9.-Explosiones.
BEA
No sé que estoy haciendo. Y no tengo la más mínima idea de porque me siento tan nerviosa. Quiero convencerme que no es por cierto hombre que estoy segura me encontraré en la reunión anual de la empresa, una reunión en donde no tengo el más mínimo interés de asistir pero tengo el deber por ser una de las socias de las empresas Beckham.
—Así que, ¿le dijiste que lo verías aquí? —Lauren me mira divertida —¿por qué eso parece un problema?
—Es que parecía buena idea al inicio, pero ahora no estoy tan segura de eso —suspiro —¿crees que fue mala idea?
Lauren se ríe.
—No —se encoje de hombros —el hombre está bueno y siempre he dicho que si deseas pasar una noche loca...
—¡Lauren! —me quejo —no sabes como extraño a Aria, ella no estaría haciendo comentarios inapropiados.
Hace un gesto de fingida indignación pero termina riendo.
—Solo digo que le estás dando demasiada importancia —dice mirándose al espejo mientras toma el lápiz de labios de su bolso —no es como si estén en una cita o algo parecido, es reunión de trabajo.
Es reunión de trabajo.
Me repito eso a mi misma mientras me miro al espejo y compruebo mi aspecto una vez más. El vestido que elegí es de color rojo vino, es ajustado y tiene una ligera apertura en la pierna. Las mangas son cortas pero tiene un escote en "V" que hace que el vestido adquiera una apariencia sexi pero elegante al mismo tiempo.
Johnson no había llegado aún cuando ingresamos al sanitario, el único lugar en donde no tenía que fingir amabilidad y dar sonrisas a hombres que me miraban como si no tuviese un lugar en esa reunión.
¿Tan difícil es aceptar que las mujeres también podemos convertirnos en accionistas y socias de grandes empresas automotrices?
—Solo una reunión de trabajo —repito y tomo una inhalación.
—Ahora tenemos que volver ahí, no podemos escondernos en los sanitarios durante todo el evento —dice con una sonrisa divertida —porque no creo que le hayas dicho que lo verías aquí para ahora esconderte en un baño como una adolescente.
Resoplo.
—A veces en serio eres odiosa —mascullo mientras tomo mi bolso y camino hasta la salida.
Escucho la risa de Lauren detrás mientras ambas avanzamos de vuelta a la reunión, la música suave suena dando un ambiente relajado. Recorro el lugar con la vista en un intento de encontrarlo, no tengo que esforzarme mucho, lo localizo a unos metros de distancia, hablando con naturalidad con un grupo de hombres.
—Parece que lo has encontrado —Lauren me lanza una sonrisa divertida —no arruines la diversión que puedes tener, ¿quieres?
—Recuérdame no volver a contarte nada —expreso entornando los ojos —eres insufrible.
Lauren dice una respuesta pero no la escucho porque Johnson ha volteado, y su mirada ahora se encuentra posada en mí. Soy consciente de la forma en la que sonríe, a pesar de la distancia puedo ver ese gesto coqueto, travieso.
Dice algo para despedirse del grupo de hombres, y comienza a caminar en mi dirección. Porta un traje completamente negro, la camisa que tiene por debajo está abierta de los botones superiores y contrario a la mayoría de hombres que se encuentran aquí, no lleva una corbata ni pañuelos.
Pero a pesar de todo, luce tan elegante aún con el aspecto relajado y casi casual.
No sé en que momento Lauren se ha marchado, pero cuando Johnson llega hasta mí, no hay rastro de ella.
—Hola —saluda ampliando la sonrisa —luces increíble.
—Gracias —me las arreglo para sonreír a pesar de que parece que estoy a punto de sufrir un colapso, ¿por qué de pronto me siento tan nerviosa? —tú no luces nada mal.
—Admite que estoy guapo —dice juguetón —no te hará nada admitirlo.
—No, pero odiaría elevar tu ego —me rio levemente —así que no diré nada más.
Se ríe, da un paso hacia adelante quedando más cerca de mi cuerpo e inclina la cabeza levemente hacia mí.
—No necesito que lo admitas, porque tus ojos dicen absolutamente todo lo que piensas —el tono que emplea a pesar de ser casi un susurro, está cargado de una intención que reconozco bastante bien. —No necesitas emplear palabras.
—No te confíes demasiado —objeto —porque puede que al final acabes sorprendido.
Mis palabras no parecen molestarlo, sin embargo, se aparta colocando una distancia entre nosotros. Sus mirada recorre la estancia, observando con detalle a todas las personas que nos rodean.
—A veces desearía no tener que hacer esto —dice señalando a su alrededor —sonrisas falsas, apretones de mano con personas a las que en realidad quiero darles un puñetazo...
Me rio.
—Al menos no tienes que tolerar que te miren como si no pertenecieras aquí —me encojo de hombros.
—Si alguien sugiere que no mereces estar aquí, solo dímelo —habla con calma pero sus palabras están cargadas de advertencia —te juro que puedo hacerlo cambiar de opinión.
—No creo que a Kyle le haga gracia que vayas por ahí amenazando a sus empleados.
—A Kyle no le importará, créeme —me lanza una sonrisa —sé que acabamos de llegar per, ¿no quieres ir dentro?
Señala el pasillo que conduce al interior de la empresa, mi lado racional dice que no debería seguirlo pero hay una más atrevida que en realidad quiere privacidad, lejos de las miradas inquisitivas que se preguntan que hago en un lugar como este.
—No puedo ausentarme mucho —miento.
—Yo tampoco —toma una copa del mesero que cruza frente a nosotros y me hace un gesto con la cabeza para que lo siga.
Esquivamos a las personas que se interponen en el camino, y no volteo para comprobar si alguien está notando nuestra partida. El sonido de las voces se aísla cuando las puertas de cristal se cierran detrás de nosotros, Johnson me conduce por los pasillos hasta la que deduzco es su oficina, porque ingresa con demasiada naturalidad.
Es un lugar cálido, por extraño que parezca. No tiene un gran ventanal como la oficina de Kyle pero es igual de amplia, hay varios cuadros decorando las paredes, fotografías familiares y en muchas de ellas reconozco a la familia de Kyle, como si esas fuesen las más importantes para lucir.
—No creí que fueses alguien que huyera de la atención —me atrevo a romper el silencio mientras me aproximo.
Me acomodo en el sillón, Johnson me mira por un par de segundos antes de acercarse, su cuerpo se desliza por el espacio que queda libre, se apoya en el otro extremo del sillón pero mirando hacia mí.
—No huyo de la atención —confiesa —pero quería hablar contigo sin las miradas curiosas de las personas que seguramente solo quieren tener la más pequeña pizca de información para crear una mentira.
Sonrío.
—¿Así que me traes a tu oficina para que las personas no nos vean?
—Sí, pero no por los motivos que crees —se desliza hasta quedar a un costado de mi cuerpo, su presencia es intimidante, aún cuando simplemente estamos sentados el uno al lado del otro.
—¿Sabes? Hasta hace menos de un mes, creía que eras un idiota arrogante sin remedio. ¿Por qué no pudiste ser amable antes?
—Soy amable todo el tiempo.
—No cuando lanzas las claras indirectas de que quieres sexo —espeto con un dejo de irritación —y claramente no soy como las mujeres que seguramente frecuentas así que no, no me parece amabilidad precisamente.
—¿Crees que frecuento a muchas mujeres?
Me río con sarcasmo.
—¿Acaso vas a negarlo?
—¿Cómo es que pasamos de una charla amable a una discusión?
—Nunca se responde una pregunta a otra pregunta —objeto.
—Eso es lo mismo que hiciste —se incorpora y luce casi exasperado —¿qué no podemos hablar un segundo sin discutir? Sugerí venir aquí porque realmente quiero hablar, conversar contigo sin que ningún idiota nos interrumpa pero parece que ni eso somos capaces de hacer, ¿no es cierto?
No respondo, él me da la espalda y lo escucho maldecir por lo bajo. Mantengo mi atención en él, en la forma en la que de pronto parece tan tenso.
—No estábamos discutiendo —mis palabras consiguen que me mire —es decir, sí, lo hacemos con frecuencia pero es divertido hasta cierto punto.
—Tienes un problema si consideras diversión a eso —me molesta —¿crees que podamos mantener una conversación civilizada?
Sonrío.
—Sí, no es tan complicado —palmeo el costado del sillón y él me mira por un par de segundos antes de acercarse —¿y cuál es el tema de conversación por el que me has traído?
Esta vez se coloca más cerca de mí, Johnson es muchísimo más alto que yo, incluso ahora que ambos estamos sentados, me saca a lo fácil una cabeza.
—No lo sé —admite —Solo creí que podríamos tener una plática tranquila, ya sabes.
Aprieto los labios intentando retener la sonrisa.
—¿Sobre qué?
—Sobre cualquier cosa en realidad —apoya la espalda en el respaldo del sillón y me mira con su habitual sonrisa.
Me permito mirarlo a detalle, ahora luce muchísimo más relajado que durante el tiempo que estuvimos cuidando de Camille, una parte de mí quiere preguntar por lo ocurrido en la feria pero sé por experiencia propia, que tener las respuestas no siempre es lo mejor. Y no hay que ser demasiado inteligente para saber que las respuestas de Johnson, probablemente estén muy lejos de considerarse adecuadas.
Así que me guardo la curiosidad, y pienso en otra cosa.
—No respondiste mi pregunta —él arquea la ceja —sobre si sales con muchas mujeres. Quiero sinceridad.
Se ríe levemente.
—No puedo considerar que haya salido con muchas —admite —pero si con unas cuantas.
—¿Nada serio?
—Nada serio —vuelve a reír —no soy la clase de hombre al que le van los compromisos, quiero decir, no es que no pueda afrontarlos, es que no...no creo que sea algo que realmente desee hacer.
No parece hablar con burla, parece más bien la respuesta más sincera que me ha dado en mucho tiempo.
—¿Por qué?
Sus ojos se encuentran con los míos, son de un celeste casi similar a los de Kyle, solo que tiene la mirada más dura, una mirada que esconde muchísimas cosas detrás y que no sé si en realidad quiero descubrir.
—Porque no creo poder hacer feliz a alguien más.
Por un segundo, la respuesta me saca de balance. No hay diversión, no hay rastro del hombre juguetón y coqueto que suele ser. Solo hay un tono sincero, crudo.
—¿Por qué?
—¿Vas a preguntarme la razón de todo? —aparta la mirada —no lo sé, supongo que realmente no creo poder ser la causa de la felicidad de alguien, es decir, tal vez pueda serlo pero...mi pasado y toda la mierda que cargo encima, no creo que pueda tolerar ver como alguien más tiene que cargar con eso.
No respondo de inmediato, me quedo inmóvil, tan cerca de él que por un segundo creo que él piensa que no voy a contestar, pero lo haré, aunque primero tengo que asegurarme que él no pueda malinterpretar mi respuesta.
—Si sabes que las relaciones de pareja se tratan de eso, ¿verdad?
Johnson arruga la frente.
—¿Qué?
—No todo es miel sobre hojuelas, ¿no tienes a tu hermano de ejemplo?
—Mi hermano es la excepción —dice rodando los ojos —es un idiota enamorado de una mujer maravillosa, ellos se merecen, son el prototipo de pareja perfecta...
—No —lo interrumpo —claro que no lo son. Cometieron errores, tu hermano fue un hijo de puta pero a pesar de todo, consiguieron superarlo, y ahora son extremadamente felices que nos ahogan es azúcar...
El sonido de una risa interrumpe mis palabras, un sonido suave, divertido. Johnson ha relajado el rostro y ahora me mira como si me hubiese vuelto loca.
—¿Ahogarnos con azúcar?
—Sabes lo que trato de decir —objeto riéndome también —el punto es que no todo va a ser perfecto, pero de eso se trata. Al final, ¿vale la pena?
La sonrisa decae hasta el punto en el que desaparece por completo, la seriedad vuelve a su rostro mientras me contempla.
—¿Realmente crees que vale la pena?
Entiendo el rumbo de su pregunta. Y sí, mi esposo fue un maldito traidor que no le importó colocarnos en peligro, pero antes de eso...antes de eso fue maravilloso. Fue un hombre extraordinario, nunca me faltó al respeto, jamás dijo nada que pudiera herirme, él siempre quiso hacerme feliz.
A veces cuando miro a mi hijo me pregunto cómo sería si Ron estuviese aquí, por años intenté convencerme que tal vez no estaba muerto, que tal vez solo huyó y que un día volvería y eso me alegraba y aterraba a partes iguales.
Pero no lo está, no esta vivo, Ron está muerto.
—Si —tomo un corto suspiro —porque antes de toda la mierda, fui amada con sinceridad. Y para mí, John, eso siempre va a valer la pena.
Ladea la cabeza mirándome casi con ternura, inclina el cuerpo hacia adelante, apoyando el brazo en el respaldo del sillón y mis latidos se incrementan cuando soy consciente de la cercanía que hay entre nosotros.
—Es una lástima entonces que no pensemos lo mismo —susurra —ojalá el amor no hubiese sido tu razón.
No sé porque lo hago, no tengo idea del motivo que me lleva a alzar la mano y llevarla hasta la pequeña cicatriz que tiene en la mandíbula, una corta, que pasa casi inadvertida.
—El amor siempre va a ser la razón, John. Es una pena que tú no quieras experimentarlo.
Noto el destello de deseo en su mirada, la manera en la que sus ojos se encienden y eso es un vistazo de lo que sucederá, pero no hago nada por impedirlo. Porque una parte de mí lo desea tanto, tanto como para considerar que tal vez he perdido la razón.
—No me odies, Be —dice acercando el rostro hasta que su aliento choca contra mí. El diminutivo que emplea para mí me estruja el corazón porque hace mucho tiempo que nadie me llamaba de ese modo, con tanta ternura, como si realmente me apreciara.
—No tengo porque —susurro de vuelta con la mirada fija en sus labios.
—Ahora sí —apenas puedo procesarlo, apenas consigo prever su rostro acercándose al mío, su mano apoderándose de la parte trasera de mi cuello, y sus labios impactando contra los míos en un beso que está lejos de ser tierno.
Johnson Beckham me besa, y eso origina una maldita explosión que ninguno de los dos desea contener.
____________________________________________________________________________
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro