6.- Días buenos, días malos.
Bea
—Así que, ¿todo ha estado bien? —reconozco el tono curioso de Aria al otro lado de la línea.
—Todo ha estado bien —confirmo mientras observo la humeante taza de café frente a mí —he perdido la cuenta de cuántas veces he tenido que repetirlo.
La risa de mi amiga me hace sonreír.
—Lo siento, solo quiero asegurarme de que realmente es así —dice con sinceridad —¿Camille ha estado bien? Comienzo a creer que no nos echa de menos ni un poco.
Es mi turno de reír. Cami había hablado con su madre por la mañana, pero parecía lo suficientemente apurada por ir a ver las caricaturas que apenas habló con sus padres antes de lanzarme el teléfono de vuelta.
—Creo que el hecho de tener a Johnson cerca está ayudando —confieso.
Hay un breve silencio y sospecho lo que preguntará.
—¿Cómo van las cosas entre ustedes por cierto?
—Bien, tu cuñado no es tan desagradable —admito con una leve sonrisa —cuando se lo propone, sabe comportarse.
—Me alegra escuchar eso, John es...complicado —confiesa —pero es un buen hombre y te aseguro que cuando lo conoces mejor, es agradable.
Omito decirle que en realidad parece que su cuñado padece de doble personalidad. Luego de nuestra salida al parque, Johnson estuvo particularmente callado, han pasado casi cuatro días de eso pero es como si algo lo inquietase, tal vez solo son percepciones mías, pero no dejo de pensar que el mayor de los hermanos Beckham es todo un misterio.
Antes de que pueda decir algo más, escucho la voz de Kyle al fondo y sospecho que Aria tapa la bocina porque el sonido se aísla. Percibo unas risas antes de que la voz de mi amiga se escuche de nuevo.
—Tengo que colgar —dice —te llamo luego, ¿de acuerdo? Gracias otra vez.
Apenas tengo tiempo de pronunciar una respuesta antes de que la llamada se corte. Sonrío mirando el teléfono antes de dejarlo sobre la superficie de la cocina.
Los niños se habían dormido hace un rato, Johnson está en el despacho de Kyle, encerrado ahí desde hace varias horas así que es como estar prácticamente sola. Tomo la taza de café para darle un sorbo cuando el sonido de los pasos en la escalera se escucha.
Volteo brevemente en el momento justo en el que Johnson ingresa. Tiene el ceño fruncido mientras cruza por el umbral de la puerta sin mirarme. Abre la nevera y parece rebuscar algo en ella antes de apartarse, cuando se gira, al fin se percata de mi presencia.
Su ceño fruncido desaparece y una mirada cálida se posa en sus ojos.
—Hola, no sabía que estabas despierta aún —dice destapando la botella de jugo que ha sacado de la nevera.
—Estoy aprovechando mi momento a solas —me encojo de hombros.
Sonríe levemente.
—Lamento no haber ido con Cami esta noche, el trabajo no me lo permitió, siento haberte dejado sola con la tarea de acostar a ambos niños.
—No hay problema —dejo la taza sobre las losas de la superficie —¿todo bien con el trabajo?
—Si —dice antes de darle un largo trago a su jugo —¿por qué?
—Has estado bastante ocupado en los últimos días, creí que Kyle te había dado las semanas de descanso.
Soy consciente de la mueca que se forma en sus labios, Johnson parece tener todo el tiempo un gesto frío, controlado. Pero en momentos como este, pequeños fragmentos de tiempo en donde la coraza se va, dejan ver que después de todo no es un hombre sin sentimientos como todo el mundo cree.
—Si, bueno, he tenido un par de asuntos —dice desviando la atención. —Espero solucionarlo pronto, no quiero dejarte toda la responsabilidad...
—No hay problema —lo interrumpo —no significa un problema para mí.
Johnson suspira, me permito mirarlo más de la cuenta, lleva puesta una camisa negra ajustada perfectamente a él, su cuerpo está en forma y la prenda simplemente parece resaltarlo muchísimo más, porta unos pantalones a juego del mismo color y es como si la tonalidad oscura fuese el perfecto contraste con lo que Johnson proyecta.
—El hecho de que no signifique un problema no quiere decir que deba hacerlo —suspira —he tenido muchos pendientes estos días, y me gustaría resolverlos con rapidez pero eso no siempre es posible.
Cierra los ojos por unos segundos y yo aprovecho ese tiempo para poder admirar sus rasgos. El parecido con Kyle es demasiado, aunque tienen el cabello de un tono distinto, mientras Kyle posee el cabello de un negro intenso, Johnson lo tiene de un castaño claro, tengo la sospecha de que no es natural, pero prefiero evitar el ridículo de preguntar. La barba que siempre lleva recortada ahora está algo desaliñada pero ni con todo eso, deja de lucir apuesto.
Porque el hombre vaya que lo es. Incluso aparenta menos edad de los cuarenta y un años que posee.
—Escucha, entiendo que tal vez tienes pendientes urgentes que tienes que resolver, está bien, no iré a decirle a Kyle que no eres niñero de tiempo completo.
Un atisbo de sonrisa aparece en sus labios.
—Gracias por eso, supongo —bromea —debo volver al trabajo, es probable que termine hasta tarde, mañana es fin de semana, deberías de aprovechar para descansar, no tenemos que llevar a los niños al colegio.
Parece casi aliviado por eso.
—Camille dijo que quiere ir a la feria —informo cuando él está por salir de la cocina —no tienes que venir con nosotros.
Sus ojos me observan por largos segundos. Lo hace en silencio, y comienzo a cuestionarme si he dicho algo que no debía.
—No voy a dejar que vayas a la feria sola con los niños —dice al fin.
Arrugo la frente.
—Soy bastante capaz de cuidar de Camille y de Thiago —mi tono sale más a la defensiva.
Johnson parece casi exasperado y comienzo a preguntarme si el enojarse con facilidad es parte de su encantadora personalidad.
—Intentaré estar libre para mañana —me mira por un segundo antes de darme la espalda y añade antes de salir —buenas noches, Bea.
Me quedo a la mitad de la cocina, preguntándome como es posible que convivir con Johnson fuese tan agradable pero tan frustrante a partes iguales.
(...)
Johnson sigue encerrado en el despacho a la mañana siguiente, no es algo que me parezca extraño, en realidad. Y si por mi fuese, no hubiese tenido la idea de interrumpir lo que sea que lo tuviera tan ocupado, pero Camille parecía extrañar a su tío y había insistido en llamarlo.
Me detengo por un par de segundos antes de tocar la puerta del despacho, antes hubiese entrado sin siquiera molestarme en tocar pero ahora, no sabía si estaba en algún asunto importante, así que aguardo hasta que la puerta se abre, y por un instante, me quedo en blanco.
Johnson me mira con el rostro lleno de evidente cansancio, tiene un par de bolsas oscuras debajo de los ojos y me cuestiono como es que puede lucir como un desastre ahora cuando hace apenas unas horas lucía...normal.
—¿Has dormido en el despacho? —inquiero.
—No —dice soltando un bostezo —se me hizo tarde terminando unos reportes, apenas y pude dormir, lo siento, me daré un baño y...
—No —lo interrumpo —descansar, parece que lo necesitas.
Una sonrisa crispa sus labios.
—Que considerada —responde —lo agradezco pero es imposible que duerma ahora, he terminado el trabajo pendiente así que estaré listo para ir con ustedes a la feria.
Mentiría si dijera que eso no me alegra un poco, he descubierto que Johnson Beckham parece poseer muchísimas capas, una distinta para cada ocasión pero hay una que siempre reluce, cuando es cálido y agradable y su compañía se siente reconfortante antes de convertirse en el habitual hombre frío que es.
—De acuerdo —asiento levemente —vine en realidad porque Camille estaba buscándote, parece que te extraña más a ti que a tus padres.
Johnson sonríe.
—Bien, me daré un baño y estoy con ustedes en un momento.
Asiento de nuevo, Johnson cierra la puerta y me quedo de pie frente a la madera tratando de obligarme a moverme, pero no lo hago, por el contrario, elevo el puño y toco de nuevo, apenas pasan algunos segundos antes de que la puerta se abra y John me lance una mirada curiosa.
—¿Sí?
—¿Estás bien?
Cuando su rostro se contrae y las capas frías lo cubren de nuevo, sé que no debí de preguntar eso.
—Si —dice bruscamente —no tienes que preocuparte.
Esta vez no hay una mirada cálida ni sonrisas, simplemente cierra la puerta. y el sentimiento que no consigo entender se me incrusta en el pecho, la misma sensación que he tenido desde que me enteré que tendría que compartir techo con el mayor de los Beckham.
—¿Y mi tío? —Camille me pregunta apenas vuelvo a la habitación.
—Tiene trabajo por hacer —le sonrío —pero prometió estar aquí pronto.
Los bonitos ojos celestes de Cami me observan con detenimiento, sus cejas se fruncen y me parece adorable la forma irritada en la que me mira.
—Trabaja mucho —dice cruzándose de brazos —antes si jugaba conmigo.
Me coloco en cuclillas para quedar a su altura, la tomo por los hombros con suavidad haciendo que se acerque a mí.
—No tienes que molestarte con él, tu tío es un hombre ocupado y aún así encuentra tiempo para jugar contigo, ¿no es verdad?
Asiente apenas.
—Además, dijo que vendría a la feria con nosotros, así que no te enojes, amorcito.
La mención de la feria parece alegrarla.
—Mamá tiene razón —dice de pronto —el tío Johnson necesita una novia para no ser amargado.
Suelto un jadeo cuando Camille dice eso con tanta naturalidad como si no tuviese cinco años.
—¡Camille! —exclamo —¿tú madre dice eso?
—Y papá también.
No puedo retener la carcajada, Camille parecía haber heredado la sinceridad de su madre, y la imprudencia de su padre para decir todo cuanto pensaba. ¿Qué nos esperaba cuando esta adorable niña se convirtiera en una adolescente?
Que dios nos ayude.
—No creo que debas decirle eso a tu tío —sentencio con una sonrisa mientras me levanto.
—¿Por qué?
—Porque entonces será más amargado —Cami eleva las cejas —y no queremos eso.
Sacude la cabeza en una negativa.
—Perfecto, entonces nada de llamar amargado al tío John —retengo la sonrisa cuando Camille parece de acuerdo conmigo —ahora ve a jugar con Thiago.
Ella obedece casi de inmediato, cuando se marcha, me quedo a mitad de la sala tratando de imaginar a Johnson con una mujer.
Es un hombre apuesto, extremadamente rico, y lo suficientemente mayor como para tener todas las aventuras o romances que quisiera, pero en todo el tiempo que llevamos de conocernos, nunca he notado que tuviese una relación, o una acompañante. Nada. absolutamente nada.
Y para un hombre como Johnson Beckham, es más que evidente que la soledad no es una opción.
(...)
Tal y como prometió, Jonhson se unió a nosotros poco tiempo después de mi visita al despacho y pasó toda la tarde con Camille. Es increíble el tacto que parecía tener con su sobrina, e incluso con Thiago. Para un hombre tan imponente, resultaría difícil adaptarse a dos niños pequeños pero Johnson lo conseguía a la perfección.
A las siete en punto salimos de la casa para ir a la feria, esta vez los guardias nos acompañan, caminan detrás de nosotros mirando alrededor, alerta de cualquier cosa que pudiera parecerles sospechosa.
Paseamos entre los juegos, mirando los locales de peluches y de golosinas y tenemos que emplear todo tipo de técnicas para que los niños no comieran más azúcar de la necesaria.
Johnson parecía recuperado, pero los signos de cansancio aún eran evidentes en su rostro así que, mientras observamos a nuestros niños en el carrusel, me atrevo a hablar.
—No luces bien.
No me mira, mantiene la atención en los caballos que giran y que sostienen a Camille y a Thiago. Ambos nos saludan cuando pasan frente a nosotros, con sus sonrisas inocentes e iluminadas.
—Estoy bien —dice casi con frialdad.
—Si, bueno, eso no me hace cambiar de opinión.
Hay un silencio que se extiende por varios segundos más.
—Es solo el trabajo.
Por el tono que emplea al responder, sé que no es en lo absoluto el trabajo. Para alguien que finge gran parte de su tiempo, es bastante fácil reconocer cuando alguien más lo hace. Lo noto por la tensión en sus músculos, por como ha escondido las manos en los bolsillos de su chaqueta, esperando ocultar el movimiento que lleva haciendo desde que llegamos a la feria.
—Dudo mucho que el trabajo te tenga tan inquieto, tomando en cuenta que de ser así, ya hubieses llamado a Kyle.
Su mirada al sin se encuentra con la mía, los ojos fríos, distantes. Johnson podía ser bastante intimidante cuando te mira como si fuese capaz de arrancarte el alma.
—¿Cómo estás tan segura de que no lo he llamado?
Me encojo de hombros.
—Simple deducción. Pero no has respondido.
—No has preguntado nada.
Resoplo.
—Sé que no somos amigos ni mucho menos pero...
—Auch —lleva una mano al pecho y me mira —yo creí que ya éramos amigos.
Una leve risa me invade y parece contagiársele.
—Eres imposible.
—Es parte de mi encanto —me dedica un guiño.
—A veces me pregunto como es que lo haces —tomo una inhalación y me giro hacia él —está bien decir que a veces estamos como la mierda, ¿sabes?
La comisura de su labio se curva hacia arriba. Me mira por un par de instantes antes de suspirar, parece un suspiro de derrota, como si se hubiese cansado de negar algo que nadie ve en realidad.
—Estoy como la mierda, ¿contenta?
Lejos de alegrarme, siento una extraña presión en el pecho que no se reconocer.
—No es el trabajo, ¿verdad?
No me responde, y eso solo puede significar que tengo razón.
—No he dormido mucho últimamente, quiero decir...habitualmente no duermo mucho pero siempre es más de un par de horas. En los últimos días apenas y he podido pegar el ojo, así que trabajo. Me ayuda a distraerme.
Parece tener la mirada perdida mientras observa como el carrusel sigue girando.
—Hasta que la oscuridad vuelve y todo se va al carajo —susurro y sus ojos me buscan de inmediato —sé como se siente.
No habla, pero no es necesario que lo haga para que entienda lo que está sintiendo.
—Si de algo sirve, no es para siempre —sonrío —son días buenos, y otros malos. Así es como debe de ser.
—Aún espero mis días buenos —admite en un suspiro —creo que no he roto la maldición aún.
Sus ojos se posan en los míos, mantiene el contacto mientras su sonrisa aparece, el gesto que he visto pocas veces pero que cuando se revela luce tan...
Algo rompe el momento, un sonido ensordecedor que provoca gritos de terror y una oleada de personas corriendo de un lado al otro, antes de siquiera poder reaccionar, un nuevo estallido se produce y mis oídos zumban.
—¡Thiago! —exclamo horrorizada al entender lo que ocurre.
Pero he reaccionado tarde, una nueva detonación ocurre y mi pánico incremente al entender que nos encontramos en medio de un maldito caos.
Justo en el centro de un tiroteo.
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