CAPÍTULO 30
Emma
Salgo detrás de Alexander con la mirada perdida hasta que veo a una persona en la recepción y me detengo bruscamente.
¿Alguna vez has tenido la sensación de ser arrasado por un huracán tan grande sintiendo como tu corazón palpita en tu pecho y te quedas sin respiración mientras el infierno bajo tus pies se abre?
Porque es lo que yo siento ahora.
Está de perfil, pero sus rasgos son conocidos.
Es como si la traumática noche de hace dos años se repitiera frente a mis ojos otra vez, pero la venda en mi muñeca me recuerda donde estoy, pude ser una jugarreta de mi mete, he estado enferma y tal vez mis ojos me mienten.
Camino con cautela y veo a Alexander alejarse justo cuando la persona gira la cabeza dándome la visión completa de su rostro.
—Hola conejito— dice con una sonrisa ladeada y uno de mis demonios ocultos regresa a la vida.
Mi cuerpo se paraliza y ya no puedo moverme.
—¿No vas a saludarme? — comienza a acercarse a mí —No me digas que después de tanto tiempo ya te olvidaste de los viejos amigos Emma.
En cuanto mi nombre sale de su boca me recupero de la sorpresa inicial.
—Tú no eres mi amigo— recalco. — ¿Qué haces aquí Jaden? — pregunto con las manos en puño y miro a mi alrededor.
El lugar está lleno de personas, no estoy sola y mucho menos indefensa.
—Digamos que perdí contacto con Seth así que pensé que tu podrías decirme dónde encontrarlo. — dice Jaden, el mejor amigo de Seth. Uno de los retorcidos que estaban esa noche cuando planeaban hacerme atrocidades. —O tal vez podrías darme algo más que solo su número de teléfono.
Me mira de arriba hacia abajo. Su sonrisa no ha desaparecido, no vino buscando aquí a Seth él debe saber dónde está, debe saberlo todo sobre él y vino con toda la intención.
—No tengo contacto con él— digo entre dientes.
—Es una lástima— se acerca hasta que queda a dos pasos de distancia —Porque sé te está buscando y te va a encontrar Emma— susurra en voz baja levantando su mano a mi mejilla.
Me tenso completamente cuando se acerca más y el temblor en mis muñecas comienza lentamente.
—No me toques— le advierto con un ligero temblor en mi voz.
—¿O qué? — ignora mis palabras y se acerca más.
—O voy a sacar la mierda fuera de ti. — responde una voz gruesa a nuestras espaldas.
Mi cuerpo reacciona al oírlo y un segundo después Alexander aparece a mi lado con la mirada seria y los ojos verdes mirando de forma amenazante a Jaden. Le saca casi cabeza y media de altura y no se diga de lo robusto porque Jaden nunca fue de los tipos fornidos.
Lo aparta de inmediato caminando hacia él solo un par de pasos.
—¿Perdón?
—Lo que escuchaste.
Me tenso más que antes, pero justo ahora eso no me importa en absoluto y me acerco más a él. Me mira un segundo bastante corto y después su mano roza suavemente la mia antes de apartarse.
Ese solo contacto es capaz de recorrerme todo el cuerpo.
—Creo que estás malentendiendo las cosas— carraspea —Buenas tardes— le dice Jaden acomodando su camisa barata con esa sonrisa educada falsa como si aquí no hubiera sucedido nada —Vengo de visita a...
—¿Te pregunté? — Alexander lo corta. —Lo único que veo es que estás incomodando a la señorita Brown, así que o te vas o te saco yo mismo.
Jaden se ríe.
—Oye— levanta las manos sobre su pecho —No sé lo que viste amigo, pero no es lo que parece. ella y yo somos buenos amigos desde hace mucho tiempo, solo estábamos hablando y tal vez vayamos a comer por ahí, — me mira —Díselo Emma.
Alexander me da una mirada rápida.
—No— respondo con la mirada seria.
—Ya la oíste, largo— le dice tajante.
—No voy a irme sin ella— levanta la cabeza desafiante —Además ¿Tú quién eres para echarme de este lugar hijo de puta?
¿Irme con él? ¡Jamás!
La bestia de los ojos verdes endereza la espalda y me tenso. Pero cambia de opinión al último momento mirando a su alrededor. Hace un gesto con una de sus manos y dos hombres de seguridad se acercan de inmediato.
—Lo quiero fuera, — ordena y se gira hacia mí. —Te vienes conmigo.
Coloca una mano bajo mi cintura de forma profesional para alejarme de él. No protesto. Incluso si Jaden empieza a montar un espectáculo nunca podrá contra esos hombres.
En cuanto salimos un alivio me invade, mi corazón sigue palpitando como si hubiera corrido y sin saber lo tomo del antebrazo. Necesito tocarlo de alguna forma para saber que estoy bien.
—¿Quién era ese hombre?
—Él... no es mi amigo— es lo único que digo.
Asiente en silencio sin preguntar más cosa que agradezco.
—Mi auto— apenas digo cuando veo el auto de lujo acercarse.
—Ethan lo llevara.
Asiento y lo veo alzar las cejas, esperaba que discutiera, pero necesito un segundo para calmarme después de esa inesperada visita.
Cuando Ethan nos abre la puerta lo veo hacerle un gesto con la cabeza que no entiendo. Solo veo al hombre asentir y echar una mirada rápida dentro de las puertas dobles de la empresa.
Cuando cierra la puerta detrás de nosotros dice algo por el aparato en su oído, pero no se distingue que es. Me quedo en silencio. Ethan ya no sube del lado del copiloto, lo hace Matt. El auto arranca y una camioneta negra nos sigue.
Alexander sigue en silencio mirando hacia el frente con el ceño fruncido. No sé lo que vio ni lo que escuchó, pero no puedo darle vueltas a eso justo ahora, aun no puedo recuperarme de la sorpresa inicial de ver a Jaden aquí.
Eso es una mala señal. Seth está cerca. Lo siento en mi pecho.
—Ordené que te llevaran comida a tu oficina— dice Alexander sacándome de mis pensamientos. —¿La probaste?
Abro la boca y lo miro fijamente. ¿Así que él...? Pero Adam...
—¿La probaste? — insiste y su mirada se ensombrece —Tus mejillas siguen pálidas.
Dudo que eso tenga que ver con la comida, después de la visita con la Dra. Kriss me he sentido mejor, pero eso se acaba de arruinar hace unos minutos.
—Probé la comida— asiento y le doy las gracias en voz baja.
Estoy muy confundida, por un lado, él volvió a cuidar de mí y por otro ¿Adam me mintió?
—Por cierto— tomo mi bolso —No era necesario que pagaras la consulta— saco el dinero y se lo extiendo. —Fue suficiente con llevarme.
Mira el dinero en mi mano y después aparta la mirada por la ventana dejándome con la mano extendida.
—Tómalo.
—No.
—No es necesario que hagas eso, no soy tu problema— me mira deteniéndome serio como habitualmente. Después extiende la mano y toma el dinero.
Regreso a mi lado del auto.
—A la casa de la señorita Brown— le ordena a Matt apenas mirándome y saca su celular de su abrigo cuando comienza a vibrar. —Alesha— dice sobre su oído
Me quedo en silencio. Ella otra vez, no es como si me importe que al final haya conseguido lo que quería.
Veo como juego con el borde de mi saco.
—Bien, Sí, ten todo listo pasaré por ti.
¿Así que va a pasar la noche con ella? Lo miro de reojo. Me concentro en Jaden y lo que sucedió para no pensar en el hecho de Alexander con Alesha.
Jaden me encontró. Tendré que andarme con cuidado y decírselo a Cora. Seth podría... estar más cerca de lo que pienso. Respiro hondo. No puedo quebrarme con una sola visita, si alguien está tratando de jugar conmigo no le daré el gusto.
No lo haré. Además, miro la venda en mi mano, haré que remuevan las marcas y cambiaré de apartamento, tal vez debería... suspiro. No Emma. No tomes decisiones en base a tus emociones, no es bueno, me recuerdo.
Cuando el auto se detiene en la acera me apresuro a salir incluso antes que Matt pueda hacerlo. Gracias le digo sobre su ventanilla y camino dentro sin despedirme de Alexander que aún estaba al teléfono.
Mientras entro miro a mi alrededor para asegurarme que no hay nadie en la recepción ni por el elevador.
Estoy a salvo todavía.
Respiro hondo presionando el botón del elevador y una mano se posa en mi cintura. Me tenso, pero cuando esa carga eléctrica y el olor a menta me recorre los sentidos, relajo los músculos.
—¿Siempre suele irse sin despedirse? — dice Alexander mientras ambos oímos como el ascensor baja.
—Estabas al teléfono— me aparto de su toque —No quería molestarte, pero gracias por traerme.
Espero que se vaya, pero no lo hace.
—Busco a Cora— dice a modo de explicación. —Espero que no le moleste que subamos juntos.
Esta es la segunda vez que dice eso, ¿Para qué quiere verla? Lo miro fijamente pero su expresión no me dice nada.
Me meto en el ascensor sin responderle y entra manteniéndose está vez en su lugar. El tiempo es más corto de lo que pensé y logro mantenerme serena hasta que ambos salimos por la puerta.
—Adelante— digo abriendo la puerta.
Lo hago por educación, además no soy el motivo de su visita, aunque eso me haga sentir un poco extraña.
—No es necesario señorita Brown. Esperaré aquí.
Otra vez se niega a llamarme por mi nombre, eso ya no me gusta, sigue poniéndome molesta. —Emma— lo corrijo, pero hace como si no hubiera hablado.
—Señorita Brown no tengo mucho tiempo, tengo una reunión importante ¿Podría por favor decirle a su amiga que estoy esperando?
Lo dice muy serio y casi impaciente, un golpe de algo que no conozco me invade. Está impaciente por irse con cierta persona.
—Entonces llámame por mi nombre.
Levanta la mirada y clava sus ojos verdes en mí.
—No.
Nos miramos fijamente. No sé cómo terminamos en esto, pero la distancia entre nosotros se siente más grande cada vez más, o al menos para mí así es.
No va a ceder. Suspiro y lo miro una última vez.
—Gracias por traerme a casa. — me pongo frente a él antes de entrar.
Si va a irse con la pelirroja, le dejaré un pequeño regalo para que esa arpía lo vea. Me acerco poco más y antes que se dé cuenta dejo un beso húmedo en su mejilla dejando mi pintalabios en su piel.
Me mira de reojo dándose cuenta de lo cerca que estamos.
—Llamaré a Cora. — su mirada baja y cuando sus ojos suben le doy una mirada sabedora antes de entrar por la puerta de forma marcada.
Dejo la puerta abierta aun sin saber por qué, o tal vez si lo sé.
Un cuerpo entra inmediatamente detrás del mio y siento su calor corporal recorrerme la espalda después del sonido de la puerta cerrándose.
—¡Estoy en casa Cora! — grito sin recibir respuesta.
Dejo las llaves a la entrada sobre el pequeño mueble como si nada y dos manos se colocan a cada lado de mi cintura aprisionándome.
Lentamente me gira hasta que estamos frente a frente su mirada pasea por mi rostro lentamente, pero no me toca. Estoy medio apoyada en el mueble. Se inclina lentamente hasta que nuestros restos quedan a milímetros de distancia y me relamo los labios con gusto.
Puede que necesite esto para olvidar lo que sucedió al salir de la oficina.
Su mirada baja y por loco que parezca, aunque no me ha tocado no si quiera, mis mejillas ya están ardiendo.
—Al parecer su amiga no está en casa— su aliento baila sobre mis labios y niego con la cabeza. —En ese caso, me voy— se aparta dejándome con las ganas. —Buenas tardes señorita Brown.
Lo miro, así como estoy. Decepcionada. No va a besarme de nuevo, tampoco va a tocarme, pero yo se lo pedí y aunque me cueste admitirlo y mi cuerpo se niegue esto es lo mejor.
—Buenas tardes señor Roe. — aparto la cabeza confundida.
Se aparta para irse, pero antes que pueda llegar a la puerta un par de golpes resuenan.
—Soy yo Emma— la voz de Adam resuena al otro lado.
Había olvidado que vendría a ayudarme con la lista de patrocinadores. Veo a la bestia de ojos verdes tensarse, pero solo por un segundo.
Sonríe de lado y me mira una última vez. —Quita esa mirada de tu rostro— dice en voz baja. —No creo que a Tail le guste verla.
Lo miro un segundo con la boca abierta. Tiene la mirada seria.
—A Adam le gusta compartir— suelto antes que pueda pensar en lo que digo y se detiene de inmediato.
—Justo como a ti— lanza su daga.
—Y como a ti— levanto la barbilla.
Se ríe poniéndome molesta, no sé qué le resulta gracioso si él se metió con la pelirroja en Brent.
— Disfruté su tarde con buena compañía señorita Brown.
Sale por la puerta y me acerco a ver a Adam en la entrada. —Adam— lo saluda con un gesto de cabeza y camina al ascensor.
—Señor Roe— dice Adam a su espalda, aunque no puede oírlo. —Las listas de los patrocinadores— dice a modo de explicación en cuanto Alexander se va —La olvidaste en la oficina. No sabía que el señor Roe estaría aquí.
Miro la puerta del ascensor.
—Buscaba a Cora, mi amiga— carraspeo, aunque realmente no tengo que darle una explicación de lo que hacía él aquí. —Perdona, adelante— me hago a un lado para dejarlo entrar, olvidé que lo tenía en el pasillo.
—Tienes que llamar a los patrocinadores para asegurar su asistencia a Birmingham y quise ayudarte como no te vi muy bien todo el día, supongo que algo de ayuda no te vendría mal. Si no te molesta.
Lo miro fijamente. —Claro, que no, eres muy amable— suspiro y vagamente recuerdo lo que dijo Alexander en su auto.
—En ese caso, manos a la obra— Saca una de las listas —La señora Pitt tiene un evento la próxima semana y está fuera del país, necesitamos llamar a su asistente para agendar una reunión con ella.
—La llamaré mañana en la mañana. ¿Te ofrezco algo de beber?
—Un café no me vendría mal— sonríe y me encamino a la cocina.
Pongo la cafetera y mientras espero veo algo sobresalir de la bolsa de mi blazer, lo saco y encuentro mi propio dinero. El que le ofrecí a Alexander. Suspiro largamente.
—Alexander— sacudo la cabeza y regreso a la sala de estar con el café de Adam.
Me da las gracias y tomo asiento a su lado. —Estaba pensando. ¿Tienes algo que hacer el viernes en la noche? Tengo una comida con unos amigos y me encantaría que me acompañaras. Sería una reunión de colegas.
Le doy una sonrisa. —No puedo, lo siento.
—Es verdad, olvidé que no debía insistir en cosas así.
—No es eso, Cora tiene su primera exposición en una Galería prestigiosa y es el viernes por la noche.
—¡Eso es fantástico! — sus cejas se alzan. —Hacía falta ver nuevas obras en la ciudad.
Recuerdo que en Birmingham me habló sobre eso. —Sí, es fantástico.
—Cuéntame más de esta exposición.
Se ve muy interesado y me siento feliz que alguien tenga interés en algo tan importante para nosotras.
—Como te dije es la primera exposición en una galería prestigiosa para Cora y te juro que ella es una de las mejores pintoras que he visto.
—No lo dudo, me pasare por la exposición en cuanto pueda.
—Eso sería genial— le sonrío —Sería muy especial ver ahí gente conocida para darle ánimos y quitarle un poco los nervios. — miro un sobre plateado al lado de la mesa y me muerdo el labio con fuerza. —De hecho, es el viernes por la noche. ¿Te gustaría ir?
Le entrego la plateada invitación y la toma con entusiasmo.
—Sé que dijiste que tenías planes, pero tal vez por la noche podrías pasarte un momento.
—Esto es muy importante para ti ¿Verdad? — asiento en silencio. —Mi comida con mis amigos puede esperar, cuenta conmigo para ir.
—¿Qué? No es necesario cancelar tus planes.
—Créeme que no les importará— se ríe — Pero hay un pequeño problema.
Mi sonrisa se desvanece. —¿Cuál?
—Según las reglas de etiqueta las exposiciones normalmente son con acompañantes y no tengo un acompañante oficial. — arruga la cara con pena, aunque sé a dónde quiere ir.
Lo miro en silencio, acaba de cancelar su reunión por ir a la exposición de Cora, además es un buena migo y aunque yo no sigo esas reglas de etiqueta y no me importaría ir sola, tal vez debería darle la oportunidad esta vez.
—Es una coincidencia porque tampoco tengo un acompañante. — en cuanto lo digo sus ojos azules se iluminan. —Podríamos hacer un buen dúo el viernes por la noche.
—Encantado— sonríe de lado a lado —Vendré por ti.
Asiento, esto se siente un poco extraño, pero todo sea por mi rubia favorita.
—Entonces, manos a la obra— levanto la hoja y juntos revisamos la lista de patrocinadores.
. . .
—¿Tú no tendrías que haber ido al trabajo a esta hora?
—Adelante todo el trabajo que tenía pendiente, pero de ahora en adelante me encargaré de desayunar en condiciones.
Una sonrisa tira de sus labios y camina en pijama bailando hasta la mesa del pequeño comedor donde el desayuno está listo.
—Haces bien sexy, me tuviste preocupada cuando estuviste enferma— toma asiento frente a mi —¿Sabes? hoy me siento eufórica— echa la cabeza hacia atrás y lanza un grito feliz que me hace reír mientras le sirvo otra tostada especial de Emma.
La lleva a su boca y hace un ruido de satisfacción al probarla. Yo hago lo mismo con la mia y me mira con curiosidad.
—¿Qué pasa?
—Ayer por la mañana aun estabas enferma.
—Me siento mejor, como te dije, la Dra. Kriss dijo que era una infección estomacal, pero después de unas horas se iría— doy otro mordisco a mi tostada. —No hay nada de qué preocuparse.
—Entonces no hay un mini sobrino ahí.
Me rio — No.
—Ay— suspira —Ya me había hecho la idea de comprarle una chamarra de cuero para que sepa cómo atraer a las nenas.
Me rio en voz alta. —Sería todo un casanova con una tía como tú, pero podemos dejar de hablar de hijos que no existen— me toco el vientre, el tema me resulta un poco incómodo ahora que lo pienso.
Mi vida no está precisamente bien y mucho menos estable para tener un hijo y ahora que lo pienso no sé si realmente alguna vez quiero tener un hijo. Como broma suena gracioso y a la vez lindo, pero si lo pienso de verdad la sola idea me aterroriza.
—De acuerdo— su mirada cambia —Entonces sobre Jaden.
Suspiro y miro a la nada. No quiero preocuparla porque hoy es su noche, pero tampoco pude ocultarle su visita.
—No sé si pretendía regresa, pero después que Alexander lo echó dudo que lo haga. — tomo una respiración profunda —Por el momento no hay que preocuparse de esto, soy más fuerte que antes y si quiere intimidarme con unas cuantas visitas no lo logrará.
—Sexy esto no es cualquier cosa.
—Lo sé, pero ya estoy cansada de ocultarme como una cobarde, si vine aquí fue por una vida nueva y no la voy a dejar por mi pasado, porque no puedo cambiarlo. — cierro los ojos, pero los abro de inmediato —Y si Jaden comienza a acosarme o cualquier cosa de ese tipo levantaré una denuncia.
—De acuerdo. — su mano corre por la mesa y aprieta la mia. —Ya basta de tener miedo, si yo lo veo lo primero que va a conocer serán mis rodillas sobre sus bolas. Además, recuerda que tenemos a Luke aquí.
Asiento, aunque no quiero que él se involucre en esto, pero sé que podemos confiar en él.
—Basta de arruinar este día, hoy debemos celebrar— le guiñó un ojo, pero no quita que ambas andemos con cuidado de ahora en adelante. —Deberíamos practicar tu entrevista con los medios.
—Si— reacomoda su cabello. —Estoy lista para arrasar con ellos.
Ambas nos reímos en voz alta. —Puedo conseguir que los medios vayan, tengo muchos contactos buenos, lo sabes.
—No harás nada de eso, no quiero a Emma la ejecutiva y diosa de las relaciones publicas caminando en los pasillos de Gallery Art— dice determinada —Esta noche quiero a mi mejor amiga y mujer más sexy que he visto en la vida acompañándome a mi primera exposición de prestigio.
—En ese caso mantendré la boca cerrada. — miro la hora en mi celular y me levanto de inmediato —¡Llego tarde! Te veré después me encargaré de llegar a casa a tiempo.
—De acuerdo, no mueras en el camino, te quiero.
—¡Te quiero! — le grito de vuelta y bajo corriendo hasta mi Mazda aún tengo nervios por Jaden, el mejor amigo de Seth, pero tengo que ser fuerte por Cora.
Pero nunca es fácil vivir con miedo, esperando que algo malo suceda.
Con los hombros caídos salgo de mi edificio y me quedo con la boca abierta cuando veo a Ethan del otro lado de la calle con una taza de café en su mano.
Mira a ambos lados como si estuviera vigilando y cuando me ve me regala un movimiento de cabeza. Le doy una sonrisa amable y entro en mi Mazda confundida.
Lo miro por el espejo retrovisor mientras pongo en marcha mi auto. Sigue de pie fuera de un auto negro que supongo que es de Alexander.
Mi auto avanza hacia él. —Ethan— bajo la ventanilla.
—Señorita Brown.
—¿Paseando por la zona? — oculta su sonrisa bajando la cabeza, sabe a dónde voy.
—Le diría que si— arqueo una ceja —Pero ambos sabemos que eso no es verdad— sonríe —El señor Roe solo quería asegurarse que no hubiera más visitas inoportunas para usted como la de ayer.
Parpadeo sorprendida y algo en mi pecho se aprieta. Abro la boca para decir algo, pero las palabras no salen.
Miro hacia el frente perdida en mis pensamientos y un segundo después miro por el retrovisor, no sé si está ahí o tal vez Ethan vino solo, pero que lo haga esto significa más de lo que incluso Sawyer Taylor alguna vez hizo por mi
—Todo está en orden— digo en voz baja y él asiente. —Ten un buen día Ethan. — le doy las gracias en voz baja y me pongo en marcha con la mente confundida.
Uno de los muros que hay dentro de mí, el muro que hay desde el día en que perdí a mi madre... comienza a agrietarse.
Paso el día trabajando de costumbre tratando de no pensar demasiado las cosas y finalizo mi proyecto de Birmingham.
Todo está listo.
Después que mi jefe me dé la aprobación final y me mire satisfecho me encamino a mi oficina para guardarlo. Por el pasillo me topo unos ojos verdes en rumbo a la sala de juntas, pero cuando me ve aparta la mirada y se concentra en su asistente.
Suspiro y me sumerjo en la protección temporal de mi oficina lo mejor que puedo.
. . .
—¡Oh Por Dios Coraline Gray! ¿Realmente eres tú? — digo asombrada dejando mi brocha sobre la cama y miro a Cora salir con su vestido de noche dorado.
Es un vestido entallado en tonos dorados. Que se aprieta a su cintura marcando su figura y sube en un escote de dos picos sobre sus pechos dejando sus hombros desnudos. Por el corte de las piernas cae abierto y termina en un corte fino.
Se da la vuelta en sus tacones de aguja con una sonrisa radiante y me deja ver la parte de su espalda desnuda en la que no cae ondas rubias ya que lleva un recogido casual.
Es la combinación perfecta de sensualidad y elegancia.
—Me dejaste con la boca abierta— digo con una sonrisa —Te vez espectacular.
—Me siento espectacular.
—No es para menos hoy es tu gran noche. — le doy una mirada cariñosa que me devuelve. —Entonces ¿Luke vendrá por ti?
Asiente. —Está esperando abajo— toma su bolso a juego. —Tenemos que irnos para arreglar un par de detalles de último minuto, te veré ahí y también a Adam.
Al final aceptó la idea de él siendo mi acompañante, no es como si tuviera otra opción.
—No tardaré.
—Luce el rojo con gusto Brown que hoy te favorecerá.
—No mejor que el dorado a ti.
Sonríe y sale por la puerta casi dando saltos emocionada y la sonrisa en mi rostro no desaparece mientras regreso a mi habitación. Cora habría muerto por ver a Dylan aquí, pero me aseguraré darle todo mi cariño y apoyo está noche.
Me quito la bata de seda por los hombros quedando solamente en un conjunto de encaje negro demasiado delgados, pero eso es lo que el vestido amerita. Me quito también el sujetador, porque el vestido no me permite llevarlo y me coloco el vestido rojo.
Los delgados tirantes suben por mis hombros y cae por mis piernas hasta el inicio de mis tacones. La abertura de media pierna se abre mostrando lo mejor del vestido.
Reacomodo mi cabello en ondas sobre mis hombros y lo que veo me gusta. Cora sin duda será el centro de atención como debe ser, pero este vestido que me hizo comprar no se queda atrás.
Es tan... seductor.
Sonrío y saco mi labial rojo para colocármelo junto con los pendientes largos. Termino y en ese momento llaman a la puerta.
Debe ser Adam.
Tomo mi bolso pequeño y con una respiración profunda abro la puerta.
Del otro lado Adam me saluda con una sonrisa, lleva un traje negro de gala. Y gemelos plateados en los puños de la camisa.
—Vaya— dice mirándome
—Es un vestido elegante, la ocasión lo ameritaba.
—Pero estoy seguro que nadie podría lucirlo tan bien como tú— me regala esa sonrisa carismática y esta vez se la devuelvo con todo el gusto del mundo. —¿Nos vamos?
—Claro— la guiño un ojo y juntos salimos.
El Mercedes que conduce Adam es un modelo reciente y el cuero hace que la tela de mi vestido se deslice con facilidad por el asiento.
Cruzamos la ciudad charlando de cosas triviales y cuando llegamos a Gallery Art un hombre recibe su auto en la entrada.
—¿Me permites? — me ofrece el brazo y no lo pienso dos veces antes de tomarlo.
Subimos los escalones, camino con cuidado por mis tacones abiertos y finalmente cruzamos la entrada.
La luces alumbran el corto pasillo de la entrada. Caminamos por él viendo a muchas personas a nuestro alrededor. Todos vestidos de forma similar a la nuestra.
Hay meseros por aquí y por alla, con uniformes en negro sirviendo copas, al pasar a la sala de entrada el nombre de tres personas en dorado marca la placa sobre la pared, entre el nombre de los dos hombres está el de Cora.
Coraline Gray.
Se lee en letras doradas. —Es ella— le digo a Adam y lee con cuidado el nombre.
—Este evento promete mucho, no me sorprende que haya medios llegando.
¿Medios? Levanto la mirada y a lo lejos veo algunas personas del periodismo preparar sus quipos, algunos fotógrafos comienzan a pasar entre las personas.
También veo a Luke un segundo mientras entra en una de las salas donde seguramente debe estar Cora.
—El dueño de esta galería es muy reconocido y los asistentes del evento acaparan toda la atención.
En cuanto termina de decir eso un carraspeo viene a nuestras espaldas y cuando nos giramos vemos a Bennett Roe en un esmoquin negro.
—Bennett— le sonrío totalmente sorprendida, el hombre se ve espectacular y ... ¡Dios! ¡Bennett en esmoquin!
Nunca creí que viviría para ver eso. Tiene algunos de sus rizos sujetos al lado de su cabeza con cera masculina y la sonrisa radiante es perfecta.
Cora va a morirse cuando lo vea.
—Emma, te vez increíble— se inclina y besa mi mejilla como siempre antes de tirarse del cuello de la camisa y me hace reír —Debe estar costándole traer eso puesto. —Adam— se gira a mi acompañante.
—Bennett— le da un saludo de cabeza.
—¿Dónde está la autora de la exposición? Llegué muy temprano al parecer— dice con una sonrisa.
En ese momento veo la puerta de la sala principal abrirse por donde Bennett apareció y Cora sale casi corriendo de ahí y entra en la misma sala donde entró Luke.
—Ahí la tienes— le digo pero cuando se gira ya no la puede ver —Dijo que tenía unos detalles que resolver.
—Sí, seguramente— carraspea y baja la mirada ocultando una sonrisa, pero no tengo de descubrir que nos oculta porque se despide. —Me quedaría con ustedes, pero no soy fanático de estos eventos. Te veré después— me guiña un ojo.
Lo despido con la mano y un mesero se acerca a Adam y a mí. —¿Quieres una bebida? — me pregunta.
Un trago no me hará daño. Asiento y tomo una copa con la suya. Nos acercamos a una de las columnas charlando vagamente.
—Parece que los medios encontraron a un pez gordo— dice dejando de reír. —Todos están yendo al mismo lugar.
Sigo la dirección de su mirada donde veo a los fotógrafos caminar. Van hacia la entrada.
—Debe ser alguien muy importante, será bueno para poner la exposición en los diarios.
—No quiero hacerlo, pero mi perfil de publicista quiere ver quién es.
Me rio con él porqué siento lo mismo, pero no tenemos que esperar mucho porque los fotógrafos se hacen a un lado y dejan ver a un hombre de ojos verdes en un traje negro.
Su traje hecho a medida se ajusta perfectamente a su cuerpo y su cabello hacia atrás hace que su atractivo aumente.
Como siempre que entra a un lugar, su sola presencia impone. Paso la mirada por el que apenas mira a la gente a su alrededor.
Alexander Roe.
Pero no viene solo, hay una mujer a su lado.
La pelirroja.
¡Hola sexys!
Yo solo diré... ¡Que comience el juego!
La sala de exposición tiene un recuerdo de una rubia acorralada por un Roe jajaja
No olviden votar por los capítulos y síganme en mis redes para vistazos del siguiente capítulo.
¿Alguien usa un collar plateado?...
¡Los quiero tres millones!
-Karla
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