CAPÍTULO 35
Alexander.
—Vamos— le digo y con la mano en su espalda baja justo en el hueco de su cintura caminamos hasta mi camioneta situada en medio del estacionamiento de ese abandonado edificio que, aunque pretendía ser de lujo tendrá daños mayores por las balas.
El ruido es ensordecedor y cenizo, me recuerda muchas cosas del pasado, cosas que mientras estoy en mi oficina lujosa olvido, pero nunca puedes perder del todo, el sentido de lo que fuiste o lo que eres.
Ni siquiera me inmuto en preocuparme por el enfrentamiento, tengo todo perfectamente calculado como siempre. Cuando Matt abre la puerta Alesha y yo nos deslizamos dentro y mi celular vibra al mismo tiempo.
—Retirada— le digo a mis hombres a través del aparato que me coloqué en el oído.
—Entendido señor— responden del otro lado.
Dejo sonar el celular mientras me coloco los lentes negros y el motor arranca a toda velocidad. La satisfacción me recorre por completo.
—Logan— respondo finalmente la llamada que entra una y otra vez, con una cara de come mierda que me encantaría pudiera ver.
—Te voy a cazar hijo de perra. — gruñe del otro lado y termina la llamada.
Guardo el teléfono en su lugar despreocupadamente. ¿Creyó que se lo pondría fácil? No es imbécil, sabía que atacaría para que se largara y también sé que va a regresarme el golpe.
—No creo que haya llamado para felicitarte por la compra de sus bares— Alesha me mira desde su lado. —¿Por qué lo hiciste Alexander? ¿Qué ganas con esto? Sabes que iba a irse de todas maneras, siempre es lo mismo. — Cruza las piernas en ese vestido apretado dejándome ver el contorno de sus muslos — Regresa a Londres, jode todo por dinero y luego se va.
Nadie dijo que estoy dispuesto a seguir su patrón de comportamiento todas las veces que él quiera. Menos cuando planeo cosas interesantes para mi beneficio en un futuro no lejano. Llego el momento de arrancar el problema de raíz y evitarme el fastidio de verlo para lo que quiero.
—¿Ahora haces interrogatorios Alesha?
Sabe que no debe cuestionarme sobre nada y aun así lo hace poniéndome molesto, mi anterior enojo después de dejar al jodido idiota con Emma regresa. Condones. La toca y no tendrá parte en donde usar ese látex.
Me paso la mano por la barbilla lentamente conteniendo la oleada de calor que me recorre las venas. Si Alesha no hubiera llamado habría hecho más que solo irme. Sé algo sobre él. No todos son buenos mentirosos como yo.
Pero eso no evita mi enojo porque ella no lo desmiente. Veamos hasta donde es capaz de llevarlo.
—Estuve involucrada, es normal que quiera saberlo.
Me rio sin humor. —Nadie te involucró en esto, te lo recuerdo.
Sabe lo que hace. Lo sabe perfectamente, me está sacando de mis cabales haciéndome preguntas innecesarias.
No la quería involucrada, no uso a terceros para cubrirme, siempre doy la cara y esta vez no fue la excepción, pero insistió tanto con llamada tras llamada que al final accedí. Una característica clásica de Alesha es su persistencia. Siempre consigue lo que quiere.
Ella fue la que llamo en cuanto salí del apartamento de Emma para decirme que tenía a ese cabrón de visita otra vez en su apartamento y lo retendría para mí. Así que fue cuestión de una hora para que Blake armará la estrategia de la compra con el nombre falso para que sus hombres no mataran al administrador de las patentes de los bares antes que consiguiera lo que quería.
No fue algo tan grande, ya lo había estado investigando y cuando descubrí que en esos bares vendía coca al mayoreo no lo pensé dos veces. Solo le arrebaté una pequeña porción de los lugares donde recibe ingresos que buena falta no le han de hacer. Logan no quiere dinero.
Diría que solo actué por estrategia. Pero, no es así. Lugar por lugar. El accidente que provocó en mi hotel de Brent no iba a quedarse sin expiación.
—No lo hago para molestarte querido— Alesha sube su mano por mi brazo —Pero la situación de Logan es peor de lo que pensé, o no habría venido a prender fuego por unos miserables bares que compraste con un nombre falso.
Esa palpitación molesta me regresa el dolor de cabeza y me hace fruncir el ceño. Me aprieto las sienes. Estrés, maldito estrés. Ese cabrón no engaña a nadie y tampoco a ella.
—Solo es una advertencia, si no se va de Londres, no voy a andarme con juegos baratos de quita y toma, también puedo prender fuego.
La camioneta desacelera mientras entramos al estacionamiento del Score.
—No tienes necesidad de hacer eso Alexander, te dije que iba a irse en cuanto cerrara un negocio con unos inversionistas rusos. Él mismo me lo dijo.
—Me importa una mierda lo que haga. No lo quiero cerca, fin de la discusión.
—Lo sé, todo esto te tiene demasiado tenso. — recorre otra vez su mano, esta vez más por mi pecho, pero se detiene cuando la puerta se abre y bajo de inmediato.
—El señor Roe está aquí.
Camino al ascensor escuchando sus pasos venir detrás de mí. Ethan y el otro hombre ya están dentro cuando llegamos al piso.
—Está hecho— dice Ethan.
—Perfecto. — le doy una inclinación de cabeza quitándome los lentes mirando fijamente al otro hombre del que no me preocupo en saber su nombre mientras salen.
—¿Qué fue eso? ¿Qué está hecho? — Alesha viene detrás de mí.
—Ya lo verás— seguimos caminando y entramos en la sala de estar por la planta baja donde abarca casi tres habitaciones.
Presiono el primer botón y el noticiero lanza las luces haciéndome cerrar los ojos para aguantar el brillo de la enorme pantalla. La cintilla de notas al pie del conductor muestra la avenida diecisiete cerca de Southwest.
El lugar del enfrentamiento.
Las luces fosforescentes bicolor de la policía van por todos lados. La imagen es clara, aunque el sonido de las armas no se escuche perfectamente por la voz del presentador y la censura del noticiero.
Alesha mira la imagen con el ceño fruncido y luego me mira fijamente. —Les tendiste una embocada y mandaste a la policía. — arquea una ceja.
—¿Me culpas de esto? Quizá ellos llegaron solos al lugar indicado y Logan tardó en retirar a su gente de ahí.
Me acerco a su espalda lentamente y deslizo mi mano por su cintura y cerca del punto debajo de la cinturilla del vestido.
—Mira bien— acerco mi boca a su oído —Justo ahí— señalo la esquina de la pantalla que queda casi desenfocada de la cámara del presentador.
La gente que está en el enfrentamiento, son simples idiotas que cayeron en la trampa de Logan. Vemos a los hombres encapuchados mantenerse a lo lejos. Los Kray, son los mejores francotiradores, pero no van a enfrentarse con las fuerzas armadas por algo tan simple.
Solo esperan el momento en el que capturen a los demás para atacarlos. Cuando los atrapan, dejan ir la primer bala y matan a los únicos testigos.
—¿Crees que Logan está aquí solo por dinero Alesha?
Gira su cabeza sobre su hombro y me mira. —Eso es lo que dijo.
—Quiere gente unida a él, quiere aliados y sospecho que tú ya sabes que está detrás de ti para contactar a tu padre.
Hace mucho tiempo ella como yo optó por la vida civil, aunque no puedo decir que se alejara del todo de un pasado que se asemeja al mio y al de mi hermano. Su padre es el que la llena de lujos año tras año encargado, de entre muchos negocios sucios, del lavado de dinero.
El resto de lo que tiene está mujer es parte de su inteligencia y la prestigiosa carrera que se ha creado como la mejor arquitecta de Londres, pero no deja de ser hija de un hombre sucio.
—¿Cómo iba a saberlo? Logan es muy buen mentiroso— se hace la inocente poniendo voz mimada, pero no lo es.
—Lo sabes perfectamente o no me habrías llamado hace unas horas.
Su sonrisa se forma sobre el labial rojo que trae puesto. No sigue con su juego de fingir. —Estás en lo correcto. Logan no estaba de visita amistosa en mi apartamento y quise informarte — confirma lo que yo ya sabía —¿Me merezco una compensación especial o debo seducirte? — pregunta con voz ronca.
La giro suavemente mirándola directamente a los ojos.
—Por favor Alesha, no estoy para juegos — su sonrisa desaparece —No sé cuáles sean tus planes, pero anda con cuidado, no juegues de esa forma arriesgada y menos cuando Logan te tiene en la mira.
—¿Estás preocupado por mí?
—Somos buenos amigos, ¿O no?
Asiente, pero hay algo más que sigue sin decirme.
—Lo somos y voy a ser precavida, pero dime ¿Qué vas a hacer cuando Logan te ataque de regreso? Porque digas lo que digas atacaste para vengar el accidente de Brent ¿O me equivoco? — me mira fijamente y de inmediato la suelto. —Esto se convertirá en algo mayor.
Apago el televisor y salgo para tomar un trago. Me acerco a la barra y lleno mi vaso de wiskey escoses hasta la mitad. Sus manos se posan en mi espalda y las desliza suavemente hacia abajo.
—Sigues siendo impulsivo Alexander, pero me gustas más cuando eres analítico.
No respondo solo bebo otro trago y finalmente me quita las manos de encima que desde hace minutos quería fuera.
—Piensa en lo que te dije— su voz me golpea muy cerca del oído—Tengo que irme, alguien me espera en casa para follar.
Deja un beso en mi mejilla muy corto y su mirada trata de buscar la mia, pero no lo consigue y finalmente se va. Lo último que dijo sobre Logan me deja molesto.
Tomo el vaso y me coloco sobre uno de los sillones viendo la ciudad a lo lejos. El alcohol me corta la garganta. Me paso la mano por el cabello perdido en mis pensamientos. Cierro los ojos y respiro hondo por la boca, esa es la misma sensación enfermiza que viene después de tener el mínimo contacto con él.
Sé que puedo darle batalla, mejor de lo que cree, lo he seguido durante un tiempo al igual que él a mí. Incluso debería hacerlo...
Frunzo el ceño y desabrocho a jalones los primeros tres botones de mi camisa y me levanto bruscamente vaciando todo el alcohol de inmediato. ¿Qué coño estoy pensando? No voy a perder los estribos ahora que tengo planes y entrar en una pelea encarnizada con un mafioso como Logan.
Tengo una reputación que mantener. Soy Alexander Roe, un magnate millonario inglés, dueño de una de las cadenas hoteleras más reconocidas internacionalmente.
Me lo gané a pulso, con el sudor de un hijo de perra y con la habilidad de un puto cabrón, el hilo de mi reputación lo sostengo yo.
Me siento de nuevo y miro a la nada durante mucho tiempo. Octavian trae mi comida y la coloca en la terraza antes de quitar de inmediato mi vaso de wiskey.
Miro la bandeja a lo lejos que me recuerda a está mañana. La vi comer sin que me viera, esa jodida tostada de crema batida, siempre hace los mismos soniditos cuando toma el primer bocado.
Su pequeña visita con la Dra. Kriss que me hizo conocer a esa mujer, también me hizo darme cuenta que debe comer más que eso. Debería, pero no lo hace.
Saco mi celular de mi bolsillo y tecleo lo pertinente antes de levantarme. Camino a la terraza con la vista fija en el celular. Cierro las aplicaciones, que veo son los registros antes de cerrarse. pero el último número es la llamada de Logan y con solo verla mi mal humor regresa con más fuerza que antes.
—Llévate todo— le ordeno a Octavian y salgo de ahí.
Voy por el pasillo y me desnudo hasta colocarme los pantalones cortos. El sudor ya me cae por la frente incluso sin haber golpeado el saco justo como está mañana cuando supe que Alesha mentía respecto a la visita de Logan.
Cuando termino de enrollarme la cinta negra en ambas manos. Lanzo el primer golpe para liberar la presión.
La mirada se me pone borrosa un momento, pero vuelvo a cargar. El saco rebota sobre la cadena y doy otro golpe más. No me importa cuántos sean, ¿Desde cuándo el control me ha abandonado así en un solo día?
Miro el pasillo donde esta mañana vi a una mujer semidesnuda con mi camiseta puesta y golpeo otra vez con más fuerza que antes, el tirón de mi miembro lo controlo, lo domino y lo bajo.
Mi instinto animal sale con cada golpe y esos pensamientos posesivos que hay en mi cabeza no hacen más que saltar la vena de mi cuello. Sé algo sobre él. Lo supe la noche de la exposición y también está mañana. Pero ella no lo dice y eso me molesta más.
Mi gruñido me rasga casi la garganta y los nudillos me duelen tanto que ya no siento la presión del saco, pero no dejo de golpearlo. Esto ya no es una liberación de estrés para recuperar el control, es para recuperar la cordura.
—¿Has considerado regresar a ese gimnasio mugriento en Downing Street? Creo que tiene más ambiente que este lugar solitario.
La toalla húmeda me golpea en la espalda con fuerza cuando Bennett me la lanza enrollada. Me seco el sudor de la cara mientras el saco se va deteniendo lentamente. Tomo la botella de agua que me ofrece y me la empino hasta el fondo.
—¿Qué haces aquí cabrón de mierda?
—Es bueno verte también hijo de puta— sonrie cruzado de brazos. El hecho que se vea tan fresco y aliviado levanta mis sospechas.
—¿Y bien? — arqueo una ceja.
—¿No puedo visitarte cuando me place? Además, como sabes mi vuelo a Nueva York se adelantó. No quería irme apresuradamente porque si has observado bien tenemos compañía de lejos.
—¿De qué hablas? — me seco con la toalla otra vez.
—Tengo unos inversionistas rusos que quieren cerrar negocio conmigo en una de las compañías de su país. Mi capital es bueno para comenzar a inyectar a su empresa.
—¿Qué clase de inversionistas son esos?
—De unos viejos amigos— corta de inmediato el tema y levanta mis sospechas —Quería dejar todo en orden, pero si no comienzo con el diseño de los hoteles de Nueva York West B nos tomará ventaja.
—Claro— lo miro fijamente y me sostiene la mirada, sin embargo, no le demuestro ninguna expresión. —¿Y quieres un asado de despedida o una habitación especial antes de tu partida?
Se ríe. —Me encantaría, pero paso de esa romántica de demostrarme tu amor hermano y mejor voy al punto. — Me desenrollo la cinta de las manos con cuidado, el sudor sigue cayendo de mi frente. —Harás algo especial por mí.
—¿Quieres que te enseñe a usar la cosa entre tus piernas correctamente?
Se ríe otra vez echando la cabeza hacia atrás. —Ya tengo practica suficiente con esto— se toca la entre pierna — Y me han dicho que son muy satisfactorios mis métodos— me guiña un ojo— lo que quiero es algo más simple.
Me mira con los labios en línea recta casi como si estuviera conteniendo una risa.
— Si no te la encuentras a oscuras dudo que sepas usarla correctamente con tu rubia — su mirada burlona cae y es mi momento de sonreírle con suficiencia, pero mi mirada se cae como la suya cuando la puerta detrás de él se abre lentamente.
Mierda. Mierda. Mierda.
—Espero que tu buen humor siga así hermanito— sonrie de lado —Kieran ven aquí. — dice Bennett y el jodido golpeteo en mis sienes regresa de nuevo.
Emma.
—¿No has dicho ni una sola palabra en todo el camino Emma? — dice Luke al volante.
—De repente me he vuelto muda— espeto y la risa de Cora unida a la suya no se hace esperar.
Estamos en camino al restaurante al que se suponía iríamos anoche, pero por mi estado de ebriedad me fue imposible asistir. Lo único que mejora mi humor en este momento es recordar a Cora lanzarle la caja de condones a Luke en cuanto cruzo la puerta de nuestro apartamento.
¿De verdad lo llamo sexy depravado? Su cabello largo atado en un moño como siempre le da un toque salvaje, pero no me pone verlo. Además, creí que Cora tenía algo por Bennett. Ahora estoy un poco confundida.
Miro por la ventana mientras conversan y un vago recuerdo de mi viendo la ciudad de la misma forma noche me llega de repente.
Pasamos cerca de una fuente y las luces la iluminan. De repente no veo la fuente, solo veo los ojos de Alexander mientras me sostenía. Parpadeo confundida ¿De verdad lo hice meterse a la fuente?
Al llegar al restaurante pedimos una mesa cercana a la ventana. Disfruto mi pequeño platillo con mejor ánimo, estar con ellos es bueno, disfruto de las bromas de Cora y ahora que lo pienso Luke no me desagrada demasiado, es eso o los últimos meses que no lo vi mejoró su carácter.
—Buenas noches— se acerca un hombre con traje, el único que he visto así hoy.
—Buenas noches— respondemos los tres al unísono.
—Espero que estén disfrutando de su velada— Nos da una sonrisa y detrás de él aparecen tres meseros. —Tenemos una orden especial para ustedes por parte del dueño del restaurante.
—¿Orden especial? — miro asombrada al igual que Cora mientras los meseros colocan las charolas de comida en nuestra mesa.
—Así es— el hombre espera pacientemente a que terminen —Disfruten su comida. — nos da una última sonrisa antes de marcharse.
—¿Y quién es el dueño del restaurante? — Cora mira todo lo que nos han traído.
—Eso mismo quiero saberlo yo— Luke mira de mi lado donde han colocado el platillo más grande y casi siento que mis mejillas queman.
—Sea quien sea, es un sujeto de buenos gustos— Cora se ríe.
El platillo... la comida... este platillo lo he probado antes, una noche atrás. Levanto la mirada y lo busco con la mirada, aunque sé que es imposible que Alexander esté aquí, pero más imposible es el platillo frente a mí y toda está comida con nosotros.
Frunzo el ceño y tomo mis cubiertos. Casi puedo escuchar una palabra flotando en el aire. Come. Llevo el primer bocado a mi boca y recuerdo como me alimentó frente a los publicistas del New Times.
La comida aquí es deliciosa y el restaurante es caro, aunque ahora podemos permitirnos más que eso gracias al dueño del restaurante que quiero pensar es solo un hombre desconocido que regala comida al azar.
Me gusta aquí, es lujoso, pero no hay gente pomposa por todos lados, con vestidos costosos y traje. Solo hay gente normal disfrutando de comida cara. Es simplemente perfecto para nosotros.
—¡Salud! Por el éxito de Coraline Gray y su mentor Luke— levanto la copa de vino dulce y la choco con la de ellos.
Esta vez no hay alcohol para mí, ni lo habrá en mucho tiempo. Me centro en Cora, estoy feliz de poder celebrar este logro con ella que no ha perdido la sonrisa en ningún momento de la noche.
—Me encantaría decir que todo fue un éxito, pero no es así. — hace una mueca reacomodando su cabello rubio.
—¿Por qué?
—Bueno todas las obras fueron vendidas. — se lleva la copa a los labios.
—¿Y eso no es genial?
—No cuando tu cuadro también fue vendido.
Casi me ahogo con la comida en mi boca. Me pongo la servilleta en la boca para evitar toser y mis ojos casi se salen de orbita. —¿Cómo?
—Bueno— suelta una risa nerviosa —Vamos a arreglarlo, ya estamos en ello desde esta mañana. ¿No es así Luke?
—Definitivamente— hace un gesto como de soldado. —Apostamos mi pellejo a que mañana mismo lo tienes de regreso, no pudo ir muy lejos el comprador y soy muy persuasivo. Lo convenceré de regresar la pieza a la galería.
—No sé cómo sentirme al respecto— frunzo el ceño. Cualquier persona tiene ese cuadro, casi... erótico. —Ya fue suficiente impresionante ver mi cara en una exposición con toda esa gente mirándome asombrada y ahora hay un extraño o extraña con mi cuadro a solas.
—Descuida. Tenemos el nombre del comprador y no suena como un viejo verde. — Cora arquea una ceja —Un tal señor Hilton. ¿Suena con clase no?
—Eso espero— me rio nerviosamente y bebo vino dulce para calmar las ansias.
—Me gusta que te lo tomes tan bien.
—No creas que ahora no quiero lanzarte a buscar ese cuadro de inmediato calle por calle, pero es tu cena de celebración, no puedo hacerlo.
Se ríe echando la cabeza hacia atrás y no puedo evitar reírme también. —¿Sabes? tres celebraciones es demasiado bueno, podría acostumbrame a esto.
—¿Tres? Solo has celebrado con Luke y conmigo— me llevo la copa a los labios mientras su rostro baja. Oh. —A menos que hayas tenido una celebración la misma noche de la exposición.
—Bueno, yo no encerré a la zanahoria en un baño, pero voy a decir que se lo merece— me guiña un ojo —Esa es mi chica — dice en voz baja con los labios casi apretados, pero la escucho perfectamente y casi me atraganto con mi vino.
¿Cómo sabe eso? ¿No fue Bennett el que...? Arqueo una ceja hacia ella y disimulo una sonrisa con Luke que no escucha esta pequeña y suave charla.
—Así que tú y Bennett volvieron a la galería para un "asunto importante" cuando todos los asistentes se habían ido. ¿Me pregunto qué será?
Sonrie igual a Luke y espero a escuchar su respuesta, pero su sonrisa desaparece mirando a la ventana. Casi puedo decir que el color de sus mejillas desaparece por lo que ve o la persona a la que ve.
—¿Cora? — Levanto la mirada justo a donde mira y entonces lo veo.
Pantalones grises y una chaqueta. Se quita el gorro de la misma dejando ver su cabello rubio.
—¿Qué pasa? — Luke levanta la mirada, pero desde aquí no ve nada solo la calle transitada.
Cora me toma la mano para que deje de ver a donde ella. Cuando vuelvo a mirar no está, pero ya es demasiado tarde.
—Solo me quedé pensando en la exposición ¿Por qué no nos vamos de aquí? me siento satisfecha, esto es demasiada comida para nosotros.
Asiento y aunque quisiera no puedo comer más de lo que hay en mi plato.
Luke pide la cuenta unos minutos después y cuando vamos de regreso Cora toma mi mano todo el camino. Por un momento cuando salíamos del estacionamiento me parece ver el auto plateado, pero por la poca luz no podría decir si era o no.
—Él estaba ahí, dime que lo viste también— le digo cuando Luke nos deja frente a la puerta de nuestro apartamento.
—Lo vi— responde en voz baja.
—Nos está siguiendo, no sé cómo se escapó del lugar, pero estoy segura que nos sigue. — entramos con cuidado justo en ese momento suena mi celular.
Seth.
—Es él.
—No respondas— lo toma y lo arroja al sofá.
El aire frio de la noche parece haberse quedado en mi cuerpo incluso si aquí dentro la temperatura es mejor. El celular vuelve a sonar, una y otra vez. No va a detenerse.
Cora mira mal el teléfono y rápidamente lo toma. —¿Qué quieres maldito enfermo? — responde con el alta voz activado.
—¿Disfrutaste tu cena conejito? — dice sin responderle a ella, como si supiera que puedo oírlo.
—Vete al demonio— le gruño.
—Veo que tu pequeño accidente no fue suficiente para cambiar tus modales conmigo. Por suerte yo cuidaré tus sueños hasta que quites a está loca rubia y te pongas al teléfono tú misma.
Cora apaga el altavoz y cuando se coloca el teléfono en la oreja. Comienza a llamarlo como lo que es, pero yo sigo pensando en lo que dice. Me acerco lentamente a la ventana y el auto plateado está en la acera.
Está aquí.
Alguien llama a la puerta y cuando Cora se queda en silencio me obligo a apartar la mirada de la ventana.
Con el abrigo largo negro puesto, sus ojos se fijan en los míos, pero solo un segundo.
—Buenas noches Cora ¿Podemos hablar?
Cora mira a Alexander y no sé si apaga el teléfono o solo termina la llamada antes de guardarse mi celular en el bolsillo trasero de su pantalón.
—¿Yo? — lo mira confundida y él asiente. —Ah... Claro, adelante, pasa— lo hace entrar de inmediato.
Alexander me mira, pero aparto la mirada, el auto de la acera ya no está, hay un auto negro y Ethan está fuera junto con otro hombre que no reconozco.
—¿Te ofrezco algo de beber?
—No— se mantiene de pie.
Estoy de sobra aquí, al parecer si tenía algo que hablar con ella después de todo. Me alejo de la ventana y camino entre ellos sintiendo el calor pasar, pero no lo miro.
—Buenas noches Emma.
Le hago un gesto con la mano que lo hace fruncir el ceño, pero no tengo mente para hablar o agradecer por la posibilidad que esa cena haya sido suya, aunque eso es muy poco probable. Salgo por la puerta dejándolos, aunque escucho a Cora venir, pero necesito aire.
Aire.
Camino por el pasillo y voy por las escaleras. Tengo que decirle al hombre de la recepción que no puede dejar entrar a ningún rubio aquí.
No sé qué es lo último que veo cuando una mano me jala por la salida de emergencias y me mete dentro. La mano se presiona contra mi boca cuando el grito sale de improvisto y el horror me invade.
—Vamos a jugar un juego conejito.
Jaden me presiona contra la pared colocando su pecho a mi espalda y su aliento me resuena en el oído.
—Se llama el gato y el ratón. — se ríe —Nosotros te perseguimos y tú corres asustada. ¿Te gusta el juego o quieres que Seth venga a explicártelo personalmente?
Mi cuerpo reacciona de inmediato le muerdo la mano con fuerza y me suelta de inmediato gruñendo una maldición. Pruebo su sangre amarga y salgo azotando la puerta de metal contra la pared resonando en todo el pasillo y corro lejos aprovechando mi pequeña ventaja.
Una mujer mayor en el apartamento del frente con una bolsa en las manos sale corriendo detrás de mí cuando Jaden camina a nosotros y la empuja. Otra mujer que sale del ascensor es la siguiente porque le arrebata su bolso a tirones.
—¡Ayuda! — grita, pero yo no me detengo. Solo hay un pensamiento en mi cabeza. Huir.
—¡Emma! — es el grito de Cora lo que escucho primero mientras voy por el pasillo y es el cuerpo de Alexander con lo que me topo cuando doy la vuelta.
La gente comienza a salir por todos lados o eso es lo que veo mientras busco a Jaden con la mirada, pero el maldito enfermo debió irse por las escaleras de antes.
—¡Un asaltante! — dice la mujer del bolso.
—¡Se fue por ahí!
Alexander mira a su alrededor y me suelta suavemente antes de echarse a correr por donde señalan. Miro a todos y Cora llega corriendo.
—Vámonos de aquí. — caminamos entre el alboroto hasta nuestro apartamento. —Era Jaden, me acorraló en las escaleras...iba a hablar con el dueño de la recepción... lo mordí para que me soltara— jadeo mirando la ventanilla, siento como si mi cuerpo temblara por completo.
Así es como se siente la adrenalina.
—¿Cómo dices?
La puerta suena interrumpiéndonos y un casi jadeante Alexander entra por ella. —Atraparon al hombre, era un vagabundo.
No, no lo era, además estaba bien vestido y traía una chaqueta costosa. Se escapó.
—Está abajo ¿Puedes reconocerlo? — me pregunta directamente.
—No. — respondo tajante y camino a la venta otra vez mirando la acera, solo veo a Ethan.
—Corrías de él, ahora lo tienen los guardias de vigilancia. Debes reconocerlo para que hagan la denuncia pertinente.
—No corría de él, era la mujer a la que le robó, no yo. No quiero ser la que te diga esto, pero no te metas en asuntos ajenos, te daré una ayuda, este es mi edifico, este mi apartamento y no me da la gana bajar a resolver nada que no me incumbe, y si tanto te importa ve y arregla tu asunto con él.
Admito que la última parte fue añadida con toda la intención, aunque no tiene nada que ver con "el asaltante"
Cora carraspea y se pone frente a él. —Entonces Alexander, eh, haré lo que acordamos. ¿No hay más que hablar?
—No.
—En ese caso— me aparto de la ventana. —Conoce la salida señor Roe.
—¿Me estás echando?
—Sí— me cruzo de brazos —Tus servicios de follador no son requeridos en este momento, estoy muy cansada. — hago un gesto de aburrimiento. —Recuerda que no te he llamado para suplir mis necesidades.
Las cejas rubias tirando a castaño de Cora de alzan al mismo tiempo que camino a Alexander.
—Fuera— abro la puerta.
Arquea una ceja, pero la adrenalina no ha desaparecido del todo. Abre la boca, pero me le adelanto hablando.
—No pierdo mi tiempo con historias de asaltantes y tampoco me importan. Si necesitas hablar con Cora, llámala más tarde— le guiño un ojo.
—Valiente— dice entre dientes.
—Error, objetiva, ofreciste tus servicios y justo ahora no los quiero ¿El ego de tus pantalones lo puede soportar? — estoy en mi salsa, aunque igual molesta y aturdida, pero este no es su asunto, lo de Jaden no le incumbe.
—¿Qué veo? ¿Molestia señorita Brown? Pensé que a esta hora estarías acompañada— ladea la cabeza. No es idiota para no saber que recuerdo sus jodidas palabras. —Tenemos partes iguales para estar molestos.
—Tus problemas cuéntaselos a la puerta — le mando un beso y cierro la misma en sus narices.
El carraspeo a mi espalda me hace dejar de mirar mal la puerta. —¿Y eso por qué fue?
—Porque no lo quiero aquí. — me encojo de hombros.
—¿Soy yo o eso fue una pelea de pareja? — acaricia la pecera de Oliver.
Resoplo. —Por Dios Cora no digas tonterías— me saco las botas de un tirón y cierro la puerta con todos los seguros posibles para evitar visitas inesperadas.
—¿Has pensado en lo que te dije?
Después de una pequeña conversación sobre él, le pedí no hablar más del asunto, pero está claro que no va a dejarlo pasar.
—No tengo que pensar nada porque estoy muy cansada ahora y si dices su nombre voy a lanzarte por la ventana y nunca más comerás una tostada especial de Emma.
Se toca el pecho con la mano. —No te atreverías.
—Pruébame.
Se muerde los labios, pero asiente. Me recuesto en el pequeño sofá comprobando que la puerta está cerrada. Ahora que la adrenalina disminuye, es mi cabeza la que piensa en todo tipo de cosas.
—Quieres que llame a Luke para que se quede está noche.
Sacudo la cabeza. —La seguridad del edificio va a estar reforzada por lo del "asalto" — hago comillas con mis dedos —Pero ahora se siente diferente. — me llevo las manos a las pantorrillas y me abrazo a ellas.
—¿El qué? — se sienta a mi lado.
—Jaden— respondo —Cuando me acorraló en el pasillo, tenía miedo, mucho, pero entonces igual que el día del accidente de mi auto, reaccioné y pude correr.
—Emma. Dylan dijo que no hay nada para atraparlo, tu padre limpió su historial, pero esto es diferente, puedes ponerle una orden de alejamiento.
—Sí— asiento —Podemos revisar las cámaras del edificio.
—Entonces haré la llamada para que nos asesoren— saca el celular de sus vaqueros.
—De acuerdo— respondo casi automáticamente y su ceño se frunce.
—¿Qué pasa sexy? Esa mirada no es por Alexander— su ceño se frunce —Jaden... ese idiota... ¿Te tocó?
Sacudo la cabeza.
—Lo único que dijo fue una serie de estupideces antes que lo mordiera, pero no pienso en Jaden, sino en Seth. — me escucha en silencio. —Me sigue, me asecha, pero desde lejos y siento que lo peor será cuando se acerqué.
—Eso nunca lo permitiremos. — se coloca el teléfono en el oído. —Buenas noches, quiero hacer una denuncia.
. . .
El tostador saca mis tan esperadas tostadas crujientes de pan blanco ahora de color café y pongo crema batida sobre ellas, esta vez poniendo un poco de fruta sobre la crema. Suspiro de gusto cuando las pruebo y el duce se extiende por mi lengua.
Hoy me desperté con más actitud que días pasados y fue liberador poner a la policía al tanto del asalto y Jaden. El agente que nos atendió con Cora, se pondrá a trabajar en ello de inmediato y fue como si un peso dejara mis hombros.
No puedo decir que estoy completamente bien, pero dejaré que mi perfil ejecutivo sea el que predomine mi día.
Sabía que en algún punto de mi vida tendría que enfrentarme a mi pasado y quizá está es la prueba de que la Emma que Seth jodió no es la misma que la Emma que dejó Trafford por Londres y con la denuncia se lo compruebo.
Hago una mueca. A veces es más fácil decirlo, que hacerlo.
A lo lejos miro la pantalla con el volumen completamente bajo en la pequeña sala de estar y veo patrullas por todos lados. Le doy otro mordisco a mi tostada y veo a hombres disparar a gente encapuchada mientras el presentador habla.
Debe ser algún asalto grande por la zona o quizá un atraco de maleantes, supongo. Hay demasiado de todo. Armas, balas y gente encapuchada.
—Oh Dios, café caliente, tostadas recién hechas, creo que estoy en el paraíso— suspira el aroma de la mantequilla en el aire —Como te amo sexy— una soñolienta Cora se arrastra hasta la cocina con un frasco de comida para pez en la mano.
—Buenos días a ti también— me rio suavemente y me da una mirada cariñosa.
—El día planea ser frio cuando miré por la ventana, muchas nubes en el cielo, una camioneta conocida en la acera desde anoche, pero por este desayuno el mal clima vale la pena— vuelve a suspirar —Tostadas especiales de Emma, no creo que pudiera vivir sin ellas.
Sigo mirando la pantalla apenas escuchándola. Hay un hombre muerto sobre el suelo. Hago una mueca. Cora aprovecha mi distracción y se roba una de las tostadas mi plato. Se la lleva a la boca, aunque la manoteo para que no lo haga, pero igual se la come.
—Las llaves de mi auto están cerca de la pecera de Oliver— la miro confundida mientras se quita un poco de crema batida de la comisura de la boca —No tienes auto así que lleva el mio al trabajo— se ríe —Solo si puedes.
—¿Y cómo harás para ir a tus asuntos?
—Hoy no tengo asuntos fuera, Luke se encargará de reunirse con el señor Hilton para lo de tu cuadro y si surge algo ya me las arreglaré de cualquier manera. Hay taxis para eso.
Suspiro. —De eso nada, iré en taxi y después llamaré a Ethan para saber que paso con mi bebé, además tengo que ir a la comisaría para firmar algo sobre la demanda.
—Eso tomara mucho para que uses un taxi. ¿Al menos sabes cómo contactar a Ethan? ¿Su número telefónico o algo?
—No.
—Eso pensé— da otro mordisco —¿Te digo cuál es la solución para hablar con el grandote o la descubres sola?
—Hablar con Alexander— termino por ella y asiente. —Quita esa sonrisa de tu rostro Cora, lo que sea que dijiste no pasará y...— me mira con una sonrisa ladeada que me hace pensar en muchas cosas que no debería pensar justo ahora —Y ya tengo que irme al trabajo.
—Adelante no te detengo, huye de aquí, pero después de lo que vi por la ventana habrás deseado salir con las llaves de mi auto al menos para aparentar que irías en él.
—¿De qué estás hablando? — tomo mi bolso y me coloco el abrigo.
—Oh, de nada, no me hagas caso, aún sigo dormida— me lanza un beso y bosteza al mismo tiempo. Verla así da ternura a veces.
—Te veré después.
Salgo por la puerta del ascensor mirando la recepción por todos lados, aunque traigo la mirada seria y ya alguien ocupándose del caso, sé que no puedo bajar la guardia respecto a Seth, aún más cuando siento un escalofrío en la espalda.
Lo único bueno de vivir aquí es que conseguir un taxi a la salida es más fácil que en otros lugares.
En cuanto cruzo la salida de mi edificio tres camionetas se posan al frente sobresaltándome. Me quedo de pie mientras un hombre de traje negro con lentes negros sale de la camioneta de en medio y camina hasta a mí.
—Buenos días Emma— dice —Tu auto sigue en reparación y casualmente estaba por el rumbo y ambos vamos al mismo lugar— no le veo los ojos, pero eso no evita que sienta la intensidad de su mirada.
¡Cora! Ahora entiendo sus bromas para nada soñolientas y Alexander es un idiota si piensa que voy a tragarme su cuento de estaba por la zona como al inicio de conocernos. Él estaba aquí con toda la intención, pero ¿Por qué?
—Me informaron que el asalto se solucionó.
—Lo hizo— le confirmo.
—Entonces ¿Te llevo?
Anoche lo eché de mi casa y ahora se muestra amable. Claro que no.
—No es necesario. Estaba por tomar un taxi. Buenos días señor Roe.
Paso a su lado sin mirarlo en absoluto. Mi abrigo se mueve y a lo lejos veo la camioneta del agente con el que hablamos anoche. Debe estar inspeccionando la zona.
—De acuerdo tomemos un taxi— oigo a mi espalda y alguien cierra la puerta de su camioneta. Un segundo después tengo a Alexander a mi espalda.
—¿Seguir personas es otro de los servicios que ofreces? — no me detengo por la acera, además dudo que se suba a un taxi teniendo tres monstruos negros de lujo en sus narices.
Le toma unos segundos responder y no sé si es por lo que dije, pero cuando habla me cambia el tema por completo.
—Te recuerdo que tuviste un accidente y te he visto hacer locura y media a mitad de la carretera. Nada me asegura que ya estás cuerda para viajar sola otra vez.
Me rio de pura ironía. —Descuide, no estoy ebria en este momento.
—No debiste beber de ese modo en primer lugar, siempre bebes hasta el tope— la sonrisa que tiene desaparece.
Oh no, no pienso volver a eso. Está loco si cree que soy su maldito problema.
—Como digas papi— digo con chulería y ruedo los ojos ya que ni al hombre desagradable que es mi padre le di alguna vez explicaciones de nada. —Y dígame ¿Desde cuándo sigue a sus empleados de esa forma señor Roe?
Lo miro y no sé de sus ojos, pero la cabeza apunta a que tiene la vista fija en mi boca.
—Volvemos al punto de partida entonces— sonríe de lado, aunque su voz suena un poco más ronca de lo habitual —Perfecto señorita Brown. Hagámoslo de ese modo.
—La verdadera pregunta es ¿Qué haces aquí? No he solicitado tus servicios folladores está mañana ¿o sí?
Si no conociera a Alexander Roe diría que su mandíbula casi se desencaja, pero no me detengo. Camino un par de pasos a él cuando terminamos hombro a hombro.
—Esta vez sí estuve atendida, solo para que sepas— digo en voz baja.
De reojo lo veo tensarse. A veces ser borde se siente bien, pero no debería acostumbrarme a esa arma de autodefensa o podría ser peligroso.
No dice nada, solo se mantiene en silencio. Resoplo. No hay duda que solo vino a fastidiarme el día como en los viejos tiempos.
—¡Taxi! — Levanto la mano al auto negro compacto con un letrero amarillo sobre el capote y se detiene frente a la acera.
Abro la puerta y me deslizo por el asiento cuando... inmediatamente otro cuerpo entra detrás del mio con más dificultad por la altura, pero lo consigue bajando toda su cabeza y cierra la puerta. Me quedo con las manos arriba procesando que Alexander entra detrás de mí, sus rodillas se doblan casi por completo y no hay mucho que evite que su cabeza se golpee con el techo.
Me mira serio mientras se coloca el cinturón de seguridad. Le regreso la mirada de la misma forma.
—¿A dónde los llevo? — pregunta el conductor.
—El cede de Hilton &Roe— responde por mí.
—¿Qué estás haciendo? — recupero mi voz cuando el taxi se pone en marcha.
—Es lunes por la mañana, estoy yendo al trabajo para arreglar asuntos importantes ¿Y tú? — aparta la mirada de la ventana y se inclina a mí.
El olor masculino a menta me llena los sentidos mientras veo su ceño fruncido debajo de los lentes negros cuando me coloca el cinturón.
—Cambia esa expresión es un camino largo.
Hijo de...aprieto mis manos en puños aguantando las ganas de darle un puñetazo en la cara. Ese sentimiento de pegarle se siente familiar por alguna razón...
Pero no voy a montar un espectáculo con el conductor a la mitad de la carretera, ya tuve suficiente de asuntos viales de por vida. En un inicio cuando comencé a trabajar en su empresa pensé que tenía una fascinación por tocarme las pelotas y sacarme de quicio, ahora no solo lo pienso si no que lo confirmo.
Por el retrovisor alcanzo a ver que las camionetas negras nos siguen, esto es ridículo.
El camino se mantiene en silencio, pero no puedo ignorar tenerlo cerca y pensar qué demonios hace un hombre millonario de miles de autos y de casi dos metros metido en un taxi a mi lado.
—¿Resolviste tu problema en el paraíso? — pregunta en voz baja. No le respondo, solo debo ignorarlo, pero no puedo, siento sus ojos clavados en mí.
—Sí, lo resolví.
—Eres mala mintiendo— dice en voz baja, tan baja que tal vez no lo haya dicho.
—¿Qué? — lo miro, pero él no a mí. No responde, no lo dijo.
No quiero ir ahí, no quiero ir ahí, pero. ¿Qué demonios hace aquí?
—Maldito acosador. — gruño entre dientes y le doy la espalda como puedo.
—Gruñona. — escucho muy en bajo.
—¿Perdona?
—¿Si? — se hace el inocente
—¿Qué es lo que dijiste? — lo encaro.
—Yo nada ¿Y tú?
Si se pudiera morir instantemente por frustración. Estarían recibiendo mi cadáver en la morgue en este momento.
—¿Ahora recuperaste el hábito de fastidiarme el día?
Sonríe de lado sin molestarse en responderme y me muerdo los labios para no seguir hablándole. Lo miro de reojo y tiene la vista fija en la ventana solo que lo poco que veo de su ceño se frunce otra vez cuando el taxi se va deteniendo poco a poco a la entrada.
—Aquí tiene— extiendo dos billetes grandes para el hombre, pero de inmediato la mano de Alexander extiende como un pequeño fajo de billetes que es ridículamente demasiado para el viaje.
Lo miro mal y quito mi mano, que gaste su dinero si eso quiere. Me preparo para salir, pero una mano me detiene antes que abra la puerta.
—Avance de inmediato— le Alexander dice al conductor.
—¿Qué? — me zafo de su agarre ¿Y ahora que pretende? —Alto amigo— el hombre me hace caso —Primero voy a salir del vehículo y si este sujeto quiere darle la vuelta a todo Londres podrá llevarlo.
Salgo de inmediato sin esperar respuesta y es cuestión de cinco segundos cuando un hombre me mira a lo lejos y comienza a correr hacia mí. Frunzo el ceño mirando al extraño a lo lejos. Un segundo más y estoy rodeada de personas contra el taxi.
Mi respiración se atasca cuando el primer flash se dispara cegándome y luego otro más.
—Es ella— dicen.
Lo peor de todo no son sus cámaras sino es que se comienzan a agolpar sobre mí golpeándome mientras se abren paso para capturar mi cara. Hago una mueca cuando un hombre me golpea con fuerza el brazo con su hombro.
—Suéltame— me jalonea de una mujer que trata de arrástreme hacia su cámara.
Escucho una puerta abrirse de inmediato, pero no veo más que los locos que están aquí. El cuerpo robusto de traje negro me quita de encima a los locos bruscamente.
—No la toquen— es la voz de Alexander y el tono molesto me hace dar un sobresalto y se pone frente a mí para evitar que alguien me toque.
Segundos después tenemos una fila de hombres de negro que comienza a apartarlos también.
¿De dónde salieron estos locos? Miro el logotipo de las cámaras de West B y lo reconozco de inmediato. Es nuestra empresa contrincante.
—Vamos— la mano de Alexander envuelve la mia y me arrastra dentro por el espacio que dejan libre los hombres.
Siento el golpeteo de mi corazón retumbar contra mi pecho mientras lo tomo con fuerza de la mano dejando que me guie.
—¡Señor Roe! ¡Muéstrenos a su acompañante!
—¿Es cierto que es su presentadora de sus nuevos hoteles en Birmingham? — eso me hace tensar la espalda. ¿Cómo saben eso? ¿De dónde sacaron esa información?
—Cuidado— desacelera sus pasos por mí.
—¡Unas palabras señor Roe! — escucho como gritan, pero Alexander ni los mira, mantiene la vista fija al frente y me lleva dentro.
Cruzamos la entrada y nos guía por el pasillo, está tenso. Él tampoco debe saber que pasó ahí fuera ¿O sí? Su asistente nos ve y de inmediato se acerca con la mirada fruncida, debe conocer por experiencia esa expresión que trae Alexander.
—Quiero a Christopher Jones en mi oficina ahora— lo dice casi entre dientes sin soltarme, usa ese mismo tono de voz de afuera y la mujer de inmediato desaparece.
Las miradas que estamos atrayendo son demasiadas, pero basta que él levante la cabeza para que los demás aparten de inmediato sus ojos curiosos.
—¿Esto... es por el beso de la exposición? — digo siguiéndole el paso y cuando me doy cuanta estamos en el pasillo de su oficina.
No me responde solo lo veo apretar la mandíbula, no me lleva con demasiada prisa y silenciosamente lo agradezco, el golpe en mi hombro todavía me duele. Abre la puerta de su oficina y una mata de cabello rojo llena su silla.
—Buenos días querido— la sonrisa de Alesha es de suficiencia cuando se reclina en su silla con las piernas cruzadas. Arpía. —Vi a la prensa cerca de la entrada, es un verdadero fastidio lidiar con ellos.
Verla me dan ganas de lanzarla a los periodistas de afuera para que le quiten esa mirada de suficiencia de la cara.
Espero que Alexander finalmente me suelte, pero no lo hace. Su mano se mueve por mi espalda baja y me hace entrar pegándome a su lado. Cuando lo hago, la mirada de la pelirroja se posa en esa parte unida de nuestras manos.
—¿Qué haces aquí? — le dice tajante.
—Estaba esperándote, hace solo un par de minutos que entré. Necesitamos hablar de algo urgente. — se levanta y reacomoda su vestido corto.
—Tengo un asunto importante, hablaremos después— se quita los lentes negros y le señala la puerta con la cabeza. Se gira hacia mí y me ayuda a quitarme el abrigo.
Lo ayudo quitándomelo por los hombros. Cuando termina me examina rápidamente.
—¿Estás bien?
Asiento lentamente.
—Como digas— Alesha se levanta y camina a mi lado mientras él deja nuestras cosas sobre su escritorio —Pero solo hice lo que pediste— dice en voz baja.
—¿Qué dijiste? — me vuelvo hacia ella.
—Lo que oíste— sonríe y se gira a él— Alexander no sé qué pasó ahí fuera, pero llamar la atención es bueno para promocionarnos ahora que nuestro negocio de Birmingham está cerca.
Cuando Alexander vuelve frente a mí tiene el ceño fruncido y eso es suficiente para que sus pies se mueven más de prisa a la salida y se pierde por la puerta.
—Muéstrame el golpe— dice con el ceño fruncido en cuanto la puerta se cierra.
—Fue pequeño— me agarro el hombro aun aturdida.
—Jodidos idiotas.
Me toca el hombro con cuidado y mientras lo hace las palabras de esa mujer se repiten en mi cabeza. Él no la contradijo.
—Tú lo hiciste — me zafo de su agarre. Todo comienza a tomar sentido en mi cabeza.
—¿Qué?
—Tú, los trajiste aquí, las cámaras, la gente, por eso me querías en tu camioneta está mañana, sabías que no estaban esperando— no puedo creerlo, lo peor es que ahora no bastará el beso en la exposición, ahora tienen más de donde sacar.
Por eso no quiso negociar con New Times, por eso me hizo entrar de su mano. Quiere levantar chismorreos para darnos publicidad. La rabia crece dentro de mí.
—No traje a nadie aquí, para qué demonios los querría en mi maldita puerta.
—Eso respóndetelo tú mismo ¿Quieres usarme como tu conejillo de indias? — lo golpeo en el pecho con el dedo —Antes eras un imbécil, pero ahora eres despreciable.
Me giro para irme, pero cuando abro la puerta coloca una mano para cerrarla. —¿De qué estás hablando?
—Déjame ir.
—No hasta que expliques lo que acabas de decir.
—¡Hablo de ti! — me vuelvo y lo señalo con el dedo. —¿Viste lo que había ahí fuera?
—Christopher vendrá a arreglarlo, tu rostro no saldrá en ningún artículo como me lo pediste.
—¿Cuándo te pedí eso?
—Cuando estabas ebria. — dice tajante — Hablé con Christopher para quitarte de en medio del escándalo.
Más chismorreos por todos lados. Ahora con mi jefe. Las palabras de Seth cuando me habló del artículo, las palabras de las mujeres en el baño, las palabras de la propia Alesha.
Agarro la manija para salir.
—Emma— trata de hablar, pero ya tuve suficiente de todo, de todo.
—Te culparía— lo miro fijamente —Pero todo fue mi maldito error, nunca debí aceptar el acuerdo casual contigo, me jodiste con eso — veo su rostro cambiar con esas palabras —Tu puta barata que duerme con dos acaba de dimitir, así que termina con tu jueguito de una buena vez sea cuál sea.
Salgo por la puerta apretando las manos en puños. Veo a Alicia mirarme con los ojos entornados, todos aquí debieron ver a la gente a la entrada.
Entro a mi oficina y hay alguien caminando detrás de mí. —Te juro por Dios Emma que si te vuelves a llamar puta en mi presencia...
—Me importan una mierda tus advertencias — lo corto antes que termine —¿Qué ganas usándome como tu imagen?
Se jala el cabello exasperado y camina hasta el otro extremo. Coloca las manos sobre el mueble y se queda mirando la pared al otro extremo. Su respiración pesada se escucha en toda la habitación. Está buscando clamarse.
Mi rostro en todos lados otra vez, Seth viéndolo... Salgo de ahí y busco clamarme también. La gente me mira por el pasillo a excepción de otros.
—Que miran— Alicia los interrumpe y siguen su camino. —Ven aquí— me lleva al baño.
—Había periodistas por todos lados— respiro hondo.
—Lo sé, he tratado de localizar al señor Jones, pero ya era demasiado tarde para alejarlos.
—Hablamos con esa compañía, teníamos un acuerdo con ellos para que no se filtrara la noticia del beso en la exposición y aun así aparecieron aquí.
—Emma, el señor Jones hizo llamadas pertinentes, en tu historial vi que adjuntaste más números, ambos limpiaron casi todos los medios.
Fue Alexander. Lo sé. —¿No vas chismorrear como todos?
Se acerca a mí. —En una firma como está siempre estás expuesta de esta manera, estamos en el ojo de todo el mundo. Solo que estar con el dueño es un nivel superior.
—Todos hablaran de mi ¿Cierto? — suspiro. Eso era lo que quería evitarme desde un inicio cuando comenzamos el acuerdo casual.
—Que te importe una mierda lo que los demás piensen. — levanta la barbilla y nunca la había escuchado soltar una palabrota. —¿Quiénes son ellos para juzgarte?
No hablé de esto ni con Cora porque de alguna manera no quería pensarlo. Me reclino en el lavabo. —Me llamaron arribista en la exposición después del beso.
—No lo eres, esas mujeres solo hablan por el reflejo de sus propias vidas, y yo... no voy a preguntarte cuanto tiempo llevas con esto del... señor Roe, pero en ningún momento te vi dejar tu trabajo, el hecho de que estés saliendo con un millonario no te hizo tomarte libertades o beneficios.
—Gracias Alicia— suspiro, aunque no le aclaro que no salgo con él, nadie podría salir con él —Hablar me hizo bien, ahora necesitamos arreglar lo que sucedió ahí afuera.
—Lo haremos— me guiña un ojo y saca un pequeño donut de su bolsillo. —Sé que no es un buen lugar para darte comida, pero algo dulce siempre mejora el ánimo.
Lo tomo con cuidado y le doy el primer mordisco. Cuando salimos la mujer pelirroja camina por el pasillo contrario y nos mira con una sonrisa.
Me duele el hombro todavía cuando dejo a Alicia en su lugar y regreso a mi oficina esperando resolver este desastre. Cuando cierro la puerta veo la espalda del hombre que dejé aquí, no se ha movido de su lugar.
Echarlo no servirá de nada, está oficina y todo el jodido edificio es suyo. Ya estoy cansada de esto, la que se va soy yo. Tomo mis cosas recolocándolas para ir a la oficina de mi jefe cuando un par de golpes resuenan y la cabeza de Adam entra sin que diga nada.
—Hola— se ve serio.
—Hola Adam.
—Vengo del pasillo y escuché varias cosas interesantes. Lo hiciste de nuevo, apareciste con Alexander Roe, pero esta vez todos lo vieron y no se va a poder ocultar el hecho como ese beso en la exposición.
—¿A eso viniste?
—No pretendía decirlo así— se disculpa y asiento —El señor Jones ya está en su oficina.
—Estoy en camino a verlo— la espalda trajeada al otro extremo se tensa.
Adam se cruza de brazos. —Otro problema que arreglar en lo que a ti se refiere.
—Es el ultimo.
—No lo creo— entrecierra los ojos. —Pero tengo buenos contactos con la gente para la que trabajan esos periodistas y puedo arreglarlo.
El tono en el que lo dice no me gusta demasiado. —Perfecto, hablaremos juntos con el señor Jones.
—No estoy seguro que quiero compartir esa información con él.
—¿De qué hablas? — dejo mis cosas sobre mi escritorio y lo miro fijamente. Alexander no se ha movido de su lugar y Adam no lo ha visto todavía.
—Emma está claro que alguien mandó a los medios a la entrada. Arreglémoslo de inmediato, pero juntos. — arquea una ceja reacomodándose la camisa azul que trae y hace juego con el color de sus ojos — Solo tú y yo.
¿De qué demonios habla? —De acuerdo ¿Qué sugieres?
—Algo que nos va a gustar a ambos — camina un paso —Te he estado observando todo este tiempo, aunque no lo creas, y sé que Alexander Roe solo quiere follarte, sin embargo, conmigo no sería así.
Abro la boca y es cuando el hombre castaño que estaba reclinado se mueve.
—¿Qué? — miro a Adam, el chico que hace unas horas estaba pidiéndome disculpas casi de rodillas.
—Quiero ser claro como siempre. Para nadie es un secreto lo puta que eres Emma. — avanza hacia mí —Los medios se calmaran con mis contactos, pero copera un poco conmigo. Sé más amigable y cariñosa que aun no te perdono ese beso en la exposición.
Alexander camina de nuevo al frente con la mirada desencajada y Adam finalmente lo ve.
—¿Qué dijiste hijo de perra? — se lanza contra él de inmediato y le encesta el primer puñetazo en la nariz.
Doy un sobresalto hacia atrás. Oh Dios. La cara de Adam enrojece y su cuerpo se azota contra el piso. En dos zancadas Alexander lo tiene por las solapas de la camisa levantado asestándole el siguiente.
—Vuélvela a llamar así y te jodo la puta vida— le encesta otro puñetazo sobre la boca.
Esa mirada asesina no se compara con nada, pero lo peor de todo es que Adam le regresa el golpe y otro más. Eso no hace más que encenderlo. Cuando Adam quiere golpearlo de nuevo, lo para en seco y la sangre no se hace esperar y... ¡Jesús!
Mi aturdimiento por las palabras de Adam se va cuando Alexander lo acorrala y se deja ir con fuerza.
—¡Alexander! — voy a su espalda corriendo cuando le encesta el tercero y dejo de contar con el siguiente. —¡Alexander! ¡Detente!
Adam fue un idiota al decirme todo eso y se merece eso, pero Alexander no le da tregua.
La puerta se abre y Erick entra de inmediato con la mirada confundida, quizá escuchó el alboroto.
—¡Coño! — gruñe y rápidamente lo toma por los hombros, pero Alexander se lo quita de encima con facilidad y sigue sobre Adam hasta que es Bennett el que entra apresuradamente y con Erick se lo quitan de encima.
Me coloco frente a Adam que está jodido, realmente jodido, tiene parte de la cara ensangrentada y si no fuera porque lo que dijo y por los golpes que le asesto a Alexander sentiría pena por él.
Se apoya del hombro de Erick mientras Alexander con solo una cortada en la boca nos mira jadeando, vuelve a avanzar hacia él con toda la intención de atacarlo de nuevo marcada en su expresión y lo golpeo en el pecho dejando mi palma sobre su torso.
Clava su mirada en mí y su pecho se alza una y otra vez, pero de detiene.
—Saca a este perro de aquí— le bufa a Erick o a Bennett respirando por la nariz sin dejar de mirarme.
Erick hace lo pertinente. Adam camina inestable, pero con el ceño fruncido.
Bennett deja que Erick lo lleve y se acerca a mí. — ¿Estás bien?
— Sí. — asiento.
—Vamos— me toma del brazo y casi escucho a Alexander rugir.
—Te sigo en momento. Solo me quedaré un segundo más.
Muy a su pesar asiente. Levanta uno de los objetos caídos por la riña y lo reacomoda en su lugar. Antes de irse mira a su hermano y siento la intensidad de ambas miradas en mi propio cuerpo.
Cuando la puerta se cierra el cuerpo de Alexander sigue sin moverse. No dejo de mirarlo, aparta la mirada de la puerta y la clava en mí. La cortada de su boca es profunda y tiene rastros de sangre por su barbilla.
Miro el lugar donde tenía a Adam en el piso y jadeo. Está a mi espalda, pero aun siento su cuerpo temblar, ni siquiera sé como consigue seguir prefecto en su traje.
De repente toca el interfono de mi teléfono fijo. —Quiero a todos mis ejecutivos arriba ahora.
No sé a quién se lo dice, pero cuando aparta la mano de ahí vuelve a mirarme.
—¿Te volviste loco? — lo miro mal y respira con dificultad. —Casi lo matas.
—Nadie te llama de esa forma nena. — su voz y la fiereza con la que salen sus palabras no cambia. —Nadie.
Mi pecho se alza con esa última palabra y su rostro registra la reacción inmediata de mi cuerpo, por eso me mantengo seria.
Carraspeo tomando el control de mi cuerpo. —Ahora me conseguiste más que un pequeño problema con él. — necesito desviar la atención de mis pensamientos y la reacción de mis emociones a otra cosa. Molestarlo... cabrearlo.
—¿Cuánto más vas a seguir mintiendo? — avanza hacia mí lentamente y el bulto que comienza a levantarse en su entrepierna hace que una punzada me dé justo en el sexo.
El sudor de los golpes le pega el cabello a la frente y me recuerda la imagen de su torso sudado en su gimnasio. Además acaba de defenderme y... Joder ¿Qué estoy pensando?
—¿De qué estás hablando? — mi pecho se alza otra vez.
—¿Cuánto más crees que me voy a tragar esa mentira de que te follaste a ese hijo de perra?
Arquea una ceja y yo... me quedo en blanco. No, de ninguna manera, él no lo sabe. Lo que dice... lo que hace... de ninguna jodida manera él lo sabe.
—¿Es lo que te dice tu ego todas las noches? — me cruzo de brazos ignorando su cercanía. —¿Que el mundo gira a tu alrededor y que nadie puede desear a otro que no seas tú? Abre los ojos de una buena vez.
En dos zancadas esta frente a mí y me levanta la barbilla con una mano. Siento como su cuerpo tiembla todavía por la fuerza descargada.
—Entonces dilo— su aliento me golpea en la cara y respiro con dificultad. —Di que te lo follaste.
Trago saliva con fuerza. —Me lo follé.
Su mandíbula se aprieta y me hace retroceder un paso. —Di que rompiste el acuerdo de exclusividad en Birmingham.
—Rompí el acuerdo de exclusividad en Birmingham— jadeo mientras se me tensan los pezones contra mi sujetador.
Me hace retroceder otro paso más y luego otro hasta que me topo con el borde de algo como mi escritorio. Siento mi sexo humedecerse al verlo así, tan molesto, tan caliente.
—Di que te ha follado antes y después que yo lo hiciera.
Me cuesta mantenerle la mirada, me está mirado con demasiada intensidad y no deja de respirar bruscamente. El único contacto que hay entre nosotros es su mano en mi barbilla, pero incluso ese simple contacto es suficiente para hacer que un calor me recorra el cuerpo.
—Me folló antes y después que tú lo hicieras.
Su mandíbula está más apretada que antes, los huesos alrededor se marcan perfectamente. Aparta la mano de mi barbilla, pero solo para tomarme de los muslos y colocar mi trasero sobre la mesa. El movimiento es tan repentino que me desestabiliza.
Me sube la tela de la falda y me abre las piernas rápidamente antes de colocarse entre ellas cuando se me planta de frente con la mirada asesina y los ojos verdes como dagas.
—No te creo.
Dejo de respirar cuando baja la boca a la mia y me atrapa contra el escritorio.
Ambos soltamos un gemido sonoro.
Forcejeo contra él, pero no deja de mover los labios contra los míos. Abro la boca dejando que su lengua entre, pero no lo hago para besarlo. Mis dientes atrapan su labio y cierro con fuerza al lado de su herida.
Arruga la frente mininamente incluso cuando puedo probar el sabor de su sangre, pero no se detiene.
—Salvaje— dice tomando mis muñecas para que no lo aparté.
Vuelvo a morder otra vez y el gruñido excitado que ahoga en mi boca me hace jadear y la humedad en mi sexo se hace más... Le gusta.
Masoquista.
Su mano se enreda en mi cabello mientras ambos nos comemos con ganas y el beso se hace más intenso y desesperado.
Los dos jadeamos por un poco de aire, pero ninguno se detiene y finalmente lo jalo por las solapas del traje y enredo mi lengua contra la suya.
Le quito el saco de un solo tirón y voy por los botones de su camisa. Quiero tocarlo, necesito contacto.
Su mano derecha sube el resto del borde de mi falda hasta mi cintura y me abre más las piernas. Su erección se me clava de inmediato con mis bragas de por medio y mi humedad moja su pantalón. Gimo otra vez y acompaño el movimiento de su cadera.
Por Dios bendito. Está más duro de lo que lo he sentido otras veces.
—Ya estás mojada para mí. — baja la mano ahí donde nos estamos frotando y la mete dentro de mis bragas de encaje para palpar mi sexo y bañarse los dedos. —Tan húmeda nena.
Gimo al escucharlo llamarme así y con mi mano enterrada en su cabello no dejo que aleje la boca de la mia. Mi cuerpo quema por completo, siento la sangre caliente correr por mis mejillas y en mi sexo.
—Alex...Alexander— gimoteo al ritmo del movimiento de sus dedos.
Saca las manos de mis bragas y me abre de un tirón la blusa y dejando mis pechos a la vista. Su mirada se fija en ellos codiciosamente.
—Sácame la polla que quieres dentro— ordena y entierra su cabeza en el hueco de mi cuello.
Lo siento succionar mi piel y de inmediato voy por su bragueta. No me aguanto las ganas de frotarlo y apretarlo por encima de la tela y me muerde gruñendo.
Le saco el miembro palpitante ansiosa y cuando lo libero me quita las bragas por las piernas.
Espero por la deliciosa penetración, pero se detiene.
Esto es el pecado que nos hemos creado, la tentación a la que ninguno de los dos podemos huir.
Con una mano se toma el miembro y con la otra me toma la barbilla para que lo mire fijamente a los ojos. Está respirando bruscamente levantando su musculoso pecho una y otra vez. Se ve cabreado, molesto y caliente...
—Desde ahora este coño es solo mio Emma— gruñe mirándome fijamente me penetra de una sola estocada.
El grito que sale de mi boca lo ahoga con su mano y sale rápidamente y vuelve a entrar.
Gruño cerrando los ojos aguantando la punzada de placer. Piel contra piel. Cuando vuelve a entrar le clavo las uñas en la espalda sintiendo sus músculos tensarse.
—Tan malditamente apretada... Me encanta— jadea y me toma del trasero para acércame a sus penetraciones.
Gimo descontroladamente sintiendo su rudeza. Su nombre es todo lo que digo y... ¡Mierda! ¡Estamos en mi jodida oficina!
—Alexander— sale un gemido y gruñe al escucharme. —Alexander, estamos en...— baja la boca a la mia y me besa con fiereza ahogando lo que iba a decir y dejando solo gritos ahogados mientras mis pechos rebotan contra su torso y su miembro... me roza el útero... está muy profundo.
Cuando se separa muerdo mi labio inferior, aunque él no hace nada para controlar sus gruñidos ni jadeos.
La cortada en su boca me hace fruncir el ceño y desearlo más al mismo tiempo.
—Lo controla muy bien señorita Brown— mira mi labio entre mis dientes —Pero quiero oír mi nombre mientras follo este coño.
Niego con la cabeza y me saltan las lágrimas de placer cuando aumenta la velocidad. Me embiste sin piedad. Me agarro a su culo de piedra y la acerco más a mí. Gruñe en mi boca y me me bendice con una rotación de caderas.
—Mira lo duro que me tienes Emma— me susurra en el oído y me amasa los pechos. —Solo tú pones así de dura mi polla nena.
Me muerdo el labio con más fuerza, haciéndome daño. Joder. Joder. Lo miro mal y su mirada excitada me dice que otra vez provoqué un efecto diferente.
Me levanta sin salirse de mí y me empotra contra la pared más cercana chocando mi espalda cuando me embiste. Mis tacones se le clavan en la parte trasera del torso.
—¡Oh Dios Alexander! — me golpeo la cabeza contra la pared gritando sin importarme que alguien escuche y me corro ruidosamente.
Alexander.
Estoy loco de rabia, pero malditamente duro por esta mujer que aprieta mi polla mientras se corre con mi nombre en esa seductora boca. La penetro con más fuerza que antes y la presión se carga en mi espina dorsal y en mis bolas.
Jadea mirándome con esos putos ojos avellana que me matan y cuando me jala para besarme aprieto su regodeado trasero y dejo ir mi corrida caliente dentro de ella.
Mia.
Solo Mia.
Gruño su nombre y me libero haciéndola gemir otra vez, con esos soniditos lo único que logra es dejarme duro. Enreda su lengua con la mia mientras nuestras respiraciones se calman y mi semen se derrama.
Cuando termino la cargo de regreso al escritorio.
Envuelve sus piernas en mi cintura y besa delicadamente la puta herida que me escuece la boca. Quiero tenerla otra vez. ¿Cómo mierda puedo tenerle tantas malditas ganas? Pero aún hay algo que hacer.
—Vamos— salgo de su interior y sus ojos se entornan.
—¿A dónde?
Se abotona la blusa mientras reacomodo mi miembro sin dejar de pasar mi codiciosa mirada por ella. Sus mejillas están rojas y se ve tan malditamente recién follada, como más me gusta.
—Nena— miro su coño todavía expuesto lleno de mí. —Vas a tener que comer un poco de eso o mojarás tus sexys bragas.
Arquea una ceja y sin más mete su mano entre sus muslos y toma de mi semen antes de llevarlo a su boca.
Carajo.
Pequeña seductora.
Me mira con suficiencia al ver como mi miembro otra vez está duro, pero su mirada no dura mucho. —Alguien pudo haber escuchado. — mira hacia la puerta.
—Me importa una maldita mierda. — recojo sus bragas del suelo y las meto en la bolsa de mi saco que también estaba en el suelo mientras se acomoda el cabello, no podemos hacer mucho acabamos de follar y el olor a sexo está en el aire y en ella.
Mi polla da otro tirón. Reacomodo mis gemelos y cuando la miro está de pie buscando las bragas.
Casi sonrío, pero sigo cabreado hasta la medula.
—No encuentro mis bragas— dice finalmente.
—Te comprare unas nuevas de inmediato, pero ahora vamos— le repito serio.
—¿A dónde? — se cruza de brazos y no es buen momento para ser obstinada.
La miro un segundo y la tomo de la mano para llevarla a donde quiero. Pasamos caminando entre la gente y sé que ven que mi mirada es asesina porque no se atreven si quiera a verme. Hacen bien porque voy a joderme a unos cuantos imbéciles si se interponen en mi camino.
Saco mi celular de mi bolsillo y se lo doy. —Envía un texto a este número para que alguien te traiga bragas nuevas. — Me mira con el ceño fruncido —Es de Amelia, mi asistente.
Sigue sin tomar el celular. Ruedo los ojos deteniéndonos en nuestro camino y me llevo el aparato al oído. —Quiero una colección de bragas de encaje— la miro a la cintura. —Talla treinta y cuatro.
Termino la llamada y seguimos nuestro camino, se mantiene en silencio. Cuando llegamos a la entrada dejo que vaya delante por la sala de juntas junto a la mujer que hay, Alicia, se llama.
Espero respirando hondo. Control.
Entro y como siempre la sala entera se queda en silencio. Ocupo mi asiento al extremo de la puerta y los miro uno a uno. Me importa una mierda donde está el jodido idiota, tampoco veo a Erick aquí.
—¿Qué está pasando Alexander? — susurra Alesha a mi lado, pero no dejo de examinar la sala.
Christopher me mira desde su lugar. Lo sabe.
—Voy a dejarles una cosa en claro— me levanto de mi asiento después de mirarlos a todos. Emma está en su lugar mirándome fijamente. — La persona que envió a los medios de West B aquí, no va a quedarse impune— coloco las manos sobre la mesa tanto como mi traje me lo permite —Y desde ahora cualquiera que se atreva a meter las narices donde no le importa, se larga.
Se quedan en silencio y camino fuera de la mesa.
—Cualquiera que hable de la señorita Brown se larga.
Emma me mira fijamente desde su lugar con los ojos entornados.
—Cualquier chismorreo sobre ella que llegue a mis oídos, busco a la persona y se larga de inmediato. ¿Entendido?
Los rostros serios asienten, los rostros asustados también lo hacen.
—Pueden irse— les digo con la misma fiereza de antes y se levanta de inmediato como una parvada de infelices asustados y comienzan a salir.
—Señor— me detiene Amelia entrando a la sala de juntas cuando iba en dirección a los publicistas, en especifico a una. —Hay una persona esperándolo fuera.
Emma se levanta de su lugar.
—¿Quién?
—Un hombre de traje bien parecido. Logan, dijo que se llama.
¡Hola sexys!
Solo diré... OMG, este capítulo tiene muchos spoilers
Tengo unas sorpresas en camino, pero no diré nada.
PD: Síganme en mi Instagram para vistazos del siguiente capítulo y edits de la historia.
¡Los amo tres millones!
-Karla.
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