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⚛Capítulo 51/2⚛

Llegamos hasta donde estaba aparcado mi auto y la ayudé a subir al asiento del acompañante, me incliné un poco para abrochar el cinturón de seguridad y sentí cuando su mano se estrelló en una de mis nalgas, de inmediato subí la vista y ella solo estaba con una sonrisa inocente.

Cerré la puerta y di la vuelta al auto para ir hasta mi lugar. Una vez tras el volante; puse en marcha el auto, y aunque mi vista estaba puesta mayormente en la calle desierta, de reojo alcanzaba a ver como Venus se quitaba el vestido y lo arrojaba a la parte trasera quedando solo con unas bragas de encaje negro puestas.

—¿Que haces? —pregunté.

—Te había dicho que tenía calor, además no hay nada que no hayas visto antes... o es que te pongo nervioso?

Sinceramente, sí, si me ponía nervioso tenerla desnuda a mi lado cuando estoy conduciendo.

Por suerte y no tardamos mucho tiempo en llegar a la casa que era de mis padres. Estacioné el auto en el garaje y bajé de él, del otro lado con la puerta abierta me esperaba Venus aún sentada en el asiento del acompañante.

—Comienzo a creer que eso brownies en serio te hicieron daño —la tomé entre mis brazos haciendo que rodeara mi cuerpo con sus piernas y caminé hasta la puerta que daba directo a la cocina.

Desde mi visita anterior me había encargado de cambiar algunos muebles, y ahora, aunque sigue siendo la misma misma casa acogedora que era en mi infancia, está un poco más moderna.

Caminé hacia la habitación siendo presa fácil de los besos que mi chica iba dejando en mi cuello, apenas entramos encendí la luz y la dejé en la cama, pero me retuvo cerca de ella tomándome del saco cuando vio mis intenciones de alejarme.

—Te necesito —mi vista estaba fija en sus labios entreabiertos, y en como me llamaban a besarlos.

Me soltó y pude levantarme para quitarme el saco y la camisa bajo su atenta mirada, iba a hacer lo mismo con los pantalones cuando me detuvo, se puso de pie y empujandome me hizo caer en la cama, lentamente se subió hasta quedar encima de mi miembro y se acercó a besarme a la vez que sus caderas se iban moviendo en una lenta pero agradable tortura que no hacía más que ponerme duro.

Sus besos fueron descendiendo por mi mandíbula y cuello hasta empezar a ser esparcidos en mi pecho, en varias oportunidades intenté tocarla pero me lo prohibió haciéndome saber que si lo hacía se detendría.

—Te recomiendo no jugar conmigo, cariño — dije mientras entrelazaba mis dedos por debajo de mi cabeza —No vaya a ser que luego se volteen los papeles.

Mis palabras no hicieron más que causarle gracia, pero la lujuria brillaba en sus ojos. Lo dejé pasar porque sé que luego será mi momento de estar al mando en el juego.

Se posicionó sobre mis piernas y lentamente fue desabrochando el cinturón y el botón de mi pantalón, su mano se coló dentro de mi boxer y en seguida rodeó mi miembro, lentamente subía y bajaba su mano a lo largo de este y cuando se cansó lo dejó a la vista, para luego de forma rápida pasar su lengua por la punta.

Estaba por llevarse mi miembro a la boca cuando la detuve, me apoyé sobre los codos y de un movimiento rápido hice que cayera a mi lado; dándome así la oportunidad de posicionarme sobre ella. Intentó apartarme pero inmovilicé sus manos sobre su cabeza, mis  labios fueron directo a su cuello; donde empecé a dejar besos y hacer suaves caminos con mi lengua hasta llegar a sus labios, el beso era desenfrenado, haciendo desborde de la lujuria que ambos sentíamos en ese momento.

Con los dedos de mi mano derecha fui dejando suaves caricias en sus senos y luego bajé por su abdomen hasta llegar al borde de sus bragas. Su respiración era un poco acelerada debido a las sensaciones que mis caricias le provocaban, y en su mirada podía ver que ya tenía suficiente del juego previo, quería algo más, pero no iba a dejárselo tan fácil.

—Soltaré tus manos, pero no puedes tocarme.

—Eso no es justo —su entrecejo estaba fruncido, y su gesto denotaba un enfado poco creíble.

—Te dije que no jugaras conmigo porque se podían invertir los papeles. —la tomé de sus piernas y la arrastré hasta dejar sus nalgas al borde de la cama —Si me toca me detendré.

Me arrodillé frente a sus piernas y tomé sus bragas entre mis dientes para ir bajandolas con ayuda de mis manos hasta deshacerme de ellas, quiso cerrar las piernas pero las tomé de manera firme evitando que pudiera hacerlo. De pronto un recuerdo llegó a mí mente, en algún sitio web había leído sobre la implementación de cubitos de hielo en el juego sexual. Nunca lo había intentado, pero sin duda esta es una buena noche para probarlo.

Me levanté ante la mirada de Venus y sin decir nada salí de la habitación, caminé por el pasillo hasta llegar a la cocina y sin perder mucho tiempo fui directo al refrigerador, tomé un pequeño vaso de vidrio y eché en él varios cubitos de hielo.

—¿Me dejaste caliente en la habitación nada más por venir a tomarte un vaso de agua? —la voz de Venus me sobresaltó porque no me había fijado en que había venido detrás de mi.

No respondí, en vez de eso me fui acercando lentamente hasta ella, mientras sentía como en mis labios se iba formando cada vez más una sonrisa que sé que poco a poco iban delatando mis intenciones.

La tomé de la mano y nos guié hasta dejarla caer en el sofá que estaba junto a la chimenea.

—No quiero que cierres las piernas.

Dejé el vaso a un lado y luego de poner un cubito de hielo en mi boca me arrodillé nuevamente, su mirada estaba puesta mi, atenta a mi próximo movimiento. Me acerqué hasta quedar a escasos centímetros de su entrepierna y soplé haciendo que el aire frío chocara en su centro y como reacción quisiera cerrar las piernas. Sin hacerla esperar más, presioné la punta de mi lengua sobre su botón del placer y empecé a hacer lentos movimientos haciendo que de vez en cuando el pequeño trozo de hielo diera directo en esa parte de su cuerpo. Acompañé el movimiento de mi lengua con el de los dos dedos que había introducido en su interior, logrando arrancarle cada tanto fuertes gemidos que solo me incitaban a hacerla disfrutar cada vez más.

El hielo se deshizo y tomé otro, pero esta vez me fui a sus senos empezando a pasarlos por sus pezones erectos, una de sus manos se aferró a mi cabello y de inmediato dejé de hacer mi tarea.

—Te dije lo que sucedería si me tocabas. —soltó un resoplido y lentamente fue apartando su mano de mi cabello.

—No es justo que no me dejes tocarte cuando quiero hacerlo.

—Solo hago lo mismo que tú hiciste hace rato.

Sin dejarle oportunidad a responder uní nuestros labios a la vez que mis dedos empezaban nuevamente a entrar y salir de ella, sus gemidos morían en la unión de nuestros labios al igual que los jadeos que se me escapaban debido al alto grado de excitación.

El tiempo en ese momento no tenía importancia, solo éramos mi chica y yo, ella debajo de mi gimiendo mi nombre, y yo haciéndola tener un orgasmo solo con mis dedos.

Cuando se vino; poco tiempo le dejé para recuperarse pues le ordené que apoyara sus brazos y pecho en el espaldar del sofá, dejando su culo a la altura perfecta y a poca distancia de mi miembro, de mi cartera tomé un condón y me lo coloqué, y dejé una palmada en su nalga justo antes de hundirme en ella. Un gemido bastante alto salió de ella y eso solo fue más motivación para mi, para empezar a moverme y hacerla gemir mi nombre.

—Me encanta lo apretada que eres. — con cada embestida sus nalgas chocaban contra mí, produciendo ese sonido tan conocido por nosotros cuando teníamos sexo.

Por momentos el ritmo de mis embestidas disminuía, y era en esos momentos donde Venus aprovechaba para voltear a verme, su mirada brillosa, sus labios entreabiertos, como movía sus caderas en círculos provocándome un placer indescriptible, y como con la voz entrecortada me pedía más.

—Dime que recuerdas mis palabras —tomé su cabello y tiré de el suavemente hasta que su cuerpo se arqueó, me acerqué un poco más hasta quedar cerca de su oído y susurrarle —Dímelo.

De sus labios no salió palabra alguna por lo que estrellé mi mano en su nalga.

—Dímelo —repetí.

Nuevamente hubo silencio de su parte, dejé de moverme y en ese momento ella intentó voltear a verme pero mi agarre en su cabello lo impidió.

—Dime que recuerdas mis palabras, o en este precioso momento dejaré de follarte —amenacé sabiendo que estaba próxima a su segundo orgasmo.

Soy ese que te dirá lo preciosa que eres, pero también soy ese que te hará rogar que te folle —recitó las palabras que alguna vez le dije. Sin embargo continué sin moverme a la espera de que dijera algo más —Necesito que sigas, por favor.

Solo esas palabras bastaron para que empezara a embestirla nuevamente, fuerte y rápido, y a veces lento y suave, una combinación que nos tenía gimiendo a ambos; y a mi chica la tenía pidiéndome más.

—Ya no creo poder... —su respiración entrecortada le dificultaba terminar con sus palabras.

Estábamos a punto de alcanzar nuestro clímax.

—Correte para mi, cariño.

Y no tuve que volverlo a repetir, pues apenas solté su cabello; su cuerpo se desplomó sobre el respaldo del sofá haciendo que su culo quedara en pompa solo porque mis manos se aferraron a sus caderas, y las suaves contracciones de su sexo al rededor de mi miembro solo fueron el detonante para que yo llegara a la cima de mi placer. Lentamente salí de ella y caminé hacia el baño donde me deshice del preservativo y abroché mi pantalón, cuando volví a la sala mi chica estaba acurrucada en el sofá. Se había quedado dormida.

Con cuidado la tomé entre mis brazos y caminé hasta la habitación para dejarla en la cama, la cubrí con una sábana y luego de ver la hora en mi teléfono volví al baño para tomar una ducha.

Pasaban de las 3:00 de la mañana. A pesar de todo, esta noche tuvo un excelente final.






NOTA: mier‐coles está parte estuvo bastante interesante.

Nos vemos en un próximo capítulo, ¿cuándo será? No tengo idea.

Grupo de Facebook: Lectores de Oriana

Página como escritora: Oriana B. (Así con el puntito al final)

Bye.

Un beso grandote 💋

Att: Oriana.

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