CAPÍTULO 19
Emma.
—Hola nena. — sonríe
Mi respiración se acelera con solo verlo.
Sí pensé que ya había visto a este hombre en todo su esplendor me equivoqué. Su cabello castaño está hacia atrás de forma perfectamente fija con algún tipo de cera y sus gemelos de oro resaltan con la luz del salón. Verlo así no era algo que esperaba está noche.
Solo Alexander Roe puede lucir endemoniadamente sexy con una corbata de moño sobre su cuello.
Salgo de mi momentáneo aturdimiento y en ese momento noto su mirada apreciativa a mi vestido de encaje. La sonrisa ladeada que tiene desaparece y su mirada recorre lentamente cada centímetro de lo que ve. Sonrio con satisfacción.
Le gusta.
Parpadea y aparta la mirada un segundo después sin decir nada. —Entonces, es una noche maravillosa ¿No crees? Hay muchos empresarios aquí.
Asiento. —Estoy buscando a los patrocinadores de nuestro evento y hace un momento vi a la prensa llegando para tu entrevista programada. Vas a acaparar toda la atención y será perfecto para Hilton& Roe.
—Por supuesto — sonríe de nuevo. —Pero no soy el único que tendrá atención esta noche. — su mano me señala — Excelente elección de vestido señorita Brown.
Oh. ¿Un cumplido de Alexander Roe? Vaya sorpresa. Mi subconsciente lo mira con los ojos entrecerrados, hoy se ha comportado de una manera totalmente diferente al Alexander habitual. Un cumplido casto no es demasiado, pero no espero más de él.
—Gracias— respondo sorprendida, pero rápidamente me recompongo. —Me encantaría quedarme, pero tengo que encontrarme con Adam antes que el evento comience.
Me parece ver que sus hombros se tensan, aunque la luz no es muy buena para decir que vi correctamente.
—¿Por qué no me acompañas por el lugar antes de ir a trabajar?
—¿Acompañarte?
—Puedo mostrarte el lugar y a algunos de los empresarios involucrados en la beneficencia. Además, será bueno para mi imagen que me vean con una mujer que acapara la mirada de los demás con solo entrar al lugar.
Ruedo los ojos, se está burlando de mí. Le hace falta ver a las mujeres alrededor en sus costosos y apretados vestidos, el mio no es ni la mitad de llamativo que esos. — Muy gracioso — dejo mi copa sobre una de las mesas —Pero no tengo tiempo para juegos.
—Yo no bromeo Emma. — camina a un lado alejándose un poco por una columna—No en lo que a ti se refiere, pero si quieres jugar podemos hacerlo. Estoy preparado.
Mete la mano en la bolsa interna de su saco y saca algo, veo algo metálico resaltar. ¿No será uno de sus objetos mencionados verbalmente? Mira a su alrededor con cautela. En esta posición parece como si estuviéramos alejados.
No llamamos la atención.
—¿Qué tienes ahí? — pregunto con curiosidad.
—Algo para jugar.
Me muerdo el labio tratando de adivinar lo que será, la última vez era una mordaza, pero si planea usarlo a la mitad del evento y frente a todos, debe ser algo más. Abro la boca para decirle una de mis opciones que ronda mi cabeza, pero no tengo oportunidad de responderle porque Adam aparece de la nada con una sonrisa.
Desde donde viene no ve a Alexander solo a mí, cuando éste último lo ve aparecer retrocede un poco a la columna para que Adam lo pierda de vista por completo si se gira.
—Hola— acomoda las mangas de su traje negro —Entonces ¿Estás lista para la acción?
Asiento, aun aturdida por lo rápido que ha llegado. —Ya comencé a buscar a los primeros patrocinadores de la lista y los tengo en el radar solo hace falta que la noche siga su curso.
—Perfecto, yo también he cazado a los primeros, no se escaparán de mí.
Ambos sonreímos, estoy segura que terminaremos con buenos resultados al final de la noche.
Su mirada cambia radicalmente. —Por cierto, te ves... radiante.
—Gracias, supongo que la noche lo ameritaba.
Alexander se apoya en una de las barras y lo veo inclinar la cabeza para oírnos mejor. No hablamos de trabajo, entonces, no entiendo su interés en nuestra conversación.
—Tu belleza no es algo que se pueda ocultar Emma— se inclina hacia mí —Creo que debería aparecer en tu puerta con bocadillos más seguido para poder pasar el rato contigo a solas, aquí todos te comen con la mirada. — Levanto las cejas sorprendida, ese comentario no es un simple halago.
—¿Perdona?
Adam suelta una risa rápidamente. —Solo bromeo.
—Ah— me obligo a sonreír, aunque su broma ha estado fuera de lugar.
Por el rabillo del ojo veo a Alexander moverse un par de veces desde donde está. ¿Lo habrá escuchado?
—Lo siento Emma no quería ofenderte— retrocede inmediatamente. —Cuando estoy nervioso digo tonterías, por favor discúlpame solo quería aligerar la tensión en el ambiente para que podamos trabajar mejor.
—Está bien — digo de forma educada, pero un aire de incomodidad se eleva en el aire y él lo nota.
—¿Por qué no me dejas hacer algo para disculparme? — intenta de nuevo —Mañana tenemos la tarde libre y podríamos ir a uno de los bares de la ciudad y pasar el rato— sonríe de lado —Como colegas por supuesto— añade rápidamente y me da la sonrisa carismática de siempre, eso hace que las palabras que dijo antes se justifiquen.
Tal vez solo estaba bromeando porque estaba nervioso. Algo en su forma rápida de disculparse me recuerda a las disculpas que una vez recibí de Bennett. Creo que estoy malpensando las cosas.
—No conozco la ciudad del todo, ya lo sabes.
—Yo puedo mostrártelo— vuelve a sonreír y su mano sube y quita uno de los mechones sueltos de mi rostro. Su toque me hace dar un saltito, pero rápidamente se aparta. — Entonces ¿Qué dices? Yo invito.
—Adam— un gruñido viene a su espalda y cuando se gira ve a Alexander detrás de él.
—Señor Roe— sus cejas se alzan con sorpresa. —¿Está disfrutando de la noche?
—No— responde tajante y su gesto se endurece —Y tampoco te veo trabajando para buscar a los patrocinadores. ¿Qué estás haciendo aquí?
—No es así señor Roe— habla nerviosamente —Estamos trabajando desde que llegamos. Emma y yo tenemos... — Alexander hace una mueca con la última frase y levanta la mano para interrumpirlo antes que termine.
—Deja de parlotear y empieza a trabajar.
Las mejillas del pelinegro se sonrojan y me siento mal por él. La forma molesta en la que Alexander le está hablando está fuera de lugar, lo conoce igual de bien que el señor Jones y sabe que es uno de los mejores publicistas. No tiene por qué sugerir que no está haciendo bien su trabajo.
—Señor Roe, le aseguro que estamos trabajando— intervengo incapaz de dejarlo continuar.
—Eso pude verlo perfectamente hace un par de minutos señorita Brown— me frunce el ceño como si estuviera molesto conmigo también.
¡Arg! Ahora está en su rol de empresario molesto como siempre, pensé que lo había dejado en Londres, pero ya veo que no.
—Emma ya tiene en la mira a los empresarios que va a abordar y yo también he entablado conversación con un de ellos.
Alexander ni siquiera lo mira, solo mira a su alrededor exasperado. Si hubiera una farmacia cerca compraría pastillas para el estrés porque este hombre esta como fuera de sí.
—Escúchame bien Adam, Siempre has trabajado solo y eso es lo que quiero ver esta noche. Ahora comienza a moverte entre los invitados. La señorita Brown hará su parte del trabajo perfectamente sin su ayuda. ¿O no la crees capaz?
¿Pero qué demo...?
Adam aprieta los labios en una línea recta, pero no lo contradice. —Emma es muy capaz señor, de eso no tenga dudas. Será mejor que me ponga en marcha. — se gira hacia mí. —Nos veremos más tarde, suerte con el trabajo.
Le doy una mirada comprensiva. Alexander estuvo a nada de aplastarlo. —Suerte a ti también— le doy una sonrisa pequeña y su expresión cambia. Entonces lo veo desaparecer entre la gente.
Cuando está lo suficientemente lejos miró mal a Alexander que no se ha movido de su lugar.
—¿Por qué hiciste eso?
—¿Hacer qué? — pregunta como si nada hasta que el pelinegro desaparece de nuestro campo de visión.
—¡Tratarlo así! Fuiste muy borde con él, ya sabes que él es uno de los mejores publicistas del señor Jones y sabe cómo hacer esto.
—No voy a dejar que cuestiones mis decisiones, Emma. — su gesto se endurece— Nadie cuestiona mis órdenes.
Le frunzo el ceño, pero retrocedo inmediatamente. Tiene razón, es su jodida empresa y él puede hacer lo que quiera, pero no puedo ver una injusticia y quedarme de brazos cruzados.
—No pretendía cuestionar tus órdenes, pero fuiste muy borde con Adam.
Aprieta la mandíbula hasta que los huesos alrededor se marcan perfectamente. —¿Tanto te importa?
—¿Qué? ¿De qué estás hablando?
Se queda en silencio y respira hondo como si tratara de tranquilizarse. —Olvídalo y ven conmigo, ahora— ordena en voz baja.
¿Ahora también va a echarme la bronca a mí? —¿A dónde?
—A la pequeña oficina que está por las escaleras.
Estudio su cara, pero su reacción seria no me dice nada que no sea que está molesto. ¿Para qué me quiere llevar ahí? —No, como se lo dijiste a Adam, también tengo trabajo que hacer.
Respira hondo otra vez sin mirarme y camina más cerca poniéndose a mi lado sin llamar la atención. —Si no vas a donde te digo ahora mismo, voy a echarte sobre mi hombro y yo mismo voy a llevarte ahí.
Lo miro con la boca abierta. —No serías capaz— en cuanto las palabras salen de su boca retrocedo.
Por un segundo su semblante serio se rompe y sonríe lobunamente. Oh no, si sería capaz.
—No tientes tu suerte nena, recuerda que los periodistas están aquí y si monto un espectáculo los dos seríamos el centro de atención no solo del evento de esta noche sino de todo Londres.
Otra vez me tiene atrapada. Bien, iré a la jodida oficina, pero iré molesta. Le doy una mirada asesina y me encamino a donde me indicó. Es muy capaz de cumplir su advertencia y me niego a dejar mi cara en artículos de escándalos o peor aún en algún tipo de revista.
Aunque eso a él no parece importarle.
No le importan los demás, no le importó tratar a Adam así y tampoco molestarse conmigo por una razón que ni siquiera sé. ¿Esto tiene que ver por qué me quedé dormida con él? puede que aún no lo haya olvidado o puede que solo quiera fastidiarme la noche.
No lo entiendo en absoluto.
Lo siento venir a mi espalda y cuando miro un segundo sobre mi hombro lo veo caminar a una distancia prudente para que nadie vea que viene detrás de mí. Me pregunto que tiene en mente, cuando se trata de Alexander Roe una infinidad de cosas pasan por mi cabeza en este momento.
La mayoría me hacen apretar las piernas, pero por muy deliciosas que sean las opciones sigo molesta con él.
La tela de mi vestido de encaje roza mi piel con cada paso que avanzo. El corte cae abierto hasta mis rodillas y de ahí se abre hasta mis tobillos dejando a la vista mis tacones plateados, por suerte soy capaz de caminar con normalidad sin levantar la más mínima sospecha entre la gente.
Llego a la oficina que es más grande de lo que pensé, tiene dos rendijas por la parte trasera que dejan pasar suficiente luz para mirar dentro. Un hombre y una mujer arreglan algunos micrófonos en sus manos y saludan con la cabeza a la persona detrás de mí.
Otras dos personas caminas por el pasillo y una más sale de una puerta al extremo izquierdo.
—Hay un pequeño baño a la derecha, entra ahí. — susurra a mi espalda.
Le doy una mirada rápida y su vista está fija en otro lado como si no hubiera hablado. Con la mirada molesta sigo hasta el lugar y entro a un lujoso baño de mármol en tonos dorados y blancos que conecta con el lobby del hotel.
Alexander entra detrás de mí con la mirada seria.
—Estoy bastante segura que éste es el tocador de damas.
—Entonces será mejor darnos prisa antes que nos atrapen. — bloquea el seguro de la puerta —Tus manos sobre la encimera del lavamanos. Ahora. — su tono de voz cambia radicalmente acelerando mi respiración.
—¿Por qué? — preguntó con una ceja levantada.
—Deja de hablar Emma. No me hagas ponerte yo mismo como quiero y has lo que te digo.
—¿Me quieres inclinada sobre la encimera del tocador?
—Te quiero empotrar con mi polla sobre la jodida encimera— dice con voz ronca —Pero eso no va a ser posible, a menos que quieras que todos los invitados del evento escuchen tus gritos mientras te follo.
Oh Dios.
A mi subconsciente le gusta esa amenaza, pero mi parte prudente niega frenéticamente, él está molesto y en modo seductor al mismo tiempo, eso no puede ser buena señal. Será mejor no tentar mi suerte.
Me coloco sobre la encimera de mármol inclinada sobre mis manos. Cuando me ve acatar su orden me mira de manera apreciativa por el reflejo del espejo.
—Abre la boca.
Se acerca a mi espalda con la mirada oscurecida. Una de sus manos se posa en mi cintura y me sostiene en mi lugar. La excitación crece dentro de mí mirando el objeto en sus manos que sacó antes que Adam nos interrumpiera.
—Estás son bolas vibratorias— su aliento acaricia mi oído mientras me enseña unas bolas de metal en su mano —Pero como lo supondrás no son para tu boca sino para tu coño, así que chupa bien— su voz baja a un susurro ronco —Si quieres puedes imaginar que es mi polla.
Aprieto la encimera con fuerza para retener la punzada de placer que me acaba de golpear dentro de mis muslos y el movimiento no le pasa desapercibido.
—¿Bolas vibratorias?
Asiente, pero todavía no las acerca a mi boca. Prometió hacerme elegir lo que quería y lo que no y ahora está esperando que lo detenga, pero no lo hago. Quiero ver cómo funciona esto. En su lugar abro la boca y con una mirada de satisfacción lentamente las deliza dentro.
El metal está frio, pero no me detengo y me dedico a pasar mi lengua por ellas mientras las sostiene de una tira delgada de color negro.
Se pega por completo a mí y algo duro choca contra mi trasero. Nos miramos por el espejo y rota la cadera clavándose tanto como nuestras ropas se lo permiten.
Oh buen señor. Me trago un gemido y sigo chupando las bolas de metal ahora con más fuerza que antes, imagino que no son las bolas lo que tengo dentro... y succiono con fuerza.
Su mano sube la tela de mi vestido por encima de mis muslos, la abertura frontal le facilita el trabajo y una vez que logra quitar la delicada tela de su camino sus manos recorren mis muslos hasta toparse con el borde de mis bragas.
—Debes estar húmeda para que las bolas entren perfectamente.
Lo miro sobre mi hombro. Baja mis bragas por mis piernas hasta que están sobre mis rodillas y después muy lentamente se desliza hasta terminar sobre sus tobillos con la cara peligrosamente cerca de mí entrepierna.
Trago saliva como puedo.
Inclina la cabeza respirando hondo y me agarro con más fuerza al mármol. —Esto me gusta, el olor de tu coño es el puto paraíso— dice con voz ronca y su lengua recorre la piel alrededor haciéndome temblar.
Por inercia, cierro las piernas para controlar la repentina sacudida de placer, pero eso le hace fruncir el ceño.
Un segundo después su mano rebota contra mi trasero sacándome un jadeo más de sorpresa que de dolor. ¡Acaba de azotarme!
—Abre las piernas y muéstrame lo que me pertenece. — gruñe y deja otro azote más fuerte que el anterior haciéndome ponerme de puntitas —No vuelvas a ocultarme este coño Emma o voy a castigarte malditamente duro.
Jadeo pesadamente totalmente sorprendía. Acaba de decir que mi coño es suyo. <<Oh buen señor>>. Sin esperar a que haga lo que dice me toma de los muslos y abre mis piernas de un solo tirón.
—Ale... Alexan...— trato de decir entre las bolas que aún tengo en la boca.
—Será mejor que estés callada o todos sabrán que estoy probando este dulce coño— me lanza una sonrisa ladeada y su cara se esconde entre mis piernas.
Su lengua sale inmediatamente y la recorre por mis pliegues con rapidez.
Grito con la boca llena y aprieto mi agarre en el mármol hasta que mis nudillos se ponen blancos. Hace un sonido de satisfacción y chupa todo lo que puede pasando por mi botón de nervios y succionándolo entre sus dientes.
La piel comienza a arderme. Es una suerte que tenga las bolas metálicas en mi boca o su amenaza se cumpliría y todos escucharían mis gemidos.
Dos de sus dedos acarician mi botón ayudando a su lengua y lo mantienen abierto para él que aproveche cada movimiento tomando todos mis jugos y penetre por todos lados. ¡Joder! Estoy muriendo lentamente.
Esté hombre fue sacado desde el mismo infierno.
De eso no tengo la menor duda.
Ahogo otro gemido cuando rápidamente se incorpora dejando sus dedos acariciando mi botón. —Creo que eso será suficiente, estás chorreando— se pasa la lengua por los labios para capturar toda mi esencia.
Jadeo al verlo hacer eso y antes que pueda apartar la mirada, sin previo aviso los dedos con los que me acaricia me penetran de una sola estocada.
—¡Alexa... Alexander! — ya no puedo más, me suelto de la encimera y presiono mi cuerpo contra el suyo.
—Mírame Emma— me detiene por la cintura con la mano que tiene libre antes que mi trasero se frote con su erección dura.
Nos miramos a través del espejo, mi mirada está oscura igual que la suya y lo veo jadear también, pero a menor medida que yo.
—Quiero que durante la noche recuerdes que mis dedos te estaban follando— aumente el ritmo de las penetraciones y arqueo la espalda. —Quiero que mientras mires a algún hombre recuerdes que mi boca estaba probando tu coño. — inclina la cabeza para susurrar en mi oído —Mi coño.
Saca las bolas de mi boca rápidamente y las mantiene en su mano mientras relajo los músculos de mi boca. —Ahora dilo.
—¿Qu... qué?
—Di que tu coño es mio, solo mio.
—Alexander— jadeo
¿Qué pasa con él? Una parte de mí cree que hace esto para que tenga presente la forma en la que me hace sentir, pero no necesito un recordatorio, se perfectamente cómo me hace sentir, como me toca todo mi cuerpo arde en llamas.
Alexander Roe está grabado a fuego en mi piel.
—¡Dilo Emma! — gruñe molesto y me inclina sobre la encimera al mismo tiempo que baja la palma de su mano asestándome otro azote.
Doy un gritito y el escozor cubre mi trasero en instantes. ¿Por qué quiere que lo diga? Saca los dedos de mi interior dejándome necesitada, gruño molesta por la falta de contacto, pero un segundo después me bendice presionando su erección contra mi trasero.
—¿Quieres que te empale?
Oh Dios sí. Me muero porque me folle y no me importa donde estemos.
—¡Si! — jadeo con ansias sin poder ocultar la necesidad en mi voz. Lo quiero dentro. ¡No! Lo necesito dentro —¡Sí!
—Entonces dilo y te daré lo que quieres— rota la cadera otra vez y el ardor entre mis piernas hace que mi cordura se vaya por la borda.
Mi cuerpo me suplica que se lo diga.
Lo miro fijamente a través del espejo y mi boca habla sin pensar. —Es tuyo— jadeo —Mi coño es solo tuyo Alexander.
Ruge de satisfacción y con movimientos rápidos se lleva la mano al broche de sus pantalones. Espero impaciente jadeando bocanadas de aire para mis pulmones mientras libera su dura erección y cuando lo hace la cabeza rosada se levanta orgullosa.
Me agarro con fuerza a la encimera cuando lo siento guiarla a mi entrada y me preparo para lo que viene, aunque con él ni una vida entera me harían acostumbrarme a su tamaño.
Desliza la punta en mi coño con lentitud. —Mio— gruñe en mi oído. Me muerdo el labio inferior para ahogar mi grito de placer —Solo mio y solo para mi polla, recuérdalo— embiste lo que falta de su polla con una sola estocada.
Echo la cabeza hacia atrás y grito ruidosamente. Su mano sube rápidamente y ahoga el sonido.
Ya no recuerdo donde estamos ni por qué me folla solo... solo puedo sentirlo llenarme completamente.
¡Por Dios bendito!
Me agarro son fuerza a lo que puedo mientras sale y entra estirando mis paredes hasta el tope. Mis gemidos aumentan de intensidad hasta que su mano ya no es suficiente para cubrirlos. No puedo soportar tanto placer, es demasiado bueno.
—¡Mierda Emma! — susurra con fuerza —¡Silencio! — me riñe dándome otro azote y comienza a embestirme.
Me muerdo el labio inferior y controlo los sonidos lo mejor que puedo, pero entre las embestidas y los gruñidos bajos que está haciendo cada vez que entra no puedo controlarme lo suficiente.
Está dándomelo con fuerza, con mucha fuerza, como si quisiera dejar algo en claro.
Sus caderas rebotan contra mi trasero empujándome hacia delante y luego hacia atrás. Me agarro de nuevo a la encimera y lo miró a través del espejo. Su mirada está fija en mí y... está determinada.
Hay una palabra flotando en el aire, pero por más que trato de entenderla no puedo hacerlo.
El pomo de la puerta se sacude llamando nuestra atención y cuando la persona fuer anota que está cerrado oímos unos golpes detrás.
—Mierda, hay alguien fuera.
—Esa jodida boca— me mira mal a través del espejo, pero regresa su mirada a la puerta y vuelve a embestir, esta vez con más fuerza. Muerdo mi labio inferior y gruño del delicioso placer. —Tenemos que ser rápidos Emma.
Esconde su mano debajo de la tela de mi vestido que está arrugada en mi cintura y la desliza por mi pelvis hasta la cara interna de mis muslos.
—Bésame— me jala hacia su espalda y voy con gusto —Y trata de controlar los gritos en mi boca mientras te corres ¿De acuerdo?
No sé si voy a ser capaz de hacer eso, pero aun así asiento. Levanta mi cabeza sobre su hombro e inmediatamente baja la boca a la mía al mismo tiempo que sus dedos bajan a mi coño y trazan círculos rápidos sobre él.
Me agarro a su brazo intentando no subir mi mano a su cabeza para atraparlo o terminaré arruinando su cabello. Su lengua se mueve con urgencia en mi boca tan rápido que me deja sin aliento.
Ambos ahogamos nuestros sonidos de placer en la boca del otro. El pomo de la puerta vuelve a sacudirme y lo hace aumentar la velocidad de sus caderas y las caricias en mi clítoris hasta que la línea de mi placer se tensa y me corro.
—¡Alexander! — grito su nombre y deja de cubrirme la boca como si le gustara oírlo y mandara a la mierda que la persona afuera me oiga.
El placer dispara chispas por todo mi cuerpo haciéndolo convulsionar deliciosamente.
Grito otra vez y mis paredes se aprietan con fuerza sobre su polla.
Él esconde la cabeza en mi cuello y gruñe fuertemente mientras aprieta mis caderas y su esencia caliente me inunda por completo.
Gruñe algo, pero apenas escucho lo que dice porque trato de controlar mi respiración.
Me dejo caer sobre su pecho mientras ambos jadeamos incontroladamente.
No me da tiempo a recomponerme porque saca el pañuelo en la bolsa superior de su saco inmediatamente y quita los restos de su esencia de mi entrepierna. Lo hace con movimientos delicados como si supiera que mi coño aún está muy sensible por el reciente orgasmo.
Gimo en voz baja por la suavidad de la seda. Lo está haciendo con mucho cuidado.
—Vamos— termina de limpiarme y tira el pañuelo costoso en uno de los basureros.
No habla de lo que me hizo decir ni la forma salvaje con la que me folló. ¿Habrá sido solo producto de la pasión? Mi subconsciente lo mira con los ojos entrecerrados. <<No bromeo en lo que a ti se refiere>> Sus palabras se repiten en mi mente.
Pero él no parece darle importancia a lo que dijo antes de follarme.
Reacomodo mis bragas en su lugar y cuando estoy por terminar sus manos se posan en mi cintura y termina el resto del camino por mi antes de abrochar sus pantalones.
Le doy las gracias en voz baja y me vuelvo hacia él—Tu traje— me levanto sobre mis puntas y reacomodo el cuello de su saco y las solapas cuidadosamente.
Aún tiene un discurso que dar, menos mal no hemos arruinado nuestras ropas completamente. Su mirada sigue mis movimientos con el ceño fruncido hasta que termino.
—¿Cómo me veo? — acomodo mi cabello sobre mis hombros.
Sus ojos se pasean por mí de forma aprobatoria. —Recién follada.
Abro la boca indignada y me giro al espejo. Estudio mi rostro, mis mejillas están sonrojadas y mis labios hinchados. Tiene razón. —Vas a tener que salir, necesito arreglar mi maquillaje. — abro mi pequeño bolso.
—Tu vienes conmigo. — dice completamente serio.
—Te volviste loco, no podemos salir juntos de aquí. — retoco mi labial.
—Está bien, pero olvidamos poner esto— levanta las bolas metálicas en su mano.
Esa fue la razón que nos trajo aquí, pero perdimos la cabeza y terminamos olvidándonos de ellas. Siento el calor en mis mejillas. —¿Cómo las coloco?
—No señorita Brown, poner cualquier cosa dentro de ti es mi trabajo— dice con voz ronca.
Camina hacia mí, pero si lo hace podríamos terminar en otros asuntos de nuevo y está vez estoy segura que no podrá dar su discurso.
—Solo las colocaré y me iré— dice como si hubiera leído mis pensamientos.
—Está bien— me giro sobre mi espalda mientras se acerca y levanta la tela de mi vestido. Hace a un lado mis bragas y siento el mental chocar contra mí piel.
—Será más fácil ahora que está húmeda— me toma de la cintura —Respira hondo.
Lo miro a través del espejo, jadeando todo cuanto puedo. El frio metal toca mi botón y se desliza lentamente hacia abajo hasta que en un movimiento rápido las introduce dentro de mí. Me muerdo el labio inferior y mis paredes se estiran contra ellas.
—Respira. — lo hago y me relajo. —¿Cómo se siente?
—Frio.
Sonríe mientras su mano se pierde en el interior de su bolsillo y un segundo después las bolas comienzan a vibrar en mi interior. Suelto un sonido realmente fuerte y ahora entiendo la función de las bolas.
—¿Y ahora?
Abro la boca para responder, pero se me escapa un gemido corto. Las cosquillas en mis muslos hacen que mi libido se reactive.
—Contrólalo nena — su voz está ronca. Masajea la piel de mi cuello y la parte de mis hombros que mi vestido deja desnuda.
Trato de hacer lo que me pide, pero las sensaciones son demasiadas que me es casi imposible contenerlo. Su mano vuelve al interior de su bolsillo y las vibraciones disminuyen de intensidad hasta que se vuelve un suave cosquilleo en mi interior.
Jadeo de alivio y levanto la mirada hacia él. —Lo... lo controlas— trago saliva con fuerza.
Saca un aparato diminuto de su bolsillo —Veamos cuanta fuerza de voluntad tiene esta noche antes de correrse señorita Brown. Podría ser mientras bebe una copa o mientras doy mi discurso.
Engreído. Carraspeo y me quito un mechón suelto de la cara. —Estás muy seguro de que voy a hacerlo.
—Será una noche larga, será mejor que te relajes, aunque podemos hacer esto más interesante.
Su sonrisa satisfecha al saber lo que hace, provoca una oleada de determinación en mí. Está noche quiere controlarme, pero no voy a ponérselo fácil, voy a controlarlo lo mejor que pueda.
—¿Cómo?
—Con un favor— dice muy serio y estudia mi reacción. Tiene algo en mente, pero ¿Un favor? Eso suena interesante. —Sí te corres antes que termine el evento me deberás un favor, pero si logras controlarlo, cosa que no sucederá, yo seré quien te deba un favor.
Suelto una risa. Está muy seguro que no podré hacerlo. —¿Cualquier tipo de favor? — asiente y la excitación crece dentro de mí. Eso me gusta. —Entonces tenemos un trato— levanto la mano.
La mira perplejo y la toma.
Nos miramos fijamente. Siento un repentino calor en mis mejillas que aumente con la excitación de tenerlo frente a mí y con la constante vibración que hay entre mis piernas.
—Tengo que trabajar.
—Y yo un discurso que dar.
Le sonrió con toda la chulería del mundo y paso a su lado en dirección a la puerta contoneando mis caderas con cada paso como si aquí dentro no hubiera sucedido nada.
Yo también puedo jugar Alexander.
El aire de afuera es bien recibido por mis pulmones. Alexander está sacando su lado tentador. Joder, este hombre me dejará en combustión cuando termine conmigo.
Camino por el lugar fingiendo que no tengo nada entre las piernas. Veo a la pelirroja mirarme desde lejos mientras dejo la pequeña oficina y sus ojos me barren con la mirada.
Ignoro sus miradas asesinas y me concentro en buscar a los patrocinadores.
Logró hablar con dos de los mejores empresarios que acuden al evento, la buena reputación de Hilton &Roe hace que su respuesta sea afirmativa para que promocionen nuestro evento de apertura para nuestros hoteles de lujo.
No he visto a Alexander desde que salí de ese lugar y tampoco lo busco con la mirada.
Llevo caminando un tiempo considerable y las cosquillas siguen siendo mínimas, incluso por un momento me olvido de ellas mientras converso con el hombre de mediana edad y su esposa que son los terceros en nuestra lista de posibles patrocinadores.
El hombre es intervenido por un joven a lo lejos y termino quedándome solo con su esposa, la señora Pitt, que resulta ser una mujer de sociedad como todas las que están aquí, pero ella es genuinamente agradable.
—Me gusta la idea, Hilton &Roe ha innovado sus hoteles en el último año y me parece perfecto que incluso los hoteles de lujo sean ecológicos.
—Por eso sería un placer para nosotros que se unieran al evento de apertura en cuanto estén listos.
—¿Sabes qué? Lo haremos, La revista Wiste atenderá de cerca el evento. Cuanta con ello.
Sonrío satisfecha. —Me encargaré de enviarle la información correspondiente a su asistente.
—Claro— la mujer sonríe. —No te había visto antes aquí, dices que trabajas para Christopher ¿No es así?
Asiento. —Hace poco más de un mes que comencé a trabajar como asistente del señor Jones.
—Haces muy bien tu trabajo Emma, en unos minutos lograste convencernos de participar en el proyecto.
—Gracias señora Pitt, me halaga.
—Angeline— una voz nos interrumpe.
La voz de la pelirroja.
—Alesha— la mujer sonríe abiertamente —No te había visto en toda la noche.
La pelirroja se acerca a nosotras con una copa de vino en su mano —Estaba hablando con la prensa sobre el proyecto de Hilton &Roe en esta maravillosa ciudad, ya sabes que Alexander insiste en mostrar al arquitecto de diseño de cada proyecto y está vez insistió mucho conmigo.
—Alexander no te suelta— le dice en tono confidencial —Estábamos hablando precisamente de sus proyectos con la señorita Brown.
—Alex no me suelta porque soy confiable. A veces le gusta probar "proyectos baratos" fuera, pero cuando se aburre siempre regresa a lo seguro y a lo mejor que ha probado— lo dice mirándome fijamente. — Y esa soy yo.
El doble sentido de sus palabras queda oculto para la mujer que se ríe agradablemente. —Tienes la mente de un arquitecto pretencioso Alesha por eso consigue los mejores proyectos de Londres.
—Gran parte de esto se la debo a Alex, comenzamos juntos y terminamos juntos— sonríe de lado —En el mundo empresarial, por su puesto.
No va a dejarme continuar con mi conversación con la señora Pitt, será mejor ir por otro lado.
—Me gustaría quedarme, pero el evento está por iniciar— intervengo un segundo —Señora Pitt, ha sido un gusto conocerla.
—El gusto es mio Emma— me sonríe de forma cálida. —Espero verte en otra ocasión.
Abro la boca para responderle, pero la pelirroja se me adelanta. —Te veré en nuestra mesa Emma para que conversemos de trabajo y tal vez pueda darte algunos consejos.
Le doy una sonrisa igual de falsa que la suya. —Gracias Alesha.
—Siempre es un placer. Si yo fuera tu cuidaría mi empleo en lugar de tener aventuras pasajeras porque el empleo puede durar más que la aventura.
—¿De qué aventura estás hablando Alesha? — pregunta la señora Pitt ajena a las intenciones de la pelirroja.
—Una que Emma conoce muy bien Angeline, bueno no solo Emma si no mucha otras— suelta una risa corta — Es gracioso porque no encontraran más que eso, una aventura más.
Planeo añadir el plató de pelirroja indigestaba al menú. Está sacando sus garras, pero no me conoce, no conoce lo que una Brown es capaz de hacer.
—Pero eso es lo que busco Alesha, solo una aventura, no tengo tiempo ni quiero nada más. Es gracioso que tu busques más porque solo conseguirás lo mismo que las otras. La prueba de eso, eres tú aquí parada sola.
Su sonrisa se vuelve más apretada. Trata de hacerse la importante, pero eso no le funcionara conmigo. Estoy cansada de sus jodidos comentarios.
—No voy a estar sola por mucho tiempo.
—Suerte con eso— Le doy mi mejor sonrisa. —Que tengan una excelente noche.
Alardea que Alexander siempre vuelve a ella, pero su táctica barata no funciona conmigo porque lo que tenemos Alexander y yo solo es casual y si cuando termine decide regresar al platillo de esa bruja, no puedo impedírselo.
Aunque me gustaría que no lo hiciera.
Pero solo por molestarla, no hay otra razón detrás de eso. ¿O sí?
Estudio lo que siento ahora mismo, me siento impotente y muy molesta por lo que dijo. ¿De dónde vienen estás reacciones?
Emma. Emma. Necesitas salir a despejar la cabeza, el estrés te está volviendo loca.
Pensé que nunca diría esto, pero creo que echo de menos Downing Street.
Voy a la mesa reservada mientras un hombre en traje comienza a hablar por el micrófono y anuncia el evento anual de caridad para la fundación "Pitt"
Adam termina a mi lado y frente a nosotros el señor Jones, pero justo como lo advirtió la pelirroja termina también en nuestra mesa.
Otro hombre pasa al micrófono y se levanta una serie de aplausos que sigo por inercia. —El dueño de la fundación— explica Adam en voz baja.
Le hago un gesto de haber entendido y lo escuchamos hablar de la importancia de las beneficencias con una fascinación que me sorprende. Si mi madre viviera estaría encantada de poder contribuir, en contraste mi padre no contribuiría a ninguna de las organizaciones por nada del mundo.
—Buenas noches— la voz de Alexander aparece.
—Buenas noches, tienes un asiento reservado aquí querido. — la pelirroja señala la silla a su lado.
Ahogo una risa. ¿Lo llamó querido? ¿Regresamos al Londres de las cavernas y no me he enterado?
Alexander apenas le presta atención —Gracias Alesha— en lugar de sentarse junto a ella toma el lugar vacío a mi lado sorprendiendo a todos en especial a mí. —¿Disfrutando la noche señorita Brown?
—Demasiado.
—Perfecto.
Mi bolso vibra en mis piernas y con cuidado saco mi celular.
<<Emma Brown, voy patear tu trasero cuando regreses a Londres>>
Muerdo mi labio inferior leyendo por segunda vez el mensaje de Cora y escribo discretamente una respuesta corta.
Divierte sexy.
—¿Todo bien? — pregunta Alexander a mi lado.
—Sí.
Escondo mi teléfono de vuelta mientras un mesero se nos acerca y ofrece bebidas. —¿Quieres algo sin alcohol como siempre Alex? — le pregunta la pelirroja con un tono de voz bajo.
Él la mira con el ceño fruncido, pero no dice nada de la forma insinuante como ella le habla y niega con la cabeza, después hace su propio pedido. Una indignación que no había sentido antes se apodera de mí.
Cuando me encontró con Adam parecía estar muy pendiente de la exclusividad, pero ahora no tiene interés en eso.
Carraspeo y me llevo mi copa a los labios. —Exclusividad, querido— remarco la última palabra.
—¿Dijiste algo Emma? — pregunta Adam a mi lado.
—No.
—Entonces oigo tu voz en todos lados— sonríe.
Me rio con él, pero no por lo que dijo sino por la expresión que tiene la pelirroja después que Alexander la haya ignorado.
En ese momento las vibraciones en mi entrepierna aumentan de intensidad. Oh no. Carraspeo y bajo la mano por la mesa para sujetarme de algo que me haga controlar los ramalazos de placer que me golpean.
—Por cierto, Christopher, ¿Resolviste el asunto que te pedí? — dice el engreído a mi lado con voz neutra como si no estuviera provocando que me retuerza en mi lugar.
—Todo está arreglado, mañana mismo tienes esos reportes.
—Perfecto, me gusta "la exclusividad" por partes iguales, no solo cuando convenga— Apoya una mano sobre el respaldo de su silla despreocupadamente.
¿Qué?
—¿Te encuentras bien Emma? — pregunta Adam mirándome de lado.
Asiento y me preparo para soltarle una respuesta digna a este engreído. Está dando por hecho que yo no me apego a nuestro acuerdo de exclusividad.
—Sí, creo que tengo un poco de calor, pero cualquier cosa puede provocarlo igual de fuerte y mucho mejor, no solo el que lo controla.
Adam me mira confundido, no entiende la última parte porque no iba dirigida a él. Las vibraciones aumentan de intensidad sacándome un gritito que gracias al cielo logro ahogar.
Me escuchó.
—¿Puedo conseguirte un poco de agua fría?
Las vibraciones aumentan aún más y me hacen cruzar las piernas. —No... no es necesario, gracias.
El hombre encargado del hostín vuelve al micrófono y dice algo de la beneficencia, pero no puedo oírlo completamente.
—¿Todo en orden señorita Brown? — Alexander se lleva la copa a los labios para ocultar su expresión de satisfacción.
—Perfectamente señor Roe— susurro a medias mientras el hombre del micrófono sigue hablando.
No voy a ceder. No voy a ceder. Piensa en otra cosa Emma. No te mojes. Piensa en la oficina, en el trabajo, en... me muerdo el labio inferior con fuerza.
—No cualquiera lo puede dar con fuerza ¿No es así Christopher?
Mi boca cae abierta. ¡Cómo se atreve! Mi jefe mira a Alexander confundido. —¿Con fuerza? ¿A qué te refieres? ¿Es algún tipo de broma interna porque Erick se fue a Londres antes del evento?
Alexander oculta su sonrisa. —No es nada, solo estaba desvariando en voz alta.
¡Engreído! No puedo creer que haya dicho eso. Mientras planeo mi respuesta veo como la pelirroja lo mira con curiosidad y algo más Aprieto las manos en puños. ¿No puede mirar a otro lado o planea comérselo con la mirada toda la puta noche?
—Sabes Adam— el pelinegro me mira y por el rabillo del ojo veo a Alexander mirarnos discretamente —Creo que ese hombre de haya podría hacerlo con fuerza— señalo a un trajeado cerca de la barra, lo que veo... es impresionante.
Adam sigue la dirección de mi mano y me mira confundido. —¿Hacer qué?
—Olvídalo, estaba desvariando en voz alta.
Mi jefe le dice algo llamando su atención y en ese momento las vibraciones aumentan a un nivel nuevo. Oh Dios.
Lo miro y su mirada está seria. Si juegas, yo también juego Alexander, quiero decirle, pero las vibraciones y el placer que me están dando no me dejan hablar.
Esto es demasiado.
Bajo la mano y aprieto su pierna con fuerza. Mmm... Voy a correrme, es una suerte que el ruido del hombre que habla y el de la musica ahogue mis sonidos.
Echo la cabeza hacia tras inconscientemente y lo siento moverse en su lugar. Las vibraciones disminuyen de intensidad otra vez deteniendo mi orgasmo al mismo tiempo.
No va a dejarme correrme por desafiarlo.
—Respira hondo— susurra.
Lo hago y mis músculos se destensan un segundo, pero la presión por correrme sigue ahí. Después de excitarme con las vibraciones ya no hay vuelta atrás. —Lo necesito. — susurro suplicante.
—¿Qué necesitas?
Lo miro directamente a los ojos tratando que nadie más nos vea.
—A ti— digo sin pensarlo
No hace ninguna expresión solo me mira fijamente. Espero que las vibraciones vuelvan, pero no lo hacen. Joder, no quiero quedarme colgada, esta es la peor de las torturas.
En un arrebato de necesidad tomo la mano que tiene sobre su pierna y la dirijo a mis muslos por debajo del mantel dorado. Se reacomoda en su lugar mientras llevo su mano a la parte de mí que más necesita su toque.
Cuando llego a borde de mis bragas su mirada se oscurece. Muevo mis bragas con una mano y con la otra guio sus dedos hasta mi coño húmedo y necesitado.
Sus dedos se mueven deslizando mi humedad y suelto un suspiro de puro placer. Que bien se siente, la presión y tensión de toda la noche me hizo necesitarlo desesperadamente.
Me dejo caer sobre el respaldo de mi silla y ya no puedo oír lo que dice el hombre en el micrófono porque lo único que me importa es correrme en la mano de Alexander, solo con él.
La presión se acumula en mi coño deliciosamente a punto de explotar, pero antes de correrme Alexander saca la mano dejándome colgada otra vez.
Lo miro suplicante y lo veo jadear. —Por favor— suplico y la necesidad en mi voz no me pasa desapercibida.
—Mierda— gruñe —No puedo con esa mirada, nos vamos— me ofrece la mano y él se incorpora.
Lo dejo hacer y tomo mi bolso. Me detengo cuando todos en la mesa nos miran fijamente ¡Demonios! Pero ¿Cómo vamos a salir juntos de aquí? Todos nos miran.
—Al parecer la señorita Brown no se encuentra bien, la llevaré a la enfermería.
—¿Se encuentra bien Emma? — mi jefe se levanta en conjunto.
—Solo es un malestar pasajero.
—No puedes irte ahora Alexander, tu discurso está programado. — la pelirroja también se levanta —Deja que alguno de los empleados del hotel la lleve.
—Voy a ocuparme de Emma Alesha— le responde con voz fuerte — Christopher cancelará mi discurso.
Oh no, no lo había pensado. No puede cancelar su discurso solo por mí.
—Puedo llevarte si quieres, así el señor Roe no tendrá que irse— se ofrece Adam.
—Su ayuda no es requerida Adam— su tono de voz me deja sorprendida —Yo me ocupo de ella.
No veo ni escucho lo que dice Adam porque Alexander me conduce fuera de la mesa inmediatamente.
—Alexander— lo tomo del brazo en un intento de detenerlo.
Se detiene en una de las columnas y antes que pueda decirle que están haciendo una locura se apodera de mi boca ahí frente a las pocas personas que están en la recepción. Mi mente se queda en blanco y mi anterior excitación regresa con más fuerza.
—¿Crees aguantar hasta nuestra habitación o tendré que follarte primero en el elevador? — pregunta retomando nuestro camino.
Mi cabeza aturdida se despeja un momento ¿Nuestra habitación? ¿Oí bien? Alto, también dijo elevador. Sí.
—Elevador— digo rápidamente.
Caminamos por el pasillo hasta las puertas dobles. Un hombre en un traje gris se interpone en nuestro camino con una sonrisa y siento como si mis entrañas se licuaran. Al destino le encanta burlarse de nosotros.
—Alexander Roe. No esperaba verte por aquí.
—Marcus. — dice él con la mirada seria, pero no lo ignora como lo haría habitualmente, este hombre debe ser alguien más.
—Es un placer aquí y muy bien acompañado de una hermosa dama. Marcus Tay, dueño del hotel. — me ofrece la mano y la tomo inmediatamente.
Pero acaba de dejar en claro que vengo en compañía de Alexander. —Emma Brown— acepto su mano — Asistente de relaciones públicas del señor Roe.
—Oh— sus cejas se levantan —Lo siento, di por hecho que venían juntos de otra forma no laboral.
—No— le doy una sonrisa tranquilizadora, pero Alexander se queda en silencio.
—Ofrezco una disculpa otra vez— las arrugas de su cara se mueven —¿Por qué se van del evento?
—Tenemos un asunto importante que atender.
—Es una lástima, el trabajo siempre llama, en fín, pero cuando estés libre me gustaría que nos tomáramos una copa. Hace un tiempo que no hacemos negocios juntos.
—Dalo por hecho— responde Alexander.
—Tengo una oferta tentadora para ti y también tengo otro proveedor de calidad. Es un gran amigo mio. Sawyer Taylor. — Mi excitación se va al suelo cuando el nombre deja sus labios —Y su nuevo director ejecutivo. Como se llamaba, Williams, West, no, ¡Wells!
No puede ser.
—¿La compañía Taylor tiene un nuevo director? — pregunto con un hilo de voz
Asiente y sonríe. —Veo que los conoces— siento un hormigueo en la nuca —Sawyer hizo el cambio hace poco más de tres meses— su excitación no tiene nombre —Harán cambios increíbles, deberíamos asociarnos Alexander.
Tres meses, casi el mismo tiempo que yo había dejado Trafford.
—No busco socios en estos momentos— responde Alexander de forma tajante.
Ya no escucho lo que dicen solo siento como las lágrimas de rabia se agolpan detrás de mis parpados.
—Necesito retirarme. Buenas noches— les doy un movimiento de cabeza y me libero del agarre de Alexander.
No voy en dirección al ascensor sino a la salida del hotel, el aire helado de la noche me golpea con fuerza, pero apenas lo notó cuando saco mi celular marcando su número rápidamente.
Suena dos veces antes de responder. —Emma.
—Seth Wells fue nombrado el nuevo director en la compañía Taylor, lo liberaste de prisión— digo en voz baja —¿Cómo pudiste hacerlo?
—Emma— su voz suena jadeante — Primero escúchame.
—No, no quiero escucharte, una sola vez Sawyer Taylor— tomo una respiración profunda —Una sola vez me atrevía a confiar en ti y ni siquiera te importó— las lágrimas se agolpan en mis ojos. —Por eso me devolvió el dinero no es así. ¿Tú se lo pediste?
—Ya sabes que su familia es de dinero, lo liberaron más rápido de lo que entro. Además, Seth ha cambiado Emma, sabe que lo que sucedió fue un pequeño error, te quiere de vuelta. Llevaban dos años juntos hasta que esto sucedió, tienes que darle otra oportunidad.
—¡Cállate! ¿Un pequeño error? ¿Lo que Seth le hizo a tú hija es solo un pequeño error para ti?
—No es lo que quería decir, pero si lo hablas con él puedes entender por qué lo hizo. Emma no seas muy exigente, tú te lo buscaste.
No puedo creer lo que estoy escuchando. No puedo creerlo.
—Vete a la mierda. Eres tan despreciable como mi madre creía, por eso te dejó.
—Hija no...
—¡No me llames hija! — le grito con desprecio —Nunca has sido mi padre y nunca lo serás. Si pudiste premiar al hijo de puta que me secuestro para abusar de mi con sus amigos entonces ten los cojones para desaparecer de mí vida por completo de un puta vez porque no te necesito.
Las lágrimas corren libremente por mis mejillas, esta es la primera vez que lo digo en voz alta. La primera vez que acepto lo que sucedió es noche.
Esa maldita noche.
—Nos necesitas a los dos Emma y no puedes renegar de mí.
Suelto una risa sin humor. —Nunca te he necesitado, ni siquiera cuando mamá murió y tampoco necesito tu maldito dinero, todo lo que tengo es gracias a mi trabajo y dile a Seth que él al igual que tú pueden pudrirse en el maldito infierno.
—Emma por favor.
Cuelgo antes de oír su patética voz y me dejo caer contra el asfalto. Las lágrimas corren por mis mejillas.
Oh Dios. Seth está libre, Seth está libre.
Y mi padre, no, mi padre no, Sawyer... Por primera vez me había permitido creer en él, confiarle lo que Seth me había hecho, llamarlo padre, creer que me protegería.
Me equivoqué.
Y ahora que él esté libre de nuevo, todo empeora. Miro las marcas en mis muñecas.
<<Conejito>>
Oh Dios no.
—¿Emma? — la voz de Alexander llego detrás de mí sobresaltándome y rápidamente me limpio la humedad debajo de mis ojos.
Me incorporo y hago intento de pasar a su lado, pero su mano se cierra suavemente sobre mi brazo. —¿Qué sucede?
Trato de hablar, de decirle que estoy bien, pero no puedo. Como el infierno que no puedo. —Tengo que irme— logro decir. —Necesito irme de aquí, yo...— lo miro a los ojos, debo sonar patética y mi maquillaje debe estar corrido.
Hago intento de pasar a su lado, pero otra vez me detiene. Mira sobre mi espalda y entonces le hace un gesto a alguien, a los segundos Ethan se acerca a nosotros.
—Señor Roe.
—Prepara todo, la señorita Brown y yo nos vamos de aquí ahora mismo. — ¿Qué? Ethan asiente y se encamina dentro del hotel. —Vienes conmigo— dice Alexander determinado.
Todo me vence y las lágrimas se acumulan dentro de mis ojos y asiento. Solo esperamos unos minutos cuando dos hombres más aparecen por el ascensor trayendo mis maletas y otra más en sus manos.
Un auto negro para a la entrada frente a nosotros y los hombres colocan las maletas en el interior.
—Todo listo señor Roe— dice Ethan.
—Vamos— Alexander coloca la palma de su mano en mi espalda baja y me conduce hacia delante.
—Espera, el señor Jones, el trabajo.
—Yo me encargo de eso.
Lo miro a los ojos y... asiento. Dejo que me guie hasta el auto negro. Entramos rápidamente y recargo mi cabeza en el asiento negro.
—Emma, las bolas aún están dentro de ti.
Es verdad. Siento el calor subir por mis mejillas. —Las voy a quitar— digo con un hilo de voz y levanto la tela de mi vestido.
Aparta la mirada hacia la ventana y aprovecho para sacarlas, el frio metal se desliza fuera y sin poder evitarlo ahogo un gemido corto.
Alexander carraspea y una de sus manos se mueve a su entrepierna y aprieta el bulto que hay ahí.
—Las guardaré en mi bolso. — le digo para llamar su atención.
—Buena idea— su voz está ronca y sigue sin mirarme.
El auto se pone en marcha y mis pensamientos con él. ¿Qué estoy haciendo? Por muy afectada que esté estoy cruzando el límite con Alexander.
Lo miro por el rabillo del ojo, su mirada esta fija al frente. Su rostro se vuelve y me atrapa viéndolo.
—Lo siento— susurro en voz baja.
Aparto la mirada avergonzada. No debí aceptar que me trajera, pero fue muy bueno al hacerlo. Aunque es un hombre extraño, debo admitir que es una de las pocas personas buenas en mi vida.
Haciendo a un lado nuestro acuerdo.
Me consiguió una suscripción a un gimnasio mejor, aunque no la acepté, también me alimentó y ahora me lleva a casa.
Me pierdo en mis pensamientos, mientras veo todo pasar por la ventanilla hasta que mi cuerpo finalmente cede y me quedo dormida.
¡Hola sexys!
Oh por Dios, este capítulo fue muy... intenso.
Hay muchas revelaciones y solo puedo decir que ¡Esta vaina se prendió!
Si quieren vistazo del siguiente capítulo vayan a mi Instagram
Los quiero
-Karla
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro