17.- CONDENA
BEA
—Sé que puede ser confuso —Bruno se acomoda en el asiento —pero Ron era mi hijo biológico.
Lo miro sin entender del todo, Bruno sonríe un poco más, mete la mano en el bolso interior de su saco, y me extiende una fotografía.
—Conocí a la madre de Ron cuando era un joven estudiante de posgrado, tuvimos una relación alocada y sin compromiso, ella debía volver a Washington y yo vivía permanentemente en Italia. Así que luego de unos meses de un romance increíble, nos separamos.
Permanezco en silencio, tratando de entender si el hombre frente a mí en realidad es quien dice ser. En la fotografía, puedo reconocer a la madre de Ron, vi muchas fotos de ellos así que la reconozco, y el parecido del hombre que se muestra en la fotografía, es extremadamente similar al de mi difunto esposo.
—Nunca supe que ella estaba embarazada, hasta que volví a Washington y la encontré, casada con un hombre de alta sociedad y con un niño en brazos. La realidad es que ella estuvo comprometida durante todo el tiempo que estuvimos juntos, nunca lo dijo, evidentemente. Se embarazó semanas antes de volver, fue algo que me confesó cuando al fin me contó la verdad.
—¿Ron nunca supo la verdad?
—Lo supo, pero mi hijo era alguien que vivía de apariencias, así que no estuvo de acuerdo en revelar la verdad. Aún así pasamos mucho tiempo juntos.
Trato de recordar, de encontrar en mi memoria algún momento en el que Ron pudiera haber dicho algo, cualquier cosa, pero no hay nada. Lo que me hace cuestionarme, ¿en cuantas cosas más me mintió?
—Nunca habló sobre usted, ni una sola palabra.
Bruno suspira.
—Ron no estaba listo para afrontar la verdad. Pasamos tiempo juntos, confiaba en mí, pero el hecho de revelar que en realidad no era hijo del hombre respetable que se suponía fue su padre...nunca estuvo listo para eso.
Sacudo la cabeza.
—¿Por qué viene hasta ahora? Han pasado casi seis años desde que...—no termino la frase, la mirada del hombre se oscurece.
—Mi hijo menor, Dario, recibió hace unos meses una información peculiar relacionada con Ron.
Mi pulso se dispara, Bruno se inclina hacia adelante.
—Mi hijo fue asesinado, Bea —aprieto los dientes, mi ritmo se acelera tanto que por un segundo, creo que puedo desvanecerme —y quiero saber quien fue.
Mi respiración se agita, Bruno suaviza la mirada y agradezco que crea que mi reacción, se debe a que acabo de enterarme de una verdad que en realidad ya sabía.
—¿No tenías idea? —pregunta.
—Ron traicionó a personas que no debió —digo débilmente —él me abandonó, si viene aquí a querer reivindicar...
—Sé lo que hizo —dice tenso —sé que te abandonó en ese hospital, sé que no volviste a saber de él, no vengo para hacerte cambiar de opinión sobre lo que sientes respecto a Ron, vengo para que me ayudes a saber quien es el asesino de mi hijo.
Me incorporo, aprieto los párpados intentando controlarme, intentando no gritarle al hombre que no quiero seguir involucrándome con Ron y su muerte, que deseo olvidar cada cosa que ha pasado desde entonces, quiero olvidarme de una maldita vez del hombre que me destrozó el corazón.
—Ron se relacionó con personas peligrosas, no quiero...—tomo una inhalación —entiendo que debe ser complicado para usted, pero la muerte de Ron es algo que ya asimilé, tengo un hijo, un pequeño niño que merece seguridad e investigar el pasado...
La comprensión se adueña de su mirada.
—No quiero que te expongas, ni a mi nieto —un sabor amargo se instala en mi boca cuando el hombre, que hasta hace unos minutos era un desconocido, llama de esa manera a mi hijo.
—¿A qué ha venido entonces?
—A que me ayudes, que me digas todo lo que sabes. Necesito vengar a mi hijo, Bea. Tú harías lo mismo por el tuyo.
No puedes ayudarlo.
La voz en mi cabeza repite lo mismo una y otra vez, no puedo hacerlo porque la única persona que podría saber algo...es Johnson. Y ahora hay alguien detrás de él, lo que menos necesita es preocuparse por alguien reclamando venganza.
—Lo único que sé...—me giro hacia él otra vez —es que realizó algunos trabajos para una familia importante, no sé apellidos, porque Ron nunca dijo ni una sola palabra. ¿Quiere saber cómo me enteré?
Bruno no responde.
—Me enteré cuando las enfermeras dijeron que mi esposo no había vuelto, cuando le llamé una y otra vez y nunca respondió. Me enteré cuando supe que tomó un vuelo a Inglaterra sin decirme ni una palabra.
Son verdades a medias, pero recuerdo las palabras de Johnson, a las únicas personas a las que les debo lealtad son a aquellas que casi perecen por las acciones de Ron.
—Ron me abandonó, me dejó sin preocuparle si mi hijo y yo pagábamos las consecuencias. Me traicionó. Si usted quiere vengar a su hijo, hágalo, pero no venga a pedirme ayuda porque no voy a sacrificar mi seguridad ni la de mi hijo por vengar a un hombre que nunca se molestó en protegerme.
Bruno se incorpora, tomo una inhalación tratando de aparentar toda la valentía que puedo, Bruno Millers es intimidante, es alto, probablemente de la misma estatura de Johnson, se acomoda el traje mientras da un paso en mi dirección con la mirada fija en mí.
—Si usted quiere vengar a su hijo no soy nadie para detenerlo. Pero no me pida ayuda, no le debo nada a un hombre que me traicionó.
—Él enserio te amaba, ¿sabes? —sonríe levemente —hablaba de ti todo el tiempo, "dulce Bea"
Doy un paso hacia atrás, porque de pronto mi memoria trae todos los mensajes, cada insistencia, solo hay una persona que podía saber la forma en la que Ron solía llamarme, y ahora...
—Supongo que no me amó lo suficiente —mi visión se empaña y de pronto deseo que este hombre se vaya, desaparezca, desearía no saber nunca de su existencia —no puede culparme por querer continuar, ¿o sí?
—Supongo que no —dice en un suspiro —desearía que no perdamos el contacto, ¿puedes hacer eso por mí?
—Lo pensaré. Es un desconocido para mí, para mi hijo.
Asiente levemente.
—Lo entiendo.
Se acomoda de nuevo el traje y se aparta, me siento aliviada cuando crea distancia entre nosotros. Toma la fotografía que he dejado sobre el sillón y la mira por un par de instantes antes de girarse hacia mí otra vez.
—Espero que realmente lo consideres, me alegraría mucho pasar tiempo con la familia de mi hijo.
No respondo, Bruno me dedica un corto asentimiento antes de caminar hacia la puerta. Suelto el aire contenido y tan pronto como la puerta se cierra, tomo mi celular y llamo a la única persona que sé que puede ayudarme.
—Hola, Be.
No me molesto en dar el saludo, simplemente digo:
—Creo que sé quién está detras de ti.
JHONSON
—¿Estás segura? —Bea mueve la cabeza en un asentimiento.
—Si no estuviésemos segura, créeme que ni siquiera te lo hubiese mencionado.
Tomo una inhalación. En todo lo que investigamos sobre Ron nunca surgió ni una sola sospecha que él no pudiese ser hijo de la apoderada familia Collins.
Esto coloca una gran interrogante en la mesa ¿qué otras cosas hemos pasado por alto?
—Él es el único que sabía como llamarme. Nadie más.
—Pero dices que él no sabe quién estuvo detrás de la muerte de Ron.
La miro con cautela. Lo cierto es que si Bruno Millers ya sabe que fui yo quien acabó con su hijo, el acercamiento con Bea puede ser alguna especie de truco.
—No lo sé John —parece casi desesperada —pero no puedo estar tranquila sabiendo que ese hombre puede acercarse a nosotros en cualquier momento.
Sonrío levemente. Me aproximo hasta donde se encuentra y me coloco a su costado. Algo que me ha mantenido dentro de mi cordura es que Bea no corre ningún peligro, si lo que dice Bruno es cierto, la única intención para acercarse a ella es meramente familiar.
—Estoy seguro de que no corres ningún peligro. Ni Thiago. Pero si lo prefieres y te hace sentir más segura, puedo pedirle a un par de mis guardias que estén contigo.
Suelta un corto suspiro.
—No lo sé. Creí que no tendría que enfrentarme a esta clase de cosas otra vez.
Una punzada de culpa se me atraviesa por el pecho porque en cierta parte, nuestro acercamiento tiene una gran probabilidad de haber desatado de nuevo esta cacería.
Ella quería olvidar. Y ahora, por mí, tiene que enfrentarse a los mismos fantasmas de los cuales yo también quiero escapar.
—Supongo que hay cosas que no podemos evitar. Cosas a las cuales tenemos que hacerles frente o van a terminar por acabar con nosotros.
Sus ojos me miran, me pierdo en ellos preguntándome cuánto tiempo más seré capaz de ocultar la verdad. Sé que tenemos el tiempo contado, sé que se agota mucho más rápido ahora con la aparición de Bruno. Y tal vez es por eso que siento la necesidad de aprovechar cada segundo que me pueda brindar.
—No pareces preocupado –dice extendiendo la mano, su palma acaricia un costado de mi rostro y el solo tacto produce una sensación en mi sistema que no puedo explicar.
Después de todo lo que ha pasado en mi vida, nunca creí que pudiera haber espacio para tener sentimientos por alguien, pero ahora, considero los riesgos de permitirme sentir todo aquello que nunca consideré.
—He sobrevivido mucho tiempo, soy un experto. No tienes que preocuparte por mi.
Las risas de Thiago llegan hasta nosotros. Bea desliza su atención hacia él y sonríe levemente.
—Tengo que irme —dice de repente —¿Estarás bien?
—Sí —sonrío de lado y me inclino hacia ella. Mis labios apenas rozan los suyos antes de que me aparte pero ese contacto parece ser suficiente... por ahora.
—Le diré a mis guardias que te acompañen a casa —ella intenta protestar pero no se lo permito —sin objeciones.
Thiago entra a la casa, uno de los guardias viene detrás de él y al hombre se le borra la sonrisa de inmediato cuando nota mi presencia.
—John ¿irás a visitarnos pronto? —la suave voz de Thiago me hace sonreír.
Me coloco de cuclillas para poder estar a su altura. Me mira con ojos curiosos y maldición, desearía no ver en ellos el reflejo de su padre.
—Seguro. Si tu madre me recibe, por supuesto.
—¿Verdad que si puede ir, mami?
Bea sonríe suavemente.
—Por supuesto.
—En ese caso, iré apenas tenga oportunidad. ¿De acuerdo?
Asiente.
Cuando se despiden y salen por la puerta, el golpe de realidad vuelve. Tomo una inhalación, devolviendo el control a mi cuerpo y busco mi teléfono.
Marco el número que me sé de memoria, el número que me juré nunca volver a marcar, pero lo hago.
Porque parece que mi enemigo va un paso adelante, y si no hago pronto... sé exactamente cómo esto va a acabar.
El hombre al otro lado de la línea responde casi de inmediato, con su voz fría y severa, pero reconozco el tono de satisfacción en él cuando dice:
—Johnson Beckham, ¿qué favor necesitas ahora?
Debido a todos los años que tuve que pasar sobreviviendo, me hice de una amplia variedad de contactos. Personas de todo tipo dispuestas a hacer cualquier cosa que les pidieras. Muchas de ellas no necesitaban dinero porque tenían el suficiente, así que su cobro, eran favores.
Así conocí a Marcelo Yung, un hombre dedicado al tráfico de armas, peor también tenía variedad en su negocio. Es bien conocido por extorsiones, secuestros, etc.
El hombree es un criminal en toda la palabra, pero al momento que obtener información, es sin duda el mejor.
—Hola, Marcelo. Sé que dije que no volvería a llamar pero necesito realmente de tu ayuda justo ahora.
—Ya sabes cual es el costo por mi ayuda ¿o no
—Lo se bien, y sabes que siempre he cumplido con mi pago.
Escucho su risa
—Soy todo oídos.
—Alguien está cazándome de nuevo.
—Creí que eso estaba resuelto.
—Al parecer no —sonrío —pero tengo un nombre.
Hay un silencio en la linea.
—Bruno Millers —hablo con firmeza.
—¿Quieres que me encargue de él?
—No, necesito toda su información, el resto lo hago yo.
—Lo tendrás tan pronto como me sea posible.
Cuelga la llamada, suelto un suspiro con el pensamiento de que mis planes se han ido a la mierda. Porque tal vez ya es tiempo de que comience a defenderme.
Después de todo, lo he dicho antes.
Esto es lo que soy.
Y si me tengo que manchar las manos de sangre para proteger a los míos, sin duda alaguna lo haré. Aunque eso sea mi condena.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro