Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 13

Emma. 

Sus palabras suenan como una orden, trago saliva con fuerza y la humedad entre mis piernas se enciende. Me pone verlo así. Esa es la reacción natural de mi cuerpo ante su lado dominante.

Sus manos bajan por su torso y sus dedos bailan por la hebilla de su cinturón y muy lentamente los desliza fuera con un sonido seco. Me obligo a apartar la mirada de esa parte abultada cerca de sus manos.

Acabo de descubrir que me encanta su rol dominante, pero no quiero que lleve el mando justo ahora. No se lo voy a poner tan fácil.

—No— digo con un hilo de voz resistiendo el impulso de mirar hacia esa parte de su anatomía.

Sus cejas se alzan y sonríe. —No añadas puntos extra a tu castigo nena. Ya me desafiaste dos veces en la noche y estoy pensando en la mejor forma de hacer que te disculpes.

Avanza como un depredador hacia mí y por instinto quiero retroceder, pero no lo hago. —¿Y si no me disculpo? — lo desafío

Avanza otro paso más. —Lo harás tarde o temprano y de la mejor forma te lo aseguro— desliza su lengua por su labio inferior y la temperatura de mi cuerpo sube unos grados.

Llega hasta mí y ladea la cabeza. —Establezcamos una regla.

Su sonrisa se hace más grande. Mmm. Eso suena como algo peligroso y carnal al mismo tiempo ¿A qué quiere jugar ahora?

—¿Qué tipo de regla? — pregunto con cautela.

—No podrás hablar mientras te follo duro. 

—¿Por qué?

—Porque yo estoy a cargo esta noche.

Corta los últimos centímetros que nos separan y coloca ambas manos en mi cintura para atraerme hacia él rápidamente.

Su boca baja sobre la mía besándome con demasiad intensidad mientras su lengua busca entrar y momentáneamente pierdo el hilo de mis pensamientos jadeando por un poco de aire.

Siento que retrocedemos, pero no veo a donde hasta que mis rodillas chocan contra el borde de algo de madera.

—Hora de quitar este sexy vestido— dice y sus dedos se deslizan por mi cuello hasta mi espalda donde está la cremallera.

Se aparta unos centímetros para poder mirarme y lentamente la baja sin apartar su intensa mirada verde de mí. Cuando termina comienza a deslizar el vestido por mi cuerpo siguiendo el movimiento de la tela con sus ojos.

El aire golpea mis hombros desnudos y luego el borde de mis pechos que mi sostén de encaje deja fuera. Lo veo humedecerse el labio inferior y lo desliza suavemente por mi cintura rozando un poco mi piel expuesta hasta que el objeto termina en una mancha sobre el suelo.

Me siento muy caliente. 

Su mirada se oscurece mientras le da una mirada apreciativa a mi cuerpo semidesnudo y siento como si cada parte que sus ojos tocan me quemara. Esta noche promete mucho.

—Creo que comenzare con tus pechos antes de probar ese resbaladizo coño que ya mojó tus bragas. — dice más para sí mismo y mi respiración se acelera.

Me está mirando con demasiada intensidad, pero él sigue vestido y no me parece un trato justo. Se inclina y comienza a repartir besos húmedos por mi mejilla, después por mi cuello y bajando peligrosamente.

Llevo mis manos a su torso y tomo la solapa de su traje para quitárselo, se aparta un poco y me permite hacerlo antes de volver a su anterior tarea.

Voy por el primer botón de su camisa y luego el segundo, pero me detiene. —¿Qué haces?

—Voy a quitarte la camisa— mi voz suena más ronca de lo normal.

—Prenda por prenda nena.

No entiendo a qué se refiere, pero me deja seguir con mi trabajo y cuando termino deslizo el pedazo de tela negra por sus hombros y la aviento a algún lugar del suelo.

Su torso duro queda a mi vista y exactamente como la primera vez que lo vi sin camisa mi boca se hace agua. Deslizo mis manos por él y se estremece. Quiero inclinarme y saborear su piel, pero no me lo permite.

—Mi turno.

Lleva sus manos a mi espalda y las tiras de mi sostén caen solas.

Mis pechos desnudos quedan a la vista y su mirada se oscurece más si es posible. Mi respiración se acelera subiéndolos con ella y suelta un gruñido bajo en su garganta antes que sus manos los tomen rápidamente.

Si, esto se siente bien.

Los amasa otra vez y mis pechos se vuelven pesados en sus manos. Ahogo un gemido y me acerco a su toque. Que gusto. 

Esta vez se vuelve más exigente y atrapa mi pezón entre su pulgar y su índice y lo retuerce una vez haciéndome gritar y luego otra más.

El movimiento me golpea con una punzada de placer que va directamente a mi entre pierna alimentando el ardor en mi sexo y me muerdo el labio inferior para ahogar mi gemido.

—Necesito probarlos, como el infierno que voy a probarlos. 

Antes que pueda decir algo su boca baja y se apodera de uno de mis pechos mientras que con su otra mano masajea el otro.

El primer contacto con su lengua me hace echar la cabeza hacia atrás y gemir ruidosamente ya sin restricciones. ¡Oh, sí! Este hombre sabe usar la boca como un experto. Lo tomo por la cabeza para mantenerlo ahí y sus movimientos aumentan de intensidad.

—Tan perfectos— gruñe con la boca llena y le dedica la misma atención al otro pecho pasando su lengua por mis pezones.

Gimoteo ruidosamente y disfruto de los movimientos de su lengua. No sé cómo he podido resistirme a esto. Coño. No hay manera de que esté callada.

—Mmm... más— arqueo la espalda. 

Muerde la carne blanda y pasa su lengua alrededor de mi pezón antes de succionarlo. Suelto su nombre con una súplica. 

—¡Silencio! — grita mordiendo mi pezón otra vez y el dolor envía chispas de placer que van directamente a mi sexo mojado.

Necesito que me penetre, los juegos ya han ido demasiado lejos y quiero más. Lo necesito. Mis anteriores pensamientos de seducirlo se han ido por la borda, esto ya no se trata sobre quién tiene el control, sino sobre lo caliente que estoy.

Y sé que él también lo quiere, bajo mi mano para acunar su miembro y lo siento caliente entre mis dedos.

—Por favor— le suplico y mi tono necesitado no me pasa desapercibido.

—¿Qué necesitas? — pregunta con la boca llena.

No parece cansarse de mis pechos, los toma con una necesidad y los come con ganas que me excita todavía más.

Abro la boca para responder, pero soy incapaz de hablar mientras me toca, así que en su lugar comienzo movimientos con mi cadera frotando su erección para tratar de aliviar el ardor entre mis piernas.

Gruñe bajo en su garganta y antes que me dé cuenta desliza sus manos por mis muslos y aprieta mi trasero para clavar su miembro entre mis piernas y sobre mi sexo tanto como mis bragas se lo permiten..

Suelta mis pechos y levanta la cabeza para mirarme fijamente. La intensidad es demasiada y el calor sube por mis mejillas rápidamente.

Rota la cadera y ambos gemimos al unísono. Está duro —Mmm— me concentro en no abrir la boca como me pidió.

Nos miramos fijamente, yo estoy jadeando y él tiene la mirada más oscura si eso es posible. Se terminaron los juegos y cualquier duda que aun pudiera quedar. Estoy lista.  

—Fóllame— jadeo.

Gruñe con satisfacción. —A la mierda con esto— su aliento me golpea la cara. —¿Lo quieres duro? — asiento y si pensarlo dos veces me toma de los muslos y me levanta de la mesa.

Envuelvo mis piernas en su cintura y me agarro a sus hombros para evitar caerme. La anticipación crece dentro de mi.

Toma mi boca con decisión y comienza a caminar conmigo en sus brazos.

No sé a dónde me lleva y tampoco me importa. Pasamos por un corto pasillo y abre una puerta. La habitación solo está tenuemente iluminada por una pequeña lámpara cerca de la cómoda. Alexander cierra la puerta de una patada y sigue caminando.

Me deja sobre la cama y la seda de las sabanas son como una caricia suave para mi cuerpo semidesnudo y el olor a menta me envuelve de inmediato. Es su olor, innegablemente.

Esta habitación es suya.

Aparta la boca y se queda frente a mí. —Voy a joderte duro como lo he querido hacer desde que te conocí.

Su amenaza hace que mi sexo palpite y me muerdo el labio inferior con fuerza. Así que ha fantaseado conmigo, que sucio. Pero no me importa, quiero que lo haga duro.

Lleva sus manos a mi boca con dos dedos levantados. —Chupa.

Abro la boca de buena gana y los desliza dentro. Los mete y los saca de una manera totalmente inapropiada y me vuelvo atrevida para entrar en su juego.

Me encargo mirarlo fijamente mientras paso mi lengua por ellos como si no fueran sus dedos si no el enorme bulto de su erección y le doy una pequeña mordida al final de la punta que lo hace sacarlos inmediatamente.

—Pequeña seductora— desliza uno de ellos por mi labio apreciativamente y lleva sus manos al borde de mis bragas —Es hora de hacerte gritar.

Desliza mis bragas por mis piernas y las lanza detrás de él sin despegar la mirada de mí. Mierda, ahora estoy completamente desnuda frente a él y a su merced. 

Abre mis piernas y su mirada queda fija en mi rosado y mojado coño que carece de vello púbico. Maldice en voz baja y los escalofríos en mi cuerpo son casi incontrolables, pero no puedo evitarlo, me toca y es como si una corriente eléctrica me envolviera.

Su mirada hambrienta hace que mi respiración se acelere y comience a jadear grandes bocanadas de aire. Nunca antes me había sentido más deseada en mi vida. Él quiere esto tanto como yo y descubrirlo sigue dejándome sin aliento.

Espero expectante mientras toma mi pierna derecha y la sube sobre su hombro desnudo. Después muy lentamente comienza repartir pequeños besos por la piel que tiene a su alcance.

El sólo contacto de sus labios me estremece por completo.

Sé que mi reacción no le pasa desapercibida porque sus besos se vuelven más hambrientos y su lengua se une al espectáculo lamiendo todo a su paso mientras comienza a llegar peligrosamente a mi entrepierna.

Gimo en alto y me preparo mentalmente para lo que viene, sé que cuando llegué a mi sexo voy a morirme de placer.

—¿Lista para disculparte? — su aliento me hace cosquillas.

Necesito que lo haga ya, pero me está torturando con la espera. Maldito engreído quiere demostrarme quién tiene el control y lo está haciendo demasiado bien.

—No— consigo decir entre jadeos y entonces baja la boca. —¡Ah! ¡Alexander! — grito arqueándome. Me dejo caer y lanzo un jadeo ruidoso cuando su lengua toca los labios de mi coño. 

Gimo muy al borde del orgasmo mientras su lengua atrapa mi pequeño clítoris y le da una mordida suave antes de deslizarse hacia abajo y encontrar mi punto G.  

—¡No te detengas! — grito y tomo un puñado de su cabello castaño para mantenerlo ahí. Justo en ese lugar es donde mi placer se concentra.

Es demasiado bueno para dejar que se detenga.

Mi reacción lo hace gruñir, pero la vibración de su garganta choca contra mi piel aumentando el placer que su boca me está dando. Cierro los ojos con fuerza. Joder, voy a morirme de placer. No voy a aguantar mucho antes de correrme en su boca.

Roto mis caderas al mismo tiempo que su lengua se mueve para aumentar la fricción y sube una mano atrapándome por la cintura para detenerme.

—Alguien quiere correrse— dice en voz baja. 

Reanuda su tarea con más intensidad que antes metiendo su lengua en mi pequeña abertura húmeda y mis gemidos aumentan de intensidad hasta que la única lógica que existe es que debo correrme ahora.

Toda la presión se acumula dentro de mi sexo con rapidez y está lista para explotar en cualquier momento.

—¡Abre los ojos Emma! — ordena y dos de sus dedos me penetran al instante haciéndome soltar un grito agudo. Los mete y saca con fuerza mientras hago lo que me pide. —Eso es— gruñe —Mira quién está haciendo que te corras.

Jadeo con fuerza y le sostengo la mirada lo mejor que puedo. Estoy a punto. Mis jadeos y el sonido de sus dedos entrando y saliendo hacen eco en la habitación aumentando mi temperatura.

—¿Quieres correrte?

No necesita preguntarlo, ya debe saber la respuesta, solo espero que no me deje colgada otra vez porque no voy a poder resistirlo. Necesito este orgasmo como mi siguiente respiración.

—¡Si!

Luce complacido de hacerme gritar. Baja la boca y se apodera de mis pechos aumentando la velocidad de sus dedos.

La presión en mi sexo explota y mis músculos se contraen contra sus dedos mientras chispas de placer recorren todo mi cuerpo. Echó la cabeza hacia atrás y gimo en alto mientras me corro en su mano.

Gimo descontroladamente mientras mi espalda se arquea y yo suelto mi corrida en su boca y sus dedos. Ese es el efecto de mi primer orgasmo con Alexander Roe.

Sigue metiendo y sacando sus dedos más suavemente mientras me relajo y le da un último lametón a mi pecho y lo libera con un sonido corto. Mi respiración comienza a disminuir mientras lentamente regreso a la realidad.

Mi cuerpo se siente tan liviano y aún tengo la mente en blanco. Fue demasiado bueno.

Escucho su gruñido de satisfacción y vuelvo a mirarlo. Tiene la mano dentro de la boca y saborea mis propios jugos con una mueca que me hace querer apretar las piernas. Esa sola imagen es muy pervertida.  

Frota la mano por mi sexo aun sensible estremeciéndome y recoge más de mi humedad. Otra vez se la lleva a la boca y chupa todo lo que tiene.

—Delicioso.

Trago saliva con la garganta seca. Este hombre es irresistible y tan sucio, pero acaba de darme uno de los mejores orgasmos de mi vida.

Una vez que deja de probar mis jugos se lleva la mano al único botón de su pantalón y lo desabrocha. Saca el paquete metálico y lo deja a un lado de mis piernas, alcanzo a ver que el condón es magnum. 

Baja el cierre muy lentamente estudiando mi reacción con cada movimiento. Lo está haciendo a propósito, está tentándome y torturándome al mismo tiempo. Me incorporo y apoyo mi peso sobre mis manos mientras espero.

Su mirada baja un segundo a mis pechos y termina su trabajo.

Desliza el pantalón por sus gruesas piernas dejando a la vista su piel que se ve suave y me quedo sin aliento al ver el enorme bulto que se marca perfectamente dentro de su bóxer negro.

La espera me está matando. Sonríe de lado con suficiencia y desliza también su bóxer hasta sus tobillos.

Ahogo un jadeo. Esta duro y es largo. La cabeza rozada del glande esta húmeda y apuntando hacia mí como si supiera que es lo que quiere. La sonrisa de Alexander se ensancha, pero apenas presto atención.

La talla del condón es la correcta para cubrir esta monstruosidad. Esta cosa va a partirme por la mitad y no estoy muy segura que entre completamente en mi pequeño coño. 

Salgo de mi inicial asombro y voy a tocarla para comprobar que mi mano no puede envolver el grosor de su miembro. En cuanto mis manos tocan el pedazo de carne caliente su cuerpo da una sacudida apenas perceptible.

Lo miro con satisfacción. Me muerdo el labio inferior y con una sonrisa mental lo tomo por la base haciéndolo gruñir y comienzo acariciarlo de arriba pasando mis dedos por el glande y voy hacia abajo masajeándolo.

Mierda, qué caliente está. 

Un gemido se queda atorado en su garganta y antes que pueda seguir disfrutando de la reacción de su cuerpo a mi toque me toma de los muslos haciendo que lo suelte de inmediato y me levanta contra él.

—Recuerda la regla, no puedes hablar.

Me quedo sin aliento por la rapidez en la que me levantó de la cama y me agarro a sus hombros duros para no caerme.

Camina hacia la puerta y en dos zancadas empotra contra una de las paredes más cercanas. Su polla queda encajada en mi sexo y gimo en alto. Agarra el paquete del condón magnum y lo desliza por su miembro hasta cubrirlo completamente. 

—¿Tomas algún anticonceptivo? — me toma de los glúteos y carga hacia adelante, la humedad de mi reciente orgasmo hace que su polla cubierta por el látex se deslice fácilmente.

—Sí— me acaricia el clítoris con el glande. —Tomo la píldora.

Suspira. —Bien.

Me bendice con una rotación de caderas y la necesidad se apodera de mí. La quiero dentro, estoy perdiendo la cabeza con ese simple roce hasta el punto que podría suplicar.

—Siéntela Emma. — susurra en mi odio y se desliza otra vez. —Dime que te la meta.

Quiero que me folle, eso es lo único que quiero. Trago saliva duro y lo miro fijamente a esos pozos verdes que están completamente oscuros por el deseo al igual que mis ojos. Ya no hay vuelta atrás.

Como la manzana del fruto prohibido.

—Métemela ya.  

Gruñe en aprobación y aprieta su delicioso cuerpo contra el mío otra vez. —Agárrate bien nena.

Me agarro con más fuerza a sus hombros y aguanto la respiración mientras se coge la polla con una mano y la guía hacia mi sexo.

El pedazo de carne grueso y caliente a través del látex se desliza en mi interior sacándome un grito de placer y de dolor al mismo tiempo.

—¡Ah! — me quejo clavándole las uñas en los hombros.

Maldición como duele, ya sabía que no iba a caber en mi pobre coño. La espalda me suda y respiro por la nariz.

Alexander gime y detiene sus caderas. —Dime que tienes espacio para más— jadea apretando mi trasero para mantenerme en mi lugar.

¿Más? ¿Cuánto falta? Ya siento como su polla me llena por completo y por todas las partes correctas. 

—Me estas machacando... mi pequeño coño— gimoteo de dolor.

—¿Tienes espacio para más Emma? — pregunta otra vez gruñendo en mi odio.

Respiro hondo y me ánimo. —Si.

Lanza un sonido de satisfacción y levanta las caderas empalándome por completo de una sola estocada. 

—¡Mierda! — ambos gritamos al unísono por el placer. Siento las lagrimas salir por mis ojos de una vez por todas.  

Se mantiene un momento quieto mientras me acoplo a su enorme tamaño y cuando ve que levanto las caderas para hacer fricción comienza a sacarla fuera hasta que solo el glande queda dentro de mí.

Me mira fijamente y gimo mientras la vuelve a meter hasta la mitad. ¡Es el más grande que he tenido dentro en mi vida!

—Tu coño está muy apretado— gime ruidosamente y vuelve a cargar otra vez enterrándola por completo.

—¡Alexander! — grito de puro placer y clavo mis uñas en su espalda que seguro dejaran marcas, siento sus venas rozas mi coño cuando vuelve a entrar.

—¡Silencio! — ruge y sus movimientos comienzan a acelerarse.

Me muerdo el labio inferior con fuerza y ahogo mis gritos mientras me penetra una y otra vez a una velocidad constante. Gimoteo con la boca cerrada y la cabeza echada hacia atrás.

No voy a poder caminar de nuevo, me está reventando el coño. Voy a morirme de placer, nadie me había llenado antes así.

Me agarro a sus hombros y subo para bajar sobre él tanto como puedo, las piernas se me tensan y mis pechos se agitan de un lado a otro. Él es más fuerte que yo porque me levanta y me alza sobre el aun de pie.

Aprieto con más fuerza mis dientes sobre mi labio tragándome mi grito de satisfacción, pero me detiene.

—Vas a hacerte daño — sube una mano y lo libera antes de bajar la boca a la mía para ahogar mis gemidos y los suyos al mismo tiempo.

Nuestras lenguas se enredan entre sí y se seducen al mismo tiempo. Cierro los ojos y me dejo llevar por todo el placer que me está causando y disfruto de su boca. Estoy completamente perdida en el puto infierno.

Mi espalda choca contra la pared una y otra vez mientras me penetra, pero el sonido se pierde entre nuestras respiraciones y gemidos que pondrían caliente a cualquiera que los escuchara.

Coloca una mano en la pared y con la otra acaricia una de mis piernas y la lleva por arriba de su cintura para tenerme más abierta y penetrarme más profundo. Grito en su boca y me aferro con más fuerza a su espalda.

Si sigue así va a partirme a la mitad. 

—¡Abre los ojos o voy a detenerme!

—¡No te detengas! — le pido con voz ronca y los abro de inmediato.

—¡Pues mantenlos bien abiertos! — desliza su mano entre nuestros cuerpos para frotar mi clítoris.

Vuelvo a gritar. Siento como un nuevo orgasmo comienza a construirse en lo profundo de mi sexo y pierdo la razón.

—¡Fóllame más fuerte Alexander!

Esta vez no me riñe por haber hablado y me bendice con una rotación de caderas. —Joder Emma, me vuelves loco— me toma de los muslos y comienza a embestirme contra la pared.

Aúllo de pura satisfacción y acompaño los movimientos de su cadera con la mía. El orgasmo se acumula entre mis piernas sin previo aviso.

Mis músculos se aprietan contra su polla con fuerza. Siento como se expande dentro de mí, pero es todo lo que siento antes explotar en un orgasmo intenso gritando una versión distorsionada de su nombre.

Sus penetraciones se vuelven irregulares y aprieta mi trasero gritando en mi oído mientras aumenta la velocidad. Gimo por las nuevas sensaciones y de repente suelta un rugido ronco.

Su polla se expande y vibra en mi interior a la vez justo cuando debe soltar la primera descarga de su esencia que resguarda el condón. Aprieta mi trasero con sus manos y lo oigo correrse.   

Dejo caer la cabeza hacia atrás agotada y con un leve dolor en la espalda, lo único que se escucha en la habitación son nuestras respiraciones aceleradas.

Eso fue... duro.

Caí en tentación.

Pero no me arrepiento en absoluto. Fue mejor de lo que pudiera haber imaginado. Deslizo mis manos por su espalda mientras ambos recuperamos el aliento. Estoy como en el limbo que podría caer dormida ya mismo.

Trato de regular mi respiración asimilando que es lo que acaba de pasar.

—¿Te maté Emma? — levanta la cabeza y el movimiento hace que su polla se salga un poco haciéndome soltar un pequeño gemido.

—Estoy bien — mentira, estoy increíble.

Ese ha sido uno de los mejores orgasmos de mi vida. Me siento como chocolate derretido.

Asiente y nos alejamos de la pared. Dejo caer mi cabeza sobre su hombro mientras me carga hasta la enorme cama con sabanas negras. Me deposita y escondo mi cara en la almohada con un suspiro satisfecho arqueando la espalda.

Mi coño está machacado por esa gran polla, tengo las piernas tensas y huele a sexo aquí.

—No hagas eso Emma— me advierte con voz grave quitándose el condón y haciéndolo en un nudo —Quiero darte un descanso antes de follarte otra vez.

—Me machacaste mi pobre coño— digo a medias.

No dice nada sólo se aleja, pero no veo por donde va porque mis parpados se vuelven pesados y entre que trato de regular mi respiración y mi corrida satisfactoria, me quedo dormida. 

No sé qué pasa después porque duermo plácidamente cubierta de sabanas de seda ligera y lánguida. Despierto con ayuda de la luz que entra por la ventana varias horas después y las manos que se aferran a mi cuerpo me hacen abrir los ojos de inmediato.

Trato de incorporarme, pero el agarre de Alexander es tan firme que apenas puedo moverme. Inhalo su olor a menta y poco a poco mi cabeza adormilada comienza aclararse.

Levanto cabeza y lo veo con los ojos cerrados, su pecho levantándose suavemente con su respiración. Estoy sobre el mismo y sus brazos se aferran a mi alrededor, no sé cómo terminamos así, lo último que recuerdo es que salió de la habitación.

Dejo caer mi cabeza sobre su torso desnudo otra vez y suspiro con una sonrisa. No hay remordimientos, esa fue una de las mejores noches de sexo de mi vida.

Los recuerdos de las deliciosas sensaciones me invaden y me permito divagar entre ellos, pero mi inconsciencia dura poco. Ya tuve mi noche con él, es hora de irme, no me gustan las incomodidades del día después, esto es un acuerdo casual no más.

Me remuevo un poco y su agarre se intensifica. Tengo que irme antes que despierte, no quiero pasar por ese incomodo momento de despertar junto a él, pero sus manos no parecen querer soltarme.

Trato de mover su pesado brazo, pero no coopera demasiado y es una bola de persona muy pesada para moverlo fácilmente. Vamos Alexander muévete. Finalmente logro moverlo y me levanto de la enorme cama.

El aire frío me golpea. ¡Pero si estoy desnuda! Busco rápidamente que ponerme, pero no tengo muchas opciones.

La sabana negra esta sobre la cintura de Alexander apenas tapando lo decente, y obligo a mis ojos a apartarse de ahí donde se ve su miembro. 

Por el rabillo del ojo veo su camisa negra en el suelo. La tomo y me la coloco rápidamente mirando a mi alrededor.

La habitación es enorme y de un diseño exquisito. Las paredes son en tonos oscuros que combinan con la seda negra de la cama. Sus muebles están perfectamente distribuidos por todos lados y hay dos puertas más al fondo.

La mayoría de la luz entra por la rendija de la ventana y la vista que hay ahí es impresionante. Me acerco con cuidado y veo fuera antes de seguir con lo que debo.

Tengo que buscar mi ropa y salir de aquí. Salgo por la puerta cautelosamente al pasillo enorme, no sé dónde estoy, pero camino por instinto y llego a la misma sala de anoche.

Su diseño llama mi atención, pero me concentro en buscar mi ropa entre las paredes blancas, al aparecer la única habitación oscura es la de Alexander, si es que esa era su habitación.

Veo mi vestido sobre una de las mesitas como si alguien lo hubiera dejado ahí y mis tacones están a su lado. Rápidamente me lo coloco con manos temblorosas. Aspiro una última vez el olor de la camisa de Alexander y la dejo cuidadosamente en el suelo.

Tomo mi bolso que está en el mismo lugar donde lo dejé y camino en dirección al ascensor. Aprieto el penúltimo botón esperando tener suerte y las puertas se cierran antes de comenzar a bajar.

Acomodo mi cabello en el reflejo de las puertas lo mejor que puedo y cuanto los pisos en mi mente. cinco, seis.

Sigo contando hasta que las puertas finalmente se abren en una recepción igual de enorme que todo el lugar. Al menos conseguí arreglar un poco mi apariencia, pero no creo pasar desapercibida.

Un hombre alto en un traje negro se acerca a mí. —Señorita Brown. — me regala un asentimiento de cabeza y se lo devuelvo un poco aturdida. Necesito conseguir un taxi.

El aire se precipita sobre mis piernas y en ese momento soy consciente que no llevo bragas. Coño. ¡Mis bragas! Bueno, ya no hay vuelta atrás. No voy a volver ahí solo por mis bragas.

El taxi se detiene frente a mi edifico y camino dentro de una forma un poco extraña con parte de mi sexo doliendo. Los increíbles polvos y la potencia de Alexander Roe me acaban de pasar la factura, pero no voy a quejarme.

Entro a mi apartamento y me dejo caer sobre la puerta cansada y satisfecha.

Joder. Ese hombre es...

Mi celular suena sacándome de mis pensamientos. Lo saco y me deja sorprendida ver que es él, Frunzo el ceño y rechazo la llamada.

Me fui sin decir ni pio cuando todavía estaba dormido, pero no tiene que ponerse en modo ejecutivo que no le gusta dejar las conversaciones a medias, esta vez no dejamos nada a medias.

—Buenos días— Cora aparece con una taza de café en sus manos y su pijama de chándal puesta —Entonces ¿Pasaste buena noche? — sonríe de lado.

Aparto la mirada sintiéndome atrapada. —Estoy cansada. Necesito un baño de burbujas.

—Claro que estas cansada. No creo que Alexander Roe te haya dejado dormir mucho después de esa cena de la que no regresaste.

—¿Podemos discutir los detalles después?

—No necesito detalles para saber que ese hombre saco el pecado ante ti— sonríe, pero su sonrisa desaparece al ver mi expresión. —¿Qué pasa?

Lanzo un suspiro largo. Creí que pasar la noche con él iba hacer que lo sacara de mi sistema, pero creo que no funcionó o si, pero no en la cantidad que yo esperaba.

Esa es una mentira. El hombre no salió de mi sistema en absoluto, ni siquiera un solo gramo.

—¿Alguien supero las expectativas?

Oh no, ni siquiera se acercó a las expectativas, él las rompió y las mandó por la borda. Ese hombre es... La tentación hecha persona. 

—Tal vez.

El trato fue una serie de encuentros casuales, pero uno solo me dejo adolorida y deseosa de más.

Tengo la suerte de volar a Birmingham, en unos días, eso me dará tiempo para pensar como evadirlo en la oficina y como recuperar movilidad en mi entre pierna antes de que vuelva a follarme. 

—El tema se cerró Cora.

—Está bien, pero me alegro que hayas disfrutado. Yo también lo habría hecho con ese hombre sin pensarlo — me guiña un ojo y niego con la cabeza, es incorregible. —Por cierto, ordené comida, así que ve por ese baño que tanto te hace falta.

Asiento y camino a mi habitación y después de preparar el baño, me meto en la tina llena de espuma sumergida en mis pensamientos, la mayoría de ellos van en dirección, a una sola persona.

Alexander Roe.

Soy una mujer adulta y no voy arrepentirme de haber pecado con él anoche con él. Es ridículo. Yo quise hacerlo y lo disfruté. Lo disfruté demasiado.

Pero no me gusta sentir lo prohibido de la situación, es el dueño de la empresa y me calienta más saberlo. 

—Sexy, la comida que ordené acaba de llegar ¿vienes? — la voz de Cora amortiguada por la puerta interrumpe mis pensamientos.

—Enseguida— salgo de la tina satisfecha con mi repaso de pensamientos. Esta vez, no hay arrepentimiento. 


¡Hola sexys! 

Espero que no hayan disfrutado este capítulo no tan intenso... guiño guiño. 

¡Los amo tres millones!

-Karla 


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro