⚛Capítulo 43⚛
Los días habían ido pasando y todo volvía a tomar su rumbo. Donovan al terminarse sus días de estadía aquí; volvió a irse a Japón. Yo me decidí a mudarme al departamento de Alan, pero habíamos pospuesto la mudanza debido a que los dos estábamos muy ocupados estudiando para los próximos exámenes. En cuestión de una semana y algo había logrado sobrevir a la universidad por poco, pero ¿quién diría que en tiempo de exámenes tomaría mucha cafeína —cuando no suelo hacerlo —y dormiría solo un par de horas?, ahora entiendo a Jayson cuando parecía andar por la vida sin rumbo fijo y con unas ojeras bastante feas.
Al final, todas estas noches sin dormir; o de acostarse hasta las tantas de la madrugada, tendrán su recompensa.
—¿Hoy por fin es el día?. —preguntó al llegar a mi lado y quitarle el seguro al auto.
—Lo es.
Ambos subimos y Alan puso en marcha el auto para ir hacia las residencias, el trayecto no era muy largo, por lo que en cuestión de minutos ya estábamos bajando del auto para empezar a subir las escaleras hasta el piso que compartía con mi compañera, al entrar, como de costumbre; el lugar estaba en silencio. Ambos fuimos hasta la que era mi habitación y él empezó a tomar las cajas que contenían mis cosas para llevarlas hasta el Jeep, yo por mi parte terminé de guardar mi ropa en las maletas y esperé a que Alan volviera. Desde hace rato había hecho la nota que le dejaría a mi compañera pegada a la puerta del refrigerador; así que tomé uno de los imanes que estaban en una gaveta y la pegué justo en el momento en que oí la voz de mi chico. Estaba de vuelta y tomando las dos maletas que contenían mi ropa y zapatos bajamos dándole un último vistazo al lugar que me había albergado por unos cuantos meses.
—¿Le dijiste a Jayson que te mudarías a mi departamento?. —Alan dejó las maletas en el asiento trasero junto a las cajas y luego de abrir la puerta del acompañante dio la vuelta hasta llegar a su lugar.
—Sí, ¿por qué?. —encendió el auto y lo puso en marcha para salir de la zona residencial.
—Me ha dicho que no quiere sobrinos aún, que está muy joven y que por los próximos diez años no quiere hacer de niñero.
—Igual y si tuviera hijos no los dejaría a cargo de mi hermano.
—¿Por qué? —preguntó, se detuvo en un cambio de semáforo y cuando volvió a conducir giró en una esquina.
—Dejó que me casara estando borracha. Es motivo suficiente.
—Buen punto.
Cuando llegamos al edificio Alan se estacionó en el lugar que le correspondía y luego ambos empezamos a bajar mis cosas, llevamos las cajas y las maletas hasta el ascensor y pulsé el botón hasta el piso correspondiente. Por suerte y nadie más subió en los pocos segundos que duramos atrapados en la caja metálica, habíamos ocupado gran parte del espacio solo con las cajas y las dos maletas. Apenas las puertas del ascensor se abrieron nuevamente, ambos sacamos todo de manera rápida y dimos pasos a un par de señoras que estaban esperando para entrar. Dejé las maletas a un lado y busqué en los bolsillos del pantalón de Alan las llaves de la puerta, apenas abrí, él entro dejando en el suelo cerca de la entrada las cajas que contenían mis libros y otras cosas.
—Bienvenida a tu nuevo hogar. —tomó mis maletas y juntos nos dirigimos hasta su habitación. —Ahora ya no es solo mía. Es nuestra.
Dejó las maletas a un lado, tomó mi rostro entre sus manos y plantó un delicado beso sobre mis labios. Coloqué las maletas sobre la cama y empecé a sacar mi ropa para ponerla en el clóset junto a la de él. Cuando terminé guardé las maletas y salí a la sala para empezar a organizar mis libros, uno por uno los fui poniendo en el librero que estaba junto a la ventana.
Estaba comenzando una nueva aventura. Una junto al chico que podría afirmar con toda seguridad que es el amor de mi vida.
Alan se había acercado para ayudarme a terminar de organizar los libros restantes. Cuando empecé a comprar libros con mi sueldo jamás pensé que fueran tantos, siempre decía: nunca es suficiente, pero ¡Carajo! cuando terminé de ponerlos en su lugar eran más de 30 libros, y eso solo eran los que he ido comprando desde que inicié la universidad. Aún faltaban los que traje desde casa.
Para cuando terminamos llegué a la conclusión de que ya no puedo gastar todo mi dinero en libros, y no es porque no quiera, si no porque va a llegar el momento donde no voy a tener donde ponerlos.
—¿Vamos por algo de comer?.
Alan agitó las llaves de su auto frente a mí cuando hizo la pregunta.
—Claro. —me calcé mis Converse y lo seguí.
—¿Sabes conducir? —preguntó. Nos habíamos detenido en un cambio de semáforo.
—No. Una vez Jayson se ofreció a enseñarme pero, cuando él podía, yo estaba ocupada y nunca coincidimos hasta que un día lo dejé estar.
—Yo puedo enseñarte, ¿te parece? —el semáforo volvió a cambiar y Alan puso en marcha nuevamente el auto. —solo procura no acabar con mi auto.
—¿Puedo saber porque este auto es tan importante para ti? —pregunté.
Se tomó su tiempo para respondeme, detuvo el auto frente a la ventanilla del McDonald's y pidió las hamburguesas, las raciones de papas fritas y los refrescos.
—A mi padre siempre le gustaron los autos, mucho más este modelo. Recuerdo que una vez me regaló un pequeño carrito de juguete, era un Jeep, me gustó tanto que me prometí a mi mismo que cuando fuera grande me compraría uno igual.
—¿Algo más que te guste?.
Alan condujo hasta la siguiente ventanilla donde pagó y le entregaron la comida, la cual dejó en el asiento trasero.
—Tú
—Otra cosa
—Las motos, ¿crees que debería comprar una?. —preguntó apoyndo su mano derecha en mi pierna como siempre solía hacerlo.
—¿Te estorba el dinero?. —pregunté riendo. Él suele pedir mucho mi opinión acerca de si comprar algo o no, aún cuando el dinero es suyo y yo no tendría porqué oponerme.
—No, pero ¿sabes que sí me estorba?, toda esta ropa —señaló mi jeans y mi suéter —muero por llegar a casa y deshacerme de ella.
El viaje de regreso al departamento fue rápido, apenas entramos, dejó la comida sobre la encimera y me tomó de la cintura para sentarme sobre esta, se deshizo de mi suéter dejándome solo en una blusa de tirantes y empezó a repartir besos a lo largo de mi cuello. Su mano no dejaba de hacer caricias en mi cintura y la otra iba bajando cada vez más el tirante de mi blusa.
—Se enfriará la comida. —logré decir.
—No creo que pueda esperar más para tenerte en nuestra cama. —mi cuerpo en ningún momento dejaba de recibir sus besos, y estuve a punto de seguir adelante si no fuese porque mi estómago sonó en protesta.
—Tendrás que hacerlo, no creo que quieras lidiar con una Venus con hambre.
Se separó un poco de mi y dejó un beso en la punta de mi nariz.
—Por experiencia, es seguro que no quiero lidiar contigo cuando tienes hambre. —me ayudó a bajar de la encimera, tomó la bolsa de papel que contenía la comida y siguiendo sus pasos caminamos hasta dejarnos caer en el sofá. —Pero voy por la revancha antes de dormir.
Capítulo dedicado a mis bebés:
*NathalydelCarmenVill
*alejandravom
*SaraVernet1
*divibuitrago
*GloribelPrez
NOTA: holis✌ aparecí. Es cortito pero era para no estar más tiempo perdida.
Se me está yendo la inspiración, no sé que hacer. Aiudaaaa.
Bye.
Un beso grandote 💋
Att: Oriana.
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