CAPÍTULO 4
Emma.
El cielo aún está oscuro cuando salgo de mi apartamento vestida con pantalones cortos y deportivas negras. Me encanta correr al aire libre y solo así de temprano en la mañana puedo disfrutarlo.
Estiro mis músculos por unos minutos y después de subir todo el volumen de mis audífonos inalámbricos comienzo a correr. El aire no es tan helado ahora que la primavera está llegando, pero sigue cortando entre mi piel.
Las calles de Londres son más grandes que en Trafford y me gusta, creo que estoy acoplándome a mi nueva vida.
—Tranquila conejito, solo un poco más— Su asquerosa voz se repite en mi mente de repente después de ese sueño que me hizo levantarme bruscamente esta madrugada y no me dejó volver a la cama. —Sé que te gusta tanto como a mí.
Trago con fuerza y aumento el ritmo. Deja de pensar Emma, solo fue un sueño. Me concentro en seguir corriendo, pero nunca he tenido ese tipo de sueños, solo cuando el miedo aparece y la llamada se Seth hace poco hizo que el miedo regresara, pero él está encerrado y no puede hacerme daño desde ahí.
—¿Más profundo conejito?
Los temblores en mis muñecas comienzan desesperadamente y me detengo bruscamente jadeando largas bocanadas de aire. Casi puedo revivir esa noche y maldita sea la hora en la que consiguió mi nuevo número.
Cuando consigo calmarme lo mejor que puedo, cruzo por una avenida y aumento la velocidad hasta que mis pensamientos se pierden a lo lejos.
Él sigue encerrado, me recuerdo y así estará por mucho tiempo.
. . .
—Necesito llenar todos esos formatos antes de buscar a alguien que compre mi apartamento en Trafford, ya estuvo varios meses vacío desde que me fui y es mejor darle otro uso.
—Yo puedo ayudarte a buscar un comprador, sexy
Saco una botella de agua de la nevera para saciarme después de correr casi una hora esta mañana. —¿Harías eso por mí?
—Por supuesto.
Cora me quita un enorme peso de encima. —Te amo.
—Lo sé, es imposible no hacerlo.
Ahogo una risa. —Te mando todos los datos más tarde ¿De acuerdo? — Alguien llama a la puerta. —Espera un segundo Cora.
Me dirijo a la puerta y afuera hay un hombre alto con una gorra roja de alguna paquetería supongo, en una de sus manos sostiene una caja negra y en la otra una hoja larga de papel.
—Buenos días busco a...— mira en la hoja que trae en la otra mano — ¿Emma Brown?
Frunzo el ceño. —Sí, soy yo. — no recuerdo haber estado esperando ningún paquete.
—Firme aquí por favor— todavía algo confundida lo firmo y me entrega la caja negra.
Cierro la puerta y me dejo caer en el pequeño sofá marrón para abrirlo curiosa. —¿Qué es? — pregunta Cora al otro lado de la línea.
—No lo sé, es una caja negra y se ve muy costosa.
Paso mis manos por el material, es suave, como de una de esas tiendas caras que suelo ver por línea. Abro con cuidado la tapa y en su interior hay una L dorada resaltando en medio del paquete. Desenvuelvo el papel que cubre lo que sea que hay dentro.
Una blusa de seda negra queda a la vista. Es una blusa exactamente igual a la mia, la misma blusa que casi me dejó los pechos fuera en la oficina, pero claro está debe ser diez veces más costosa. ¿Qué clase de paquete es éste?
La saco de la caja con la boca abierta y una pequeña tarjeta escrita a mano cae de lado.
"Espero que no cometa más accidentes peculiares señorita Brown"
-Alexander Roe.
Releo dos veces más la nota con la boca completamente abierta esperando haberme equivocado, pero no. Es de él. Miro la caja y otra vez la nota sucesivamente. ¿Qué clase de regalo es este? Sobrepasando el hecho de que sabe mi dirección porque es obvio que tiene acceso a todos eso datos de su empresa, esto no tiene sentido.
Ningún maldito sentido.
¿Se está burlando de mí? Esto es por desafiarlo en mi oficina, no, es por lo de la pelirroja. Emma, Emma, solo tenías que quedarte callada.
—¿Qué es? — dice Cora sacándome de mis pensamientos. Olvidé que ella está al otro lado de la línea.
—Una tontería, ni siquiera importa— arrojo la blusa dentro de la caja negra y la cierro con cuidado, voy a devolverla.
—Aun así, quiero saber qué es— Cora es muy obstinada y no va a dejarlo pasar tan fácilmente.
—Es un estúpido regalo, pero no de cualquier persona, es de Alexander Roe.
Ahoga una exclamación. —¡¿Qué?!
—Como lo oyes.
Me dejo caer en el sillón y en los siguientes minutos le cuento lo poco que ha pasado con él, desde que interrumpí su "encuentro" con la pelirroja hasta como terminó en mi oficina diciendo que no era su tipo de mujer. Y también lo que hay dentro de la caja negra.
Es una suerte que no esté fuera de la empresa en estos momentos, cualquiera hubiera echado mi trasero a la calle y más por hablarle así al dueño.
—Joder Emma, ¡El jodido dueño del imperio Hilton & Roe está loco por ti!
—No está loco por mí— le aclaro lo obvio — Todo salió mal desde el inicio. Lo miré como una maldita acosadora el primer día, como si lo estuviera desafiando, después le corté el rollo con la pelirroja que debe ser su calienta sabanas oficial y si es poco, también me atreví a echarlo mi oficina.
—Aclaremos algo sexy, ese hombre esta ardiente como el infierno no puedes negarlo, lo he visto en internet y no hay nada que los dioses no le hayan dado.
Miro el teléfono indignada, no voy a negar que es caliente como el infierno, pero eso no cambia nada. —Te estas desviando del tema.
—Oh, no me vengas con eso, conozco tus evasivas Emma. — Casi puedo verla sentarse derecha en el lugar donde está —Niégame que no lo has visto de esa manera.
Pues sí, el hombre es jodidamente atractivo ¿Cómo podría no fijarme en eso? pero no voy a alimentar su ego.
—Ese no es el punto— la detengo antes que diga algo más. —No sé qué pretende. ¿Qué significa esta absurda nota y su tonto regalo?
—No lo sé, tal vez solo está tratando de provocarte. Eres una presa difícil de roer cuando se trata de tu trabajo. Le demostraste que no te acobardas fácilmente. Quizá esta es su forma de evaluarte.
Ella tiene un punto, y a juzgar por lo que él mismo dijo en mi oficina, esa es la opción más creíble.
—Además lo desafiaste y eso debe reventarle las pelotas. Aunque siempre cabe la posibilidad de que le gustes.
—Ya te dije que yo no soy su tipo, él mismo me lo dejó claro y estoy bien con eso créeme. Es más que obvio que hay un abismo de distancia entre nosotros. — enfatizo —Es el dueño de todo y en cualquier momento puede poner mi trasero en la calle con solo chasquear los dedos.
Ahoga una risa al otro lado. —Eso debiste pensarlo antes de correrlo deliberadamente de tu oficina. Que técnicamente es su oficina.
Suelto un gemido frustrado. —Ya lo sé, pero comenzó a decir cosas sobre mi trabajo y ya sabes lo que me ha costado llegar hasta aquí, Y no pensé cuando le respondí— En cuanto salió de mi oficina me arrepentí de todo lo que había dicho. —¿Y ahora qué hago?
—Bueno, tienes dos opciones. Trabajar como si nada hubiera pasado y tratar de mantenerte a raya con él y me refiero a nada de peleas verbales Emma ni una sola. — enfatiza —Vas trabajar como profesional como sabes hacerlo o puedes renunciar a ese increíble trabajo y venir a vivir conmigo.
—Entonces voy retomar la compostura en mi trabajo.
—¿Tan mala es la idea de vivir conmigo? — Bromea
—No digas tonterías, me encantaría, pero quiero esto Cora, de verdad. Me gusta la vida aquí, Además estoy encantada con mi trabajo como no te imaginas— sonrío —Creo que si puedo quedarme. — admito en voz baja.
sé que ella lo entiende.
Suspira del otro lado. —Entonces lucha por eso sexy, si eso es lo que quieres yo te apoyo.
—Gracias Cora. — realmente desearía que estuviera aquí para poder abrazarla.
—Bueno, basta de cosas aburridas de oficina y empresarios ardientes— dice en tono más alegre. —Dime ¿Recibiste mi regalo?
. . .
A la mañana siguiente como todos los días me meto en el ascensor con un poco de gente. Después de haber estado sola con Alexander Roe, decidí jamás subirme a un ascensor vacío por un tiempo. Después de desafiarlo como lo hice solo me queda hacer bien mi trabajo.
Antes de que las puertas se cierren al elevador entra una mujer pelirroja, la misma que atrapé en su oficina. Le echo una mirada discreta, la mujer es muy bonita y está en forma atlética con caderas anchas y bien trabajadas.
Su cabello está perfectamente sobre sus hombros, sus uñas bien arregladas se aprietan alrededor de un bolso marrón de una de esas marcas ridículamente caras y en una de sus manos un rolex a juego.
Una chica cara, sin duda. Alicia dice que nadie sabe quién es, pero ¿Cómo es posible?
Las puertas se abren y sale sin mirar a nadie y se encamina por los pasillos del fondo, justo los que llevaban a la oficina de Alexander Roe. Alzo las cejas, seguramente van terminar algo que dejaron pendiente.
Sacudo esos pensamientos de mi cabeza porque eso es algo que no me incumbe ni tampoco me importa, y me dirijo a mi oficina donde Alicia me está esperando.
—Buenos días Alicia.
—Buenos días Emma. — su sonrisa levanta sus regordetas mejillas. —El señor Jones quiere los reportes de los publicistas. ¿Los tienes listos?
—Sí, enseguida se los llevo— me muevo muy rápido. —Llegó más temprano hoy.
—Está aquí desde muy temprano incluso antes de que yo llegara. — me ayuda con mis cosas —A él le gusta tener todo perfecto y más cuando son aperturas importantes como esta.
La forma en la que mi jefe hace su trabajo con tanta dedicación me sorprende y me inspira al mismo tiempo.
—Bueno, entonces necesito dejar de correr por las mañanas para llegar antes de mi horario de trabajo y necesito encontrar un gimnasio cerca— le doy una mirada de disculpas —Y que sea barato, no puedo permitirme gastar más de la cuenta.
—¡Oh! — sus cejas se levantan —Hay un gimnasio como el que buscas en Downing Street, escuché que abrió hace unos días. Está a unos veinte minutos de aquí, dicen que es muy bueno.
Anoto la información mentalmente para pasarme por el lugar. —¡Gracias Alicia! Me acabas de salvar la vida.
Sus mejillas se alzan. —No me agradezcas, solo ten cuidado porque cerca de ahí hay un vecindario un poco peligroso, pero pasas por él muy rápido que casi no lo notas. También puedo ayudarte a buscar otro lugar por esta parte de la ciudad si quieres.
Frunzo el ceño. —Descuida, si es barato no voy a quejarme en absoluto.
Sonríe otra vez y ambas nos dirigimos a la oficina del señor Jones.
La mañana se pasa como volando mientras estamos bastante ocupados bastante con el nuevo proyecto y su futura apertura, pero curiosamente me siento tranquila mientras trabajo.
Después de pasar poco más de dos horas revisando todos los reportes a detalle me siento entusiasmada para todo lo que nos espera con los hoteles de lujo.
—Necesito que llevé estos documentos al señor Roe, es importante que los firme de inmediato, mis publicistas necesitan arreglar esto hoy mismo. Y este otro es para nuestro departamento de diseño.
Bien, esta es la prueba de fuego. Tranquilízate Emma. Tengo que enfocarme en mi trabajo, solo eso y recordar que él puede sacar mi trasero en medio segundo, pero eso no va a impedirme a aventarle su paquete a la cara. Aventarle no, regresárselo amablemente.
Hago una rápida parada a mi oficina para sacar la caja negra y me dirijo al ascensor.
Llego hasta su oficina, pero la secretaría gruñona no está en su lugar ni por ningún lado. Ahora hay una mujer joven y bien parecida en su escritorio. Ahora recuerdo lo que dijo Alicia de la secretaria temporal.
—Buenos días— su voz es casi automática como la de las contestadoras.
—Buenos días, necesito que el señor Roe firme estos documentos— levanto mi mano para señalarlos.
—El señor Roe está en una junta en este momento— su espalda está más derecha que la de una persona normal.
Extiende la mano y se los entrego.
—El señor Jones necesita que los firme inmediatamente— asiente —Y esto también es para él—le entrego la caja negra.
La mujer asiente la mira sin expresión y pone todo sobre su enorme escritorio. Se va a poner verde cuando vea la caja. Sacudo la cabeza y me dirijo al departamento de diseño que no está muy lejos de aquí.
—Buenos días, estoy buscando al director del departamento de diseño. — le digo a la mujer que está en un lugar similar a la secretaria del señor Roe.
—Ese soy yo— dice una voz gruesa a mi espalda.
Me giro. —Bennett— le sonrío al hombre que casi me arrolla fuera del elevador.
Hoy lleva unos vaqueros negros y una camisa doblada hasta los codos a juego, no se parece nada a los ejecutivos de este lugar, su look es más fresco y llamativo como siempre.
—Hola Emma— le extiendo la mano, pero él pasa de largo y me besa en la mejilla —Oí que me buscabas. No vienes a golpearme para cobrarte lo del ascensor ¿o sí? —bromea
Sacudo la cabeza y no me pasa desapercibido el brillo divertido en su mirada. —No. Mi jefe quiere que revises estos documentos y dijo que tendrías unos para mí.
—Claro, por favor— señala la entrada a su oficina.
Entramos y su enorme oficina no tiene nada que ver con el diseño modelo de Hilton & Roe, aquí hay colores por todos lados, cuadros abstractos en las paredes, y una enorme mesa con diseños por aquí y por allá. Es el lugar de un artista.
—Entonces, ¿Ya te acoplaste a Hilton &Roe? Para nadie es un secreto que Christopher necesitaba un brazo derecho que lo ayudara ahora que estamos por inaugurar más proyectos dentro y fuera de Londres, solo que no esperábamos esta sorpresa. Sé que la apertura de Birmingham es tu proyecto, felicidades.
La forma en la que lo dijo no suena para nada despreciativa como lo dijo Alexander Roe, pero me siento un poco abrumada de que las personas sepan que el señor Jones eligió mi propuesta. —Gracias. Aunque no tenía idea de que supieras todo eso.
—Bueno, Christopher no deja de hablar de tu trabajo— sonríe— Me siento fatal por haberte casi arrojado al suelo.
Lo miro con una ceja levantada. —No quieres recordar eso o ¿Si?
Suelta una carcajada ronca. —No, todavía es muy vergonzoso para hacerlo, normalmente no me tropiezo con la gente te lo aseguro, pero no te he ofrecido mi disculpa, ¿Puedo invitarte a cenar para compensarte?
—No tienes que darme nada, solo fue un accidente. — levanto las manos sobre mi pecho —Ya lo olvidé.
—Insisto, por favor— sus penetrantes ojos me miran desde su lugar.
—No lo sé ¿Estás seguro que no eres un asesino serial o algo así?
Sonríe de lado y levanta las manos sobre su pecho como yo lo hice. —No lo soy, lo juro, aunque no sé si ser artista califica como ser un delincuente— pone su mano bajo su barbilla y la acaricia. — Aunque mi hermano bien podría serlo cuando se enoja.
—Entonces espero nunca toparme en su camino.
Ahoga una risa como si tuviera un broma interna lo que dije. —Y regresando a mi oferta anterior ¿Qué dices? — levanta las cejas expectantes.
Lo pienso un momento. Es un hombre es guapo y amable y casi tierno, además no está coqueteándome deliberadamente, más bien se siente empático. Me muerdo el labio indecisa.
—Voy a pensarlo, porque justo ahora tengo mucho trabajo.
—Está bien— me entrega los documentos —Pero no voy a rendirme hasta saldar mi deuda.
Ahogó una risa, no puede hablar enserio, pero me resulta divertido que lo diga.
—Adiós Bennett.
Salgo con una sonrisa en mi cara, ese hombre tiene un carisma inigualable que se contagia.
Llego hasta mi refugió temporal y me sumerjo en el trabajo hasta que me termina mi jornada laboral y estoy feliz de finalmente poder irme a casa. Con el tiempo que me sobra quizá pueda pasarme por el gimnasio que Alicia me recomendó para ver si pagarlo está dentro de mis posibilidades.
Manejo por todo Downing Street hasta que lo encuentro y justo como Alicia me advirtió, la zona por la que se llega no parece segura, está en un barrio poco transitado e incluso mi Mazda azul se ve fuera de lugar por estás calles.
Pero el gimnasio está casi a la salida de la avenida principal donde es más visible, el único problema sería llegar hasta él, la calle es muy estrecha y tendría que regresar unos metros y pasar forzosamente por el barrio solitario de hace unos metros, pero no es nada que no se pueda resolver.
Además, el lugar está mucho más cerca de mi apartamento de lo que creí.
El edificio es de dos plantas y tiene una sola puerta en la entrada, para llegar a lo que debe ser la pequeña recepción. Por dentro el lugar se ve mejor de lo que parece. Si estuviera en otra zona podría costar más de lo que se veía.
Un hombre de color llamado Nathan me atiende a la entrada y amablemente me da toda la información que debo saber sobre el lugar, la mirada curiosa a mi traje no me pasa desapercibida. Luzco tan fuera de lugar, hubiera preferido venir con chándal y pijamas.
—Entonces ¿Piensas pagar el mes completo? — Asiento —¿Efectivo o tarjeta?
—Tarjeta— saco el plástico azul y se lo entrego, después de unos segundos me la devuelve y me entrega un pequeño recibo.
—Eso es todo, bienvenida al Force.
—Gracias.
Este lugar es perfecto y entra en mi lista de cosas que puedo permitirme. Salgo de ahí y me encamino hasta el estacionamiento donde está mi auto, pero un grupo de hombres a lo lejos con pinta no muy amigable que están parados en una de las aceras se me queda viendo mientras avanzo.
No los miro ni un solo segundo y voy casi corriendo hasta mi auto y una vez dentro arranco hasta salir por la avenida principal y perderme en el tráfico de la tarde en Londres.
¡Hola Sexys!
Si disfrutaste el capítulo no te vayas sin dejar una estrellita
-Karla
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro