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CAPÍTULO 22

Tres años después...



Broma JAJAJAJA ¡Los quiero tres millones! Ahora sí disfruten del capítulo.  


Emma. 

Sacudo mi cabello dejándolo caer en ondas sobre mis hombros desnudos.

Luces bien Brown. Me gusta lo que veo en el reflejo.

Busco entre mi ropa lo que usaré hoy. Demasiado formal, Paso una prenda tras otra. Demasiado casual.

Paso por una blusa simple de color gris nada llamativa, pero de repente, en el fondo de mi armario veo una blusa negra completamente nueva a excepción de la única vez que Cora la utilizó.

La saco y la miro con una ceja arqueada, tengo que admitir que me gusta. Mi subconsciente niega con la cabeza frenéticamente.

Pero ¿Por qué no? Esto fue un regalo. Sonrío de lado.

Termino de abotonarla sobre mi pecho con movimientos casi automáticos y con un poco de más fuerza que de costumbre. Meto los bordes dentro de mi falda de tubo y me ajusta a la perfección.

Cuando termino admiro la seda en mi cuerpo. Joder. Me queda mejor de lo que esperé, solo hay un pequeño o no tan pequeño inconveniente.

Es una talla más pequeña y remarca cada una de las curvas de mi cuerpo con fuerza incluyendo mi pecho.

¿Y la pervertida soy yo?

La persona que pagó por esto sabía de sobra que la prenda no sería de mi talla y aun así lo hizo.

Cora me observa desde mi cama con la mirada curiosa. —¿Esa no es la...?

—Si.

—Pero dijiste que anoche se terminó.

—Y lo hizo, pero esto fue un regalo y no tengo otra opción para hoy— respondo como si nada y me aplico una buena cantidad de labial rojo.

Anoche se terminó mi acuerdo casual con Alexander Roe. Pero él sigue siendo el dueño de la empresa en donde trabajo, eso no puedo cambiarlo.

—Por supuesto.

Sonríe de lado como si supiera cuales son mis verdaderas intenciones usando esto, pero mentalmente me repito la mentira que le di hace unos minutos. Esto es lo único que tengo para ponerme hoy. No es como si quisiera dejar a la pequeña seductora jugar un poco.

—¿Entonces realmente se terminó todo con el sexy de Alexander? — suspira.

No le dije las razones que me orillaron a tomar la decisión, ni lo que me dijo en su oficina, solo dije que no quería seguir follándome a un extraño y quería concentrarme en mi trabajo ahora que las cosas estaban realmente mal por lo que ocurrió en el condado de Brent.

Y ella pareció aceptar la negativa igual que él.

Comienzo a pensar que soy buena mintiendo.

Asiento. —Sí, y me gustaría que el apodo de sexy regrese a ser solo mio.

—Bueno, eso no será realmente posible— la miro extrañada por el reflejo del espejo y sonríe —Digamos que le agarré un poco de cariño a ese gruñón malhumorado.

Resoplo. —Por favor Cora, solo lo viste un par de veces no puedes tenerle cariño y como acabas de decir es un engreído malhumorado.

—Sí, pero la noche en el bar vi cosas... interesantes y no puedo odiarlo del todo. Digamos que no es del todo un idiota. ¿No me digas que después de todo lo que pasó entre ustedes no sentiste nada más que una atracción física con él?

Lo que dice me deja pensando. ¿Sentí algo aparte de una atracción física cuando estuve con él?

Bueno. Hubo un momento.

Cuando me sentí diferente.

En Birmingham. Cuando estaba inconsciente y me pidió que me quedara, No me quedé por que fuera parte del acuerdo, tampoco lo acaricié por curiosidad, lo hice por razones totalmente egoístas.

Porque quise hacerlo.

Suspiro.

—No Cora. Por extraño que parezca no sentí más de lo que debía— miento —A lo mejor Seth me atrofió— me encojo de hombros.

Hace una mueca a la mención de ese idiota. —¿Y entonces por qué te ves así? — se recuesta con las manos bajo su barbilla. —Pareciera como si... te pusiera mal que se haya terminado.

Sacudo la cabeza, lo que menos quiero es que note mi estado de ánimo decaído porque no me siento así, me siento genial, me siento sexy.

Además, no voy a aceptar un sentimiento extraño de tristeza que no tiene nombre en mi cabeza y tampoco tiene el más mínimo sentido su repentina aparición en mi pecho.

Esto no es una ruptura amorosa.

—No es por él, esto iba a pasar tarde o temprano. Es solo que últimamente mi vida ha sido una montaña rusa de emociones. Lo que pasó en la empresa, Seth, Sawyer. — suspiro — Créeme que Alexander es la menor de mis preocupaciones.

—Entiendo— acepta la negativa y mentalmente se lo agradezco. — Y ¿Qué pasará con lo que sucedió en Brent? Fue algo muy serio según tengo entendido.

—Hoy tendremos una reunión a medio día y se discutirá el proceso que vamos a llevar sobre todo para que no llegue a oídos de la presa. Sospecho que será una reunión muy larga y agotadora.

—Menos mal van a arreglarlo, vi a Bennett bastante preocupado anoche. Realmente espero que las cosas mejoren por ti y por todos los de ese lugar.

—Así que te viste Bennett anoche. — la miro con una sonrisa sabedora por el reflejo del espejo. —Y yo que pensé que las cosas en la galería te habían retenido por más tiempo.

—¡No! Bueno... Sí, llamó y estaba por la zona— se encoje de hombros —Ofreció una cena y no pude negarme, pero no fue nada de lo que te estas imaginando solo... charlamos un poco y... no sucedió nada más.

La miro con los ojos entrecerrados, pero me rehúye la mirada.

Por su puesto que no sucedió algo.

Sonrío con la cabeza gacha y tomo mi bolso. —Sigo esperando oír esa misteriosa historia entre ustedes, no creas que lo he olvidado— me inclino hacia ella y me da una sonrisa sabedora, sabe muy bien que mi curiosidad siempre gana y está disfrutando ocultándomelo.

—Está bien, ya sufriste lo suficiente estos días, pero como ya te vas. Te lo diré en la cena.

—Entonces me encargaré de no llegar tarde. — hago un saludo casi militar y se ríe —Me voy, no quiero hacer esperar a mi jefe y que enloquezca, lo de Brent lo tiene muy agobiado.

—Cuídate sexy— lanza un beso en el aire — Y Emma...

— ¿Sí? — la miro sobre mi hombro.

—Yo... Sé que no este no es el mejor momento para decírtelo, pero tampoco puedo ocultártelo, hablé con Dylan— su mirada se ensombrece.

Sospecho que no son buenas noticias.

—¿Y qué te dijo?

—Fue tu padre— dice en voz baja —Él usó sus influencias y liberó a Seth, pero eso no es lo peor, también retiró los cargos del expediente— Se mira las manos antes de responder. —Seth ya no tiene nada en su contra para regresar a prisión. Lo siento mucho sexy.

Cierro los ojos sintiendo el peso de sus palabras como un golpe en el estómago.

—¿Emma?

—Estoy... estoy bien Cora— abro los ojos —Yo... Voy a estar bien, primero me concentrare en mi trabajo y después pensaré que hacer. — tomo una respiración profunda—Te veré en la tarde, te quiero.

Mientras conduzco a la oficina bajo la lluvia del día repito las palabras de Cora en mi mente una y otra vez. Una sola vez confié en Sawyer como mi padre contándole uno de mis secretos más oscuros, pero veo que a él no le importó.

Por eso me niego a confiar en alguien más que no sea Cora, porque lo único que he recibido de la gente en la que lo hice fue una bofetada en la cara. Nadie es confiable, no debes buscar quién te cuide las espaldas, tú debes hacerlo.

Y Desde que mi madre murió me encargado de hacerlo yo sola.

Me quito una lagrima traicionera antes que baje por mi mejilla.

No voy a rendirme. Comencé de cero en Londres y voy por buen camino. Quiero una vida aquí y voy a luchar por ella.

Desde hoy... Sawyer Taylor está muerto para mí.

El semáforo cambia de color y piso el acelerador ansiosa por sumergirme en el trabajo y no en mis problemas, pero en ese momento mi celular suena. Me lo llevo a la oreja sin fijarme en el número para evitar distracciones.

—¿Hola?

—Hola conejito.

Doy un volantazo bruscamente llevándome por el lado contrario de la carretera y casi me impacto con la acera, pero logro detenerme al último momento. Mi cuerpo sale rebotado por el golpe igual que el pequeño aparato en mis manos, pero me mantengo en mi lugar gracias al cinturón de seguridad.

No.

Mis muñecas comienzan a sacudirse cuando tomo mi móvil otra vez. —¿Se... Seth?

—No sabes cómo me pone que me reconozcas de inmediato después de este tiempo. — su tono de voz cala mis orejas —Quiero que nos veamos y hablemos de nosotros.

—No tengo na... nada que hablar contigo.

—Yo creo que sí, ahora estoy libre de ese lugar donde me encerraste y necesitamos aclarar varias cosas conejito.

—¡No me llames así!

—Tranquila cariño.

—¡No!

—Bien, no me dejas de otra, a la mierda ese papel de tipo bueno. — su tono de voz cambia al Seth que conozco, el verdadero Seth. — Escúchame bien. No te pongas difícil conmigo Emma, ¿Ya olvidaste lo que sucedió la última vez que me negaste algo? — me quedo en silencio y lo escucho sonreír —Te follé duro.

No me folló.

Me tomó en contra de mi voluntad.

—Vete a la mierda— consigo decir.

—Me iré con gusto después de que nos veamos y tengamos un reencuentro digno de nosotros. Me imagino que has estado un largo tiempo en abstinencia desde hace dos años y necesitas una buena follada.

Recupero mi voz. —No voy a verte y si insistes te vas a arrepentir.

—¿Y qué vas a hacer? ¿Gritar? — se burla —¿Cómo fueron las suplicas? ¡Ah! Ya recuerdo. Era algo como, no Seth por favor— imita mi tono de voz y su risa retumba en mis oídos — Si vieras la cara de puta que tenías mientras nos divertíamos.

Cierro los ojos y esas sucias palabras me escuecen en el pecho. —Cállate— le pido con un hilo de voz.

—No conejito, me pongo duro cada vez que lo recuerdo— jadea —Es más, dejemos de perder el tiempo y juguemos ahora mismo.

Me quedo petrificada y escucho su gruñido. Siento repugnancia. El maldito lo está haciendo de nuevo. Justo como lo hizo mes tras mes los últimos dos años en Trafford después de esa noche.

Hago una mueca de asco, pero mi cuerpo no reacciona y me quedo congelada en esa posición.

—Joder, esos meses que pasé en prisión por tu estúpida boca fueron lo peor, pero ¿Sabes que era lo que me aliviaba? Tú y solo tú.

Quiero que se calle, no quiero oír esos asquerosos sonidos. Debería arrojar mi celular fuera de mi oído, pero no puedo. Por más que lo intento no puedo.

Los ojos comienzan a escocerme y un par de lágrimas se deslizan por mis mejillas. Vamos Emma. Tengo que colgar. Necesito despertar mis músculos y hacer mi cuerpo reaccionar de una buena vez.

Cierro los ojos con fuerza. Por favor. Por favor.

<<Nena>> la voz de Alexander viene desde lo más profundo de mi mente por alguna razón. Ese intenso sentimiento que recorre mi cuerpo cada vez que me llama así viene de golpe.

Abro los ojos y reacciono. Parpadeo y ya puedo moverme.

—No me llames de nuevo maldito enfermo— digo con voz clara y pongo en marcha mi auto secándome las mejillas bruscamente.

Se ríe del otro lado. —Oblígame.

—Púdrete en el infierno. — corto la llamada y piso el acelerador.

Miro por el retrovisor. Tengo las mejillas pálidas, pero no me siento débil.

Mi respiración está acelerada y siento como si una corriente de adrenalina en fuego me hubiera recorrido el cuerpo. No sé cómo reaccioné, pero lo hice. Lo hice ¿Y si fue por...? Parpadeo y entro en el estacionamiento de Hilton &Roe.

La adrenalina hace a mis piernas temblar mientras subo por el ascensor y apenas presto atención a las personas a mi alrededor solo sigo en dirección a mi oficina.

—Buenos días Emma, la reunión de Brent se cambió y será ahora mismo. — Alicia aparece detrás de mí. —Lo ejecutivos están yendo para la sala de juntas.

—Ah, gracias— camino distraídamente para mi oficina, pero me detiene.

—¿Podemos hablar?

—¿Sobre qué? — pregunto algo confundida, sigo aturdida por lo que ocurrió con Seth.

—Emma, no te mentí sobre Alesha Smith— dice y mi mente dispersa viene de regreso. —Hasta hace unas semanas no sabíamos que ella era la arquitecta del proyecto. El señor Roe lo mantuvo en secreto y creo que ya sabes lo que todos imaginamos de ella, aunque ahora entiendo sus vivistas constantes.

Pensaron que era su amante en turno, pero no se equivocaron.

—Alicia, hablar de esa mujer es lo que menos quiero en este momento.

—Solo escúchame un segundo más por favor.

Suspiro, está bien me quedaré a oír su "disculpa" y después me iré. —Bien, te escucho.

— Cuando nos la presentaron como la arquitecta de los hoteles de lujo no te dije sobre ella porque...— se detiene y la miro con una ceja levantada —Porque el señor Roe me lo pidió.

Alto. —¿Qué?

Suspira y me jala hasta mi oficina.

—Tu ganaste la propuesta del proyecto de apertura y no quiso causar problemas porque Birmingham es uno de nuestros proyectos más grandes de este año, por eso dijo que no te la mencionáramos.

—¿Qué clase de problemas?

—Oh, ese es el punto. Cuando ella se enteró que Birmingham era tuyo hablo con el señor Jones para que te lo quitaran— ¿Qué? —Pero el señor Roe se enteró y se negó— baja el tono de voz —Ella armó un escándalo y fue ahí cuando me pidió que te mantuviera al margen sobre ello para que tú no descartaras en seguir con tu propuesta.

Me quedo en silencio con la boca abierta. —¿Cuándo sucedió esto?

—Supe que ella era la arquitecta del Birmingham la semana en la que llegaste y lo del señor Roe sucedió un par de días después que ganaste el proyecto.

Antes que me hablara del contrato.

Parpadeo sorprendida.

—En mi opinión fue muy bueno al defender tu propuesta aun cuando eras nueva. Aunque no entiendo por qué esa mujer quería que te fueras del proyecto, es una arpía para mi desde ese entonces.

Porque la primera vez que la vi interrumpí su polvo con Alexander.

—Pero tengo entendido que ellos han trabajado en muchos proyectos juntos. El señor Roe y Alesha.

—No lo sabía, te lo juro— sonríe, pero su sonrisa se desvanece al ver mi expresión, pero no es por ella es por lo que dijo. —Nunca te mentí, de verdad — sus cejas se arrugan y me siento mal por haber desconfiado de ella.

—No tenía idea de esto.

—Y yo no podía contártelo porque el señor Roe... bueno es el señor Roe y ya sabes lo intimidante que es, me ordenó discreción, así que no digas nada de lo que te dije.

—Soy una tumba— hago un gesto de sellarme la boca y ella sonríe.

—¿Entonces estamos bien?

La miro con los ojos entrecerrados y su mirada se entristece. —¡Claro que estamos bien! — sonrío.

Antes que me dé cuenta la tengo rodeándome con sus brazos y le regreso el abrazo. Ella solo cumplió las ordenes de Alexander y como ya he visto nadie en este edificio es capaz de cuestionar sus órdenes a menos que quieran perder su empleo.

—Ahora hay que ponernos a trabajar porque, aunque nosotras estemos bien, la situación de la empresa no lo está.

Se separa. —Ni que lo digas, el señor Jones llegó desde las siete de la mañana y no ha parado de llamarme.

Oh Dios, eso no es buena señal. —Entonces no hagamos esperar a los demás y vamos a la sala de juntas.

Asiente y nos encaminamos hasta dicho lugar mientras proceso la información que acaba de soltarme.

Cuando más siento que conozco a Alexander Roe, menos lo hago.

Pero eso no es lo peor, ahora sé que tengo un enemigo laboral y es la pelirroja.

Recuerdo lo que dijo en Birmingham sobre cuidar mi trabajo, no mentía. Ella está jugando sucio. Hablar con mi jefe para que quitara mi proyecto fue demasiado y tendré que andarme con cuidado o va a conseguir lo que quiere.

Hasta ahora no he contraatacado, pero sigo una castaña que puede hacerla ver su suerte.

Cuando entramos la mesa está casi repleta de ejecutivos trajeados a excepción de unos pocos lugares, como el lugar principal de Alexander. Dejo esos pensamientos de lado y tomo asiento junto a Adam y Alicia junto al señor Jones.

Erick, el hijo de mi jefe entra en un traje formal que le sienta bien con una sonrisa de lado a lado que comienzo a creer que es habitual en él, pero no viene solo, justo como el día que lo conocí, entra Alexander.

Su traje está de vuelta.

Y su expresión de empresario gruñón también.

Todos lo notan porque inmediatamente la sala completa se queda en silencio.

Sus ojos verdes y molestos recorren la sala hasta que reparan en los publicistas y luego en mí. Inmediatamente aparto la mirada y veo a la pelirroja entrar detrás de él moviendo la cintura con demasiado entusiasmo.

Se sienta a su lado, aunque hay otra silla disponible al lado de Erick, pero a Alexander no parece molestarle en absoluto.

Por lo que veo el señor Roe se pasó la exclusividad por las pelotas desde ayer.

Bueno ¿Y a mí que me importa lo que haga? Aparto la mirada.

—Caballeros, damas, me imagino que ya saben por qué están aquí— el rubio de siempre, Robert, se levanta de su lugar y comienza a hablar de lo sucedido en el hotel de Brent.

La reunión comienza con él dando detalles cuidadosos y yo finjo estar anotando cosas importantes que es lo que debería hacer, pero en realidad por el rabillo del ojo estoy viendo a Alexander y a su chica en turno.

Solo por curiosidad.

Él está tenso en su lugar y tiene la mirada perdida en algún lugar lejano que dudo que este escuchando a Robert y ella... Arqueo una ceja al ver lo que hace.

Se remueve en su lugar fingiendo que se acomoda en su ridículo traje apretado, pero lo que hace es acercarse más a él en cada oportunidad. Cuando consigue estar a milímetros del cuerpo de Alexander sonríe apenas perceptiblemente.

Levanta la mirada y me mira con la cabeza ladeada.

Deja una mano sobre la mesa mostrando sus perfectas y afiladas uñas rojas, pero unos segundos después la baja con una sonrisa y él da un sobresalto antes de mirarla.

¿Pero qué demonios?

¡Alto ahí pelo de zanahoria! ¿Qué tocaste?

Carraspeo más alto de lo necesario sintiendo un poco de vergüenza cuando varios ojos se vuelven hacia mí. Incluidos unos ojos verdes.

—¿Todo bien? — pregunta Adam en voz baja.

Aparto la mirada. —Sí, solo necesito un poco de agua. — abro una de las botellas frente a nosotros y lleno mi vaso.

Tomo un sorbo y por arriba veo a la pelirroja regresar a su lugar moviendo sus pechos plásticos demasiado grandes para ser reales como si fuera espectáculo de malabares.

Si sigue haciendo eso, la próxima vez los tendrá fuera frente a todos los presentes.

Su expresión está molesta y sus manos están de vuelta a un lugar seguro.

Oh vaya. Sonrío ¿Alguien no pudo jugar como quería o a él no le importaron sus insinuaciones? Ella sigue mirándome de una forma que deja muy en claro que está marcando su posición con él.

Me reacomodo en mi lugar.

¿Enserio quieres meterte con una Brown?

La miro con una ceja levantada y ella levanta la barbilla dándome la respuesta que necesito para comenzar a destruirla.

Es hora de darle una lección a la la señorita Smith ya que a ella no le importo buscar a mi jefe para fastidiarme el trabajo.

En Birmingham dijo que yo era lo más fácil para Alexander, pero ahora le mostrare que no necesito estar al lado de él para hacerlo jugar. Cosa que ella no puede hacer ni tocándole el miembro por debajo de la mesa.

—Que calor hace aquí— digo en voz baja en nadie en particular mientras me abanico con las manos.

El movimiento hace que Alexander levante la mirada. Si aún sigue interesando al menos un poco en mi de forma física, voy a usarlo a mi favor.

Está lección también es para él... y su boca imprudente.

El rubio sigue hablando y entonces aprovecho para desabrochar mi blazer y lo saco por mis hombros dejando ver mi... peculiar blusa. Adam como todo un caballero me ayuda a terminar y lo coloca en el respaldo de mi asiento.

Le doy las gracias en voz baja y coloco mis codos sobre la mesa como si estuviera atenta a la reunión.

No los miro, pero siento su mirada fija en mí.

Este solo es el comienzo.

Me abanico otra vez con las manos y entonces abro los dos primeros botones de mi blusa discretamente. En este momento estoy muy agradecida de tener algo de tamaño debajo de mi sujetador porque el siguiente botón termina de abrirse con un pequeño rebote.

Un golpe resuena por debajo de la mesa como si alguien se hubiera golpeado la rodilla y todos se quedan en silencio y voltean hacia Alexander.

Frunce el ceño. —Disculpen— carraspea —Continua Robert.

El rubio asiente y sigue hablando, pero yo no aparto la mirada.

Hora del espectáculo.

Busco sus ojos hasta que los atrapo, entonces decido apoyar mi cabeza en mi mano y la blusa se abre un poco más.

Sus ojos recorren la tela apreciativamente y cuando el verde comienza a adquirir un tono más oscuro me doy cuenta que la reconoció.

Sé que probablemente no debería hacer esto, pero esa mujer me ha tocado las pelotas y ya me cansé de ella.

Alexander me mira fijamente con una ceja arqueada, pero no contesto a su gesto y me inclino al otro lado de forma inocente.

Recorro mis ojos por su cuerpo lentamente, aunque eso lo hago más para mi beneficio. Me encanta la forma en la que su traje se aprieta perfectamente a su cuerpo y yo ya sé lo que queda debajo de la tela.

Un perfecto cuerpo musculoso y delicioso.

Después de terminar mi recorrido lo insto a llevarse la mano a la barbilla. Frunce el ceño como si no entendiera y con los ojos le señalo su mano.

La levanta confundido y la apoya bajo su barbilla apoyándola sobre el reposa manos de su silla.

La pelirroja sigue el gesto con sus ojos avellana como si fueran dagas. Ya notó que Alexander tiene la vista fija en mí.

<<Acaricia tu barbilla>> pienso y hago todo lo posible para darle a entender lo que quiero con gestos sutiles. Le toma un par de segundos hacerlo y ella me lanza una mirada asesina.

Me muero por soltar una risa.

Él está jugando de mi lado sin saberlo. Me lo comería a besos ahora mismo si pudiera, pero eso no será posible nunca más así que me conformo con sentir la satisfacción porque también lo dejaré con las ganas.

Le hago un gesto para que se acaricie la boca. Cuando lo hace levanto la mia e imito su gesto pasando delicadamente mis dedos sobre mis labios. Me inclino un poco más y lo miro con intensidad mientras tomo otro sorbo de agua y con cuidado quito los restos de mi labio inferior con mi lengua.

Sus ojos siguen el movimiento lentamente y se reacomoda en su lugar.

Por un segundo dejo de mirar a Alexander y veo a la pelirroja.

Oh Dios, si las miradas pulverizaran ya estarían asistiendo a mi funeral.

Yo no juego sucio como ella, las Brown jugamos con elegancia.

Sonrío con suficiencia y le guiñó un ojo, sus mejillas se encienden rápidamente. ¡Ja! Estoy en mi salsa. Vuelvo la mirada a Alexander y le guiño un ojo también.

Su mirada se desencaja y una de sus manos baja rápidamente ocultándose debajo de la mesa. Seguramente no tiene idea no tiene idea de lo que pasa y yo no se lo explicaré.

Solo dejaré que vea a la pequeña seductora actuar.

Sus ojos verdes me recorren apreciativamente otra vez, pero esta vez aparto la mirada.

Ya fue suficiente.

Mi buen humor se desvaneces poco a poco, aunque todavía me siento satisfecha de lo que hice. Es una pequeña advertencia para que esa mujer mantenga su distancia conmigo.

Aparto mi cabello a un lado descubriendo la piel de mi cuello, el calor aquí es insoportable y las miradas intensas de Alexander no ayudaron en absoluto. Estoy molesta porque mi juego también me afectó a mí.

El rubio sigue hablando, pero apenas lo escucho. Al menos jugar con esto me hizo olvidarme del problema más grande que tengo ahora.

Seth.

Cierro los ojos un segundo y cuando vuelvo a abrirlos Alexander me sigue mirando, pero lo único que recibe de mi es una mirada seria y su ceño se frunce hasta que su gesto se vuelve a endurecer.

Don gruñón volvió.

Te quedarás con las ganas.

Sonrío y mentalmente me transporto a mejor lugar donde no hay problemas y no hay brujas tratando de quitarme el empleo. En ese lugar soy feliz. Es una pequeña casa a las afueras de Trafford, con esa mujer que me inspiró a ser la mujer que soy.

Kate Brown.

Mi madre.

Ahí era tan feliz y no lo sabía.

Ojalá y el tiempo se pudiera regresarme a ese momento donde solo éramos las chicas Brown.

—¿Me oíste Emma? — la voz de Adam me saca de mi trance.

—Lo siento ¿Qué dijiste?

—Que nosotros también vamos con ellos esta tarde al estado de Brent para la revisión que se hará con él hotel.

—De acuerdo.

Parpadeo y sin querer levanto la mirada. Los ojos de Alexander están fijos en mí. Seguramente quiere sacarse el estrés con sus juegos de miradas que ya conozco.

Pero justo a mí no me apetece.

Me concentro en la vista que hay por los ventanales. Esta reunión se me está haciendo eterna.

Mi celular vibra en la bolsa de mi blazer en mi espalda y con cuidado lo saco. Es un mensaje de un número desconocido. Lo abro.

Mira lo que encontré conejito.

Mi respiración se detiene y siento la sangre abandonar mi cuerpo cuando veo lo que es. Hay una foto adjunta mía con Seth y... las correas en mis manos. ¿De dónde la sacó?

Abro la boca y trato de respirar, pero no puedo. No puedo.

La voz de rubio se distorsiona en mis oídos por la falta de aire. La reunión sigue su curso y sé que es muy importante, pero tengo que salir de aquí.

—Lo siento— me levanto de inmediato y salgo al pasillo sintiendo que mis pulmones no pueden tener suficiente oxígeno.

Maldito bastardo.

Me agarro a la pared para alejarme de la sala de juntas y cuando llego al final del pasillo dejo caer mi cara en mis manos sintiendo que voy a caerme en cualquier momento. ¿Por qué no hay aire aquí?

Mi corazón retumba con fuerza en mi pecho.

Voy a desmayarme si no consigo respirar.

—Emma — Doy un sobresalto en la pared y veo a Alexander frente a mí con el ceño fruncido —¿Estás bien?

Trato de asentir, pero fallo torpemente.

—¿Qué está mal? — se acerca con cuidado para sostenerme.

Logro salir de mi aturdimiento un solo segundo. —Nada— me zafo de su agarre y me tambaleo.

—A la mierda con nada— ignora mi mirada asesina y me toma por las mejillas. —Creo que estás teniendo un ataque de pánico. Abre la boca y respira hondo.

Trato de hacer lo que me dice, lo trato con todas mis fuerzas, pero no funciona. —No... puedo.

—Sí puedes— su mano va a mi espalda y masajea relajando mis músculos —Inténtalo.

Vuelvo a intentarlo, pero otra vez sigo sin poder llenar mis pulmones de oxígeno y en ese momento la cabeza comienza a darme vueltas.

—Respira Emma— me sostiene con más fuerza, pero sigue siendo inútil.

De repente algo viene a mi cabeza y lo miro directamente a los ojos recordando lo que sucedió en mi auto.

Nunca había tenido un ataque de pánico, pero puede que haya una solución para esto, aunque no sé si funcionara, pero al menos debo intentarlo.

—Dilo.

Su ceño se frunce. —¿Qué digo?

¡Por Dios! ¡Me estoy quedando sin oxígeno Alexander, necesito que cooperes por una vez en tu vida!

—Ne... nena— logro articular.

Me mira fijamente en silencio, los engranes de su cabeza deben estar trabajando a toda velocidad por esa petición extraña, pero no quiero que piense, quiero que lo diga si no quiere cargar con mi cuerpo inconsciente.

—Voy a llevarte a la enfermería— me toma rápidamente en sus brazos, pero no lo entiende.

Me agarro a las solapas de tu traje antes que comience a caminar y con la poca fuerza que me queda y lo pego a mí.

—¡Dilo!

Me toma por la mejilla con la mano que tiene libre y pega su rostro al mio.

Sus hombros se tensan y sus carnosos labios se abren. —Nena— su voz gruesa acaricia la palabra —Respira nena.

Me agarro a sus hombros mientras ese calor intenso me recorre otra vez más fuerte que antes porque ahora no es un recuerdo traído de mi mente, sino que lo tengo frente a mí.

Me baja lentamente al suelo otra vez mientras aprieto mis parpados y mis pulmones toman esa bocanada de aire que tanto necesita.

Sus manos me sostienen por la cintura, esperando mientras recobro fuerzas. No me equivoqué. Fue él, su voz me trajo a la realidad cuando Seth me tenía paralizada.

Cuando consigo relajarme abro los ojos lentamente encontrándome con dos pozos verdes. No me deja ver lo que hay en su mirada. Vuelve a cerrarse como siempre.

Me doy cuenta que aún lo tengo agarrado de las solapas de su traje y rápidamente lo suelto.

Sus manos se despegan de mi cintura y su semblante serio vuelve a su lugar.

—Nuca vuelva a dejar una reunión importante como lo hizo señorita Brown— dice antes que le dé las gracias.

¿Perdón? —¿Qué?

—Los altos ejecutivos no vieron su gesto impulsivo de irse a la mitad del discurso de Robert de buena manera. Así que regrese inmediatamente a la sala.

Pero no me fui solo por ser insolenté. Él mismo vio lo que me sucedió.

Quiero decirle algo borde porque no entiendo esa actitud gruñona, estaba teniendo un ataque en el pasillo, incluso él estaba a punto de llevarme a la enfermería, pero ahora no parece importarle en absoluto.

—Está bien — paso a su lado, pero su voz me detiene.

—Y cuando termine la reunión les dará una disculpa pública a todos los ejecutivos.

Me vuelvo de nuevo y me planto frente a él.

—¿Una disculpa pública? — asiente. Quiere tocarme las pelotas otra vez, pero no se sladrá con la suya. —Está bien, lo haré— acepto, aunque me retorceré por las entrañas a hacerlo frente a la pelirroja. —Se dar disculpas cuando debo hacerlo, ese es un don que usted no tiene.

—Yo no me disculpo porque no tengo que hacerlo.

Aprieto los dientes y me giro para irme, pero me toma de la mano y me lo impide.

—¿Cuál es tu problema? — pregunta en voz baja.

—Tú— bajo la voz tanto como él —Tú eres mi problema. No salí de esa sala porque soy una malcriada, soy una ejecutiva y se cuáles son mis responsabilidades. No fingí un ataque en el pasillo solo para librarme de la reunión.

—Hace unos minutos parecía como si no lo supieras.

¡Arg! Quiero golpearlo en este mismo momento.

—¿Crees que puedes tratar a la gente así? ¿Crees que puedes ser un gruñón con todo el mundo? — me planto frente a él demasiado cerca —Pues nuevas noticias, conmigo no lo harás y puedes despedirme en este preciso momento si quieres.

—Ojalá pudiera hacer contigo todo lo que quiero, pero nunca has dejado de desafiarme desde que te conocí.

—¡Ni lo dejaré de hacer mientras respire!

—Deja de levantar la voz Emma, vas a montar un jodido espectáculo— me riñe susurrando con los dientes apretados.

Miro a las personas que pasan a nuestro lado. Estamos llamando la atención.

—Tú eres el que me sigue sosteniendo para no irme— le reprocho bajando la voz. — Ya suéltame.

—No me gusta dejar conversaciones a medias, eso ya lo sabes.

—Me da igual— digo y sus ojos se encienden de coraje.

Por el rabillo del ojo venir a la pelirroja por el pasillo y mi anterior enojo hacia ella regresa. Su mirada recorre el lugar, sabe que ambos salimos de la sala y ella viene detrás de él.

¿Un último juego para esa arpía?

Alexander sigue hablando riñéndome por lo que dije, pero ya no escucho lo que dice solo la veo venir hacia nosotros. Se acerca más y en un impuso irracional tomo a Alexander por las mejillas y estampo mi boca contra la suya.

Lo beso.

Lo beso en toda la regla.

Sus cejas se alzan, pero no me aparta y después de unos segundos sus manos van a mi cintura y me atrae a él. Subo mis manos por su pecho, la enredo en su cabello levantándome sobre mis tacones, y me doy el lote con su boca.

El calor bulle entre nosotros rápidamente después de esos juegos previos en la sala de juntas. Sus manos se aprietan en el borde de mi blusa como si se muriera de ganas de quitarla.

Me tenía ganas, así como yo a él y este beso lo deja en claro.

Lo beso con más intensidad, pero él no se queda atrás porque atrapa mi labio inferior y lo chupa hacia su boca haciéndome jadear, me falta el aire, pero de una forma más deliciosa ahora.

Su olor masculino se me sube a la cabeza y por un momento me olvido por completo de todo y me dedico a disfrutar de él y de su sabor.

Es un maldito engreído controlador.

Pero me encanta.

Joder debo estar loca por admitirlo finalmente.

Con la mano libre lo jalo de las solapas de su saco para acércalo todo lo que puedo a mí y viene de buena gana. Espero que esa mujer vea que me está besando con ganas. Solo a mí.

Una palabra flota en mi mente mientras acaricio su lengua con la mia haciéndolo gruñir bajo en su garganta.

Mio.

—Alexander — la voz de la pelirroja nos interrumpe. Nos separamos lentamente jadeando y nos miramos fijamente. Sus manos en mi cintura se aprietan con fuerza —Estás montando un espectáculo. — gruñe en voz baja echando humo por todos lados.

Despego mis manos de su cabello suavemente mientras vuelvo a la realidad. Veo a las personas en el pasillo, dejaron de hacer lo que estaban haciendo y nos miran boquiabiertos. Sus palabras me caen de golpe.

¡Mierda!

Quito sus manos de mi cintura rápidamente.

¡Lo besé! Pero es no es lo peor ¡Lo besé a media oficina frente a todos los que estaban en el pasillo! ¡Oh Dios!

Abro la boca para decir algo, pero las palabras simplemente no salen y mejor me alejo sin mirar a nadie.

¡Joder Emma!

Voy corriendo a la protección temporal de mi oficina aun sintiendo el hormigueo que recorre mis labios y mi cuerpo. ¡Oh Dios! ¿Qué demonios hice?

Rápidamente y con las manos temblorosas marco el número de Cora que responde después al instante.

—Hola sexy.

—Empaca mis cosas, me voy de aquí— digo con la mirada en la puerta cerrada.

—¿Qué? ¿De qué estás hablando?

—Lo besé— digo en voz muy baja. —Besé a Alexander.

—Alto, Alto ¿Lo besaste?— percibo una sonrisa al otro lado. —Bueno, no creo que él no lo haya disfrutado.

—¡Cora! — grito más fuerte de lo que pretendía. —¡Besé a Alexander a media oficina y frente a varios empleados!

—¡¿Qué?!

Me aparto el teléfono para amortiguar su grito. —No tengo tiempo para explicarte, pero la pelirroja quería estropear mi trabajo, quise jugar con ella, pero todo se salió de control y Seth tuvo la culpa y yo necesitaba que él lo dijera para ayudarme y Alexander...

—¡Emma no entiendo nada de lo que dices!

Camino nerviosamente de un lado a otro. —¿Qué voy a hacer?

—Cálmate y respira. Salgo para la oficina en este mismo momento.

Mentiría si dijera que no me alivia escucharla decir eso. No sé qué hacer. —Pero no cuelgues o enloqueceré.

Ahoga una risa. ¿Por qué le parece gracioso esto? —¿Dónde estás ahora?

—Oculta en mi oficina y no saldré ni siquiera si Dylan viene con sus policías secretos.

Ya no puede contener su risa y miro mal el teléfono. —Entendí algo de la pelirroja, ¿Ella te impulsó a hacer lo que hiciste?

—No... bueno, algo así.

— Oh Dios ¿No me digas que estás celosa Emma Brown?

¿Celosa? —No digas tonterías, esa arpía trató de estropear mi trabajo y merecía una lección, yo se la di, pero fui muy lejos esta vez— me siento en el escritorio.

Un par de golpes interrumpen en la puerta. —Emma — la voz de Alexander se escucha al otro lado y me levanto de inmediato. Hace intento de abrir, pero no puede porque bloqueé el seguro justo cuando entré.

—¿Qué fue eso? — pregunta Cora.

—Es Alexander está aquí. Bien Cora es mejor que dejes de hacer lo que estás haciendo y comiences a escribir mi testamento — miro como el pomo se sacude otra vez — Como sabes tú eres la dueña universal de mis pocas pertenencias.

—¡Por Dios Emma! — se parte de risa al otro lado —Él es el jodido dueño del lugar, no va a dejar que nada vaya tan lejos, solo abre la puerta y te veré ahí en cuanto llegue.

—No Cora espera...— la línea se corta.

Alexander vuelve a llamar a la puerta. Tomo una respiración profunda. Bien Emma, levanto la barbilla, no eres una mujer débil y ya es hora que te enfrentes a las consecuencias de tus actos.

Camino a la puerta y abro.

—Toma tus cosas y vamos— dice con el rostro serio.

—¿A dónde? — arqueo una ceja.

—A la sala de juntas, la reunión aún no ha terminado.

— ¿Y lo que pasó en el pasillo? — me arriesgo a preguntar.

Frunce el ceño como si no pudiera creer que acabo de preguntar eso. Después en un rápido movimiento me atrapa sobre la puerta de mi oficina con las manos a cada lado de mi cabeza y se inclina hacia mí, demasiado cerca, pero sin tocarme.

—Si aún siguiera nuestro acuerdo, ya te estaría azotando sobre mi escritorio, probando ese dulce coño antes de darte una de las folladas más duras de tu vida nena— el calor sube rápidamente a mis mejillas y mi pecho se alza con mi respiración acelerada.

A mi cuerpo traicionero le gusta esa amenaza y le gusta demasiado. El movimiento captura su atención y por unos segundos su mirada se queda fija ahí.

Veo el deseo en sus ojos, esta blusa le provoca algo.

Sus manos en la pared bajan lentamente hasta la altura de mi cintura, si me toca hay una probabilidad que su advertencia se cumpla.

—¿Qué estás haciendo? — pregunto para hacer que sus ojos se despeguen de mi cuerpo.

Aparta la mirada al escuchar mi voz. —Nada— se aparta —Recibirás un castigo como un empleado normal por lo que sucedió y vas a tener que firmar una amonestación en el departamento de recursos humanos.

—Bien

Me mira en silencio y como no ve otra reacción en mí se aparta y comienza a andar por el pasillo.

Lo sigo en silencio. Si eso solo será es mi penitencia, entonces ya debió hacerse cargo de la grabación de las cámaras de seguridad y de las personas que nos vieron y no voy a preguntar como lo hizo.

Entramos a la sala de juntas y todos los ojos se posan en nosotros, pero en cuanto Alexander levanta la mirada todos dejan de mirarnos al instante.

—¿Todo bien? — pregunta Adam en cuento me siento a su lado.

Esta vez ya no lo miro. —Sí.

Los minutos transcurren lentamente o así lo siento yo, pero finalmente el rubio da por terminada la reunión.

—No vamos a Brent— dice mi jefe y Adam y yo asentimos a la par.

Los ejecutivos se levantan, pero antes que uno más se vaya tomo una respiración profunda y me pongo al frente. —¿Podrían permitirme un segundo de su atención?

Todos dejan de moverse y calvan los ojos en mí. Mi pánico al hablar frente a tantas personas amenaza con salir, pero me las arreglo para levantar la mirada sin mostrar ninguna emoción.

—Salí a la mitad de la reunión —Comienzo.

Alexander se levanta de su lugar inmediatamente y se acerca hacia mí con el rostro serio. —¿Qué está haciendo señorita Brown?

—Lo que usted ordenó señor Roe— respondo encogiéndome de hombros y continuo —Tuve un problema de salud y necesitaba aire, pero, no volverá a suceder. Les pido una disculpa.

Todos me miran sorprendidos.

—Eso es todo, buenos días— me alejo de ahí dejando a Alexander parado como un pasmarote y regreso a donde mi jefe. Me siento poderosa después de eso. ¿Realmente pensó que no lo haría?

No soy una chica que se amedrenta fácilmente Alexander.

—Emma, no era necesario disculparse, sé que su salud ha estado mal desde Birmingham.

—No quería ser maleducada señor— va a decir algo, pero un hombre de traje lo llame antes que pueda hacerlo.

—Te admiro— dice Adam a mi lado —Nadie tiene pantalones para hacer lo que hiciste.

—Ser amable y educado no cuesta nada en la vida. — tomo mis cosas sobre el escritorio.

—¿Tratas de enamorarme Emma Brown?

Sonríe y recuerdo lo que vio con Alexander anoche y como lo utilice para hacer molestarlo. Debe creer que ambos estamos en un punto... interesante.

Suelto una pequeña risa. —No.

—Es una pena porque lo estás logrando— suena en tono de broma, pero después decirlo por primera vez veo algo que nunca había demostrado él y su mirada baja por el escote de mi blusa por más tiempo del necesario.

—¿Nos vamos? La gente de Brent nos está esperando.

—Oh, si— aparta la mirada. —Después de ti— semana la puerta y me encamino por ella.

. . .

Me ajusto el casco que nos dieron a la entrada, el clima no ha mejorado ni siquiera aquí. La lluvia que cae nos acompaña mientras trabajamos. Los escombros del hotel están siendo recogidos en este instante.

Oh no. Esto no fue un derrumbe cualquiera parece como si fuera una demolición o algo por el estilo y lo peor es que cayó sobre esas pobres personas.

En este momento me siento terrible por tratar de cubrir la noticia para salvar el prestigio de Hilton &Roe.

—Aquí sucedió. — dice un hombre al que no conozco.

La mirada de Alexander se queda perdida a lo lejos. —¿Cuántas personas salieron lastimadas exactamente?

—Veintitrés, señor Roe.

Cierra los ojos.

—Mientras no se diga en que hospital están los medios locales no podrán hacer el rastreo— mi jefe intervine —Adam, asegúrate que la seguridad en el hospital sea puesta.

—Sí señor— saca su celular de la bolsa interna de su saco y se aleja mientras comienza a hacer una llamada.

—Y con los planos aquí podremos reconstruir el lugar desde donde comienzan las jardineras hasta el estacionamiento en menos de dos semanas— la pelirroja saca los planos sobre una mesa.

Todos hablan, pero Alexander no parece escucharlos.

—Emma, ¿Le parecería bien dar una conferencia de prensa para quitar los rumores de las personas locales?

—No señor, mientras el derrumbe siga incluso si el señor Roe sale a hablar de Brent los lugareños pueden tener evidencia de lo que paso, sugiero que se siga el plan de la señorita Smith.

Ella arquea una ceja y sigue señalando algo en el plano junto al otro hombre. —Perfecto— mi jefe parece complacido. —Voy a hablar con el Gerente sobre las visitas que ha recibido.

Asiento y lo veo alejarse. Hablo con uno de los trabajadores que me dice que vio a dos periodistas de chalecos marrón merodeando la zona. Comienzo a tomar notas sobre los posibles sospechosos en primer lugar. Vinils.

Como no pudieron cancelar la asociación buscaran jugar sucio, conozco muy bien mi campo laboral y se dónde pueden atacarnos.

Primero usaran la vieja táctica de los periodistas y después tendremos fotos en cada artículo sobre lo ocurrido.

Miro a Alexander recorrer el lugar con la mirada perdida y recuerdo las palabras de Alicia.

Él no comete errores.

—¿Vio lo que sucedió? — le pregunto al trabajador —¿Cómo ocurrió toda esta tragedia?

—Si— admite en voz baja.

—¿Fue un derrumbe cualquiera? — Se queda en silencio. Apoyo mi mano en su hombro. —Dígame algo ¿De verdad cree que el señor Roe sería tan irresponsable para diseñar un edificio de lujo que se viniera abajo en un segundo?

—No.

—Ni yo tampoco, lo he visto trabajar como nadie más no solo en los negocios sino en cada aspecto de su empresa. Hilton &Roe no fue creada por mediocridad sino por perfeccionismo. — asiente, sé que lo sabe —¿Qué ocurrió exactamente?

El hombre me conduce a una parte alejada. —Estábamos en el turno nocturno haciendo vigilancia cuando algo parecido a un motor se escuchó antes del derrumbe.

—¿Eso es normal?

—No y el desastre que provocó, me refiero a la magnitud de los daños, no parecen ser las de un derrumbe "normal".

—Eso quiere decir que...— bajo la voz —¿El accidente pudo haber sido provocado? — asiente — ¿Y por qué nadie lo ha dicho?

—Porque es mejor pensar que fue un error a que alguien nos saboteó.

Eso no tiene sentido, si alguien saboteó el hotel de Brent también puede hacerlo en otros lugares.

—¿Y la persona que lo hizo se quedará libre?

—Señorita Brown, creo que no está entendiendo la gravedad del asunto, pero por alguna razón confío en usted para decirle esto— asiento —Si alguien saboteó el hotel, no fue un simple civil. Demolieron un estacionamiento de más de cien metros. ¿Cómo cree que lo hicieron?

Sacudo la cabeza. No tengo ni la más mínima idea. —No lo sé.

—Sé que es nueva aquí, pero le aconsejo que deje las cosas así, Yo no entiendo mucho de la imagen de la empresa, pero la vi trabajar desde que llegaron y creo que puede ayudar porque si los medios se enteran, nosotros nos quedaremos sin empleo.

—El señor Jones lo hará, de eso no tenga duda. Nadie saldrá perjudicado. — le doy una sonrisa tranquilizadora que me devuelve.

Me alejo de ahí pensando en lo que dijo y peor aun sobrepasando el hecho que alguien saboteó esto sin importar las personas heridas. Pero ¿Quién sería tan miserable para hacerlo?

Era alguien que sabía que Alexander saldría perjudicado. Miro a la pelirroja en la mesa, parece muy concentrada.

—¡Ahora mismo! — el grito de Alexander resuena llamando la atención de todos.

—Si señor Roe— dice el otro hombre y entra a la oficina.

Quisiera ayudar, pero la última vez que lo hice él me lanzó una daga.

El hombre vuelve a aparecer con una hoja en su mano y se la entrega. —Fuera de mi vista — le dice tajante sin mirarlo.

Lo miro mal, puede que esté enojado, pero no tiene derecho a comportarse así. Camino en dirección a él que ni siquiera me ve venir.

—¿Qué se te ofrece?

—¿Podrías dejar de tratar a los trabajadores así? Ya tuvieron suficiente con lo que ocurrió. — levanta la mirada echando humo, pero lo detengo antes que abra la boca. —Antes que me digas que no me meta en tus asuntos, te voy a decir algo importante.

—¿Qué?

—El accidente fue provocado.

Aprieta la mandíbula. —¿Dónde está Christopher? Quiero hablar con él.

Ni siquiera presta atención a lo que le dije. —¿Escuchaste lo que te dije?

—Si Emma, ahora busca a Christopher y tráelo.

Lo estudio en silencio, aunque no lo demuestre no solo siente enojo sino también culpabilidad. —Te preocupan los heridos ¿No es así? — el nombre de su empresa puede irse por la borda porque no es su prioridad en este momento, eso puedo verlo.

Cierra los ojos y luego muy lentamente asiente antes de suspirar. Miro la hoja que tiene en su mano y marca el lugar donde fueron trasladados y el nombre de cada uno de ellos.

Mi pecho se aprieta.

Maldición Alexander.

—Ven conmigo. — Abre los ojos —Vamos a ese hospital.

—No pueden verme ahí, eso ya lo sabes.

—Por si ya lo olvidaste estoy encargada de cuidar tu imagen, nadie va a verte ingresar ahí. — eso es lo que necesita de lo contrario no lograra resolver esto como habitualmente lo haría. Está disperso.

—No.

Me acerco a él con dos pasos. —Me debes un favor y ahora voy a usarlo.

Suelta una risa corta. —¿Yo le debo un favor señorita Brown?

—Tú lo ofreciste— le recuerdo —Y yo no me corrí en Birmingham durante la noche. Así que sube a mi auto y ven conmigo de una buena vez a menos que le tengas miedo a la forma de conducir de una mujer.

—¿Es un desafió señorita Brown?

Sonrío de lado. —Sí.

Corta los centímetros que nos separan, por suerte estamos un poco alejados para llamar la atención.

Arquea una ceja. —Desafió aceptado— responde con voz ronca. —Adelante— señala el camino frente a nosotros.

Le doy una mirada sabedora y paso a su lado sacando las llaves de mi Mazda, le escribo un mensaje rápido a Adam para que le informe al señor Jones sobre una visita al hospital para asegurarme personalmente de la privacidad de los heridos.

—Estás tomando el camino incorrecto.

—Mi Mazda está ahí.

—Iremos en mi auto.

De eso nada. —Ni lo pienses.

Una sonrisa tira de sus labios por primera vez en el día y no me pasa desapercibido el efecto que provoca en mí. —No me diga que tiene miedo a autos deportivos señorita Brown.

Se está burlando de mí. —No. Vamos.

Caminamos por el estacionamiento cubriéndonos con un poco de lluvia hasta su auto y Ethan sale inéditamente de la puerta del piloto.

—Tomate un descanso Ethan, la señorita Brown será la conductora hoy— le dice ocultando su sonrisa.

¡Qué? ¿Conducir esto yo? Oh no, ¿En qué me acabo de meter? Ethan asiente y me entrega las llaves educadamente al pasar a mi lado. Alexander sube al lado del copiloto y yo muy a mi pesar subo del lado del piloto y pongo el auto en marcha.

Nunca había conducido una de estas máquinas en mi vida, me siento pequeña detrás del volante.

—¿Asustada señorita Brown? — Alexander se acomoda el cinturón de seguridad.

Lo miro por el rabillo del reojo y piso el acelerador haciendo sonar el motor. —Jamás señor Roe.

Sigo la dirección que marca el navegador y con más velocidad de lo que normalmente lo haría conduzco por la carretera, pero siempre precavida porque la lluvia comienza a empeorar. Alexander se mantiene en silencio perdido en sus pensamientos todo el rato.

Su celular suena, pero lo mira sin contestar.

Cuando llegamos al lugar cruzamos la entrada principal y un par de personas parecen reconocerlo. —Espera aquí— camino al guardia de la entrada y negocio con él para que no hay inconvenientes con la visita de Alexander.

Cuando regreso pasamos por los pasillos blancos con normalidad sin ser interrumpidos. —Aquí es— señala una de las habitaciones.

En ese momento uno de los médicos sale de ahí. —¿Puedo ayudarlos en algo?

Como Alexander no tiene intenciones de hablar yo lo hago. —Queremos saber cuál es el estado del paciente.

Asiente y su ceño se frunce. —Las sesiones son muy profundas es posible, pero, aunque no esperábamos que pasara la noche él y los otros heridos lo hicieron gracias al equipo especializado que mando el señor Roe.

Gira la cabeza hacia él, pero Alexander no lo mira ni me mira tiene el ceño fruncido. —Nos vamos.

—Acabamos de llegar— le respondo. Una enfermera interrumpe antes que podamos seguir hablando con el médico y nos deja solos.

—Ya es suficiente Emma, ya vi lo suficiente vámonos de aquí— se da media vuelta para salir. Parpadea un par de veces y su cuerpo se tambalea. Rápidamente voy a su lado.

—¿Estás bien?

Mantiene los ojos cerrados. —Sí, debemos salir de aquí— vuelve a abrirlos.

De camino al estacionamiento la lluvia ha arreciado, pero no parece importarle en absoluto mientras caminamos bajo ella. Voy perdida en lo que dijo ese hombre y cuando abre la puerta me pide las llaves del auto.

Se las doy en silencio y cuando entra conduce rápidamente por la carretera como si escapara de aquí.

Mi celular suena en la bolsa de mi abrigo y veo el número de Adam aparecer en la pantalla.

—Adam— respondo inmediatamente.

—Hola Emma, solo llamo para avisarte que nos quedaremos en Brent, hubo un accidente en la carretera principal por la lluvia y será mejor que seas precavida mientras regreses al hotel.

—Lo haré, gracias por preocuparte por mí.

Por el rabillo del ojo veo como las manos de Alexander se aprietan en el volante.

—Será mejor que cuelgues el teléfono o tendremos un accidente— dice con voz demasiado alta.

Tapo la bocina. —¿Un accidente por qué estoy hablando por teléfono? Ni siquiera estoy conduciendo. — lo que dice es ridículo.

Aparta los ojos de la carretera un momento. —Me estás distrayendo.

Aprieta los parpados otra vez como lo hizo en el hospital, no se desvanecerá de nuevo como en Birmingham ¿O sí? Será mejor no tentar nuestra suerte. —Te veré ahí Adam, tengo que colgar.

Adam asiente del otro lado y termino la llamada. Por un segundo me pregunto ¿De dónde viene tanta lluvia? Pero después recuerdo que esto es Londres.

—¿Qué quería?

Volteo la mirada a él y le toco las pelotas. —Asuntos personales señor Roe.

—¿Asuntos personales?

—Sí — ruedo los ojos —Por cierto, no tomes la ruta principal, Adam dijo que hubo un accidente que la bloqueó por eso alguno de nosotros nos quedaremos en el hotel.

Asiente.

Su celular suena, pero ahora no le importa provocar accidentes porque contesta inmediatamente. —¿Sí? ¿Dónde? No, Ethan te llevará. De acuerdo Alesha.

Alesha.

Tamboreo mis dedos por el asiento y lo escuho decir monosílabos.

¿Qué demonios me pasa?

Este hombre es libre de hacer lo que quiera y ese no es mi problema.

El camino que tomamos de vuelta no es corto, pero conduce tan deprisa que llegamos al hotel de vuelta. Alguien está ansioso por irse por lo que veo.

—Gracias por traerme— me quito el cinturón de seguridad mientras él estaciona el auto a la entrada y baja por la puerta antes que yo ofreciéndome su abrigo.

—No gracias— su ceño se frunce y camino sin importarme que la lluvia me empape.

A medio camino unos trabajadores nos reciben para cubrirnos y caminamos a la recepción.

—Emma— Adam aparece con un abrigo cuando nos ve y me lo coloca sobre los hombros sin pedir permiso.

—Gracias.

Alexander lo mira con el ceño fruncido y después el abrigo en mis hombros mientras pasa de largo a nuestro lado, aunque se queda a unos metros. No tiene sentido que entré si no va a quedarse.

—No creo que podamos regresar a Londres con este clima. Así que me tome la libertad de pedir una habitación para ti también. Espero que no te moleste.

¿Por qué habría de molestarme? —Claro que no, de hecho... te lo agradezco Adam de verdad—ha sido muy amable conmigo desinteresadamente — ¿El señor Jones se fue?

Asiente. —Ningún ejecutivo con dinero se quedaría hasta que el hotel sea arreglado por completo, el señor Roe no tardará en irse oí que la señorita Smith dejó un mensaje de su hotel para que la siga— sus palabras son como una bofetada a mi ego — ¿Qué me dices si cenamos juntos?

Así que se irá con ella.

—Está bien— acepto con una sonrisa y veo los hombros de Alexander tensarse. Nos escuchó. —Pero primero tengo que hacer un par de llamadas y esperar que mi ropa se seque.

Le diré a Cora que no regresaré esta noche.

—No te preocupes, no tengo nada en contra de la ropa mojada— me guiña un ojo dejándome sorprendida.

—¡Matt! — el grito de Alexander nos interrumpe y vemos a un hombre trajeado de su personal acercarse a él.

No oímos lo que dices mientras dejo que Adam me conduzca a mi habitación. — Te veré en el restaurante— me dice con una sonrisa.

—Seguro— cierro la puerta.

Me quito el abrigo por los hombros y los tacones le siguen. El lugar es precioso, tiene en tonos dorados toda las estructuras y madera tallada en los muebles. Esta es la habitación más grande en la que he estado y sin duda la mejor diseñada.

Recorro todo el interior pensando como Alexander creó esto.

Una de las puertas conduce a una ducha con puertas de cristal en el centro. La ducha también es enorme y el temblor de mi cuerpo por la ropa mojada me dice que un baño caliente no me vendrá mal.

Me desnudo con cuidado y después de ajustar la temperatura del agua me cubro con ella apenas percibiendo algo como el sonido de la puerta abriéndose.


¡Hola sexys! 

Una puerta abierta... Interesante.... seguro es el repartidor JAJAJA

Eso lo veremos en el próximo capítulo. 

PD: Recuerden que los viernes son días de actualización y a veces hay actualización sorpresa los martes. (Guiño, guiño)

¡Los quiero tres millones!

-Karla



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