y cuando hay amor por muy ridículo que sea, voy a imaginar que tengo esperanza"

Si quieren vistazo del siguiente capítulo no olviden seguirme en mi Instagram: karla.maddox_vincent. 

¡Los amo tres millones!

-Karla


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