CAPÍTULO 34
Alexander.
La miro fijamente, pero ya tiene los ojos cerrados. Me la quito de encima con cuidado, aunque protesta con su boca ebria balbuceando algo ilegible, pero se entiende como una queja.
Ya dijo muchas cosas estúpidas hoy por el alcohol que tal vez pierdo mi tiempo buscándole sentido a lo que suelta, pero esto es interesante.
La recepcionista dijo que un amigo, con ese mismo nombre, le dejó un mensaje y un par de días después apareció el tipo que la quería llevar a la fuerza y claro estaba que no quería ir con él.
—¿Dijiste Seth? — pregunto con curiosidad inclinado cerca de su oído y trata de agarrarme de nuevo.
—Ven— no abre los ojos y busca a tientas mi cuerpo.
Una cosa especifica de los ebrios es que pueden persuadirse fácilmente. —Emma se buena chica y responde la pregunta— me acerco a su oído para hacerla hablar.
—Ya basta con eso— dice molesta en lugar de decir lo que pedí y abre los ojos que están ligeramente rojos por el alcohol. —Estoy cansada de esa mierda.
Levanto las cejas sorprendido. Otra vez está soltando palabrotas. Voy a dejar de lado lo que dice y arreglarla ahora o va a seguir tocándome las pelotas. Estoy jodidamente exasperado, lidiando con una mujer ebria, genial para mis pelotas y mi poca paciencia.
—¿Y ahora cuál es el problema? — trato de levantarla para meterla en la ducha de una buena vez, pero se jala.
—Eso de... Emma, señorita Brown... Emma, Emma— imita mi tono bajo de voz. —¿Ahora tienes una afición por llamarme así?
—Ese es tu nombre— la incorporo en la cama y se agarra a mis hombros como puede.
Me toma la cara entre las manos y levanta mi cabeza bruscamente hacia su mirada molesta.
—Dilo— me clava los ojos avellana, para estar ebria se ve muy cuerda en este momento. —Dime nena.
—Te voy a meter a una ducha fría y cuando despiertes no te quedaran ganar de beber otra vez, muévete o azoto ese culo redondeado— le advierto serio.
Jadea y sus pupilas se expanden más. —Dilo de una buena vez Alexander, ayer cuando me follaste no te costó decirlo.
—Fue cosa de una noche— le guiño un ojo recordándole lo que ella misma dijo.
—¿Y con Alesha no hay cosas de una noche? ¿A ella si te la follas todas las noches?
—Y todas las mañanas— le doy mi sonrisa come mierda.
Me la quita de inmediato cuando me voltea la cara de una bofetada.
Quita sus manos de mis hombros. Se deja caer sobre la cama y mientras el escozor de su mano va desapareciendo de mi piel se levanta como puede.
Retengo la bola de maldiciones que están pasando por mi mente. Tiene una mano pequeña, pero me volteo la cara como un jodido cabrón. Respiro para tomar control ¿Qué coño hace? La veo caminar hasta la puerta.
—¿A dónde vas?
No me responde y llega hasta la puerta tratando de buscar la manija. Me paso una mano por el cabello y voy por ella.
—No me toques— se remueve, pero apenas puede mantenerse en pie.
—Me golpeaste— le quito la mano de la manija.
—Te lo merecías.
—Ya basta, no vas a ir a ningún lado, así como estás— le gruño y se detiene mirándome mal.
Un timbre en mi celular me hace alejarme de ella, pero cuando la pantalla se enciende otra vez habla a mi espalda.
—Me hablaste de un acuerdo casual de sexo consentido durante el tiempo que quisiéramos— dice mirando la puerta —Pero ¿Alguna vez sentiste que...? — Pasa saliva ruidosamente y luego frunce el ceño.
—¿Sentir qué? — me llama la curiosidad lo que dice.
—Nada— sonrie de lado y sus ojos se ponen vidriosos. —¿Puedes prestarme diez libras para un taxi? Tengo que ir a casa, pero no sé dónde está mi bolso. — levanta las manos sobre su pecho —Te pagaré todo, los gastos del accidente, la reparación de tu camioneta y las diez libras.
Me quedo mirándola ahí parada de alguna manera junto a la puerta, acaba de abofetearme y ahora me pide dinero para irse. Si cree que la dejaría irse así entonces no me conoce, yo me ocupo de ella.
La mención del accidente me hace ver esa herida en su frente, si no me hubiera mirado de esa manera en su apartamento la habría arrastrado a emergencias, pero estaba casi desesperada por quedarse.
Efectos secundarios del accidente, nunca debió haber estado en una situación así antes por eso estaba casi desesperada, miedo a la carretera he oído que lo llaman. Aunque ebría no se ve asustada por salir, incluso hoy ha soltado más que solo delirios y ya no tengo idea que pasa por su cabeza.
—La reparación de la camioneta es muy costosa no utilizo cualquier seguro activo común, es específicamente de agencia. — Camino a la cómoda y tomo mi celular buscando un contacto en específico y cuando lo encuentro escribo un mensaje rápido ignorando las llamadas perdidas —Ni siquiera tu salario es suficiente.
No la dejaré pagar un solo centavo, eso está claro.
—No me importa, trabajaré horas extra o buscaré otro empleo— se encoje de hombros. —Esas camionetas deben costar un ojo de la cara— se ríe un poco.
—No vas a pagar nada.
La respuesta afirmativa del mensaje me hace dejarlo sobre el mueble otra vez. Asunto arreglado, hora de meterla a la ducha.
—Lo haré— dice cuando avanzo hacia ella, sigue hablando de dinero —Es verdad sobre conseguir un segundo empleo si el dinero no es suficiente, no le tengo miedo al trabajo común, no soy una chica cara Alexander, cuando mamá murió trabajé en todo tipo de lugares, incluso fui limpiadora de un restaurante mucho tiempo.
Me detengo escuchándola, hay un tono orgulloso en la forma en la que lo dice, pero al momento de mencionar a su madre se le quiebra la voz.
—Mamá me enseñó a ser fuerte e independiente, te juro que te pagaré cada centavo.
Esos ojos avellana y la mirada me hacen reaccionar de la misma forma que en su apartamento.
Aprieto la mandíbula molesto. —No quiero tu dinero— la corto antes que siga, hay algo en su mirada, lagrimas no derramadas.
Carajo.
—Ven.
La tomo en brazos y se deja. La llevo en zancadas rápidas a la ducha mientras me mira con los ojos bien abiertos. Se agarra a mis hombros y le sigo la mirada para amedrentarla, pero si sobria es obstinada, ebria se jode al mundo entero porque su mirada imita la mia.
—¿Miradas asesinas señorita Brown? Eso no es muy elegante de tu parte.
—Si quieres elegancia búscala en esas mujeres de vestidos apretados que critican cada dos por tres— mira el techo —De esas que se ríen cuando un hombre como Alexander Roe te besa en una exposición y te llaman arribista que va por su dinero.
—¿Dónde? — aprieto los dientes.
—¿Dónde qué?
—¿Dónde te llamaron así?
—En el baño de la exposición gracias a tu querida pelirroja y a ti también por besarme— suspira —A ti también porque mi cara estará en las revistas y todos dirán lo mismo.
Alesha. Ese asunto lo arreglaré en cuanto esté sobria.
—Nadie te llamará así y tu cara tampoco aparecerá en ninguna revista— me duele la mandíbula de tanto apretarla.
—¿Cómo lo sabes?
Porque voy a joderlos, así de simple.
—Oh no— sus ojos se abren más en grande cuando entramos a la ducha —No vas a...
La corto abriendo la llave y el agua fría cae de golpe sobre ella.
—¡Alexander sácame de aquí! — se aferra a mí con los muslos y los brazos alejándose del agua.
—De eso nada— camino con ella y ambos quedamos bajo el agua fría. —Está es la segunda vez que haces una locura de correr por la carretera y no me voy a arriesgar a una tercera.
Está mujer tiene una afición por hacer locuras, en Brent se escapó corriendo, aquí salió a la mitad de un semáforo para meterse en una fuente. Lo siguiente será que se lancé de un puente.
—Ni si quiera estamos en la carretera, aquí solo podría escapar a tu habitación— se ríe igual que en mi auto.
Esta es la segunda vez que escucho ese sonido suave y ronco. Mi ropa se empapa y mi cuerpo se tensa con ese sonido que sale de sus labios, pero al final se detiene, el agua fría está haciendo efecto en su cuerpo.
Lanza pequeños sonidos ahogados sin soltarme y su cuerpo comienza a temblar. Su ropa mojada se pega a su cuerpo y deja sus pezones presionándose contra la tela de su vestido.
—Estoy consiente— dice entre dientes —Ya es suficiente.
Miente, todavía arrastra las palabras. Por mucho tiempo tuve que lidiar con Bennett de esta forma cuando era adolescente y me quedó experiencia suficiente para saber cuándo parar y también que odio lidiar con ebrios.
Nos quedamos más tiempo así, yo tolero el agua habitualmente así son mis duchas, pero su pequeño cuerpo cada vez tiembla más y cuando levanta los ojos a los míos le doy una mirada severa. Su maldita borrachera me acojonó, tuve que sacarla de ahí y también me abofeteó.
No le importa que la esté viendo de esta forma, su mirada no cambia y no me gusta el efecto que provoca.
Cuando veo que su cabeza se aclara y levanta la cara al chorro de agua arqueando la espalda sé que el alcohol bajó de su sistema en mayor cantidad. Para este momento ambos estamos completamente empapados,
—Me estoy congelando. — se aferra a mis hombros con total confianza, desde que uso esa pose no ha dejado pasar oportunidad para enterrar su cabeza en el hueco de mi cuello y yo no la estoy deteniendo.
La sujeto con una mano y con la otra cambio la temperatura del agua poco a poco, tampoco soy tan idiota para que terminemos con hipotermia. El agua caliente finalmente nos cae encima y suelta un suspiro.
—¿Eso está mejor?
—Si— se remueve para que la suelte y dejo ir sus muslos, pendiente que pueda sostenerse en sus pies.
Cuando lo hace se empapa por completo la cara. Sus mechones negros están desordenados y se le pegan a sus mejillas. Llevo mi mano ahí mismo para apartarle el cabello, pero en cuanto la acerco se gira hacia mi toque pegando su mejilla a mi palma mientras el agua cae.
Cierra los ojos y se frota como si quisiera una caricia, como si la necesitara. Poco a poco muevo los dedos por su piel dándole lo que busca. Está noche ha estado especialmente vulnerable.
Sus ojos se abren y me mira fijamente. No dice nada y ya es suficiente contacto, dejaré que se duche antes que llegué ella.
Aparto mi mano bruscamente. —Dúchate, ya sabes dónde conseguir ropa seca.
No me deja de mirar y aunque frunzo el ceño mi mano vuelve a tocarla. Esa mirada. Con una mano sobre su hombro la hago caminar rápidamente los dos únicos pasos que nos separan y veo su pecho alzarse mientras lo hace, los ojos abiertos y expectantes.
Pero sé que es lo que ella necesita incluso si su boca ebria estuvo soltando todo tipo de delirios.
La atraigo a mi pecho y dejo que descanse ahí su cabeza, es un contacto mínimo, más para reforzar su ánimo, pero termina envolviendo sus brazos a mi alrededor y se aprieta contra mí. Puedo sentir su propia energía caída.
No sé qué necesita, afecto o contacto, pero reconozco el sentimiento de necesidad desde mucho antes. La dejaré hacerlo solo un poco más.
El calor de su cuerpo combinado con el del agua se fusiona contra el mio y muevo los brazos lentamente.
Suspira cuando la rodeo, su cuerpo es tan pequeño en comparación al mio y como está descalza su cabeza queda a la altura de mi hombro. Recorro mi mano en la parte baja de su espalda y la sostengo así. Esas palabras que dijo antes se repiten en mi cabeza.
Siento su cuerpo temblar y...Mierda. Debo soltarla ahora mismo.
La alejo de los hombros, pero su boca sube rápidamente tomándome con la guardia baja. Entierra su mano en mi cabello y abre la boca para mí. Mueve sus labios lentamente y la tomo lento, casi suave, aunque no es habitual en mí.
Se separa y junta su frente con la mia mientras respira por la nariz. La miro fijamente, pero tiene los ojos cerrados.
—No puedo— abre los ojos.
Me mira y vuelve a jalar mi cabeza hacia ella soltando un sonido sensual en esa boca que sabe a Tentación.
Hace unos momentos se veía vulnerable y ahora está sacando mi mierda fuera con su lengua acariciando la mia.
La beso con fuerza apretando la piel de su cintura, este jodido vestido estorba tanto. Me aparto y voy por la cremallera en su espalda, pero ella es más rápida y saca mi playera rápidamente por mi cabeza antes de bajarme el pantalón de chándal y jalarme otra vez a su boca.
Mi ego se levanta orgulloso. Me tiene ganas.
—Pequeña seductora— gruño chupando su labio a mi boca y la devoro un poco más antes de girarla.
Jadea mientras me deshago de la prenda azul empapada, lo siguiente en irse es su sostén que libera sus senos.
Mis codiciosas manos van a ellos y presiono su cuerpo por el cristal de la ducha. —Mmm— gime suavemente mientras le amaso la carne delicia y los pezones se los sujeto entre mi pulgar y mi índice.
Estás tetas son perfectas y voy a fallárselas. También voy a correrme sobre ellas como en su boca.
—Tres azotes— atrapo su lóbulo entre mis dientes y presiono mi erección contra su culo.
—¿Por qué? — pregunta jadeando echando las caderas hacia atrás para frotarse mientras la clavo aun con mi bóxer y sus malditas bragas puestas.
—Dos por emborracharte y salir corriendo por la carretera estúpidamente y uno por frotarte contra mi polla cuando no debo follarte porque estoy malditamente enojado contigo.
Se estremece y sueltos sus senos para darle el primer azote. Se levanta sobre sus puntas y gime, le doy el segundo y amaso la carne deliciosa de sus glúteos. El tercero rebota y bajo rápidamente sus bragas girándola para que apoye la espalda en el cristal.
Me inclino cerca de sus muslos y patea lejos sus bragas antes de sostenerse de mis hombros.
Inclino la cabeza y olfateo su olor a mujer y el de su coño. Maldigo en voz baja mientras me palpita la polla con ese jodido aroma.
Su pecho se alza y baja bruscamente mientras mi nariz recorre su pubis. —Huele bien aquí— gruño y deslizo mi mano por su pierna bajando la boca un segundo para besar su cadera y por debajo de su ombligo.
La escucho hacer un sonido ahogado y se mueve impaciente. Levanto la mirada y sonrío como un hijo de puta al verla necesitada.
—Alexander— su voz suena más baja que antes.
—¿Qué pasa? — con dos dedos abro sus pliegues y dejo a la vista la carne rosada que palpita y quiero chuparla de inmediato —¿Aquí hay un coño que necesita ser comido?
—Sí— su respiración se acelera más.
Me satisface oírla, pero quiero que diga algo más que solo monosílabos, quiero mi nombre fuera de esos labios y me encargaré de que grite más de lo que siempre lo hace.
—¿Está húmedo? — al mismo tiempo que hago la pregunta la penetro con dos dedos haciéndola gemir mientras asiente. Sus paredes están mojadas, está casi chorreando. —Me encantaría complacerte, pero quiero saber algo primero.
Se mueve sobre mi mano enterrando sus uñas en mis hombros. Saco los dedos de su interior bañados de sus jugos y pruebo un poco de lo que voy a comer mientras me mira con los ojos entornados.
Sabe a puta gloria. Tan dulce y adictivo. Mi polla da un salto todavía dentro de mi bóxer. Tengo que metérsela.
—Hazlo— la necesidad en su voz y en su cuerpo acaba de volver sus ojos avellana completamente negros.
—¿De quién es este coño Emma? — me recoloco otra vez frente a ella su olor subiéndose a mi cabeza.
Abre la boca para responder, pero no la dejo hablar porque en ese momento bajo la boca a sus pliegues. La respuesta va a llegarle a la cabeza antes que la diga.
—¡Alex...Alexander! — gime en alto y su mano se entierra en mi cabello mientras paseo mi lengua lentamente desde su clítoris hasta la entrada de su vagina.
El sabor y lo húmeda que está me hacen tomarla por las caderas y retenerla mientras chupo ese botón de carne que palpita en mi boca. Mi lengua baja y sube y sus gemidos se hacen desesperados, pero apenas acabo de empezar.
Levanto su pierna derecha y me la coloco sobre el hombro dejándola más abierta que antes y ahora si me doy un festín con su coño chupando, mordiendo suavemente la carne de su hasta dejarla rojiza y mojándola más de lo que ya está.
—As... Así— me aprieta contra ella reteniendo mi cabeza y siento como comienza a temblar, está a punto de correrse.
Deslizo mi lengua por su entrada penetrándola poco a poco y está vez ya no contiene sus gritos, escuchar mi nombre de su boca es musica para mis oídos y su desesperación por correrse que la hace frotarse contra mi cabeza es pura satisfacción.
Me jala el cabello con fuerza mientras se corre en mi boca liberando su delicioso sabor que chupo por todos lados entre sus muslos mientras recupera el aliento.
No la dejo recuperarse cuando ya la tengo de espaldas con la espalda arqueada ofreciéndose, soy brusco, pero no parece importarle.
—¿Adam no te ha atendido bien? — me saco el bóxer de un solo tirón y salgo un solo momento de la ducha para traer un condón.
—¿Qué?
—Tranquila, yo suplo tus necesidades— rasgo el paquete y lo deslizo por mi polla erecta antes de guiarla a su coño. —Siempre que quieras— le susurro en el oído y la embisto.
Su grito me hace apretar la mandíbula con fuerza mientras su vagina se cierra sobre mi miembro. Joder, tan malditamente apretada como siempre.
Gruño y la penetro otra vez, me complace tenerla sí, pero el idiota también la ha probado tanto como yo.
Salgo y embisto de nuevo apretando la mandíbula. Mi afición a su coño me hace cogerla aun cuando hay otro perforándola también, no estoy acostumbrado a eso, pero es temporal hasta que encuentre un buen remplazo.
La tengo de espaldas y así es más fácil follarla de ahora en adelante. La tomo de la cintura y me la follo gruñendo con más fuerza cuando mis bolas comienzan a cargarse. No le veo la cara, si quiero puedo pensar que es otra mujer más en mi ducha está noche.
Aunque no soy de rubias la mujer rubia que Erick invitó al bar sabía lo que hacía y me puso duro cuando se frotaba contra mi.
Embisto de nuevo.
—Más Alexander— gime mi nombre y me cabreo.
—¡Silencio! — le ordeno molesto y aumento la velocidad de mis penetraciones.
Gime de nuevo y mi mal humor aumenta, no quiero escucharla. La voy a hacer terminar y luego me bajaré la erección de otra manera. Aumento la velocidad mirando el cristal, pero sigue diciendo mi nombre y gimiendo en alto recordándome a quién me follo.
—¡Cállate Emma! — azoto su trasero y cuando grita el sonido baja toda la sangre a mi polla y la pone más dura que antes.
Maldigo en voz baja saliendo de su interior y la incorporo para girarla hacia mí y volver a clavarla de frente viéndola fijamente a los ojos y viendo como su cara se contrae de placer. La alzo para rodearme con sus piernas.
A la mierda todo. Me estoy cogiendo a Emma Brown. Se vuelve una descarada y me come la boca con ganas mientras la perforo.
—No deberías darle el coño a nadie que no sea yo— gruño mordisqueándole el labio inferior y la embisto.
El agua me ayuda a deslizarla abajo y a hacia arriba con facilidad haciendo que sus senos reboten. Mis bolas se aprietan y el cosquilleo sube por mi espina dorsal mientras cargo otra vez apretando su trasero.
El pensar en el idiota metiéndose dentro de ella me hace gruñir. Necesito control, puto control.
—¿Cuántas veces te ha follado? — su ceño se frunce. —¡Respóndeme!
No habla, solo me clava las manos en la espalda y se corre gritando mi nombre, pero no dejo de penetrarla y deja de besarme mientras abre la boca.
—¡Oh Dios Alexa... Alexander voy a correrme otra vez! — se arquea ofreciéndome sus tetas y clavándome otra vez las uñas.
Va a dejarme marcas como ha hecho antes, pero me importa una mierda. Bajo la boca a ellos probando sus pezones sin disminuir la velocidad. Voy a dejarle algo muy en claro y no necesito jodidas palabras.
Nos miramos fijamente ambos jadeando y acallo sus gemidos con mi boca cuando la veo morderse el labio y lo remplaza con el mio. No pasa más tiempo cuando vuelve a correrse mordiéndome desesperadamente.
El ardor me pone más duro. Sus paredes me aprietan la polla y me corro en el condón gruñendo en voz baja soltando una maldición.
La bajo en cuanto recupera el aliento y la dejo sola en la ducha.
Me apoyo en el borde del lavabo y aprieto mis manos en el mármol con tanta fuerza. Maldita sea, necesito recuperar el puto control, puta ducha, me saco el condón mientras camino fuera a la habitación y cuando me coloco un bóxer seco mi celular suena.
Lo ignoro mientras me visto y salgo para recibir a la mujer que espera en la estancia.
—Buenas noches— le doy la mano y me la regresa.
—Señor Roe, vine en cuanto recibí su mensaje.
—Está mañana Emma tuvo un accidente de auto y tiene una herida en la cabeza— no me ando con rodeos. —La examinaron los paramédicos de tránsito, pero quiero su diagnóstico.
La mujer asiente y veo la preocupación en sus ojos. —De acuerdo.
La señalo el pasillo para que me siga y lo hace. Ya que se ve en confianza con la mujer será más rápido. Entramos a la habitación encontrándola sobre la cama con una de mis camisetas de gimnasio sobre su cuerpo.
La tela negra la cubre y aparto la vista cuando mi miembro da un tirón, esa misma reacción tuve cuando la vi dormir con mi camiseta. Sus ojos se abren cuando ve a la mujer detrás de mí y se levanta de mi cama de inmediato con al cabello todavía húmedo.
—Dra. Kriss ¿Qué hace aquí? Quiero decir, buenas noches— mira a la mujer de pantalones holgados y luego a mí.
—Buenas noches Emma— responde la mujer con una sonrisa.
—Viene a examinarte por el accidente de esta mañana. — Abre la boca para replicar seguramente, pero no la dejo. —Volveré en cuanto termine— salgo de la habitación porque si me quedo va a discutir y aún tengo mierda en la cabeza y también asuntos pendientes.
Voy a mi despacho, pero antes de regresar la llamada al número que ignore antes de hacerme cargo de Emma la llamada que llevo esperando de Christopher hace eco. Ethan me ve pasar y le señalo dentro, tengo un trabajo para él.
—Hable con John, el de los medios extranjeros, no hay portada ni noticia sobre el caso de la exposición.
—No quiero ni un solo reportaje que no sea del New Times, la cara de Emma no va a aparecer.
—Ya está todo arreglado.
—Perfecto— termino la llamada y Ethan entra detrás de mí con la misma mirada seria de siempre.
—Logan sigue en Londres lo vimos merodear por la zona. Le mostraré las fotografías de las camionetas que rastreamos. —Saca su celular y mientras trabaja regreso la llamada de Alesha de antes.
—Alesha. ¿Qué sucede?
Suspira del otro lado y escucho una puerta cerrarse. —Pensé que no responderías, llevo casi una hora tratando de localizarte. Logan estuvo aquí hace poco — Carajo.
—¿Qué demonios quería?
—Hablar.
—¿De qué?
—Cosas sin importancia, después de todo somos conocidos también, pero pensé que te gustaría saberlo — escucho un sonido al otro lado otra vez. —Estaba ocupada con alguien y apareció de la nada, apenas me dio tiempo a colocarme una bata.
—¿Ah sí? — me reclino en mi silla y la escuchó vacilar. Está ocultando más.
—Puedes venir y te contaré lo que dijo. Ya que interrumpió mi noche tengo vino descorchado, John se fue...— se detiene —Digo el hombre que estaba conmigo gracias a Dios se fue mientras hablaba con Logan, si no el mismo lo hubiera echado.
—Tengo un asunto importante en este momento, si no hay nada más que decir te dejo.
—Me dijo que anoche te reuniste con él— suelta antes que termine la llamada —Sé que no le das explicaciones a nadie, pero me lo hubieras dicho para saber que estaba en la ciudad habría podido ver a mi padre también y después de verlo te habría ayudado a relajarte como siempre.
—No fue una reunión larga— cruzo mi pie sobre mi pierna sin dar detalles que no debe saber. —Además ¿Desde cuándo tu padre le sigue los pasos a Logan como un perro faldero?
Resopla. —No lo sé tú dímelo.
—No tengo tiempo para juegos.
—Por tu humor deduzco que tienes compañía femenina, en ese caso, te dejo con tus asuntos importantes. — percibo su sonrisa del otro lado —Adiós querido.
Termino la llamada y miro a Ethan. —Justo como me informaste, Logan sigue en Londres. Fue a ver a Alesha, algo trama.
—Si necesita ganarles territorio a los daneses no se va a ir hasta que consiga más dinero y con ella consigue dinero y aliados.
—Alesha no va a involucrarse en nada y si algún día lo hiciera la última persona con la que lo haría sería Logan— frunzo el ceño —Veremos hasta donde es capaz de llegar cuando le quite los bares que trabaja surtiendo coca. Llama a Blake y dile que negociaré el doble del precio para comprarlos y los venderé de inmediato.
Sus negocios me tienen hastiado y su sola presencia me irrita, pero si no quiere dejar Londres por las buenas lo hará por las malas.
—También hay un asunto pequeño del que quiero que te ocupes después de ver a Blake — me acaricio la barbilla.
No me parece relevante, pero si me llama la atención por muchas razones.
—Quiero que busques a un hombre, el mismo que sacaste de la empresa hace poco más de una semana, su nombre es Seth, investiga todo sobre él.
—Entendido señor Roe.
Emma.
Alexander entra por la puerta en cuanto la Dra. Kriss termina de examinarme, aún sigo aturdida, pero me mantengo en silencio. No sé por qué hizo esto y tampoco sé cómo sentirme al respecto.
—¿Y bien? — pregunta con las manos en sus costados mirando a la mujer totalmente serio.
—Todo está en orden, el golpe no afecto ninguno de sus sentidos y no hay magulladuras en otro lugar de su cuerpo.
—Eso ya lo sé— responde él y de inmediato siento mis mejillas incendiarse, sabe que no tengo golpes del accidente porque me tuvo desnuda hace poco.
Fue posesivo, jodidamente duro y... me está mirando de esa misma manera justo ahora. Mi respiración se acelera y trago con fuerza.
La Dra. Kriss no lo nota o si lo hace, no dice nada porque cuando habla suena totalmente normal. Gracias al cielo por eso, ya pasé muchas vergüenzas para otra más.
—Lo único que encuentro es dolor de cabeza y dolor en la zona del golpe, pero cualquier analgésico puede solucionar el problema.
Alexander me mira, pero le rehúyo la mirada, parte del dolor de cabeza se debe al vino que bebí, pero podría arreglarse con un expreso.
Salgo de mis pensamientos cuando veo a la Dra. Kriss despedirse y cuando ambos salen de la habitación me levanto en busca de mi bolso, camino despacio porque tengo un delicioso y apenas perceptible dolor en los muslos.
Me lo dio con fuerza.
Me abanico un poco y sigo buscando en la habitación, pero no lo veo por ningún lado. ¿Y ahora como regresaré a mi apartamento? No tengo auto, ni efectivo, ni celular para llamar a Cora o a Luke.
Me dejo caer en la cama dentro de las sabanas negras, huele a él. Me impregno de su olor masculino todo cuanto puedo mientras no regrese. Estoy sedienta, cansada y mi mente va y vine por muchos lugares, pero el principal es Seth.
Me emborraché por él, para olvidar su cara enfermiza y terminé aquí.
La puerta se abre y cierro los ojos de inmediato. —Bebe esto, es para el dolor de cabeza.
Abro los ojos como si nada y bebo el vaso de agua fría que me ofrece, seguido de una pequeña píldora.
—Necesito un expreso— le doy el vaso.
—Lo que necesitas es dormir.
Miro la habitación enorme, esto no es mi apartamento, esto no es Trafford.
—No sé dónde está mi bolso y Cora debe estar preocupada.
—No lo está — se levanta sin decirme dónde están mis cosas. —Si no bebieras hasta el tope, te ahorrarías el dolor de cabeza y habrías ido a esa esa cena de celebración que tenías.
—¿Cómo sabes eso?
—Digamos que te volviste más habladora. Incluso decidí que me gustas más ebria, aunque eres completamente suicida. — su rostro se pone más serio que antes.
Varias imágenes pasan por mi cabeza. Yo en una fuente y... —Ah— No estaba tan ebria para no recordar eso.
—Ah— repite con sarcasmo —Que bueno que lo recuerdas.
Lo miro.
En la ducha fue duro y jodidamente bueno, pero antes que volviéramos a caer en el deseo hubo algo más ahí y sé que no fue mi imaginación.
—¿Me llevaras a casa?
—Buenas noches— dice tajante
Respuesta silenciosa de que me quedaré. No voy a negarme, aquí se duerme bien, pero no quiero que se vaya, aunque tampoco le voy a pedir que se quedé. Suficiente Emma enfócate.
—Buenas noches— Le doy solo una mirada.
Respiro hondo mientras espero que salga. Eso no es Trafford, esto no es el apartamento de Seth, me recuerdo.
—Déjame ver la herida— se vuelve y camina a la cama, me incorporo mientras apoya una mano sobre el colchón y me toma la barbilla con el ceño fruncido. —Hablé con Ethan, pero quiero oír tu versión del accidente.
Me quedo estática mientras me examina. —Usé el celular y me distraje por un segundo.
—Mmm— me suelta la barbilla, pero no descifro si cree lo que digo o no.
—Tuve suerte que fuera un accidente pequeño. — digo mirando cómo se saca la camisa por el hueco de la cabeza.
—Tu auto no piensa lo mismo.
Oh, mi pobre Mazda. —Lo sé— hago una mueca, tengo que preguntar por él con Ethan.
Mientras pienso en mi bebé veo a Alexander quitarse los vaqueros y... camina a su lado de la cama, no es como si tuviéramos un lado definido, pero las veces que hemos compartido la cama siempre me he quedado del lado derecho y él en el izquierdo.
—¿Qué? — pregunta cuando me ve mirarlo fijamente.
Sacudo la cabeza y se mete bajo las sabanas con el torso desnudo antes de apagar las luces por completo.
La luz de su ventanal ilumina y poco a poco me deslizo hasta que mi cabeza toca la almohada. Va a quedarse, mi pecho se aprieta, pero me recuerdo que está es su habitación, la cama es enorme y no hay nada detrás de eso.
Su pecho se alza rítmicamente, siempre parece que se duerme de inmediato cuando se mete a la cama,
No bromeaba cuando pensé que el estrés le cobraría la factura pronto, eso es muy probable. Con ese último pensamiento cierro los ojos y trato de dormir, pero no lo consigo.
Tengo tantas emociones en la cabeza y en el pecho, emociones que se cruzan y me hacen confundirme. Mi miedo, mi tristeza y otra que me confunde más que todas.
Miro a Alexander con los ojos cerrados y recuerdo como me abrazó en la ducha.
Mi pecho se sobresalta.
Le dije que no puedo... que no puedo entender lo que me pasa con él. Le doy la espalda de inmediato asustada del lugar a donde están yendo mis pensamientos. Me alejo a la esquina y me hago un ovillo mientras mi cabeza comienza a dolerme tanto, por esta noche ya es suficiente.
Deja de pensar Emma.
No sé en qué momento me duermo, ni tampoco como lo logro, pero el sueño es bien recibido. Me voy arrastrando por la cama hasta que siento un cuerpo cálido y duro, duermo mejor así.
Algo suave pasa por la piel de mi cuello y mi reloj interno me abre los ojos lentamente mucho tiempo después. La respiración profunda en mi oído me cosquillea en la nuca.
Cuando me inclino hacia atrás choco contra un pecho, trato de girarme, pero la mano que me envuelve no me deja moverme. La habitación se ve borrosa y yo vuelvo a cerrar los ojos.
La poca luz del ventanal me da directamente en la cara mientras levanto mi cabeza de la almohada. Ya no estoy de mi lado, estoy de lado de Alexander con las sabanas arrugadas de alguna forma.
También estoy sola en la cama.
Me desperezo estirando todas mis extremidades y caigo otra vez sobre la almohada. Aún es muy temprano, la luz apenas comienza a salir.
Escucho un golpeteo constante, pero no sé de donde viene.
Me levanto confundida y sigo el sonido, pero viene incluso fuera de la habitación. Camino por el pasillo descalza y me quedo mirando el saco sacudirse a través de la puerta de cristal del fondo.
Alexander gruñe y encesta otro golpe y luego otro más.
El sudor le cae por el pecho y la espalda, debe llevar mucho tiempo aquí. Esto me recuerda a que efectivamente el hombre tiene un gimnasio en su casa y no había necesidad de seguirme a Downing Street.
—Buenos días señorita Brown— dicen a mi espalda.
—¡Dios! — me sobresalto. —Buenos días Octavian.
—Su desayuno está listo como ordenó el señor Roe, estaba por subirlo a su habitación.
¿Mi habitación? —No es necesario, yo estoy por irme, además...
—Octavian— la voz en mi espalda me da un escalofrío —Vete de aquí.
El hombre asiente y desaparece como hormiga.
—Desayunarás y después te irás a tu apartamento. — dice en cuanto estamos solos.
Abro la boca para protestar, no quiero que me alimente, pero pasa de largo sin mirarme. Camino a su lado. —¿Dónde está mi bolso?
—No soy la persona de la limpieza. Búscalo tú misma.
—¿Perdona? — me ignora y entra a su habitación sacándose totalmente sudado. —¿Dónde está mi bolso? — sigue sin responderme y comienzo a buscar en cada uno de los cajones que hay, me mira cruzado de brazos.
Idiota. No sé qué le pasa, pero ahora estoy molesta, después de una noche como esa vuelve a recordarme que es un cabrón. Voy al cajón a su lado de la cama, pero antes que lo abra me toma la cintura y me aleja de ahí. Me planta mi bolso en la cara.
—Deberías hablar con Tail, ha llamado toda la noche— la comisura de su boca sube —Si quieres ahórrate la parte en dónde cogimos.
¿Adam llamándome? ¿Coger?
Paso por las llamadas y efectivamente hay más de diez de Adam, debe ser algo serio o no habría llamado tantas veces, le doy la espalda a Alexander y llamo a Adam que responde de inmediato.
—Hola cariño.
—Hola cariño— digo para reafirmar si oí bien y escucho algo como una risa a mi espalda, miro a Alexander con la cabeza ladeada, pero yo solo estaba repitiendo lo que dijo Adam.
—Perdona Emma, eres tú— se disculpa del otro lado. —Estaba distraído.
Parpadeo. —No hay problema, uhm, me llamaste.
—Estaba preocupado por ti, tu amiga Cora estaba buscándote anoche y llamó para preguntar, no sabía dónde estabas y se escuchaba muy preocupada. ¿Dónde te metiste?
¿Cora? —Ah, yo... estoy en...— Alexander sigue mirándome fijamente —Estoy en... en la casa de una amiga, mi celular estaba apagado— no sé por qué me siento nerviosa ni por qué le estoy dando explicaciones a Adam.
—Menos mal, pero habló sobre un accidente de auto, ¿Está todo bien? Me preocupé demasiado. — suspira —Además quería disculparme por lo que se malinterpretó en la exposición. Eres una gran amiga y no quiero que las cosas estén tensas entre nosotros. Vine a tu apartamento y traje vino para los dos anoche.
—¿Anoche esperaste en mi apartamento? — carraspeo mirando a Alexander, está conversación no está yendo a ningún lado. —¿Adam podemos hablar después más tarde?
—Te veré en tu apartamento en un par de horas, entonces.
Joder, no es lo que quería decir. —Está bien te veré ahí. — digo para que deje de entrometerse y cuelgo de inmediato.
Alexander se gira y abre uno de los cajones. —¿Problemas en el paraíso con tu novio?
Abro los ojos de par en par, pero no me ve. —No— respondo de inmediato, Adam no es mi novio.
—Por lo que oí se quedó esperándote en su cena de celebración, es una lástima, pero ahora entiendo porque dice que su relación es complicada, — ¿Qué? — No soy de dar consejos, pero coger es más simple que eso— señala mi celular y me guiña un ojo mientras camina a la ducha.
¿Pero qué demonios?
Los golpes en la puerta me hacen reaccionar y cuando abro Octavian entra con una bandeja de comida. Hay fruta y tostadas en un plato. La crema batida está en un pequeño recipiente.
No sé cómo lo supo, pero mi estómago gruñe al verlas.
Le doy las gracias y muy a mi pesar me muero de hambre así que como en silencio lo que hay en el plato tratando de descifrar que acaba de pasar, apenas acabo de despertar y ya tengo la cabeza confundida, pero ¿Por qué Cora estaba preocupada?
Miro mi vestido sobre el borde de la cama y también mis tacones. Termino el desayuno y me visto antes que Alexander salga.
Lo que es menos tiempo de lo que pensé, sale con una toalla sobre su cintura y el torso húmedo. No me mira y se mete en su armario enorme al final de pasillo. Me acomodo el cabello lo mejor que puedo y no en menos de cinco minutos sale con traje.
—Octavian trajo dos bandejas de comida. — le señalo la bandeja de fruta con crema batida de su lado.
—No como desbalanceado y menos en una habitación— responde de tajante y se arregla el traje. —Te llevaré a tu casa, si estás lista.
—Está bien— salgo de la habitación con el ceño fruncido sin entender su enojo y nos metemos en el ascensor.
El camino es en silencio y cuando estamos en el auto no mejora. Ethan conduce más rápido de lo normal como si sintiera la tensión y en cuanto aparca bajo de inmediato sin esperar nada.
—Tengo que hablar con Cora, si no te importa que te acompañe— Alexander baja detrás de mí.
—Está bien— miro a la calle por inercia y entramos de nuevo.
Cuando las puertas del ascensor se abren saco las llaves de inmediato para reparar este lio con la llamada de Adam y Cora. Entro y dejo la puerta abierta para Alexander, pero cuando entro me quedo de pie. Hay una botella descorchada de vino, dos copas y...
—Dios Emma ¿Dónde te metiste anoche? — Adam sale del pasillo solo con sus pantalones puestos. —Debiste llamar, estaba muy preocupado por ti.
Me quedo estática y escucho una risa a mi espalda.
—Señor Roe— Adam luce avergonzado y de inmediato se coloca la camisa que trae en la mano.
—Adam— le da una inclinación de cabeza. —Es bueno verte después de la exposición.
—Ya lo creo— el moreno lo mira fijamente.
—Estoy aquí buscando a Coraline, pero creo que soy inoportuno— mira la encimera —Por cierto, excelente elección de vino y buena cosecha.
Abro la boca, pero al igual que Adam a mí también me da una inclinación de cabeza. Cuando está por salir su cuerpo se detiene y su mirada se ensombrece. Sigo la dirección de su mirada y caigo en la caja de condones sobre el sofá donde está una chaqueta negra que deduzco es de Adam.
Una rubia soñolienta aparece por el pasillo en ese momento, pero ni siquiera la mira.
—Si me disculpan, me retiro.
Miro a Adam frente a mí y salgo detrás de Alexander. —No hablaste con Cora— digo antes que entre al ascensor.
—La llamaré más tarde. Ten un buen día— remarca las últimas palabras. —No te molestes, conozco el camino y tú tienes compañía.
Está entendiendo todo mal. —Adam está aquí porque anoche...
Se ríe. —No pierdo mi tiempo con historias de pareja Emma y tampoco me importan, si necesitas liberarte más tarde, llámame. — me guiña un ojo.
—Eres un idiota, anoche...
—¿Anoche qué?
Lo miro con el ceño fruncido, no puede hacer como si anoche no hubiera sucedido nada.
—Te daré una ayuda— se acerca a mi lado y quedamos hombro a hombro. —Anoche tu noviecito quedo esperando que vinieras para beber vino y follar, pero anoche fui yo el que te cogió duro y también anoche dormiste en mi cama. Ahora ve y arregla tu asunto con él.
Se aparta para mirarme fijamente, aunque hay una sonrisa ladeada en su cara, sus ojos verdes están como lanzando cuchillos.
—Adiós Emma. — deja un beso húmedo en mi mejilla y se va.
Mi ceño se frunce y camino rápidamente a mi apartamento. Adam está sobre el sofá mirando hacia la puerta. —¿Qué haces aquí Adam?
—Ya te lo dije Cora llamó.
—¿Y por eso estabas sin camisa cuando llegué?
Se levanta —¿Venias con Alexander Roe?
—Ese no es asunto tuyo.
—Es verdad, lo siento, pero con lo del beso en la exposición— arqueo una ceja —Tampoco es mi asunto, lo siento — suspira —Llegué temprano y un hombre de cabello largo me abrió la puerta cuando ya se iba. Tiré vino en mi camisa y fui al baño para limpiarla.
—Sexy— la voz soñolienta de Cora vine por el pasillo. Mira a Adam y luego a mí. —Oh, sobre eso, como nunca apareciste en el restaurante y tampoco respondías el celular llamé a Adam para ver si sabía en qué restaurante estabas con la reunión. Estaba preocupada, pero cundo llamó... la persona con la que estabas supe que todo estaba bien, pero olvidé decírselo a Adam.
Suspiro agotada. —Está bien. Yo... estoy bien como ven y no hay necesidad de quedarse, gracias por el vino Adam, pero no puedo aceptarlo.
—Emma...
—Adam estoy molesta contigo porque me besaste a traición en la exposición creo que he dejado claro que somos solo amigos.
—Estoy aquí para disculparme, para dar la cara sin pedir explicaciones sobre lo que el señor Roe hizo.
—Disculpas aceptadas, pero quiero descansar— le señalo la puerta.
Camina tomando su vino y sale por la puerta sin decir más después de tomar su chaqueta y dejar la caja de condones. Quizá fui un poco borde, pero el mismo dijo que no intentaría algo conmigo y también, aunque parezca una locura hay algo en sus disculpas que no me hace fiarme del todo.
—Fue mi error sexy, estaba preocupada.
—Lo sé, después de Seth, pero Alexander cuidó de mi— me dejo caer sobre el pequeño sofá. —Cuidó de mi anoche y...— repaso hasta el más mínimo detalle hasta que termino donde se fue molesto por el ascensor.
—Y vio a Adam aquí.
—Sí, pero ese no es el problema Cora— me giro hacia ella y nos miramos fijamente, sus ojos verdes más claros que los de Alexander están muy abiertos. —Creo que...
—¿Qué?
No, eso no es posible. Mis sentimientos son confusos, pero no puede ser posible. Despierta Emma y enfócate de una buena vez.
—Nada, Alexander se fue porque vio eso— señalo la caja en el reposabrazos.
Ahoga un jadeo. —¡Luke! — levanta las manos y sus mechas rubias se mueven —Son suyos, pero debió olvidarlos, ¿No me digas que pensó que...?
—No sé lo que pensó, pero Adam saliendo semidesnudo del pasillo, esa caja, ahí, el vino.
—¿Qué hizo qué? Joder, Joder. Llámame loca, pero está situación es demasiado trabajada para haber sido una confusión Emma. — La miro confundida. —No me malentiendas, Adam parece decente, pero pareciera como si quisiera demostrarle algo a Alexander.
—¿Demostrarle qué? Qué lo que le dije, solo somos amigos, además Alexander me dijo que atiende mis necesidades físicas, antes de irse.
—Claro que lo hizo— se ríe —Está malditamente celoso. — Abro la boca y me señala con un dedo, con ese tono rojizo en sus uñas —Emma cuando vi al hombre estaba echando humo por los ojos antes de irse, no sé cómo se controló, pero estaba a punto de matar a Adam.
Abro la boca y luego la cierro otra vez.
—Bienvenida a la realidad sexy.
Alexander.
Puto control.
Ya es media tarde cuando entro en la maldita calle de clase baja donde las casas son más bien una invitación a la coca. Pasé todo el día haciendo la negociación con Blake para tener la cabeza ocupada y hace más de dos horas vino a reunirse con el administrador de la cede de los bares.
Aunque el plan está saliendo como lo pensé tengo pájaros rodeándome.
Me coloco los lentes negros y salgo del auto para encontrarme con Blake, mi abogado y con el administrador de los bares. Es un hombre gordo con la cabeza rapada, perfecto para su imagen en esta porquería de lugares.
—Bienvenido Señor Hilton ¿Cierto? — me extiende la mano cuando llego frente a ellos, asiento sin tomar su mano mugrienta —Como le dije a su empleado, los bares no están a la venta y ya no quieren negociaciones
—Los tienen en hipoteca desde hace dos meses.
—Un error de información, hace unas semanas un comprador llegó a liquidarlos por completo
Logan. —Seré claro amigo, pagaré el doble que le dio ese hombre por los bares.
—Ya le dije que no están a la venta— saca un porro detrás de su oreja y lo enciende de inmediato.
Me quito los lentes despreocupadamente, él solo es una rata como muchos otros que conozco a la perfección.
—Diez millones de dólares por ellos.
Casi se atraganta con el humo del cigarro y el brillo de los tres collares falsos que hay en su cuello rebota molestándome, por eso me pongo los lentes de nuevo.
—Coño, eso cambia las cosas. Tenemos el trato cerrado— confirma mostrando sus dientes.
—Firma los papeles necesarios con él Blake, y has la transferencia de inmediato. — asiente y voy de regreso a mi auto.
—Un placer hacer negocios con usted señor Hilton
La comisura de mi boca se alza. —Lo mismo digo caballero. — camino a mi auto.
Tengo a los Kray, la gente de Logan vigilando desde que llegué. —Por la parte trasera— le digo a Ethan cuando paso a su lado sin mirarlo. Esto solo es una cortina de humo, una distracción perfecta, Blake firmó el trato con el administrador hace más de una hora.
—Los tengo en la mira señor.
En cuanto las camionetas viejas salen disparadas a la dirección contraria mi sonrisa se ensancha y entro a mi lujoso auto. Demasiado tarde, los bares son míos y la gente mugrienta de ellos sacará a Logan a patadas.
Pulso el teléfono justo cuando entro en el estacionamiento del edificio de lujo que está por la avenida más cercana. Alesha está esperando a la entrada con una sonrisa.
—Los conseguiste— es una afirmación. —Valió la pena entretener a Logan mientras tanto.
La miro fijamente, tiene un vestido rojo apretado. Se acerca lista para una compensación, pero en cuanto se acerca a mí la lanzo al suelo de inmediato.
La camioneta de los Kray que me seguía entra al edificio y suelta el primer disparo de plomo y es cuestión de segundos para que mis hombres carguen contra ellos.
Alesha se agarra a mis hombros, y el sonido de las armas me calan los oídos.
—Los conseguí— la levanto —Y Logan ya lo sabe. — termino mirando el enfrentamiento a mi espalda.
¡Hola sexys!
Comienza una fase importante en Tentación ¿Están listos?
Las tentaciones no solo son físicas, la avaricia no solo es dinero y el deseo corrompe a todos.
Hagan sus apuestas
¡Los amo tres millones!
-Karla
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