Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 10

Emma.

—Hola hermano. — dice y en ese momento caigo en cuenta en el rostro de Bennett.

Por eso se me hizo familiar la primera vez que lo vi. Lo había visto un par de veces en las fotos con Alexander, pero esas fotos juntos son escasas que apenas lo reconocí y ahora que los tengo frente a frente puedo comprobar el parentesco.

Todos sus rasgos son bastantes similares, la nariz, la mandíbula, los pómulos. Las únicas diferencias son los ojos, mientras los de Alexander son verdes, los de él son café avellana. Y aunque el señor miradas penetrantes es más alto que su hermano, aun así, Bennett tiene tanto porte como él.

Es un poco extraño, son parecidos y al mismo tiempo son completamente diferentes.

—Me dijiste que tenías una reunión importante con los socios de Vinils— interrumpe su voz a mi lado sacándome de mis pensamientos.

Lo miro con el ceño fruncido olvidándome un segundo del castaño frente a mí. Sigo esperando que se vaya, ya hice lo que quería, ahora le toca cumplir con su parte del trato.

Bennett asiente y se coloca la chaqueta que tiene en la mano. —Es justo a donde voy ahora, la reunión se aplazó una hora ¿Y tú que haces aquí?

—Necesito arreglar algo importante con la señorita Brown. — no duda en responderle con su rostro completamente serio.

¿Así que soy de nuevo la señorita Brown? Cabrón.

Bennett mira entre ambos y asiente, seguramente piensa que se trata de asuntos de la oficina, pero está muy lejos de la realidad.

—Suerte con eso— se gira a mí —Tengo que irme, pero te llamaré después ¿De acuerdo? — me sonríe mostrando sus dientes y asiento mientras lo veo desaparecer por el ascensor.

Cora se queda en la entrada unos segundos hasta que el ascensor se cierra. —Hola y adiós— le sonríe Alexander y entra dejándonos solos otra vez.

Quiero seguirla y averiguar por qué sigue aquí, no es que me queje, pero la vi hacer la maleta desde anoche.  Voy a averiguar que se trae entre manos ella, pero primero debo deshacerme de Alexander caliente Roe antes que me fastidie la tarde también.

—Pensé que estaba por irse señor Roe, pero veo que sigue empecinado en empeorar mi día— me giro a él.

—No hasta que hablemos. — Esconde las manos detrás de su espalda —Necesito decirte algo importante.

Lo miro con los ojos entrecerrados. Pensé que esa solo había sido una mentira para su hermano. —¿Sobre qué?

—No voy a decírtelo a la mitad del pasillo. ¿Puedo pasar?

Me cruzo de brazos. De eso ni hablar. —¿No puede decirme de que quiere hablar conmigo en el pasillo, pero si puede...?

No puedo terminar porque no estoy muy segura de lo que paso hace unos momentos antes de que la puerta se abriera.

—Puedo... — me insta a terminar y se acerca los pocos pasos que nos separan.

Todos mis sentidos se ponen alerta y me aparto por instinto. — Nada— respondo tajante y finalmente camino hasta la entrada. —Adelante— Mientras más rápido termine con esto más rápido se irá.

Cruzo la entrada y el olor de las varitas aromáticas de Cora me invade de lleno. Dejo mi bolso sobre el sofá y en ese momento un ramo de flores de colores sobre la mesita de centro llama mi atención.

—Trajeron esto para ti. — dice ella señalándolas desde el sofá donde está sentada, pero cuando ve a Alexander caminar dentro sus ojos se abren de golpe.

Ignoro su jadeo de sorpresa y veo las dichosas flores. Son las mismas que recibí esta mañana en mi oficina y claro, tenían que aparecer en mi casa mágicamente.

Miro de reojo a Alexander, pero su expresión no se mueve ni un momento.

—Lindas flores. — oculta la sonrisa que trata de salir de su boca.

Ni siquiera le respondo porque sabe muy bien que él las mandó de regreso aquí, así como todos lo que le devuelvo y eso me pone muy molesta.

—¿De qué quiere hablar conmigo exactamente? — voy directamente al grano.

—Si no te molesta, me gustaría que fuera en privado.

Cora levanta las manos sobre su pecho y se levanta del sofá de un salto. —Por mí no te preocupes Alexander, tengo que salir a comprar un par de cosas, Incluso, ya estaba por irme antes que ustedes llegaran.

¿Alexander? Su repentina familiaridad con él me deja sorprendida. Y la pregunta del millón. ¿Qué hace aquí mi rubia favorita? A esta hora ella tendría que estar a kilómetros de aquí.

Alexander me mira fijamente desde donde está sin apartar la mirada un solo segundo mientras espera que ella salga.

Cora se acerca a la cocina para tomar las llaves de su auto que están sobre la barra y me entra el nerviosismo. Ella no puede irse y dejarme con él a solas, no ahora. ¿Y por qué la prisa en irse?

—Alto — la detengo y me mira expectante. No te vayas le articulo con la boca, pero ella frunce el ceño sin entender lo que le digo o solo finge que no lo hace. —¿Puedes acompañarme un segundo? — le señalo la cocina con la cabeza.

—Claro sexy— camina hasta mi —Danos un segundo guapo. — le guiña un ojo al pasar y seguirme.

Entro a la cocina a toda velocidad y ella se recarga sobre la pared. —¿Qué pasa?

—Eso es lo que quiero saber yo— susurro tratando de no alzar la voz. —Pensé que te ibas esta mañana ¿Y ahora te encuentro a solas con Bennett en mi apartamento? ¡¿Y qué pasa con esa repentina necesidad de irte y dejarme sola con él?!

—Silencio, nos va a escuchar. — mira por la rendija de la puerta discretamente. —Tu sexy y caliente hombre quiere hablar contigo en privado y yo no quiero hacer mal tercio— mueve las cejas de forma insinuante y la miro mal. —Y cuando regrese voy a explicarte porque sigo aquí. Promesa de pintora.

Sacudo la cabeza. —No, quiero que me lo digas ahora.

—¿Ahora? ¿Y qué vas a hacer con él? ¿Dejarlo esperándote toda la tarde parado en la sala? — señala fuera.

—¡Ni siquiera sé de qué quiere hablar conmigo! — susurro fuerte.

—Y escondida en la cocina no lo vas a descubrir. — alza las manos de forma exasperada.

—Está bien, voy a hablar con él, pero no te vayas. Puedes quedarte en tu habitación o aquí.

Suspira y se cruza de brazos. —De acuerdo. — acepta de mala gana y le doy una sonrisa que no me devuelve.

—Necesito un poco de agua— me sirvo un vaso lleno y me lo llevo a la boca.

—Yo voy a hacerle compañía mientras terminas, es maleducado dejarlo ahí como un pasmarote. El hombre es guapo, pero no tonto, ya debe imaginar de que va nuestra conversación — sale de la cocina y no se lo discuto.

Termino de beber y cuando salgo encuentro a Alexander en el mismo lugar donde lo dejé, Cora le dice algo mientras él está mirando atentamente el ramo de flores que él mismo me envió. Carraspeo para atraer su atención y en cuanto me ve su mirada cambia.

—Bueno, yo los dejo solos— dice ella y se va por el pasillo que lleva a nuestras habitaciones.

Alexander se acerca a mi sacándome de mis pensamientos. Bien, no tengo otra opción es mejor saber lo que quiere.

—¿Qué es eso tan importante que quiere decirme señor Roe?

Su semblante se pone serio y comienzo a creer que después de todo si quiere hablar de algo importante, se está tomando una eternidad decírmelo.

—No puedes volver a ese gimnasio en Downing Street.

Mis cejas se juntan. ¿No le parece ridículo meterse en la vida privada de sus empleados? Se está pasando tres pueblos. Ahora sí que estoy verdaderamente confundida.

—¿Eso es lo que quería hablar conmigo?

—Déjame terminar — añade rápidamente.

Aprieto los labios en una línea recta y me quedo en silencio.

—Cuando mande por tu auto ayer por la tarde, unos tipos golpearon a uno de mis hombres, no los reconoció, pero sospecho que son los mismos que trataron de asaltarte— me clava sus penetrantes ojos verdes. —Así que no van a dejar pasar lo que sucedió.

Mis cejas se juntan, pobre hombre, espero que esté bien. Ya sabía que esos tipos eran peligrosos.

—Espero que este bien.

—No fue nada serio, pero cuando mande por ellos huyeron, por eso te sugiero que no te acerques por la zona.

Entiendo que me advierta sobre ellos, pero no entiendo su repentina preocupación ¿Por qué hace esto? ¿Se siente con la obligación de protegerme después de ayudarme?

—Gracias por infórmame señor Roe, tendré más cuidado cuando regrese— Ya sabía que no iba a ser fácil volver.

Frunce el ceño. —Acabo de decirte que no es buena idea que regreses. Es más, te ofrecí una anualidad a un mejor lugar y la mandaste a la basura.

Me cruzo de brazos. Estoy agradecida de que me haya ayudado, pero no voy a dejar que se siga entrometiendo en mi vida. No tiene derecho a hacerlo.

—Le agradezco de verdad que me haya ayudado, pero no voy a cambiar mi rutina por un pequeño incidente y tampoco puedo aceptar su regalo.

—¿Por qué?

Porque no quiero nada que venga de él, así de sencillo. —Porque no me gustan los regalos de desconocidos.

—Trabajas para mí y tienes algún tipo de relación con mi hermano, no soy ningún desconocido.

Él no tiene que ocuparse de la vida de sus empleados y tampoco creo que lo haga a menudo. ¿Entonces por qué yo? Además, aún no he pensado en ese pequeño detalle sobre Bennett que no ha dejado de rondar en mi cabeza desde que se fue.

—Eso no es suficiente.

—Entonces supongo que te besas con desconocidos.

—¿Perdón?

—Me besaste de vuelta en el bar y como soy un desconocido para ti supongo que eso lo deja claro,

Aprieto los dientes, no esperaba que sacara ese beso al tema, pero ahora que lo hizo es momento de marcar la línea entre nosotros.

—Sobre eso, yo había tomado mucho y ni siquiera sabía lo que hacía. Pudo haber sido usted o cualquiera.

Aprieta la mandíbula y se acerca lentamente hacia mí.

—Por supuesto, puedo haber sido cualquiera. Aun así, la anualidad del gimnasio no está a discusión señorita Brown— abro la boca para protestar, pero me detiene —Si quiere seguir trabajando en Hilton &Roe va a aceptar la tarjeta.

Se gira sobre sus talones y camina hasta la puerta. Aprieto los puños con fuerza sin entender que es lo que pretende, pero como siempre mi boca habla sin pensarlo.

—Oblígueme.

Le toma dos segundos volverse. —¿Qué es lo que dijo? — Aprieta la mandíbula y camina hacia mi lentamente. —¿No le importa su seguridad señorita Brown? Muchos de mis empleados quisieran esa tarjeta y usted la tira a la basura como si nada.

—Le agradezco que me haya ayudado de verdad, pero mi seguridad es asunto mio señor Roe y si se siente con la obligación moral de ayudarme otra vez, le aseguro que no tiene que hacerlo, se cuidarme sola.

—Sigue sin estar a discusión.

Mis cejas se juntan. —No voy a aceptarla.

—¿Por qué tiene que ser tan obstinada?

—Ya le dije que no acepto regalos de desconocidos.

Mi mira unos segundos y finalmente asiente. —En ese caso ya no tengo nada más hacer aquí y sobre lo que ocurrió en el bar, le ofrezco una disculpa.

Lo miro con la boca abierta y su gesto se endurece más. ¿A qué viene esto? Su mirada baja un segundo.

—Buenas tardes.

Camina a la puerta y sale sin decir más. Me quedo ahí parada frente y me dejo caer sobre el sofá con la mente hecha un caos.

Esto es absurdo, ese hombre es... ¡Arg! Ni siquiera lo entiendo, ¿Quién se preocupa de la vida de un empleado? ¿No le parece un poco extremista? No sé qué es lo que pretende y tampoco voy a averiguarlo.

—¿Se fue? — Cora aparece de la nada unos segundos después y asiento. —Esa conversación fue más rápida de lo que pensé. ¿Qué es lo que quería?

—Me ofreció una anualidad a un gimnasio mejor para que deje de ir al mio, esos tipos golpearon a uno de sus hombres cuando fue a recoger mi auto.

—Oh no, ¿Y cómo está?

—Dijo que está bien, pero que es peligroso volver.

—Y obviamente no aceptaste nada de lo que te dijo. — sacudí la cabeza. —¿Por qué?

—Porque esto no me va a llevar a nada bueno Cora, es un millonario sexy y dueño de la empresa donde trabajo ¿Y repentinamente tiene un interés en mi seguridad? Por favor. Nadie hace este tipo de favores si no quiere nada a cambio.

—Entonces piensas que tiene otras intenciones contigo.

—No lo sé, a veces pienso que quiere... ¡Ay! Simplemente no sé nada, no tengo idea de lo que pasa y no me voy a arriesgar a descubrirlo. Es ridículo. ¿Sabes cuantas mujeres están dispuestas a besarle los pies? ¿Qué busca conmigo?

—Le gustas. — la miro con una ceja levantada. —Por favor Emma ¿No me digas que no te has dado cuenta de la forma en la que te mira? Es tan intenso.

—Estás loca. Solo lo has visto dos veces no puedes dar tu veredicto sobre él.

—Cuatro— me corrige. —Y la última vez casi te devora sobre la puerta.

—Ya no quiero hablar de esto y para que lo sepas se disculpó por besarme en el bar así que olvida tus fantasías locas.

—¿Qué?

—Como lo oyes, ya quedó claro que nuestra relación será simplemente laboral de ahora en adelante justo como debe ser. Pero ahora vas a decirme por qué estás aquí y qué hacía Bennett contigo— enderezo la espalda hacia ella.

—Él quería verte, pero no sabía que ibas a ver a la Dra. Kriss y obviamente tampoco se lo dije por eso se quedó conmigo hasta que dijo que tenía una reunión o algo así, cosas aburridas de oficina supongo. —se encoge de hombros.

—¿Y estaban solos aquí haciendo algo? — la miro con una ceja levantada y resopla.

—No pasó nada, ya sabes mi regla. No dormir con nadie...

—Antes de tres semanas. — termino por ella.

—Ya lo sabes sexy, sin excepciones.

—¿Pero te gusta?

—Es lindo y atractivo, pero no sé si su amiguito sea de un tamaño adecuado para mí. Y sabes lo que dicen, no probar hasta no saber. — Me guiña un ojo y ahogo una risa. Es incorregible.

—Bueno, ya quedó claro lo de Bennett ¿Qué hay de ti? ¿A esta hora tendrías que estar en Highway, le pasó algo a tu auto?

—Bueno...— se muerde el labio y mira las manos en su regazo.

La miro con los ojos entrecerrados. ¿Qué me está ocultando? —Coraline, habla.

—Se suponía que tenía iba a ser una sorpresa, pero esta mañana me avisaron que mis cosas ya estaban empaquetadas para la mudanza.

—¿Mudanza?

Me mira con los ojos entornados y trata de ocultar una sonrisa —Firme un contrato con Barbican Art Gallery.

—¡Oh por Dios Cora! ¡Eso es grandioso! ¡Felicidades! — la abrazo fuerte y me abraza de vuelta. —Alto— me alejo para verla en la cara. —¿Eso significa que tú ya no tienes que irte a Highway?

Mi corazón da un salto. Ella dijo Barbican Art Gallery y eso está aquí en el centro de Londres.

—Todavía tengo que arreglar un par de cosas, pero serás viajes cortos. — sonríe de lado a lado mirando mi reacción. —Espero que me des asilo en tu apartamento mientras consigo el mio o si no tendré que dormir en la calle.

Ahogo una risa. —No digas tonterías, sabes que esta es tu casa.

—Qué bueno, porque ya había guardado mis cosas de nuevo.

La abrazo fuerte y me regresa el abrazo de la misma forma emocionada. Aún no puedo creer que esto sea verdad. Mis hombros se sacuden un poco.

—Hey, no llores sexy— me mira con los ojos brillosos.

—Lo siento— me seco una lagrima traicionera y le sonrío. —Es solo que, estaba tan triste de que te fueras esta mañana y ahora estoy tan feliz. Todavía no me lo creo, es como si estuviera de nuevo en casa.

Me mira con cariño. —Oh, ven aquí— abre los brazos y con gusto voy. —Lamento haberte hecho sufrir, quería darte una sorpresa cuando regresará la próxima semana, pero todo sucedió de improviso.

—Estás perdonada, siempre y cuando hagas esa deliciosa pasta tuya para la cena.

—Me parece un trato justo. — Ata su cabello rubio en un muño despeinado y se levanta de un salto. —Manos a la obra.

. . .

El jueves por la mañana trabajo como de costumbre perdida en mis pensamientos.

He continuado con mi rutina de siempre ahora más feliz de tener a Cora conmigo, aunque ella insistió en que dejara de ir a Downing Street justo como Alexander.

Pero justo como a él, no le hice caso y he ido los últimos días como de costumbre, aunque normalmente no lo haría todos los días quiero que mi cuerpo elimine todas las toxinas que ingerí el sábado por la noche.

Aun me siento mal por mi mala memoria y siempre me mantengo alerta al lugar justo como Alexander me advirtió.

Y hablando de él, se ha mantenido fuera de mi camino en los últimos días, supongo que era necesario después de nuestra última conversación, ni tampoco han aparecido regalos misteriosos en mi oficina desde su tarjeta.

Una parte de mí se siente curiosa y la otra, la más prudente, me dice que no debo pensar en él.

—Este es el último— dice Alicia acomodando el último documento en su carpeta.

—Gracias— le sonrío —¿Sabes quería preguntarte algo el otro día?

—¿Qué cosa?

—No quisiste acompañarnos a la noche de copas porque es Bennett es hermano de Alexander Roe ¿verdad?

Asiente. —No tengo nada contra él yo misma he comprobado que es divertido, pero por muy bueno que sea no deja de ser el hermano del señor Roe. — se inclina sobre la mesa —Y todos sabemos que el hombre está buenísimo, pero cuando toma su papel de Director General asusta muchísimo.

Tiene razón, Alexander impone y yo misma dude un poco sobre continuar mi amistad con Bennett, pero después llegué a la conclusión que es ridículo hacerlo a un lado solo porque su hermano sea un millonario importante y engreído. No es como si pudiera deshacerse de él.

—Lo sé, pero él es diferente a su hermano ¿Sabes? Además, quería que conocieras a Cora, mi mejor amiga.

—Ya será en otra ocasión— me guiña un ojo. —También me divertí mucho con las chicas.

Sonrío recordando que salió con sus amigas esa noche. —¿Vas a tener que llevarme a ese club al que fueron suena divertido.

—Si te gustan los chicos con poca ropa, es perfecto para ti.

Hago una mueca de horror. —Pensado mejor, creo que no es necesario visitarlo.

Alicia suelta una carcajada ronca y seguimos trabajando disfrutando nuestro tiempo juntas.

. . .

Por la tarde manejo hasta el gimnasio con la musica de Siine en mis odios y cuando llego aparco mi Mazda como de costumbre. Odio venir todos los días, pero esto ayudara a mi cuerpo después de lo del sábado por la noche.

—Hola Natan. — le regalo una sonrisa en la entrada.

—Hola Emma— me da una inclinación de cabeza.

Después de entrar dejo mi bolsa de gimnasio sobre el suelo y en ese mismo momento siento a alguien acercarse a mí.

—Emma— levanto la cabeza y Bennett aparece frente a mí.

—¿Bennett? ¿Qué haces aquí? — Sus pantalones cortos de ejercicio apenas cubren la mitad de sus piernas, no me equivoqué, el hombre es muy alto.

—Vengo a ejercitarme un poco— dice como si nada mirando a su alrededor —¿Y tú? ¿Poniéndote en forma o liberando el estrés de la oficina?

—Ambas. — respondo todavía confundida. —No pensaba encontrarte aquí, de hecho, nunca te había visto por aquí. ¿No eres uno de esos hombres que deberían tener un gimnasio completo en casa?

—El de mi casa es muy solitario y si te digo la verdad no me lo creerías, prácticamente me arrastraron hasta aquí, pero no voy a quejarme — lo miro con los ojos entrecerrados —Siempre puedo presumir mis brazos cuando hago pesas. — me guiña un ojo.

Oh. ¿Lo arrastraron hasta aquí? ¿Quién? —Puedo ver que has hecho un buen trabajo.

—Júzgalo tú misma— acerca uno de sus brazos a mí y sin dudarlo aprieto mi mano sobre sus músculos.

Guau, un golpe con uno de estos y me regresaría hasta Trafford. Ahora entiendo porque casi me hizo puré el día que lo conocí.

— Impresionante. — me alejo y su sonrisa se ensancha —Entonces solo estas aquí para hacer pesas. ¿Cómo te enteraste de este gimnasio?

Ignora mi última pregunta. — A hacer pesas sí, para correr, prefiero hacerlo al aire libre.

—También yo, aunque no me he adaptado a la ciudad, no sé si estoy lista para correr al lado de un porche y ganarle— echa la cabeza atrás y suelta una carcajada.

—Cuando decidas que estas listas, tal vez podríamos correr juntos. Y quizá un café después de hacerlo.

Me olvido por un momento de las razones que lo trajeron aquí. Acaba de dar con mi debilidad completa.

—Acepto. — sonrío completamente. No voy a rechazar esa oferta.

—Esta vez no fue tan difícil ¿eh?

—Ahora ya sé que no eres un asesino serial— bromeo y sonríe —Pero enserio Bennett ¿Qué haces aquí?

Abre la boca, pero antes que pueda responderme alguien lo interrumpe a su espalda.

—Maldición Bennett ¿Por qué demonios aparcaste tan lejos? — un gruñido viene a lo lejos —Maldito lugar.

Mis hombros se tensan rápidamente. No puede ser. No puede ser. Levanto la mirada y encuentro a Alexander Roe frente a mí.

A diferencia de su hermano, él lleva unos shorts negros que le llegaban a la mitad de las piernas, unas piernas largas y gruesas. Trago con fuerza temiendo subir la mirada, sospecho que lo que voy a ver va a ser musculo duro.

Alzo los ojos a su torso y gracias al cielo él lleva una camiseta sin mangas negra, pero sus musculosos brazos quedan a la vista. Joder. Me regaño mentalmente por verlo embobada y finalmente, mis ojos suben hasta él.

Bennett carraspea y Alexander olvida lo que sea que estuviera reclamándole y gira su cabeza a mí.

Me mira con semblante serio como una roca. Bueno, yo tampoco me alegro de verlo en absoluto.

—Señorita Brown, Que sorpresa encontrarla aquí— se cruza de brazos y la camiseta se aprieta en su pecho.

¿Sorpresa? ¡Por Dios! Él sabía que yo venía aquí y vino con toda la intensión de encontrarme, no tengo la menor duda.

—La sorprendida soy yo señor Roe— remarco su nombre. —No sabía que frecuentaba la zona.

—Las coincidencias existen— sonríe de lado, algo me dice que está por comenzar con un juego que no conozco. Es mejor salir de aquí.

—Tengo que irme— le digo a Bennett.

—Está bien, te veo después— sonríe

Asiento y me giro tan rápido como puedo. No puedo creer que estén aquí. Ya debería saber que no iba a salirme tan fácilmente con la mía después de rechazar la tarjeta. Ese hombre es muy insistente.

Estoy tan enojada que si me pusieran una de esas enormes pesas la cargaría completa. Bueno, tal vez no, pero así me siento. Este hombre era tan frustrante ¡Arg! ¿Y ahora que pretende? Sea lo que sea no voy a darle el gusto de arruinarme la tarde.

Pongo mi música a tope y comienzo a caminar en la cintilla. Deja de pensar Emma. Aumento un poco la velocidad casi trotando. Mi piel se va calentando poco a poco.

A lo lejos los veo acercarse a la barra de pesas. Alexander se acerca a la silla acolchonada y Bennett se sienta en otra a su lado y después de recostarse comienza a levantar.

Alexander se queda en su lugar y levanta la mirada atrapándome. Apartó la mirada inmediatamente y me concentro en lo que estoy haciendo. Deja de pensar Emma. Aumento la velocidad corriendo finalmente.

Pero después de unos segundos mi curiosidad gana la batalla y vuelvo a mirar en su dirección. Alexander está de pie a las pesas aun mirando en mi dirección, de repente toma el dobladillo de su camiseta y la saca por su cabeza.

¡Dios! Un torso bien definido y marcado queda a la vista y no estaba preparada para verlo. Mis ojos se mueven por su pecho sin poder detenerlos y me muerdo el labio inferior.

Sus hombros se flexionan cuando se sienta otra vez en la mesa de pesas y no puedo apartar la vista ni, aunque quisiera. En lugar de acostarse como su hermano lo hizo, se inclina hacia delante quedando frente a mí.

Me mira fijamente, sus ojos verdes exigiéndome mirar cada movimiento. Entonces toma las cintillas de los lados y comienza a jalar hacia atrás y hacia adelante a un ritmo constante, aunque yo estoy bastante segura que esa máquina no es para eso.

El sudor se me pega al pecho y a la frente en cada movimiento. De repente sus parpados bajan por mi cuerpo y su ritmo aumenta como si no estuviera jalando las tiras de peso.

Su abdomen se contrae y vuelve a la acción. Empujando y jalando fuera. ¿A eso se refiere con hacerlo duro?

Me muerdo el labio con fuerza y me obligo a detener mis pensamientos.

Esto es demasiado, no puedo quedarme aquí soportando su absurdo juego. Disminuyo la velocidad de la cinta hasta que se detiene por completo. Buscaré una maquina lo más alejada que pueda de él. Las pesas pequeñas están por otro lado de gimnasio y me decido a hacer un poco con ellas.

Solo unas cuantas sentadillas y terminaré con esto por hoy, tampoco quiero que mi cuerpo quede como gelatina al día siguiente. Diviners me invade los oídos y comienzo a bajar.

Arriba y abajo. Deja de pensar Emma, me recuerdo y unos segundos finalmente lo logró mientras me concentró en lo que hago. Después de varias repeticiones que me hacen doler las piernas decido que ya es suficiente.

Regreso por mi bolsa negra y camino hasta los vestidores con largas duchas. Después de terminar tengo que salir sigilosamente por la puerta, quisiera despedirme de Bennett, pero si me acercó ahí va a estar él.

Unos minutos después salgo por la puerta y camino a mi Mazda, pero un silbido me detiene en seco. Mierda. Apresuro el paso y por el rabillo del ojo veo a los mismos tipos que intentaron asaltarme, pero ahora están con sus amigos.

—¡Ahí estás cielo!

Gritan a mi espalda y antes que pueda entrar al estacionamiento comienzan a acercarse a mí, pero no alcanzan a llegar porque la puerta del gimnasio se abre y una bestia de ojos verdes sale hecho una furia.

En cuanto lo ven, dos de ellos se echan hacia tras y regresan por donde vinieron. Los otros al ver a sus amigos alejarse también se van.

Una camioneta negra sale del estacionamiento mientras él se acerca a mí, pero como no quiero verlo y aquí no ha pasado nada entro al estacionamiento y me meto a mi Mazda a toda velocidad.

Justo cuando salgo por el tráfico de Londres veo la camioneta negra venir detrás de mí. No puede ser. Va a echarme otra platica sobre la inseguridad. No quiero discutir.

¿No le dije que dejara de meterse en mi vida? Me detengo a las afueras de mi edificio y salgo cuando se detiene justo detrás de mí. Corro hasta el ascensor y entro justo cuando una mujer aprieta el botón para que las puertas se cierren.

En cuanto llego a mi piso corro a toda velocidad y cierro la puerta detrás de mí. Bien, estoy a salvo.

—¡Estoy en casa Cora! — grito y camino hasta la cocina sin recibir respuesta.

Frunzo el ceño, pero después recuerdo que me dijo algo sobre ir por pintura y muchos artículos más que no recuerdo por ahora.

Justo cuando abro la nevera para sacar una botella de agua alguien llama a la puerta y me sobresalto. Es él, bien, no pienso abrir.

Bebo la botella de agua entera soportando el sonido de la puerta que ignoro descaradamente.

Vuelven a llamar otra vez y con un suspiro camino hasta ella. Es ridículo, no puedo esconderme de él para siempre, pero si viene a entrometerse en mi vida lo voy a mandar muy lejos. Soy una mujer adulta y ni siquiera lo conozco para que se meta en lo que no le importa.

Tomo una respiración profunda y abro la puerta justo cuando tocaba otra vez.

—¡Qué sorpresa señor Roe! ¿A que debo su visita? — imito su sarcasmo en el gimnasio.

Aprieta los dientes y se apoya contra la puerta. —Quiero hablar con usted señorita Brown, espero no quitarle mucho de su valioso y recatado tiempo.

Ahora soy yo la que aprieta los dientes. —¿Hablar sobre qué?

—¿Puedo pasar?

Ah no, de eso nada. —De hecho, creo que esta vez sí puede decírmelo, en el pasillo.

—Como quiera— se encoge de hombros. —¡Quiero hablar de nosotros señorita Brown! — levanta un poco más la voz llamando la atención de las personas que van bajando del ascensor.

Como buenos vecinos que son se quedan ahí parados escuchando conversaciones ajenas. Aprieto los dientes y me hago a un lado para dejarlo entrar. Cuando lo hace cierro la puerta de un portazo.

—Lo escucho.

—Downing Street sigue siendo un barrio peligroso ¿No cree?

Como lo supuse. —¿Hay algo más de lo que quiera hablar? — no voy a discutir ese pequeño detalle. —Y no le parece absurdo aparecer ahí y haber llevado a Bennett.

—Ya que usted no le importa su seguridad, a él si le preocupa.

—Bennett no sabe lo que pasó.

—Ahora ya lo sabe y está de acuerdo conmigo en que debe dejar el lugar.

Abro la boca indignada. ¿Cómo se atreve a hablar de mi vida privada? Es suficiente, ya no pienso tolerar que este hombre se entrometa en mi vida ¿Quién se cree que es? El enojo me puede y le suelto todo lo que he estado guardando.

— ¡No tenía que decírselo! — levanto las manos exasperada — Aclaremos algo, mi vida es mía, soy un adulto y decido que hacer con ella. Me salvó una vez, pero eso no explica por qué hace todo esto. ¿Por qué me sigue? ¿Cuál es su interés en mi seguridad? ¿Y por qué me agobia cada vez que tiene oportunidad?

Tengo que calmarme, acabo de levantar la voz un poco y eso no es buena señal.

—¿Quieres la verdad? Bien, basta de rodeos— me clava sus penetrantes ojos verdes y su voz baja a un susurro ronco —Estoy interesado en ti sexualmente.

Me detengo en mi lugar.

Oh no.

¡Joder! De todas las cosas que esperaba oír definitivamente esa no es ni la última. Joder, Joder, esto no está pasando.

—Hay algo en ti con esa actitud obstinada y determinada lo que me hace desear probar hasta dónde eres capaz de llegar— dice con voz ronca.

Lo miro en silencio, o estoy imaginándome esto o él realmente acaba de decir lo que creo que dijo. Él me dijo que no soy su tipo de mujer y ahora ¿Me está diciendo que está interesado en mí?

—Dijo que no era su tipo de mujer— De todo lo que me acaba de decir ¿Por qué es eso lo único que le digo?

Sonríe de lado sin dejar de mirarme. —Y no lo eres, pero como te dije lo que veo me gusta y quiero probar.

—¿Probar? — ¡Dios! debería estar gritándole a la cara, pero lo único que hago es escucharlo confundida y lo estoy por eso estoy diciendo cosas sin sentido. —¿Un hombre como usted quiere probar algo con una empleada?

—Yo no tengo prejuicios, pero por lo que veo tu sí. Y respondiendo a tu pregunta, sí, quiero probar contigo.

Está loco, completamente loco. —Eso sería comportamiento inmoral.

—¿Por qué? Ambos somos adultos y podemos cruzar esa delgada línea entre el placer si queremos.

Me muerdo la parte inferior de la mejilla. Tantas preguntas me rondan en la cabeza, pero le suelto la que primera cosa que pienso. —¿Por qué yo? —pregunto con un hilo de voz.

Una de sus manos se mueve a su rodilla y se desliza suavemente hacia adelante y hacia arriba. Lo miro un segundo antes de levantar la mirada.

—Porque no voy a negar eres una mujer hermosa y esa actitud rebelde me tienta como no tienes idea. — se acerca un poco más a mi hasta que nuestras rodillas se tocan. —Soy un hombre con gustos exclusivos Emma y tú haces que mi instinto sexual aumente. ¿Quieres saber de lo que hablo?

Debería decir que no y echarlo de mi casa inmediatamente, pero no puedo evitar que mi curiosidad salga y asiento lentamente. Sus ojos suben de nuevo a los míos y me mira con demasiada intensidad mientras habla.

—Me gusta tener el control. Dominar a mi amante hasta que yo sea el que nos lleve al borde del placer. — inclina la cabeza a un lado. — Me gusta el rol de dominar y someter. Cundo te dije que me gusta duro no te mentí, es manera en la que mejor lo sé hacer. Duro y fuerte.

Lo miro fijamente en silencio. Así que le va el todo ese rollo de dominación y sumisión. Vaya, si alguien me hubiera dicho que el dueño de Hilton &Roe tenía ese fetiche no se lo hubiera creído, pero eso no es lo peor. Él quiere que yo sea parte de eso.

Se queda en silencio, esperando mi respuesta, pero no sé qué decir ni tampoco que hacer. Ante mi silencio se acerca un poco más a mí.

—No tienes que preocuparte por que yo tenga el control, a ti podría cedértelo algunas veces —su voz se convierte en un susurro ronco —Puedo arrancarte gritos de placer mientras te tomo, pero también puedo dejar que persigas tu propio placer —baja la boca a mi oído. —Me gustaría que, con esa actitud obstinada, te empalarás con mi polla y te follarás sola sin esperar a que te lo permita.

Siento el calor subir por mis mejillas y mi respiración se vuelve irregular mientras su aliento choca contra mi oído. No puede decir estas cosas así tan a la ligera.

—Pero también podría tomarte tan malditamente duro y profundo hasta ver quién de los dos es más obstinado. — cuando termina deposita un pequeño beso justo debajo de mi oreja donde mi pulso comienza.

Lo está haciendo de nuevo, está tratando de seducirme justo como en el pasillo. Pero entre sus palabras y todo lo que ha pasado estoy demasiado confundida.

—¿No quieres probarlo? — deja otro beso caliente y sigue bajando peligrosamente cerca de mi cuello. —Ese beso en el bar demostró lo que los dos estamos dispuestos a dar. No puedes negarlo.

No, no puedo negarlo, pero la alarma en mi cabeza comienza a sonar con fuerza y me alejo de él lo más que puedo, pero su mano se queda sobre mia. Necesito alejarme de él. Mi respiración está acelerada y hay algo húmedo entre mis piernas.

Este hombre es... la tentación hecha persona y su boca es tan sucia como el infierno.

—No estoy interesada. — consigo que mi voz se escuche fuerte y clara, aunque sé que no es así.

—¿Estás segura? — su mano se mueve por mi muñeca acariciándola suavemente por la parte inferior.

Mi cuerpo se sobresalta por su tacto y otra vez me alejo de él para tomar un poco de aire. Como no quiero verlo le doy la espalda y apoyo las manos sobre la barra de la cocina.

No puedo creer que me haya dicho todo eso. Cora tenía razón.

Muy en el fondo una parte de mi había pensado como ella, pero ahora que realmente está sucediendo siento como si todo me diera vueltas.

Siento un cuerpo repentinamente aparecer detrás de mí y su calor me estremece en la espalda. No va a rendirse fácilmente, quiere una respuesta, pero no sé qué decir. Joder. Ojalá y Cora apareciera como la última vez a interrumpir.

Con una mano hace mi cabello a un lado y deja al descubierto la parte de mi cuello. La presión en mi pecho por el top aumenta. Sé que tengo que apartarlo, pero no puedo.

—No respondiste a mi pregunta.

Su aliento me hace cosquillas y de repente baja la boca. Sus labios se mueven suavemente por mi piel calentándola y justo cuando creo que se va a detener comienza a repartir pequeños besos por todos lados.

Me trago el sonido bajo que mi garganta quiere soltar y por instinto inclino la cabeza al lado contrario dándole acceso completo.

Gruñe en aprobación y su lengua se une a la acción.

Esto está mal, pero ¡Dios! Es irresistible. Una de sus manos baja y la coloca sobre mi cintura para mantenerme en mi lugar mientras continua con su asalto. Mi cerebro desoye todas las señales que le envío y suelto un gemido traicionero.

—Mierda— gruñe y me gira hasta que estamos frente a frente, yo con la respiración acelerada y él con la mirada oscura.

En dos segundos baja la boca a la mia y mando todo a la borda. Me toma dos segundos reaccionar y llevo mis manos a sus hombros para evitar caerme mientras su boca se mueve sobre la mia con urgencia y su lengua sale ansiosa.

Jesús. Su sabor es tan dulce y adictivo y no debería estar haciendo esto, pero la alarma en mi cabeza ya no funciona. Su lengua se adentra en mi boca si esperar a que pedir permiso y atrapa la mia en un baile seductor.

Gruñe bajo en su garganta y una de sus manos sube desde mi vientre desnudo acercándose peligrosamente a uno de mis pechos. Aparta la boca de mí y me mira fijamente mientras su palma cubre mi pecho izquierdo sobre la tela de mi top.

—Tan perfectos— jadea con voz ronca mientras lo amasa y suelto un gemido fuerte —Me muero por probarlos desde la primera vez que los vi. — cambia y le da la misma atención al otro.

Gimo recibiendo sus caricias y ansío más de su toque sin barreras, pero lo mantiene así, solo tentándome.

De repente, sus manos bajan a mi espalda y un segundo después siento mis piernas en el aire antes de terminar sobre la encimera.

Abre mis piernas con sus manos y se coloca entre ellas. Algo duro choca contra la parte inferior de mis muslos, algo grande, pero antes de que tenga oportunidad de ver lo que es vuelve a apoderarse de mi boca.

Entre las caricias de su lengua y sus gruñidos pierdo el control de mi cordura y jalo su camiseta hacia fuera. Necesito tocarlo sin las barreras de nuestra ropa.

Gruñe en aprobación y se aparta un poco para dejarme continuar con mi labor. La deslizo por sus hombros hasta que termina tirada en algún lugar. Cuando termino paso mi mirada por su pecho desnudo.

Santo señor. Trago saliva con fuerza. En el gimnasio no pude capturar todo su musculoso pecho, pero ahora no pierdo oportunidad de comérmelo con la vista.

Tiene los músculos fuertes y apretados por su torso. Mi boca se hace agua con lo que tengo en frente.

—¿Te gusta lo que ves? — Una media sonrisa tira de sus labios.

No le respondo, mis ojos traicioneros ya debieron darle la respuesta. No puedo resistir mis ganas de pasar mis manos sobre él y siento sus músculos contraerse bajo mi tacto. Joder, está en perfectas condiciones y todo se siente duro.

—Joder— gruñe y me jala hacia él tomándome de los muslos.

Me deslizo sobre la encimera hasta el borde y algo duro queda presionado justo entre mis piernas sobre mis pantalones de yoga. Echo la cabeza hacia atrás y suelto un gemido ronco cuando comienza a restregar su erección contra entrepierna.

Está empalmado y es muy grande... ¡Dios! La fricción es simplemente deliciosa. Me agarro de sus hombros y acompaño mi propio placer moviendo mis caderas igual que él.

Quiero esto, lo deseo locamente, acaba de hacerme perder la razón.

—Eso es, frotaté— gruñe aumentando la velocidad.

Me muerdo el labio inferior para ahogar el grito de placer que estoy a punto de soltar y me doy cuenta que ya no me besa. No sé cómo he podido resistirme a esto.

Levanto la cabeza y nuestros ojos se encuentran, los suyos están casi negros.

—¿Sientes eso Emma? — gruñe bajo en su garganta y mueve las caderas clavándome sobre la encimera. —Dime que no lo quieres y me detengo.

—Mmm— lanzo un gemido suplicante.

—¡Respóndeme!

¿Qué es lo que me preguntó? No puedo recordarlo mientras se siga moviendo así. La fricción es deliciosa y todavía seguimos vestidos. No quiero imaginar cómo sería si...

—¿Quieres que me detenga?

—¡No! — grito y mis manos finalmente ceden, pero antes que me caiga me sostiene por la cintura.

Ha pasado un tiempo desde la última vez para mí y él acaba de desatar mi deseo de correrme.

—No sabes cuánto me pones— su voz esta ronca. —Llevo días queriendo follarte como un loco— suelto un sonido ahogado por la forma tan explícita que dice eso y baja la boca otra vez a la mia apagando mis gemidos.

La voz que sonaba en mi cabeza desapareció completamente y tampoco hago esfuerzo por buscarla. Quiero esto como mi siguiente respiración, ya después me preocuparé por las consecuencias.

Roza otra vez mi pelvis con su miembro y siento la subida al espiral que me va a destrozar en una chispa de placer.

Pero justo cuando estoy al borde del orgasmo se detiene bruscamente. ¿Pero qué rayos?

Nos miramos fijamente mientras ambos jadeamos de forma desigual. Mi pecho se levanta de forma irregular atrayendo su mirada una vez más.

La neblina sexual va desapareciendo poco a poco y la realidad cae de golpe sobre mí. Mierda. Acabo de enrollarme con él.

Jadea otra vez subiendo la mirada y pasa su pulgar sobre mi labio hinchado.

—Esto es una demostración de lo que podemos tener. — su dedo se mueve lentamente estremeciéndome — Me muero por follarte tan jodidamente duro, pero la decisión final es tuya.

Aparta la mano de mi boca y recoge su camisa del suelo. Siento el calor subir por mis mejillas cuando veo la tienda de campaña que levanta en sus pantalones cortos. ¿Eso estuvo entre mis piernas?

Me obligo a apartar la mirada mientras se pone la camiseta y camina hacia la puerta. Yo aún estoy sobre la encimera jadeante y confundida por lo que acaba de pasar. Joder. Joder.

—No te prometo un romance tórrido— se gira una última vez —Pero si estás dispuesta a pecar, yo soy el indicado nena.


¡Hola sexys! 

Las cosas se pusieron intensas por aquí...

Veremos que nos espera el próximo capítulo.

-Karla 


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro