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⚛Extra de Halloween⚛

DONOVAN POV:

Aún no me acostumbro a oír ruido constantemente en la casa, digo, antes solo llegaba a dormir ya que Jade y yo estábamos ocupados en nuestros respectivos trabajos; por lo cual nuestro tiempo como pareja se reducía a nuestras charlas antes de dormir y de vez en cuando una que otra película.

Pero ahora todo es diferente, no descuido mis responsabilidades en las empresas, pero si tengo más tiempo libre para pasarlo con mi familia, esa que de dos pasó a ser de tres, y no me mal entiendan; los chicos indiscutiblemente se volvieron mi familia, pero me refiero a una propia, Jade, yo y ahora mi hijo, ese niño que se la pasa correteando por la casa y cantando en un idioma extraño entremezclando el tailandés y el español.

Estos meses habían tenido un cambio para bien, ahora que tenía tiempo para pasar con mi hijo me había dado cuenta de muchas cosas, el niño cuando se despierta se queda sentado en la cama durante un rato con la vista fija en algún punto de la habitación, tal cual lo hago yo.

Como diría Venus, nos quedamos unos minutos agarrando señal.

No le gustan las orillas del pan, y después de una pataleta durante nuestra primera semana juntos me hizo ir al supermercado por un molde de dinosaurio, única manera de que se pueda comer el pan de sándwiches.

En las noches suele acostarse entre medio de Jade y yo, y cuando se queda dormido tengo que llevarlo a su habitación. No me molesta dormir con mi hijo, pero ese niño se adueñó de mi TV, de mi tablet y de mi sofá favorito, no pienso dejar que se adueñe de mi cama también, porque ese es el lugar que comparto con mi mujer.

La relación entre ellos es genial, los primeros días Kai solia evitarla pero luego de pasar tiempo juntos empezaron a ser unidos, incluso llegó a decirle tía un par de veces cuando oyó al pequeño Allen llamarla así.

En conclusión, han sido unos buenos meses.

—¡Tío D! —Allen corría siendo seguido por mi hijo —mira lo que papá nos ha comprado.

Ambos estiraron sus brazos mostrándome lo que tenían entre sus manos.

—Yo seré el Capitán América y Kai será Thor.

—¿Falta mucho para salir a pedir dulces? —Kai se veía ansioso, desde que se levantó preguntó si faltaba mucho y desde entonces no ha parado, ya hasta perdí la cuenta de cuantas veces le he dicho que falta muy poco.

—No, pequeño; vayan a ducharse para que se pongan sus disfraces —ni siquiera había terminado de hablar con ellos cuando ambos salieron corriendo escaleras arriba.

Hoy es día de brujas y Allen había estado igual de emocionado que los años anteriores, y ni que decir de Kai, el niño había estado esperando impacientemente a que llegara la hora de ir a pedir dulces, todo porque mi sobrino le había dicho que irían a muchas casas y les darían muchos chocolates.

—¿Y tú que quién se supone que eres? —le pregunté a Jade, quien se encontraba ya vestida y con un estuche de maquillaje sobre sus piernas.

—Soy Harley Queen—respondió como si fuera lo más obvio —ahora sube tú también a ducharte, encima de la cama está tu disfraz.

No tenía caso negarme, principalmente porque siempre terminaba dándole el gusto, ademas; ya antes le había dicho que no quería ponerme nada muy ridículo así que espero que haya cumplido con su parte del trato.

Subí las escaleras hasta llegar a nuestra habitación, y antes de entrar oí como los niños gritaban intentando comunicarse ya que estaban en habitaciones diferentes.

Hoy había sido un día de locos, Alan y Venus tenían asuntos pendientes así que me ofrecí a cuidar a mi sobrino, la casa se volvió una zona de guerra entre Allen y Kai, cojines volaban de un lado a otro. Todo hasta que un jarrón terminó hecho añicos y los castigué a ambos diciéndoles que no comerían helado, cosa que provocó que empezaran a llorar y para que dejaran de hacerlo terminé dándoles el tarro de helado y dejándoles jugar con el Xbox.

Dos miniaturas de seis años hacían conmigo lo que querían. Me habían vuelto débil y yo no era así.

Me adentré en el baño y luego de deshacerme de mi ropa me paré bajo la regadera, lavaba mi cabello mientras el agua hacía que la espuma fuera cayendo por mi cuerpo hasta irse por el drenaje. Una vez estuve listo salí con una toalla envuelta en mi cintura y con otra pequeña secaba las gotas que caían de mis cabellos, sobre la cama estaba la ropa que Jade me había dicho, no había nada extraño; era solo un pantalón negro y una camisa blanca. Algo que se podría conseguir en mi parte del clóset.

Me vestí y luego bajé de nuevo a la sala, mi mujer ya estaba lista y ahora se encargaba de arreglar bien los trajes de los niños.

—Que bueno que apareces, Venus me ha dicho que pronto llegarán.

—Estas... —me quedé observando su cuerpo cubierto por una top de franela ajustada y un short minúsculo en dos colores que se ajustaba perfectamente a sus nalgas —magnífica. Si no estuvieran los niños te diría otra cosa, eso es seguro.

Dejó un beso en mis labios y me hizo sentar para luego tomar una lata de spray que estaba sobre la mesita  de cristal.

—No te muevas, pintaré tu cabello.

—¿Estas segura que eso no me dejará calvo? —pregunté, mi ceño se fruncía cada vez más al ver como agitaba la lata.

—Esperemos que no.

Empezó a rociar el spray sobre mi cabello y cuando terminó tomó su estuche de maquillaje y empezó a untar cosas en mi rostro. Yo solo esperaba pacientemente a que terminara, aún no lo había hecho cuando el timbre sonó y oí a los niños corriendo.

Tanto Jade como yo nos volteamos hacia la puerta, Alan y los demás habían llegado, este tenía cargando a ambos niños mientras Venus les llenaba la cara de besos. Fabiana se acercó a los niños para entregarles dos pequeñas canastas en forma de calabazas, y Thomas se quedó a un lado cargando a su pequeña hija.

—Tú eres Harley y él el Joker —Jade asintió a las palabras de Fabiana y yo sola la observé esperando a que dijera algo más —quedaste igual... igual de feo que el de la película.

—¿Y tú se supone que eres uno de los padrinos mágicos de Timmy Turner? Que gran cambio —me burlé de su disfraz —en comparación al del año anterior, este vino con un plus, mira que a aparecerte vestida de una monja y gritarle a Thomas "dulce o pito" no fue muy inteligente de tu parte.

—Lo dice el sujeto que se metió con su vecina y durante años no supo que tenía un hijo. Si de plus hablamos, estamos a mano.

—Cuando mueras bailaré sobre tu tumba —aseguré.

—Cuando muera vendré todas las noches a atormentarte.

Si por nosotros fuera, hubiésemos pasado el resto de la noche peleando, pero unas voces diferentes se oyeron.

En la puerta se hacían presentes Jayson y Facundo, quienes dejaron unos chocolates en las canastillas de los niños. Tomé las llaves y luego de que todos salieron cerré la puerta con seguro. En la calle ya se veía los grupos de niños y adolescentes yendo de casa en casa.

Varios adultos que los acompañaban se nos quedaban viendo pues todos íbamos disfrazados.

Mi primo y Venus iban disfrazados de puro hueso y su novia, Fabiana y Thomas eran los padrinos mágicos; eso sin olvidar a la bebé que iba disfrazada de la hija de ellos.

—¿Y ustedes de que están disfrazados? —Preguntó Jade a Jayson y Facundo.

—Somos Sullivan y Wazowski. —ambos vestían pijamas enterisos verde y azul que simulaban ser los personajes mencionados. —aprovecharemos los chocolates de esta noche, nunca he comido Mike Wazowski con chocolate.

—Turbio saber que el perro azul y el sapo de un ojo terminarán follando esta noche.

Nos manteníamos inmiscuidos en una conversación con poco sentido tratándose de personas adultas, Allen y Kai corrian de puerta en puerta pidiendo dulces mientras nosotros les esperábamos en la calle.

—¡Papá, mira! —Kai corría hacia mi mostrando su canastilla —Ese señor me dio muchos caramelos, y también sacó una moneda de oro de mi oreja.

La tomé y le quité el papel aluminio dorado descubriendo el chocolate que tenía dentro, se la devolví al niño y este se volvió a ir junto a su primo.

—Ha funcionado bien —la voz de Alan se oyó a mi lado, a la vez que su mano palmeaba mi hombro —ser padre te sienta bastante. Y siendo sincero, jamás pensé en verte a ti ocupandote de alguien más que no fueras tú.

—No es una aventura fácil, pero créeme que vale la pena cada llanto, cada risa... absolutamente todo.

Alan volvió al lado de Venus y Jade tomó mi mano derecha, apoyando su cabeza sobre mi hombro. Su mano libre trazaba suaves caricias en el dorso de mi mano, y su mirada estaba fija en los niños que iban un par de metros delante de nosotros.

Una por una los niños fueron recorriendo las casas de la urbanización y cuando la mujer de la última casa les dió sus dulces, ambos se dejaron caer en la acera agotados. Kai y Allen charlaban sobre que harían con todos los dulces que habían recolectado, aunque poco después ambos pidieron ser cargados quejándose de que le dolían los pies de tanto caminar.

Ese par si que sabía ponerse de acuerdo. Su amistad era tal cual la de Alan y mía cuando eramos pequeños, y eso que de los dos yo era el más chico por lo que solíamos discutir a menudo por los juguetes.

Así eran ellos, su enojo duraba muy poco porque luego uno de los dos daba el brazo a torcer y buscaba al otro para jugar.

Cuando tomé a mi hijo en brazos tardó muy poco en ocultar su rostro entre mi hombro y cuello, Jade tomó su canastilla de dulces evitando que en cualquier momento pudiera dejarla caer y así caminamos de regreso a casa.

El pequeño Allen hablaba animadamente con sus padres, mientras que Fabiana trataba que su bebé se durmiera, pese al ruido que había a nuestro al rededor, y Thomas hablaba con Jayson y Facundo de quién sabe qué.

Apenas entramos a casa lo primero que hice fue subir a Kai a su habitación, el niño estaba tan rendido al sueño que no se quejó cuando lo dejé en la cama y le quité sus zapatos. Lo cubrí con la manta y saliendo de su habitación volví a la sala donde estaban los demás.

—Está bastante tarde y este niño ya se durmió —hablo Venus poniéndose de pie con el pequeño Allen entre sus brazos —así que nosotros nos vamos.

Nos despedimos y luego los acompañamos hasta la puerta, una vez todos subieron a sus respectivos autos y se marcharon; Jade y yo volvimos al sofá donde ella había estado sentada hace poco.

—Fue un paseo corto pero agotador —un bostezo salió de sus labios —Tomaré una ducha para poder quitarme todo este maquillaje y luego iré a dormir.

Se levantó y caminó despacio hacia las escaleras, subió un par de escalones y se detuvo a voltear a verme.

—¿Vienes?

No tuvo que preguntarlo dos veces, de inmediato me levanté y la seguí hasta el baño. Cuando entré ella ya se había deshecho de su blusa y sujetador dejando a mi vista sus senos. Picaramente se acercó hasta mi y empezó a soltar los botones de mi camisa uno por uno, la tomé de la cintura haciendo que sus senos chocaran contra mi pecho y uní nuestros labios.

—¿Dulce o travesura? —murmuró apenas nuestro beso terminó.

—Travesuras —respondí de inmediato.

Esta noche de brujas iba a tener un buen cierre.

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