CAPÍTULO 39
Alexander.
A la mierda todo.
Me saco las pastillas de la boca y miro por el retrovisor. —¿Cuánto tiempo han estado vigilando la casa de Bennett?
—Todo el día señor y no hay rastro de los Kray por la zona.
—Quiero mi auto listo a la entrada del Score.
Matt asiente y habla por el micrófono en su oído. Saco mi celular, estoy frustrándome con tonterías infundamentadas y tengo cosas importantes que hacer. Le escribo un texto rápido a la rubia para encontrarnos fuera del edificio de Bennett y su respuesta no llega.
Aparcamos en el Score y hago un cambio rápido de ropa antes de entrar a mi Aston Martin. Coloco el celular sobre el tablero y tengo al hombre que busco del otro lado cuando salgo a la carretera.
—Háblame de los rusos que quieren invertir con Bennett.
—Aparentemente todo indica que los empresarios están limpios Alexander, pero buscando profundamente tienen tendencia a lavado de dinero y el MI6 ya los está buscando y si tu hermano se asoció con ellos también estará involucrado.
Mierda.
Bennett lo sabía y se está involucrando con ellos aun así. ¿Qué pretende hacer? Le doy las ultimas indicaciones al tipo del otro lado del teléfono y en la luz roja vuelvo a testearle a la rubia. Como no responde otra vez la llamo.
El tono suena varias veces y no lo toma. Intento de nuevo y finalmente tengo éxito. —¿Qué quieres cabezota? — dice casi susurrando.
Contengo la molestia de oírla llamándome así de nuevo y me recuerdo que solo ella sabe dónde están las jodidas facturas que involucran a Bennett con los rusos y también vio a un par de Kray visitarlo la otra noche.
Se lo dije, le dije que mantuviera a la rubia lejos de nuestros asuntos y no lo hizo, ella vio más de la cuenta y no es tonta me hizo preguntas, incluso deduzco que está ayudándome para tener más información.
—Estoy en camino al edificio de Bennett, te quiero ahí de inmediato, lleva la llave que le robaste y entra como acordamos, quiero los documentoa de los que me hablaste.
—¿Estás seguro que no hay nadie vigilando? ¿Ni la mujer de la limpieza? No quiero ser arrestada a la mitad de la noche por allanamiento de lugar y tampoco quiero ir a una estúpida comisaria de la avenida diecisiete donde el agente es un completo estúpido.
Dios, esta mujer está loca. —Sí, ya te dije que soy muy precavido o no te estaría llamando— voy en dirección a la derecha. —Y no vas a terminar en prisión.
—Pues muy listo no eres porque si no habrías captado...— se corta de inmediato y la escucho suspirar.
—¿Habría captado qué?
Escucho ruido del otro lado. —Nada, No puedo ir a ahora. Tengo un asunto importante aquí.
—¿Cómo que no puedes? Tenemos un trato,
—El trato fue que te ayudaría por buena voluntad, dijiste que esos documentos son importantes o Bennett estará en problemas, pero los conseguiremos mañana.
—Los conseguiremos ahora— le ordeno perdiendo la paciencia.
—A dar órdenes a tu abuela. No voy a dejar a Emma sola, ella más importante para mí que cualquier cosa, — frunzo el ceño y termina la llamada de inmediato.
Emma.
—Esa maldita zorra pelirroja cruzo la línea.
—Eso no importa Cora.
—¿Qué no importa? ¡Te dejó en una puta bodega siete horas! ¿Y si no hubieras podido salir? — se levanta —Es hora de hacerle una pequeña visita a su casa. — toma las llaves de su auto —Aun tengo ese bate de béisbol en mi auto y vamos a darle un buen uso.
—No Cora.
—¿No? Eso no está a discusión, voy a sacar su apestoso cabello rojo y barreré el piso con él. — entrecierra los ojos —No sabemos dónde vive, pero puedes llamar a Adam y averiguarlo, debe conocerla o a Alicia o ¡Al mismo Alexander si quieres!
—Nada de eso, además Adam... Adam debe estar en emergencias. Alexander y él tuvieron una pelea ayer.
Una parte de mi piensa que llamar para saber cómo está sería educado, a pesar de lo que dijo.
—¿Qué?
—Fue en la oficina y como era de esperarse Alexander lo dejó muy jodido— me encojo en mi lugar. —Los golpes que trae Alexander en el rostro fueron por la pelea— frunzo el ceño. —Bueno, no todos.
—Mierda ¿Por qué me perdí eso? ¿Crees que quieran hacerme otra demostración especial solo para mí? — La miro confundida, pero su expresión fascinada no cambia —No me culpes, no voy a sentir lastima por él, si tu hombre se lanzó contra él fue por una razón y aunque no la sé, le doy la razón a Alexander.
Ruedo los ojos con ella es imposible hablar de esto, parece que tiene a Alexander en otro concepto diferente al mio.
—¿Y a qué te refieres con "No todos los golpes"?
—Anoche cuando se fue, recibió una llamada como de emergencia, supongo que debió sucederle algo.
—Llamadas de improviso ¿No? De esas que dicen, "tengo que irme de inmediato", bajan la voz, hablan en mono sílabos. — asiento. —Bennett tuvo también unas y muchas cosas más. — se reclina sobre el sofá. —¿Alguna vez viste a unos hombres medio altos con ropa rara cerca de Alexander?
—¿Qué clase de hombres?
Se muerde el labio inferior. —Hombres serios y misteriosos.
—No lo creo, pero por qué lo preguntas.
—Por nada— sacude la cabeza. —Solo son cosas que pienso y veo,
—¿Qué clase de cosas?
—Cosas demasiado interesantes de las que te hablaré después que haya ayudado a Alexander a buscar algo en el apartamento de su hermano. — pasa su dedo por su taza lentamente—A veces nada es lo que parece.
—Acabas de preocuparme. Siento como si hablaras de algo oscuro.
—No— sacude la cabeza. —Solo estoy bromeando.
Tiene la mirada perdida, pero tratándose de ella puede ser cualquier cosa, incluso algo sin importancia.
Suspiro y me levanto por mi bolso. Mi celular está lleno de mensajes y la bandeja de las llamadas está igual. Todas son de Cora, paso por ellas mientras llena de nuevo nuestras tazas y voy por los mensajes.
Hay uno en especial que me llama la atención, no tiene mucho que llegó. Es un número desconocido. Lo abro dudosa.
<<Hola conejito>>
Me tenso, es de Seth. Tomo una respiración profunda y lo eliminó después de releerlo dos veces.
—Luke y yo buscamos al señor Hilton para recuperar el cuadro— dice Cora desde la cocina. —Anoche no tuvo demasiada suerte él solo, el hombre no se presentó, pero el encanto femenino siempre funciona.
—¿Lo recuperaron? — me levanto del sofá y otro mensaje entra en ese momento.
<<Estoy aquí>>
<< ¿Por qué no bajas y hablamos de lo que sucedió en la comisaria hoy? Jared me contó todo>>
Mi respiración se atasca y reviso que la puerta está bien cerrada. —El hombre no apareció otra vez, pero mañana iremos de nuevo, ese cuadro tiene dueña. — Cora está ajena a lo que sucede.
Una llamada entra y es el mismo número. La rechazo de inmediato. Vuelve a entra y la rechazo otra vez.
<<Vete a la mierda>> Escribo apretando los dientes.
Cora dice algo que no puedo escuchar.
<<Si no bajas, voy a subir y les daré una visita especial a Cora y a ti ¿Eso es lo que quieres? ¿Quieres que también la joda a ella?>>
—¿Entonces qué dices? Me parece la mejor opción— dice Cora apareciendo con nuestras tazas en sus manos.
Me quedo en blanco mirándola. —Uh...
—Si quieres busco otra opción— no se a lo que se refiere.
La vibración de mi mano me hace dejar de mirarla mientras se sienta en el sofá.
<<Como quieras conejito>>
—No— digo de inmediato.
—Entonces busco otra opción— se encoje de hombros.
Asiento y tomo mi abrigo del sofá, solo tengo la bata de corta puesta y voy descalza. —Tengo que bajar por unas facturas que dejé con el dueño del edificio. — busco las llaves del apartamento tratando de no parecer nerviosa.
—¿Irás así? — se levanta. —Yo lo hago.
—No— la detengo. —Yo lo hago, además necesito un poco de aire, siete horas encerrada puede ser mucho.
Sus cejas rubias se juntan, pero no me quedo para verla replicar. Salgo de inmediato pisando el suelo helado.
<<Salí>> Escribo de inmediato, no puedo dejar que lastimen a Cora y llamar a la seguridad social es una pérdida de tiempo, en este mundo solo el más fuerte sobrevive.
<<Lindo y obediente conejito, ya sabes que ningún agente te va a ayudar>>
Trato de aplacar las náuseas que me da leer eso.
<<No uses el elevador baja por la escalera así descalza como estás>> Miro de nuevo a mi alrededor asustada de cómo lo supo. <<Deja de mirar y baja de una buena vez no voy a lastimarte>>
Miro el pasillo donde estoy e irónicamente el lugar donde estoy recargada es el mismo donde estuve una vez con Alexander. Ajusto las solapas de mi abrigo cubriéndome todo lo que puedo y con los hombros caídos camino a las escaleras.
Abro la puerta roja de metal y comienzo a bajar escalón por escalón.
Unos pasos se escuchan detrás de los míos y me sobresalto. De repente tengo a alguien a mi espalda, el olor de su colonia es muy conocido...
Me quedo quieta en mi lugar. Una mano se posa en mi cintura y siento el miedo recorrerme todo el cuerpo. Los ojos los tengo húmedos y apenas puedo procesar lo que sucede cuando esa risa ronca que aborrezco llena el lugar.
—Hola conejito— dice Seth en mi oído.
Me sobresalto despertando de esa pesadilla y una mano alrededor de mi cintura me aprisiona con fuerza. ¡Mierda! Estoy en mi habitación, pero lo último que recuerdo es haberme dormido en el sofá después de hablar de todo con Cora y beber té caliente para aliviarme.
El sueño fue tener esos mensajes de Seth, sentir que me perseguía, pero eso no cambia que estoy con alguien, en este momento.
El horror me invade rápidamente. Grito con fuerza mirando mi habitación a oscuras y trato de liberarme removiéndome. Hace solo poco finalmente había conciliado el sueño con los ojos pesados de tanto llorar, incluso aun puedo sentirlos húmedos.
Creo que le doy en la entrepierna con mi rodilla porque suelta un quejido ronco y me suelta de inmediato. Pero solo para asegurarme bajo de nuevo la rodilla y le asesto otro golpe.
Me levanto bruscamente de la enorme y costosa cama que no debería haber estado en mi habitación y cuando mis pies pasan por el suelo en dirección a la puerta, el reguero de ropa tirada se me hace conocido.
Me detengo con el ceño fruncido. Mis mejillas aún se sienten húmedas y eso me dice que no hace mucho que llegó. Lo último que recuerdo es haber estado llorando en silencio en el sofá para que Cora no me escuchara y cerrar los ojos.
—¿Alexander? — corro hacia el interruptor de la luz y cuando lo aprieto veo al castaño sobre la cama que el mismo compro.
Esta doblado sobre su abdomen desnudo y tiene la cara arrugada, las venas alrededor de su cuello se marcan por la fuerza con la que está apretando la mandíbula y maldice en voz baja varias veces.
—Coño Emma— jadea entre dientes —Acabas de cortar cualquier posibilidad de que tengamos un hijo.
Me cubro la boca con la mano y camino hacia él con mi ritmo cardiaco golpeando en mi cuello. Oh Dios es él. Estaba tan horrorizada que fuera Seth. Mis muñecas comienzan a temblar, pero me las arreglo para ocultárselo.
—¡Pensé que eras un asaltante!
Mi corazón aun martillea en mi pecho desbocado. ¿Quién demonios aparece a la mitad de la noche en la cama de alguien? Él se fue. ¿Cómo iba a saber que volvería?
—Si no fuera por mí. Un asaltante te habría atrapado más fácilmente en el puto sofá en el que estabas dormida— gruñe.
—Si no hubieras traído esta enorme y exagerada cama habría dormido en mi habitación. — lo miro mal. —No sé si lo notaste, pero esto no es el Score, es un simple edificio.
Cuando entré y vi la monstruosidad que había aquí dentro casi me caigo de golpe, la cama era tan grande como la que hay en su habitación y mi pobre habitación apenas tenía espacio suficiente para ella, no sé cómo Cora dejó que la metieran aquí.
Este hombre no conoce la palabra gradual. Me mira como si estuviera demente y no aparta la mirada. Aquí el único demente es él, que se mete en mi cama cada dos por tres.
—Me diste un susto de muerte— camino temblorosa hacia su lado de la cama para tomar un poco de agua. —Sabes las personas normales no van...— me detengo bajo su mirada fija y después el ceño fruncido que pone.
¿Hay algo que no he notado?
Miro a mi alrededor y cuando mi camiseta de dormir favorita me roza los muslos me doy cuenta de lo que está viendo.
—¿Qué miras? — levanto la barbilla negándome a sentirme avergonzada y me cruzo de brazos, aunque no puedo hacer mucho con el ligero movimiento de mis manos. —Tienes mis bragas, tengo tu camiseta, es un trato justo.
Me mira serio, pero puedo ver algo como el rastro de una sonrisa que no llega a salir. Su mano sube y se la pasa por la parte baja de la nuca con el ceño fruncido.
—Ni siquiera lo pienses— lo corto cuando lo veo abrir la boca —No voy a devolverte nada.
Su mirada se pone más seria que antes, pero yo también me mantengo firme en mirarlo mal.
—Primero reduces nuestras posibilidades de tener un hijo por tu bendita rodilla y ahora me privas de mi derecho de expresión. — dice pensativo — Interesante señorita Brown ¿Cuál es el siguiente paso de su locura? Pensé que eso solo salía cuando bebías.
—¿Mi locura? — me rio sin humor cuando se levanta finalmente. —Tu eres el que se metió aquí a mitad de la noche. ¿Has considerado que el loco eres tú? ¡Ah! Ese es el detalle que falta ¿Qué haces aquí? — remarco la última pregunta perfectamente.
—Dormir, eso es lo que siempre hago a mitad de la noche. — se inclina sobre mí y su ceño se frunce cuando me mira a los ojos.
Aparto la mirada después de ver el golpe en su pómulo. Sé que aspecto tengo, estuve llorando miserablemente hace poco, pero no necesito su compasión ni la de nadie.
—Vete— digo sin mirarlo.
—No.
El enojo crece dentro de mí. —No sé qué haces aquí— levanto las manos exasperada —Pero lo que sea que busques conmigo no lo vas a tener, ya te dije que no quiero otro acuerdo casual así que sal de mi cama de una buena vez.
—¿Perdona?
—Quiero que te vayas— lo miro y vuelve a fruncir el ceño. ¡Dios! ¡Quiero que deje de mirar mis ojos! —El sexo duro no fue reconciliación solo fue sexo, cumpliste con tus funciones ahora vete. — me las arreglo para decirle sin que mi voz suene temblorosa, ya cuando se vaya podré derrumbarme de nuevo.
Su mirada se ensombrece, pero le ahorré las palabras de la boca. Está loco, definitivamente loco, mi día fue una mierda y veo que no ha mejorado. Incluso mi logro de haber conciliado el sueño por unos minutos se fue a la basura.
Estoy cansada mentalmente para discutir y ya me cansé de llorar frente a otros. Con Cora traté de ser fuerte y sus abrazos me reconfortaron cuando dormimos juntas, pero con Alexander, cualquiera de las dos opciones son una tortura.
Miro la ventana para asegurarme que sigue cerrada y no puede ser forzada para abrirse. Lo escucho colocarse su ropa y me mantengo en silencio viendo la acera vacía. Es Alexander, me repito de nuevo.
Me froto los ojos con manos temblorosas que me duelen por tanto que ha pasado. Escucho sus pasos y... tengo mis piernas alrededor de su cintura en el segundo siguiente.
—Si no hubieras estado encerrada en una jodida bodega te estaría azotando en este mismo momento. — lo miro atónita y su ceño se frunce por tercera vez. —¿Por qué no te tomaste el calmante que te dio la tal Dra. Kriss? ¿Por qué coño estaba en la basura?
¿Cómo sabe que estaba en la basura?
—No lo quiero— esa píldora no va a arreglar nada. Los efectos negativos de mi cuerpo solo los provoca una persona.
Seth.
—¿Cómo que no lo quiere? — pregunta enojado y toma mis muñecas para que dejen de Temblar, su agarre es firme, pero cálido. —¿Te importa tan poco tu vida?
Lo miro a los ojos. Mi labio inferior comienza a temblar, es la frustración, el enojo y... Yo solo quiero que esto termine.
—Eres malditamente imposible. — sacude la cabeza y así molesto camina a la salida. —Te debí llevar conmigo desde un principio. — dice más para sí mismo que para mí.
—¿Emma? — la voz soñolienta de Cora viene por el pasillo y la rubia apareceré en su pantalón holgado frente a nosotros. —¿Qué demonios haces Alexander?
—Se va conmigo— le responde tajante. —Debiste hacerla tomarse el calmante como te dije.
—No quiso hacerlo.
Ni siquiera miro a Cora ni escucho que más le dice porque solo trato de controlar mi cuerpo para que no me lleve.
—Bájame— susurro y me agarro a sus hombros cuando salimos por la puerta y entramos al ascensor.
—No.
Sollozo un poco. No quiero ser débil, pero él no debió regresar a sacarme de mi miseria —Bájame— vuelvo a pedir y dejo caer mi cabeza sobre su hombro.
Se mantiene en silencio y el ascensor se abre. El frio se precipita en mis muslos desnudos y me aprieto contra él en busca de calor.
Soy patética, voy mojando su chaqueta negra con las lágrimas que caen por mis mejillas y sollozando en silencio. Nadie cuida de mí, nadie puede ayudarme, me repito una y otra vez, pero Alexander no me ha bajado.
—Al Score— escucho que le dice a alguien que no veo.
Entramos en la camioneta y me coloca horcajadas sobre él. Una de las partes de su chaqueta está rasgada ligeramente por la manga derecha como si algo la hubiera jalado.
—Abre la boca— escucho un paquete abriéndose y cuando lo hago desliza el calmante en mi lengua.
Trago con fuerza y cuando se desliza por mi garganta me agarro a un puñado de su camisa y escondo mi cabeza en el hueco de su cuello.
Se mantiene en silencio, no dice nada. El auto se pone en marcha y el movimiento me hace agárrame con más fuerza a su camisa, no sé si es por lo que acaba de darme o porque es él, pero siento como si pudiera dormirme así, es como si con él todo despareciera.
Siento algo suave pasar por mis mejillas y cuando abro los ojos veo los frascos blancos del otro lado del asiento, los reconozco de inmediato, son suyos, pero ambos están cerrados.
Mi cuerpo se siente ligero y con el constante movimiento y el calor de su cuerpo suspiro.
Alexander.
Resisto el impulso de quitarle otra vez los rastros húmedos en sus mejillas y me concentro en la carretera. Debí llevármela desde el principio, no sé qué coño estaba pensando.
La tengo acurrucada en mi regazo y sigo sin dejar de maldecir en mi mente. El tirón en mi nuca viene de nuevo, pero lo dejo pasar. Si hubiera bebido las jodidas pastillas que me ponen a dormir no habría venido y ver que como siempre, no hizo lo que se le dice.
Estoy malditamente acojonado. —¿Sabes por qué te dan los ataques de pánico? — le pregunto y su cuerpo se tensa.
—No— apenas la escucho responder.
De las veces que lo he presenciado todos parecen tener un patrón, la noche en Brent, el de la oficina y esté, pero el ultimo la afecto más porque estuvo encerrada. Nunca lidié con algo así, pero el tema no me es ajeno.
Hubo un tiempo en el que me preocupó que Bennett los tuviera, pero nunca aparecieron. Bennett. Maldigo en mi mente otra vez, ¿Cómo coño se metió en lavado de dinero? El cuerpo menudo que tengo encima se mueve regresándome al presente.
—¿Quién te encerró? — le vuelvo a preguntar apretando la mandíbula.
—Tengo frio— ignora mi pregunta y se pega más a mí.
Se hace un ovillo y mis manos se tensan mientras la aprieto contra mí. Tengo otra vez ese pensamiento silencioso rondando en mi cabeza y ella no ayuda a alejarlo cuando mete las manos bajo mi playera y me toca el pecho desnudo.
Quiere contacto.
Por eso se acurruca.
La camioneta desacelera. —El señor Roe está aquí— dice Ethan en el aparato de su oído antes de abrirnos la puerta.
La bajo en brazos de nuevo. Ya no dice nada solo deja su cabeza en mi hombro mientras subimos. El enojo que sentía por la tarde no ha desaparecido. Tengo miles de cosas por las que preocuparme, pero ese puto pensamiento silencioso sigue en mi cabeza.
Salimos a la estancia y la jodida bola de pelos que me rasgo la chaqueta sale corriendo hacia afuera. Emma levanta la cabeza cuando escucha el primer ladrido y sus ojos se entornan.
—Fuera de aquí— le digo al perro, pero comienza a revolotear a nuestro alrededor.
—¿Compraste un perro?
—No es mio, es de Bennett— esquivo a la bola de pelos y sigo caminando.
—¡Es Kieran! — dice ella alzando las cejas y la miro confundido. —Cora me lo dijo, pero no pensé que fue tan lindo.
—Yo no lo llamaría especialmente lindo, ese animal es un desastre.
—Pues viene detrás de nosotros— dice cuando nos conduzco al pasillo de nuestra habitación.
El perro no tarde en meterse entre mis pies y pasar corriendo. El tirón en mi nuca regresa y estoy a punto de llamar a Ethan para darle al animal definitivamente. Bennett se comprará otro. Emma se remueve entre mis brazos y la bajo no muy convencido.
—Hola Kieran— se agacha hasta el perro que comienza a agitarse moviendo la cola. —Soy Emma— le acaricia la cabeza suavemente.
El animal que normalmente parece un loco corriendo con todo el mundo, se detiene con ella y mueve la cabeza bajo su mano. —Eso es amigo— lo mira con la cabeza baja y observo la escena en silencio.
El perro vuelve a mover la cabeza y se deja acariciar.
—Siéntate.
El perro se sienta y arqueo una ceja. Bennett pudo haberme dicho que el animal tenía modales, modales que manda a la mierda cuando se trata de mi.
Los ojos castaños que estaban fijos en el perro se vuelven hacia mí. —Solo necesita un poco de cariño, no que lo apartes cada vez que viene.
La miro fijamente.
—Es un perro y no estoy loco para darle todos esos cuidados— me cruzo de brazos —Además nunca tuve un perro.
—¿Y qué sentido tiene no hacer cosas locas de vez en cuando? — se encoje en su lugar —Si tenemos miedo de hacer algo nunca vamos a saber si realmente somos capaces de hacerlo.
—Suenas como si todo fuera fácil— señalo al animal.
—No lo es— sacude la cabeza —Nunca es fácil— termina en voz baja y su mirada se pierde a lo lejos. —Ven y acarícialo— carraspea.
—No.
Levanta la barbilla y me clava esos putos ojos que me matan,
Doy un paso al frente y pongo la mano ahí donde la tiene sobre el perro. Se sobresalta cuando me ve hacerlo, pero no retira la suya.
Meto mis dedos entre los suyos y acaricio el pelaje amarillo mirándola fijamente. Su mano es pequeña en comparación a la mia y me hace recordar la bofetada que me dio. Pego mi espalda a la suya y parpadeo con el ceño fruncido mientras acerco mi otra mano a su cintura por encima de su playera.
Su pecho se alza y yo frunzo más el ceño.
Dejo de acariciar al perro.
Mis dedos se quedan sobre los suyos y subo mi pulgar sobre su palma lentamente mirando cada movimiento. Nunca he acariciado a nadie. Nunca sentí la necesidad de hacerlo.
Vuelo a acariciar su mano. Un golpeteo me llega en las sienes y tomo una respiración profunda.
Su cuerpo sube con mi pecho y... tengo que verla.
Con la mano que tengo en mi cintura la giro, tiene los ojos entornados y la boca medio abierta. Se inclina muy despacio y no sé qué coño hago inclinándome igual que ella.
Emma.
Miro los ojos verdes y vuelvo a respirar profundamente. Estoy a punto de tocar su rostro con el mio, pero su mano sube y me detiene antes que lo toque. Su ceño sigue fruncido y me mira fijamente.
—Maldito dominante— digo en voz baja mirándolo de una forma en la que no debería.
Quita la mano lentamente. —Pequeña seductora.
Deja que me acerque hasta que tengo la punta de mi nariz rozando su mejilla, el contacto es suave y por un momento recuerdo el sentimiento cálido de estar con mi madre, de estar con Cora y... es Alexander, solo Alexander.
El que me desafío desde el primer día que lo conocí, el que me siguió a Downing Street, el que me desafió por no desearlo como está acostumbrado a que lo hagan, el que me frustra cada que tiene oportunidad, el hombre más imposible del mundo.
Dudosa muevo mi cabeza hacia arriba y la caricia me hace cosquillas en la mejilla mientras lo siento tensarse.
—Mierda— se aparta de inmediato gruñendo y se toca la nuca.
Salgo de mi estupor inicial y recupero el aliento. —¿Alexander?— voy a su lado y vuelve a quejarse. —¿Qué pasa?
Las venas del cuello le saltan otra vez y lo veo contener la respiración. —Nada— sacude la cabeza, pero sin quitar la mano de su nuca. —Vamos tienes que descansar, ya sabes dónde está la habitación.
Dudosa pongo mi mano en su espalda. —Dime que estás bien.
Asiente, pero no cuela conmigo. Si me va a echar la bronca después no me importa. Le tomo la cabeza entre las manos y lo miro a los ojos. —¿Qué está mal?
—No fue nada— dice mirándome con el ceño más fruncido que antes y aparta la mirada cuando su celular suena. Lo saca de su bolsillo y mientras habla recuerdo las palabras de Cora cuando me acurrucó en el sofá antes de irse a dormir.
Llamadas extrañas y hombres extraños, me pregunto si lo habrá dicho de verdad o solo quería hacerme pensar en otra cosa.
—¿Hace cuánto está ahí? — pregunta del otro lado y como no soy una entrometida camino el resto del pasillo hasta su habitación.
No me llevará a casa y no voy a pelear a mitad de la noche. Aunque eso es habitual entre nosotros.
Como siempre está a oscuras y cuando enciendo el interruptor apenas y se ilumina tenuemente. Alzo las cejas cuando veo un par de sacos en el suelo y al levantarlos están rotos por las mangas y parte de la espalda.
Kieran.
Los dejo lejos de la puerta para que Alexander no pueda verlos, no le importará un par de sacos costosos y lujosos, puede comprarse cientos de ellos.
Camino hasta mi lado de la cama y me meto bajo las gruesas sabanas que me dan el calor que necesito. Tenía razón, el calmante ayudó. Desde hace mucho supe que aquí me siento protegida y no es solo por toda esa gente de traje que vigila, es por Alexander.
Mi pecho se alza al recordar lo que sucedió solo hace unos minutos en el pasillo.
La puerta se abre y de inmediato cierro los ojos mientras escucho sus pasos acercarse. Un par de minutos después retira la sabana del otro lado y siento un calor a mi espalda. Respiro hondo y el olor mentolado de su colonia es todo lo que huelo.
Todo aquí huele a él. Tan delicioso. No dice nada, solo está en silencio. Cierro los ojos que siento pesados y mentalmente cuento números, cosas y todo lo que puedo.
Por muy trivial que sea, también pienso en mi cuadro y en ese hombre que no lo ha regresado, solo espero que el pudor de esa pintura está intacto. No me giro, solo lo escucho respirar. No se cuánto tiempo paso pensando en muchas cosas, pero finalmente me quedo dormida.
. . .
La luz que entra por la ventana me hace abrir los ojos pesadamente, pero el calor corporal es todo lo que quiero. Ya ni me inmuto, sé que de alguna u otra manera terminé cerca de Alexander. Su mano en mi cintura y mi cabeza en su pecho me lo dice.
Lo miro fijamente desde aquí.
Estoy jodida y no solo es por Seth si no porque cometí la peor de las locuras de este mundo.
Estoy enamorada de Alexander Roe.
Lo supe desde hace mucho y mi reacción natural fue pelear conmigo misma y recordarme que no hay finales felices para mí, pero eso no cambió nada y ahora qué finalmente me he rendido qué más da aceptarlo.
Siempre pensé que cuando lo aceptara habría todo tipo de emociones embargándome, pero ahora solo siento una nostalgia triste.
No pude evitarlo, no cuando lo vi vulnerable en Brent, no cuando me alimentó, ni mucho menos cuando fue capaz de sobrepasar a todo el mundo ¿Por mí? No sé lo que lo orillo a hacerlo, pero lo hizo.
Hizo que me enamorara después de un sufrir un infierno que no ha terminado, pero al menos ahora sé que es lo que debo hacer.
Solo necesito un par de días. Con cuidado me muevo lejos de él y llamo a Cora para que traiga mi ropa, anoche me sacó con nada más que solo está camiseta puesta. Cuando mi rubia favorita me da luz verde regreso a la cama y me pongo a su lado.
Sus ojos se abren lentamente y aparto la mirada de inmediato como si me hubiera atrapado haciendo algo ilícito. —Hola— carraspeo y me quito de encima.
—Hola— su voz suena ronca por el sueño y mi estómago ruge llenando el silencio mientras se frota los ojos con el puño y parpadea con fuerza.
Lo he visto hacer tantas veces eso que creo entender cuál es su problema, es algo en sus ojos. Estira el brazo sobre la mesita de noche a su lado y toma el teléfono fijo mientras me pongo de mil tonos de rojo.
—Octavian, sube dos charolas de desayuno a nuestra habitación.
Si va a alimentarme no voy a quejarme, puede que guarde el recuerdo antes de irme, además, estoy famélica desde que abrí los ojos, pero siempre tengo apetito de mi desayuno especial.
—Tostadas de crema batida— le susurro y me mira de reojo serio.
—De eso nada, ese no es un desayuno balanceado — arquea una ceja.
—Pero...
—No— me corta de inmediato.
Le hago una mirada suplicante.
Solo esta vez Alexander.
Resopla. —Tostadas de crema batida. — dice serio y casi hago un bailecito feliz.
Cuando cuelga me levanto de la cama y repaso la habitación como el primer día que estuve aquí. La nostalgia me invade, pero me recuerdo mentalmente lo que debo hacer. —Quiero hablarte de algo— digo mirando por la ventana.
—Adelante— dice a mi espalda.
Me giro y lo veo sentado sobre la cama. —Es sobre Cora— en cuanto el nombre sale de mi boca lo veo tensarse. Extraño. —Y Bennett— añado rápidamente bajo su ceño fruncido. Tomo una respiración profunda. —Cora está enamorada de él y creo que tu hermano debería saberlo, pero dudo que me escuche a mí.
Se queda en silencio, pero tengo planeado esta reacción desde anoche mientras pensaba. Me acerco al primer cajón cerca de la cómoda y saco una de sus camisetas. —Tomaré una ducha.
No espero su respuesta y camino al enorme baño de mármol bajo u mirada ceñuda. Repaso otra vez el lugar una última vez y entro bajo el chorro caliente que me alivia la tensión. Cuando salgo no veo a Alexander por ningún lado.
Veo mi charola de desayuno y mis tostadas sobre ella. Me siento a la orilla de la cama y le doy el primer mordisco.
—Sexy— la voz de Cora viene por la puerta y le digo un pase para que entre. Trae pantalones cortos y el cabello rubio en un moño despeinado.
—Vaya, es más grande de lo que pensé— dice mirando a su alrededor —Estoy aquí como pediste ¿Sabías que un par de grandotes me siguieron hasta el pasillo de la entrada?
—Cosas de millonarios. Nunca lo entenderemos— me encojo de hombros y tomo el porta trajes con mi ropa.
—¿Qué sucedió anoche?
—Alexander me ayudó— me encojo de hombros y meto los pies dentro de mi pantalón. —Tengo que hacer varias cosas en la oficina, pero ¿Podrías contactarme con la compradora de mi apartamento en Trafford?
—Por supuesto sexy, pero que pasa con...— mira a ambos lados y baja la voz —Seth.
—Tranquila Cora lo tengo resuelto.
—¿Se lo dijiste a Alexander? —me recuerda lo que me dijo anoche mientras le contaba todo y sigo creyendo que perdió la cabeza —Él puede ayudar Emma, sé que no es fácil y no digo que le cuentes todo, solo lo de Jaden— niego con la cabeza ¿Por qué habría de decírselo?
—Ya no te preocupes por eso, todo está arreglado.
—¿Qué tramas sexy?
—Nada— muerdo mi tostada otra vez y arreglo mi cabello como puedo antes de dejar la camiseta prestada y la anterior sobre la cama. Las prendas han sido devueltas. —Vamos. — le señalo la puerta y termino mi tostada.
Cora se levanta y sale por la puerta. Miro la habitación y me quito uno de los pendientes que llevo. Lo dejo sobre el mueble cerca de la cama, es algo así como un recuerdo, más para mí que para él.
Cuando salimos por el pasillo nos topamos con Ethan. No hay rastro de Alexander por ningún lado. —Señoritas buenos días.
—Dile al cabezota de tu jefe que me llame— Ethan asiente a lo que dice Cora.
Lo miro con una ligera sonrisa y recuerdo la vez que mintió en el club para que me hicieran entrar. —Gracias por todo Ethan. Dile a Alexander que nos fuimos.
—El señor Roe tuvo que salir de último momento, pero pidió que terminara su desayuno.
—Lo hice, la charola está vacía, díselo— respondo caminando al ascensor. Cuando comenzamos a bajar Cora me mira desde su lado. —¿Qué pasa?
—Estás diferente.
—Ayer estaba muy mal, pero ahora todo es más claro. — Tomo mi bolso que me ofrece, el que dejé en casa y saco me tomo la píldora del día.
. . .
Estaciono mi Mazda y el tono de mensajes vuelve a entrar. Miro el edificio como el primer día que postule para la entrevista con el señor Jones.
Me miro en el retrovisor y arreglo mi cabello. Salgo con los lentes negros puestos y veo el Mercedes marrón estacionarse a unos autos del mio, el cabello pelirrojo sale ondeándose y sostengo las llaves en mi mano.
Aún tengo una cuenta pendiente, pero se metió con la Brown equivocada.
—Emma buenos días— saluda Alicia cuando paso a su lado. Ayer todo el mundo estuvo buscándote.
—Lo sé. Llamé al señor Jones está mañana y le expliqué lo que sucedió. Puedes llevarme todos los proyectos que estamos trabajando incluyendo el de Birmingham.
—Claro.
Entro a mi oficina y me sigue con las carpetas en sus manos. —¿Quién es el mejor publicista después de Adam?
—Thania Grant, la rubia, ¿Por qué lo dices?
—Solo curiosidad— abro la primer carpeta —Y hablando de Adam ¿Sabes lo que sucedió con él? No lo he visto.
—Uh— mira hacia la puerta —Al parecer estuvo en una pelea y está utilizando su tarjeta VIP de ejecutivo en un hospital costoso de la ciudad, la empresa lo paga.
—¿Podrías darme la dirección?
—Enseguida— sale por la puerta y yo... comienzo a preparar todo antes de presentar mi renuncia a Hilton &Roe para regresar a Trafford.
Alexander.
Termino mi llamada con Bennett que sigue reacio a contestar. Erick dice que los negocios van bien, pero el muy cabrón sabe porque quiero comunicarme con él. Voy a mandarlo a la mierda si es que de verdad se metió en el lavado de dinero.
La llamada de esta mañana fue clara, su nombre aparece en los registros de la empresa rusa esa.
Tomo la cruz de plata que tengo en esa caja de tercio pelo negra y pongo mi frente sobre ella antes de guardarla en su lugar otra vez. Estoy arreglando la mierda de Bennett, al menos ese pensamiento jodido ya dejó mi cabeza.
La mujer de color entra por la puerta y me mira fijamente. No es a ella a la que esperaba ver.
—¿Dónde está Logan?
—Se fue de Londres.
—No sabía que Brent ya no es parte de Londres.
—Así que por eso viniste Alexander Roe. — ladea la cabeza —Rodeando todo el perímetro como si fueras un perro. — sonríe y me acerca la charola con el porro encendido. —Para relajarte.
Se cree muy inteligente, pero el cabrón aquí soy yo.
—Guárdaselo a Logan de mi parte, dile que sus bares dejan más que un simple porro. — le doy una inclinación de cabeza y me voy por donde vine.
. . .
—¿Cómo es posible que se haya filtrado la información de Birmingham? Despierto y lo primero que veo en los malditos medios es todo sobre nuestro proyecto más grande de este año— golpeo la mesa, pero Christopher ni siquiera se inmuta.
Salgo de un problema a otro menor, pero no menos estresante parece que trabajo con una bola de incompetentes.
—Todo lo que investigué es que les cedieron la información a West B, salió de nuestra empresa.
—Claro que salió de nuestra empresa, era información confidencial— Alesha permanece en su lugar. —Desde el espía de hace dos años no habíamos tenido este incidente.
—Podemos proceder legalmente si lo desea señor Roe— Blake interviene.
—Quiero a todos tus publicistas aquí de inmediato Christopher.
—Sabes que lo resolveremos West B no tiene la capacidad de tomarnos ventaja— se levanta de su lugar. —Pero sabes bien que no tengo a mi equipo completo, falta uno.
—¿Quién? — pregunta Alesha.
—No es de relevancia. Trae al resto de los publicistas.
Tomo una respiración profunda mientras hace que la mujer menuda que trae por secretaria hago el trabajo pertinente. Alesha me mira desde su lugar no se ha acercado desde que entró.
Reviso la bandeja de mis mensajes en el celular, el primero es de Ethan. <<Logan está en Brent, se aloja cerca del hospital>> El otro es de la rubia de Bennett <<Te veo a medio día en el edificio como quedamos, no llegues tarde cabezota>>
Si no fuera tan observadora ya la habría quitado de en medio en esto. Emma entra como los demás publicistas y recuerdo lo que dijo sobre ella.
No se ve igual que anoche, se ve de mejor aspecto. Me acerco a ella. —¿Terminaste la bandeja del desayuno?
—Si— asiente sin llevarme la contraria. Frunzo el ceño.
—¿Quién más sabia sobre el proyecto de Birmingham?
—Dado que es mi proyecto, solo y el señor Jones teníamos la información completa— levanta la barbilla y huele a mi ducha.
Asiento y me muevo alrededor de la mesa. —¿Enserio es necesario reunirnos a todos si es evidente quién tenía la información del proyecto? — Alesha se levanta.
—Es cierto ¿Por qué no nos dices lo que sucedió Alesha? — Emma también se levanta.
—¿Yo? Creo que hablad de ti misma querida — se ríe antes de girarse a mí —Si el proyecto se viene abajo quiero mi remuneración completa Alexander, sabes que mi prestigio como arquitecta no se va a ir a la basura.
—No hay remuneración porque el proyecto sigue en pie.
—¿Y cómo? — se cruza de brazos —Las innovaciones ya salieron a la luz ¿Qué más vamos a ofrecerle a nuestros clientes? La persona que nos traicionó sabía lo que hacía.
—Por el área de seguridad tenemos un par de correos electrónicos enviados a West B desde la empresa— Christopher me extiende unas hojas —El remitente es desconocido, pero tiene acceso a los archivos confidenciales.
—Voy a ser muy claro— veo los correos —Blake tienes carta blanca para impugnar al traidor, lo quiero fuera de mi empres ahora mismo y todo el peso de la ley sobre él.
—Quiero acusar públicamente a Emma Brown por uso indebido de los archivos de confidencialidad de Hilton &Roe— Alesha se levanta. —Puedo presentarte pruebas de que lo hizo, tengo los correos que envió y sus últimas llamadas con el publicista de West B.
—Eso es mentira— Emma interviene.
Claro que es mentira. —¿De qué estás hablando Alesha?
—Siempre supe que tu mejor publicista como tu la llamas Christopher no era más que una maldita espía, llegó y ascendió como si nada y luego lideró nuestro mejor proyecto. — abre una de las carpetas y saca las copias de los mimos correos que Cristopher me mostró.
—¿Qué coño es esto?
—La espía que buscas, es Emma Brown.
—El hecho de que mi capacidad mental y laboral sea superior a la tuya no significa que sea una espía señorita Smith— ella se defiende.
Arqueo una ceja y joder, como me pone verla en modo depredadora.
—Y no sé qué es eso, pero si puedo atestiguar que si hay una mujer de actitud sospechosa aquí eres tú.
—Nada de lo que digas hará que te crean traidora.
—Suficiente Alesha, no me importa que es esto quiero al verdadero traidor fuera.
—Alexander— la pelirroja camina a mi lado —Las pruebas lo dicen todo— me las acerca de nuevo y veo a Christopher dudar, su semblante se puso serio. —Querido velo por ti mismo— baja la voz. —Te lo dije.
Miro las hojas de nuevo, su nombre está ahí. Emma Brown.
—Nunca confíes en nadie que no se a familia— me recuerda Alesha en voz baja.
Ese es el lema para sobrevivir, los tres lo sabemos. De otra forma mi hermano y yo no hubiéramos salido de ahí.
—Muéstrame esos papeles— Christopher se levanta.
Levanto la mirada y no tengo que pensarlo ni un solo segundo.
—Ella no lo hizo— me acerco a la de ojos castaños —Resuélvelo de inmediato Christopher. — se queda en silencio.
—¿Cómo lo sabes? — Alesha viene detrás pisando ruidosamente —¿No me crees? A mí que soy tu mano derecha en cada proyecto.
—No lo hizo, la conozco perfectamente— la encaro y bajo la voz, todavía soy considerado con ella. —Y si no quieres que te avergüence frente a todos deja esta mierda de una vez, no termines con mi paciencia. — la miro fijamente y Alesha me mira desafiantes, eso ya no me gusta nada. —Todos fuera, la reunión terminó.
Mi ceño fruncido se pierde cuando un cuerpo se pone al lado del mio. Joder. Le va a lanzar una daga, lo veo en sus ojos castaños y la forma como alza la barbilla, el tirón que da mi polla al verla salvaje y defendiéndose me hace querer subirla al escritorio ahora mismo y follarla duro.
—Si quieres inculparme Alesha, la próxima vez enciérrame de por vida en la bodega no solo siete horas.
¡Hola sexys!
Drama is comming... Recemos por Alesha 🛐
Primer Juego del gato en acción.
¡Los amo tres millones!
-Karla
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