CAPÍTULO 37
Alexander.
El aire me golpea más fuerte mientras aumento la velocidad de la motocicleta. El acelerador la hace rugir y paso entre los autos que me bloquean el camino a Bennett.
La autopista aún me queda a varios minutos, pero no van a tocarlo. Paso por la última salida de la ciudad y veo una de las inconfundibles camionetas verde militar de los Kray.
—Los vemos señor Roe, los Kray están rodeando todas las salidas de la autopista— dice Matt en el aparato que llevo en el oído.
—Síguelos y bloquéales el paso antes que se acerquen.
Muevo mi muñeca y la Harley ruge. El campo al frente tiene otras dos camionetas verdes, pero no están vacías como la que vi a la entrada de la autopista. Detengo la moto derrapando por el suelo. Sin quitarme el casco meto la mano detrás de la espalda y camino a los francotiradores.
El sonido del gatillo detrás de mi cabeza me detiene.
—Aquí te mueres hijo de perra— me dice uno de los Kray.
Miro la camioneta frente a mí a través del cristal del casco. Mis sentidos están alertas. Miro a un lado.
Me doy media vuelta y le asesto un gancho en la garganta que lo tumba al suelo mi puño lo impacto en su cara y un golpe en la nuca lo desmaya al momento. Su cuerpo se convulsiona cuando toco su yugular con la punta de mi pie y sus ojos se cierran.
—Tómala antes que despierte— le señalo el arma al hombre que me sigue de lejos.
Caminamos entre las camionetas. —¿Los emboscamos señor? — vienen detrás de mí.
—No— planteo la zona. —Ethan— hablo por el aparato.
—Logan está aquí señor, lo tenemos rodeado, está a quince metros de usted en una de las camionetas de los Kray a las afueras de la autopista— responde de inmediato —Está vigilando, va a mandar a los francotiradores por Bennett, ni siquiera va a acercarse hasta que lo hayan acorralado.
Aprieto la mandíbula. Se lo advertí a ese bastardo. A mi hermano no lo toca otra vez.
—¿Cómo dio con él? ¿Cómo supo de sus movimientos si lo teníamos despistado?
—Tienen un informante, tenemos a uno de sus hombres y lo hicimos hablar, no es francotirador y fue fácil sacarle la verdad, pero no dijo nombres. — se corta un poco.
Me quito el casco y lo lanzo al suelo sacando el arma detrás de mi espalda. A la mierda con mantenerme al margen como dijo Alesha. ¿Cómo voy a ignorar esto? No solo me está provocando si no que quiere llevarme a atacarlo.
—Dame el arma del Kray— extiendo la mano y me la dan de inmediato.
Es subfusil MP5, reconozco el peso y el calibre que tiene, diseñado para los Kray de Logan, pero esta noche lo uso yo.
Camino con el arma en mi costado. Mis camionetas rodean el perímetro de las salidas y los otros se mantienen a buena distancia de mí.
Me escabullo en los laterales de la autopista con mucha cautela. Primero escucho el chirrido de las llantas del auto de Bennett y después veo como cuatro camionetas le cierran el paso. Los encapuchados salen de inmediato y él no tiene más opción que detenerse.
—Abajo bastardo— le ordena uno golpeando el vidrio polarizado con el arma.
Bennett baja sin inmutarse y se pone frente a ellos. —¿Qué es lo que quieren? — pregunta sereno, pero veo como está calculando toda la situación como solo él sabe hacerlo.
Un movimiento apenas perceptible de su mano, me dice que hay algo bajo la cinturilla de sus pantalones. Un arma.
Perfecto.
—No hablas a menos que se te pida o te vuelo la puta cabeza — el Kray le clava la punta de su rifle en la boca.
Palmeo mi costado comprobando que el arma sigue ahí y levanto la MP5 a la altura perfecta.
—La camioneta de Logan avanza señor— escucho a Ethan decir.
Viene por él. —Déjalo seguir.
Cuando seis hombres rodean y apoyan contra el asfalto la cara de mi hermano poniendo sus bostas sobre su espalda requiere toda mi fuerza de control para no desatar el infierno ahora mismo, pero en parte Alesha tenía razón, en lo que a Logan respecta ser analítico es el mejor paso.
La camioneta verde finalmente se acerca, el motor ruge y seguido de un grupo de Krays baja Logan con ropa menos ostentosa como el traje que llevaba está mañana.
El arma en su costado y la sonrisa en su rostro hace que me hierva la sangre. Mira a mi hermano tumbado en el suelo mientras sus hombres cubren el perímetro.
—Hola Bennett.
Me levanto bufando y doy la señal con la cabeza. —Atáquenlo.
Mis hombres se mueven sigilosamente, pero yo voy por el frente mientras lo escucho hablar. —¿Qué quieres hijo de perra? — le gruñe y los encapuchados aprietan sus botas contra él.
—Cierra la maldita boca mientras él amo habla— le gritan.
—¿No tienes modales? — uno le da una patada en el costado.
Camino viendo todo a primer plano. Logan levanta la mano y los detiene. El bastardo vuelve a sonreír.
—Creo que está no será una visita amistosa como planeaba que fuera— camina a su alrededor. —Voy a ser claro. O cooperas o aquí mismo te cargan todos estos hijos de puta.
Bennett me mira de reojo, aunque me mantengo lejos de los demás.
—Adelante cabrón.
Se incorpora pesadamente quitando a los Kray con las fuerzas que estaba guardando y cuando se le viene encima levanto la Mp5 y el sonido corta en el aire dando en ellos y en los malditos pies que tenían sobre él.
Un semicírculo cubre a Logan de inmediato encendiendo fuego a nosotros. Rápidamente saco el arma en mi espalda y se la lanzo a Bennett que la toma en el aire derrapándose a mi lado y comienza a atacar igual que yo.
Logan ni se inmuta a atacar y camina de regreso a la camioneta.
Mis hombres rodean el perímetro y veo a Ethan a lo lejos. Me abro paso entre los Kray disparando y siendo cubierto a lo lejos. Bennett lanza uno a uno como si el impacto del casquillo no rebotara en su mano.
—Cuando ordene señor— Ethan se pone a mi lado.
Miro la cara del bastardo que más odio en la vida. Está mirando todo de lejos con la mano en la barbilla. Levanto la Mp5 y apunto directo al parabrisas. Suelto el gatillo y la bala impacta sobre el vidrio, suelto otra vez y otra vez hasta que termino rompiéndolo en pedazos.
Poco tiempo le da a reaccionar para esquivar el impacto cuando se agacha y un segundo después ya tengo a los Kray sobre mí apuntándome y rodeando a mis hombres.
—Hora de la acción— Logan y yo nos miramos fijamente entre el vidrió roto.
Llevo mi mano al aparato en mi oído.
—¡Ahora! — ordeno con voz ronca y más de treinta hombres salen de los alrededores para cubrir a mi gente.
Emma.
Uno de esos golpes en el pecho que nunca había sentido en mi vida me hace levantarme de la cama de Cora donde ambas estamos recostadas, ella parece soñolienta, pero sigue hablando.
—Quiero otra bebida como la que me preparó Octavian.
—No lo creo sexy, ya tomaste demasiado— la detengo y refunfuña haciéndome reír.
No tome más que una copa, pero ella parecía que tenía una cuenta pendiente con esa botella porque perdí la cuenta de las veces que se la llenó. La acurruco bien cuando finalmente se duerme y su cabello rubio queda sobre la almohada.
Incluso si no lo dijo, la conozco perfectamente para saber que ésta es su forma de lidiar con la despedida de Bennett. No habló de ello, solo bebió en silencio mientras veíamos un capítulo de una serie norteamericana de comedia, pero incluso así pude ver como se limpiaba una que otra lagrima discretamente.
Pero eso se terminó cuando Octavian apareció como Alexander lo había dicho y nos ofreció bebidas dulces que ella acepto de inmediato antes de la cena.
Me levanto de la cama para despedir al chef de Alexander y le doy un beso en la frente que la hace suspirar. Ella es muy propensa a demostrar lo que siente y si hay una persona que puede ver todo eso es Bennett, no me sorprendería que se haya enamorado de él.
Salgo por el pasillo aun caminando de forma extraña por el efecto de Alexander y veo a Octavian colocando los platos de la cena en el lavavajillas. —No era necesario— camino dentro, me siento un poco avergonzada.
—Es parte de mi trabajo— responde y cuando sonrie remarca más sus gestos asiáticos —Además el señor Roe fue muy claro en que no podía irme hasta que usted haya terminado su cena y no lo ha hecho.
Miro mi plato en la encimera. Es demasiado grande incluso para alimentar a dos personas, a pesar de eso, Cora comió todo su plato, espero que el vino no la haga vomitar más noche y juntas armemos un lio.
—No podría terminar todo, ya no hay espacio en mi estómago.
—Entonces creo que me quedaré toda la noche —Bromea.
Sonrío. —Tal vez Alexander no lo dijo de esa forma sobre alimentarme. — me remuevo sobre mis pies —Tal vez solo bromeaba.
—No señorita Brown, él lo dijo claramente— me interrumpe —Y el señor Roe no bromea en lo que a usted se refiere.
—¿Qué quiere decir con eso? — tomo asiento en el taburete.
—Que realmente pidió que se le alimentara— se seca las manos en una toalla desechable cerca de la encimera. —¿Desea algún postre o una bebida? Tengo la orden de complacerla.
Levanto las manos sobre mi pecho y sacudo la cabeza. —No y realmente no es necesario que te quedes Octavian. — suspiro —La comida estuvo deliciosa, pero hasta tu sabes que eso es demasiado para mi sola— señalo el platillo perfectamente preparado.
—De acuerdo— asiente finalmente —Ha sido un placer servirle está noche a usted y su amiga— toma sus cosas.
—La cena estuvo deliciosa— le doy las gracias y lo encamino a la puerta, pero dejó que vaya primero ya que no puedo caminar del todo bien.
Cuando la cierro me recargo sobre ella y doy el suspiro más largo que he dado en toda mi vida, hoy ha sido un torbellino de emociones para mí y para adornarlo, mi cama está en condiciones dudosas, me muerdo el labio inferior mientras un calor pasa por mi cuello al recordar la forma en la que ocurrió ese pequeño accidente.
Me acerco a la ventana con los brazos cruzados perdida en mis pensamientos. Alexander se fue y debo estar bien con eso... Mi ceño se frunce al ver una camioneta negra en la acera del frente, la reconozco, es una de él.
¿Volvió? Miro directamente entrecerrando los ojos para tener mejor visión y veo a un hombre que no conozco dentro. Vendrán por Octavian supongo.
Me alejo de ahí. Entre tantas distracciones olvidé visitar al agente y sobre todo preguntarle a Ethan sobre mi auto. Estoy agotada, pero lo de hoy no será ni la mitad de lo que tendré que hacer mañana. Sé que hay malas noticias sobre Jaden y no quiero ni pensar de que se trata.
Solo quiero que esto sobre él y Seth terminé de una buena vez. Vivir con miedo es la peor de las torturas.
Me siento sobre el pequeño sofá café y me agarro las piernas sobre mi pecho y antes que el nerviosismo abrumante se apoderé de mí, cierro los ojos y recuerdo una palabra en particular, dicha por los labios que tuve sobre mi cuerpo todo el día.
Hay sexo de reconciliación consumado, pero ese nosotros que dijo antes ¿Qué significa? No es como si pudiera ignorar que hay un psicótico rubio siguiéndome e iniciar otro acuerdo casual con Alexander.
Pero él no me hablo de otro acuerdo.
Suspiro otra vez y me pierdo en mis pensamientos, si alguien conoce la paz mental, esa definitivamente no soy yo.
Alexander.
El sudor se me pega a la cara cuando guardo mi arma y me quito el polvo de los hombros. Bennett hace lo mismo que yo, pero no ha dicho una sola palabra hasta el momento.
—Supongo que sabías que Logan estaba en la ciudad desde el accidente en mi hotel de Brent y que los inversionistas rusos con los que quieres asociarte son los mismos con los que él está trabajando para el lavado de dinero.
—No puedes probar eso, hice la investigación correcta y tengo buenos contactos— se quita la camisa sucia.
Puedo y lo haré. Su rubia va a ayudarme con algo importante, no sé qué planea hacer ahora con el capital que tiene ni quiénes son sus contactos, pero pronto lo averiguaré.
Parpadeo aclarándome la vista, pero se me dificulta mucho. Sigo intentándolo hasta que lo logro, no pienso tocar esas malditas pastillas otra vez.
Jalo el borde de mi camisa, veo a Bennett terminar con lo que hacía y le señalo con la cabeza para que ambos subamos al edificio lujoso que tenemos en frente.
No tengo que tocar dos veces la puerta para que Alesha la abra de inmediato con solo una bata de seda negra semi abierta sobre su cuerpo.
—Alexander— se ve soñolienta, pero cuando ve a Bennett a mi lado abre la puerta por completo para dejarnos entrar, sabe que algo va mal si estamos aquí.
El olor reseco a clavo y una mezcla de menta llena el aire y el fuego de su chimenea arde suavemente.
—¿Sucedió algo? — pregunta.
—Claro que sucedió algo— Bennett resopla
Lo ignora por completo y me planto frente a ella. —Voy a ir directo al punto Alesha. ¿Cómo sabía Logan de los movimientos de Bennett? — la miro fijamente.
—¿Cómo? — arquea las cejas y parpadea. —¿Qué sucedió? ¿Estás herido? ¿Logan hizo esto? — me palmea el pecho sucio, pero aparto su mano.
—Te hice una pregunta— repito. —El bastardo rodeó a Bennett hace una hora y lo estuvo siguiendo durante el día, interfiriendo con las evasivas que puse.
—Alexander. Si fue capaz de decírselo a Logan sobre pasando el hecho que iba contra tus planes ¿Qué te hace pensar que te lo dirá fácilmente? — Bennett se deja caer sobre el sofá.
—¿Me estás acusando? — Alesha lo mira fijamente y se planta frente a él. —No tenía idea de que estaban detrás de ti. Logan vino por mi primero, antes de ir por ustedes, ¡¿Por qué demonios iba a decirle algo como eso?!
—No lo sé, tu dime.
—Increíble— su voz se corta.
—Alesha, déjate de dramas— me llevo las manos a las sienes. El dolor de cabeza y la tensión no me han dejado desde que dejé a Emma. En dos zancadas camino hasta ella y la tomo por el brazo. —Quiero la puta verdad, ahora.
Sus ojos azules se ponen brillosos y su labio inferior comienza a temblar. —No lo hice— susurra.
—No te creo— me alzo sobre ella.
—No me sorprende— parpadea y suavemente se suelta de mi agarre. —¿Por qué lo haría? ¿Por qué traicionarte a ti o a Bennett? ¿Cuántas veces lo he hecho? — veo la primer lagrima deslizarse por su mejilla — Ustedes son lo más cercano que tengo a una familia, pero veo que el sentimiento no es mutuo.
Me da la espalda, creo que le toque la fibra sensible, pero no me ando con rodeos ni tonterías.
—¿Entonces quién más cercano a nosotros tiene contacto con Logan? — camino detrás de ella —¿Eh?
—¡No lo sé! — se sorbe la nariz —¿Quieres que lo investigué? ¿Qué quieres que haga? ¿Qué me tiña el cabello castaño y sea una pobre idiota?
—¿Qué coño estás diciendo?
—Soy yo querido no otra que vendió información de tus hoteles.
Arqueo una ceja. No va a cruzar ese límite. —No voy a preguntar como sabes todo eso, pero mide tus palabras Alesha.
Bennett la mira con el ceño fruncido desde su lugar, lo que dijo le pudo, puedo verlo perfectamente en su mirada, la familia es un tema que lo pone tenso.
—Ya basta Alexander— se levanta cuando me ve enfurecerme. —Está claro que no fue Alesha, eso es lo que Logan quiere que creamos por eso la visitó tantas veces, quiere que desconfiemos de nosotros mismos. — camina a la barra donde está el mini bar de ella.
Alesha me mira con los ojos entornados y lo que dice Bennett tiene más sentido, si Logan logra dividirnos desde adentro puede atacar mejor.
—Tal vez debí decírtelo— dice ella a mi espalda cuando camino con Bennett — La última vez que lo vi fue hace unas horas— nos ofrece una botella de wiskey escoses —Me amenazó.
—¿Te hizo daño? — frunzo el ceño y la examino para comprobar que esté bien.
—No, pero quiere venganza por sus bares y va a tomar partido— se limpia las mejillas y me entrega el vaso —Te lo dije querido. Solo lo provocaste con lo que hiciste.
—Me importa una mierda. Aquí hay puto traidor, primero fue lo de Brent y ahora esto, cuando hagan su siguiente movimiento lo voy a atrapar. — me bebo el vaso de un solo trago escociéndome la garganta y enseguida ya me está sirviendo otro.
Bennett se empina el vaso en su mano y ella lo llena igual. Cuando se agacha a tomar otra botella curiosamente la parte delantera de la bata ya está más abierta que antes mostrando el contorno de sus pechos.
—El arma me tenso las manos— aparto la mirada y me quito la sangre de la herida que tengo en la palma.
—Aunque no fue en las mejores circunstancias. Siempre es jodidamente bueno como la primera vez— Bennett sonríe como un puto cabrón y aunque no quiero hacerlo también lo hago.
Compartimos ese pasado y los demás secretos que nos joden, pero no puedo negar que seguimos haciéndolo bien. Seguimos siendo un buen equipo.
—Los rodeamos y les dimos pelea hasta que sus refuerzos llegaron, pero ya estábamos de salida— le explica a Alesha y ella ladea la cabeza con una sonrisa de lado a lado.
—¿Ah sí? — se pasa la lengua sobre el labio y vuelve a llenar mi vaso. Cuando el cuerpo de Bennett se tensa veo el pie desnudo de Alesha pasar por sus piernas como si estuviera alejándolo. —No me sorprende— arrastra las palabras con voz más ronca y su mano serpentea por la barra hasta mi brazo.
—No tiene a todos los Kray aquí, no eran ni la mitad de los que vi la última vez— apunta Bennett alejándose y eso algo que yo ya había notado, Logan tiene menos gente ahora, o la está reservando para algo más.
—¿Crees que tenga algo entre manos? — Alesha ya está a mi lado con la bata más floja que antes.
De eso no tengo la menor duda, Logan esa muy calculador, pero lo que me interesa es que haya seguido a Bennett desde la casa de Emma, no la quiero en esto de ninguna jodida manera, alguien le dijo que estaba ahí, estoy seguro.
Miro la hora.
La tensión no me abandona ni un solo segundo, la adrenalina del ataque, el control perdido y la fuerza de las armas, es demasiado por un puto día, quiero algo y lo quiero malditamente mal, pero no está aquí.
Me levanto de inmediato y Alesha se incorpora conmigo.
—¿Qué haces? — se pone a mi espalda —Tengo el jacuzzi listo para mí, puedes unirte— baja el tono de voz.
Apenas escucho lo que dice mientras le escribo a Ethan. —Como sea. Me voy— frunzo el ceño cuando se me planta al frente.
—Alexander— su mano a mi brazo —¿De verdad quieres irte?
Tomo su mano deteniéndola. —No olvides mis advertencias sobre Logan Alesha. — miro a mi hermano — Bennett me largo. ¿Qué vas a hacer? — lo miro antes de irme por la puerta.
Vacía todo el contenido de su vaso, pero ya es un jodido adulto para saber cuánto bebe, aunque deduzco que su no tan amigable despedida con su rubia sea la culpable de esa última copa.
—Me voy a Nueva York está noche, eso no cambia— aprieta la mandíbula y mira hacia el frente perdido en sus pensamientos.
—Como sea, es tu decisión— asiente y de inmediato salgo por la puerta esquivando a Alesha.
Bajo los malditos pisos que se me hacen eternos y cuando llego abajo mi camioneta ya está lista. —Al score.
Los ojos me escuecen tanto que ya no puedo mantenerlos abiertos. Durante el enfrentamiento sentí como alguien me dio un golpe entre la nuca y el cuello y eso empeoró mi condición. Parpadeo para aclararme la vista, pero no está funcionando.
—El señor Roe está aquí— abro la puerta cuando la camioneta se detiene y bajo como puedo.
Subo por el elevador sintiendo la tensión en todo el cuerpo y cuando las puertas se abren suelto una maldición. Hay un desastre en la entrada, un maldito desastre. Me jalo el cabello exasperado y mentalmente cuanto hasta diez para clamarme.
Camino con cautela escuchando el ruido en el comedor y cuando enciendo la luz parpadeo para que no me deslumbre y ahí está, esa cosa mirándome fijamente. Detiene sus movimientos de lo que sea que estaba haciendo.
—¿No fui claro contigo? — le pregunto molesto. —La maldita sala es un desastre.
Sus ojos suben y se clavan con los míos, sigue sin moverse. Me pongo en canclillas para quedar a su altura y lo miro desafiante.
—Voy a hacer que duermas fuera esta noche amigo.
Como la sonrisa de un niño pequeño Kieran abre la boca y un segundo después estoy sobre el piso con el maldito perro labrador retriever sobre mi pecho. El impacto es fuerte sobre las baldosas y maldigo a Bennett tantas veces como puedo.
—Fuera— le digo cuando saca la lengua para lamerme la cara y de inmediato se me quita de encima y se echa a correr por el comedor.
Joder. Me jalo el cabello y voy por el perro.
—Basta— le gruño, pero no se detiene y sigue corriendo. —¡Coño! ¡Detente! — voy detrás de él, pero el animal corre como loco por todos lados, primero va sobre el sofá y luego por el pasillo.
¿En qué puto momento me metí en esto? Vete a la mierda Bennett.
—¡Kieran! — voy de prisa siguiéndole los pasos y lo pierdo de vista, es solo cuando la pelota esponjada cae a mis pies que entiendo lo que quiere. Viene jadeando con la boca abierta y se me viene encima de nuevo.
—¡Ethan! — grito con fuerza tomando al perro por el collar para evitar que se escape otra vez.
Ethan aparece de inmediato con dos hombres más. Le entrego al perro. —¿Te gustan los perros? —asiente — Bien, desde ahora este es tuyo. — Lo toma con cuidado cuando se comienza a jalonear.
Me voy caminando por el pasillo sacudiéndome la ropa, pero casi escucho a Bennett a mi espalda y me regreso cabreado, maldiciendo en voz baja.
—No es tuyo, solo sácalo de mi vista, llévalo a pasear o algo que hagan los animales de su especie, después regrésalo aquí.
—Sí señor.
Lo veo llevárselo y vuelvo a jalarme el cabello con más fuerza que antes, estás serán las semanas más largas de mi vida.
Me voy a la ducha, necesito una jodida ducha.
Emma.
La manta que coloqué sobre el sofá apenas me cubre hasta los pies, una mitad me cubre parte del cuerpo y la otra mitad cae al piso desordenadamente.
Planeaba dormir con Cora, pero cuando volví a la habitación se había movido ocupando toda la cama y no voy a moverla, no tengo más opción que dormir aquí, hasta que arregle mi cama. No está en tan malas condiciones o no lo estaba esta mañana.
Estoy medio dormida y medio despierta, aunque estoy muy cansada mi cuerpo sabe que ésta no es mi cama y no puedo conciliar del todo el sueño.
Justo cuando suspiro escucho el sonido de la puerta, pero aquí nadie llama a estas horas. Lo ignoro porque ya estoy logrando dormirme del todo, pero vuelven a tocar. Me remuevo y me pierdo poco a poco en la inconciencia.
El seguro de la puerta suena después de unos minutos y el sonido de la misma abriéndose hace que varios de mis sentidos se despiertan de inmediato, pero no por completo.
Lo primero que escucho son pasos acercándose pesadamente y después mi mente se despierta cuando siento un cosquilleo en mi mejilla.
El movimiento se detiene y me incorporan en el sofá.
El olor a menta me envuelve el olfato y suspiro de gusto agarrándome a sus hombros. Una mano me rodea la cintura y la otra se entierra en mi cabello mientras mete la cabeza en mi cuello aspirando.
—Mierda— dice en voz baja y ronca.
—Alexander— digo muy soñolienta y me agarro a sus hombros tratando de obligar a mis ojos abrirse, pero no puedo, pesan mucho.
—¿Qué haces durmiendo en este jodido sofá? — pregunta sin soltarme.
Sus hombros son muy cómodos y mi cabeza muy pesada que podría dormire aquí otra vez.
—Rompiste mi cama— susurro.
Es tan cómodo y huele delicioso como si recién se hubiera duchado. Dormir así debería ser una droga y yo soy completamente adicta. Aspiro en el hueco de su cuello y se tensa como siempre, pero no voy a detenerme.
Dejo un delicado beso suave por donde salta su pulso y aspiro el olor otra vez. —En ese caso nos vamos— me levanta por los muslos y se envuelve la cintura con ellos.
Su boca está sobre la mia cuando me tiene bien sujeta y mi pecho se alza mientras suspiro enterrando mi mano en su cabello.
Abro los ojos poco a poco cuando se aleja, no sé qué hora es, pero por mi cansancio diría que es de madrugada.
—¿A dónde vamos?
—A mi casa.
Me despabilo por completo cuando el aire me golpea en las piernas desnudas solo cubiertas por su camisa y comienza a andar conmigo hacia la puerta.
—¿Cómo? — levanto la cabeza de su hombro.
—No tienes que dormir en ese hueco. Hay una cama suficientemente grande en nuestra habitación, mañana repondré la tuya. — frunce el ceño y se las arregla para buscar la manija por debajo de mis muslos, pero aparto su mano para detenerlo.
Otra vez esa palabra.
Nuestra.
—Es muy tarde no voy a salir de aquí a mitad de la noche— me quejo —Bájame.
Me mira fijamente. —No.
—Bájame, estoy muy cansada, solo quiero dormir y voy a dormir en el sofá. — resopla —Es un hueco, pero era un hueco cómodo hasta que me levantaste de ahí.
Me mira mal y le regreso la misma mirada. Estaré soñolienta, pero no voy a dejar que se salga con la suya.
—Siempre eres malditamente imposible— regresa conmigo en brazos hasta el sofá.
Me tumba sobre los cojines cómodos y luego lo veo quitarse las botas que lleva de una punta pie, su chaqueta cae sobre el otro sofá pequeño y se saca la camiseta por el hueco de la cabeza de un tirón antes de jalar el botón de sus vaqueros.
—¿Qué haces? — pregunto otra vez soñolienta, joder sí que estoy cansada.
Cierro los ojos después de correr mis ojos sobre su pecho y verlo bajar sus pantalones. ¿Dónde está mi manta?
—Dormir en el maldito sofá— responde de malhumor.
¿Qué? Mi mente se despierta está vez de golpe. ¡Alexander está aquí!
Rápidamente un cuerpo está al lado del mio, él sofá, aunque es largo sigue siendo pequeño para él y para mi juntos.
—Ven— me rodea la cintura y me levanta sobre su cuerpo para que sea el suyo el que quede debajo. Mis piernas se enredan con las suyas y veo como su mano se pelea por levantar la manta del suelo.
Aunque el calor de su pecho es delicioso me las arreglo para mirarlo fijamente. —¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cómo entraste? — me agarro a su pecho.
—Ah, ya despertaste del todo— dice sarcásticamente y finalmente tiene la manta.
—Alexander— le advierto.
Aunque está un poco oscuro aquí y solo se ilumina por la luz de la ventana, todavía veo la cortada de su boca y otra en su pómulo, esa no estaba ahí antes.
—Toqué la puerta no abriste, entré, te llevaba a nuestra habitación, te negaste, fin de la charla— nos cubre con la manta.
Ignoro lo que dice y más ese tono irónico. —¿Qué te pasó? — levanto la mano a su pómulo y lo toco delicadamente.
—Nada— pasea sus manos por mis piernas desnudas y me alza sobre él hasta que tiene la cabeza en mi cuello otra vez. —Necesito dormir.
Lo siento aspirar y acariciarme como la otra noche que apareció aquí. ¿Necesitaba dormir conmigo? Sus manos se mueven y acarician mi espalda por debajo de su camiseta de forma correcta como si supiera que debe hacerlo así para relajarme.
—¿Qué haces aquí? — siento como el cansancio me está venciendo otra vez, y ahora que estoy sobre él me siento más cómoda que en el sofá.
—Cállate Emma— susurra cerca de mi oído y la respiración profunda que alza su pecho y a mi sobre él me adormece más y más.
Suspiro tratando de no cerrar los ojos, pero finalmente me rindo. Ya es tarde, estoy cansada, mañana me preocuparé por esto. Me acurruco sobre él y la inconciencia me atrapa otra vez.
. . .
Mi reloj interno me despierta poco a poco y siento la respiración que acaricia mi oreja. Me remuevo y siento el cuerpo debajo del mio. Me apoyo en el pecho desnudo de Alexander para ver como terminamos.
La manta no fue suficiente para los dos y solo está sobre mi cuerpo. Su cabeza no es suficiente para el largo del sofá y está apoyada a medias sobre el respaldo y de sus pies ni se diga. Suspiro confundida de tenerlo aquí otra vez y cuando me dejo caer sobre él noto la mano que cubre uno de mis pechos desnudos.
Miro como su palma está debajo de mi camiseta apretando mi pecho. Arqueo una ceja. Tiene manos largas mientras duerme. Esta vez no pudo escaparse para decirme que no durmió conmigo, si se hubiera movido un solo centímetro me habría despertado.
La luz afuera apenas va saliendo, aún es muy temprano. Me remuevo y su erección matutina me roza la entrepierna. Me quedo quieta por la sorpresa y lo veo fruncir el ceño. ¿Está realmente dormido?
Nadie en esa posición pude dormir realmente y menos él que tiene una cama más cómoda que la seda.
Me remuevo otra vez sobre él y sus ojos no se abren, solo la mano en mi pecho se aprieta. Sucio, debe pensar que está teniendo un sueño húmedo.
Me muevo de nuevo y automáticamente echa las caderas hacia arriba como si fuera a penetrar. El movimiento hace que me roce más de cerca y lo que comenzó como una pequeña broma para él ahora me tiene húmeda y mordiéndome el labio para no gemir.
No es solo el roce si no su mano en mi pecho y también el hecho que se puso de mi colchón humano por romper mi cama. Ese gesto me hace desear cosas que no debería.
Esto no está bien, me digo mientras me deslizo sobre su miembro duro. Solo una más y me detendré. Lo miro con los ojos cerrados. Dios. Quiero comerle la boca. Me muerdo el labio con más fuerza por mis pensamientos sucios y me dejo caer sobre su pecho respirando entrecortadamente.
Dormir en esta posición no es sano para nadie, es muy caliente despertar así.
Cuando me deslizo otra vez no puedo evitar el gemido que sale de mi garganta. La mano en mi pecho se aprieta y gimo sin control, estoy húmeda, muy húmeda por él.
De repente la respiración en mi nuca se hace más pausada y tengo una mano apretando mi cintura. Levanto la cabeza y veo los dos pozos verdes mirarme fijamente. La vergüenza me quema la cara y hago lo posible por controlar mis jadeos.
Demonios, me atrapó. Carraspeo y me preparo para decir algo, pero se me adelanta.
—¿Te frotabas a gusto pequeña seductora? — dice con voz ronca.
Mi pecho se alza y rápidamente se incorpora llevándome con él. Su mano baja por mi cintura y se pierde dentro de mis bragas, sin ningún pudor desliza sus dedos en mi humedad y acaricia mi botón haciéndome jadear.
—¿Tan temprano y ese coño ya está húmedo nena? — sonríe de lado —¿Quieres que te lo coma o que te lo llene? — Mi pecho se alza más atrayendo su mirada un segundo antes que me vuelva a atrapar bajo sus intensos ojos verdes.
Los dedos dentro de mis bragas se mueven con más fuerza. Gimo largo, pero al recordar que estamos a la mitad de la sala de estar me detengo ahogándolo a último momento.
—Cora está aquí— digo sin aliento.
—Eso no lo pensaste hace unos segundos cuando te frotabas contra mi polla dura, chica sucia.
Abro la boca con esas palabras y rápidamente me toma de la nuca para bajarme a su boca. Me agarro a sus hombros y ni siquiera comienza como un beso casto, desde el primer momento ya es salvaje. Acaricio su herida con mi lengua y dejo que me haga a un lado las bragas.
La primer estocada me hace clavarle las uñas en el pecho. Nos miramos fijamente y en esta posición soy yo la que tiene el control.
Me levanto sobre mis rodillas y bajo de golpe haciéndolo gruñir y al mismo tiempo ahogando mi gemido entre mis dientes. Vuelvo a arriba y antes que baje ambos miramos al pasillo. Bajo de golpe y él levanta la cadera al mismo tiempo.
El choque me hace gritar cosa que ahoga con su boca sobre la mia y aprovecho para tomar un puñado de su cabello.
—¿Por qué no terminaste tu cena? — me levanta la cabeza
—¿Qué? — vuelvo a bajar sobre él.
—Di órdenes para que te alimentaran correctamente y no se cumplieron— se ve muy molesto con el ceño fruncido y supongo que Octavian se lo dijo.
—Solo me gusta que me alimentes tu— digo con voz ronca rodando mis caderas y su agarre en mi cintura se aprieta cuando entiende el doble sentido de mis palabras.
—¿Eso es lo que quieres? — me pregunta clavándose de nuevo. —¿Quieres mi polla?
El placer ya se me subió a la cabeza desde que me tocó. Bajo la cabeza a su oído y le chupo el lóbulo restregándome contra él. — Si, la quiero entera y solo para mí— susurro y dejo un besito húmedo ahí.
El gruñido ronco sale desde su garganta me calienta la sangre antes que él me levante y me baje sin piedad. Joder. Necesito gritar desesperadamente.
—Alex... Alexander— me muerdo el labio con fuerza.
—Esto te pasa por quererla entera— me riñe en voz alta y levanta las caderas otra vez clavándome y haciéndome gritar cuando siento su glande rozar mi útero.
Su ceño se frunce y de inmediato sube su mano y me tapa la boca antes que siga gritando y llamar la atención de la rubia que duerme a solo unos metros de nosotros.
—¿Solo para ti? ¿Eso es lo que realmente quieres? — me la clava entera.
Las lágrimas me saltan en los ojos porque no puedo liberar mi placer con gritos. Asiento y su mirada se oscurece más y vuelve a mirar al pasillo. Ese golpe en su pómulo no me gusta nada, pensé que solo lo había imaginado anoche.
¿Qué le paso? ¿Se metió en algún tipo de pelea? Cuando me penetra otra vez me olvido de esos pensamientos.
—Mierda— me aprieta un pecho sobre la tela de su camisa amasándolo con ganas y el sonido de mi humedad con su miembro dentro hace que la situación sea más caliente.
—¿Ahora entras a casas por la madrugada para dormir en el sofá? — digo en medio de la excitación del momento.
—No— responde tajante.
Oímos la puerta de la habitación abrirse y sus embestidas aumentan de velocidad. Cierro los ojos y me corro deliciosamente. Mis paredes vaginales aprietan su polla y convulsiono sobre él. Su mano en mi boca ahoga mis gemidos y muevo la cadera lentamente para incitarlo a correrse también, pero no lo hace.
—Sexy— escucho la voz de Cora en mi habitación.
Alexander quita su mano y me come la boca con ganas completamente duro dentro de mí. Jadeo acariciando su lengua con la mia.
—Arriba— me levanta y cuando se desliza fuera me deja completamente vacía.
—¿Sexy? — Cora cierra la puerta de mi habitación y él rápidamente se recoloca su bóxer tapando el bulto de su miembro duro mientras mi pecho sube y baja.
Al parecer aún le queda decencia, o será porque ella va a ayudarlo con algo y no quiere hacerlo incomodo, me pregunto ¿Qué será lo que se traen entre manos?
—Te vas a hacer daño— sube la mano y libera mi labio entre mis dientes que no notaba tenía atrapado todavía.
Mi pecho sube de forma irregular y él se ve tranquilo, no es justo. Cuando aleja su dedo lo atrapo con mi mano y me lo meto a la boca para succionar como si no fuera su dedo lo que está dentro de mi boca. Sus ojos se oscurecen.
—¿Sexy estás aquí? — la voz de Cora viene por el pasillo.
Paso mi lengua por la almohadilla de su dedo y muerdo. Succiono con fuerza y finalmente lo dejo ir.
—Dejaste a tu nena con hambre— le susurro al oído y paso a horcajadas sobre él lentamente satisfecha con mis resultados.
Me levanto como puedo. Joder. Ya me había dejado casi discapacitada ayer y no debimos hacerlo todavía. Voy a cojear vergonzosamente en la oficina.
Una soñolienta desalineada y post ebria Cora se arrastra por el pasillo mirándome con los ojos entrecerrados, su cabello rubio es una maraña revuelta, pero no parece importarle. —¿Qué haces aquí?
—Dormí aquí.
—¿Dormiste en el sofá? —Su ceño se frunce y repentinamente tengo un cuerpo a mi espalda.
—Buenos días Coraline. — dice Alexander haciendo notar su presencia y los ojos de Cora se abren como puede.
—¿Sigo ebria o Alexander está aquí? — me mira y luego lo mira de regreso confundida. Le resulta raro verlo aquí, pero no es la única.
Abro la boca para responder, pero... —Despídete de tu amiga y camina a tu habitación de inmediato. — el susurro en mi nuca me detiene. —Voy a alimentarte con mi polla.
Dios.
Trago saliva con fuerza y las piernas se me debilitan. —Está aquí— mi voz suena ronca cuando respondo y una sonrisa amenaza con salir de mi boca. Voy a jugar con él un poco como se merece. —Pero ya se va.
Me alejo de él pisando el suelo frio y sonrío caminando a la cocina. Conecto el tostador mordiéndome el labio. Cuando las tostadas salen me recargo en la encimera y veo a la bestia de los ojos verdes aparecer con el torso desnudo, pero ya con los pantalones y las botas puestas.
—Voy a castigarte por eso— me mira serio.
Muerdo mi tostada y sonrío. —Hazlo.
Nos miramos fijamente.
—Adiós Alexander— Cora pasa a su lado arrastrando los pies pesadamente. —La puerta está por ahí— le señala vagamente.
El castaño arquea una ceja y me mira fijamente, pero se ve que mi rubia favorita hoy no quiere una ración de algún Roe. Sé que esto lo pagaré más tarde, pero nada puede compararse con la expresión de Alexander.
—Adiós— le doy una sonrisa y arquea una ceja.
Sabe lo que estoy haciendo. Me quiere alimentar, pero lo dejaré con las ganas.
El rastro de lo que parece ser una sonrisa cruza por su rostro, pero no llega a salir, en cambio se aclara la garganta. —Tu auto está abajo, Ethan lo trajo del taller.
Oh. Cambio radical de conversación.
—Gracias— lo digo enserio —¿Y las facturas que debo pagar? Las de tu camioneta y las de mi Mazda. — me mira como si me hubieran salido dos cabezas y se va por el pasillo en silencio sin responderme.
¿Qué demonios?
—Alexander— lo sigo. —¿Qué pasa con las facturas?
Se coloca la playera inmediatamente y toma su chaqueta. —Corren por mi cuenta— responde sin mirarme.
—No, yo voy a pagar todo— me planto frente a él.
—No está a discusión— baja la cabeza y le da una mordida grande a mi tostada en mi mano. —Adiós nena— baja la boca mi mejilla y desparece por la puerta sin dejarme replicar.
Me quedo con la boca abierta y la tostada en mi mano. Es un maldito imposible y no me dejó disfrutar de mi pequeña victoria por dejarlo duro.
Miro mal la puerta y dejo eso de momento. Voy con Cora que está comiendo una tostada a medias mirando a la nada. —¿Se fue? — asiento. —Bien.
—¿Te sientes mejor? — le toco el hombro y eso la hace reaccionar.
—Perfectamente. ¿Por qué no debería hacerlo? — se levanta y me da una sonrisa que no alcanza sus ojos —Bebí un poco más de la cuenta, pero fue como una noche de chicas y sabes que hoy veré al señor Hilton para el asunto de tu cuadro y después pasaré por la galería para...
Está hablando nerviosamente para evadir el tema en cuestión.
—Cora— la detengo. —No tienes que fingir conmigo.
Su labio inferior tiembla y sus ojos se ponen brillosos. —Voy a estar bien— dice con voz apretada. —Solo fue una sorpresa que Bennett se fuera, eso es todo y no hay más que decir.
Mi pecho se aprieta porque ella se está negando a la verdad. —¿Qué sucedió entre ustedes? Las cosas se veían bien, estaban saliendo.
—Con él todo era tan bueno para ser verdad así que lo terminé ayer— confiesa finalmente y veo su labio temblar otra vez. Oculto mi sorpresa, no me había hablado de eso.
—¿Pero por qué?
Se encoje de hombros. —Iba a suceder tarde o temprano, seguro iba a darse cuenta que no soy para él como él no es para mí, pero puedo lidiar con eso, pasa todo el tiempo y con Bennett Roe no tenía por qué ser diferente.
—Cora— me acerco a ella y la envuelvo en un abrazo. —No digas eso.
—Es la verdad sexy, sabes que nada dura para mí y no quería que me lastimara.
—¿Y ahora?
Suspira. —Ahora está a miles de kilómetros de distancia y yo tengo que seguir porque eso hago, sonreír y continuar— los ojos se le llenan de lágrimas y cada reacción hace que mi pecho duela, pero lo sé de inmediato.
Veo todas las señale en sus ojos y en esa expresión triste que carece de brillo.
—¿Te enamoraste de él?
Las lágrimas se deslizan por sus mejillas y finalmente asiente.
. . .
Después de mi visita a la Dra. Kriss estoy en el último lugar en el que quiero estar. Mi corazón duele por Cora, duele mucho verla sufrir, pero dejarla en la galería perfecta como siempre me dice que más fuerte que yo y que cualquier mujer que haya conocido, justo como mi madre.
Compruebo mi Mazda por las cámaras de seguridad que hay frente a mí y veo al agente aparecer de nuevo.
—Estos son los datos de los que quería hablarle señorita Brown. — me acerca los documentos. —Según la investigación que hicimos Jaden Roberts dejó la ciudad hace dos semanas.
Sacudo la cabeza. —No, eso no es posible. Le digo que él ha estado acosándome desde hace mucho incluso hace solo un par de días estaba en mi edificio, estos datos están mal.
—No señorita Brown, la compañía para la que trabaja nos los confirmó, él se encuentra en Trafford y dados los resultados no podremos ayudarla, su denuncia no procede. — me mira fijamente —A considerado acudir al psicólogo? Las alucinaciones también son producidas por estrés post traumático que se da en ambientes de presión laboral.
Mi respiración se acelera. —¿Perdón? ¿Me está diciendo que estoy loca?
—No lo digo de esa forma, mucha gente tiene a confundir los hechos que ocurren cuando...
—¡No estoy loca! Yo sé lo que vi— palmeo en su escritorio.
—Lo siento, pero eso nadie se lo cree— se levanta y siento eso como una bofetada en la cara.
—¿Qué compañía es a la que hablaron? — mis pensamientos corren a mil por hora.
—Le pido que mantenga la calma.
A la mierda la calma. —¿Qué compañía es? — insisto alzando la voz más de la cuenta — ¿Quién es el dueño?
Mira la hoja que tiene delante. —El señor Sawyer Taylor.
Los ojos se me llenan de lágrimas cuando confirma mis sospechas.
—También está aquí el señor Jaden Roberts, dada su insistencia en la denuncia lo hicimos venir desde Trafford para declarar.
Mi ritmo cardiaco se dispara cuando dice eso. Le hace un gesto a su secretaria quién sale por la puerta y segundos después reaparece con ese enfermo entra vestido de un traje barato y bien peinado, a su lado.
—Buenos días— me da una inclinación de cabeza.
—Es él— me levanto, pero apenas me prestan atención mientras se saludan.
Jaden frunce el ceño y toma asiento donde yo hace unos segundos. —Como se lo dije señor Roberts— comienza el agente —La señorita Brown levantó una denuncia en su contra por acoso. ¿Es cierto que usted la conoce?
—Efectivamente señor, Emma y yo somos grandes amigos.
—No soy nada tuyo maldito enfermo.
—Señorita Brown le pido que mantenga la calma— vuelve a decirme el agente antes de girarse a él— ¿Qué puede decir sobre la denuncia de acoso?
—Eso es imposible señor, mi jefe Sawyer Taylor lo acaba de confirmar, incluso tengo boletos y recibos de pago de restaurantes que lo abalan — comienza a dar una serie de mentiras sobre los lugares en los que ha estado recientemente y la secretaria del agente toma nota de lo que dice.
—¿Procederá la denuncia en mi contra señor? — pregunta cuando termina.
—Todo lo que acaba de decir es mentira, esa mordida que trae en la mano yo se la hice— hablo tratando de ser oída. —¡Él me acorraló!
—Emma ¿Qué pasa contigo? ¿Por qué haces esto? — Jaden trata de acercarse a mi —¿Quieres dinero?
—¿Dinero? — el agente se levanta.
—Si señor. Su condición no es muy buena ahora, pero yo puedo ayudarla sin que tenga necesidad de hacer eso. — mi mano vuela a su jodida mejilla y le asesto una bofetada tan fuerte que me hace arder.
Dos oficiales entran de inmediato para contener el orden. —Eso ha sido suficiente— Jaden tiene la cara volteada con la marca de mis uñas ahí.
Me zafo del agarre del guardia y tomo mi bolso de inmediato.
—Señorita Brown tiene que firmar los documentos que abalan su denuncia como nula— dice el agente a mi espalda.
—Métase sus jodidos documentos por las pelotas— le digo con desprecio y salgo a la calle.
Mis sollozos se hacen incontrolables cuando salgo. Justo cuando pensé que alguien podría ayudarme la vida me da una bofetada, justo como cuando le dije a mi padre lo que Seth me había hecho y como antes me dio la espalda para darle la cara a esos malditos enfermos.
Me dejo caer sobre los escalones de la entrada. Nadie va a ayudarme, nadie puede ayudarme contra Seth. Siento como si me mirara a cada momento. Disfruta hacerlo. Disfruta hacerme saber que está aquí, pero no se acerca.
El juego del gato y el ratón.
Me levanto limpiándome las mejillas bruscamente y entro a mi Mazda con las muñecas temblando. El auto plateado sale del estacionamiento a la par del mio y tomo otra ruta para que no me siga. Conduzco a toda velocidad por la ciudad hasta el edificio más grande que he visto.
Tiene una H y una R en lo alto.
Cruzo la entrada con los hombros caídos perdida en mis pensamientos, ese temblor que solo siento a veces comienza a aparecer. Siento el peso del mundo sobre mí. Soy rival muy pequeño para el poder de mi padre.
—Emma tienes la lista de reuniones del señor Jones en tu escritorio— me dice Alicia cuando paso a su lado. —Esto es para el señor Blake.
Asiento tomando los documentos y sigo caminando, paso por mi oficina sin darme cuanta y sigo por el pasillo. No sé a dónde voy, parece como si mi cuerpo hubiera puesto el piloto automático.
En la entrada del pasillo no está la mujer y paso derecho. Toco la puerta y cuando me dan la señal entro para el abogado de la empresa. No está solo para mi mala suerte. Los ojos verdes me miran desde su lugar.
—Buenos días caballeros— no lo miro, apenas puedo concentrarme en lo que digo. — Este es el contrato de privacidad para Nueva York. El señor Jones quiere que lo revise.
—De acuerdo. Gracias— lo toma amablemente el hombre.
—Emma— su voz me cala los oídos.
—Señor Roe— parpadeo y suelto el folder que no me daba cuenta aun sostenía del otro extremo.
Salgo de mi aturdimiento y camino a la salida. ¿Qué me pasa? El pasillo se ralentiza, parpadeo y camino lejos, pero el cabello pelirrojo de Alesha se me topa en la vista y me bloquea el paso.
Hago intento de pasar a su lado, pero me bloquea el paso. La miro y vuelve a hacerlo.
—Muévete— le digo entre dientes.
—No traes buena pinta ¿No me digas que los medios te atacaron otra vez en la entrada? — se mofa —Seguramente quieres llamar la atención con tus "actos penosos", que patética eres.
—Muévete por favor— le repito y jadeo por aire haciendo que se dé cuenta que algo anda mal conmigo.
—Disfruta tu pequeña burbuja de caramelo, porque no va a durar maldita mujerzuela barata.
Pierdo el equilibrio y trato de pasar otra vez a su lado, igual no me deja hacerlo y yo... Alesha me toma del brazo y me arrastra hacia no sé dónde, pero apenas puedo caminar, ya casi no puedo respirar.
Trato de zafarme de su agarre, pero me es casi imposible.
—Veo que te falta el aire y quiero hacer mi buena obra de caridad— veo su sonrisa y cuando entramos todo está oscuro aquí. Me arranca el bolso de las manos y no le cuesta nada hacerlo.
Aquí no hay aire y eso no está ayudando a mi condición, me hace recordar cuando Seth...
—Lugar para las ratas.
Su sonrisa es todo lo que veo antes que cierre la puerta.
¡Hola sexys!
Capítulo sorpresa (Guiño, guiño)
No diré nada solo que... ¡Esta vaina se prendió!
PD: Síganme en Instagram para vistazos del siguiente capítulo.
Nota personal; No saben cuanto los amo, gracias por creer en mi.
-Karla.
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