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23.- Pérdida del sentido.

BEA

Mi corazón martillea con furia cuando me detengo frente a la casa de Kyle. La noche se ha adueñado del ambiente, mis pasos son apresurados mientras corro hacia la entrada de la casa, uno de los guardias se aproxima apenas repara en mi presencia.

—Necesito hablar con Kyle —pido con rapidez —es urgente.

El guardia me mira con semblante preocupado.

—El señor no se encuentra en la residencia —informa.

—¿Qué? —miro detrás del hombre —¿Está Aria entonces? Necesito hablar con ellos, es importante...

—¿Bea?

Observo con confusión al hombre que no esperé encontrar aquí. Josh me observa detenidamente antes de indicarle al guardia que me deje acceder.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Se trata de Johnson —su mirada se torna oscura —está en problemas, yo...

—Claro que está en problemas —dice con la voz tensa —pero, ¿Cómo lo sabes?

—Recibí un mensaje —saco el celular y se lo enseño —estoy segura de que él no es quien me está citando ahí, sé que está en problemas y necesito hablar con Kyle...

—Bea...

—Necesito que me ayude porque sé que su hermano nos necesita, yo sola no puedo hacer mucho...

—Ya lo sabemos —sus palabras me sacan de balance —sabemos donde está John, y sabemos lo que ocurre.

—¿Qué...?

Josh suelta un suspiro. Mira a su alrededor, como si quisiera asegurarse que no hay nadie que pueda escuchar lo que es ilógico porque estamos en casa de Kyle. ¿Quién podría escuchar algo?

—Aria y Camille fueron secuestradas.

—¡¿Qué?! —mi voz brota llena de pánico —Por Dios...

—Se las llevaron aprovechando que estaban solas, y luego las usaron para atraer a Johnson.

Un jadeo brota de mis labios mientras comienzo a entender todo. Solo entonces reparo en la computadora que Josh tiene en el centro de la sala, hay un par de teléfonos conectados, y una máquina que no consigo identificar.

—Johnson...

—Bruno Millers tiene a Johnson —doy un paso hacia atrás —Kyle está en las bodegas, esperando el momento adecuado para poder hacer algo por su hermano y su familia, pero no podemos arriesgarnos a simplemente entrar.

El horror me llena por completo, todos los peores escenarios comienzan a reproducirse en mi mente, uno por uno, en cámara lenta. El pánico explota en mi pecho, Aria y Camille están en peligro de nuevo, en manos de hombres que sé perfectamente que nunca se tentarán el corazón.

—¿Por qué entonces me quiere? —cuestiono.

El cuerpo de Josh se tensa, su rostro se contrae mientras deja de mirarme.

—¿Qué ocurre? —inquiero —¿está relacionado con la muerte de Ron?

Él suelta un suspiro.

—Quieren venganza por la muerte de Ron —masculla —ellos...

—Tengo que detenerlos —le doy la espalda, cada segundo que paso aquí es un segundo menos que ellos tienen para poder salir con vida. No sé que es lo que Bruno planea, pero estoy bastante segura de que eso no impide lastimarme.

Ni a mí, ni a Thiago.

Y tal vez puedo usar eso para salvar a las personas que menos merecen sufrir en el mundo.

—¡Bea espera!

—Tengo que detenerlos —respondo sin detenerme —si hay una oportunidad para salvarlos, es esta.

—No lo entiendes —dice tomándome del brazo para girarme —no vas a poder hacer nada por él...

—¿Cómo estás tan seguro?

—Porque lo quieren muerto —sus palabras causan que mi corazón casi se detenga —no secuestraron a una mujer embarazada y a una niña solo por diversión. Ellos no van a detenerse, Bruno no va a detenerse hasta poner una bala en la frente de Johnson. Y ni siquiera tú podrás evitarlo.

Lo miro en silencio, no he convivido mucho con Josh como para conocerlo, pero sus ojos reflejan una desesperación que nunca había visto en ellos. Su cuerpo está tenso, y noto como se aferra al celular que tiene en una de sus manos.

—Hay algo que tienes que saber —dice —algo que debiste saber hace mucho...

La pantalla del celular que tiene en la mano se ilumina, reconozco el nombre de Kyle y Josh me lanza una mirada que entiendo perfectamente.

—Quédate aquí —casi ordena mientras toma la llamada y me da la espalda.

Evidentemente no planeo hacerle caso. Porque no importa lo que puedan decir, sé que si Johnson tiene una oportunidad de salir vivo, tengo que dársela. Bruno no va a asesinarme, de eso estoy segura.

Realmente no puedes asegurar eso.

Una voz me repite las palabras, pero sé que solo hay una forma de averiguarlo.

Mientras salgo de la casa, abro la aplicación de mensajes y busco el chat de Kyle.

"No sé cuales sean tus planes, pero debes asegurarte de poner a salvo a Aria y a Camille, yo me encargo de John"

Envío el mensaje, me subo al auto y cuando estoy encendiendo el motor, Josh aparece.

—¡Bea espera!

Pero no lo hago, no tengo tiempo para seguir hablando de cosas del pasado, no puedo perder el tiempo intentando entender los por qué.

—¡Johnson es...! —no termino de escuchar la frase, la voz de Josh se desvanece conforme acelero hasta salir a la carretera, se pierde hasta que no puedo escuchar nada más que el viento golpeándome el rostro.

Ya perdí una vez al hombre que amaba, no estoy dispuesta a permitir que ocurra de nuevo. Esta vez, será diferente.

JOHNSON.

Durante los años que pasé intentando esconderme, tuve cientos de encuentros con personas peligrosas, hombres que creían que la fuerza física era lo que alguien necesitaba para obtener respuestas, lo cual no siempre es cierto.

Porque existimos personas que toleramos todos los grados de dolor, y que los golpes físicos no son un medio para hacernos hablar.

El aire abandona mis pulmones cuando el puño de uno de los matones de Bruno se encuentra con mi abdomen, el sonido de las cadenas que me mantienen colgando del techo llena mis oídos mientras aprieto los párpados y me obligo a tolerar la sensación de ahogamiento que me invade.

El ardor de mis muñecas provocado por los grilletes aumenta cuando mi cuerpo se sacude con un nuevo golpe. No estoy muy seguro, pero es probable que a este punto ya tenga un par de costillas rotas.

—No ganas nada haciéndote el valiente —la voz de Bruno se filtra por mis oídos —no te vas a salvar por mantener la boca cerrada, lo sabes, ¿no es cierto?

Toso recuperando el aliento.

—Hablar solo va a hacer que tu tortura se acabe más rápido.

Suelto una risa.

—¿A esto le llamas tortura? —inquiero con una respiración entrecortada —en todo caso, ¿qué más quieres que diga?

Bruno se acerca, lo observo desabotonar las mangas de su camisa, y arremangarlas hasta la altura de los codos. Su puño se encuentra contra mi rostro un par de segundos después, la sangre llena mi boca y tengo que tolerar la sensación de nauseas que me invaden por el sabor.

El sonido de las cadenas tiendo tiradas se escucha y mi cuerpo se eleva, antes mis pies tocaban la superficie pero ahora se mantienen elevados por lo que la presión en mis muñecas aumenta.

Suelto una maldición, mis costillas duelen cuando respiro pero el grado de dolor es aún mínimo, sin embargo, no tengo idea de cuánto tiempo Bruno pretenda prolongar esto.

—No pensaste que esto pudiera suceder cuando mataste a Ron, ¿cierto?

—Lo cierto es que no me preocupé demasiado por eso —sonrío y eso lo irrita, puedo verlo por como aprieta los puños, una seña demasiado evidente de que puede perder el control fácilmente —solo hice lo que debía.

—Hacer lo que debías —repite lentamente —seguro tenías muchas otras opciones para elegir.

Me río sin querer hacerlo realmente.

—¿Realmente te dolió su muerte? ¿O es que el hecho de que muriera te arruinó algún plan?

—Por mucho que no lo creas, Ron y yo llegamos a ser unidos. Era mi hijo después de todo, le tomó algunos meses aceptarme del todo, pero al final lo logró. Y yo estaba orgulloso de él, apenas lo estaba recuperando cuando me lo quitaron de nuevo, esta vez para siempre.

Bruno aprieta los dientes, me mira con ira cruda, como si quisiera acabar con mi vida ahora mismo.

—Tú lo asesinaste sin remordimiento y luego...luego te metiste con su esposa. ¿Qué clase de enfermo eres? —inquiere casi con asco —pretendes ser un padre para mi nieto luego de que asesinaste a su padre, no creas que puedo permitir que te quedes con una vida que no te corresponde.

—Pierdes el tiempo con tus discursos sentimentales —espeto —mátame de una buena vez si eso es lo que deseas. Si quieres que suplique por mi vida, no lo haré. Puedes golpearme tanto como quieras, pero no voy a darte eso.

Bruno sonríe.

—No seré yo quien te asesine —dice con seguridad.

No tengo tiempo de responder, porque reconozco la voz que viene del otro lado del pasillo. Bruno sonríe con más entusiasmo, reconozco su voz preocupada, mi corazón amenaza con detenerse y esta vez, esta vez si siento el dolor atravesarme el cuerpo porque sé que en cuento ella entre por esa puerta, todo finalmente habrá acabo.

La puerta se abre y un guardia la empuja dentro, su mirada recorre toda la estancia hasta que me encuentran y el horror cruza por su rostro.

—¡John! ¡Por dios, bájalo de ahí! —grita corriendo hacia mí pero uno de los matones la intercepta. —¡Suéltenlo!

—Bea, no...

—Hagan lo que pide —Bruno hace un gesto hacia el matón que manipula la cadena, él tira de algo y escucho el sonido de las cadenas liberándose, mi cuerpo cae y jadeo cuando golpeo contra el suelo, más astillas se clavan en mi pie y ahogo un quejido que amenaza con brotar de mis labios.

Bea corre hacia mí, el hombre que la sostenía la ha soltado así que no tiene a nadie que le impida acercarse.

—¡Por Dios! —exclama llegando hasta mí —¿estás bien? ¿Te hirieron demasiado?

Sus manos acunan mi rostro, solo hay una forma de hacerme vulnerable, y eso es colocando a esta mujer frente a mí. Está preocupada, puedo verlo en sus ojos, en la forma en la que sus manos me recorren intentando asegurarse de que estoy bien.

—Be, no debes estar aquí —susurro.

—Claro que tengo que estar aquí —dice tomando mi rostro —voy a sacarte de aquí, ¿escuchas? Voy a...

—Yo que tú, no me preocuparía tanto por él —Bruno habla con tranquilidad —créeme.

—Déjalo ir —pide Bea incorporándose —deja ir a Aria, y a su hija. No tienes que hacer nada de esto...

—Por favor, Bea, no quieras emplear un discurso moralista ahora —dice él con desdén —te aseguro que en cuanto sepas la verdad, no vas a tener ganas ni de mirarlo.

Cierro los ojos, me apoyo contra el suelo intentando incorporarme, los grilletes aún están alrededor de mis muñecas y aunque ya no estoy colgado del techo, aún estoy atado a las cadenas. Todo intento de escapar sería en vano.

Y no olvido que aún tienen a Aria, y a Camille. Ellas aún están aquí, aún pueden ser dañadas.

—¿Esto es por Ron? —inquiere Bea en un tono casi incrédulo —¡John no tiene nada que ver! ¡Él no...!

—Bea, por favor —susurro y ella me mira —vete, ponte a salvo. Vuelve a casa, esto no te incumbe.

—Claro que le incumbe —dice Bruno soltando una risa —¿no quieres saber la verdad de lo que ocurrió con Ron?

—No —responde con firmeza —debes saberlo, porque sé que fuiste tú quien estuvo enviándome mensajes por semanas, sé que fuiste tú quien insistía una y otra vez con revelar información. Pero no quiero saberlo, solo quiero dejar todo atrás, mi respuesta seguirá siendo la misma siempre.

—Me lo imaginaba —dice chasqueando la lengua —estás tan cegada por lo que él te ha hecho creer, pero te aseguro que eso está a punto de cambiar.

Bruno saca el arma, la carga y Bea retrocede.

—Creo que Johnson tiene algo para decir —murmura mirándome —¿no es así, Johnson?

No digo ni una palabra. Sé exactamente que es lo que va a pasar, sé que es lo que pretende, pero no me creo capaz de mirarla a los ojos y decirle la verdad.

—Bueno, creo que necesitan un incentivo para hablar.

Más pasos se escuchan, de pronto la puerta de metal se abre, y uno de los hombres empuja a Aria.

—¡Déjala en paz! —grito poniéndome de pie pero Bruno la apunta con el arma —déjalas fuera de esto, ¿qué mierda quieres que haga para que las dejes en paz?

—Di la verdad —exige —no me hagas disparar.

—John...—Aria solloza mientras sus manos se envuelven alrededor de su vientre —por favor.

—Bruno déjalas en paz —esta vez es Bea la que habla —lo que sea que pretendas puedes hacerlo con nosotros, no lastimes a personas inocentes...

—Nadie aquí es inocente —dice.

Un disparo al aire suena, Aria grita y Bea se estremece.

—La siguiente vez será justo en su frente —amenaza —y luego iré por la niña.

La desesperación me llena por completo, sé que solo hay una manera de hacer esto, aquello que pasé meses posponiendo, al fin sucederá.

—Dile la verdad —exige Bruno.

—Be...—mi voz brota inestable —yo...

Bea me observa, su mirada cae en mí sin entender que es lo que ocurre, tomo una inhalación preparándome para decir las palabras que me juré callar.

—No tenemos todo el día, Johnson.

La miro, nuestros ojos se encuentran y agradezco que Bruno vaya a asesinarme porque sé que no podré vivir conmigo mismo al decirle la verdad.

Bajo la vista un segundo antes de tener el coraje suficiente para decir:

—Bea, el asesino de Ron...soy yo.

Jadea, retrocede por completo, alejándose de mí.

—Yo maté a Ron —repito —esa es la verdad que este hijo de puta quiere que sepas.

—No —dice horrorizada —tú no...

—Claro que lo hizo —Bruno se aleja de Aria, se acerca con lentitud hasta Bea y le tiende el arma, ella mira el artefacto con el que puede acabar con mi vida, las lágrimas se acumulan en sus ojos mientras comienza a comprender la verdad —merece pagar por haber asesinado a Ron.

No sé como es que puedo ponerme de pie, no tengo intenciones de defenderme, no voy a hacerlo porque después de todo, tal vez merezco estar aquí.

—Bea, toma el arma.

No sé que es lo que esperaba, pero que Bea tomara el arma no era una de ellas. Su mano se envuelve con firmeza alrededor de la empuñadura, las lágrimas descienden por sus mejillas pero no emite ni un solo sonido.

—Jugó contigo todo este tiempo —Bruno parece satisfecho —estuvo contigo, diciéndote que te quería, estuvo al lado de Thiago, mintiéndoles siempre.

—No —mi voz brota estable a pesar de todo —puedo jurar que nada de eso es verdad y tú lo sabes, Be. Nunca jugué contigo, siempre te dije la verdad. Debí decirte que es lo que hice desde el inicio pero me rehusaba a perderte, ahora sé que fue un error pero no puedo cambiar mis acciones del pasado, y te aseguro, que no te culpo si deseas apretar ese gatillo y acabar con mi vida.

El silencio cae sobre nosotros.

—Me mentiste —susurra con la voz llena de dolor —me prometiste que no lo matarías. Sabías que alguien intentaba decirme la verdad y nunca hiciste nada al respecto, ¿qué tan cínico tienes que ser para eso? Me hiciste creer que realmente podíamos tener un futuro cuando... ¿Cómo podríamos? Eres un asesino, eres un monstruo.

Sus palabras se me clavan en el pecho.

—Tuve que hacerlo —mi voz tiembla ligeramente —lo sabes. No había otra salida.

—Dijiste que no lo matarías —susurra con voz rota —me mentiste desde que nos conocimos, solo han sido mentiras tras mentiras.

—Dispara —esta vez soy yo quien lo exige —acaba con esto de una vez —volteo hacia Aria.

Tiene el rostro lleno de lágrimas mientras me observa con una preocupación tan intensa que la culpa cae sobre mí como una maldita piedra.

—Acaba con esto y ponlas a salvo —pido —yo merezco esto.

Bea sacude la cabeza, pero eleva el arma, apuntándome.

—Debiste confiar en mí, debiste decirme la verdad, ¿Cómo pudiste ocultarla todo este tiempo? ¿Cómo mirabas a Thiago y fingías que realmente podríamos ser algo más?

—Porque es un puto mentiroso, Bea —Bruno sonríe —porque es un hijo de perra que no te quiere lo suficiente, hazlo, dispara y mátalo de una vez porque te aseguro que él no sintió remordimiento por matar a Ron.

—No —los ojos de Bea se llenan de dolor —te aseguro que no me arrepiento de lo que hice, tú esposo era un traidor, secuestró a Aria y la llevó con hombres que pudieron asesinarla. Yo tuve un motivo para actuar, Be. Así como tú tienes uno ahora.

Las lágrimas se deslizan por sus mejillas.

—Hazlo, está bien —le sonrío suavemente —si quieres disparar, entonces hazlo. Es hora de acabar con esto.

Dispara, lo hace. El sonido explota y el dolor estalla en mi hombro, mi cuerpo cae hacia atrás, escucho el grito de Aria, mi cuerpo cae contra la suciedad sintiendo las astillas clavarse más en mi piel, de pronto, mientras estoy en el suelo los recuerdos de la primera vez que estuve a punto de morir vuelven, recuerdo el cuerpo agonizante de mi padre, me recuerdo a mi mismo agonizando.

—¡Bea, no! —escucho el grito de Aria pero no puedo mirarla —¡Por favor, no lo hagas Bea!

Un quejido brota de mis labios, me toco el hombro sintiendo el líquido caliente contra mi palma, cuando abro los ojos, lo primero que veo es el rostro de Bea, coloca el arma justo frente a mí y aún con el dolor, aún cuando sé que son mis últimos segundos de vida, le sonrío.

Le sonrío porque no puedo hacer otra cosa, porque conocía mi destino. Esto siempre terminaría acabando mal, sin importar las variantes, siempre terminaríamos hecho trizas. No tengo nada que perder, y para ser justos, tal vez ella es quien siempre debió de cazarme...un ojo por ojo.

—Lamento que nuestra historia termine así —susurro con la voz entrecortada —pero es lo que tiene que ser, sol.

Un sollozo brota de sus labios, tan desgarrador que creo que mostrarse tan rota frente a mí es su medio de tortura antes de acabar conmigo, pero no dispara, no me asesina como creí que lo haría, sino que gira y claro que dispara, no una, sino varias veces descargando el arma...en contra de Bruno.

El cuerpo sin vida de Bruno cae contra el piso, Bea lanza el arma a mi costado y con la voz rota del dolor, dice:

—No vales tanto la pena como para mancharme las manos de sangre —dice con palabras filosas —no lo hago por ti, sino porque ellas merecen mi lealtad.

De pronto no me mira como Bea, sus ojos han dejado de reconocerme, la furia adueñándose de ella, ha asesinado a alguien...por mi culpa. No puedo procesar lo que ha ocurrido. Entre el dolor, la confusión, y la adrenalina corriendo por todo mi torrente no puedo procesar el giro que ha tomado esta noche.

He terminado contagiándole mi oscuridad, Bea se ha convertido en una asesina por mi causa, porque debí de hablar con la verdad, debí de confesarle lo que estaba ocurriendo y no arriesgarnos a todo. Pero, ¿por qué me sorprendo? Eso es lo que ocurre conmigo.

Arruino a las personas sin darme cuenta, mis demonios se comparten con los menos merecedores.

Nunca debí de haber vuelto, nunca debí de exponer a mi familia de esta manera. Mis párpados pesan, mi visión se distorsiona y no soy capaz de seguir mirándola.

—¿Qué mierda hiciste? —la voz furiosa de Kyle se escucha, todo me da vueltas, escucho más gritos, detonaciones, pero no puedo hacer nada.

—Johnson, no —la voz de Aria se cuela por mis oídos —quédate conmigo, John —suplica —por favor, quédate conmigo.

No sé como mi mente es capaz de reaccionar.

—Cami...

—Ella está bien, está a salvo —dice con los ojos llenos de lágrimas, su mano presiona mi herida —no cierres los ojos, ¿de acuerdo?

—Be...

—Shht...

—Yo...la...a...amo —Aria solloza —dile...que lo...siento. Por...favor.

—Johnson quédate conmigo —suplica —no cierres los ojos, ¿escuchas? No puedes rendirte aquí.

Pero se equivoca, claro que puedo hacerlo, y tal vez es lo que tengo que hacer. Porque ¿qué caso tiene continuar con una vida sin sentido ni propósito? ¿Qué caso tiene continuar arruinando las cosas que más amo?

—John...

La voz de Aria se escucha cada vez más y más lejana. Mis párpados se cierran, y de pronto es como si mi mente se absorbiera hacia otro sitio, no la vieja bodega, sino un sitio que conozco bastante bien.

Supongo que tal vez esto es lo que sientes al morir. No hay luz al otro lado, solo un hombre que me sonríe con gesto cálido, y que consigue que todo en mi interior se apague.

—¿Papá?

Johnson —dice extendiendo la mano hacia mí —no esperaba verte tan pronto, pero estás aquí.

Siento las lágrimas en los ojos mientras me acerco, dicen que cuando sueñas con una persona que ha muerto, no debes tocarla. Pero ahora hay dos variantes, esto no es un sueño, y no me importa una mierda lo que tocar a un fantasma va a significar.

Simplemente me aproximo, mi padre abre los brazos y me refugio en él.

—Puedes estar tranquilo, todo al fin acabó.

Y le creo, creo en su palabra y simplemente me dejo guiar.  

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