Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

5.- Un cabo suelto

Jonhson

La primera semana pasa con normalidad, o eso es lo que quiero creer. Bea ya no parece tan renuente a mi compañía y hemos llegado a una especie de tregua que no involucra discusiones. Tal y como lo dijo, estuvo viniendo conmigo para dejar a los niños en la escuela, sin embargo, Thiago parecía adaptarse cada vez más a mi presencia así que al final de la primera semana, él estaba bastante familiarizado como para que su madre se diera cuenta que no tenía que venir con nosotros.

Así que al inicio de la segunda semana, Bea se quedó en casa y yo me encargué del llevar y traer a los niños. Fue un alivio, en realidad, saber que Bea confiaba lo suficiente como para permitirme una pequeña responsabilidad con Thiago, aunque no canto victoria porque aún reconozco la distancia que Bea intenta interponer entre nosotros.

—¿Realmente no tienes que ir al trabajo? —mantengo mi atención en Bea mientras prepara el desayuno.

Intenté ayudarla pero como suele suceder, me mandó a sentar y ordenó que no interfiera con sus actividades, como si el darle mi ayuda fuese a arruinar el par de huevos con tocino que se preparan en la sartén.

—No —le doy un sorbo a mi taza de café —Kyle fue bastante condescendiente en realidad —sonrío levemente.

Ella me mira curiosa.

—Eres el mayor, ¿no es cierto? —asiento —¿por qué entonces Kyle es el director y no tú?

Quiero pensar que ella en realidad sabe la historia, es decir, ¿Cómo podría ignorarlo? Pero incluso si no lo supiera, realmente no me apetece contarle justo ahora toda mi trágica historia.

—Kyle merece el puesto —me encojo de hombros —en la última década ha sido él quien ha hecho todo por las empresas, no sería justo intentar adueñarme de un puesto que no me corresponde.

Bea mantiene la mirada fija en mí, soy consciente que tal vez tenga más preguntas. Ella es accionista de las empresas que nos pertenecen, aunque nunca ha estado demasiado involucrada. Según la información que Kyle me dio, su dinero funciona como inversión cuando queremos arriesgarnos con un nuevo diseño, y ella recibe grandes cantidades de dinero por las ganancias cuando los modelos salen al mercado.

Bea Collins es una mujer de negocios con una tierna proyección de madre dedicada.

—Así que, ¿solo cediste el puesto?

—Para ceder algo, tenía que haberme pertenecido antes —bajo la vista brevemente —las empresas de mi padre me pertenecían, pero de eso no queda nada. Kyle se encargó de que las empresas Beckham resurgieran, sé que si pidiera el puesto de director ejecutivo, él me lo daría sin chistar, ¿pero que clase de hermano sería? Le estaría robando algo que le pertenece, algo por lo cual luchó por años, eso no sería justo.

Cuando elevo la mirada de nuevo, me encuentro con una mirada suave y una pequeña sonrisa en sus labios.

—No pareces el tipo de hermano que renunciaría al poder por los suyos.

—Créeme, Bea —sonrío con algo de tristeza —he renunciado a mucho más que al poder por los míos.

Hay un corto silencio entre nosotros, tengo la tentación de decir algo pero no sé en realidad qué, ¿por qué de pronto todo se siente tan incómodo?

—Supongo que a veces tenemos que renunciar a ciertas cosas por las personas que amamos —dice con suavidad —a veces renunciar es lo mejor que podemos hacer por el bienestar de los demás, ¿no es verdad?

—Parece como si supieras bien lo que es renunciar a algo —me apoyo en la barra de la cocina, inclinando mi cuerpo hacia el de ella.

—Sí —me sorprende su sinceridad —no eres el único que ha perdido cosas aquí, John.

Arqueo la ceja.

—Oh, ¿ya estamos entrando en confianza?

Ella ríe y quiero jodidamente grabarme el sonido, porque es sincero, melodioso, es tan malditamente cautivador y yo no debería estar sintiendo nada de esto por solo una risa.

—No sé de que hablas, Johnson.

—Oh, vamos —echo la cabeza hacia atrás —sacaste un diminutivo de mi nombre, eso ya es confianza, ¿o no?

Se gira para terminar con el desayuno que me sorprende que no se haya quemado con el tiempo que ha pasado. No me mira mientras sirve la comida en dos platos y luego empuja uno hacia mí.

—Supongo que me he dado cuenta de que no eres tan malo después de todo.

—Te he conquistado, admítelo.

—En tus sueños, Johnson —dice con fastidio pero noto el atisbo de sonrisa en sus labios.

Nos acomodamos sobre los bancos y no respondo a sus palabras porque en cierta parte, el silencio que se ha instalado entre nosotros es...cómodo. Casi parece un espacio en donde podemos convivir sin querer asesinarnos el uno al otro y eso es mucho más de lo que siquiera pude considerar a llegar con Bea.

Es cierto que al inicio tuve otras intenciones...muy diferentes a las de ahora, pero en ese momento se siente como si solo estuviésemos compartiendo un momento, casi como amigos.

Aunque estamos muy lejos de serlo.

Cuando terminamos de desayunar, me encargo de levantar los platos y ella desaparece de la cocina. No me demoro mucho, cuando termino considero si es buena idea el ir en su búsqueda pero una parte de mí quiere mantener la distancia, aún cuando la otra pide a gritos todo lo contrario.

Termino por hacerle caso a mi parte racional, así que me refugio en el despacho de Kyle y las dos horas siguientes, la paso sumergido entre los informes que tenía que presentar la semana entrante, no me aparto de la computadora hasta que es hora de ir a recoger a los niños, para cuando bajo, Bea está en la puerta colocándose el abrigo.

—Creí que ya había quedado claro que mi presencia no significa un problema para Thiago —murmuro mientras tomo las llaves del auto.

—Sí —sonríe levemente —hoy solo quiero acompañarlos.

El vuelvo que siento en mi interior estoy bastante seguro que no es normal. Pero me las arreglo para sonreír como si lo que hubiese dicho no hubiese causado un maldito revuelo en mí, ella no tiene porque saber que unas simples palabras tienen tanto efecto en mí.

—Entonces vamos.

Los silencios son habituales entre nosotros, pero ahora han dejado de ser incómodos, ninguno parece sentir la necesidad de hablar así que no lo hacemos. Solo permanecemos compartiendo el reducido espacio del auto.

Cuando llegamos a la escuela, bajamos del auto y avanzamos hasta la entrada en donde el grupo de niños espera. Soy capaz de reconocer a mi sobrina aún cuando no hemos llegado a las rejas, la maestra sonríe cuando nos mira y dice los nombres de los dos niños que se apresuran a correr hacia nosotros.

—¡Tío John! —Camille es la primera en llegar —¿podemos ir al parque por helado?

—¡Si! —Thiago se le une y mira a su madre —¿podemos mami?

Miro a Bea.

—¿Qué dices?

—¿No tienes trabajo que hacer en casa? —pregunta.

Claro que tengo, pero justo ahora la idea de pasar las siguientes horas frente a una computadora no se me hace tan atractiva.

—No —sonrío —estoy libre para ir por ese helado.

Ella permanece en silencio por un par de segundos antes de liberar a la sonrisa que amenazaba con adueñarse de sus labios. El gesto es natural, sincero, y me pregunto el porqué ha pasado tanto tiempo escondiéndolo.

—De acuerdo.

El grito emocionado de ambos niños se deja escuchar y pronto los tenemos corriendo alrededor.

—Y eso es que no han probado ni un gramo de azúcar —dice Bea rodando los ojos pero sin apartar la sonrisa del rostro —niños es mejor que se comporten si quieren conseguir ese helado.

—Ahora entiendo porque Aria insistió en que vinieras —la miro brevemente abriendo la puerta del auto. —Eres buena controlando a este par de criaturas.

—No, yo creo que le preocupaba como iba a encontrar a Camille cuando volviera —me molesta —esa adorable niña iba a desaparecer.

—No dudes de mis habilidades como tío —objeto —te sorprenderías.

Cuando ambos niños están en sus asientos, nosotros subimos. Conduzco hasta uno de los parques cercanos, un sitio familiar en donde a todas horas había vendedores ambulantes, comida de todo tipo, y familias enteras disfrutando del espacio.

Esta no es la excepción así que cuando bajamos, los niños parecen haber encontrado el sitio perfecto para correr sin preocuparse por nada.

—Creí que los guardias vendrían —dice mirando alrededor.

Mi hermano toma la seguridad muy en serio, durante años ha tenido a un equipo de seguridad que acompaña a su familia a cualquier sitio, yo no soy tan aficionado a tener a un grupo de hombres siguiéndome, pero no puedo debatir contra las reglas de Kyle, aunque si puedo modificarlas un poco.

—No vienen todo el tiempo —mantengo la vista en Camille mientras nos acercamos al puesto de helados —no los necesito.

Bea me lanza una mirada curiosa.

—No puedo evitar pensar que Kyle y tú son tan diferentes —observa —parece como si él fuese el hermano mayor, siempre preocupado por la seguridad, por hacer lo correcto, y en cambio tú...

—¿En cambio yo qué? —alzo la ceja —la edad no tiene absolutamente nada que ver con eso.

Ella ríe.

—No, pero no luces como un hombre de ¿qué? ¿Cuarenta años?

—Cuarenta y uno —corrijo y noto el destello de sorpresa. —¿Qué? ¿Soy demasiado viejo para ti?

—Oh, cállate —da un golpe contra mi brazo —no eres mi tipo, Beckham.

Chasqueo la lengua.

—No sabes de lo que te pierdes. Soy bastante bueno en muchas cosas...

—Las reglas —interrumpe —¿las recuerdas?

No puedo retener la risa que brota de mis labios, no respondo porque hemos llegado al puesto de helados y Bea se encarga de pedir los nuestros. Thiago y Camille vienen corriendo cuando notan donde nos encontramos y mientras comen el helado, es el único momento en el que podemos conseguir que estén sentados.

Sin embargo el gusto no dura demasiado porque tan pronto como los terminan, retoman las carreras.

—A veces me pregunto como es que pueden tener tanta energía —dice Bea mirándolos —es...agotador.

—¿No tienes a nadie quien ayude con su cuidado?

Noto como la expresión de Bea cambia, como sus facciones se endurecen y me reprocho por el preguntar algo tan estúpido.

—No —dice después de un rato —Thiago es lo único que tengo en la vida, cuando nació me prometí que no dejaría que nadie le hiciera daño, de ningún tipo, no confío en las personas, no sé cuando van a mentir, o van a terminar traicionándome.

Habla con rencor, lo reconozco con facilidad aunque ella parece no darse cuenta de la emoción que domina su voz mientras observa a su hijo.

Mi conciencia elige ese preciso momento para hablar, para recordarme el pasado.

—Tienes razón —suelto un suspiro —a veces quien menos lo espera, termina clavándote un puñal.

Deja de mirar a los niños para observarme.

—Dudo que lo entiendas.

Sonrío con ironía.

—Pasé seis años sin saber de mi familia —dejo de mirarla para observar a Camille. Aún a la distancia puedo ver su sonrisa, puedo ver lo feliz que es. —Pasé seis años lejos de las personas que amo porque alguien decidió traicionarnos, por mi culpa, por un error...mi familia quedó destruida. Así que sí, Bea, claro que sé lo que es ser traicionado. Tal vez no del mismo modo en el que tú lo has experimentado, pero las traiciones no distinguen diferencias.

—Pero no tienes a nadie quien pueda traicionarte ahora —afirma —en cambio yo...

—¿Crees que alguien va a traicionarte, Bea?

—Sí —aprieta los labios —y temo que cuando lo hagan, él regrese.

Me toma dos segundos entender que es lo que quiere decir, me toma una fracción de tiempo llenarme de la furia contenida de que ella aún crea que él está vivo.

Que ese hijo de puta aún continúa con vida.

—No va a volver —me mira apenas termino de hablar —no lo hará, así que no tienes que preocuparte por que alguien pueda traicionarte.

—Eso no lo sabes —espeta.

—Créeme, lo sé.

—Ese día en el hospital...

—No —la dureza de mi voz sale sin siquiera darme cuenta —no es algo que...

—Por favor —dice y su mano sobre la mía se siente como una corriente eléctrica —recuerdas tan bien como yo todo lo que ocurrió, y he querido negarme a mi misma la verdad porque una parte de mí quiere pensar que él no...

—Él murió, Bea —me atrevo a mirarla y encuentro el dolor en sus ojos —y por tu bien, y el mío, es mejor que no vuelvas a mencionarlo.

Se aleja, su mano abandona la mía y siento la opresión apoderarse de mi pecho.

—Han pasado cinco años —continúa —¿Cómo sabes que realmente está muerto?

No respondo.

—¿Tú lo mataste, Johnson?

Debería decirle la verdad, debería acabar con mi maldito tormento. Debería decirle que sí, que fui yo quien se aseguró que el hijo de puta de Ron Collins no volviera, pero sé lo que le hará saber que llevo la sangre del padre de su hijo en mis manos.

Porque puedo reconocer los sentimientos de su mirada, es la misma mirada que Aria tuvo cuando creyó perder a mi hermano, es la misma mirada de una mujer malditamente enamorada de su esposo.

Y soy un puto cobarde por no poder enfrentar lo que hice, pero no quiero que la verdad acabe por destruir lo poco que hemos construido en estos siete días.

Así que miento.

—No —el alivio que hay en sus ojos se siente como un puñetazo. Se siente como un golpe.

—Aria tuvo razón —dice con suavidad —no eres tan malo como intentas aparentar.

Me dedica una sonrisa mientras se incorpora para ir donde los niños juegan, la miro alejarse, mantengo la atención en ella, siguiendo sus movimientos hasta que el sonido del celular me distrae. Meto la mano en el bolsillo tomando el artefacto y miro la pantalla.

La sangre se me congela cuando leo el mensaje, mi corazón pasa a latir al mil por ciento en un segundo y me incorporo tan rápido que las personas a mi alrededor me miran, pero no me importa, porque el mensaje en la pantalla se siente como el inicio de una nueva pesadilla.

"Debiste decirle la verdad, Johnson. Los cabos sueltos siempre buscan venganza, no lo olvides"

________________________________________________________________________


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro