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CAPÍTULO 3

Emma

Después de mi cita con la doctora Kriss entro a mi apartamento y paso la tarde ordenando el lugar con un poco de toque femenino para que no parezca un agujero. No es de mis cosas favoritas por hacer, pero con música todo es más sencillo.

Canto al mismo tiempo que Bon Jovi mientras abro la última de las cajas apiladas en el suelo. Dentro tiene dos floreros vintage color azul envueltos con cuidado en papel de burbujas que compré por línea con un descuento bastante favorable.

Cora me enseñó a usar esas aplicaciones, aunque varias veces ambas nos perdemos por las páginas de tiendas costosas solo para mirar un poco. Les quito la envoltura y los pongo en la mesita de centro de la sala.

Ahora este lugar tiene más vida que antes y me encanta.

Al lado de la puerta hay un último paquete en una pequeña caja de cartón blanca, ese llegó un día antes, pero entre tantas cosas pendientes no tuve oportunidad de abrirlo. En la etiqueta dice que es de Cora.

Tratándose de ella, puede ser cualquier cosa, hasta una bomba encendida.

Abro la caja y todo está lleno de tiras de papel. Busco el dichoso objeto y mis dedos se topan con algo frio. Saco el objeto con el ceño fruncido y abro la boca indignada. ¡Cora! Uno de mis dedos se resbala y el objeto empieza a vibrar.

Doy un brinquito y termina cayéndose al suelo. ¡Coraline Gray! Voy a matarla por enviarme esto en un paquete y por el momento el dichoso objeto se quedará en su caja.

Sacudo la cabeza con una sonrisa por esa broma de mi rubia favorita, es incorregible, ya me escuchará después. Tiro todas las envolturas a la basura moviéndome al ritmo de la música.

Acomodo mi abrigo negro sobre el sofá y por casualidad encuentro los botones de mi blusa. Los recuerdos de esta tarde regresan con más fuerza y me muerdo el labio. La voz de Alexander Roe, su presencia, su mirada...

El hombre es atractivo y lo sabe.

Por lo que me dijo Alicia, estoy segura que él es el tipo de hombre que tiene una mujer diferente en su cama cada noche, y aun no entiendo cuál es la gracia de intimidarme con su presencia, desde el primer día en la sala de juntas fue malditamente seductor.

Eso no pudo ser solo mi imaginación.

¿Por qué tenía que interrumpirlo con la pelirroja? Ahora tengo un problema más que añadir a mi lista. Y hablando de ella, Alicia dijo que la mujer no era su novia. ¿Entonces quién es? ¿Amante casual? ¿Amiga con derechos?

Solo por curiosidad y nada más, muerdo el labio inferior mientras me tumbo en el suelo junto a la alfombra y abro mi laptop, busco un nombre en particular.

Alexander Roe.

Una larga lista de búsquedas y fotos saltan a la vista inmediatamente. Abro varios artículos, pero en ninguna de las fotos sale la pelirroja y ningún artículo habla de ella. Solo hay fotos de él con esa mirada seria.

Estoy perdiendo mi tiempo, estoy buscando a la persona equivocada, ojalá supiera su nombre. Escribo Alexander Roe y añado la palabra "Pelirroja", pero no funciona, las habilidades de buscadora del FBI, se las dejo a Cora.

Paso foto tras foto y momentáneamente me olvido de lo que buscaba y me dedico solo a verlo.

Ninguna foto es capaz de capturar su esencia completa. Su cuerpo, su voz, su mirada, todos sus atributos serían capaz de dejar a cualquiera sin aliento o avergonzado. Me muerdo el labio lentamente. No voy a negar que es muy atractivo.

Y desde hace un tiempo en Trafford ningún hombre me había puesto así. Despertando mi instinto.

Estoy tan concentrada en verlo que cuando mi teléfono suena sobresalto como si fuera atrapada viendo algo ilícito. Miro la pantalla, es un número desconocido y no es de la zona.

—¿Hola?

—Hola conejito.

Mi cuerpo se tensa de los pies a la cabeza y de inmediato mi respiración se acelera. Me levanto de suelo. No puede ser. No puede ser, me repito una y otra vez.

—¿Cómo conseguiste mi teléfono?

Escucho unos ruidos extraños del otro lado y Seth suelta un gruñido bajo. —Eso no importa, solo quería escuchar tu hermosa voz — jadea en alto —Quiero oírte mientras me corro.

Mi estómago se revuelve y me quedo paralizada en medio de la sala con una expresión de asco en mi rostro.

—Habla para que me hagas terminar, estoy muy solitario aquí y es por tu culpa.

Mis muñecas comienzan a temblar y siento como la temperatura de la habitación ha disminuido por completo. Pero el destino no es tan cruel conmigo porque cuando siento que todo se desmorona, como por arte de magia reacciono y cuelgo la llamada bruscamente con dedos temblorosos.

Las náuseas vuelven con fuerza y se atascan en la parte baja de mi estómago. Otra llamada entra inmediatamente, pienso que es de él y me sobresalto, pero cuando veo la pantalla el nombre de Cora salta a la vista.

Tomo una respiración profunda y contesto. —Hola— mi voz suena extraña en mis propios oídos.

—¡Sexy! Tuve una comida con mi hermano y me dijo que Seth consiguió tu número de alguna forma, debes estar preparada, va a llamarte, estoy segura.

Me dejo caer al suelo deslizándome por la pared lentamente con los hombros caídos. —Demasiado tarde Cora, ya lo hizo.

Ahoga una exclamación. —Mierda. Lo siento tanto, no sé cómo lo dejan hacer llamadas desde ahí. Debí llamarte antes para decírtelo, pero estaba ocupada llenando unos formatos y no creí que...

—Está bien— la detengo, nadie podía evitar eso. —No pasó nada, lo corte antes que dijera algo más, pero ¿Puedes quedarte al teléfono conmigo un rato? No creo que pueda soportar estar sola justo ahora.

—No tienes que ni que pedirlo sexy. — suspira —¿Estás bien?

—Eso creo— miro mis muñecas, ya no tiemblan tanto como antes cuando tenía a ese enfermo al teléfono. —Estoy molesta y un poco sorprendida, no sé cómo lo hizo.

—Le diré a mi hermano que lo averigüe ¿Te parece bien? — respondo afirmativamente y suspiro — ¿Qué estabas haciendo antes que te llamará? — sé que lo pregunta en un intento de distraerme y agradezco el gesto.

—Mirando fotos del dueño de Hilton &Roe— responde mi boca antes que pueda procesar lo que digo.

Percibo su sonrisa. —¿Alexander Roe? ¿El tipo que conduce un imperio y está más bueno que el pan y es tu nuevo jefe ardiente?

—Sí y no, técnicamente él no es mi jefe. — respondo un poco aturdida y por un momento muy corto, me olvido de Seth. —Te sorprenderá lo que te voy a decir, pero acabo de enterarme que ese empresario, Alexander Roe, es la tentación en persona.

—Joder ¿Tanto así?

Asiento, aunque no puede verme. —Hoy lo comprobé con mis propios ojos y probablemente sea una distracción permanente durante mi estancia en su empresa.

—Mmm esas palabras me suenen un poco agitadas— dice suspicazmente del otro lado. —¿Acaso has tenido un encuentro cercano con el hombre de ojos verdes?

Dejo caer mi cabeza sobre la pared mirando el techo, escucho el ruido de la ciudad a lo lejos. El recuerdo en el elevador me golpea otra vez con fuerza. Trago saliva con fuerza. —Es una larga historia.

. . .

Los días siguientes pasan más rápido de lo que imagine y deduzco que es porque sigo acoplándome a mi nuevo empleo. He tenido suerte de no haber recibido otra llamada de Seth y sumergirme en el trabajo es perfecto para dejar de pensar.

Paso al lado de Alicia que me da una sonrisa amable mientras entro a la oficina de mi jefe, ella se ha convertido en mi compañera de trabajo más agradable y siempre me contagia sus sonrisas.

Hoy es viernes, lo que significa que mi primer fin de semana ha llegado y puedo poner en orden mi apartamento con los últimos detalles que fueron interrumpidos por un inoportuno. Suspiro, gracias a eso no tuve humor para terminar la decoración, solo espero no tener llamadas inoportunas esta vez.

No puedo estar más satisfecha con lo que hago, incluso he tenido la suerte de no toparme con Alexander Roe ni la pelirroja misteriosa. Comienzo a pensar que Londres es lugar bendito.

—Estuve revisando su propuesta más a detalle en los últimos días y me gusta por completo. Así que vamos he tomado la decisión de usarla para la apertura de los hoteles de lujo de Birmingham— dice el señor Jones y líneas de su cara se arrugan mientras sonríe.

Me quedo quieta en mi lugar mirándolo fijamente. ¿Qué? Mi propuesta para los nuevos hoteles es una locura, sus publicistas van a arrasar conmigo cunado se enteren.

—¿Mi propuesta Señor Jones?

Asiente. —Su propuesta tiene un toque llamativo e innovador y eso es justo lo que necesitamos para el evento de apertura— alza las cejas y marca una línea invisible en su escritorio con su bolígrafo —Felicidades, en unos días ha trabajado mejor que todo mi equipo de relaciones públicas el resto del mes. — me sonríe de nuevo y no puedo evitar devolverle una sonrisa sincera y agradecida.

Me está dando una oportunidad increíble y eso no puedo sobrepasarlo.

—Gracias por confiar en mi trabajo, no voy a decepcionarlo. — siento mis mejillas arder. No estaba preparada para esto.

—Ahora que ya tenemos todo listo, necesitamos iniciar el proyecto inmediatamente — Asiento —Reúna a todo mi equipo hoy a medio día. Necesitamos hablar con los relacionistas, los publicistas y muchas personas más.

—Si Señor.

—Y encárguese de tener las proyecciones de la locación listas para presentarlas. — anoto todo lo que dice con manos rápidas, para no cometer ningún error. —Es todo Emma, puede retirarse.

Salgo por las puertas de cristal y me recargo sobre ellas. Aún sigo sin creer lo que acaba de decirme.

—¿Está todo bien Emma? — pregunta Alicia desde su lugar. Su saco color menta realza su tono de piel y en su escritorio hay una pequeña bolsa con bolitas de canela abierta

—El señor Jones eligió mi propuesta para la apertura de los hoteles de Birmingham.

—¡Emma! — se levanta de su asiento casi dando saltos —¡Felicidades! Esas son excelentes noticias— me envuelve en un abrazo cálido y mis hombros se me relajan instantáneamente.

—Gracias Alicia— sé que lo dice de verdad, puedo sentirlo en la fuerza de su abrazo —Ahora tengo que irme, vamos a tener una junta a medio día y necesito reunir a todos ejecutivos ¿Puedes enviarme una lista de las proyecciones del último mes y las proyecciones de la locación del evento de apertura?

—Claro— asiente —Estoy en ello de inmediato.

Necesito esas proyecciones y ordenar la propuesta en las carpetas y repasar los datos y... ¡Tranquilízate Emma! Puedes hacerlo. Tomo una respiración profunda y camino a los pasillos. —Te veré a medio día— me despido con una sonrisa.

Paso reorganizando todo, cuidando que todo esté detalladamente, mi forma es muy peculiar cuando dejo que mi perfil ejecutivo tomé el control. Así aprendí a trabajar en Trafford y era buena en ello, creo que eso es una de las pocas cosas que echo de menos de mi antigua vida.

Pero podría contarlas con la mano y por ninguna de esas cosas volvería al infierno.

Antes de mediodía tengo todo listo para la reunión y estoy terminando de ordenar unos documentos sobre mi escritorio cuando Alicia entra por la puerta.

—Los ejecutivos ya están en la sala de juntas y el señor Jones ya está en camino a ella.

—De acuerdo, vamos— salimos juntas de la oficina —¿Todos llegaron?

—Sí, el señor Blake, los del área de diseño, excepto su director porque no puede asistir, pero mandó a su asistente en su representación y cubrirá los puntos necesarios— ladea la cabeza —También están los publicistas y el señor Roe.

Me detengo por completo, seguramente escuché mal lo último que mencionó —¿El señor Roe?

—Sí, el señor Roe.

—¿Por qué? — arrugo la cara, no me apetece verlo en absoluto, lo que es ridículo teniendo en cuenta que el hombre es el dueño de esta empresa.

Pero como había dicho, desde el pequeño incidente en el ascensor tuve la suerte de no topármelo por los últimos días, lo que fue genial mientras duró.

—No lo sé, hoy simplemente decidió aparecerse. — se encoje de hombros —No te sorprendas. Él es así, le gusta estar al tanto de todo lo que ocurre en su empresa y más cuando se trata de cosas importantes. Birmingham es el proyecto más grande de este año junto con el de nueva York, todo tiene que ser perfecto para él.

Asiento. Puedo hacerlo, me repito como siempre lo hago cuando estoy a punto de entrar a un lugar lleno de gente para calmar mi ansiedad. Solo tengo que mantener mi perfil profesional de siempre y voy a estar bien.

Además, el señor Jones es el jefe y director de este proyecto, no tengo por qué preocuparme de más. Alicia entra a la sala de juntas, pero me quedo un momento fuera para respirar. Puedo hacerlo. Puedo hacerlo. Arreglo las solapas de mi saco y entro con la cabeza en alto.

El señor Jones está parado al centro de la mesa con una hoja en su mano. Estaba segura que él estaría en la silla frontal porque él dirigiría la junta, pero claro, el señor Roe está ahí.

Con su elegancia de siempre y su traje que no visualizo a la perfección porque solo le doy una mirada rápida de reojo.

Tomo asiento junto a mi jefe y la junta comienza. Puedo notar que más de uno de los publicistas que están en la mesa me miran de una forma no muy amigable han tenido esa actitud tajante desde que mi jefe dio la noticia de mi propuesta que ahora es el proyecto oficial.

Evado sus miradas, en las empresas grandes sobrevive el más fuerte, pero yo no quiero una cacería ni una pelea, solo que seamos profesionales. Sus miradas no disminuyen a medida que avanza la reunión, aunque hay uno que no me mira de esa forma.

El moreno de ojos azules que siempre se sienta a la derecha de mi jefe y tiene una sonrisa de lado.

Le doy una mirada educada con una inclinación de cabeza que me devuelve y anoto todos los datos importantes que dice mi jefe.

Después de varios minutos presentando el proyecto esa sensación de ser observada me llega y no quiero levantar la cabeza porque cabe la remota posibilidad de que sea el señor miradas penetrantes.

Así fue como lo conocí el primer día y no quiero revivir ese incomodo momento. Cruzo los dedos para que no sea así, prefiero ver a un publicista pulverizándome con la mirada a los ojos molestos y verdes clavados en mi.

Los minutos pasan y esa sensación sigue ahí. ¡Arg! No tengo más opción que levantar la cabeza y justo como lo sospeché, Alexander Roe me mira fijamente desde el otro extremo de la mesa.

Una vez que nuestros ojos se encuentran su mirada se intensifica y me mira con demasiada intensidad, no hay nada profesional en esa mirada. Le frunzo el ceño, no voy a caer en ese juego, si busca intimidar a alguien deberá atrapar a otra presa.

Centro mi atención en el señor Jones otra vez ignorándolo por completo, pero alguien lo corta rápidamente.

—Trato de seguirte Christopher, pero no tengo claros algunos puntos— Alexander Roe tiene la mano levantada. —¿Por qué no le pides a tu asistente que nos lo expliqué? La propuesta es de ella por lo que entiendo.

Mi respiración se acelera y lo miro fijamente. ¿Yo?

—Claro, Emma por favor— el señor Jones me insta a levantarme.

Mi pánico escénico comienza a apoderarse de mí por las miradas de los publicistas, el moreno de ojos azules también me mira, pero de forma más amable. Miro a mi alrededor calmando el temblor de mis manos.

—La propuesta... quiero decir, el proyecto de Birmingham es...— mi voz suena temblorosa y patética en mis propios oídos. Cierro los ojos y respiro hondo. — Nuestros datos para la apertura de los nuevos hoteles se hicieron de acuerdo a los últimos reportes de los ejecutivos de publicidad. — dejo que mi perfil ejecutivo tome el control de la situación.

Mientras hablo giro la cabeza por todos los que se encuentran y doy contacto visual con ellos para atraer su completa atención.

—Revisé la última apertura hecha en Swindon y en Brent, pero Birmingham es una ciudad más turística en esta época del año, así que necesitan ser más llamativos y atrayentes con eventos de los patrocinadores y publicidad empresarial. — Tomo una respiración corta — Y así, mantendremos el prestigio de Hilton &Roe como cadena hotelera internacional y que tanto nos caracteriza.

—Nos enteramos que West B. tiene una apertura de hoteles días después de la nuestra y no vamos a dejar que tomen ventaja. — complementa mi jefe —Conseguiremos a los mejores patrocinadores de la zona.

Mi jefe me insta a seguir y eso hago, detallando cada parte del proyecto. Cuando finalmente termino, Alexander Roe, luce complacido, a mi parecer.

—Me sorprendes Christopher, lo que acabas de presentarnos es justo lo que estamos buscando para Birmingham, pero primero quiero un reporte completo de tus publicistas en mi oficina, también quiero que la locación sea revisada así que programa una visita.

Me sorprende su forma de hablar. Es un hombre joven y atractivo, pero justo ahora se comporta como un ejecutivo, nadie dudaría de su capacidad. Sigue hablando y cada vez tengo más claro por qué es el presidente y dueño de Hilton &Roe.

—Bennett y los demás ejecutivos ya habíamos hablado de West B y tienes carta blanca para comenzar con el proyecto de inmediato.

De repente dirige sus ojos verdes hacia mí. Aguanto la respiración esperando lo que sea que va a decir.

—Por lo que veo usted tiene una boca muy experimentada señorita Brown— no me pasa desapercibido ese tono bajo en su voz, como si sus palabras tuvieran otro significado.

Levanto la barbilla y lo miro fijamente sin amedrentarme.

—Más de lo que se imagina Señor Roe. — las palabras salen antes de que las pueda detener y sus cejas se alzan. —Tengo experiencia en el tema— explico rápidamente después de darme cuenta del doble sentido de mis palabras.

—Ya veo—baja la mirada y repentinamente se levanta de su silla sin mirar a nadie más. —Si eso es todo, me retiro— camina hacia la puerta y sale.

Respiro hondo mientras se va, miro a Alicia que me da una sonrisa y otra vez el moreno de ojos azules me mira.

Carraspeo y vuelvo a tomar mi lugar. Me quedo en silencio mientras mi jefe termina con la reunión. Después de unos minutos finalmente nos deja ir y disfruto de poder dejar el estrés y la presión atrás.

Uno de los publicistas se despide de mi con una sonrisa amable. —Felicidades por tu proyecto— me felicita fugazmente al levantarse. Es el pelinegro.

—Gracias. — digo a su espalda, pero ya se ha ido.

Camino de regreso a mi oficina junto con Alicia, pero ella se queda por el pasillo en su lugar de trabajo y con la promesa de que comeremos juntas sigo el resto sola y con una sonrisa satisfecha.

Cuando entro por la puerta cristalizada blindada ahogo un grito muy agudo al ver una figura masculina en una de las sillas frente a mi escritorio. Su espalda trajeada se alza cuando se yergue en su lugar.

Su colonia a agua fresca y menta invade la habitación por completo. Es una esencia embriagadora.

¿Estoy en algún tipo de broma punk? Miro distraídamente las esquinas de mi oficina y no encuentro ninguna cámara oculta. ¡Por supuesto que no Emma! ¿Qué hace él aquí? Lo miro con el ceño fruncido.

—¿Va a entrar su oficina o piensa quedarse parada en la puerta todo el día? — suena relajado y tiene algo en las manos, pero desde aquí no puedo ver lo que es.

Aprieto los labios en una línea recta y entro cuidadosamente.

—¿Puedo ayudarlo en algo señor Roe? — pregunto amablemente y me quedo frente al escritorio.

Sus ojos se levantan del libro que tiene en las manos. ¡Oh Dios! ¿Cómo pude olvidar el maldito libro aquí y por qué lo tomó?

—Excelente elección— lo deja sobre mi escritorio y recarga uno de sus tobillos sobre su pierna mirándome apreciativamente.

Mis mejillas amenazan con encenderse porque ese libro es un poco llamativo.

Literatura erótica.

Se aclara la garganta ante mi evidente silencio. —Quiero una copia del plan de apertura de Birmingham con todos los datos que mencionaron en la reunión.

Asiento. —Por supuesto señor Roe. Se la llevaré a su oficina en cuanto pueda.

¿Vino hasta aquí solo por eso? Muy poco probable y esa expresión que tiene me lo confirma. ¡Solo quería intimidarme otra vez! ¡Él tiene una secretaría casi robótica, supongo que también tendrá una asistente y un teléfono de fácil acceso!

—No es necesario, voy a esperarla justo aquí.

¿Qué? Oh, no.

—Mi jefe quiere unos datos actualizados de los publicistas justo ahora.

—No se preocupe señorita Brown, Christopher va a entender porque se demoró en llevarle esos datos, primero trabaje para mí. — responde sin dejar de mirarme y su tono de voz no permite replicas.

Cedo de nuevo.

Asiento y me pongo a trabajar, tengo todos los datos a la mano solo hay que ponerlo en una carpeta y al fin se iría. Mientras lo hago ignoro la sensación que recorre mi cuerpo mientras me mira. Lo miro de reojo y él ladea la cabeza como si estuviera complacido.

Sabe lo que está haciendo y lo peor es la reacción de mi cuerpo. Mi temperatura corporal está en aumento, pero trato de controlarla.

Termino y me levanto para guardar la copia que quiere. Frunzo el ceño, las carpetas vacías están hasta el estante más alto del mueble en la pared. Recordaba haberlas dejado en el más bajo. ¿Y ahora como voy a alcanzarlas?

Él no aparta la mirada ni un solo segundo y mis nervios están por destriparme viva. Me acerco al dichoso mueble, coloco una mano sobre la base y me alzo sobre mis tacones para alcanzarlas, pero están demasiado lejos.

Un cuerpo se pone a mi espalda y me tenso completamente. Maldición. Maldición. Su calor corporal me cubre a unos centímetros y su mano se pone a un lado de la mia. Una corriente casi eléctrica pasa por toda la habitación.

—Aquí tiene— su voz ronca cosquillea en mi oído.

Me muerdo el labio para contener el sonido ahogado que me muero por soltar.

Está tentándome.

No sé lo que hace ni por qué lo hace, pero no voy a caer en su juego, aunque mi cuerpo diga lo contrario. Me las arreglo para mantener mi expresión seria como si nada hubiera pasado.

—Gracias— me alejo de él inmediatamente.

Sigo trabajando en silencio, aunque siento mi sangre quemar. Sigue mis movimientos y habla rompiendo el bloque de hielo entre nosotros.

—Tuvo un golpe de suerte, nadie había logrado llegar tan lejos en tan poco tiempo en el departamento de relacione públicas— levanto la mirada por lo que dice

—No creo que sea suerte, se llama capacidad— frunzo el ceño.

Ladea la cabeza y me estudia. —¿De verdad cree que sea capacidad? ¿No cree en la suerte?

—En absoluto.

—Bien, digamos que fue capacidad— asiente —Su capacidad la llevo lejos, pero dudo que avance más, aún estoy valorando sus habilidades para trabajar en Hilton & Roe.

Lo miro desde el otro lado, su comentario está tan fuera de lugar.

—Tengo casi dos años de experiencia en una prestigiosa empresa de inversiones en las afueras de la ciudad, más los meses de practica cuando me gradué de la universidad.

Odio alardear de mí, pero con esas palabras solo deja en claro que él piensa que no estoy capacitada para el empleo y realmente lo necesito. Tampoco voy a permitir que me desacrediten.

—No lo sé, ¿Será tan buena como dice su currículum o solo es una coincidencia oportuna? — contraataca.

Jesús. Este hombre es exasperante. Me mira complacido, sabe que no puedo replicar y lo está disfrutando el muy cabrón. Tomo una respiración profunda, está claro que solo quiere provocarme. ¿Por qué se empeña conmigo de esa manera?

Interrumpirlo hace unos días con la pelirroja puede ser una opción fiable.

Acomodo las hojas en su carpeta y se la entrego. —Aquí tiene lo que me pidió. Buenas tardes señor Roe— señalo la puerta de cristal tratando de disimular el enojo en mi voz.

Una pequeña risa ronca escapa de su garganta y un tipo de cosquilleo molesto pasa por mi espalda. Dios, necesito paciencia.

—Sea más amable señorita Brown, la amabilidad es una virtud según dicen— sonríe y yo aprieto los dientes. —Además las mujeres rudas no me atraen en absoluto.

Aprieto los puños. ¿Él está dando por hecho que yo estoy interesada en él? ¡Ja! Que imaginación tan grande ¿Eso le dicen sus amantes todo el tiempo?

Arqueo las cejas y puede que esta respuesta me cueste el trabajo, pero no voy a soportar su ego de ninguna manera, no sé cuál es su problema conmigo.

—No se preocupe, no aspiro a entrar en su larga lista de diversiones señor Roe.

Sus ojos se encienden en cuento las palabras salen de mi boca y nos miramos fijamente a los ojos. Verde contra Marrón. La intensidad se siente en el aire y aprieto los dientes. No parpadea, ni tampoco se inmuta.

De repente me doy cuenta de lo que estoy haciendo, estoy desafiando al dueño de la empresa. ¿Qué demonios? ¿Cómo terminé así? Me rindo y aparto la mirada de inmediato.

Coño. No debí haber dicho eso.

Sigo maldiciendo en mi mente mientras me estudia en silencio. Tendré suerte si no me hecha en este preciso momento por la puerta trasera. Su expresión es seria, está molesto, muy molesto y yo estoy a nada de disculparme.

—Creo que se subestima demasiado señorita Brown, ni siquiera la estoy considerando como una opción. — suelta tajante.

Hijo de... Retrocede Emma, retrocede, me dice mi subconsciente. No puedo pelear con el dueño de este imperio, no estoy loca. ¿Cómo hizo para que esta conversación se tornara de este modo?

—En ese caso— le señalo la salida una vez más retomando la compostura —Buenas tardes.

Sé que estoy tentando mi suerte al hablarle así, pero joder este hombre es tan exasperante y si se queda dirá algo realmente malo, aun dudo que me quede aquí después de esto.

—Es valiente— su voz suena apretada. Tiene la cabeza inclinada a un lado como si me estuviera evaluando.

Lo miro fijamente sin entender nada en absoluto por qué hace lo que hace. ¿Es venganza por interrumpirlo con la pelirroja?

—Le aconsejo que cuide su boca señorita Brown, una boca imprudente es muy tentadora— se relame los labios y se inclina hacia mí. — Pero le puede traer muchos problemas y si es tan buena en su trabajo como dice, demuéstrelo.

Nos miramos fijamente. Su mirada es dura y exige una respuesta. Mi pecho se alza, está muy cerca de mí y mis pezones se aprietan contra la tela de mi sujetador justo como en el ascensor. La falta de actividad sexual en mi vida no está provocando esto... es él.

—Voy a hacerlo— suelto y me pego una palmada mental por mi boca parlanchina.

Se inclina un poco más hasta que nuestros rostros quedaron a escasos milímetros. Por un momento respiramos el mismo aire. Joder. Joder.

—Eso espero— su aliento me golpea la comisura de la boca —Buenas tardes— se aparta y sale con ese mismo porte con el que camina siempre.

En cuanto sale me dejo caer sobre la pared jadeando notoriamente. ¿Qué demonios fue eso? Me arde la piel y tengo los pechos pesados.

Dios. Es lo único que puedo pensar mientras veo la puerta por donde acaba de irse.

. . .

Trabajo con Alicia mirando por el pasillo que conduce a la oficina de Alexander Roe. Lo que sucedió en mi oficina hace solo un par de horas se queda anclado en el fondo de mi mente y cada vez que quiero pensar en eso me obligo a ir por otro rumbo.

—Entonces Alicia, ¿Tienes planes para el fin de semana? — pregunto mientras revisamos juntas la agenda del señor Jones.

—Tenía planes hasta que mi un bar curioso al que iba a ir cerró durante el mes por recorté de personal.

La conversación es trivial, pero es mejor que pensar en nada. Por lo que veo en la agenda de mi jefe deduzco que su divorcio no le beneficio en ser un hombre más sociable. No es profesional cotillear en esto, pero tampoco puedo ignorarlo.

Alicia sigue contándome sobre ese lugar que no parece un bar sino algo más de chicos sin ropa y cosas locas que no experimentaría sin Cora conmigo.

—Esa es la cita con el Daily Star— le señalo —La quiere cambiar para la próxima semana por asuntos personales.

—Perfecto, me comunicaré con ellos —Teclea rápidamente. —Y esos asuntos personales son más de su hijo— susurra.

—¿Su hijo? — pregunto con el mismo tono de voz bajo. Puede ser el chico de la foto que vi sobre su escritorio.

—Está fuera del país con negocios de la empresa— mira ambos lados y yo hago lo mismo. —Joder que cotillas somos— ahogo una risa y ella hace lo mismo. —Me encanta tenerte aquí.

Le sonrío de vuelta y cambia la siguiente cita. Miro a ambos lados justo como ella hizo y veo los tacones negros de punta viniendo por el pasillo. Después es el traje apretado y la pelirroja dentro de él caminando con tanta confianza.

Ahí está ella.

No mira a nadie, solo se ve molesta. —Ahí está otra vez la pelirroja— le digo a Alicia. —La misteriosa mujer del señor Roe.

—No es tan misteriosa— dice por lo bajo.

Cuando me giro para preguntarle a qué se refiere el señor regresa de la oficina de sus publicistas. Seguido de un hombre mayor. —Emma, hora de reunirnos con la revista de la semana hotelera de Londres. Él es el director del artículo que queremos para Hilton &Roe.

—Marcus Tay— me da educadamente la mano.

Me presento y entramos a la oficina. Mi jefe toma su lugar y me señala. —Marcus, te mostraré la eficiencia de mi nueva asistente. — dice mi jefe con una sonrisa. —Emma, por favor háblenos de las cláusulas de privacidad del artículo.

—Por favor— dice el otro hombre sentándose. —Christopher ha hablado maravillas de usted que necesito comprobar que sean ciertas, pero que quede claro que por muy maravillosa que sea tu asistente no voy a cambiar mis cláusulas de privacidad como quieren.

Se pone serio en su lugar. Mi jefe me da una mirada rápida y se reclina sobre su asiento conteniendo una sonrisa. —Adelante Emma.

Asiento y de inmediato comienzo a hablar con mi perfil ejecutivo a cargo. EL hombre replica, yo respondo y le muestro todo a detalle.

Al finalizar la reunión, tenemos el contrato de privacidad como lo queríamos.

El hombre se levanta de su asiento con media sonrisa que le devuelve mi jefe. —Lo hizo, me convenció. 

—Te lo dije, es una de mis mejores publicistas. 

Me siento alagada por el comentario del señor Jones. 

—¿Cuál es su nombre completo? — se gira el otro hombre hacia mí mirándome con curiosidad.

—Soy Emma Brown— respondo con la barbilla en alto. 


¡Hola sexys!

Diosa Emma 🛐

¿Soy la única que sintió la tensión entre ambos? 

Me divierte mucho escribir esta novela y espero que la estén disfrutando, no olviden dejar su estrellita y nos leemos el Viernes. 

-Karla  


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