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18

Jimin.

Me resultaba increíble como los lobos se hacían pasar por ovejas tan fácilmente, como guardaban esas garras y los colmillos de fiera bajo una moldeada y casi perfecta sonrisa. Sin contar como ocultaban su mal olor de los demás. Pues sí, Karina era todo eso y mucho más. Me lo había demostrado esta mañana cuando trató de parecer lo más inocente posible ante la reunión del concejo presidencial. A veces odiaba haberla ascendido tanto y otras me arrepentía de haberme involucrado con ella sexualmente.

Recuerdo que salí de la sala de juntas casi echando humo escuchando esos tacones que me carcomen el cerebro a unos cuantos metros, con una Hara distante y frívola hasta parecer de hielo y quise mandar todo al carajo por ella y ahora estoy aquí, sentado mientras medito en mis acciones pasadas, el puntero del lapicero se desliza mientras sigo redactando documentos que prefiero hacer por mi propio puño. En estos momentos no me fío ni de mi sombra.

Dos leves toques en la puerta me hacen dejar de escribir concentradamente y levanto la vista. Él inconfundible perfume de Hara llena la oficina y con ello viene su presencia. Él corazón se me acelera cuando la veo, siempre con esas faldas de tuvo y blusas anchas, el color rosa palo le sienta increíble y la hace ver tan viva que asusta.

-Son los últimos informes redactados por contabilidad. Recursos humanos pidió un permiso para ampliar más el departamento ante la llegada de más empleados y...

-Está bien. Eso último lo podías haber mandado por correo, no tenías que venir en persona.

Le dije colocándome los lentes y abriendo las carpetas. Ella asintió sin mirarme y se quedó como estatua frente a mí. Me recordó a todas esas veces en que la miraba en secreto, se ve tan malditamente sensual con el cabello recogido en una coleta y los labios llenos de gloss. Respiro profundo reprimiendo las ganas de saltarle encima y tecleo en la computadora los números que se muestran en las estadísticas recopiladas. Un aumento del 3%, no es tan malo.

-¿Ya me puedo marchar?- la escucho hablar impaciente y aprieto con fuerza el mouse.

-Puedes Hara. Nadie te obliga a estar aquí.

Mis palabras tienen la misma frialdad que las suyas. Si ella se comporta así, pues yo también lo haré. Seremos dos inmaduros que no aceptan sus sentimientos y volveremos al jodido principio. Malas miradas, palabras con doble sentido y gestos fuera de sí.

-Disculpe entonces jefe, por estar invadiendo su espacio. Para la próxima enviaré un correo perfectamente redactado- se pasa una mano por la falda y se gira para marcharse. Algo dentro de mi cabeza hace clic, como un corrientazo y soy un resorte cuando la tomo del brazo y la tiro contra mí.

-¿Seguiremos así?- estoy tan agitado como si hubiera corrido por toda la ciudad, sus ojos están abiertos mirándome y luego los baja a mis labios siguiendo mis palabras. Se suelta de mi agarre; apenas murmura.

-Me dejaste claro que solo era un juego. Entonces, porqué te empeñas en hacerme sufrir tanto...

-Dios Santo Hara... Maldita sea, mírame a los ojos. Estoy aquí, frente a tí y, es que... ¿Cómo puedes creer que estuve con otra? Lo que tenemos...

Su voz se rompe y me mira a los ojos, se han enrojecido y mi garganta duele por la presión, hay algo que martilla profundo en mi pecho.

-Ese es el punto, no tenemos nada. Creo que es mejor dejarlo así. Volver a las formalidades y olvidarnos de todo.

-¡No! ¿Es qué no te das cuenta? Estas siendo inmadura, te estoy contando la verdad. No hay otra que no sea esa. No me acosté con nadie joder y tú..., tu me dices eso.

El nudo crece y se me dificulta hablar. Nunca me había sentido tan impotente. Siempre he sido un hombre seguro de mi mismo, pocas veces sentí inseguridades y ahora es como si todo eso hubiera sido multiplicado por cero. El miedo de que Hara se aleje de mí me consume, como una llama en el pecho y estoy fuera de sí.

-Ya no importa, es mi jodida decisión. Ya dije lo que pensaba, no somos nada. Nunca lo fuimos.

Aprieto la mandíbula con fuerza ante el dolor que me provocan sus palabras y niego ferozmente mientras me acerco a ella. La hago retroceder hasta estamparla contra la pared. Veo como sus labios se abren y su mirada no se mueve de mi figura.

-Si tenemos algo, deseo desmedido, consumidor, pasión desmedida. Somos un caos, locura, desenfreno. Nos complementamos. ¿A qué sí?

-¿Tú crees?- asiento embobado por el movimiento de su boca y apoyo mi brazo derecho a un lado de su cabeza. Ella cierra los ojos cuando le acaricio la oreja con la nariz y aspiro su olor.

Sus manos se posan en mis hombros por encima de la camisa y apenas susurra.

-Entonces demuéstramelo- abre el primer botón de mi camisa y me acaricia el pecho. Sonrío diabólicamente y niego quitando sus manos de allí.

-En mi apartamento. A las ocho. No creas que caeré tan rápido. Primero debemos hablar. Considéralo como una cita... si quieres-le guiño un ojo y me muerdo el labio al verla salir contoneando las caderas y haciendo que la sangre se me acumule en el lugar indicado.

Horas más tarde termino los pendientes y agradezco al cielo cuando veo mi escritorio limpio de tantas carpetas. Cierro las pestañas abiertas en la computadora y la apago. Entonces me dejo caer en el silla giratoria de cuero negro mientras dejo que mis extremidades se relajen.

Cierro los ojos, luego de unos segundos los abro, entonces miro la taza de café vacía a un lado. La coloco en la bandeja y la dejo allí. El sonido de la puerta me hace abrir los ojos, que ni siquiera me había percatado de que casi estaba dormido. ¿En qué momento volví a cerrar los ojos?

Veo la cabeza de Jungkook asomarse y luego entra al verme. Suspiro sin mostrar ninguna expresión y me enderezo al ver que detrás de él está Ha y un hombre que no conozco.

-Buenas tardes señor Park-el hombre vestido pulcramente de negro saluda. Parece Sherlock Holmes desde este ángulo por su porte y presencia, más no reparo en el cuando miro a Jungkook.

Le hago una seña y el asiente dejando rápido un sobre sobre el escritorio.

-Es para la campaña -casi susurra y escurridizo canturrea-, los dejo solos cabelleros.

-Buenas tardes para los dos, Park Jimin. Pueden tomar asiento -me presento luego de un corto saludo y marco un número en el teléfono.

-Tres cafés para mí oficina, un capuchino y dos...

-Para mi un americano por favor-dice Ha luego de interrumpirme abruptamente y asiento.

-Cualquiera está bien - dice el otro cuando lo miro y pido entonces un capuchino y dos americanos con crema.

Luego de un pequeño tiempo una chica entra con los cafés y recoje la bandeja que ya tenía en mi escritorio con la taza. Me hace una reverencia y se retira.

-Traigo buenas noticias -anuncia Ha y dejo mi taza de lado.

-¿Algo nuevo?

-Primero que nada, el es el detective Bae Hyunwoo. Es el hombre del que le comenté y está aquí porque trae noticias.

-Ustedes dirán. Soy todo oídos.

La tarde cae y con ello me despido del personal mientras paso por la recepción. Las últimas personas comienzan a salir y con ello se ve como el sol ya ha comenzado a descender. No veo a Hara por ningún lado y mi cabeza piensa en lo que sucedió en la oficina, «estuvo tan cerca», mi auto es traído hasta la entrada y el custodio me entrega las llaves. Son las cinco en punto y por el cambio de horario de invierno es lógico que se haga de noche más temprano y aunque todavía hay sol, ya no tiene la misma intensidad que al punto de mediodía.

La brisa sopla y me mueve el cabello despeinándolo, me ajusto la corbata y subo al coche.

Mientras conduzco viene la charla de hace una hora a mi cabeza y prendo la radio para despejarme un poco. Estoy ciertamente asombrado con el trabajo que Ha Sungwoon está haciendo y ese hombre realmente sabe defenderse. Los resultados obtenidos de la investigación son suficientes para apretarla. Cada prueba descrita y solo deseo que llegue mañana para tomar medidas al respecto.

Mi celular suena y vislumbro el nombre de mi madre, me coloco en auricular y respondo.

-Dime mamá - sonrío porque ciertamente estoy algo animado y tarareo la música leve que suena por la radio.

-Cariño, ¿cómo va todo?

-Bien, voy camino a casa. ¿Cómo está papá?

-Bien, está siguiendo al pie de la letra el tratamiento y el doctor dijo que se irá recuperando de a poco. Te escucho animado, ¿Algo qué me quieras contar? ¿Todo bien con Hara-ia?

-Todo está bien mamá. La empresa va bien- no le cuento lo que está pasando porque no deseo que padre sufra otra preinfarto, aunque ellos saben una parte de todo esto. Así que tranquilamente deslizo los dedos por el cuero del volante mientras giro por una rotonda-. Con Hara... Um, estamos tratando de llevarnos mejor, así que deja la paranoia. Mejor cuéntame cómo está Jihyun.

Nunca hablo de Park Jihyun porque no me interesa su vida privada. Pocas personas piensan que somos cercanos. La verdad es que el estudió en Estados Unidos y todavía cursa el último año de doctorado en la universidad de Harvard. Es menor que yo por dos años y es mi jodido hermano menor. Un hombre listo y demasiado inteligente. Aunque luego de que el volvió a marcharse para ese curso perdimos comunicación por los diferentes horarios y porque me había dejado la empresa a mi solo. Recuerdo que me enojé demasiado con él porque yo también había estudiado hasta los jodidos veinticinco y renuncié a mi tercer título en comunicaciones para poder liberar Imperio Park... Ahora solo es un recuerdo viejo en mi memoria.

-No es paranoia cielo, solo que las madres sabemos todo y acuérdate que te parí con dolor y sacrificio Park Jimin. Te crié desde el vientre y te conozco mejor que tu mismo -la escuché hacer el sonidito que hace cuando me reprende y recordé que siempre me decía lo mismo. Ahora vamos a lo otro-, así que más respeto cielo. Todavía me acuerdo que casi me desgarras. Además tu hermano está bien, me enteré que terminó con su novia, pero no quise indagar porque luego se enoja. Además me dejó claro que no quería hablar del tema. Tu padre me está llamando. Recuerda no desvelarte mucho con el trabajo...

-Si si, te llamo luego porque ya voy llegando a casa.

La escucho decir rápido.

-Está bien. Cuídate mucho, te amo y no olvides mandarle aunque sea un mensaje a Jihyun-ah.

-Yo también te amo. Mándale saludos a papá. Con Jihyun después me arreglo.

Y cuelgo exasperado. Suelto la respiración que ni sabía estaba aguantando y detengo el auto frente a la tienda de vinos más cara de la ciudad. Ni siquiera iba para la casa.

Tomo la tarjeta negra y entonces me bajo del auto, el aire frío me pega de frente y arrugo la nariz ante el ardor. Le pongo alarma al Porsche y entonces camino en dirección a la entrada.

Él leve bullicio me recibe y con ello las personas que a esta hora salen en comprar un buen vino para celebrar o simplemente relajarse.

Camino entre las vitrinas hasta la zona de mis vinos favoritos. Me sigue el señor encargado de esta área y me va diciendo cuáles son los mejores; aunque no le presto mucha atención cuando encuentro lo que buscaba, un Cabernet Sauvignon. Mi favorito.

Cuando llego a casa y miro todo caigo en cuenta de que la señora de la limpieza había venido, todo está en perfecto orden y lo agradezco infinitamente. Saco de un cajón de la alacena las velas aromáticas que había comprado hacía ya mucho tiempo. Las coloco en la mesa del comedor y entonces me pongo manos a la obra.

Es momento de que Hara sepa que con ella voy en serio. Por ello planeo poner en práctica mis dotes culinarios.

Y quién sabe, tal vez use algún otro dote que tengo...

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